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Cuando un contrato que no contiene cláusula arbitral se refiere a otro contrato que sí lo tiene.
Se trata de contratos interrelacionados en los que se hace referencia expresa y directa a otro
contrato que contiene una cláusula arbitral, como ocurre típicamente en los conocimientos de
embarque, los contratos encadenados de construcción e ingeniería y los contratos de garantía.
Esta teoría permite que una parte no signataria pueda acudir a arbitraje en contra
de otra parte que ha suscrito un contrato que contiene un acuerdo arbitral, en
la medida que entre ambas hayan celebrado un contrato separado en el cual se
hace referencia y se incorpora dicho acuerdo arbitral.
Como lo sostiene Caivano, en la jurisprudencia norteamericana se ha
interpretado que ello sucede cuando la parte no-signataria del acuerdo arbitral
celebró con una de las partes un contrato diferente, mediante el cual “asumió
todas las obligaciones y privilegios que nacen de aquel”o cuando la cláusula
arbitral está expresamente incorporada a un conocimiento de embarque, en cuyo
caso las partes no signatarias que están relacionados a este último documento
por los principios generales pueden ser obligados por aquella. Dicha incorporación por
referencia no es algo llamativo en las legislaciones
modernas de arbitraje y, de hecho, está expresamente prevista en el
artículo 13(6) de la LAP.
Esta teoría básicamente se basa en que, siendo una parte no signataria de un negocio jurídico
continente de un convenio arbitral, ésta sume las obligaciones que devienen del mismo y
procede a su ejecución. En este sentido se debe entender que una parte que asume las
obligaciones de un contrato consiente de suyo en el arbitraje contenido en el mismo, contrario
sensu implicaría un defraudamiento a la buena fe y consecuente inevitabilidad del arbitraje.
Según esta teoría, se puede admitir al proceso arbitral a un tercero, siempre que su
conducta permita deducir que su intención era la de asumir las obligaciones del
arbitraje. Por ejemplo, cuando los trabajadores de una empresa designan a un comité
y estos a su vez a un representante para demandar en un proceso arbitral, a la
empresa en la que los primeros trabajan, se denota que si bien los trabajadores no
necesariamente firmaron un pacto arbitral, en función de la actitud de los
demandantes, se puede deducir su amplia voluntad de participar en
el proceso.
Otro .ejemplo de este tipo de casos, citado por RESTREPO, es cuando existe un
acuerdo arbitral entre una empresa que es parte de otra principal, que hace
presuponer que la subsidiaria conocía de tal acuerdo, pues nunca lo objetó y que por
ende, válidamente, la vincula al proceso arbitral 25.
Esta teoría ha sido aplicada cuando las circunstancias del caso demuestran que el
tercero no signatario tiene la intención de participar el acuerdo arbitral o cuando
conociendo del convenio no se objetó al mismo26; por tanto, se deja a la reflexión que
no es necesario una referencia expresa o tácita a un convenio arbitral, sino que la sola
voluntad de participar y la participación activa; así como la aceptación tácita
a un convenio, calificaría a los terceros para poder intervenir en un proceso arbitral,
quieran o no.
Según este criterio, aun en ausencia de la firma del contrato que contiene el convenio
arbitral, una parte quedará vinculada al mismo si su conducta posterior revela
que ha asumido la obligación de someterse a arbitraje. Así ocurrirá cuando una
parte no signataria acepte someterse voluntariamente a arbitraje sin oponerse o
manifestar objeción alguna al mismo antes o durante la conducción del mismo67
3. Rasgamiento del velo societario
Cuando una de las partes, por su propia conducta en relación al contrato, está
impedida de negarle a laotra su acceso a la opción arbitral. Así, se ha obligado a las partes no
signatarias que con plena conciencia reciben beneficios del contrato principal a someterse a la
cláusula arbitral que no firmaron, dándole la oportunidad al