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Horacio, Odas I, 11 (A Leucónoe)

No pretendas saber, pues no está permitido, el fin


Tu ne qüaesiéris, scíre néfas, qüem míhi, qüem tíbi que a mí y a ti, Leucónoe, nos tienen asignados
fínem di dedérint, Leucónoe, nec Babylónios los dioses, ni consultes los números Babilónicos.
temptáris números. ut mélius, qüídqüid érit, páti. Mejor será aceptar lo que venga, ya sean muchos
séu plúris hiémes séu tríbuit Iúppiter últimam, los inviernos que Júpiter te conceda, o sea éste el
qüae nunc oppósitis debilítat pumícibus máre último, el que ahora hace que el mar Tirreno
Tyrrhénum: sápias, vína líqües et spátio brévi rompa contra los opuestos cantiles. No seas loca,
(é)spem lóngam reséces. dum loqüímur, fugérit invída filtra tus vinos y adapta al breve espacio de tu
aétas: cárpe díem qüam mínimum crédula póstero. vida una esperanza larga. Mientras hablamos,
huye el tiempo envidioso. Vive el día de hoy.
Captúralo. No fíes del incierto mañana.

Horacio, Odas III, 13 (A la fuente de Bandusia)

O fons Bandúsiae splendídior vítro, ¡Oh fuente de Bandusia, más clara que el cristal,
dúlci dígne méro non síne flóribus, digna del dulce vino puro! Mañana, y no sin
cras donabéris haédo, flores,
cui frons túrgida córnibus te inmolaré un cabrito, cuya frente, ya hinchada
de sus primeros cuernos, busca amor y pelea.
prímis et vénerem et proélia destínat; En vano, pues tus frescas aguas teñirá con su
frústra: nam gélidos infíciet tíbi sangre roja
rúbro sángüine rívos este retoño de la alegre cabra.///
lascívi subóles grégis.///
No es capaz de alcanzarte la hora implacable
te flagrántis átrox hóra Canículae de la ardiente Canícula; tú ofreces
néscit tángere, tu frígus amábile un frescor amable a los bueyes cansados
féssis vómere taúris de arar y a la manada errática.
praébes et pécori vágo. Te contarás entre las fuentes célebres,
pues he cantado el roble que se yergue
fíes nobílium tu qüóqüe fóntium sobre tus peñas huecas, de donde
me dicénte cávis impósitam ilícem brotan tus linfas parlanchinas.
sáxis, únde loqüáces
lýmphae desíliunt túae.

Horacio, Épodos, 2, 1 Dichoso aquél que lejos de los negocios,


como la antigua raza de los hombres,
Beatus ille qui procul negotiis, dedica su tiempo a trabajar los campos paternos
ut prisca gens mortalium con sus propios bueyes,
paterna rura bobus exercet suis, libre de toda deuda,
solutus omni faenore, y no se despierta, como el soldado, al oír la
neque excitatur classico miles truci sanguinaria trompeta de guerra,
neque horret iratum mare, ni se asusta ante las iras del mar,
forumque vitat et superba civium manteniéndose lejos del foro y de los umbrales
potentiorum limina. soberbios de los ciudadanos poderosos».
Horacio, Odas I, 15 (Nereo profetiza la ruina de Troya)

Pastor cum traheret per freta navibus Cuando Paris, el pérfido pastor, conducía en las
Idaeis Helenen perfidus hospitam, naves del Ida a la robada Helena, Nereo sujetó
ingrato celeres obruit otio con el ocio ingrato los rápidos vientos para
ventos ut caneret fera anunciarle su cruel destino.
Nereus fata. “mala ducis avi domum «Bajo auspicios fatales llevas a tu patria a esa
quam multo repetet Graecia milite mujer, que ha de reclamarte con numerosas
coniurata tuas rumpere nuptias huestes la Grecia, conjurada en romper tus
et regnum Priami vetus. nupcias y destruir el antiguo reino de Príamo.
heu heu, quantus equis, quantus adest viris » ¡Ay, cuánta fatiga rendirá a caballos y
sudor, quanta moves funera Dardanae caballeros! ¡Cuánta desolación atraes sobre el
genti. iam galeam Pallas et aegida pueblo de Dárdano! Ya Palas prepara su yelmo,
currusque et rabiem parat./// su égida, su carro y su furor.///

nequiquam Veneris praesidio ferox


pectes caesariem grataque feminis »En vano orgulloso con la ayuda de Venus
inbelli cithara carmina divides; peinarás tu cabellera y cantarás al son de la cítara
nequiquam thalamo gravis versos que hechicen a las mujeres. En vano
hastas et calami spicula Cnosii evitarás desde tu tálamo los rudos venablos, las
vitabis strepitumque et celerem sequi puntas de las saetas cretenses, el clamoreo de la
Aiacem: tamen, heu serus, adulteros batalla y la persecución del volador Áyax;
crines pulvere collines. aunque tarde, has de ver manchados de polvo tus
non Laertiaden, exitium tuae adúlteros cabellos.
genti, non Pylium Nestora respicis? »¿No ves al hijo de Laertes, exterminio de tu
urgent inpavidi te Salaminius gente, y a Néstor, el príncipe de Pilos? Ya te
Teucer, te Sthenelus, sciens acosa el impávido Teucro de Salamina y
pugnae sive opus est imperitare equis, Esténelo, diestro en el combate o impetuoso en el
non auriga piger. Merionen quoque momento que es preciso fustigar a los caballos.
nosces. ecce furit, te reperire atrox, También conocerás a Merión. He aquí al atroz
Tydides melior patre:/// hijo de Tideo, más valiente que su padre,
corriendo enfurecido por alcanzarte;///

quem tu, cervus uti vallis in altera


visum parte lupum graminis inmemor, y como ciervo que se olvida del pasto al divisar
sublimi fugies mollis anhelitu, el lobo en la otra ladera del valle, así tú le huirás
non hoc pollicitus tuae. con la respiración anhelante y muerto de pavor.
iracunda diem proferet Ilio No es esto lo que prometías a tu Helena. La
matronisque Phrygum classis Achillei; escuadra del iracundo Aquiles dilatará la ruina de
post certas hiemes uret Achaicus Ilión y las matronas frigias; mas pasados ciertos
ignis Iliacas domos. años, el fuego de los aqueos abrasará las casas de
Troya.»
Safo, Himno en honor a Afrodita

Ποικιλόθρον᾽ ἀθανάτ᾽ Ἀφρόδιτα,


Poikilózron’azánat’afródita Inmortal Afrodita de colorido trono,
παῖ Δίος δολόπλοκε, λίσσομαί σε, hija de Zeus, artificiosa, te suplico
paí díos dolóploke, líssomaí se, que no sometas a infortunios ni dolores,
μή μ᾽ ἄσαισι μηδ᾽ ὀνίαισι δάμνα, oh Soberana, mi corazón.
mé med’oníaisi dámna,
πότνια θῦμον·
pótnia címon

ἀλλὰ τύιδ᾽ ἔλθ᾽, αἴ ποτα κἀτέρωτα 5


5 Y ven, como otras veces
al·lá tíid’élz’aí póta katérota
que abandonaste la casa de tu padre
τὰς ἔμας αὔδας ἀίοισα πήλοι
cuando a lo lejos mi voz oías,
tás émas aúdas aíoisa péloi
luego que tu dorada
ἔκλυες, πάτρος δὲ δόμον λίποισα
éklies, pátros dé dómon lípoisa
χρύσιον ἦλθες
jrísion élces.

ἄρμ᾽ ὐπασδεύξαισα· κάλοι δέ σ᾽ ἆγον


carroza preparabas: te conducían hermosas
árm’ípasdeúxaisa. Káloi dé s’ágon
10 ágiles aves cruzando la tierra oscura,
ὤκεες στροῦθοι περὶ γᾶς μελαίνας 10
batiendo fuertemente sus alas en medio
ókees estrúzoi perí gás melaínas
de los cielos y del éter.///
πύκνα δίννεντες πτέρ᾽ ἀπ᾽ ὠράνω
píkna dínnentes ptér’áp’oráno
αἴθερος διὰ μέσσω.
aíceros diá mésso.///

αἶψα δ᾽ ἐξίκοντο, σύ δ᾽, ὦ μάκαιρα,


aípsa d’exíkonto, sí d’ó mákaira,
μειδιαίσαισ᾽ ἀθανάτῳ προσώπῳ
De inmediato llegaban. Y tú, dichosa, con tu
meidiaísais’azanáto prosópo
rostro inmortal sonriendo,
ἤρε᾽, ὄττι δηὖτε πέπονθα κὤττι
15 preguntabas con qué sentimiento ahora sufría,
ére’ótti deúte péponza kótti
la causa porque te invocaba,
δηὖτε κάλημμι
deúte kálemmi

κὤττι μοι μάλιστα θέλω γένεσθαι


kótti mói málista célo géneszai
μαινόλαι θύμῳ. “τίνα δηὖτε Πείθω
qué anhelaba por sobre todo
mainólai címo. Tína deúte peízo
mi enloquecido ser: "¿A quién deseas ahora
μαῖσ᾽ ἄγην ἐς σὰν φιλότατα, τίς σ᾽, ὦ
que mi persuasión atraiga hacia tu amor? ¿Quién,
maís’águen es san filótata, tis s’o///
20 oh, Safo, te atormenta?///

Ψάπφ᾽, ἀδίκησι;
psápf’adíkesi?
καὶ γὰρ αἰ φεύγει, ταχέως διώξει,
Haré que pronto te siga, si te huye;
kaí gar aí feúguei, tajéoj dióxei,
que si tus regalos rechaza, él te los ofrezca,
αἰ δὲ δῶρα μὴ δέκετ᾽, ἀλλὰ δώσει, y que de inmediato te ame, si no ama,
aí de dóra me déket’al·lá dósei, aunque no lo quiera".
αἰ δὲ μὴ φίλει, ταχέως φιλήσει
aí de me fílei, tajéos filései
κωὐκ ἐθέλοισα. ”
koík ecéloisa

ἔλθε μοι καὶ νῦν, χαλέπαν δὲ λῦσον


élce moí kaí nin, jalépan de líson
ἐκ μερίμναν, ὄσσα δέ μοι τέλεσσαι Ven, pues, ¡Oh diosa! y mis anhelos cumple,
ek merímnan, óssa de moí télessai Libera el alma de su dura pena;
θῦμος ἰμέρρει, τέλεσον, σὺ δ᾽ αὔτα Cual protectora, en la batalla lidia
címos imérei, téleson, si d’aúta Siempre a mi lado.
σύμμαχος ἔσσο.
símmajos ésso.
Homero, Ilíada.

Μῆνιν ἄειδε θεὰ Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles;
οὐλομένην, ἣ μυρί᾽ Ἀχαιοῖς ἄλγε᾽ ἔθηκε, cólera funesta que causó infinitos males a los
πολλὰς δ᾽ ἰφθίμους ψυχὰς Ἄϊδι προΐαψεν aqueos y precipitó al Hades muchas almas
ἡρώων, αὐτοὺς δὲ ἑλώρια τεῦχε κύνεσσιν valerosas de héroes, a quienes hizo presa de
οἰωνοῖσί τε πᾶσι, Διὸς δ᾽ ἐτελείετο βουλή, perros y pasto de aves -cumplíase la voluntad
ἐξ οὗ δὴ τὰ πρῶτα διαστήτην ἐρίσαντε de Zeus- desde que se separaron disputando el
Ἀτρεΐδης τε ἄναξ ἀνδρῶν καὶ δῖος Ἀχιλλεύς./// Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.///
τίς τ᾽ ἄρ σφωε θεῶν ἔριδι ξυνέηκε μάχεσθαι; ¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la
Λητοῦς καὶ Διὸς υἱός· ὁ γὰρ βασιλῆϊ χολωθεὶς contienda para que pelearan? El hijo de Leto
νοῦσον ἀνὰ στρατὸν ὄρσε κακήν, ὀλέκοντο δὲ λαοί, y de Zeus. Airado con el rey, suscitó en el
οὕνεκα τὸν Χρύσην ἠτίμασεν ἀρητῆρα ejército maligna peste, y los hombres perecían
Ἀτρεΐδης· ὁ γὰρ ἦλθε θοὰς ἐπὶ νῆας Ἀχαιῶν por el ultraje que el Atrida infiriera al
λυσόμενός τε θύγατρα φέρων τ᾽ ἀπερείσι᾽ ἄποινα, sacerdote Crises. Éste, deseando redimir a su
στέμματ᾽ ἔχων ἐν χερσὶν ἑκηβόλου Ἀπόλλωνος hija, se había presentado en las veleras naves
χρυσέωι ἀνὰ σκήπτρωι, καὶ λίσσετο πάντας Ἀχαιούς, aqueas con un inmenso rescate y las ínfulas
Ἀτρεΐδα δὲ μάλιστα δύω, κοσμήτορε λαῶν·/// de Apolo, el que hiere de lejos, que pendían
Ἀτρεΐδαι τε καὶ ἄλλοι ἐϋκνήμιδες Ἀχαιοί, de áureo cetro, en la mano; y a todos los
ὑμῖν μὲν θεοὶ δοῖεν Ὀλύμπια δώματ᾽ ἔχοντες aqueos, y particularmente a los dos Atridas,
ἐκπέρσαι Πριάμοιο πόλιν, εὖ δ᾽ οἴκαδ᾽ ἱκέσθαι· caudillos de pueblos, así les suplicaba:///
παῖδα δ᾽ ἐμοὶ λύσαιτε φίλην, τὰ δ᾽ ἄποινα δέχεσθαι, -¡Atridas y demás aqueos de hermosas
ἁζόμενοι Διὸς υἱὸν ἑκηβόλον Ἀπόλλωνα. grebas! Los dioses, que poseen olímpicos
ἔνθ᾽ ἄλλοι μὲν πάντες ἐπευφήμησαν Ἀχαιοὶ palacios, os permitan destruir la ciudad de
αἰδεῖσθαί θ᾽ ἱερῆα καὶ ἀγλαὰ δέχθαι ἄποινα· Príamo y regresar felizmente a la patria!
ἀλλ᾽ οὐκ Ἀτρεΐδηι Ἀγαμέμνονι ἥνδανε θυμῶι, Poned en libertad a mi hija y recibid el
ἀλλὰ κακῶς ἀφίει, κρατερὸν δ᾽ ἐπὶ μῦθον ἔτελλε·/// rescate, venerando al hijo de Zeus, a Apolo, el
μή σε γέρον κοίληισιν ἐγὼ παρὰ νηυσὶ κιχείω que hiere de lejos.
ἢ νῦν δηθύνοντ᾽ ἢ ὕστερον αὖτις ἰόντα, Todos los aqueos aprobaron a voces que se
μή νύ τοι οὐ χραίσμηι σκῆπτρον καὶ στέμμα θεοῖο· respetara al sacerdote y se admitiera el
τὴν δ᾽ ἐγὼ οὐ λύσω· πρίν μιν καὶ γῆρας ἔπεισιν espléndido rescate; mas el Atrida Agamenón,
ἡμετέρωι ἐνὶ οἴκωι ἐν Ἄργεϊ τηλόθι πάτρης a quien no plugo el acuerdo, le despidió de
ἱστὸν ἐποιχομένην καὶ ἐμὸν λέχος ἀντιόωσαν· mal modo y con altaneras voces:///
ἀλλ᾽ ἴθι μή μ᾽ ἐρέθιζε σαώτερος ὥς κε νέηαι. -No dé yo contigo, anciano, cerca de las
cóncavas naves, ya porque ahora demores tu
partida, ya porque vuelvas luego, pues quizás
no te valgan el cetro y las ínfulas del dios. A
aquélla no la soltaré; antes le sobrevendrá la
vejez en mi casa, en Argos, lejos de su patria,
trabajando en el telar y aderezando mi lecho.
Pero vete; no me irrites, para que puedas irte
más sano y salvo.
EL ORIGEN DEL MUNDO

Versión adaptada de las Metamorfosis de Ovidio, poeta latino del siglo I a.C.

Hubo un tiempo muy remoto en que la tierra y el mar aún no se habían separado
ni habían adquirido la forma que hoy tienen. Tampoco el cielo, que los cubre por igual a
ambos. Por todas partes se extendía una masa confusa y desordenada, a la que llamaban
Caos. Un dios cambió esta situación: separó, primero, la tierra del cielo y con sus manos
le dio la forma de un enorme globo; luego, hizo que surgieran los campos, que se
formaran los valles en las hondonadas, que los bosques se cubrieran de hojas y que se
alzaran, orgullosas, las pedregosas montañas. Después, separó la tierra de los mares y
les ordenó que la rodearan por todas partes. Añadió numerosas fuentes, lagos y ríos de
perezoso curso, que llevan sus aguas al mar. Más alto que la tierra y las aguas colocó el
aire, e hizo que habitaran en él la niebla, las nubes, los truenos, que atemorizan a los
seres humanos, y los vientos, que causan los relámpagos y los rayos. Por último, por
encima de todo colocó el cielo azul, que no tiene peso ni materia. Cuando todas las
cosas estuvieron ordenadas, brillaron por primera vez los astros.

Quiso luego el dios que cada parte estuviera habitada por seres vivientes. Así, las
estrellas y las fuerzas divinas ocuparon el cielo, la tierra recibió a las fieras, las aguas a
los brillantes peces y el agitado aire a las aves. Pero se echaba en falta un ser más noble,
más dotado de espíritu, que dominara toda la creación. Entonces nació el hombre.
Prometeo lo modeló con sus manos, al mezclar tierra con agua de lluvia, y dio a su obra
la forma de los dioses, que todo lo gobiernan. A diferencia de los animales, que andan
inclinados, mirando hacia la tierra, hizo al ser humano con el rostro levantado, para que
fuese capaz de mirar el cielo y de contemplar las estrellas.

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