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JUNTO AL TAMBO GRANDE -A mí menos –dijo un Pececillo-. Yo no vivo en los árboles –agregó.

Y
se fue nadando río arriba.
Cuando llegaron los hombres el Bosque no volvió a ser el mismo. El La paloma se contuvo. Creyó que no era necesario gastar las fuerzas
Mono fue el primero que los vio haciendo huecos y tumbando árboles. que más adelante iba a necesitar.
-¡Los hombres han llegado al Bosque!- le decía a todo aquél que ¡Señora Paloma! –habló el burro-. Aunque a mí no me han hecho nada
encontraba en su camino. –añadió sacudiendo sus orejas- tenemos que hacer que los hombres se vayan
¿Dónde están?- le preguntó el León. del Bosque.
-Allá, junto al Tambo Grande – le contestó el Mono. -No digas burradas –interrumpió el mono.
Apresurado el León tomó el camino que le había indicado. ¿Qué -¡Silencio! ¡No son burradas! –gritó la Paloma-. El señor burro tiene
querían ahora los hombres?, se preguntaba el Rey del Bosque. No iba a razón, tenemos que hacer que los hombres se vayan.
permitir que hagan huecos y tumben árboles. ¿Dónde irían a vivir si el hombre Y así acordaron reunirse en un claro del bosque. Muchos de los
destruía lo que Dios les había dado? Afilaba sus garras sobre las piedras animales tuvieron pretextos para quedarse en casa. El zorro tenías que cuidar a
oscuras del camino y daban grandes rugidos que resonaban en el Bosque. sus hijos. La Lechuza estaba con sueño. El Pavo Real tenía que limpiar sus
Una vez que estuvo en el lugar indicado, se subió ala Loma Alta y plumas. Hasta que una mañana el Mono se enfermó.
observó. Estos hombres eran diferentes a los que enfrentó hace tiempo. Nunca -¡Mi barriga! ¡Me duele la barriga! –decía dando grandes chillidos junto
había visto nada igual. a la orilla del río.
Al poco rato bajó y tomó el camino de retorno. El Burro llevó al Mono a un manantial. Se internó en el bosque y volvió
-¡Déjenlos! Ya se irán. Sólo han venido de paseo –les dijo a los con unas hierbas que le dio el Mono. Los demás animales se quedaron
animales que lo habían esperado pacientemente. intrigados, esperando que reaccione. Nunca había sucedido algo parecido.
Después de escuchar esas palabras, los animales se tranquilizaron. -Hay algo en el Bosque que nos está haciendo daño –dijo el Burro.
Creyeron que los hombres abandonarían pronto es bosque. -¿Y quién puede ser? –interrogó la Lechuza.
Pero se equivocaron. Los hombres habían venido a quedarse. -No lo sé –le contestó el Burro.
-Señor León, han tumbado el árbol donde tenía mi casa y han matado a -Cuando lo averigüen, avísennos –dijo, el Loro y se marchó.
mis pequeños hijos! – se quejó la paloma llorando en una mañana distinta a Los demás animales lo siguieron. Sólo el Burro, la Paloma y el Mono,
todas las mañanas en que despertaba arrullando a sus dos pichones. que ya se sentía mejor, se quedaron observando que el Bosque estaba
-¡Bah!, ¿qué es un árbol? En el bosque tenemos muchos –dijo el León caminando.
-¡No es por el árbol! Gritó la paloma-¡Es por mis hijos! -¡Vamos a ver al viejo Algarrobo de la Ribera! –propuso el Burro.
Alzó vuelo hacia el infinito. Estaba segura que era un punto más en el ¡Vamos! –dijeron la Paloma y el Mono.
cielo. Pero a pesar de todo existía. Cuando llegaron al viejo árbol yacía moribundo, sin ninguna hoja entere
-¡Señores han tumbado el árbol donde tenía mi nido y han matado a sus ramas.
mis hijos! –les dijo a los hombres, suplicante. -¡Señor Algarrobo!, ¡señor Algarrobo! –dijo la paloma recordando que
Los hombres se miraron entre sí y siguieron excavando. ese árbol le había cobijado junto a sus hijos-. ¿Qué tiene? ¿Qué le pasa?
¡Señores! gritó otra vez la paloma. ¡Han tumbado el árbol donde tenía -Lo lo sé amiga. No sé que me pasa. No me dejen morir. ¡Ayúdenme!
mi nido y han matado a mis hijos! Los tres abrazaron su tronco añoso y lo acariciaron. Gruesas lágrimas
-Disculpe usted, señora –le dijo un hombre que llevaba puesto un casco de impotencia cayeron al suelo. El viejo Algarrobo de la Ribera había empezado
blanco con franjas rojas y estrellas azules- tendremos más cuidado la próxima a morir lentamente.
vez. -¡Vayan al Bosque y busquen lo que nos está matando! –fue lo último lo
-¡Cree usted que una disculpa basta!- gritó la paloma indignada-. ¡No, que le escucharon como un susurro entre sus ramas.
señor!¡El Bosque nos pertenece desde el inicio de los días! ¡Váyanse! Nunca había visto morir a un Algarrobo de esa manera. Y decidieron
¡Váyanse! ¡Dios nos ha dado este lugar para que vivamos en él por siempre. buscar al rey del Bosque.
Y levantó su vuelo para ir llevando su voz a todos los animales del -Tú tienes que hablar con ellos –le dijo el Mono al León, subiéndose al
Bosque que encontraba en su camino. árbol donde se desperezaba-, nos están…
-A mío no me han hecho nada -dijo el Papagayo. -Contaminando -agregó el burro.
-A mí tampoco –dijo el Conejo. -Si no lo hacemos pronto, no habrá Bosque y ya no tendremos donde
vivir –continuó el Mono.
-Nosotros te podemos acompañar –intervino el Burro-. Tenemos que En eso estaban, hablando uno, oyendo otros. Hasta que tuvieron que
cuidar esta Casa Grande. salir corriendo del Bosque. Grandes llamaradas se levantaban por sobre los
¡No –dijo el león. Esto se trata de autoridad a autoridad. árboles.
Bajó de un salto del árbol. Se encaminó hacia el lugar donde estaban -¡Agua!, ¡agua! –gritaban.
los hombres. Subió a la Loma Alta y miró el campamento que habían El Elefante, la Jirafa, todos traían agua para apagar el fuego.
construido. A medida que se aproximaba, no podía creer lo que sus ojos -Allí está el hombre y su obra –dijo el Burro.
miraban: hombres y máquinas trabajaban sin parar. Humo, mucho humo. Y -No es el hombre intervino el León.
ruido, demasiado ruido. -¡Es el hombre, Señor León! –gritó el Burro. Con él ha llegado la
-¡Buenos días, Señor León! –le dio la bienvenida un hombre de pelo muerte. ¿Acaso no está claro que nos han contaminado el agua?
rubio-. Pase usted y tome asiento. -¡El agua! –gritaron todos.
-Ustedes están contaminando nuestro Bosque –le reclamó EL León. -¡Sí! Dijo el mono-. ¡Miren el río!
-No es así –intervino otro hombre de pelo rubio, invitándole un cigarrillo- Y aquel pececillo que había dicho que el hombre no le hacía daño,
. Nosotros sólo queremos sacar el oro de estas tierras. Y a cambio bajaba muerto y era arrastrado por el agua.
construiremos casa, edificios, tiendas y todos tendrán dinero, o sea progreso… -¡Miren! ¡Vean al hombre y su progreso!
Los ojos del León brillaron. Otros hombres trajeron comida, whisky y -¡No! –intervino el León-. No se preocupen. Yo arreglaré este problema.
chocolates. Su corazón se agitaba de contento. El hombre sabe comprender. Ellos son mis amigos…
-¡Quiero un mar para mi Bosque! –pidió eufórico. -¡No! –dijo la Paloma.- Ellos nunca nos van a entender!
-¡Claro! Le haremos uno. -¡No se preocupen!, ¡no se preocupen! –repetía el León-. Yo arreglo
-¡También dos lunas y un arco iris! este problema…
-¡Cumpliremos sin falta! -¡No! –intervino nuevamente el Burro-. El problema es de todos. Todos
El León siguió bebiendo de la botella de whisky que le obsequiaron. tenemos que defenderlo.
imaginaba el nuevo Bosque prometido. -¡Sííí! –gritaron al unísono.
-¡Viva el progreso! –gritó cuando estaba frente a los demás animales. -¡No! –ordenó el León-. ¡Yo soy la autoridad! ¡Yo mando!
Los animales se dividieron en dos bandos. Unos se quedaron en -¡
silencio. Otros se fueron gritando junto al León:
-¡Viva el desarrollo! Eras la autoridad! –se le enfrentó el Burro-. ¡Ahora no eres Rey! ¡Ahora
-¡Viva el hombre! todos defenderemos el bosque!
-¡Viva el rey del Bosque!
Cuando llegó la primavera los animales se reunieron para celebrar la El Burro tomó el camino hacia el campamento de los hombres a trote
Fiesta del Bosque. Comían y bebían. Doña Garza bailando en una sola pata. El tendido. Los demás animales lo siguieron.
joven Canario entonando sus mejores melodías. El Mono enamorando a todas La batalla de junto al Tambo Grande fue entre hombres y animales.
las Monas bien vestidas. Con piedras, con palos, con picos, con patadas, con balas y con bombas.
Todo era alegría, como en los viejos tiempos. Ahora todos estaban unidos Aunque muchos animales murieron en los años siguientes el Bosque volvió a
como siempre. Hasta que sintieron dolores en el cuerpo. vestirse de verde.
-¡Ayayay…! –gritaba el Papagayo. Mucho tiempo después junto al manantial donde está enterrado el viejo
-¡Ayayayay…! -gritaba el Zorro. burro que murió en la batalla, los animales del Bosque recuerdan sus últimas
-¡Ayayayayay…! -gritaban todos. palabras:
El burro era el único animal que los atendía con las mismas yerbas que “Se muere bien cuando se muere por lo que se quiere”.
le había dado al Mono, junto con una cucharadita de miel para limpiarles el
estómago
-Es la comida –decían algunos.
-Es el trago –decían otros. Jaime Rosillo Valdiviezo
-Es el agua –dijo al Burro-. Es el río que también comienza a morirse.

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