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07DIAS La carrera cristiana

DEVOCIONALES - 07 DIAS La carrera cristiana / Caleb Fernandez Pérez

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DIA01 Corramos la carrera

- Hebreos 12:1-2

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derre-


dor nuestro tan grande nube de testigos, despo-
jémonos de todo peso y del pecado que nos ase-
dia, y corramos con paciencia la carrera que te-
nemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz, menospre-
ciando el oprobio, y se sentó a la diestra del tro-
no de Dios”.
¿Cómo perseveramos en la vida cristiana? Per-
severamos como Cristo perseveró. En verdad, no-
sotros perseveramos como fruto de la perseveran-
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cia de Cristo. Porque Él perseveró primero y lo
hizo hasta el fin. Por lo tanto, nuestra perseveran-
cia descansa en la perseverancia de Cristo. Cuan-
do hablamos de la vida cristiana, no hablamos
de nuestros esfuerzos, sino del fruto de la gracia
de Cristo en nuestras vidas.
En el libro de Hebreos, 96 versículos nos ha-
blan de “continuar”, “de permanecer”, “de perse-
verar hasta el fin”, ya que en ese tiempo como
ahora, son muchos los creyentes que se desani-
man en la vida cristiana.
Por lo tanto, el objetivo del libro fue para ani-
mar a los judíos convertidos a Cristo que estaban
desanimados porque estaban prestando mucha
atención a los judíos no convertidos que cuestio-
naban sus cultos diciendo: “¿Donde está su su-
mo sacerdote? ¿dónde están sus sacrificios? ¡su
religión es de segunda! ¡Vuelvan al judaísmo y
salgan de esa religión!”.

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La iglesia que envejecía estaba acomodándose
al mundo, entretanto, perdía su mentalidad y co-
menzaba a desviarse hacia una vida sin propósi-
to, sin vigilar, y sin energías. Sus manos estaban
debilitándose, sus rodillas eran débiles. Era mu-
cho más fácil deambular entre la multitud de la
vida que correr la maratón.
Por eso, estos versículos son la expresión del
deseo de Dios que quiere que cada creyente avan-
ce hasta tener nuevos deseos de fuerza, sabiduría
y santidad. El Señor está hablando mediante imá-
genes sobre la condición espiritual que ellos tie-
nen y los invita a correr la carrera.

Oración: “Señor, no quiero deambular por la


vida, ayúdame a seguir corriendo la carrera
cristiana, en el nombre de Jesús, amén”.

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DIA02 La mejor hinchada

- Hebreos 12:1

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derre-


dor nuestro tan grande nube de testigos…”
El texto bíblico nos dice que tenemos una nu-
be de testigos que actúan como una hinchada en
una tribuna. ¿Quiénes son y qué significa su testi-
monio? Son los santos que han vivido y muerto
tan valientemente por la fe en el capítulo 11:
Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Moisés y todos
los que sufrieron y murieron, “de los cuales el
mundo no era digno”.

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Los “testigos” entregan o confirman un testi-
monio. Son santos que han corrido la carrera an-
tes que nosotros, y se han reunido, por así decir-
lo, junto a la ruta de la maratón para decir, me-
diante el testimonio de sus vidas: “Por fe yo ter-
miné, ¡también tú puedes!”.
Esta gran hinchada está reunida a un lado de
nuestra carrera y sus miembros muestran sus he-
ridas y triunfos, extendiéndonos sus manos para
que las toquemos, gritándonos para que noso-
tros escuchemos sus voces. Por fe, podemos ter-
minar y en ellos tenemos el ejemplo de que es po-
sible. Y con mayor razón nosotros que ya conoci-
mos al Mesías encarnado en Jesús. Todos ellos
en el Antiguo Testamento, tenían la promesa del
Mesías y creyeron en Él a pesar de no tener nin-
guna evidencia de lo que podría pasar en el futu-
ro.
Por fe, por la certeza de cosas mejores que es-
peraron, pudieron hacerlo. Ahora, llegó nuestra

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hora. De continuar escribiendo la historia de la
redención y ser parte de esa multitud de santos
que pueden decir en la historia que corrieron la
carrera de Cristo.

Oración: “Señor, gracias por los hombres y


mujeres que creyeron en Ti y que hoy nos ani-
man a seguir adelante, en el nombre de Jesús,
amén”.

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DIA03 Para correr mejor

- Hebreos 12:1

“… despojémonos de todo peso y del pecado que


nos asedia…”
El autor es muy claro al decir que la mejor ma-
nera de correr es “despojarse”. De hecho, la vida
cristiana fue pensada para renunciar y carecer,
más que para poseer y acumular. La clave es des-
pojarse de todo peso y pecado. Pero, estas dos co-
sas son diferentes entre sí.
Todo lo que vaya en contra de la voluntad de
Dios, es pecado contra Él. Es lo que nos hace
mundanos y egoístas, lo que nos hace orgullosos
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e incrédulos. Lo que lastima y daña directamente
nuestra vida cristiana. Por ejemplo, la mentira,
fornicación, adulterio, chismes, robo, hipocresía,
incredulidad, todo en el mismo nivel.
Pero, lo que más me llama la atención es que
debemos poner a un lado no sólo los pecados
que nos envuelven, sino “todo peso”. Cada uno
tiene sus debilidades y fortalezas. Cada persona
tiene su propio proceso con Dios. Lo que para
uno es un “peso” posiblemente para otro no lo
es.
La carrera de la vida cristiana no se corre bien
al preguntar: “¿Qué hay de malo con esto o aque-
llo?, sino al preguntar “¿esto me obstaculiza para
tener una fe, amor y pureza mayor?
No se trata de que tipo de música escucha-
mos, o las películas que vemos, o las fiestas que
vamos, o los hábitos que practicamos, pues segu-
ramente encontraremos que nada de eso, en sí
mismo, es pecado. Sin embargo, si nos preguntá-

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ramos honestamente si aquellas cosas nos ayu-
dan a correr mejor la carrera cristiana, tendre-
mos que despojarnos de aquello prontamente.
Este es un mandamiento a mirar nuestra vida
y pensar con profundidad en qué estamos hacien-
do, y no tener miedo en decidir lo que se queda y
lo que se va de nuestra vida.

Oración: “Señor, ayúdame a identificar lo


que representa un peso en nuestra vida, que obs-
taculiza que corra bien la carrera propuesta, en
el nombre de Jesús, amén”.

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DIA04 Es una maratón

- Hebreos 12:1

“… corramos con paciencia la carrera que tene-


mos por delante…”
La vida cristiana es una maratón, no una carrera
de cien metros. Y para todo el que ha corrido una
maratón, la mayor motivación no es llegar prime-
ro, sino llegar a la meta. Dios nos invita a buscar la
victoria en llegar a ser como Jesús, en cada deci-
sión que tomemos y en cada actitud que asuma-
mos.
En Grecia hay un pueblo que se llama Maratón.
Este lugar fue el escenario de una batalla entre los
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ejércitos griegos y el ejercito persa en el año 490
a.C. De acuerdo a la leyenda, al terminar la batalla
los griegos enviaron un mensajero llamado Fidípi-
des a la ciudad de Atenas para anunciar la victoria
griega. El hombre recorrió los 43km., sin parar. Al
llegar a Atenas, el hombre gritó “Hemos ganado” y
cayó muerto al suelo. En su honor se construyó un
monumento, y en honor a este hombre, los juegos
olímpicos modernos crearon el evento de la mara-
tón.
El autor de Hebreos compara la vida cristiana
con una carrera de larga distancia, con una mara-
tón. El punto es que ninguno de nosotros clasifica-
ba para ser corredor. Pero, Dios en su amor y su
gran misericordia pago la inscripción. El Padre pla-
neó desde antes de la fundación del mundo esta ca-
rrera, y estableció el reglamento, las condiciones y
puso el precio.
Fue en su eterno propósito que viendo nuestra
condición, envío a Jesús, su único Hijo, a pagar el

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precio para que pudiéramos nosotros vivir una nue-
va vida, para que pudiéramos correr la carrera. El
precio de inscribirse se pago una sola vez y para
siempre, pero correr la carrera lo debemos decidir
día a día.

Oración: “Jesús, gracias por pagar el precio pa-


ra que pueda participar de la maratón de la vida
cristiana, en tu nombre, amén”.

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DIA05 La mejor motivación

- Hebreos 12:2

“… puestos los ojos en Jesús, el autor y consuma-


dor de la fe…”
Todo lo que somos y hacemos en la vida cris-
tiana es fruto de la gracia de Cristo en nuestras
vidas. Por eso, debemos fijar nuestros ojos en Él.
Porque fue quien hizo posible que tengamos fe,
cargando en la cruz nuestra vida sin esperanza,
llena de pecado y condenada a la separación eter-
na de Dios. Fue Él quien nos conectó de nuevo
con Dios Padre, y quien trajo a nuestra vida la po-
sibilidad de vivir eternamente con Él, por eso
que lo llamamos de autor de la fe
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Por otro lado, debemos fijar nuestros ojos en
Cristo porque es quien hará posible que termine-
mos la carrera, enseñándonos cada día a vivir,
perfeccionando nuestra fe cuando hacemos Su
voluntad, y cuando nos alimentamos de Su Pala-
bra, por eso lo llamamos el consumador de la fe.
La batalla de la fe no es peleada con nuestras
fuerzas. Cuando corramos no busquemos nues-
tros recursos. Las cosas que Él promete son mejo-
res que los malos hábitos que usamos para cu-
brir nuestra tristeza. El autor nos llama a buscar
la concentración máxima de nuestra espirituali-
dad en Jesús, como el caballo de carrera lo hace
cuando corre con “tapaderas” en los ojos que le
impiden ver al caballo que está al lado y lo obli-
gan a ver tan sólo las líneas que lo guían hacia la
meta.
Jesús no solo nos guiará y responderá a la fe
con Su ayuda, presencia y protección. Él obra pa-
ra provocar y perfeccionar la fe. Él obra para co-

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menzarla y obra para completarla. La fe se aferra
a Jesús en busca de ayuda, porque Jesús se afe-
rra al corazón en busca de la fe que Él creó.

Oración: “Señor, quiero mirar cada día tan


sólo a Jesús para terminar victoriosa la carrera
de la vida, en Su nombre, amén”.

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DIA06 El mayor ejemplo

- Hebreos 12:2

“… el cual por el gozo puesto delante de él sufrió


la cruz, menospreciando el oprobio…”
La cruz no era el objetivo final de Jesus. Él se
gozó sabiendo que sería victorioso. Perseveró por-
que el sufrimiento era el medio para que Dios se
glorificara y de esta manera entregarle la victoria
final.
Su carrera llegó a su final y de esta manera,
conquistó los poderes del mal, resucitó de muerte
a vida, recibió la alegría de la unión permanente
con su Padre, fue coronado con honra y gloria, to-
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do fue colocado bajo sus pies, entregó finalmente
a todos los que el Padre le había dado para salvar.
Y esto en su mente y corazón fue la motivación
perfecta para completar la carrera.
Por otro lado, nos dice que Jesús corrió “me-
nospreciando el oprobio”, pues esa cruz era sinóni-
mo de vergüenza, había maldición de Dios en
aquella cruz. Las madres judías alejaban a los ni-
ños de la cruz y decían a sus hijos: “no seas como
él”. Pero, Jesús temió más a Dios que a los hom-
bres. No te sorprendas si no eres popular, de he-
cho debes esperar eso.
La sonrisa de Dios tiene mayor valor que la
aprobación de los hombres. Y el semblante serio
de Dios tiene más peso que la mirada decepcio-
nante de ellos.
Cuando nuestros hijos aprenden a caminar les
pedimos que nos miren a nosotros al intentarlo.
No solamente para darles seguridad, sino porque
nosotros ya aprendimos a hacerlo primero.

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Concentrados en el proceso. No miremos para
otro lugar que no sea Jesús, pues fue Él quien
plantó la fe en nosotros y será Él quien la va a per-
feccionar, nunca nos dejará solos.

Oración: “Señor, quiero seguir el ejemplo de


Jesús, sabiendo que por Él y en Él puedo correr
cada día, en Su nombre, amén”.

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DIA07 La meta final

- Hebreos 12:2

“… y se sentó a la diestra del trono de Dios.”


Un día terminaremos la carrera y ese día será
glorioso. Recibiremos la bienvenida en la meta fi-
nal. Imagine cuando pasemos vivos por la puerta
de la eternidad. Con un cuerpo vivo y una alma
viva para adorar a Dios para siempre. Todas las
promesas se harán realidad en ese momento, y
se confirmará cada frase escrita en la Palabra de
Dios, el poder del mal será finalmente vencido,
venceremos la muerte y viviremos para siempre,
estaremos unidos con Dios eternamente y tendre-
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mos la corona merecida para reinar con Cristo
por la eternidad.
Hileras de serafines y querubines, a lo largo
de aquel camino diciendo: “¡Bienvenido sean to-
dos ustedes pecadores salvados por la gracia de
Cristo, bienvenidos a casa!”.
Y prontamente seremos coronados por el
gran vencedor, Jesucristo que nos dirá: “¡Bienve-
nidos!”. Todos los santos perfeccionados se ale-
grarán por la victoria final del Salvador. La emo-
ción será grande, indescriptible para nuestros
sentidos, porque el mayor sueño y anhelo de la
humanidad la estaremos experimentando en ese
momento.
De pronto, nos daremos cuenta que aquella
corona prometida está en nuestra cabeza, y cons-
cientes de la inmerecida coronación, nos inclina-
remos delante del Padre y a los pies de Jesús pa-
ra decirle con lagrimas en los ojos: “No a mi Se-

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ñor, no a mi Señor, sino a tu nombre sea toda la
gloria por causa de tu perseverante amor”.

Oración: “Señor, gracias por tus promesas.


Quiero vivir cada día perseverando en la carre-
ra cristiana, por Cristo, amén”.

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Devocionales
07DIAS La carrera cristiana

© www.valparaisoipch.cl
Caleb Fernández Pérez, es graduado en teología por el Seminario Presbiteriano JMC, Sao Paulo, Bra-
sil y Licenciado en Teología por la Escola Superior de Teologia de la Universidad Presbiteriana Macken-
zie, Sao Paulo, Brasil; es pastor de la 1ra Iglesia Presbiteriana de Valparaíso, Chile; profesor de Homiléti-
ca, Exégesis de libros proféticos y Ética Cristiana en el Seminario Teológico Presbiteriano José Manuel
Ibañez Guzmán en Santiago, Chile. Autor de varios libros: Habacuc, de la crisis a la esperanza; Rut, Más
que una historia de amor; Hageo, Reconstruyendo nuestra espiritualidad, publicados por Ediciones Pu-
ma. Esposo de Ester y padre de Paula y Rebeca.

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