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LEGALISMO Y EL CONSTITUCIONALISMO
Introducción.
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Referencia sobre el particular, se encuentra en Morelli Rico Sandra, La Corte Constitucional: ¿Un legislador
complementario? Instituto de Estudios constitucionales Carlos Restrepo P. Primera edición 1997.
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que se constituye en fase superior del Estado social de derecho, lo que definitivamente ha
incidido para que la inserción de la Corte Constitucional en el contexto institucional
colombiano no haya sido pacifica.
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mismas , es fuente de tensiones entre el legislador y el Tribunal, cuando no entre este y
el ejecutivo e incluso el ejercicio de la función de guardiana de la Constitución ha sido
fuente de enfrentamientos entre la Corte Constitucional y las otras Altas Cortes, lo que da
muestra de las dificultades que entraña la inserción del Tribunal Constitucional en el
contexto normativo, pero ha permitido una mayor discusión académica en torno a temas
palpitantes que en otras circunstancias no se habría dado como hoy, para satisfacción y
beneficio de todos.
Las respuestas dadas por el Tribunal Constitucional y las razones esgrimidas en sustento
de las mismas constituyen el objeto del análisis que enseguida se asumirá no sin advertir
que la selección de las decisiones ha estado guiada por el propósito de mostrar diversas
facetas de las decisiones de constitucionalidad para contar con referentes para la
evaluación de la actividad de la Corte Constitucional en materia penal.
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Una de las decisiones de mayor trascendencia adoptada por la Corte Constitucional,
porque en ella se refleja el criterio de dicho Tribunal respecto de la función que debe
cumplir la pena dentro de un Estado social y democrático de derecho, es la atinente a la
validez constitucional de las penas de larga duración, concretamente de la
constitucionalidad de la pena privativa de la libertad de sesenta (60) años adoptada para
el delito de homicidio agravado en la ley 40 de 19932.
La demanda señalaba, que teniendo en cuenta el promedio de vida del colombiano y que
las penas privativas de la libertad son aplicables a personas mayores de dieciocho años,
una pena de sesenta años era equivalente a pena de prisión perpetua proscrita
constitucionalmente en el artículo 34. De otro lado, afirmaban los demandantes que tales
penas por su drasticidad resultaban violatorias de la dignidad humana y contrarias a
derechos de rehabilitación y resocialización que se desprenden de la Constitución
Política.
Aduce la alta corporación, que la naturaleza de los bienes jurídicos comprometidos con la
ejecución de un secuestro o de un homicidio y la conducta misma justifican un tratamiento
severo, además de que el registro estadístico indica que a pesar de la significativa
ocurrencia de secuestro, son muy pocos los que han ingresado al sistema judicial y
exigua la cantidad de sentencias ejecutoriadas dentro de los periodos considerados que
fueron los años 1990, 1991 y 1992.
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Se trata de la sentencia C-565 de diciembre 7 de 1993. M.P. Dr. Hernando Herrera Vergara.
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Agrega, que dentro de la concepción del Estado social de derecho dada la naturaleza de
la conducta y el agravio inferido a bienes fundamentales, se hace necesaria la “imposición
de una pena y ante todo un tratamiento punitivo aleccionador y ejemplarizante,
atendiendo los bienes jurídicos cuyo amparo se persigue” y luego advierte que “sanciones
como las previstas en las normas acusadas atienden los fines de retribución, ya que su
quantum responde a la necesidad de represión de conductas punibles; además,
satisfacen los objetivos de la función preventiva como quiera que su rigor se endereza a
evitar la consumación de nuevos hechos delictivos, castigando en forma ejemplarizante a
todos aquellos que pretendan incurrir en esta modalidad punible”.
Concluye por lo tanto, que los razonamientos basados en la edad probable de vida y en la
edad delincuencial promedio de los colombianos carece de todo sustento constitucional
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Se refería a la sentencia C-275 de 1993, M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell
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Igualmente, si es válida una interpretación constitucional que acude a supuestos para
sustentar un punto de vista y deja de lado una realidad innegable como el promedio de
vida del colombiano, además de utilizar argumentos que permitirían la imposición de
penas de cien años o más so pretexto de interpretaciones literales.
Debe mencionarse igualmente que con posterioridad, uno de los argumentos esgrimidos
por la Corte para sustentar su decisión, perdió parcialmente vigencia porque por decisión
del legislador –ley 733 de 2002- se excluyeron de todos los beneficios que impliquen
reducción de pena (sentencia anticipada, confesión, libertad condicional, redención de
pena por trabajo enseñanza o estudio) a quienes fueran condenados por los delitos de
secuestro o extorsión), lo que pone de manifiesto que argumentar con base en supuestos
en un juicio de constitucionalidad es un error significativo.
La evolución normativa hoy impone otra realidad, porque la entrada en vigencia del
sistema acusatorio que trajo como consecuencia modificaciones a la parte sustancial, dejo
sin vigencia por derogatoria tácita las restricciones que en materia de beneficios
contemplaba la referida ley. Así lo ha entendido la Sala Penal de la H. Corte Suprema al
ocuparse del punto para dar aplicación al principio de favorabilidad.
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Sentencia C-133 de marzo 17 de 1994. M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell.
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reconocer de manera expresa la Carta el derecho inviolable a la vida humana a quienes
son personas del género humano, ello no implica que la vida latente en el nasciturus,
carezca de protección constitucional, porque si el valor esencial es la vida humana, donde
haya vida debe existir el amparo constitucional.
Esta decisión como era de esperarse, contó con disidencias que reflejan la diversa
composición ideológica y política de la Corte, situación que impide el unanimismo y
auspicia el debate libre frente a temas de interés.
Cuando se suponía que la discusión al menos en el ámbito interno había sido superada y
frente a realidades que obligan a replantearse la situación se produce un nuevo
pronunciamiento de la Corte respecto del tema del aborto, en el que la postura inicial de la
Corte aparentemente cambia para decir que no en todos los casos el aborto es punible.
La contradicción es solo aparente porque mientras en la decisión inicial la Corte se
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preocupa por discutir si es constitucional la penalización del aborto en la segunda se
pregunta si en determinadas circunstancias el aborto está permitido. Es ese el fondo de la
discusión desarrollada por el Tribunal Constitucional en la sentencia C-355 de 2006, en la
que se precisan cuales son los casos excepcionales en los que la practica del aborto no
genera responsabilidad penal.
Una adecuada interpretación de las decisiones de la Corte llevaría a decir que la regla
general es que el aborto sea prohibido pero se puede apelar a sistemas de ponderación o
de regla excepción para hacer prevalecer los derechos reconocidos en la Carta.
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Obsérvese que finalmente la Corte sustenta su decisión en categorías penales pero las
dota de un sólido fundamento constitucional derivado no solamente de las disposiciones
contenidas en la Constitución sino también en los tratados internacionales sobre derechos
humanos y la jurisprudencia de los Tribunales que hacen parte del sistema de protección
de los derechos humanos.
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Ver sobre el punto la sentencia C-228 de 2002.
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Sobre el particular consultar el articulo 11 de la ley 906 de 2004.
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No obstante lo anterior, bueno es mencionar que cuando el Tribunal constitucional se
pronuncia respecto de la ley de justicia y paz7 no mantiene en su argumentación la
consistencia conceptual que se había advertido en las otras decisiones quizá por el
marcado sentido politico del pronunciamiento, aspecto que será objeto de estudio en otra
oportunidad.
En las diferentes decisiones se nota el afán de la corporación por preservar la esencia del
sistema acusatorio, pero también su interés por hacerlas compatibles con los derechos y
garantías constitucionales. Ha sido enfática en destacar las limitaciones que la nueva
sistemática procesal entraña para el ejercicio del poder, introduciendo significativas
restricciones a la afectación de derechos fundamentales como la libertad8, precisando que
se entiende por igualdad de armas9, intimidad no solo en lo que atañe al registro personal
y la inspección corporal sino en la inviolabilidad del domicilio, la exclusión de prueba ilícita
entre otras cosas.
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Sentencia C-370 de 2006
8
Ver sentencia C-730 de 2005
9
Sentencia C-1194 de 2005
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La contribución de la Corte constitucional para la adecuada interpretación de la preceptiva
legal que fundamenta el sistema acusatorio conforme a los principios y garantías
constitucionales es indiscutible. En sus sentencias se hace reiteradamente la lectura de
las disposiciones legales del sistema desde los principios, derechos y garantías
constitucionales en un franco proceso de constitucionalización de las instituciones
procesales.
El tema de las omisiones legislativas cobró importancia en la última época a partir de los
pronunciamientos hechos por la Corte frente a reclamos de inconstitucionalidad respecto
de textos legales que se reputaban incompletos o referidos a la inactividad del legislador
en aspectos considerados neurálgicos.
El punto de interés frente a este tópico es si la actitud asumida por la Corte es la única
posible o si eventualmente puede suplir los vacíos del ordenamiento jurídico producidos
por la defectuosa actividad del legislador.
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carácter normativo es vinculante y su vulneración por acción o por omisión debe tener
respuesta efectiva.
Al tener vigor normativo, la Constitución obliga y vincula a los poderes públicos y a los
particulares, sus valores y principios deben operar no solamente cuando son lesionados
por una norma o un acto de rengo inferior, sino también en sentido positivo cuando no se
les da desenvolvimiento. En tal sentido es válido recordar que la doctrina de la
supremacía entrega razones para sostener que la Constitución se vulnera no solamente
cuando se hace lo que la Constitución prohíbe, sino también cuando se deja de hacer lo
que ella manda que se haga.
Bibliografía
Aja Eliseo (Editor). Las tensiones entre el tribunal constitucional y el legislador en la
Europa actual. Barcelona. Editorial Ariel. 1998
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Aragón Reyes Manuel. Constitución y control del poder. Introducción a una teoría
constitucional de control. Bogotá Universidad Externado. 1999.
Ferrajoli Luigi. Derechos y garantías. La ley del más débil. Madrid. Editorial Trotta. 1999
Morelli Rico Sandra. La Corte Constitucional. Un papel institucional por definir. Bogotá
ediciones academia colombiana de la Jurisprudencia.2001.
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