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SED LLENOS DEL ESPÍRITU SANTO

Efesios 5:17 – 20

INTRODUCCIÓN
Cuando el Señor Jesucristo nos salvó, lo hizo para que nuestras vidas fueran vidas triunfantes.
Para que cada uno de nosotros pudiéramos marcar e influenciar al mundo. No nos salvó para ser
hombres y mujeres abrumados, afligidos, amargados y fracasados. Nos salvó para ser realmente
más que vencedores. Está es una verdad de la Palabra de Dios. Sin embargo, no es siempre una
realidad en la vida de los cristianos. En el día de hoy hay muchas personas que han creen en Jesús,
que son salvos, que van a ir al Cielo, pero que viven en la tierra abrumados, afligidos, frustrados,
y no tienen una vida poderosa y triunfante. Y muchas veces cuando se enfrentan con lo que la
Biblia enseña como el gozo del Señor, se preguntan a sí mismos: ¿Por qué yo no puedo tener este
gozo?; Cuando se enfrentan con la paz del Señor, se preguntan: ¿Por qué yo no puedo tener esta
paz?; Cuando se enfrentan con el hecho de compartir a Cristo, se preguntan: ¿Y Por qué yo no
puedo hablar de Jesús con las personas?; Son de Cristo pero viven vidas raquíticas, viven vidas
frustradas, viven vidas fracasadas y esto se debe a que no son llenos del Espíritu Santo de Dios.
El tema que quiero compartir con ustedes hoy es el de la llenura del Espíritu Santo de Dios. Hay
algunas personas que no les gusta hablar del Espíritu Santo; hay otras personas que hablan
demasiado del Espíritu Santo, pero yo quisiera en este día que pudiéramos tener una visión
equilibrada del Espíritu Santo y de la llenura que Él realiza en los creyentes. Al mismo tiempo
quisiera mencionar que es precisamente esta clase de hombres y mujeres que Dios está buscando
en este tiempo. Dios no está buscando hombres sabios, ni está buscando hombres fuertes, sino
que está buscando hombres y mujeres llenos de Su Espíritu. Son precisamente aquella clase de
hombres y mujeres los que van a vivir vidas triunfantes, influenciar a la iglesia y a impactar al
mundo.
 La Biblia afirma que cada creyente tiene al Espíritu Santo. El día en que recibimos a Cristo,
el Espíritu Santo vino a hacer morada en nosotros. Esto lo dice el Apóstol Pablo en Efesios
1:13.
 Tener al Espíritu Santo no garantiza que uno esté lleno del Espíritu Santo. En 1 Corintios
3:16 – 17, Pablo le habla a creyentes que tenían al Espíritu Santo, pero que no vivían llenos
del Espíritu. La iglesia de los Corintos iba de fracaso en fracaso. Se reunían a celebrar la cena
del Señor y había alguno que tomaba demás, había inmoralidad de índole sexual entre los
creyentes, y también habían divisiones y problemas dentro de la iglesia. Sin embargo, el
Apóstol dice: Ustedes tienen al Espíritu Santo de Dios. Lo que sucedía era que el Espíritu
Santo no los tenía a ellos. Este era el problema.
I.- ¿Qué significa ser llenos del Espíritu Santo? Veamos el pasaje de Efesios.
 El vino era la droga del tiempo del Apóstol Pablo. Cuando una persona está emborrachada
con vino, pierde el control. El intelecto, las emociones y la voluntad, es decir, toda la persona
pasa a ser gobernada, controlada por el vino. Cuando el Apóstol Pablo hace esta comparación
está diciendo: Que tu persona (intelecto, emociones y voluntad) no se entregue a ninguna cosa
que la domine, a ninguna cosa que la gobierne, sino que tu persona sea llena del Espíritu Santo.
 Por lo tanto, ser lleno del Espíritu Santo significa entregar nuestra persona (intelecto,
emociones y voluntad) al gobierno y el dominio del Espíritu Santo de Dios. Pero para eso
necesitamos tener claro quién es el Espíritu Santo.
 ¿Quién es el Espíritu Santo? Hay muchas personas que piensan que el Espíritu Santo es una
energía (Mormones), que es una manifestación de Dios (Testigos de Jehová), que es una fuerza
(Islam), que es un poder especial (Carismáticos), que es un ángel (opinión popular).
 La Biblia nos enseña que el Espíritu Santo una persona Divina. Por persona queremos decir,
que tiene intelecto, que tiene sentimientos, y que tiene voluntad. Y por Divina nos referimos
al hecho de que es en esencia, Dios. Entonces, no somos nosotros lo que le tenemos que decir
al Espíritu Santo lo que debe hacer sino que soy yo quien debo someterme al Espíritu Santo
para hacer lo que Él como persona Divina dice que tengo que hacer.
 La iglesia primitiva fue grande y poderosa porque pensó que el Espíritu Santo es una
persona y se sometió al Espíritu Santo. Hechos 13:1 – 3; 16:6 – 10.
 Tenemos que pensar seriamente sobre el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es una persona a
la cual debemos respetar y someternos. Ahora, Notemos cuatro cosas respecto al verbo “Sed
llenos”.
1. Primero, que está en el modo imperativo. "Sed llenos" no es una sugerencia vacilante, una
recomendación suave, un consejo cortés. Es un mandato que nos llega de Cristo con toda
la autoridad. La llenura del Espíritu no es opcional, sino obligatoria para el cristiano
2. El término “Sed llenos”, está en voz pasiva. ¿Qué significa esto? Significa que es algo
que alguien más hace por nosotros. Es decir, No somos nosotros quien ejecutamos la acción
de llenar, sino que es el Espíritu mismo quien la realiza. Una traducción Bíblica posible
seria esta: “Dejen que el Espíritu les llenen”.
3. En el idioma español resulta difícil darse cuenta, pero en el griego original, es fácil ver
que este mandato se da en plural. En efecto, está diciendo «todos ustedes», «Sean llenos
todos del Espíritu». Es para todos nosotros. No hay ningún grupo singular que califique
para ser lleno. El ser llenos del Espíritu Santo no es una cuestión de pastores. No es una
cuestión de predicadores. Es el estado normal del cristiano. La anormalidad, la enfermedad
es no ser lleno del Espíritu Santo. Lo normal es ser llenos del Espíritu Santo. Ahora, usted
pensará que la gran mayoría en el día de hoy no parece ser lleno del Espíritu. Eso es porque
la gran mayoría de los cristianos que no parecen estar llenos del Espíritu es porque no en
realidad no están llenos del Espíritu.
4. Está en tiempo presente continuo, textualmente se diría: «sigan siendo llenados». No se
trata de una vez en la vida ni de una vez por año; es cada tanto. Nos señala un proceso de
apropiación continuo, y no una experiencia dramática y decisiva de una vez por todas.
II.- ¿Cómo dejar que el Espíritu Santo nos llene?
1. Se necesita limpieza en la vida. Efesios 4:30 dice: “No contristéis al Espíritu Santo de
Dios”. La palabra contristar significa “entristecer”. De hecho la NTV, lo traduce de esta
manera: “No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven” y la BLS lo
pone así: No hagan que se ponga triste el Espíritu Santo de Dios”. Este versículo esta en
medio de una cantidad de pecados. Se habla de la mentira, del enojo, del robo, de las
conversaciones obscenas, amargura, ira, palabras ásperas, calumnias, y toda clase de mala
conducta. Y en medio de esos pecados el Apóstol dice “No entristezcan al Espíritu Santo”.
El pecado es una realidad presente y es una realidad innegable en nuestra vida. Muchas
veces pensamos que después de haber recibido a Cristo, nos subimos a un pedestal de
santidad. Creemos que el pecado no está operando en nosotros. No nos consideramos
pecadores, y al no considerarnos pecadores no creemos que sea necesario arrepentirnos. El
Apóstol Juan les escribe a los creyentes: “Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”; “Si decimos que no
hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”. (1 Juan 1:8;
10). Nosotros tenemos una triste realidad en nuestra vida. Tenemos que reconocer que el
pecado está presente en nuestro corazón y en nuestras acciones. Cuando la Biblia dice. No
contristéis al Espíritu Santo, está diciendo que el pecado es el estorbo para que el Espíritu
obre en mí poderosamente. La acción del Espíritu es impedida, retenida por nuestro pecado.
David vivió una experiencia como esta. Él peco y se calló la boca, y no confesó su pecado
a Dios y él creyó que todo seguía igual. Pero él cuando hace su confesión en el Salmo 32:2
– 4, dice:
Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día,
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah
[Hasta que] Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad.
Dije: «Confesaré mis rebeliones a Jehová», y tú perdonaste la maldad de mi pecado.

Hay muchas vidas paralizadas porque hay pecados ocultos en el corazón. Hay pecados que
los queremos superar nosotros con nuestras propias fuerzas. Hay pecados que queremos
borrarlos nosotros mismos. Creemos que la sangre de Jesucristo nos ha limpiado de todo
pecado de la conversión para atrás, pero tú y yo necesitamos la sangre de Cristo hoy en el
presente para limpiarme del pecado que cometí esta mañana, que cometí hace media hora,
que cometí hace 10 minutos. Tú y yo dependemos de la sangre de Cristo, no solamente por
el pecado pasado, sino por el pecado presente. Cuando el Apóstol Juan escribe sobre la
sangre de Cristo en Su primera carta él dice: “La sangre de Jesucristo, su Hijo, nos está
limpiando [Presente continuo] de todo pecado”. (1 Juan 1:7).
Necesitamos ir y confesar nuestro pecado. Debemos acostumbrarnos a analizar nuestra
propia vida, nuestras reacciones, nuestras motivaciones (¿Qué me mueve hacer esto…Que
me mueve a hacer aquello…?). Y debemos acostumbrarnos a hablarle al Señor con el
nombre y apellido de nuestros pecados. La confesión de pecado es decir con nombre y
apellido el pecado que he cometido: “Señor he cometido pecado de orgullo”… “Fue mi
orgullo lo que me llevó a pelearme con mi hermano”… “Señor ha sido mi avaricia lo que
me llevó a esto”…

El Señor enseño algo muy importante en la última cena, cuando empezó a lavar los pies de
los discípulos. Ellos ya estaban limpios por la Palabra que Jesús les había hablado y no
necesitaban lavarse el cuerpo sino los pies, que simbolizan la suciedad del caminar diario.
Con esto les enseñaba que todos los días necesitamos acercarnos al Señor para ser
limpiados por Él, para que el Espíritu Santo nos pueda llenar.

No vamos a orar pidiéndole al Señor que nos llene con Su Espíritu. Si Dios manifestara Su
voz audible en estos momentos Él diría: “Yo estoy tratando de llenarles, pero el pecado de
ustedes me lo está impidiendo”. El problema no es el Señor, el problema somos nosotros.
¿Qué mancha hay en tu vida que está impidiendo que el Espíritu Santo te llene?

2. No apagar el Espíritu Santo. 1 Tesalonicenses 5:19: “No apaguéis al Espíritu”. Si el no


contristar al Espíritu tiene que ver con el pecado, el no apagar al Espíritu tiene que ver con
la voluntad de Dios. Lo que Dios quiere. Cuantas veces nos ha sucedido lo de Jonás. Dios
nos dice anda allá y nosotros vamos para otro lado y detenemos la voluntad de Dios. Y
cuando detenemos la voluntad de Dios detenemos nuestra vida. Cuando yo quiero hacer
mi voluntad en mi vida, estoy negando la voluntad de Dios. Estas rebelándote contra tu
dueño. Estas en rebeldía contra Dios.

III.- ¿Qué sucede cuando un hombre o una mujer es lleno del Espíritu Santo?
Hay un caso en la Biblia de un hombre que fue un lleno del Espíritu Santo de Dios desde el
vientre de su madre. Juan el bautista. 400 años que o habían escuchado la voz de Dios.
Rebeldía total contra Dios. Ignorancia total de Su voluntad. Y Dios dice este pueblo tiene que
venir a mí. De alguna forma hay que enderezar el camino del Señor. ¿Qué es lo que hace Dios?
Coloca un hombre lleno del Espíritu Santo. (Hoy en día se piensa que un hombre lleno del
Espíritu de Dios tiene que estar bien vestido, tiene que usar un lenguaje amable y carismático
y debe al mismo tiempo estar en un lugar grande y llamativo para atraer a la gente). Juan el
Bautista estaba vestido de pelo de camello y comía langostas y miel silvestre. Y lo mando a
predicar al desierto. Pero sucedió algo milagroso. Las multitudes venían a Él. Su predicación
era: Arrepentíos, generación de víboras. Y venían a él los cobradores de impuestos, los
soldados romanos y muchos judíos importantes. Cuando uno piensa en esto, uno dice bueno,
cuando uno está lleno del Espíritu Santo es atractivo, pero no. Herodes mando a decapitarle.
La vida de Juan el Bautista no era atractiva, sino inquietante. Cuando uno está lleno del
Espíritu Santo va a inquietar su entorno. Va a inquietar los corazones fríos. Va a inquietar las
estructuras rígidas. El Señor lo que está buscando hoy son vidas inquietantes. Vidas que
allanen los caminos, que quiten los estorbos para el camino del Señor.

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