Sei sulla pagina 1di 14

Capítulo I

El proceso

I. Concepto
Fairén Guillén señala que existen varias formas de resolver un proceso in-
tersubjetivo. Tenemos la auto tutela o auto defensa que hace una persona de un
derecho afectado por otro. Lo resuelve mediante una acción directa resumido
en el brocardo “hacerse justicia por su mano”(131). La autocomposición por el
cual las partes en disputa deciden llegar a un entendimiento sin intervención
de tercero. Y por último la heterocomposición por la que las partes encomien-
dan a un tercero imparcial que dirima sobre el conflicto. La heterocomposi-
ción que es un medio para resolver controversias tiene dos modalidades que
son el arbitraje y el proceso(132). El proceso deviene asi en el único medio pa-
cífico e imparcial para resolver conflictos intersubjetivos.
El proceso analizándolo técnicamente según Bauman es una relación ju-
rídica que se desarrolla y modifica desde un acto procesal a otro. Existen de-
rechos y deberes entre todos los intervinientes, especialmente entre el tribu-
nal y la parte activa y pasiva, y entre el Ministerio Público y el imputado(133),
es decir, el proceso involucra en su interior las relaciones que tienen entre sí
los sujetos procesales.
Clariá dice que entre todas las partes se advierte un actuar coordinado y
sucesivo, que incide en un objeto común y está orientado por una misma fina-
lidad. Esa unidad no se altera por la diversificación de intereses ni por los dis-
tintos matices de la actividad. La labor es convergente, y se muestra en una
continuidad de actos, concatenada y progresiva, que en forma sistemática re-
gula el Derecho Procesal Penal objetivo y que esto es lo que se conoce por

(131) FAIRÉN GUILLÉN, Víctor. Ob. cit., p. 17.


(132) Ibídem, p. 18.
(133) BAUMAN, Jürgen. Ob. cit., p. 255.

129
Víctor Jimmy Arbulú Martínez

proceso penal. Institucionalmente, se extiende como puente entre el delito y


la sanción, por ser el único medio de convertir la imputación en punición(134).
El proceso penal está integrado por elementos subjetivos y objetivos: perso-
nas que actúan, y actividad que resulta de esa actuación. Entre ellos, hay com-
pleta interdependencia, puesto que la actividad procesal es obra de las perso-
nas del proceso cuando ejercitan las atribuciones o se someten a las sujecio-
nes legales(135). Esto es obvio, porque lo que está dentro del proceso son rela-
ciones de los sujetos procesales y la actividad que estos desarrollan conforme
a su interés para actuar.
El proceso se distingue del procedimiento penal, porque este es la concre-
ción del proceso; es su rito que la ley le fija en particular para adecuar su desen-
volvimiento a la causa y a la fase procesal de su tratamiento(136). Está consti-
tuido por los actos que deben realizar los sujetos procesales en función de su
interés dentro del proceso.
Desde el inicio hasta el momento en que el juez dicta sentencia, se suce-
den una cantidad de actos de procedimiento (“procederé” quiere decir actuar),
cuyo conjunto se denomina “proceso”, término que implica algo dinámico, un
movimiento, una actividad, y que es más amplio que juicio, que es el que an-
tes se empleaba y que proviene de “iudicare”, o sea, declarar el derecho(137)
La sucesión de actos procesales o de procedimiento son los que constituyen y
se dan en el seno del proceso judicial que es un medio de resolver conflictos.
En una definición más acabada se concibe el proceso como una serie de
situaciones jurídicas contrapuestas de las partes, integradas por posibilidades,
expectativas, perspectivas y cargas (naturaleza jurídica), concatenadas entre
sí de modo ordenado (estructura) y destinada a la consecución de satisfaccio-
nes jurídicas (función), bajo la dirección del juez estatal. Todo ello, en razón
al principio de contradicción derivado de un conflicto entre los interesados,
que ha devenido litigio al hacer crisis, y que precisa resolver pacífica y justa-
mente por los tribunales (jurisdicción)(138).

(134) CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Derecho Procesal Penal. Tomo I, Rubinzal Culzoni, Argentina, 1993, p. 209.
(135) BAUMAN, Jürgen. Ob. cit., p. 271.
(136) CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Ob. cit., p. 210.
(137) LEVENE, Ricardo. Ob. cit., p. 207.
(138) FAIRÉN GUILLÉN, Víctor. Ob. cit., p. 43

130
Derecho Procesal Penal

II. Objeto del proceso


En la doctrina se dice que el objeto del proceso es la afirmación de la con-
secuencia penal ante la existencia de una pretensión penal estatal de una situa-
ción de hecho determinada(139). Aunque aquí más bien estaríamos ante la asi-
milación al objeto como finalidad; pero desde una perspectiva más amplia, la
declaracion de un derecho puede ser de una condena o una absolución. Esta
última concepción tiene referentes en la jurisprudencia constitucional como
la STC Exp. N° 06111-2009-PA/TC 7 de marzo de 2011que señala lo siguien-
te: “(…) aun cuando puedan existir concepciones tradicionales para las que el
proceso penal ha tenido por objeto la determinación de la responsabilidad cri-
minal del imputado, hoy en día se acepta pacíficamente que la justicia penal
no se sustenta en propósitos de carácter positivo estructurados prima facie a
la búsqueda de un inevitable o necesario responsable del hecho criminal. Por
el contrario, se trata de concebir al proceso penal como un instrumento orien-
tado a la búsqueda de la verdad en torno a la comisión o no de un evento de-
lictivo, así como de la responsabilidad o no del imputado. En otras palabras se
busca la verdad y no, de plano, la responsabilidad”. El proceso penal no pue-
de configurarse en estricto para condenar, pues por encima está la averigua-
ción de la verdad, que no necesariamente coincidirá con la responsabilidad del
imputado, sino hasta de su absolución.
Montero Aroca dice que el objeto del proceso penal no puede ser más que
el hecho criminal imputado a una persona, elementos que determinan la ex-
tensión de la investigación y cognición judicial(140). Esta postura es limitada
porque si bien en el proceso el hecho criminal de la acusación es lo que des-
encadena el proceso, no hay que olvidar que las partes también pueden colo-
car desde sus posiciones hechos por probar, el acusado la hipótesis para con-
trarrestar los cargos.
Sobre el planteamiento que el objeto del proceso es el hecho criminal, Cla-
riá Olmedo precisa que no es correcto limitar la consideración del objeto pro-
cesal penal a lo puramente fáctico (hecho desnudo), sino que a este debe agre-
gársele la condición de ser penalmente relevante(141). No cualquier hecho debe
ser objeto del proceso, o de prueba. Pues si no encuadra en una norma penal,
debe desestimarse. El objeto se mantendrá como tal mientras subsista la posi-
bilidad delictual que impulse el proceso hacia el fallo que la defina. Cuando esa

(139) BAUMAN, Jürgen. Ob. cit., p. 271.


(140) MONTERO AROCA, Juan y otros. Ob. cit., p. 99.
(141) CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Ob. cit., p. 221.

131
Víctor Jimmy Arbulú Martínez

posibilidad desaparezca por haberse extinguido o agotado la pretensión penal,


deberá sobreseerse o absolverse; pero el objeto no faltará. De allí que podemos
afirmar que el proceso judicial se mueve sobre una base de juicio de hechos.
Para Gimeno Sendra el objeto principal del proceso penal lo constituye la
pretensión penal que es la declaración de voluntad dirigida contra el acusado
en la que solicita al Tribunal una sentencia de condena que puede ser una pena
o medida de seguridad(142). Esta pretensión se va a cimentar en una imputación
como conjunto de hechos de relevancia penal que van a ser objeto de la prue-
ba en el proceso para establecer si se produjeron o no y, si fue así, quién es el
autor de los mismos. Debe considerarse que, como pretensión accesoria, tene-
mos la reparación del daño provocada por el delito, que desde lo fáctico de-
ben probar que existió relación causal con el acto delictivo.

III. Fines del proceso


Fairén Guillen señala que la finalidad del proceso penal es satisfacer jurí-
dicamente los intereses de las partes procesales. Estima que la satisfacción ju-
rídicamente tiene dos acepciones:
a) Como status operandi, como actividad dirigida, dinámica, y funda-
mental, la satisfacción jurídica es la consecución y obtención práctica
de una situación de cosas equilibrada y favorable a un sujeto, en sus
intereses jurídicos, que se consigne a través de una actividad jurisdic-
cional, la cual culmina en el cumplimiento efectivo de una norma.
b) Como status termini –en el que el proceso ya ha terminado– es el es-
tado de equilibrio de situaciones jurídicas de los sujetos, sin pade-
cer perturbación alguna, mostrándose mediante el pacífico y perma-
nente ejercicio de los derechos el cumplimiento de las obligaciones
a través de actuaciones armonizadas en el seno de un orden social y
jurídico(143).
La finalidad del proceso siguiendo a Fairén es que el proceso penal pueda
dar satisfacción a un interés jurídicamente de los sujetos procesales. El fiscal
como representante de la sociedad será satisfecho jurídicamente con la con-
dena del acusado, mientras que este quedará satisfecho si su presunción de

(142) GIMENO SENDRA, Vicente. Lecciones de Derecho Procesal Penal. Editorial Colex, Madrid, 2001,
p. 65.
(143) FAIRÉN GUILLÉN. Ob. cit., p. 23.

132
Derecho Procesal Penal

inocencia se mantiene inalterable, y si la víctima obtiene una reparación inte-


gral de los daños que ha sufrido
Los fines del proceso penal, estimados en la doctrina, se desdoblan en ge-
néricos y específicos.
Los genéricos son remotos y conjugan con el perseguido por toda la fun-
ción jurídico-penal del Estado: pacificación jurídica por el mantenimiento del
orden establecido(144) o también se le reconoce como la búsqueda de la convi-
vencia pacífica.
Los fines específicos son los que corresponden al proceso en su unidad
integral, siendo propios de él, y se resuelven en la obtención del material juz-
gable, para actuar con respecto a él el derecho, y en su caso, proveer al cum-
plimiento de las condenas. Pueden distinguirse en mediatos e inmediatos(145).
El fin específico mediato coincide con la finalidad de la jurisdicción; actua-
ción concreta del Derecho Penal y eventualmente del Civil, que se resuelve
en la obtención de la cosa juzgada puesta en práctica con la ejecución. El fin
específico inmediato es el sustento de esa actuación del derecho, y se resuelve
en la obtención de la verdad con respecto al elemento fáctico del objeto pro-
puesto, fijándolo a través de la prueba en cuanto a su coincidencia con la rea-
lidad histórica.
En esta concepción de fines específicos podemos distinguir entre finali-
dades mediatas, como el ejercicio de la jurisdicción para la aplicación del De-
recho Penal y Civil en el ámbito de la reparación, y los inmediatos que nos
vinculan ya a un caso concreto, y en los que tiene prevalencia la búsqueda de
la verdad sobre la base de los enunciados facticos propuestos por las partes.

IV. Requisitos subjetivos


En este plano subjetivo se desenvuelve los actores del proceso penal como
el juez que llevara a cabo el procesamiento, el Ministerio Público como titu-
lar de la acción penal, el acusado y su abogado defensor, y los demás sujetos
intervinientes de acuerdo a sus pretensiones en el proceso, sea parte civil, o
tercero civil.

(144) CLARIÁ OLMEDO. Ob. cit., p. 222.


(145) Ídem.

133
Víctor Jimmy Arbulú Martínez

V. Requisitos objetivos
La fundamentación fáctica, la jurídica y la petición. La parte fáctica vie-
ne determinada por la atribución al acusado de la comisión de un hecho puni-
ble(146) que debe ser un hecho histórico y subsumible en tipos penales.
El título de condena o fundamentación jurídica o se resume en la califica-
ción legal del hecho punible atribuible al acusado y la acumulación de la pe-
tición civil, esto es, la reparación que debe solicitarse como consecuencia del
daño causado a la víctima.

VI. Caracteres del proceso penal


Los sujetos procesales y también las personas, a las cuales la opinión do-
minante niega subjetividad procesal, actúan en el proceso mediante actos pro-
cesales. Se encuentran entre sí en una relación jurídica especial: una relación
jurídica procesal que es el sitio y la fuente de todos los derechos y deberes
mutuamente existentes(147). Que si bien podemos establecer que los intereses
de los sujetos procesales son los predominantes, pertenecen al ámbito subje-
tivo del proceso, no se puede negar que la intervención de otras personas, por
ejemplo en calidad de testigos, tienen algunos derechos que no pueden sosla-
yarse en el proceso judicial. Uno de ellos es el de no declarar contra sí mismo,
o declarar contra parientes.
El proceso es una relación jurídica, porque toda relación entre quienes par-
ticipan del proceso no tiene forma simplemente fáctica, sino que se convier-
te en una relación jurídica que debe ajustarse a las normas procesales para el
periodo procesal pertinente y está sujeta a la valoración procesal. Se reconoce
que esta situación se modifica continuamente, porque las relaciones en cada
periodo procesal se estructuran, en virtud de cada acto procesal de un sujeto
procesal, de otra manera, y el proceso, después de cada acto procesal, presen-
ta una relación jurídica distinta de la anterior(148). Es una concepción dialécti-
ca del proceso como actos encadenados entre sí, llevado esto al proceso pe-
nal, por ejemplo en la investigación preparatoria, los sujetos procesales por
sus actuaciones serán el fiscal y el acusado. El juez interviene; pero en situa-
ciones muy concretas.

(146) GIMENO SENDRA, Vicente. Ob. cit., p. 67.


(147) BAUMAN, Jürgen. Ob. cit., p. 217.
(148) CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Ob. cit., p. 222.

134
Derecho Procesal Penal

VII. Relación jurídica procesal


El proceso penal se sustenta en una relación jurídica procesal, y en la doc-
trina, se le reconoce los siguientes caracteres:
a) Es de derecho público, porque se regula la relación de los sujetos par-
tes, con un órgano del Estado en función jurisdiccional.
b) Es de orden público, porque está relacionada con los principios cons-
titucionales que regulan la administración de justicia como servicio
en el sistema republicano.
c) Compleja, desde que se refiere a los derechos y obligaciones de to-
dos los sujetos procesales intervinientes y es, por esta razón, que al-
gunos la describen como bilateral en cuanto la relación la admite solo
entre acusado y acusador, en tanto que, para otros, es triangular, por-
que también ambos se enlazan con el juez;
d) Unitaria, porque si bien ella da origen a relaciones entre las partes y
el juez paso a paso, todas ellas tienen una finalidad única que es la de
arribar a la sentencia, extremo por el cual esa relación se resume en
una sola y única;
e) Autónoma, toda vez que si bien está construida sobre un concepto ma-
terial que, por sí hace a la definición de fondo que persigue el proceso
mediante su actuación en la sentencia, lo cierto es que, instrumental-
mente, esa relación jurídico-procesal deriva de las normas de carác-
ter formal que determinan los derechos y obligaciones de las perso-
nas que intervienen en el proceso, desde su apertura hasta esa senten-
cia, para alcanzar a aquel, pero es independiente del mismo(149).

En cuanto al origen, el proceso se inicia con la constitución de querella


y, mucho más aún, lo es por esa vía y por acción privada, por cuanto en ese
caso –al igual que en el civil– la relación jurídico-procesal nace del inicio(150).

(149) MORAS MOM, Jorge R. Manual de Derecho Procesal Penal. 6a edición, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
2004, pp. 39-40.
(150) Ibídem, p. 39.

135
Capítulo IV
Sistemas procesales

I. Sistema acusatorio
En el desarrollo de la sociedad y en la medida que fueron surgiendo con-
flictos, para darle solución a estos se estructuraron modelos procesales para la
aplicación de la pena. ¿Cómo se construyó cada sistema? Pues a partir de cómo
se concebía el proceso. Montero Aroca sobre esto dice que la forma de proce-
so: “(…) da respuesta la distinción entre dos sistemas procesales penales, a los
que se denominan sistema acusatorio y sistema inquisitivo, pero la distinción
misma está basada en la incomprensión histórica y en un grave error concep-
tual, que arranca de no precisar lo que es un verdadero proceso”(45). Para ade-
lantarnos diremos que para este procesalista solo debe considerarse como pro-
ceso el inserto en el sistema acusatorio.
Montero delinea los contornos del sistema procesal acusatorio señalan-
do que es posible que en algún momento histórico primitivo, en el que se te-
nía una noción privada del delito y en el que no se establecían diferencias en-
tre los procesos civil y penal, se concibiera este segundo como una contien-
da entre partes, situadas en pie de igualdad, frente a un tercero imparcial, que
debía responder al ejercicio de un derecho subjetivo por el acusador contra el
acusado. En esta situación el acusador era el ciudadano ofendido por el delito
que afirmaba su derecho subjetivo a que al acusado, al que imputaba ser autor
del delito, se le impusiera una pena.
Estima que el proceso acusatorio se ponía en marcha únicamente cuando
se daban los siguientes presupuestos:
2. El particular presentaba una acusación.

(45) MONTERO AROCA, Juan. Derecho Jurisdiccional. Tomo III, 10ª edición, Tirant lo Blanch, Valencia
2001, p. 14.

41
Víctor Jimmy Arbulú Martínez

3. La acusación determinaba los ámbitos objetivo (el hecho que se im-


putaba) y subjetivo (la persona a la que se acusaba).
4. El juez no podía ni investigar los hechos, ni practicar prueba que no
le hubiera sido solicitada por las partes.
5. La sentencia tenía que ser congruente, de modo que no podía conde-
narse a persona distinta de la acusada por el particular, ni por hechos
distintos, ni a pena diferente de la solicitada por el acusador
6. La actividad jurisdiccional era un verdadero proceso, esto es, estaba
sujeta a los principios de dualidad, contradicción e igualdad(46).
En este tipo de sistema históricamente se hace referencia que existió en
Grecia y Roma pero no pudo mantenerse por mucho tiempo primero, cuando
se concibió el delito no como algo privado sino como algo en lo que debía pre-
dominar el interés de la colectividad y, por tanto, sujeto al principio de legali-
dad y, segundo, cuando para que la legalidad fuera efectiva se confió la acusa-
ción a un órgano público lo que sería en la actualidad el Ministerio Público(47).
Luigi Ferrajoli dice sobre este primer sistema que de acuerdo a la histo-
ria: “El primero fue el sistema acusatorio, que nació en Atenas, Grecia, hace
dos mil o dos mil quinientos años, de donde pasó a Roma y luego a Europa
Central y Occidental de aquel entonces; aun cuando algunos encuentran en el
Código de Manu, de la India, las primeras raíces del sistema acusatorio”(48).
Montero Aroca considera que este es el único que puede llamarse proceso por
existir contradicción y órgano imparcial.
Si las funciones de acusar, defender y fallar se asignan a órganos distintos,
según Vásquez Rossi estamos ante un sistema acusatorio(49). Este modelo se irra-
dió sobre diversas culturas, como la India como el Código de Manú(50) que en
el Libro VIII se hace referencias a normas del acusatorio como las siguientes:

(46) Ibídem, p, 147.


(47) Ibídem, p. 15.
(48) FERRAJOLI, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal. 6ª edición, Editorial Trotta, Madrid,
2004, pp. 564 y 565.
(49) VÁSQUEZ ROSSI, Jorge Eduardo. Derecho Procesal Penal. Tomo I, Rubinzal Culzoni, Argentina,
1997, p. 1057.
(50) Antiguo texto sanscrito de la sociedad india. Aproximadamente del siglo III A.C. Versión castellana
de V. García Calderón, de la traducción del sánscrito al francés de A. Loiseleur Deslongchamps. 1
Mânava-Dharma-Sâstra, Leyes de Manú, Instituciones religiosas y civiles de la India, Casa editorial
Garnier Hermanos, París, 1924. Lois de Manou, comprenant les institutions religieuses et civiles des

42
Derecho Procesal Penal

“Un rey deseoso de examinar los asuntos judiciales debe ir a la corte


de justicia con humilde continente, acompañado de los Bracmanes y
de los consejeros experimentados.
Que allí sentado o de pie, levantando la mano derecha, modestamen-
te vestido y adornado, examine los asuntos de las partes litigantes”.
Aquí es el Rey quien tiene la función judicial y debe hacerse asesorar por
consejeros para examinar los asuntos de las partes en conflicto, se entiende de-
mandante y demandado.
En el apartado 43 dice: “Que el rey y sus oficiales se cuiden de nunca sus-
citar proceso alguno y que nunca descuiden por avaricia una causa que les fue-
re presentada”. El proceso queda iniciado o librado a iniciativa de las partes
para que el Rey sea el que falle.
El sistema se va a irradiar a Grecia, Roma, la Germania, los fueros muni-
cipales españoles, en las ciudades italianas, y hasta ahora subsiste en Inglate-
rra y Estados Unidos.

II. Sistema inquisitivo


Este sistema reemplazó al acusatorio, justamente cuando el Estado empe-
zó a tener el monopolio de la persecución haciendo que esta facultad y la de-
cisión o fallo se concentrara en los jueces. El sistema acusatorio oral de los
griegos se perdió en las obscuridades de la Edad Media, en la cual, a cambio,
se desarrolló el sistema inquisitivo(51). Los jueces eran los persecutores, averi-
guadores y sancionadores.
Para Montero Aroca en este modelo, el órgano público que asumió la acu-
sación fue el mismo juez, con lo que se tenía, por un lado, a un juez que al mis-
mo tiempo acusaba y, por otro, al acusado. Si la atribución de la acusación a
un órgano público fue una clara conquista de la civilización, el convertir a la
misma persona en juez y acusador significó pasar de un extremo al otro, des-
virtuándose este avance.

indiens, suivies d’une notice sur Les Védas. Tr. y notas: A. Loiseleur-Deslongchamps. París: Garnier
Frères. 1909.
<http://www.laneros.com/attachments/codigo-de-manu-completo-pdf.111749/> [Fecha de consulta: 12
de enero de 2015].
(51) FERRAJOLI. Ob. cit., pp. 564 y 565.

43
Víctor Jimmy Arbulú Martínez

Los rasgos predominantes de este sistema son los siguientes:


- La figura del ciudadano acusador si no desapareció quedó disminui-
da, pues la iniciación de la actividad necesaria para la actuación del
Derecho Penal quedó en manos del juez-acusador.
- La determinación de los ámbitos objetivo y subjetivo de la acusación
correspondía a la persona que, al mismo tiempo, acusaba y juzgaba.
- La investigación de los hechos y la determinación de las pruebas a
practicar correspondía íntegramente a la misma persona que asumía
los papeles de acusador y juez.
- La congruencia entre acusación y fallo no tiene lugar pues el acusa-
dor-juez podía determinar en cualquier momento de qué y a quién acu-
saba y juzgaba.
- Los poderes del acusador-juez son absolutos frente a un acusado que
está indefenso ante él. No hay verdaderas partes y el acusado no es
sujeto, sino objeto de la actuación del juez.
En el sistema inquisitivo, la actuación del Derecho Penal correspondía,
sí, a los tribunales, pero estos no utilizaban el medio que es el proceso. Lo
que la doctrina sigue llamando proceso inquisitivo no es un verdadero pro-
ceso, sino un sistema de aplicación del Derecho Penal típicamente adminis-
trativo. Montero Aroca llega a la conclusión de que el modelo inquisitivo no
existe como un verdadero proceso, pues en su actividad no se respetaron los
principios de dualidad de partes, contradicción e igualdad, que hacen a la
esencia misma de la existencia del proceso(52). Este es un punto de vista re-
lativo porque las formas empleadas para la aplicación de la pena no eran las
óptimas en el inquisitivo; pero respondía a las épocas en las que la ideolo-
gía, la fuerza de la religión, el dogma, había entrado con singular fuerza en
el seno del Estado. En nuestro sistema procesal peruano este modelo sub-
siste como una atadura al medioevo en el Proceso Sumario regulado por el
Decreto Legislativo Nº 124.

(52) MONTERO AROCA, Juan y otros. Ob. cit., p. 16.

44
Derecho Procesal Penal

III. Sistema mixto


Ferrajoli dice que hace doscientos años, la Revolución Francesa derogó
el sistema inquisitivo y puso en vigencia el sistema mixto, que se caracteri-
zó, básicamente, por el predominio del sistema inquisitivo en la etapa de la
instrucción que nosotros llamamos sumario, y por el predominio del sistema
acusatorio en la etapa del juicio que se le llama plenario. Este es el sistema
procesal penal mixto, que algunos le han agregado el calificativo de moder-
no(53). Hay que recordar que una expresión de este sistema es nuestro Código
de Procedimientos Penales de 1940 pues tiene una fase de instrucción y otra
de juzgamiento. El primero es reservado, la segunda pública.
En la doctrina se afirma que el sistema mixto es concebido como una di-
visión del proceso, en una fase instructora y otra de juicio (sumario y plena-
rio), con predominio inquisitivo para la primera y acusatorio para la segunda;
pero los matices son muy variados en consideración al concepto que se tenga
de la necesidad de tutelar el interés privado o el público(54). Mezcla de inqui-
sición y de acusatorio dependiendo de cómo se desenvuelven los sujetos pro-
cesales y los jueces en este modelo. Pues si bien el juicio puede ser a base de
una acusación, los jueces pueden dejar la imparcialidad para emitir su senten-
cia, en titulares de la persecución penal, siendo el Ministerio Público apenas
un apéndice del Poder Judicial.
Los historiadores de este sistema dicen que como una reacción al siste-
ma inquisitivo, la Revolución Francesa de 1789 si bien echó por tierra la Or-
denanza de 1670(55), no pudo sepultarla. Se trasplantó el sistema acusatorio in-
glés con el doble jurado popular, manteniéndose un momento preliminar de
instrucción breve, no del todo secreta y meramente preparatoria, a cargo de los
jueces de paz, quienes interrogaban al imputado e iniciaban el trámite de ofi-
cio o por denuncia. Como se puede ver, la acción era iniciada por los jueces.
El acusador era público, el antecedente del Ministerio Público, pero nombra-
do por elección popular, y a su lado se mantenía el Comisario(56). El cambio si
bien no perduró, tuvo enorme influencia en la legislación napoleónica. El Có-
digo de Instrucción Criminal de 1808 instituyó un sistema mixto con rasgos
generales bien definidos: perfecta separación de las dos etapas del proceso. La
instrucción preparatoria era de corte inquisitivo y no podía ser valorada para el

(53) FERRAJOLI, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal. 6ª edición, Trotta, Madrid, 2004,
pp. 564 y 565.
(54) CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Derecho Procesal Penal. Tomo I, Rubinzal Culzoni, Argentina, 1993, p. 116.
(55) Se juzgaba sin esperar que haya acusador y someter al tormento al imputado para que confiese.
(56) CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Ob. cit., p. 122.

45
Víctor Jimmy Arbulú Martínez

fallo por cuanto solo fundamentaba la acusación. Era obligatoria para los crí-
menes y facultativa para los delitos. Concluida la instrucción, el juez pasaba
los autos a la Cámara de Consejo (la que después fue Cámara de Acusación)
que dictaminaba sobre la elevación a juicio. La fase de juicio, que se la llama-
ba “instrucción definitiva”, era acusatoria; se realizaba ante las Cortes de As-
sises permanentes y los jurados populares; el acusador era público y el ofen-
dido solo ejercía la acción civil. La prueba del debate se valoraba conforme a
la íntima convicción y el fallo debía ser después fundamentado por los jueces
técnicos(57). Este Código concilió el procedimiento acusatorio del llamado “De-
recho intermediario” (periodo revolucionario) y el procedimiento inquisitivo
del Antiguo Régimen siendo el aspecto más problemático el juez instructor he-
redero del Teniente Criminal del Antiguo Régimen y fue concebido original-
mente como un auxiliar del Poder Judicial con calidad de oficial de la policía
judicial y controlado por el fiscal, quien le entregaba los casos a instruir. Sus
poderes jurisdiccionales en Francia aumentaron y solo con el Código de Pro-
cedimiento Penal de 1958 obtiene su independencia del Ministerio Público(58).
Una de las criticas es la duplicidad de investigaciones que realiza la Fiscalía y
el juez instructor por lo que en Francia plantearon su eliminación. Esto se ve
también en el modelo de 1940 en los que un testigo repite su declaración en la
fiscalía, luego en la fase instructora y finalmente en el plenario.
Siguiendo el sistema mixto, Austria dicta un Código en 1873, España en
1882 y Noruega en 1887, como también la llamada Ley Constans (Francia) de
1897. Estos cuerpos legales facilitan en general, durante la instrucción, la in-
tervención de la defensa, imponen la defensa técnica y reconocen el derecho
a no declarar del imputado.

IV. Sistemas acusatorios modernos


Este sistema que se sustenta en el denominado principio acusatorio que
separa los roles del fiscal como el juez; le asigna al primero la responsabilidad
de la investigación y persecución, y al segundo, de la decisión o del fallo. Este
modelo estaba implícito en las Reglas de Procedimiento Criminal de Puerto
Rico, y el Código Procesal Penal italiano de 1988. La instrucción formal es
sustituida por la investigación preparatoria a cargo del Ministerio Público, do-
tado de amplias facultades. Se establecen las salidas alternativas expresadas

(57) Ibídem, p. 122.


(58) CARVAJAL, Zunilda. “Reformas procesales penales en Francia”. En: Revista de Derecho y Ciencias
Penales. Nº 15 (23-33), Universidad San Sebastián, Chile, 2010, p. 24.

46
Derecho Procesal Penal

en la posibilidad de consenso entre la pretensión punitiva concreta mantenida


por la fiscalía y el imputado y su defensa. Trae varios procedimientos suma-
rios diferentes del ordinario y este mantiene el juzgamiento oral y público(59)
El pase del sistema mixto al acusatorio como reforma se produjo en el Código
de Procedimientos Penales de Portugal en 1991, y tomando en cuenta los di-
versos códigos europeos, la tendencia mayoritaria en la actualidad es confiar
todo lo referido a la persecución penal y la preparación de la acusación en los
delitos de acción pública a la fiscalía, lo que también se ha adoptado en las re-
formas, vigentes y proyectadas, del ámbito latinoamericano. Tenemos la am-
biciosa reforma procesal en Chile, también en Colombia y en Perú con el Có-
digo del 2004, en Puerto Rico este sistema se estableció por influencia del De-
recho anglosajón y su vinculación con los Estados Unidos desde 1963 con las
Reglas de Procedimiento Criminal, también Costa Rica, y con algunos avan-
ces en la intrincada legislación argentina. Podemos resumir que en este siste-
ma, denominado también adversarial, se ha introducido un conjunto de dere-
chos a las partes, los juicios son orales, públicos y contradictorios.

(59) CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Ob. cit., p. 125.

47

Potrebbero piacerti anche