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TEOLOGIA BIBLICA 1

INFORME DE LECTURA: EL NOMBRE DE YHVH

NICOLÁS FRÍAS GARAY

INSTITUTO TEOLOGICO DE CORDOBA

CÓRDOBA

2015
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La Revelación Del Nombre Divino Y La Relación Con Su Pueblo

Una de las características más importantes, para la fe del Antiguo Testamento, es la relación

interpersonal que se da entre Dios, absolutamente trascendente, y el pueblo de Israel, pueblo

elegido por Dios y primer intérprete de la autorrevelación divina.

Sobre esta autorrevelación divina lo primero y esencial, fundamento de la relación personal y

casi antropomórfica, que Israel puede decirnos sobre Dios es su nombre, pilar fundamental de la

fe en el primer testamento y del nexo entre la divinidad que habla y su pueblo que escucha. Este

hablar y escuchar se hace patente en la historia, lugar teológico por excelencia para el pueblo de

Israel, la cual precede y continua a la revelación del nombre y en la cual la alianza se concreta,

por tanto, el nombre YHWH simboliza el trato dialogal que Dios, a través de su iniciativa, quiere

iniciar con el pueblo escogido por Él puesto que ya no se trata de un “dios desconocido”, sino de

YHWH-Elohîm aquel que posee la plenitud de la divinidad (Cf. Andrade, 1984 p. 101)

YHWH es el Dios que exige respuesta al presentarse. Al dar su nombre se conforma en un

“Yo” que se muestra a un “tu” en la intimidad del dialogo con su pueblo. “Yo soy Yahvé tu

Dios” (Dt. 5, 6; Ex. 20, 2) no es una demanda, no es una exigencia, no es una relación de “poder

sobre” un grupo determinado de personas, es Dios en relación de encuentro fontal y eficaz con

las personas.

Las Revelaciones Previas Y El Misterio Del Nombre de YHVH

Aunque se mostró con anterioridad (Ex. 6, 2-3; Gen. 17, 1) no dejo de lado esas revelaciones

previas, sino que las completó, las plenificó con la revelación de su nombre, lo más personal y

profundo, en Ex. 3, 14. “... es el misterio eminente de este Dios, que da a conocer un nombre tan

misterioso...” (Andrade, 1984, p. 101).


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Cabe hablar de una progresión en la revelación del nombre divino.

“El-Shadday”, traducido “Dios todopoderoso” fue el nombre con el que lo conocieron los

patriarcas, e inicia de alguna forma la mostración de Dios ocultándose. Lo mismo se puede decir

de ‘elohhim, superlativo de Dios:

El Elohista utiliza ‘elohim desde su aparición hasta la llamada de Yahvé a Moisés

en Ex 3, y de ese modo caracteriza como Dios sin más y absolutamente al Dios

del que él está hablando, que naturalmente es el Dios de Israel y que se revela por

primera vez a Moisés con el nombre de Yahvé. (Preuss, 1999, p. 256)

Bajo todos los otros nombres con lo que se lo había conocido, se ocultaba la auténtica

divinidad. Son simples pasos hasta Moisés, a quien se da a conocer de manera nueva, misteriosa

y eficaz. (Andrade, 1984 p. 103)

En este misterio revelado, Él logra algo mucho más profundo, irrumpir en la historia concreta

de Israel y ofrecerle la promesa definitiva a un pueblo que sufría la opresión, la esclavitud y la

marginación dividiendo su historia en un antes y un después. La promesa no es otra que la

liberación consumada a través de su propio nombre en el momento en que Moisés debe

presentar, antes que a sí mismo, a quien lo manda, “Esto dirás a los israelitas: “Yo Soy” me, ha

enviado a vosotros” (Ex. 3, 14).

“Yo Soy” denota una de las características más importantes del Dios revelado, Él es presencia

viva. No es como los dioses egipcios, fenicios o babilónicos, ocultos y solo “actuantes” con el fin

de explicar determinados acontecimientos incomprensibles de los pueblos y personas, sino que

se deja descubrir, es acción histórica activa que acompaña en todo momento, protege y a al cual

se le debe rendir el verdadero culto. Por tanto, “Yo Soy” ya no denota una experiencia personal o
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subjetiva, de Moises únicamente, por caso pudiéramos aplicar algunas categorías modernas, sino

que se convierte en experiencia en tercera persona que engloba todo y no existe otro Dios junto a

Él, experiencia insondable del pueblo elegido para con su Dios.

YHVH: Don-Ofrecimiento De Una Nueva Relación

A partir de la revelación del nombre de YHVH surge una nueva relación entre Dios y su

pueblo.

Las promesas realizadas a los patriarcas apuntaban, casi exclusivamente, a la bendición

siempre vinculada a la presencia de Dios, ahora el pueblo de Israel lo vivirá como camino de

salvación y demostración del poder divino frente a todos los obstáculos que los hombres puedan

poner.

El-Shadday ofreció la tierra de Canaán a los patriarcas pero sin dar a conocer su nombre

manteniéndose oculto en una revelación parcial. Del mismo modo escucho el clamor de su

pueblo y los libero por su acción histórica dejando en claro que Él es el Señor (‘ani YHVH). De

esta afirmación surge la certeza del cumplimiento de las promesas realizadas con anterioridad.

“Yo Yahvé” establece su poder sobre los pueblos y la tierra, lo único que queda es el

“agradecimiento que brota de una relación íntima y se celebra en un himno cúltico jubiloso”.

(Andrade, 1984 P.106)

El culto se vuelve la conmemoración y recuerdo de aquel nombre que libero a su pueblo, que

acompaño incluso en los momentos más difíciles, pero que definitiva llevo a la victoria por sobre

la opresión.
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YHVH: Relación De Cercanía Y Lejanía

La relación de cercanía que el pueblo llega a tener con Dios es indudable y queda manifiesta

en la historia que el mismo Dios efecto sobre su pueblo, desde la promesa a los patriarcas, la

liberación de la opresión del pueblo de Egipto y la toma de la tierra de Canaán. Ahora bien, el

intento de definir la relación que se establece por el nombre de YHVH quedaría incompleta sin

hablar de la lejanía necesaria que se debe establecer entre el pueblo y Dios.

En el pensamiento hebreo el nombre significa a la persona, el nombre es conocimiento de la

persona. Este conocimiento le fue negado a Jacob, sin embargo, Dios si cambio el nombre de

Jacob dándole una nueva misión. Con la revelación de su nombre Yahvé dio a Israel acceso a la

comunicación eficaz, al vínculo que supone una relación real y autentica consigo mismo, pero

mantiene el misterio latente en prescripciones sobre nombramiento: El nombre de Yahvé es

santo, y no se debe tomar en falso, no debe ser profanado, ni tomado a burla. La pena para quien

infringe estas normas es la ruptura con la relación establecida por el mismo Dios.

Por tanto, la relación es estable en la medida en que el pueblo santifica el nombre de Dios,

bajo una actitud temerosa, recta y en la verdad. Este es el fin de las prescripciones divinas sobre

el nombre y que se dan en diversas formas, “no profanéis mi santo nombre, para que yo se

santificado”, “no tomaras en falso el nombre de Yahvé”, etc. (Ex. 20,7; Lev. 19, 12; 18, 21;

22,31-33 Dt. 5, 11).

Lo importante es que en la medida en que el nombre de Yahvé es santificado por el pueblo,

Yahvé santifica al pueblo; Él santifica su santo nombre y santifica su nombre santificando a su

pueblo, liberándolo en la historia para la mutua pertenencia por las prescripciones.


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Referencias

Andrade, B., (1984) Encuentro con Dios en la Historia. Salamanca: Sígueme

Preuss, H. D., (1999) Teología del Antiguo Testamento. Bilbao: Desclée de Brouwer

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