Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El día tiene 24 horas, las cuales transcurren de manera fluida durante día sin detenerse
o trabarse por alguna circunstancia. Sin embargo, para muchos niños y adultos la vida
tiene repeticiones y estancamientos, con esto no me refiero a vivir lo mismo dos veces,
sino a decir lo mismo más de una vez, sucede esto cuando la fluidez del habla se
estanca ¿Será algo común lo que les ocurre a estas personas? Pues no, esta dificultad
hace referencia a la tartamudez, sin embargo, va más allá del simple hecho de repetir
palabras, puesto que, es un trastorno del ritmo del habla. A pesar de la intensidad del
trastorno, lamentablemente, los profesionales no siempre derivan a los niños a
evaluación, dificultando así la prevención la prevención del problema, ya que en la
medida que el problema persiste, los efectos a largo plazo son muy negativos para la
comunicación, la vida social y emocional del niño. Ante este panorama, considero
relevante el hecho de estar informados respecto a este trastorno, para que de este modo
podamos contribuir a su detección y prevención.
En primer lugar, debemos saber qué es la tartamudez, también llamada disfemia. Esta
es una patología del habla y la comunicación que suele aparecer entre los 2 años y
medio y 4 años de edad. Se caracteriza por las interrupciones de la fluidez del habla
que se dan con una frecuencia inusual.
Para llevar a cabo una buena evaluación, se debe tener claro qué significa evaluar a un
niño con tartamudez, lo cual significa que se vamos a observar su forma de hablar para
saber en qué medida es problemática. Para ello se necesita observar los errores de
fluidez, describirlos y analizarlos (bloqueos, repeticiones, prolongaciones, etc.).
Además, necesitamos atender a otras conductas relacionadas que acompañan al
lenguaje y al habla, como son las siguientes: nivel motor, en esta área se debe poner
énfasis los procesos orales y la coordinación motora para comprobar su funcionamiento.
Asimismo, es importante prestar atención si el habla es excesivamente rápida o si hay
problemas de pronunciación o articulación. En el caso de que se detecten dificultades
significativas en el control motor, se recomienda realizar una evaluación psicomotora
para descartar problemas motores generales que puedan darse en paralelo al
tartamudeo.
Todos estos datos nos facilitarán hacer un programa de intervención ajustado a cada
caso y a las dificultades concretas que presenta. Esto quiere decir que se deberá
implicar a todos aquellos que puedan proporcionar ayuda para que el niño mejore, como
la familia, sus profesores y el entorno escolar. No obstante, como cualquier evaluación,
no se puede ir a la deriva, sino seguir pasos, estos son los siguientes: Realizar una
recogida de información (padres, escuela y otros profesionales que traten al niño), luego
está la evaluación al niño (desarrollo o capacidad cognitiva, desarrollo del lenguaje,
entrevista, etc.). Como tercer paso, se debe concluir con un diagnóstico y elaborar un
pronóstico de la problemática. Después, está la devolución de la información a los
padres (conclusiones y el diagnóstico, pronóstico de cómo va a ser el tratamiento, se
les comunica a los padres y al propio niño cuando tiene la suficiente edad para
comprenderlo. El quinto y último paso es realizar una propuesta de tratamiento (siempre
debe constar de objetivos para el niño, los padres, el colegio y orientaciones específicas
al profesor).
Por otro lado, los programas de intervención directa se utilizan generalmente con
escolares y en estos se interviene directamente sobre la modificación del habla, se
proporcionan recursos y cambios en el ambiente del niño.