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Entre la ambición y el Evangelio: Falsa Donación de Constantino

Article · November 2016


DOI: 10.4067/S0716-

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Nicole Fuentealba
University of Chile
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Universidad de Chile
Facultad de Filosofía y Humanidades
Departamento de Ciencias Históricas

Entre la ambición y el Evangelio


Falsa Donación de Constantino
Nicole Fuentealba R.

“Allí donde esté tu tesoro, estará allí tu corazón”


Mt 6, 21

La Iglesia tan compleja y extensa por sus largos siglos de historia como por sus
diferentes protagonistas, siempre puede ser fuente de grandes narraciones. Caería en el
riesgo del reduccionismo si intentara analizarla desde una sola línea, ya que ha sido el
resultado de fuerzas diversas que desde sus posibilidades y realidades han intentado
escarbar en el recuerdo del mensaje inicial de Jesús de Nazaret, al que llaman Cristo. Desde
esta perspectiva encontramos una vía de los pobres y marginados, otra jerárquica ligada al
poder, una que buscará la soledad como el espacio de encuentro con su Dios, así como otras
que optarán por el rigor de las letras y las normas, como también algunas que se atreverán a
pensar distinto y serán declaradas heréticas, ajenas y en muchas ocasiones serán excluidas.
Si bien todas estas calzadas podemos encontrarlas también hoy, el tránsito por la Historia
no lo han hecho juntas, algunas han participado de las escenas más relevantes y trágicas, en
ocasiones los sucesivos y diversos encuentros dialécticos han sepultado por largos periodos
a algunas de estas vías y han levantado como verdaderas y triunfadoras a otras. Pero ¿Qué
es lo que ha hecho que esta institución, tan diversa llamada Iglesia perpetuara un liderazgo
espiritual y material a través de los siglos? Las posibles respuestas siempre estarán
acompañadas por el tiempo y el espacio desde donde la Historia permite centrar la mirada.

Difícilmente se pueda comprender a cabalidad cómo un grupo de creyentes


populares llegarán a las altas cúspides de un poder imperial y desde ahí propagarán una
religión naciente convirtiéndose en los verdaderos sostenedores de un imperio decadente.
Pero en el mundo medieval “un pobre puede ser el enviado de Cristo, en el viajero de paso
puede ocultarse un narrador fascinante y la prostituta pertenece al mundo de la estabilidad
social”1 por lo que desde el horizonte heterogéneo y fascinante de la Edad Media, este
trabajo buscará la vía de la Iglesia jerárquica en su ascenso al poder, centrando sus acciones
en el plano político, lo que en la práctica subordinará el rol espiritual, utilizando un sinfín
de métodos y artimañas que ayudaron a centrar la mirada en el sol de la ambición el que fue
progresivamente cegando la luz de los Evangelios.

Uno de los relatos oscuros que “constituye tal vez uno de los documentos más
interesantes, tanto para la canonística medieval como también para la historia del
pensamiento político occidental”2 será la donación o decreto que Constantino I hiciera a la
Iglesia en profundo agradecimiento por la nueva fe adquirida. Arriesgados estudios que
comenzaron en el siglo XIV pudieron llegar a revelar que el documento era falso. Por un
lado Guillermo de Ockham (1349) y Nicolás de Cusa (1464) comenzaron a abrir las puertas
de la duda al manifestar su inclinación hacia la inverosimilitud del documento, no como un
artículo tajantemente falso, sino más bien, desviado del mensaje inicial de los evangelios y
de difícil aprobación canónica3 como arguye Guillermo en su manuscrito De principatu
tyrannico papae; de Cusa por su parte apela al componente material de la donación, ya que
no hay indicios de que los territorios imperiales hayan estado bajo el dominio de la Iglesia
luego de Constantino, esto sólo se logró de manera relativa en el siglo VIII, por tanto de la

1
Fossier, Robert. (1988) La Edad Media 1. La Formación del Mundo Medieval 350-950. Ed. Crítica. Barcelona
p. 16.
2
Rojas Donat, Luis. (2004). Para una historia del derecho canónico-político medieval: la donación de
Constantino. Revista de estudios histórico-jurídicos, (26), 337-358. https://dx.doi.org/10.4067/S0716-
54552004002600010
3
De Ockham, Guillemo. (1992) Sobre el gobierno tiránico del Papa, estudio preliminar. Traducción y notas de
P. Rodríguez Santidrián, Madrid, Tecnos. pp 218-220
donación del poderío temporal del imperio de occidente no se encuentran registros 4. Ambos
coincidirán en catalogar la Donación de Constantino como un texto apócrifo. La ruptura
estará en manos de Lorenzo Valla clérigo del siglo XV que redactará una refutación al
documento llamada De Falso credita et ementita Constantini donatione, con una serie de
argumentos sólidos a través de una larga y prolija narración 5, en la que declarará que tal
documento es una falsificación y ficción que los pontífices romanos no habían entendido6.
Valla no recurre a la afirmación de apócrifo, porque entiende que hay un trasfondo más
oscuro en el decreto, no es un simple error de interpretación de fe por parte de Constantino,
sino que simplemente, este jamás lo escribió.

La misión de este trabajo por tanto no será corroborar la falsedad del documento, ya
que esto ha sido trabajado, más bien intentaré, desde un escenario políticamente inestable y
una jerarquía eclesial desesperada ante sus intereses en peligro, responder sobre el espacio
que le queda al Evangelio de Cristo en la falsa Donación de Constantino.

De Constantino a Pipino

Constancio Cloro, padre de Constantino I, presenta una filiación con el cristianismo


que llama la atención de algunos escritores de la época como Eusebio, quien declara como
dato relevante que Constancio no hizo la aplicación del Edicto de Persecución en sus
estados, lo que para Gastón Boissier es sólo una exageración, ya que su comportamiento
más bien revela que dejó a los cristianos tranquilos7. De todos modos, Constantino creció
en un ambiente de respeto y no de resistencia u hostilidad, como solieran ser las relaciones
de los últimos emperadores.

Los relatos de la conversión de Constantino difieren, tanto en asunto de


temporalidad como en que mucho se asemejan a leyendas. La realidad se muestra confusa.

4
De Cusa, Nicolás. (1987). De Concordantia catholica o sobre la unión de los católicos. Introducción y
traducción de J.M. de Alejandro Lueiro S.J., Madrid, Centro de Estudios Constitucionales. p 250.
5
Valla, Lorenzo. (2011) Refutación de la Donación de Constantino. Edición de Antoni Biosca y Francisco
Sevillano, Traducción de Antoni Biosca, Madrid, Ediciones Akal. p. 17.
6
Ídem.
7
Boissier, Gastón. (1908) El fin del Paganismo: estudio de las últimas luchas religiosas en el siglo IV en
Occidente. Biblioteca Científico-Filosófica. Madrid. p.16.
La historiografía eclesial lo transmite como un hecho verídico, pero esto no queda claro
para todos. Boissier dirá que uno está tan convencido de antemano que este político hábil
ha querido engañarnos que cuando con más ardor le vemos ocuparse de las cosas
religiosas y hacer profesión de ser creyente sincero, más tentados nos sentimos a suponer
que era un indiferente, un escéptico, que, en el fondo, no se cuidaba de ningún culto y que
prefería aquel del que pensaba sacar más ventaja8. Creer que la conversión sólo fue un
asunto de fe profunda es arriesgarse a muchas contradicciones, pero necesario para quienes
desean sacar provecho de aquel gesto. Una religión que llevaba años subalterna al dominio
imperial, al verse aceptada por tal poder vivenciará una sensación de libertad y admiración
profunda por tal signo, al punto de caer en el extremo de elevar a Constantino al nivel de
los grandes personajes de la Iglesia.

No resultará extraño que cuatro siglos después este acontecimiento sea utilizado
para justificar la intervención de Pipino, rey de los Francos, ante el avance lombardo. Estos
últimos habían ocupado Ravena a comienzos del verano del 751 y al año siguiente la
amenaza llega a Roma9. El Papa Esteban II gestiona dos posibles soluciones: una en
Constantinopla y otra en Galia, finalmente la ayuda la ofrece Pipino y Esteban II en
agradecimiento consagra a este junto a sus hijos y esposa10. El documento que presenta
Esteban como fundamento de tal intervención de Pipino será la Donatio Constantini. El
simple recuerdo del primer emperador cristiano no bastará para la justificación de los fines
pensados, se requiere por tanto, un acto mucho más osado y un gesto más comprometido
por parte de este emperador que demuestre una base sólida para el renacimiento del imperio
y por consiguiente la confirmación de la Iglesia Católica Romana como la única heredera y
sostenedora de un poder imperial que vio su ocaso político hace otros cuatro siglos.

8
Ibídem. pp. 25-26.
9
Halphen, Louis. (1955) Carlo Magno y el Imperio Carolingio. Unión Tipográfica Ed. Hispano Americana.
México. p. 15.
10
Ibídem. p. 17.
Donación de Constantino a la Iglesia

“Como si la religión pudiera ser algo para un corazón a quien devora la sed de reinar”
(Jacob Burckhardt)11
Desconocemos el nombre del autor material del documento, pero se intuye que fue
un monje, las intenciones personales difícilmente puedan considerarse, pero la finalidad de
un texto en el que claramente se declara la supremacía de una institución por sobre las
demás, e incluso su dominación sobre territorios que pertenecen al área política, nos
demuestra algunas intenciones claras por parte de la jerarquía eclesial. “Hemos decretado
que su sacrosanta Iglesia romana sea honrada con veneración y que se exalte
gloriosamente el sagradísimo asiento de San Pedro más que nuestro imperio y trono
terrenal, atribuyéndole el poder, la gloria, la dignidad, la fuerza y el honor imperial”12. El
punto de considerar que un poder espiritual esté sobre uno terrenal no parece extraño al ser
este el discurso que la Iglesia ha mantenido ya por largos siglos, pero teniendo en cuenta
que este documento intenta poner palabras en boca y manos de un emperador, quien no
sabemos si tuvo, al menos la intención de hacerlo, hace incomprensible la fuerza con la que
se manifiesta la expresión más que nuestro imperio y trono terrenal. Un discurso que
comience de ese modo sólo podrá ser razonable desde la esfera política, en la que
claramente la fuente espiritual de los Evangelios caerá en el olvido.

Si continuamos el análisis de los extractos del documento, la idea de este


alejamiento claro de los Evangelios se hará cada vez más visible.

“…Deben obtener de nosotros y de nuestro imperio un poder concedido de una supremacía


mayor que la clemencia de nuestra serenidad imperial terrenal parece poseer”13

Las consecuencias políticas que el supuesto Constantino aquí parece otorgar son de vital
importancia para los deseos que ostente tener el próximo emperador, en este caso lo que
vivenciará Carlomagno. La puerta está abierta. El que un imperio terrenal subordinado al

11
Boissier, Gastón. (1908) El fin del Paganismo: estudio de las últimas luchas religiosas en el siglo IV en
Occidente. Biblioteca Científico-Filosófica. Madrid. p. 26.
12
Valla, Lorenzo. (2011). Donación de Constantino. En Refutación de la Donación de Constantino(115-125).
Ediciones Akal. Madrid. p. 120.
13
Ídem.
beneplácito de la Iglesia representante máxima y única depositaria del poder celestial no es
sólo un discurso verbal del que podrán jactarse, sino una idea que debe concretarse, por
ejemplo en el dominio territorial “Para que la cumbre pontificia no se deteriore, sino que
se adorne más, que la dignidad y autoridad del poder terrenal, he aquí que entregamos y
cedemos al santísimo pontífice y papa universal Silvestre tanto nuestro palacio, como se ha
dicho, como las provincias, como la ciudad de Roma y de todas las provincias, lugares y
ciudades de Italia o de las regiones occidentales, entregándolas y dejándolas a su poder y
dominio o el de sus sucesores pontífices por una firme decisión imperial, (...) que éstas han
de ser gobernadas por él y por sus sucesores, y que se han de permanecer bajo el derecho
de la santa Iglesia romana”14. Pero cómo llevar a cabo esta estratégica medida, si con
Constantino y luego de él este poder nunca estuvo subordinado a la Iglesia -cabe destacar
que para Lorenzo Valla este dato evidenció la posible falsedad del documento-. Una
aseveración tan radical como aquella sin duda ya hubiese sido puesta en práctica, a menos
que conflictos puntuales evidenciaran la posible disyuntiva, pero al no poseer datos de este
suceso, confirmamos que los territorios siempre estuvieron en manos del poder político aún
pese al deterioro del Imperio en Occidente. La Iglesia no ejerció hasta ese entonces tal
imperio. Un párrafo por cierto muy osado, ya que anhelar el poder territorial de occidente,
podría ser un asunto que se arreglase sin la intervención directa del emperador bizantino y
sólo expresase una decisión territorial y política, pero la ambición de la Iglesia no podía
agotarse sólo en territorios, debía hacerlo precisamente en su área específica: el mundo
cristiano y para eso sí tenía que tocar a Bizancio. Roma no podía reducirse a una provincia
o patriarcado más del cristianismo, debía consolidarse como la cabeza y centro de este y así
tener “la supremacía también sobre las cuatro sedes Alejandría, Antioquía, Jerusalén y
Constantinopla, como también sobre todas las iglesias de Dios en todo el orbe de la
tierra.”15 Esta aventurada afirmación se confrontaba directamente con los cuatro
patriarcados mencionados, más aún con las iglesias de todo el mundo. Una Iglesia que
nació en una comunidad de Judea, donde la diversidad de pueblos y orígenes fue la
distinción que se convirtió en el objeto de ruptura con el judaísmo, comienza a cimentar su
poder concentrado, a través del personalismo, del que fue el gran centro del mundo hasta

14
Ibídem. p. 123.
15
Ibídem. p. 120.
hace pocos siglos. Se puede intuir la intención de querer posicionar a Roma nuevamente
como el eje de este mundo nuevo y a la Iglesia como su cabeza, y así cabeza del mundo
entero, ya no renovar un imperio romano muerto sino comenzar el imperio de Dios.

Las ambiciones no acaban y lo que se podría plantear como buenas intenciones,


propias de una institución que ha sido mermada por el tiempo y los rigores de la historia,
serán puestas en dudas con los extravagantes obsequios que este Constantino oculto quiera
conceder ya no sólo a la institución sino que también a los miembros, especialmente a los
clérigos, partiendo por el Pontífice, de quien se esmera que sea más destacado y el
dirigente para todos los sacerdotes, y que dirija el mundo entero16 pero para esto necesitará
de signos que acompañen su realeza, por eso el generoso autor entregará, además del
Palacio de Letrán, la diadema, es decir, la corona, así como el gorro frigio y también la
superhumeral, es decir, la cinta que suele rodear el cuello imperial, o la dignidad de los
que dirigen la caballería imperial, confiriéndole también los cetros imperiales, junto con
todos los signos, banderas y diversas insignias imperiales, y toda la pompa de nuestra
eminencia imperial y la gloria de nuestro poder17. Luego los clérigos, para que la gloria
pontifical brille con más, cabalguen caballos adornados con paños y lienzos, es decir,
adornados con el color más blanco; y al igual que Senado utiliza calzado con calzas de
lana, que se distingan con la tela blanca18 y a esto le sumamos un último obsequio, que
tengan la cúspide de este poder excepcional y esta excelencia, con cuya gloria el
ilustrísimo Senado parece adornarse, es decir, que se hagan cónsules patricios19.

Todas las atribuciones y donaciones que el seudo Constantino hiciera a la Iglesia,


puede darnos las pistas suficientes para descubrir la intención de posicionar a esta como el
poder político y espiritual cumbre, con la idea de crear el nuevo ordo romanus en contraste
con el perdido. De todos modos el documento precavido demanda que nadie en absoluto
considere que actúa con arrogancia20. Es más, excusándose ante una posible duda exige
que no se pueda romper ni anular ni una sola palabra, ya que esto emana de Dios, además,

16
Ídem.
17
Ibídem. p. 122.
18
Ídem.
19
Ídem.
20
Ibídem. p. 123.
si en esto surgiera alguien como falsificador, que permanezca condenado.21 Pudiendo
atraparse en sus propias palabras, los senderos de la ambición no podían cesar.

Donación de Jesús a la Comunidad Cristiana

Pero las ambiciones de Jesús fueron más modestas. Un mensaje claro de esperanza
para los que más sufren es la consigna que escucharon los discípulos en las afueras del
Templo de Jerusalén, arriba de una barca a las orillas del mar de Galilea o sobre un monte,
por lo visto, cátedras sin oro y sin mayores decoraciones que su talento para congregar
multitudes, usando tan sólo la palabra como herramienta de enseñanza y una autoridad
basada en la comunidad. Por lo que resulta extraño imaginar un grupo eclesial basado en
estas enseñanzas, intentando perpetuar un imperio lleno de ostentaciones y adulaciones.
Tampoco este trabajo busca juzgar desde el hoy a una institución moldeada por la Historia,
ya que se corre el riesgo de caer en una anacronía, pero los evangelios fueron escritos desde
la segunda mitad del siglo I hasta su fin siendo fuente y fundamento para lo que aspiraban
seguir como comunidad cristiana en los siglos posteriores.

Jesús obstinado por la llegada de la justicia a su pueblo, pondrá un concepto en los


oídos de los más pobres, quienes lo escucharán con tanta fascinación que aún sin entender
la fuerza del mensaje comenzarán a creer que el Reino de Dios está aquí. Pero cómo podían
creer que ese reinado ya estaba, acaso ¿no seguía Israel dominado por los romanos? ¿No
seguían los campesinos oprimidos por las clases poderosas? ¿No estaba el mundo lleno de
corrupción e injusticia?22 Estas preguntas tuvieron también los judíos, pero Jesús mantuvo
el misterio y sólo repetía que el Reino ya estaba entre ellos. Los respaldos a sus palabras
eran la justicia, la misericordia y el amor, pero jamás habló de derrocar el poder político o
instaurar un imperio por ellos mismos. Dios no actuaba con esos medios, esos eran para los
hombres. Tampoco creía en un reino etéreo y celestial, él sabía que esto era inminente y se
experimentaba en la vida diaria, que Dios reinara significaba que había una fuerza
liberadora, humilde pero eficaz, en medio de la vida, al alcance de todos los que la acojan

21
Ibídem. p. 124.
22
Pagola, José Antonio. (2007). Jesús, aproximación histórica, Cap.IV. PPC Editorial. Madrid. p. 90.
con fe (...) a Dios le preocupa liberar a las gentes de cuanto las deshumaniza y les hace
sufrir.23 Entonces ¿cómo justificar una soberanía eclesial por sobre el poder político? Desde
los Evangelios no hay respuesta.

Desde la esfera del dominio por sobre las diferentes sedes del Cristianismo como
Jerusalén, Alejandría, Antioquía y Bizancio, los fundamentos más claros podemos
encontrarlos en la tradición patrística y en los primitivos tiempos de la comunidad cristiana.
Si bien Jesús, no se refiere a estas zonas, por razones obvias, ya que él nunca salió de
Judea, si mantuvo un discurso de integración y acogida de todos, nunca puso en sus
palabras la supremacía de la comunidad, por sobre las demás, incluso es difícil hallar un
discurso rupturista con el mismo judaísmo, si bien, fue crítico a los comportamientos
contradictorios de la cúspide judía, nunca lanzó un mensaje de una nueva religión, más que
el mensaje del reinado de Dios. Poner a Roma, sede del imperio que tenía dominado a los
judíos a los que Jesús habló, como cabeza de la Iglesia resulta bastante incomprensible
desde el mensaje evangélico. Sólo se puede entender desde lo político. El nuevo
asentamiento cristiano, donde según la Tradición cristiana Pedro y Pablo fueron
martirizados, representa más bien el símbolo de la comunidad perseguida, pero no la
supremacía de Dios en la tierra.

Y por último, los muchos obsequios otorgados al clero, encontrarán su máxima


contradicción en el mensaje de humildad y pobreza que Jesús transmitió explícitamente a la
comunidad. Si hay palabras registradas por la comunidad cristiana donde Jesús muestra su
lado más duro y exigente es con la pobreza, el Reino de Dios será sólo para los pobres 24,
incluso es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino
de Dios25, esto también lo demuestra en una de sus parábolas en las que compara a un rico
y un pobre, quienes llegan al momento de la muerte juntos, pero sólo el pobre entra al
reino.26 Claramente no hay una invitación a la acumulación, por el contrario invita a repartir
los bienes y darlo a los pobres27, la vida moralmente correcta no está completa si la persona

23
Ibídem. p. 92.
24
Lc 6, 20.
25
Mt 10, 25.
26
Lc 16,19-31.
27
Mc 10, 17-30.
no logra despojarse materialmente, sólo después de esta difícil misión, Jesús le hará la
invitación a seguirlo. Por tanto el seguimiento de Jesús implica pobreza, despojo y justicia,
estas máximas permiten la llegada del Reino de Dios en la vida del cristiano, el imperio de
diademas y vestiduras blancas, no es de Dios.

Una Iglesia pobre y para los pobres28

Intentando dar respuesta a la interrogante de este artículo no puedo desmentir que el


paso de la Historia mermó en la Iglesia jerárquica y fue modelando su carácter hasta
enajenarla completamente de los Evangelios, en este claro episodio de la historia su método
para lograr el reinado de Dios, se alejó del modelo que Jesús anunció a los pobres, la
vivencia evangélica no tuvo cabida en el corazón de los gestores de tal documento, el
mensaje de Justicia y misericordia quedó relegado al de Imperio; el de humildad y pobreza,
al de condecoraciones y realezas.

Pero esta no siempre cayó en aquellos excesos tales para implementar su poderío
espiritual, territorial y político imperial, también su historia se escribió con una vivencia
evangélica destacable en el desierto, en los campos, calles, barrios y con los más sencillos.
La sombra de la historia no logró apagar la llama del mensaje primitivo, comunidades
monacales, grupos de cristianos pobres, mujeres y hombres, clérigos relegados de las
cúpulas e incluso pequeñas heterodoxias combatían desde otras fronteras a la vía jerárquica
y política. Medio milenio más tarde surgirán órdenes religiosas en clara subversión frente al
evangelio de los ricos, los grupos cristianos estarán en constante renovación y debate
interno para la búsqueda de un camino más acorde a las palabras de Jesús.

El Reino de Dios sigue estando presente entre nosotros, porque los nuevos
explotados y marginados son cada vez más numerosos, se sigue buscando la verdad,
persiste la lucha por un sociedad más humana y justa, y porque no cesamos de creer que los
pobres son los predilectos de Dios. Por tanto la Iglesia, como reflejo del Reino exige la
pobreza como vivencia, búsqueda y misión. Esta no puede servir a dos dioses. No puede

28
Francisco, Papa. Ciudad del Vaticano, 13 de marzo, 2013.
ambicionar una sobrevivencia basada en el poder y la ostentación, debe hacerla desde los
Evangelios.

La Falsa Donación de Constantino, si bien, logró que la Iglesia estableciera su poder


en una sociedad medieval y que con esta autoridad se llegara a mayores actos anti
evangélicos, tales como persecuciones, matanzas, chantajes, usuras, etc. Proporcionando el
recuerdo del desvío y lejanía del Evangelio, también otorga la opción de un futuro
diferente, más esperanzador donde la frontera del Cristianismo de los Poderosos, los
cristianos de las diademas y gorros frigios, estará en constante fricción con el Cristianismo
de los Pobres, los cristianos de los panes y peces.

Referencias Bibliográficas

● Boissier, Gastón. (1908) El fin del Paganismo: estudio de las últimas luchas
religiosas en el siglo IV en Occidente. Biblioteca Científico-Filosófica. Madrid.
● Valla, Lorenzo. (2011). Refutación de la Donación de Constantino. Ediciones Akal.
Madrid.
● Halphen, Louis. (1955) Carlo Magno y el Imperio Carolingio. Unión Tipográfica
Ed. Hispano Americana. México.
● Rojas Donat, Luis. (2004). Para una historia del derecho canónico-político
medieval: la donación de Constantino. Revista de estudios histórico-jurídicos, (26),
337-358. https://dx.doi.org/10.4067/S0716-54552004002600010
● Pagola, José Antonio. (2007). Jesús, aproximación histórica. PPC Editorial. Madrid.

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