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ANÁLISIS Y COMENTARIOS SOBRE EL CAPITULO V DEL VOLUMEN I DE LA

OBRA DE FRIEDRICH AUGUST HAYEK.


“DERECHO, LEGISLACIÓN Y LIBERTAD”

Luis Alberto Fernández Ramírez.*

En seguimiento a las publicaciones anteriores, corresponde en el presente


artículo analizar el capítulo V de la obra citada, el cual se titula “Nomos: La ley de la
libertad.”

En este capítulo Hayek busca describir el carácter distintivo de las normas de


comportamiento, para ello analiza los atributos propios del Derecho entendido como
“nomos” para los griegos, “ius” para los romanos “droit” “diritto” en lenguas
europeas; distinguiéndola de la “lex” o “legge”. Lo cual en términos actuales
equivaldría a hacer un análisis diferenciador entre LO JUSTO Y LO LEGAL.

De esa cuenta parte de la base que la sociedad no crea sus propias leyes,
sino por el contrario existen previamente ciertas normas comunes que permiten a
los individuos vivir en sociedad. Por ello, no toda la ley es producto de la legislación
(como acto emanado de la autoridad) sino que la facultad de legislar presupone el
reconocimiento de esas normas previas que le sirven de límite.

En ese contexto es que los jueces resuelven las controversias sometidas a


su conocimiento, en donde al decidir no verifican si las partes han o no
desobedecido la voluntad de la autoridad; lo que verifican es si los actos han
respondido o no a las expectativas que la otra parte tiene según la práctica cotidiana
de los miembros del grupo. Es decir, busca dirimir las desavenencias que puedan

*
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales. Abogado y Notario. Universidad Rafael Landívar. Maestro en
Derecho Civil y Procesal Civil. Universidad San Carlos de Guatemala. Master en Ciencias Forenses.
Universidad de Valencia, España. Doctorando en Derecho. Universidad de Occidente. Juez de Sentencia de
Quetzaltenango. Organismo Judicial, Guatemala.
alterar el orden previo; por ende, en ese contexto la ley en sus inicios tenía como
único objetivo conservar la paz.

En atención a ello los individuos actuaban en observancia a tales normas


espontáneas aún sin conocer conscientemente de las mismas o ser enunciadas
expresamente, lo cual era posible para la mayoría de conductas o por lo menos las
más rutinarias; sin embargo siempre han existido conductas inusuales o poco
frecuentes donde cualquier persona puede dudar sobre el modo idóneo de actuar o
comportarse, es allí donde la tarea del juez cobra mayor relevancia.

En efecto, Hayek reconoce que aunque las normas de comportamiento


tienen un origen meramente espontáneo, es necesario que para su evolución y
posterior desarrollo exista un perfeccionamiento a través de la labor de los jueces.
La labor judicial en consecuencia es de índole meramente intelectual, desterrada de
todo prejuicio, subjetividad, o simpatía. Que si bien es cierto en primer momento
resuelve un caso concreto, su verdadera finalidad trasciende ese caso y busca
mantener el orden previo, emanando una norma que evite la repetición del conflicto
que se dirime no solo inter partes, sino erga omnes.

Hay un punto interesante en este capítulo que es necesario acotar, Hayek


afirma literalmente: “para que un caso vaya ante un juez tiene que haber surgido
una querella, y que los jueces no se ocupan normalmente de las relaciones de
mando y obediencia, sólo aquellos actos del individuo que afectan a otras
personas…”
Sin embargo, es oportuno señalar que actualmente los jueces dirimen causas de
todo tipo, entre los particulares –derecho privado- que es a lo que Hayek se refiere,
pero también dirimen causas públicas, es decir, no existe ámbito de la actividad
social en la que un juez no pueda pronunciarse, lo cual es resultado de la creciente
influencia de la corriente positivista, así como de los constantes intentos de regular
toda conducta en normas jurídicas (teoría de la plenitud o completud del
ordenamiento jurídico.) Con esto no se pretende contradecir lo expuesto por el
autor, sino más bien actualizar y dar una visión de lo que sucede hoy en día en la
práctica diaria, no solo a nivel nacional, sino a lo largo del globo terrestre.

Continuando con el análisis de las ideas expuestas, Hayek explica el modo


más factible para que las normas logren proteger las expectativas de derechos de
cada individuo; siendo este a través de la fijación de límites de actuación de cada
persona. Implica ello la libertad de cada sujeto para buscar alcanzar sus propios
fines, teniendo como limitación o frontera las esferas de libre actividad de los demás
y por ende el respeto a la ajenidad. Dicho en palabras simples, puede traducirse
con el conocido refrán “mi libertad termina donde empieza la de los demás.”

Esta idea plasma la noción fundamental del concepto de “PROPIEDAD”, que


es el pilar o bastión fundamental para la consecución de los fines de cualquier
individuo. Tan es así que se afirma contundentemente que el derecho, la libertad y
la propiedad conforman una trinidad inseparable. Algo que durante mucho tiempo
se dio por conocido y aceptado por todos, al menos hasta el reciente enfoque
constructivista del socialismo.

Por último es importante acotar lo que Hayek concibe como la finalidad de


las leyes, las cuales no fueron hechas con un fin o propósito determinado (aun y
cuando se piensa que su finalidad es mantener el orden); fueron desarrolladas
porque resultaron eficaces para el logro de los diversos propósitos de las personas,
ello implica su carácter abstracto.

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