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Escritos dispersos

Anatomía y Psicofisiología en la Carrera de Psicología de la UNR. Sus proyecciones a las distintas Escuelas
(Frenquelli, Roberto) (2010)
Nuestro dominio corresponde a Neuroanatomía y Neurofisiología y otras variantes de denominación.
Nosotros siempre hemos sido muy considerados acerca del sentido y alcance de la práctica interdisciplinar. Es que los
hechos son complejos. Y es a partir de allí cuando emergen todas estas necesidades teóricas que exponemos. La
Neurofisiología, la Neuropsicología, la Psicofisiología, como se llamen estos dominios que hoy se agrupan en las
denominadas Neurociencias, requieren ubicarse bajo un paraguas amplio que alguna vez hemos llamado
Antropología Interdisciplinar.

¿Por qué Biología en Psicología? (Peirano, Laura)


Esta materia se inició con docentes que venían de la medicina, pero con la particularidad de que tenían una visión de
la misma de carácter holístico, muy centrada en la labor clínica, con fuerte pregnancia en lo interdisciplinar y que
contemplaba un abanico teórico que iba desde el Psicoanálisis hasta la Fisiología más pura. Desde su creación en el
año 1984 al presente, esta asignatura ha realizado sucesivas transformaciones y actualizaciones. Siempre
manteniendo sus postulados epistemológicos, pensando a la biología como la resultante histórica de la polaridad
entre ciencias sociales y ciencias naturales. Adscripta al Paradigma de la complejidad, con sus bases sistémico
constructivistas, apoyada en un monismo psicofísico Emergentista, esta materia es la primera en embanderarse
contra los reduccionismos. Por supuesto que en fecundo diálogo con la clínica. Y utilizando todo el andamiaje que el
Psicoanálisis nos legó.
Algunos autores se han ocupado en investigar cómo surge la Psicología Argentina sostenida en dos polaridades. Por
un lado una concepción centro europea donde los fenómenos de la vida interior estaban ligados a las ciencias
humanas, la filosofía, y por qué no la literatura. Por otro, una concepción más pragmática, angloamericana, ligada a
lo experimental, a lo objetivo. Ya en los albores del siglo XX, se perfilaban las dimensiones “científica” y “filosófica” de
la Psicología. Hubo en las primeras décadas algunos intentos de desarrollo positivo de la psicología, con creación de
laboratorios experimentales, pero es ya sabido que en Argentina las concepciones naturalistas no se consolidaron, y
sí lo hicieron las posturas más vinculadas a los debates políticos e intelectuales, así como también a la filosofía. Los
psicólogos argentinos permanecieron relativamente apartados de los circuitos de investigación durante muchos años,
al tiempo que entraba el psicoanálisis para quedarse. En este contexto, la asignatura Psicofisiologia ha ido
construyendo su historia. El avance de las neurociencias en las últimas décadas instaló la temática de la relación
mente cerebro en donde el cerebro ya no sería algo oculto, inexpugnable, oscuro y misterioso, sino un cerebro en
concordancia con lo histórico-social.
Es preciso enmarcar qué decimos cuando hablamos de Biología o, como nos gusta decir, la Bio - Lógica. La lógica de lo
viviente como una lógica dinámica, en interrelaciones constantes y no lineales. Una lógica de la complejidad y la
interrelación y no de la disyunción. La mirada que desde la Biología se hacen a temáticas abordadas por la psicología
trae como consecuencia relevantes cambios en la mirada de la psicología sobre sí misma. Sabemos que desde
Descartes se ha vivido profundamente en un paradigma disyuntivo que lleva nuestros pensamientos hacia la
separación y la reducción. Sobre la base de estos principios es imposible pensar al sujeto ni pensar en las
ambivalencias, las incertidumbres, y las paradojas que hay en el concepto mismo de Sujeto.
Nos ha ayudado mucho un concepto tomado de H.Sabelli (1998), que es el concepto de “unión de los opuestos”. El
entiende a lo Biológico como anterior evolutivamente hablando, lo psicológico sería más moderno y complejo.
Ambos en mutua interacción. E instala estos dos términos para explicarlo: primacía y supremacía, diciendo que hay
una primacía de lo biológico y una supremacía de lo psicológico. En esto que él llama la unión de los opuestos habría
un flujo incesante ente productor y producto, una relación recursiva, un “no es lo uno sin lo otro”. Entonces la idea
mecanicista lineal queda claramente superada por un dibujo circular indiviso.
Enmarcado en esta epistemología del devenir, la complejidad y la construcción, es menester entender la fisiología
humana como organizada en niveles de complejidad creciente, donde el Sistema Nervioso Central seria su mayor
logro. Allí el cerebro como la organización de la materia en su más alto nivel de complejidad.
Hemos insistido desde la cátedra, y desde una postura epistemológica apoyada sobre un monismo psicofísico
emergentista, que la categoría de emergencia es central. La emergencia como la capacidad de producir novedades,
en una dialéctica entre azar y determinismo. Esto es justamente lo que permitió la estructura y funcionalidad actual
del cerebro humano.
Cerebro de la imaginación y la creación, asiento del lenguaje. Sin cerebro humano no habría Cultura. También es
cierto lo contrario en tanto que hay una relación de indistinción entre cerebro humano y cultura.
Lejos de la vieja y vacía rivalidad de la biología con el psicoanálisis, somos protagonistas de un encuentro fructífero
entre ambos saberes. Siempre destacamos la fuerte influencia que Freud ha tenido en esta concepción de lo Bio-
logico. Estamos convencidos que los desarrollos freudianos vienen a esclarecer muchos problemas dentro del campo
vasto de la Psicología. El legado freudiano, especialmente sus primeras obras, las de aquel Freud fisiólogo que veía en
el horizonte, con la agudeza que lo caracterizaba, las intersecciones y los avances que necesitaría cualquier ciencia
que intentara estudiar al hombre. El Freud que formuló los mecanismos del funcionamiento mental sobre la base de
su conocimiento biológico y neurológico, pero sin desconocer que eran un proceso. El que ya nos introducía en una
epistemología de la complejidad.
La idea de la complementariedad de saberes constituye un intento de dar respuesta (lo más rigurosamente posible) a
las preocupaciones pertenecientes a una época. Consideramos que la separación entre cuerpo y mente es el gran
error que todavía padecemos, y es por eso que debemos seguir trabajando, pensando e investigando conceptos
como determinismo, contingencia y libertad. Así, el sujeto estaría biológicamente determinado para no estar
biológicamente determinado, es decir también para recibir la incidencia del otro, la contingencia. Dicho de otra
manera, biológicamente determinado para ser libre.

Aportes desde la cátedra “Psicofisiología” a la comprensión del planteo interdisciplinario ( Frenquelli, Peirano)
Resumen:
El análisis de este trabajo se inscribe en la experiencia que venimos realizando al interior de la cátedra Psicofisiologia
de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario, con lo que se denomina Trabajo de Observación
en Desarrollo Temprano. Dispositivo pedagógico que ha resultado una transformación epistémica, didáctica e
instrumental al interior del aula. Que ayuda a poder comprender en acto el sentido mismo de las palabras integrar,
red, e interdisciplina. Analizando el contenido de la Nueva Ley de Salud Mental Nº 26657, pudimos distinguir un
conjunto de desafíos fundamentales dentro de la misma. De entre todos los ejes que la ley propone, abordaremos en
este trabajo el de la interdisciplinariedad e intentaremos hacer algunos aportes para promover la misma desde el
espacio de la formación de grado. Se concluye que esta actividad práctica de observar un bebe tiene para los
graduados Psicólogos un impacto positivo. Que aumenta el abanico de herramientas posibles para su futuro
desempeño en concordancia con las actuales demandas de esta Nueva Ley .Que pone el acento en el trabajo en Red.
Que promueve una semiología y una narrativa del campo que nos concierne.

Desarrollo:
La promulgación de la Ley Nacional de Salud Mental N° 26657, en noviembre de 2010, y su posterior reglamentación
en 2013, se inscribe en un proceso de sucesivas transformaciones políticas e innovaciones legislativas. En dicho
contexto, el análisis del contenido de la ley permite distinguir un conjunto de desafíos fundamentales dentro del
vasto campo de la salud en general y de la salud mental en particular. El espíritu de la Ley tiene su eje, entre otros, en
la interdisciplinaridad. Esto implica la necesidad de que la formación este en consonancia con un trabajo en red, con
fuertes debates acerca de los posibles recortes disciplinares, y sosteniendo tensiones pero en dialogicidad. Esto
evitará convertir en abstractas las propuestas.
En nuestro medio, en lo que atañe a la formación de grado, vemos que no hay una predisposición para el trabajo y la
integración interdisciplinaria. Muchos autores coinciden en pensar que el vasto campo de la Salud mental hoy
visibiliza la existencia de diferentes niveles de realidad, regidos por diferentes lógicas. Por lo que es imposible pensar
en una única disciplina que reduzca lo humano a su campo.
Nuestra materia “Psicofisiología”, dentro de sus contenidos mínimos, incluye el tema “Etapas de la Vida”, y dentro de
ese capítulo se destaca “Desarrollo Temprano”. Desde hace más de 15 años, nuestros alumnos realizan un trabajo
práctico denominado “Trabajo de Observación de un Bebe”. Allí, los estudiantes observan un bebe de 0 a 12 meses
durante el curso del año lectivo. Cuentan con una guía de ayuda protocolizada. La misma ha sido elaborada y re
elaborada a los largo de estos años que lleva la experiencia. También cuentan con un grupo docente especializado
que brinda clases de apoyo y supervisión bajo la modalidad de observación psicoanalítica de Esther Bick.
Herramienta que no solo enseñaba la técnica de observación- recoger hechos libres de interpretación- sino la
formación del pensamiento científico. Tras la aprobación del informe final, los estudiantes rinden el examen
defendiendo sus conclusiones a la luz de los contenidos generales de la materia produciéndose un momento de alta
integración.
La actividad práctica de observar un bebe nos ha permitido asistir a los momentos fundantes de la existencia
humana. Ver la materialidad de un cuerpo enlazándose con lo social. La significación de lo temprano adscripto a
niveles de relativa indistinción entre lo biológico y lo cultural. Han podido así, nuestros alumnos, ser testigos del
desarrollo como un proceso que implica organizaciones de creciente complejidad con la emergencia como categoría
resultante de verdaderas transformaciones y re organizaciones, siempre en el ambiente natural de lo humano. Ser
testigos de que las grandes regulaciones fisiológicas se enlazan con lo relacional vincular. Sostenemos con firmeza
que el primer año de vida es el momento donde se unen inextricablemente la Anatomía, la Fisiología, la Sociología,
la Psicología, la Antropología y que además se presentan otras fuentes de saber que no están obligatoriamente en
las disciplinas, nos referimos a que cada persona, cada grupo, cada familia, pueda ser una fuente de saber.
Este trabajo práctico, al interior de nuestra asignatura, nos ha permitido comprender que conocer no es solo tener
una representación del mundo exterior, sino que es acción inmediata encarnada, que además implica una disposición
emocional, lingüística y corporal. Partimos desde una idea fuerte: construir conocimiento en la acción. En el hacer,
jerarquizando la experiencia concreta. Tomar como fuente de saber a la práctica y asumirla como igual de importante
que la teoría. Saber hacer un trabajo de observación, ir a una casa, “meterse dentro” de una familia, ver que pasa y
que nos pasa. De allí se desprenderá un saber en relación con la materialidad de los hechos. Lo importante de
dejarse llevar por la experiencia es alimentar las disposiciones internas de nuestros estudiantes. Producir en ellos
nuevas y mayores perturbaciones, sacarlos del lugar del pre juicio y movilizar sus estructuras previas con
consecuente cambio y complejización. Dispositivo pedagógico para poder comprender en acto el sentido mismo de la
palabra integrar.
Asimismo, promover una semiología propia del campo que nos concierne, una semiología que no se quede en la
mera recolección de datos sino que entienda que el verdadero dato surge del contexto y por lo tanto es cambiante.
Nuestra idea de observar no es estrictamente visual ya que consideramos que lo perceptivo supone siempre un
orden de significaciones. Toda aprehensión sensorial conlleva un recorte desde donde siempre se hace una lectura
particular ya que el observador está incluido en “lo observado”. Consideramos también que estos dispositivos
pedagógicos promueven el espacio de una narrativa, que esa narrativa se convierte en texto, y comienza un diálogo
entre textos. La producción interactiva de la narración como un medio que transforma a las personas y sus
relaciones. Verdadera semiosis grupal que resulta una poderosa fragua de habilitaciones para las transformaciones
del pensamiento desde el conjunto social. Esto sucede cuando, de modo práctico, se hace carne en la propia
subjetividad una comprensión totalizadora del problema.
Este trabajo práctico, nos ha ofrecido elementos para ejercitar, fortalecer y enriquecer la capacidad de tolerar y
pensar. Dos acciones que parecen vanas y sin embargo sostienen nuestro quehacer, especialmente cuando hay que
lidiar con las problemáticas actuales tan complejas dentro del campo de la salud mental. En este dispositivo, el
ejercicio de tolerar y pensar es constante, especialmente en el taller, donde cada alumno escucha a sus compañeros.
Tolerar lo diferente, tolerar lo que no se pudo comprender, lo que se desconoce, lo intenso, lo que se sale de nuestro
alcance y también, por qué no, tolerar las frustraciones. Comenzar a pensar desde una perspectiva donde las
verdades sean relativas, provisionales, tolerando la incerteza y la incompletud. Sentimientos que si no son
transitados y elaborados pueden forjar una mirada pesimista hacia la futura práctica como proceso transformador.
Rigor, apertura y tolerancia son las características fundamentales de la actitud y la visión interdisciplinaria y
transdisciplinaria.
El taller como espacio especular donde circula la información y toda esta serie de sentimientos que son compartidos
por el grupo y la coordinadora. Lugar de potencialización de los recursos y de creación de alternativas novedosas.
Cada miembro del colectivo se enriquece a través de las múltiples relaciones que cada uno de los otros desarrolla,
optimizando los aprendizajes al ser éstos socialmente compartidos (Dabas, 2002). Vivencias que son procesadas en
este lugar de mutuo aprendizaje, donde ingresa lo teórico de la materia en la práctica, pero donde se produce
conocimiento a partir de los relatos y las resignificaciones de los mismos, aún desde cierto lugar intuitivo no teórico.
Entendemos que la realidad no es homogénea sino que tiene distintos niveles. De ahí la necesidad de integrar. Para
poder pensar y trabajar interdisciplinariamente hay que poder integrar en acto y no solamente en el discurso. La
integración no es un contenido sino un continente que presta forma a diversos contenidos. Integrar es una actitud
frente al concepto que lo pone en cierto lugar ampliando su sentido. Integrar tiene que ver con un conjunto, pero
para integrar primero hay que conocer ciertas partes. Integrar lleva por el camino de la complejidad, para que ésta no
sea solo una palabra de moda. La biología, pensada como Bio-Logica, nos ha enseñado que en la lógica de lo vivo sus
componentes están dispuestos en forma de red, integrados en diferentes niveles, en acción y retroacción, sostenidos
siempre desde la dialogicidad.
Hemos arribado a la conclusión de que el dispositivo de Observación de Bebés, junto a otros de parecido diseño,
tiene para los graduados un impacto positivo. Que aumenta el abanico de herramientas posibles para su futuro
desempeño en concordancia con las actuales demandas de la nueva Ley de Salud Mental. Que asentados en la
experiencia inmediata, privilegiando la resonancia emocional y las descripciones simples, resultan ser el punto de
enlace entre las Ciencias Naturales y las Ciencias del Espíritu.

La Observación de bebés como práctica en la carrera de Psicología. ( Oroquieta, Natalia)


Dentro del programa de la materia EBS II, aparece como temática el primer año de vida dentro del Desarrollo
Temprano como etapa vital, tomando como eje central que el sujeto se “cría” en el ambiente.
Entre 1993 y 1994 comienza a elaborarse en la cátedra una primera ficha de observación de un bebé, aplicada desde
1994, giraba sobre cuatro ejes: la psicomotricidad, el lenguaje, la conducta adaptativa y la conducta social. En el año
1997 se crea el Grupo de Desarrollo Temprano. En el año 1999 se empieza a trabajar sobre la confección de una
nueva guía que no solo toma los cuatro puntos anteriores sino la observación de los mismos en el ambiente,
observar la díada madre-bebé.
Coordino un Taller de Observación de un bebé donde los estudiantes traen sus experiencias realizadas en el campo
para trabajarlas en dicho espacio. Deben observar a un bebé, desde el nacimiento hasta el 1° año de vida, tomando
como eje central la psicomotricidad y los vínculos tempranos para luego realizar un trabajo final que los llevará a
regularizar la materia.
Inician el mismo con una entrevista a la madre donde tienen el primer encuentro con la experiencia. Momento de
alto impacto emocional donde se enfrentan a esta díada madre-bebé desde sus inicios. Luego son cuatro
observaciones como mínimo, una por mes, finalizando con una conclusión personal. La ética y el encuadre de la
observación se trabajan desde el comienzo del trabajo en el grupo.
Desde el inicio del mismo el estudiante forma parte de un grupo, comienza a vivenciar una experiencia compartida.
El trabajo en los talleres es un proceso intersubjetivo de alto valor en el proceso de aprendizaje donde la observación
es parte de un todo. Proceso de alta ansiedad al inicio donde los estudiantes presentan dificultades al abordar una
nueva modalidad de trabajo.
Se muestra en diferentes diálogos y escenas cómo el grupo sirve de apoyo y construye en dicho acompañamiento la
posibilidad del inicio de la búsqueda. El coordinador por su parte realiza intervenciones facilitadoras para que los
estudiantes puedan continuar con su observación, tratando de calmar la ansiedad a una experiencia nueva y
movilizadora. Debe poseer una actitud empática hacia el grupo y hacia las experiencias de los estudiantes.
Frente al miedo y la ansiedad que provoca esta primera experiencia en ellos buscan en algunos casos referentes o
acompañantes para iniciar la actividad.
En otros casos aparecen situaciones personales o de elecciones particulares que describen cuestiones relacionadas
con la historia de cada sujeto. Les cuesta plantear sus dificultades en el grupo como espacio compartido, los
avergüenza. Problemática que aparece en un tipo de educación verbalista en dónde los estudiantes poseen un
lenguaje “teórico –céntrico”, donde la experiencia concreta no se observa.
El coordinador en su intervención busca producir un “andamiaje”, una participación guiada donde el estudiante
podrá aprender a partir de la interacción con su docente, no como una relación pasiva donde el docente solo brinda
un saber, sino como una forma de aprendizaje mutuo a partir de la mayor experiencia de éste y la experiencia en el
campo del estudiante.
Demuestran temor y dificultad a comenzar una experiencia nueva. Como cité en trabajos anteriores, la ubicación
espacial acompaña lo dicho discursivamente: se sientan alejados al docente, pequeños grupos sin integración, dejan
un gran espacio adelante del aula. A partir del trabajo grupal, y pasando el proceso comienzan a integrarse en las
experiencias de cada uno, ya no hay grupos marcados, se va construyendo el espacio de narrativas, oral y escrita. Los
espacios empiezan a cubrirse.
La narrativa es una construcción social, un proceso dialógico, donde hay un texto, un relato, y donde la voz o los
tonos cumplen una función primordial. Se va construyendo desde los inicios de la vida en la relación vincular entre la
madre y el bebé, entre el bebé y su entorno. Los alumnos lo observan en el campo, a su vez son productores de
narrativas en los trabajos grupales. El coordinador tiene un rol de organizador y de tutor de la misma en el discurso
grupal.
Vuelvo a marcar aquí la importancia en la construcción del proceso de aprendizaje: el trabajo con el docente y la
escucha de las experiencias de los otros favorece dicho proceso, la apropiación del conocimiento es recursivo, es
enriquecedor para todos los actores educativos.
La docente toma lo narrado por los alumnos trabajando grupalmente las entrevistas y las diferentes respuestas que
dan las mamás de los bebés, analizando las particularidades de cada historia. Momento muy interesante en el grupo,
ya que comienza a abrirse el proceso observacional y de aprendizaje a lo que futuramente será su trabajo
profesional. Se escuchan, se miran, atienden a sus compañeros y compañeras compartiendo las experiencias.
Mayoritariamente los que están dispersos o parecen no atender luego se ve reflejado en sus trabajos, mostrando
resistencias a esta experiencia altamente emocional. A los estudiantes varones les cuesta más mostrar su
emocionalidad en los relatos, aparecen inhibiciones de tipo cultural.
En el transcurso de los talleres se observa y se escucha en las narraciones orales cómo lo cultural envuelve lo que
deben ser las actividades masculinas y femeninas. En los estudiantes en general aparecen prejuicios frente a los
relatos y sus propias posturas.
En la Conclusión es donde ellos pueden tomar una posición. Se da en un momento de la cursada donde se han
apropiado de los conceptos de la materia y logran unir, como una red, las diferentes instancias conceptuales. Etapa
de apropiación del trabajo donde se logra entender la lógica del mismo y cómo a partir de allí se analiza todo el
proceso de construcción de narrativas individuales y grupales, entre ellas la resonancia emocional y especular.
Todo este proceso inicia al estudiante en lo que futuramente será su trabajo profesional, clínico. Enfrentarse a otro,
dejar los prejuicios de lado y primordialmente el trabajo ético que se aplica desde estos momentos. El proceso del
taller y la forma del mismo marcará el encuadre de la observación tan importante en el trabajo clínico. Observar,
escuchar, organizar la experiencia son herramientas para el futuro psicólogo, que comienzan en un espacio
pedagógico universitario, en una experiencia concreta, de apertura en el campo, donde lo teórico se vuelca en lo
práctico.
La importancia de la observación de un bebé en la facultad de psicología, en la materia EBS II y en el ámbito
universitario es la riqueza del trabajo de los estudiantes en la experiencia concreta, altamente intersubjetiva, donde
se produce un proceso de aprendizaje no sólo para los alumnos sino también para el docente que coordina los
talleres.

La Neuropsicología Profunda como nexo entre la Neuropsicología “clásica” y la Psicología del Desarrollo
(Frenquelli, Peirano)
Resumen:
El concepto de “Neuropsicología profunda”, basado en los ingentes desarrollos de la convergencia entre
Neurociencias, Psicoanálisis y Cognitivismo permite entender a los conceptos clásicos vinculados a los Procesos
Psicológicos Básicos como componentes ineludibles en la constitución del psiquismo, siempre asentados en su base
material, enlazados con los principios fundantes de la Psicología del Desarrollo. Desarrollo entendido como devenir
donde queda espacio para lo humano singular, sin caer en mera secuencia esperable. Donde la relación, después el
vínculo, resultan la categoría fundamental de lo viviente. Donde la multiplicidad de los determinismos, junto al azar,
invitan a obviar la operación reduccionista mortífera de intentar reducir la Psicología a la Psicología. Donde se busca
establecer una Bio – Lógica, es decir, una Lógica de lo Viviente. Lógica paradojal, donde cuerpo y mente, individuo y
sociedad, natural y cultural, vida y muerte, encuentran constantemente variados puntos de unión y disyunción.
Ensamble interdisciplinar, con su método y clínica definida, que afonasamente busca su lugar en las problemáticas
actuales en Salud y Educación, con un fuerte sesgo de validación distintiva y superadora en la producción del
conocimiento transformador.

Desarrollo:
Procesos Básicos, denominación actual de la antigua materia Psicología General; Psicología del Desarrollo, como se
llamaba en aquella época de fragores de cambio Psicología Evolutiva. Demasiado olor a Biología: evolución,
desarrollo, psicología. Tres palabras que han ido quedando sin mayúsculas.
Atención, sensopercepción, memoria, también emoción, son palabras de la “vieja y aburrida Psicología General”,
desposeídas de la gracia de la moda. Ha sido la Neurología la rama del saber que se ocupó intensamente de los
Procesos Básicos. No en vano Freud es creador del término Agnosia. Por eso también escribió sobre Afasias. Se dirá
con justicia que ese fue el derrotero del Psicoanálisis, su gran invento. ¿Pero porqué negar sus inicios?
El mismo Freud, desde sus estudios como Neurólogo, habiendo pasado por su estancia en Triestre – siendo
estudiante – para interiorizarse en la Embriología, posteriormente en la Histología, la naciente Farmacología y,
fundamentalmente la Clínica Neurológica asentada firmemente en la Anatomía y la Fisiología, no dejó reconocer
nunca la Biología. Desde sus primeros escritos, pasando por el “Proyecto…” hasta el final de su vida, como en el caso
del “Esquema”.
Estamos a un paso de la Neuropsicología Profunda como nexo entre la Neuropsicología Clásica con la Psicología del
Desarrollo. El concepto eje es el de Intersubjetividad, basado en las Filosofía de Husserl y sus seguidores; en la
Fisiología del Sistema Nervioso, donde se destacan las investigaciones sobre Neuronas Espejo; de la investigación
empírica; en el propio Psicoanálisis, desde Freud a otros autores, poniendo el énfasis en el análisis del diálogo
analítico y sus bases.
Es donde el estudio de los Procesos Básicos encuentra su hilo conductor, poniéndolos en la pista de la noción de
finalidad, adscripta a la Fisiología. La finalidad de lo viviente no es otra cosa que el mantenimiento de la identidad a
lo largo del tiempo. Identidad que supone, desde ya en el animal humano, la propiedad del cambio y la creación.
Siempre decimos, vivimos en y para la Intersubjetividad. Suelo de lo Subjetivo insito en un Psiquismo Extenso.
Cuerpo el latido de apremios, Intersubjetividad como anhelo siempre presente, Mente como registro
representacional plásticamente armado. Cuerpo, Mente, Intersubjetividad; conjunto de la Lógica de lo Viviente.
Es donde el estudio del Instinto y sus ulteriores transformaciones en el hombre, llámese Pulsión o como sea, hacen
de este concepto otro eje que no puede quedar sin un estudio lo más abarcativo posible, respetuoso de una visión
como la hoy denominada de la Complejidad. ¿Es posible pensar un instinto que no sea de vida?
La Complejidad, dicho sea de paso, es también una cierta moda. Las modas, desde sus versiones más chatas a las
más distinguidas, deben ceder al estudio riguroso, respetuoso y considerado por diferentes saberes. La Psicología se
ampliará cada vez que se permita alejarse de ella misma, para después volver a su ámbito propio fortalecida por los
aires renovadores de otros paisajes.
La Neuropsicología “clásica” es sobria, sutil, útil y elegante. Tal como decimos de lo clásico. Allí está para quien quiera
servirse de ella para poder acceder al campo del quehacer que marcan las incumbencias de nuestra Carrera. Ofrece
los ladrillos básicos para el andamiaje intersubjetivo, al calor de la Teoría de los Instintos, fuente motivacional
impostergable a la hora de revisar el conflicto entre el Ser Vivo y el Ambiente. La Psicología contemporánea ha
seguido adelante, lozana y trabajadora.
Justo es reconocer con todo vigor que las hoy llamadas Neurociencias, muchas veces asociadas al Cognitivismo en
sus diferentes acepciones, no se sustraen de las modas y otras imposiciones socioculturales de la peor calaña. Allí
tenemos en nuestra ciudad la oferta desembozada de servicios “neurocognitivistas” prestos a generar un gigantesco
target comercial. Las demencias, las psicosis, las patologías del infante, las adicciones, todas las patologías, podrían
llegar a estar abarcadas por los “avances” que supuestamente provienen de este terreno. Avances entre comillas en
tanto son habitualmente de sesgo reduccionista biologista, adormecedor del pensamiento crítico.
El complejo médico industrial es ciertamente una especie de organización genocida de los sistemas de Salud. Pero las
Neurociencias, el Cognitivismo en la esfera de la investigación básica, lo mismo que la Teoría de los Sistemas, deben
tener su lugar. En fecundación mutua con otras disciplinas.
El espíritu de los tiempos puede amordazar al Sujeto. Tanto, que casi lo aniquila. La moda, los paradigmas, moldean
nuestro aparato de pensar. Inevitablemente. Es menester luchar contra esto a fines de ampliar nuestras semiosis,
expandiéndolas. Este es el lugar de los Docentes Universitarios. Este es el lugar de la Neuropsicología profunda.
Como un ensamble de lo antiguo y lo novedoso, de las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales.

Clase introductoria año 2003 (Peirano, Laura)


En la adolescencia vemos que hay una crisis social, una crisis psicológica, un área de la sexualidad que va a surgir a
partir de los cambios físico y hormonales, pero que también va a estar relacionado con la mirada del otro, con los
otros y acá nuevamente nos metemos en el terreno de lo social, de lo que se espera de una adolescente, y esto hace
a su psicología, y vemos entonces que todas las áreas están interrelacionadas entre sí, pero básicamente están
interrelacionadas con los modos de pensamiento. El pensamiento se modifica en este período de la adolescencia, y
muchos autores coinciden en denominar a éste: período de transición.
Me voy a apoyar en autores fuertemente impregnados de una epistemología dialéctica ya que vamos a pensar este
modelo de cambio a nivel del pensamiento como una tesis, una antítesis y una síntesis, de los que se van a
desprender conceptos como crecimiento, crisis y maduración. El crecimiento lleva al joven a una crisis, y en esta
relación de oposición, antitética, se va a producir una terceridad, un componente más complejo que los dos
anteriores pero que lo abarcan; en esta terceridad se va a dar una maduración y, por ende, un cambio cualitativo. La
novedad es que se inaugura un modo de pensamiento en conceptos, va a poder pensar en conceptos. Este cambio
en el pensamiento del joven se realiza de un modo muy sutil, internamente, como consecuencia de un proceso muy
complejo, lento y sin ninguna posibilidad de ser observable para quien lo mira desde el exterior de él mismo. Es por
esto que muchas veces nuestra lectura fenoménica nos hace pensar en un chico cerrado en sí mismo, desinteresado,
abúlico, y a veces casi deprimido, que se encierra en su cuarto largas horas, que está sin hacer nada. También es muy
común enfrentarnos a alguien que tiene una especie de enlentecimiento del pensamiento. Muy por el contrario, este
joven está haciendo (al decir de Vigotsky) un proceso de devastamiento. Está eliminando las estructuras anteriores y
comenzando a generar esta nueva posibilidad de pensamiento en conceptos. Es así que aparentemente baja la
capacidad mental y la productividad, pero no, lo que está sucediendo es este complejo proceso interno.
La psicología tradicional pensaba que el pensamiento tenía una estructura perenne, que a lo sumo podía crecer pero
que no cambiaba, y entonces lo único que se iba modificando era el contenido del pensamiento, es así que se llegaba
a la conclusión de que el pensamiento de un niño y el de un adulto eran estructuralmente iguales y la diferencia la
hacía el contenido de esa forma.
La propuesta es poder pensar que existe una relación recursiva entre forma y contenido. El contenido y la forma son
dos momentos de un mismo desarrollo intelectual. Relación estrecha entre forma y contenido quiere decir que,
aunque el contenido de un adolescente sea distinto al de un niño, no significa que la estructura sea la misma. La
adolescencia, con todos sus cambios, va a renovar todo: contenido y forma.
Hay en esta etapa de la vida un proceso interesantísimo a este nivel, y es que todo lo que estaba afuera, se
internaliza, las normas éticas, la ideología, las concepciones del mundo, las reglas o pautas de conducta, todo esto
que para el niño estaba afuera, encarnado en la figura de los padres o de los maestros, lo internaliza, lo incorpora y lo
hace suyo. Siguiendo a Piaget, lo asimila y lo acomoda así a sus estructuras previas singulares, lo hace suyo desde la
legalidad interna de su propio sistema, esto hace a la diferencia.
Nos vamos a encontrar así con un joven en transición, con una manifiesta esquizotimia del pensamiento,
contradictorio; por un lado, sensible a lo que pasa en su entorno y, por otro lado, frío, abúlico, desinteresado, un
joven que todavía no maneja la relatividad del pensamiento, su dialéctica, esta posibilidad de moverse sutilmente
entre los tal vez, los quizás, lo contextual. Se van a encontrar con un adolescente que se maneja entre blancos y
negros absolutos, se van a encontrar con alguien que maneja un poco de ambos modos de pensamiento, esto lo va a
dejar en una postura ambigua frente al mundo. De todos modos, esto irá derivando en un armado, por parte de este
joven, de sus propias concepciones del mundo, de sus propias vivencias internas, va a comenzar a tener una relación
más estrecha con lo que le pasa internamente, se va a enfrentar con los nuevos estímulos provenientes de su propio
cuerpo, el que está empezando a bullir.

Adolescencia: una cuestión de adultos (Baños, Juan)


La adolescencia implica un proceso espontáneo que, necesariamente, atraviesan los jóvenes de nuestra cultura
occidental industrializada. Proceso que los adultos a cargo del adolescente podrían entorpecer o facilitar. Los adultos
no pueden más que ser conmocionados, sacudidos, por el impacto que generan en ellos los cambios vertiginosos que
sus hijos atraviesan. La adolescencia de los hijos pone a prueba a los padres, y el tránsito adolescente de estos
últimos es una pobre referencia a seguir, dado que los modos de presentación de los adolescentes varían con el paso
del tiempo y en los diferentes puntos geográficos. No obstante, algunas referencias resisten el paso de los años. Dado
que el corolario de la adolescencia es el acceso a la adultez, el modo en que los adultos interpretan y acompañan a
los adolescentes en esta etapa nunca deja de ser un condicionante mayor.
Los adolescentes son, en mayor medida, irresponsables. Y deben serlo. Al menos durante cierto tiempo. Son los
adultos a su cargo los que deben responsabilizarse por sus acciones hasta que el adolescente en cuestión pueda
hacerlo por sí mismo. A modo de cosignatarios, adultos y adolescentes, padres e hijos habitualmente, firmaran
juntos cada uno de los compromisos que el menor adquiera. Sin embargo a veces nos encontramos con adultos
(padres, tutores, etc.) que tempranamente parecen ceder en su papel de garantes dejando librado al adolescente a
sus propias dificultades.
¿Cuál es la sutil línea divisoria que separa la progresiva adjudicación de responsabilidades a los jóvenes en formación,
de una suerte de “soltarles la mano” dejándolos librados a situaciones y contextos para los que no poseen las
herramientas suficientes? La imagen de esta distancia a veces posee las vestimentas de la impotencia de los padres,
otras veces la del autoritarismo. Por déficit o por exceso para el adolescente siempre es demasiado: demasiado
pronto, demasiado solo, demasiada angustia.
El lugar de los adultos, en varias ocasiones, consiste en funcionar como una suerte de “prótesis transitoria” que
permita al adolescente transitar por caminos sinuosos y corrientes turbulentas con la adecuada contención para
enfrentar los avatares de ese proceso. Juntos, padres e hijos, en una relación asimétrica, no entre pares, no entre
amigos. Los amigos esperan fuera de la casa cumpliendo un rol extrafamiliar, fundamental, de otro orden. Es este el
papel central que los adultos no deberán abandonar hasta que el joven alcance la suficiente madurez para “firmar”
en nombre propio.

Períodos Críticos o Sensibles (Peirano) 2017.


Está instalado en lo que llamamos sentido común la idea que el niño pequeño es muy receptivo a influencias externas y
que las mismas son perdurables a través del tiempo. Es cierto que la temprana infancia, los primeros momentos en la vida
de un humano, son de inestimable valor para su futuro. Vamos a analizar esto utilizando conceptos de la etología humana,
para una mayor comprensión del desarrollo psíquico temprano.
Comienzo diciendo que etología proviene del griego ethos que significa costumbre, rasgo, comportamiento; puede
entonces ser definida como el estudio del comportamiento de las especies animales, todas, incluido el hombre, en su
medio natural. Se centra en los factores innatos del comportamiento y su relación de ida y vuelta con los aprendizajes
adquiridos que a lo largo del desarrollo se integrarán para formar nuevas unidades funcionales. Las especies animales se
pueden ordenar en una escala evolutiva atendiendo a los grados crecientes de complejidad en su organización tanto
anatómica como funcional. Cuanto más alto es el lugar que ocupa una especie en esta escala, tanto menor es la
importancia que en su comportamiento tienen los factores filogenéticos, y tanto mayor los adquiridos.
Con esta perspectiva se ha podido ampliar la comprensión del comportamiento humano. Uno de los articuladores teóricos
que nos sirven para nuestros temas en general pero particularmente para nuestra experiencia en la observación de un
infante es el de períodos críticos o períodos sensibles. Un periodo crítico hace referencia a un periodo temporal en el que
pueden producirse la adquisición de ciertas destrezas, habilidades, conductas, capacidades, etc. Es un periodo en el que se
producen las condiciones biológicas oportunas para la adquisición de la meta del desarrollo; dichas condiciones suelen ser
un incremento masivo de las neuronas y una mayor extensión de sus conexiones, lo que permite potenciar los
aprendizajes. Durante el mismo se produce una maduración de sistemas estructurales y funcionales concretos. Existe –en
este tiempo– una especial sensibilidad a los agentes externos como internos, lo que le confiere el carácter de “momentos
vulnerables”, muy asociado a la neuroplasticidad.
La existencia de periodos críticos o momentos vulnerables nos remite a una concepción del desarrollo en el que coexisten
períodos de desarrollo continuo y gradual y momentos disruptivos, de discontinuidad, de donde extraemos el fuerte
concepto de EMERGENCIA.
Se consideran tres períodos críticos: *el primer año de vida, *el segundo y tercer año de vida, y *la pubertad
/adolescencia.

El primer Período Crítico. Durante este período el bebe humano es extremadamente sensible al contacto personal de sus
cuidadores, es decir de otro humanos. Ellos configuran su ambiente de adaptación evolutiva. Estos contactos son de suma
importancia como estímulos para el desarrollo. Los aprendizajes realizados durante estos períodos se denominan
aprendizajes por impronta. Término que viene de imprinting, imprimir, lo que queda fijo, impreso. Los conocimientos
acontecidos durante estos períodos tan sensibles quedan fuertemente fijados, suelen conservarse toda la vida. También
es irreversible su no aprendizaje una vez pasado ese período sensible. Estos datos nos permiten inferir la fuerte
pregnancia de los logros tempranos en el infante humano, el papel crucial de sus figuras de crianza, los grados de
estimulación recibida, etc. Sabemos que la cría humana es la de mayor tiempo de inermidad y dependencia de la
asistencia ajena con respecto al resto de las especies. Sus necesidades básicas deben ser otorgadas por otro.
Por este motivo, ente otros, es que desde la cátedra elegimos el tema del primer año de vida, uno de los periodos
sensibles de la especie humana, donde el valor de acercamiento a los seres humanos es primordial y vital. Todos los
aprendizajes que se dan en este período, los logros motores, sensoperceptivos, emocionales, comunicativos, etc, están
amparados en la relación con las figuras de apego, figuras primordiales. Esta son las que facilitarán o limitarán el
neurodesarollo de ese infante.

Neurodesarrollo.
Por efecto del ida y vuelta entre el adentro y el afuera, dicho de otro modo, por efecto de lo relacional-vincular, el bebe
humano va a producir toda una serie de procesos biológicos a nivel de su sustrato material, su Sistema Nervioso. Sabemos
que el mismo va madurando por efecto de la mielinización progresiva de las fibras nerviosas, dando como resultado una
mejor y más rápida transmisión. Sabemos también de la creación de neuronas o sinaptogénesis. Otro concepto actual es
el de pruning o poda neuronal, eliminación programada de ciertas conexiones que van dejando el camino libre a otras
más vitales, instalándose así una verdadera red neuronal o trama neural. El pruning está ligado de alguna manera al
concepto de apoptosis o muerte celular programada. Estas neuronas que mueren lo hacen para cumplir ciertos pasos del
desarrollo normal. Se verifica entonces un aumento del peso cerebral, del grosor de la corteza, del número de células
gliales (relación glias/neuronas), de la densidad de las espinas dendríticas y del número de conexiones sinápticas. De esta
manera teniendo en cuenta los eventos de intensa transformación neurobiológica a los que se encuentra expuesto el
bebe, antes y después del nacimiento, es que podemos considerar a estos períodos como de extrema vulnerabilidad a
posibles experiencias vinculares adversas, las que podrían alterar el normal curso del proceso de neurodesarrollo. Por
último mencionaremos el sprouting, que es un re brote de conexiones después del nacimiento ya no tanto proveniente de
patrones endógenos sino de la experiencia. Esto produce un verdadero encendido o kindling, tendiente a la facilitación, a
ciertos recorridos que se van fijando por la experiencia, lo que Freud llamara huellas.
El delineamiento de estas huellas (que son la base de la memoria y el aprendizaje) quedan tempranamente fijadas en
nuestro sistema nervioso por efecto de su plasticidad. La Plasticidad Neuronal es aquella propiedad del tejido nervioso de
fijar cierto tipo de cambios. El Sistema Nervioso Humano es modificable por la experiencia, éste permanece abierto al
cambio, es modulable por el acontecimiento, por lo contingente. Esta cualidad nos permite salir rápidamente de una
visión estática del mismo e introducirnos a la idea de que el cerebro es un órgano dinámico que se cría en el ambiente. Por
eso decimos siempre que el cerebro es un órgano histórico-social. La plasticidad permite demostrar que cada individuo es
único e irrepetible más allá de las determinaciones de su bagaje genético.
El concepto de plasticidad neuronal significa que la experiencia puede inscribirse en el sustrato material dejando una
marca. De allí la gran importancia de estas primeras huellas ocurridas en estos períodos tan sensibles. Pero estas primeras
huellas no son la mera copia de lo percibido, fijan una primera experiencia que luego se reordena, se recodifican. La
huellas primarias se reasocian, se recomponen, estableciendo nuevos conjuntos. Las nuevas huellas no están en relación
directa con la primera inscripción, con la primera experiencia idealmente concebida pero ya in-hallable. Ha surgido de las
inscripciones iniciales, pero ya no son más esta misma. Es lo que los autores antes mencionados llaman “la biología de la
discontinuidad”. No tenemos un determinismo fatal, lineal y directo. Es cuando podemos entender que la noción de
Devenir se impone a la Desarrollo entendido como algo rígido, con secuencias previamente pautadas.

Segundo Período Crítico. En este período que comprende el segundo y tercer año de vida, aparece la tendencia a explorar
e investigar activamente el mundo. Si se obstaculiza o impide esta actividad se pueden inhibir seria y permanentemente
las capacidades humanas de autonomía y creatividad. Durante este período suelen intensificarse las reacciones de temor
ante indicios naturales de peligro, en particular la soledad y la oscuridad. Es una etapa de muchas demandas, pero al ir
ganando en autonomía (especialmente por la marcha y la capacidad creciente de comunicación verbal y gestual) de a
poco va cobrando mayor importancia la disponibilidad potencial de la figura materna disminuyendo la de la presencia
física.
Muchos autores introducen en este período todo el comienzo del proceso edípico con sus concomitantes elecciones de
objeto. Trabajo que irá definiendo las identificaciones a las figuras parentales y hacia donde dirigirá sus deseos sexuales.

Tercer período Crítico. La Adolescencia. Durante este período sensible se produce una gran poda sináptica de la corteza
prefrontal que es la que domina las funciones ejecutivas más sofisticadas, propia de lo humano, con especial énfasis en lo
social. Este ajuste neurobiológico lleva, en la actualidad, más tiempo ya que la tarea a la que debe adaptarse el cerebro
social de los adolescentes son mucho más complejas que antaño. Sin dudas más compleja que en aquellas civilizaciones
donde la adolescencia es solo un rito de pasaje, un punto inextenso. Este podría ser uno de los argumentos para explicar
hoy el fenómeno de lo que conocemos como adolescencia tardía o adultescencia.
Como sabemos, la adolescencia es una etapa de cambios corporales de trascendencia. Éstos dejan fijados ciertos patrones
comportamentales, identificatorios y especialmente relacionales-vinculares. Período signado por trabajos que debe
realizar el joven o la jovencita, cada cual con sus especificidades. Fuertes y costosos trabajos de resignificación, de re
ordenamiento, de duelos.

El periodo de Latencia: en las puertas de la pubertad (Baños, Juan)


Comenzar a pensar la adolescencia nos obliga a tomar en consideración el “período de latencia” que Freud
mencionara en 1905 en sus Tres Ensayos. Freud conceptualiza la latencia en relación a la idea de una sexualidad
humana que se desarrolla en dos tiempos separados por este período. Podemos ubicarla entre la declinación del
complejo de Edipo y el comienzo de la pubertad, lo cual en el modelo educativo de nuestra cultura coincide con el
tránsito por la escolaridad primaria.
Si bien la latencia comprende un intervalo de tiempo claramente delimitado en la bibliografía (entre los 5/6 años y
los 10/11 aproximadamente) sería un error pensarla como un simple período. Más que una franja temporal la
latencia implica un profundo trabajo psíquico, específico de la misma. El trabajo de la latencia ocurre en dos planos
fuertemente interconectados: intrasubjetivo e intersubjetivo, es decir, en las remodelaciones del psiquismo y sus
relaciones con el ambiente propiamente humano. Más que de interconexión sería conveniente pensar ambos planos
en términos de recursividad y dialógica, como la Complejidad nos ha enseñado.

¿Qué determina el inicio de la latencia?


Sostendremos, provisionalmente, la idea general de que la latencia se origina a partir del sepultamiento del
Complejo de Edipo como consecuencia de una defensa contra la sexualidad infantil que ahora encuentra nuevos
modos de elaboración y expresión que subyacen a los aspectos tróficos del psiquismo a la vez que promueven la
creatividad y el aprendizaje. Desde la perspectiva que exponemos, un adecuado trabajo de la latencia se integra con
los quehaceres escolares propios de la formación primaria. Así, muchas de las complicaciones escolares en torno al
comportamiento y la adquisición de conocimientos podrían encontrar respuestas en los trastornos de la latencia.

Destacando la defensa
La defensa contra la sexualidad infantil parece encontrar su epicentro en la represión. La amnesia infantil es un
ejemplo del funcionamiento represivo. Me refiero al olvido de lo acontecido en los primeros años de vida hasta llegar
a la latencia, época en que nuestros impulsos sexuales se dirigían a nuestros objetos primarios (mamá, papá, u
otros). De manera abarcativa diremos que poner freno a el empuje de la sexualidad infantil, a la impulsividad de la
pura descarga, a aquello que busca la satisfacción con independencia de los medios, todo un logro cultural que
comienza en casa, es decir, a través de los vínculos afectivos primarios.
¿Cómo poner coto a una sexualidad desenfrenada que atraviesa el cuerpo en su totalidad? Si bien los mencionados
procesos represivos cobran total relevancia durante la latencia existen los diques anímicos. Presentes desde edades
más tempranas representan las precoces defensas contra la sexualidad. Me refiero al asco, el pudor, la vergüenza, la
moral. Es esperable que estos diques se encuentren funcionando a pleno durante la latencia. De no ser así
posiblemente presenciaremos dificultades en algunas de las actividades propuestas dentro del ámbito escolar u en
otros espacios. También representa un capital energético que el niño dilapida sin poder utilizarlo en actividades
sublimatorias, de enriquecimiento psíquico.
Hemos destacado algunos aspectos de la defensa propia del trabajo de la latencia, junto a las dificultades que traen
aparejadas los déficits en la misma. Sin embargo los excesos también son posibles. En este caso asistimos a fuertes
inhibiciones que comprometen, entre otros, los aprendizajes, la relación con los pares y el desarrollo psíquico dado
que los recursos se agotan en torno a la defensa desmedida. Se trata para el niño de lograr un equilibrio entre la
defensa y la posibilidad de redireccionar los recursos psíquicos.
El trabajo de la latencia debiera favorecer la inhibición de la meta sexual, la prohibición (Super Yo mediante) de los
deseos incestuosos y su expresión en la masturbación. De esta manera el acceso a la escolaridad junto a otras
instancias de la vida en sociedad estaría habilitado sin mayores inconvenientes.

Aspectos tróficos de la latencia


La latencia es mucho más que una defensa. Durante su tránsito asistimos a un enriquecimiento del pensamiento que
favorece la adquisición de los conocimientos y la creatividad junto a la mediatización de la acción. La vida
representacional se acrecienta y con ella la densidad del psiquismo. A diferencia del niño que apuntalaba su mundo
interno, sus fantasías, en objetos palpables (juguetes, por ejemplo) ahora se despliegan en una rica vida
representacional que mantiene a raya de los otros, en especial los adultos. Es durante la latencia que la distinción
público/privado, exterior/interior se consolida. El secreto, o aun la mentira, dan cuenta de la autonomía en
expansión del pensamiento: no puede ocultar lo que hace o lo que dice, pero sí lo que piensa. Las fantasías, al igual
que en el adulto, ahora forman parte de los placeres privados. Quizás sería correcto decir que durante la latencia
asistimos a un momento “bisagra” en el que podemos observar escenas de juego sostenidas plenamente en objetos,
y otras veces la construcción de sueños diurnos, más o menos mantenidos a resguardo. Tendremos que esperar a la
adolescencia para ver funcionar los sueños diurnos a pleno, pero sin duda hemos perdido al llegar a este punto la
desfachatez del niño que juega abiertamente. La fantasía del latente ahora enriquece el mundo interno y se aleja de
la masturbación y el carácter incestuoso de la misma.
Si bien la fantasía o los sueños diurnos del latente y el adulto podrían revestir un carácter patológico, esto no ocurre
necesariamente. Para considerar si el fantasear implica un impedimento más que un logro podríamos preguntarnos:
¿los sueños diurnos impiden a este niño/a interactuar con otros, realizar producciones o jugar?
La autonomía del pensar se forja al calor de los vínculos intersubjetivos. Los padres deberán investir el pensar del
niño, y tolerar esa alteridad que el hijo muestra que no hará más que profundizarse en los tiempos de la
adolescencia. De no ser así, la autonomía del pensamiento se inhibe y asoma la patología. Se trata, en definitiva, de
una difícil tarea que enfrentan y salen airosos la mayoría de los progenitores: aceptar que un hijo es otro, familiar y a
la vez diferente, con sus propios pensamientos y una vida social cada vez más amplia que no los involucra de manera
directa. En la latencia se inauguran los primeros pasos en terreno exogámico. El mapa se amplía más allá de la
familia. En este punto la institución escolar cumple un rol fundamental. Veremos la consumación del pasaje de la
endogamia a la exogamia como corolario de la adolescencia. Consideramos sin duda el trabajo de la latencia como su
inmediato antecedente.
En relación a la vida social del latente, los grupos de pares revisten cada vez mayor importancia. La amistad se torna
muy significativa, al punto de poder considerarlo como un indicador clínico de la salud del latente. La opinión de los
amigos, como otros no familiares, cobra relevancia. La aceptación del grupo, tanto como su rechazo, incide en la
autoestima del niño latente. Fuera de la familia, el latente ve desintegrarse las redes de sostén que favorecen el
pasaje a lo extrafamiliar.
A nivel intrapsíquico la mayor relevancia la tienen los cambios a nivel del Preconciente. Es predominantemente en la
consolidación, propia de la latencia, de este último sistema que se ve favorecido el proceso atencional ligado a la
posibilidad de aprender, la inhibición de la descarga motora y la espera, confluyendo en las posibilidades
sublimatorias.
La sublimación es un concepto complejo. Los procesos que implica involucran la mayor parte del trabajo de la
latencia en sus aspectos tróficos. Al respecto conviene citar a Freud: “¿Con qué medios se ejecutan estas
construcciones tan importantes [se refiere a la formación reactiva y la sublimación] para la cultura personal y la
normalidad posteriores del individuo? Probablemente a expensas de las mociones sexuales infantiles mismas, cuyo
aflujo no ha cesado, pues, ni siquiera en este período de latencia, pero cuya energía – en su totalidad o en su mayor
parte – es desviada del uso sexual y aplicada a otros fines (…) mediante esa desviación de las fuerzas pulsionales
sexuales de sus metas, y su orientación hacia metas nuevas (un proceso que merece el nombre de sublimación), se
adquieren poderosos componentes para todos los logros culturales.”
Arribo a la pubertad: en las puertas de la adolescencia
Si todo va bien, el equilibrio alcanzado durante la latencia entre el empuje de las mociones sexuales y la defensa
frente a las mismas, entre aflujo de excitación y la capacidad de elaboración con el concomitante progreso psíquico,
posibilitará el ingreso a la madurez sexual propia de la pubertad en condiciones favorables para los nuevos desafíos
que esta implica al joven en desarrollo. No obstante, este equilibrio se perderá y será necesario un nuevo trabajo: el
trabajo adolescente que la pubertad y la cultura promueven.

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