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CÓRDOBA
2015
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Una de las características más importantes, para la fe del Antiguo Testamento, es la relación
casi antropomórfica, que Israel puede decirnos sobre Dios es su nombre, pilar fundamental de la
fe en el primer testamento y del nexo entre la divinidad que habla y su pueblo que escucha. Este
hablar y escuchar se hace patente en la historia, lugar teológico por excelencia para el pueblo de
Israel, la cual precede y continua a la revelación del nombre y en la cual la alianza se concreta,
por tanto, el nombre YHWH simboliza el trato dialogal que Dios, a través de su iniciativa, quiere
iniciar con el pueblo escogido por Él puesto que ya no se trata de un “dios desconocido”, sino de
YHWH-Elohîm aquel que posee la plenitud de la divinidad (Cf. Andrade, 1984 p. 101)
“Yo” que se muestra a un “tu” en la intimidad del dialogo con su pueblo. “Yo soy Yahvé tu
Dios” (Dt. 5, 6; Ex. 20, 2) no es una demanda, no es una exigencia, no es una relación de “poder
sobre” un grupo determinado de personas, es Dios en relación de encuentro fontal y eficaz con
las personas.
Aunque se mostró con anterioridad (Ex. 6, 2-3; Gen. 17, 1) no dejo de lado esas revelaciones
previas, sino que las completó, las plenificó con la revelación de su nombre, lo más personal y
profundo, en Ex. 3, 14. “... es el misterio eminente de este Dios, que da a conocer un nombre tan
“El-Shadday”, traducido “Dios todopoderoso” fue el nombre con el que lo conocieron los
patriarcas, e inicia de alguna forma la mostración de Dios ocultándose. Lo mismo se puede decir
del que él está hablando, que naturalmente es el Dios de Israel y que se revela por
Bajo todos los otros nombres con lo que se lo había conocido, se ocultaba la auténtica
divinidad. Son simples pasos hasta Moisés, a quien se da a conocer de manera nueva, misteriosa
En este misterio revelado, Él logra algo mucho más profundo, irrumpir en la historia concreta
presentar, antes que a sí mismo, a quien lo manda, “Esto dirás a los israelitas: “Yo Soy” me, ha
“Yo Soy” denota una de las características más importantes del Dios revelado, Él es presencia
viva. No es como los dioses egipcios, fenicios o babilónicos, ocultos y solo “actuantes” con el fin
se deja descubrir, es acción histórica activa que acompaña en todo momento, protege y a al cual
se le debe rendir el verdadero culto. Por tanto, “Yo Soy” ya no denota una experiencia personal o
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subjetiva, de Moises únicamente, por caso pudiéramos aplicar algunas categorías modernas, sino
que se convierte en experiencia en tercera persona que engloba todo y no existe otro Dios junto a
A partir de la revelación del nombre de YHVH surge una nueva relación entre Dios y su
pueblo.
siempre vinculada a la presencia de Dios, ahora el pueblo de Israel lo vivirá como camino de
salvación y demostración del poder divino frente a todos los obstáculos que los hombres puedan
poner.
El-Shadday ofreció la tierra de Canaán a los patriarcas pero sin dar a conocer su nombre
manteniéndose oculto en una revelación parcial. Del mismo modo escucho el clamor de su
pueblo y los libero por su acción histórica dejando en claro que Él es el Señor (‘ani YHVH). De
esta afirmación surge la certeza del cumplimiento de las promesas realizadas con anterioridad.
“Yo Yahvé” establece su poder sobre los pueblos y la tierra, lo único que queda es el
“agradecimiento que brota de una relación íntima y se celebra en un himno cúltico jubiloso”.
El culto se vuelve la conmemoración y recuerdo de aquel nombre que libero a su pueblo, que
acompaño incluso en los momentos más difíciles, pero que definitiva llevo a la victoria por sobre
la opresión.
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La relación de cercanía que el pueblo llega a tener con Dios es indudable y queda manifiesta
en la historia que el mismo Dios efecto sobre su pueblo, desde la promesa a los patriarcas, la
liberación de la opresión del pueblo de Egipto y la toma de la tierra de Canaán. Ahora bien, el
intento de definir la relación que se establece por el nombre de YHVH quedaría incompleta sin
persona. Este conocimiento le fue negado a Jacob, sin embargo, Dios si cambio el nombre de
Jacob dándole una nueva misión. Con la revelación de su nombre Yahvé dio a Israel acceso a la
comunicación eficaz, al vínculo que supone una relación real y autentica consigo mismo, pero
santo, y no se debe tomar en falso, no debe ser profanado, ni tomado a burla. La pena para quien
infringe estas normas es la ruptura con la relación establecida por el mismo Dios.
Por tanto, la relación es estable en la medida en que el pueblo santifica el nombre de Dios,
bajo una actitud temerosa, recta y en la verdad. Este es el fin de las prescripciones divinas sobre
el nombre y que se dan en diversas formas, “no profanéis mi santo nombre, para que yo se
santificado”, “no tomaras en falso el nombre de Yahvé”, etc. (Ex. 20,7; Lev. 19, 12; 18, 21;
Referencias
Preuss, H. D., (1999) Teología del Antiguo Testamento. Bilbao: Desclée de Brouwer