Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
o 59
E ditorial
E
N la medicina y cirugía veterinaria se está produciendo una especialización constante en
todos los ámbitos. Fruto de ello ha sido el importante desarrollo de la traumatología de
aves, especialidad que ha experimentado un gran auge en los últimos 20 años. Lo que en
principio se convirtió en una rara actividad dentro del mundo de la veterinaria, cuya finali-
dad era conseguir la simple reducción de la fractura para asegurar una recuperación
anatómica más o menos aceptable, hoy se ha perfeccionado con la finalidad de que el animal recupere
su funcionalidad casi completamente, y en el caso de las aves salvajes, que éstas puedan ser reintro-
ducidas en la naturaleza y ser capaces de sobrevivir en libertad.
En la mayoría de las aves mantenidas en cautividad que presentan un problema traumatológico u
ortopédico, frecuentemente la opción es no intervenir, teniendo en cuenta que no importa limitar o
impedir su capacidad de vuelo. En este grupo de aves sólo van a tener interés aquellas fracturas que se
localizan en las extremidades inferiores, las cuales provocan una alteración funcional concreta. Por el
contrario, en aves de cetrería o en determinadas especies de palomas, no ocurre así, pues lo que intere-
sa es que su capacidad de vuelo se mantenga íntegra.
El importante auge de los movimientos ecologistas y el desarrollo de una política medioambiental
adecuada a los nuevos tiempos, ha supuesto que el veterinario clínico se enfrente cada día con mayor
frecuencia a aves salvajes huérfanas o heridas, que ingresan en la clínica habitual. De igual manera, el
número de centros de recuperación de fauna salvaje se incrementa cada día, trabajando para devolver
a la naturaleza aquellas aves heridas que son recogidas por particulares.
Nuestra pretensión con esta monografía es doble. Por un lado, intentamos mostrar al veterinario algunos
aspectos de la traumatología y ortopedia en aves, aportando datos que esperamos puedan ser, no sólo
informativos, sino útiles desde un punto de vista práctico. Por otro lado, planteamos un reto al veterinario
traumatólogo acostumbrado a tratar sólo con mamíferos domésticos, como perros y gatos.
Agradecemos a la dirección de la revista la confianza depositada en nosotros, al encargarnos esta
monografía sobre un tema tan nuevo como es la traumatología en aves. Gracias en especial a Silverio
Cerradelo por introducirme en un mundo tan fascinante, y a Raúl Alonso y Patricia Orejas, por contar
conmigo a lo largo de todos estos años. De igual manera, agradecemos la labor realizada por los cen-
tros de recuperación GREFA (Grupo para la Recuperación de la Fauna Salvaje y su Hábitat) y en espe-
cial BRINZAL (Centro de Recuperación de Rapaces Nocturnas). Con los pacientes aportados por ellos y
por clientes particulares que acuden a nuestra consulta, se ha podido obtener la mayor parte de la
experiencia con la que se ha realizado este trabajo.
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
E
L esqueleto óseo de las aves presenta características propias con respecto al de los mamíferos
como consecuencia de su adaptación al vuelo y, en el caso de las hembras, por el fenómeno
de la puesta. Así, podemos constatar la fusión o desaparición de huesos, la neumatización de
algunos de ellos, los cambios en la morfología de algunas regiones, o la aparición de hueso
medular trabecular. Todos estos factores condicionan un abordaje y una resolución de las frac-
turas, muy diferentes a los de un mamífero. Pero además, en la clínica de aves es relativamente frecuente la pre-
sentación de esta patología, afectando fundamentalmente al esqueleto apendicular. Entre los factores predis-
ponentes, podemos destacar la fragilidad de las corticales óseas, o el escaso recubrimiento de los huesos por
tejidos blandos.
En este capítulo hemos descrito el esqueleto óseo de las aves estructurado en tres partes: cráneo, esquele-
to axial y esqueleto apendicular. Además, repasamos las características especiales de los huesos largos neu-
matizados del esqueleto apendicular, como son el húmero y el fémur.
9
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
L
AS fracturas óseas constitu-
Los huesos que con mayor frecuencia aparecen afecta-
yen una de las patologías
dos son el húmero, el cúbito, el radio y el tibiotarso. Debido a
más comunes en la clínica
una mayor vascularización y metabolismo óseos en las aves,
de aves, sean éstas domés-
la osteogénesis es más rápida, permitiendo que el proceso
ticas o salvajes (Kostka et
de cicatrización sea más corto, unos 21 días de media, aun-
al., 1988; Gilbert y Egger,
que puede ser menos. En cualquier caso, la cicatrización
1982). No sólo aparecen con más fre-
ósea, al igual que ocurre en los mamíferos, dependerá de
cuencia que en los mamíferos, sino que
una serie de factores, como son la integridad vascular, pre-
la reducción de las fracturas presenta
sencia o ausencia de infección, grado de desplazamiento de
mayores complicaciones. Las razones
los fragmentos y grado de movilidad del foco de fractura.
que determinan esto están vinculadas a
las características especiales del esque-
ESQUELETO ÓSEO DE LAS AVES
leto óseo de las aves, que son funda-
mentalmente las siguientes (Bennett y
Kuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994; La adaptación al vuelo hace que el esqueleto óseo de
Bennett, 1997; Forbes, 1998): las aves presente características propias (figs. 1a y 1b) (Ede,
1965; Dyce et al., 1999; König y Liebich, 2001):
• La existencia, en los huesos largos,
de unas corticales muy delgadas, poco • Desde un punto de vista filogenético y ontogénico,
elásticas y quebradizas, que tienden a algunos huesos han desaparecido o se han fusionado, como
fragmentarse cuando los huesos son es el caso, por ejemplo, de parte de las vértebras torácicas.
sometidos a un estrés. Esto es un inconve- • El esqueleto óseo es ligero, compacto y fuerte, pues
niente para la colocación de material de posee un gran contenido de fosfato cálcico.
osteosíntesis en la reducción de una frac- • Algunos huesos están neumatizados, es decir, presen-
tura, como las placas o los clavos intra- tan aire en su interior. Los sacos aéreos de las aves son
medulares. extensiones de serosa repletas de aire que salen de los pul-
• La presencia de un gran canal mones, que ocupan las cavidades corporales, alojándose
medular, sobre todo en los huesos neu- entre las vísceras. Estos sacos aéreos emiten divertículos que
máticos, como el húmero y el fémur. penetran entre las vísceras y en el interior de la cavidad
• El escaso recubrimiento de tejidos medular de los huesos vecinos, a través de pequeños orifi-
blandos en la mayoría de los huesos, que cios. Este proceso de neumatización de los huesos ocurre
están protegidos sólo por tendones, liga- de forma gradual y a expensas de la médula ósea, y está
mentos y piel. Otro dato a tener en cuen- más desarrollado en aves que son grandes voladoras, per-
ta es que en estas especies los huesos mitiendo así aligerar el peso de un esqueleto grande y fuer-
tienden a fragmentarse tras un impacto, y te. En el cráneo de las aves existe también neumatización,
las esquirlas óseas producidas pueden aunque estos espacios no conectan con el sistema de sacos
lesionar los tejidos blandos y afectar la aéreos, sino con las vías aéreas directamente. Entre los hue-
vascularización, comprometiendo así el sos que pueden estar neumatizados destacamos: vértebras
proceso de cicatrización (Bennett y cervicales, vértebras torácicas, costillas y húmero, el sinsa-
Kuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994). cro y el fémur.
10
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
A B
1. Cráneo; 2. Vértebras cervicales; 3. Vértebras torácicas; 4. Sinsacro; 5. Vértebras coxígeas; 6. Pigóstilo; 7. Esternón;
8. Clavícula; 9. Coracoides; 10. Escápula; 11. Húmero; 12. Cúbito y radio; 13. Mano (carpo, carpometacarpo y falan-
ges); 14. Coxal (ilion, isquion y pubis); 15. Fémur; 16. Tibiotarso y peroné; 17. Tarsometatarso; 18. Falanges.
Fig. 1.— A) Esquema del esqueleto de un ratonero común (Buteo buteo). B) Imagen del esqueleto de un ánade
friso (Anas strepera).
Otras peculiaridades del esqueleto cráneo, esqueleto axial y esqueleto apendicular. Así mismo,
aviar vienen condicionadas por el fenó- profundizaremos en las características anatómicas de los
meno de la puesta en las hembras: huesos largos, tanto medulares como neumáticos, con espe-
cial hincapié en su vascularización.
• La pelvis está abierta ventralmente
para facilitarla. CRÁNEO
• Previamente a la época de puesta
aparece hueso medular trabecular, que Las características más relevantes del cráneo de las aves
actuaría como reserva de calcio. Este son las siguientes:
exceso fisiológico de calcificación ósea,
es evidente en una radiografía, por lo que • La transformación de la región facial, de forma pirami-
deben evitarse posibles errores de diag- dal, en un largo pico desprovisto de dientes.
nóstico (Walsh, 1986; Silverman, 1989; • El gran tamaño de las órbitas, situadas entre el neuro-
Rodríguez-Quirós et al., 2000). cráneo y la región facial.
• La ligereza del cráneo como consecuencia de la
En este capítulo abordaremos el estu- neumatización de sus huesos.
dio del esqueleto óseo de las aves, que • La sólida unión de los huesos, ya desde etapas
de forma clásica se divide en tres partes: embrionarias.
11
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
a b
c 1. Cavidad timpánica.
2. Tabique interorbitario.
3. Arco yugal.
4. Mandíbula.
5. Hueso cuadrado.
6. Abertura nasal.
7. Maxilar.
8. Premaxilar.
9. Hueso nasal.
10. Cráneo.
11. Agujero magno.
12. Cóndilo occipital.
Fig. 2.— Cráneo, vista dorsal (a) y caudal (b) de un buitre leonado (Gyps fulvus) y vista lateral (c) de una
gallina (Gallus gallus).
El cráneo o calavera se diferencia en óseas. Esto hace que la cavidad craneal parezca mayor de
dos partes para su estudio: el cráneo pro- lo que es. El hueso occipital rodea al agujero magno, y ven-
piamente dicho, formado por huesos sóli- tral a él existe un solo cóndilo occipital, que articula con el
dos y muy unidos entre sí, y la región atlas, permitiendo movimientos amplios de la cabeza con la
facial, integrada por huesos más finos y columna vertebral (fig. 2b). En la parte inferior de la pared
menos soldados (fig. 2a). La mandíbula y lateral del cráneo existe una depresión semiesférica, la cavi-
el aparato hioideo completan el estudio dad timpánica (fig. 2c), la cual delimita la salida del meato
de los elementos óseos de la cabeza. acústico externo, y más en profundidad se sitúan las venta-
El cráneo aloja al cerebro, el cual es nas coclear y vestibular, que conducen al oído interno.
de gran tamaño y determina el contorno La región facial se caracteriza por el gran desarrollo que
posterior del mismo (Ede, 1965). Algunos alcanzan los globos oculares, los cuales desplazan a los hue-
de los huesos del cráneo son de gran sos que separan ambas órbitas, reduciéndolos a un tabique
grosor, ya que poseen hueso esponjoso interorbitario muy fino, difícil de apreciar en algunas radiogra-
intermedio, dispuesto entre dos láminas fías (McMillan, 1994). También disponen de una amplia aber-
12
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
tura nasal, delimitada por los huesos nasal, mecanismo por el cual se eleva el pico superior cuando des-
dorsalmente, y premaxilar, que es la base ciende el inferior, se conoce como cinesis, y ocurre en espe-
ósea del pico superior (figs. 2a y 2c). En cies que poseen tróclea craneofacial, como es el caso de
algunas especies como las psitácidas, el loros, papagayos o periquitos.
hueso nasal tiene una conexión cartilagi-
nosa flexible con el hueso frontal del crá- ESQUELETO AXIAL
neo (tróclea craneofacial), que les permite
elevar la mitad superior del pico a la vez Comprende los huesos de la columna vertebral, costillas
que descienden la mandíbula. La parte y esternón, pero también se podría incluir aquí la pelvis, ya
anterior del hueso nasal está escotada, for- que se encuentra firmemente unida al hueso sinsacro, que es
mando el borde posterior de la narina, parte del raquis. No obstante, describiremos la pelvis junto
situada detrás del pico. El hueso maxilar es con el esqueleto apendicular.
pequeño, se sitúa debajo de la abertura Para dar rigidez suficiente al tronco durante el vuelo y
nasal, y conecta con la articulación mandi- durante la locomoción en el suelo (durante la cual el tronco
bular mediante un hueso largo y fino, el está en posición horizontal y no vertical) la columna vertebral
arco yugal (arco cigomático en los mamí- se ha acortado y muchas de sus vértebras se han fusionado.
feros) (fig. 2c). La separación ósea entre Además, los músculos vinculados al raquis son muy reduci-
las cavidades nasal y oral existe sólo ros- dos. Podemos dividir la columna vertebral en varias seccio-
tralmente, a nivel de los procesos palatinos nes: cervical, torácica, sinsacro, caudal y pigóstilo.
de los huesos premaxilares, donde se dis-
pone también un pequeño hueso vómer. Vértebras cervicales
Más caudalmente, los huesos palatinos,
dispuestos como dos varillas a uno y otro El número de vértebras cervicales varía mucho con la
lado, unen los premaxilares con los huesos especie en función de la longitud del cuello, el cual es flexi-
pterigoideos, ventralmente a las órbitas. ble en contraste con el tronco, más rígido (figs. 1 y 3). En
La mandíbula es la base ósea del cualquier caso el número de vértebras cervicales es siempre
pico inferior, y consta de dos huesos finos mayor al de los mamíferos, esto es, mayor que 7, pudiendo
fusionados rostralmente, donde están llegar hasta 25 en algunas especies. La primera vértebra cer-
recubiertos del estuche córneo del pico. vical, el atlas, es un anillo que articula mediante una depre-
La mandíbula se une al cráneo entre la sión en su arco ventral, con el único cóndilo que posee el
órbita y el meato acústico externo, por los occipital. Caudalmente, el arco ventral presenta una faceta
huesos articular y cuadrado, que corres- para articular con la apófisis odontoides o diente del axis, la
ponden respectivamente a los huesos segunda vértebra cervical. Los movimientos del diente del
martillo y yunque de los mamíferos axis con el atlas son menos importantes en aves que en
(fig. 2c). El hueso cuadrado articula con mamíferos, pues la cabeza puede rotar con facilidad al exis-
el arco yugal y con la mandíbula, entre tir un solo cóndilo occipital. El axis posee una morfología
otros. Este hueso posee gran movilidad similar, aunque algo más compleja, que la del resto de vér-
en su articulación con la mandíbula y con tebras cervicales, que son cilíndricas y con procesos articu-
el cráneo. Cuando la mandíbula descien- lares desarrollados. Además, poseen apófisis para insercio-
de, el cuadrado se desplaza hacia delan- nes musculares: apófisis espinosa dorsal, una hipoapófisis en
te, y mueve a su vez al pterigoideo y la línea media ventral y apófisis costiformes, las cuales se diri-
palatino, elevando el pico superior. Este gen en punta caudalmente.
13
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
14
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
15
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
arqueamiento de la espalda. Esto indica En el extremo proximal, presenta dos tubérculos para inser-
que el coracoides es un hueso fuerte y ciones musculares, uno dorsal y otro ventral, flanqueados
resistente. La clavícula es un hueso fino por las crestas bicipital y pectoral. Cerca del tubérculo ven-
que se une con la del otro lado en la inter- tral existe un orificio neumático. El extremo ventral del húme-
clavícula o fúrcula, adoptando una mor- ro tiene dos cóndilos que articulan cada uno con el cúbito
fología de V (fig. 5). El ligamento esterno- y el radio.
clavicular sujeta la interclavícula al ester- El cúbito y el radio son huesos largos y fuertes, aunque
nón, mientras que una membrana liga- es el cúbito el que posee mayor diámetro y es más largo,
mentosa conecta el coracoides con la presentando una apófisis olécranon en su extremo proximal
clavícula en toda su longitud. La fúrcula (figs. 6 y 8). Estos huesos tienen escasa capacidad de rota-
sirve de unión entre las dos articulaciones ción, mientras que la articulación del codo actúa a modo de
del hombro y asegura la unión del cintu- bisagra, lo que aporta la rigidez necesaria para los movi-
rón torácico con el esqueleto axial. mientos del ala durante el vuelo.
El húmero es un hueso robusto y La mano se ha modificado mucho en comparación a la
aplanado en sus extremos (figs. 6 y 7). mano pentadáctila (figs. 6 y 9). Durante el desarrollo embrio-
Fig. 6.— Huesos del miembro Fig. 7.— Húmero izquierdo de un Fig. 8.— Cúbito y radio derechos de
torácico de un buitre buitre leonado (Gyps ful- un buitre leonado (Gyps ful-
leonado (Gyps fulvus). vus). 1. Cabeza del húmero; vus). 1. Cúbito; 2. Radio; 3.
1. Húmero, 2. Cúbito; 2. Tubérculo ventral; 3. Carpo; 4. Carpometacarpo.
3. Radio; 4. Carpo; Tubérculo dorsal; 4. Cresta
5. Carpometacarpo; bicipital; 5. Cresta pectoral;
6. Falanges. 6. Cóndilo ventral; 7. Epi-
cóndilo dorsal.
16
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
nario el carpo se reduce a dos pequeños unión de los tres huesos configura la cavidad articular para el
huesos, el carporradial y el carpocubital. En fémur, el acetábulo, que está perforado por un orificio. El ilion
algunas especies de rapaces, existe ade- es alargado y se extiende cranealmente más allá de la mitad
más un tercer hueso denominado accesorio del tronco. Se fusiona con el isquion (excepto en el agujero
del carpo (Smith et al., 1993). Los dos hue- isquiático) y con el sinsacro. El pubis no se fusiona con el
sos del carpo se articulan con el hueso car- isquion, ni existe sínfisis isquiopubiana, ya que el pubis se redu-
pometacarpo, que resulta de la fusión de ce a un estilete óseo que se une al borde del isquion. De esta
los metacarpianos II, III y IV y de algunos forma, la pelvis no es un anillo cerrado, sino que está abierta
huesos carpianos. Este hueso deja un espa- ventralmente, como ya mencionamos anteriormente, presentan-
cio intermetacarpal, que lo divide en un pro- do una gran concavidad. Esto facilita la puesta, y deja al ester-
ceso mayor y otro menor. Distalmente, el nón como soporte principal de las vísceras.
carpometacarpo se articula con las falan- El fémur posee una morfología similar al de los mamífe-
ges de los tres dedos: el dedo anterior, alu- ros (fig. 11). Su articulación con el acetábulo está firmemen-
lar o II, (con una falange); el dedo media- te reforzada por ligamentos, lo que hace que los movimien-
no, mayor o III (con dos falanges, una pro- tos que se salgan fuera del plano corporal estén restringidos.
ximal y otra distal) y el dedo posterior, Su extremo proximal es palpable y apto para toma de médu-
menor o IV, con una falange. la ósea (Dyce et al., 1999). En su extremo distal articula con
la rótula, alojada en un seno tendinoso, en el surco central
Extremidad pelviana de la tróclea (Ede, 1965).
17
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
18
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Éste consiste en una matriz ósea minerali- Los huesos están revestidos externamente por tejido con-
zada dispuesta en laminillas, que aloja a juntivo con capacidad osteogénica, el periostio, con excep-
las células óseas u osteocitos, y dispone ción de aquellas zonas que poseen cartílago articular e
de un sistema de canalículos intercomuni- inserciones de tendones y ligamentos. En estas zonas, por
cados. Las laminillas de hueso compacto tanto, la cicatrización de las fracturas no se verá favorecida.
se disponen, en su mayoría, de forma El estado funcional del periostio y, por lo tanto, su constitu-
concéntrica en torno a un canal vascular, ción microscópica, varían en función de la edad o la pre-
constituyendo una unidad estructural sencia de lesiones en el hueso. Las células formadoras de
conocida como osteona o sistemas haver- hueso, los osteoblastos, están en reposo en condiciones nor-
sianos. Los canales que ocupan el centro males en el adulto. La capa externa del periostio es acelular
de estos sistemas, son los canales haver- y posee vasos sanguíneos, que penetran en los canales de
sianos, que contienen uno o dos vasos Volkmann y contribuyen así a fijar aquél al hueso subyacen-
sanguíneos (capilares, vénulas o incluso te. Desde el periostio también penetran hacia el hueso corti-
arteriolas). Los denominados canales de cal, fibras de colágeno y elásticas.
Volkmann comunican estos canales haver- El endostio es una fina capa celular que tapiza todas las
sianos entre sí, con la cavidad medular y cavidades del interior del hueso, incluídos los canales haver-
con la superficie. Los vasos sanguíneos sianos o los espacios medulares del hueso esponjoso. Posee
del endostio y del periostio comunican también capacidad osteogénica.
con los de los sistemas haversianos, a tra-
vés de los canales de Volkmann. Huesos largos neumáticos
En el interior de la diáfisis se encuen-
tra una cavidad medular ocupada por la Ya adelantamos en la introducción, cuáles eran los hue-
médula ósea, que es activa (médula ósea sos que presentaban neumatización; las vértebras cervicales,
roja) en el embrión, formadora de células por el saco aéreo cervical; vértebras torácicas, costillas y
rojas sanguíneas, e inactiva en el adulto húmero, por el saco aéreo interclavicular; fémur y sinsacro,
(médula ósea amarilla). por los sacos aéreos abdominales (Walsh, 1986; McMillan,
Los extremos de los huesos largos o 1994; Romagnano y Love, 2000). La mayor parte de los hue-
epífisis están formados por tejido óseo sos neumáticos no son huesos largos, sino que pertenecen al
esponjoso, cubierto por una corteza del- esqueleto axial. Los únicos huesos largos neumáticos son el
gada de hueso compacto. El hueso húmero (Schwarze, 1970; McKibben y Harrison, 1986;
esponjoso lo constituyen una red de tra- Orosz et al., 1992) cuyo grado de neumatización depende
béculas, separadas entre sí por espacios de la especie, y el fémur, el cual no siempre aparece neu-
que se comunican con la cavidad medu- matizado (Sturkie, 1986). La característica de un hueso largo
lar de la diáfisis, y que carecen de vasos neumatizado es que posee un amplio canal medular, pero
sanguíneos, por lo que no hay sistemas carecen de médula ósea activa o inactiva, estando atrave-
haversianos como tales. Las células óseas sados por divertículos de los sacos aéreos (fig. 13). Durante
aquí se nutren por difusión. la respiración, el aire penetra en el interior de estos divertí-
La zona entre la diáfisis y la epífisis es culos, reduciendo su peso (Schwarze, 1970; McLelland,
la metáfisis, formada por hueso esponjo- 1992) contribuyendo además con el proceso de respiración.
so, y que en el animal joven se corres- En el estudio realizado por West y colaboradores (1996),
ponde con la placa epifisaria cartilagino- un corte transversal en la diáfisis del húmero de palomas pre-
sa, zona de crecimiento del hueso. sentaba las siguientes capas, de fuera adentro:
19
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
20
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
VALORACIÓN
PREQUIRÚRGICA DE
LAS FRACTURAS
J. RODRÍGUEZ QUIRÓS, A. GARCÍA GRAMSER, P. LLORENS PENA
Unidad de Cirugía. Departamento de Patología Animal II
Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid
E
L objetivo de la traumatología es recuperar la funcionalidad normal de la extremidad afectada.
Cuando trabajamos con aves, en algunos casos esto no es posible, puede no ser práctico e
incluso a veces puede no ser necesario. En este capítulo se describe la realización del examen
clínico del ave, el manejo preoperatorio de las fracturas y la valoración de una serie de factores
que van a determinar la elección del tratamiento y el pronóstico de la fractura. Estos factores son
el tipo de hueso afectado, la localización de la fractura en el hueso, el número de esquirlas óseas, la presen-
cia de fracturas abiertas, la antigüedad de la fractura, la presencia de varios huesos fracturados al mismo tiem-
po en el mismo animal y el grado de lesión de los tejidos blandos adyacentes.
21
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
E
Como se verá mas adelante, en este grupo las fracturas
es recuperar la funcionalidad localizadas en los huesos del ala tienen peor pronóstico que
normal de la extremidad afec- las que afectan a las extremidades inferiores. Cuando se tratan
tada. En algunos casos esto fracturas en mamíferos, se puede aceptar una cojera leve en
no es posible, puede no ser una extremidad. Sin embargo, cuando se trabaja con aves sal-
práctico e incluso a veces vajes, la fractura de un hueso del ala que no se resuelve satis-
puede no ser necesario. factoriamente, imposibilita al ave para la vida salvaje. Por ello,
Cuando se nos presenta en la consulta cualquier resultado que no permita recuperar al 100% la fun-
un ave con una fractura, surgen numerosas cionalidad normal puede ser valorado como un fracaso (Ben-
cuestiones en cuanto al tratamiento que
nett y Kuzma, 1992). Este mismo planteamiento también se
vamos a instaurar y al pronóstico. Uno de
puede aplicar a las aves de cetrería y a las palomas de carre-
los aspectos más importantes que va a
ra o de exhibición (Roush, 1980; Levitt, 1989).
determinar considerablemente la respuesta
Otro aspecto que complica la rehabilitación de este tipo
a estas dudas va a ser el tipo de ave que
de aves, es que la condición física de las mismas se deterio-
estamos tratando, o lo que es lo mismo, el
ra rápidamente cuando permanecen en inactividad forzada
nivel de funcionalidad esperado de la extre-
sin un ejercicio vigoroso. Estos animales necesitan recuperar
midad afectada. Por lo general, en trauma-
un alto nivel de rendimiento atlético después del traumatismo
tología de aves nos vamos a encontrar dos
y antes de su liberación, para poder sobrevivir en libertad
grandes grupos de animales.
(MacCoy, 1992).
En determinadas ocasiones, algunas aves salvajes que
Aves salvajes o silvestres
ingresan con lesiones que impiden su posterior liberación,
Este grupo de aves tiene unas exigen- pueden ser intervenidas para conseguir un nivel funcional
cias concretas, que vienen determinadas razonable que permita su adaptación a la vida en un zoo-
por la necesidad de devolverlas a su lógico, y/o la inclusión en programas de cría en cautividad
entorno natural (fig. 1). La resolución de o de educación ambiental. Numerosos autores consideran
fracturas en este tipo de aves es uno de que si no se consigue ninguno de estos objetivos se debe
los mayores desafíos para el veterinario y recomendar la eutanasia (Martin y Ritchie, 1994).
para los centros de recuperación, no sólo
por la dificultad que encierra la propia Aves en cautividad
fractura, sino también por el estado en el (aves de compañía, aves de exposición,
que ingresan muchas de estas aves trau- aves de cetrería, aves de competición y
matizadas. Esto supone la integración de las mantenidas como reproductoras)
muchos conocimientos y experiencia
sobre manejo, instalaciones, tiempo de Este grupo tiene unos requerimientos diferentes, pues en
reposo, inmovilización y rehabilitación. su mayoría no necesita recuperar totalmente la funcionalidad
En general, cuando se trabaja con de la extremidad afectada (Redig, 1986; Howard y Redig,
aves salvajes es necesario recuperar al 1993; Bennett, 1997; Forbes, 1998). El pronóstico de las
100% la anatomía y la funcionalidad de fracturas en estas aves es generalmente excelente (Roush,
la extremidad afectada para que el ani- 1980; Levitt, 1989).
22
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
23
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
EXAMEN CLÍNICO DEL AVE vadas por el cetrero sobre su puño, se le pedirá que realice sua-
ves rotaciones del puño con el objeto de desestabilizar al ave,
observando la asimetría de los movimientos de las alas. En
Por lo general, los clientes llevan las
ocasiones, esta maniobra puede revelar lesiones menores de
aves a la consulta en jaulas, en transporti-
nes, en cajas de cartón, sujeto por pihue- las extremidades inferiores al apreciarse una reducción en la
las y sobre el puño, o sueltas e incontro- habilidad del ave por asirse con su garra al puño.
ladas. Sin embargo, en la sala de espera Posteriormente se procede a coger al animal con una
todas las aves deber permanecer bajo toalla o paño de campo. En este procedimiento se debe
control. tener cuidado en no agravar o producir nuevas lesiones en
En primer lugar y antes de proceder la extremidad afectada. Se tumba al ave en decúbito dorsal
al examen del ave, se debe realizar una sobre la toalla o paño, y se emplean éstos para cubrir la
historia clínica completa, sobre todo si tra- cabeza del ave, e impedir que nos vea. Durante la explora-
bajamos con aves en cautividad: ción se examina la extremidad afectada y se compara con
la extremidad normal.
• Especie, sexo y edad del ave.
• Periodo de tiempo que hace que la Exploración física del ave
tiene el propietario. Saber si es una espe-
cie salvaje que ha sido capturada o pro- Para facilitar el examen en profundidad del ave se reco-
cede de cría en cautividad. En este último mienda su anestesia general, pues facilita su manejo al
caso se debe saber quién es el criador o encontrarse totalmente relajada. El examen de un ave cons-
dónde se adquirió el animal. ciente sólo permite el diagnóstico de fracturas y luxaciones
• Dieta en cautividad. evidentes, pero existen otros procesos ortopédicos, como
• Tipo de alojamiento. por ejemplo los esguinces, cuyo diagnóstico es más compli-
cado si el ave no está anestesiada. De igual forma, peque-
En cuanto al proceso traumatológico ñas fracturas o fisuras y lesiones articulares sólo son diag-
u ortopédico propiamente dicho convie- nosticables mediante la anestesia del ave.
ne saber: Se empieza por la exploración de las alas con el animal
posicionado en decúbito dorsal.
• Extremidad afectada.
• Causa del mismo: golpe, ataque de • Se tracciona de la punta de las plumas primarias de
un perro o gato, choque con un vehículo, cada ala, y suavemente y de forma simultánea se posicionan
etcétera. ambas alas en total extensión. Se debe valorar las sensaciones
• Si es un ave en cautividad que pre- percibidas durante la realización de esta maniobra y la simetría
senta cojera de la extremidad inferior, se existente entre ambas alas.
debe preguntar si la cojera es permanen- • Se examina cada hueso y cada articulación de forma
te o repentina. separada, primero en un ala y después sobre la otra. Poste-
riormente se repite explorando ambas alas al mismo tiempo.
Si es posible, se examinará al ave sin Las articulaciones de las alas suelen tener una gran laxitud
inmovilizar. Esto es fácil en aves de cetrería cuando se flexionan, pero son incapaces de moverse dorso-
o en loros domésticos. Se debe observar al ventralmente cuando se extienden.
ave mientras está tranquila. En aves de • Se valora el patagio, para valorar la existencia de heri-
cetrería con lesiones en las alas que son lle- das, tejido cicatricial, etc.
24
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
A continuación se posiciona el ave en • Para estabilizar al ave se administrarán fluídos (por vía
decúbito ventral. intravenosa o intraósea), corticosteroides, antibióticos de
25
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Hueso/Articulación Proyecciones
amplio espectro y/o alimentación de reducir el estrés y el dolor que supone la manipulación de la
soporte, con el fin de que la anestesia y herida y de los fragmentos de la fractura.
la cirugía puedan realizarse con seguri-
La estabilización del paciente es un aspecto muy impor-
dad (Martin y Ritchie, 1994).
tante. Por lo general, el animal que ha sufrido una fractura se
• Es conveniente además, si el ani- encuentra en un estado fisiológico de estrés máximo. Aunque
mal no está muy deprimido, proporcionar se aplique un tratamiento quirúrgico correcto, el ave puede
algún antiinflamatorio o analgésico (tabla morir como resultado del estrés asociado con el daño inicial
II), e incluso anestesiar al animal para o con la terapia aplicada (Blass, 1987).
Fármaco Dosis
26
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Una vez estabilizado el paciente, se cos sobre huesos y tendones, ya que éstos podrían resultar
procede a explorar la fractura para valo- dañados.
rar diversos aspectos que determinan en • Se estabilizarán los fragmentos óseos mediante un
gran medida el pronóstico de la misma: vendaje de la extremidad afectada, y además se debe admi-
hueso fracturado, localización de la frac- nistrar un antibiótico de amplio espectro como la enrofloxa-
tura, exposición de alguno de los frag- cina (10 mg/kg cada 12 horas, vía intramuscular) hasta que
mentos, aspecto del hueso expuesto, se obtengan los resultados de la microbiología.
número de esquirlas óseas y grado de • Por último, se colocará al animal en una caja en un
lesión de los tejidos blandos adyacentes. sitio tranquilo, oscuro y con una temperatura adecuada.
Es muy frecuente encontrarnos con fractu-
ras abiertas, por lo que se llevará a cabo Numerosos autores que trabajan con aves salvajes, reco-
el siguiente protocolo: miendan no realizar la cirugía antes de las primeras 24
horas, salvo por causas determinadas. Un elevado porcen-
taje de las aves salvajes mueren en las primeras 24 horas
• Si la herida está muy sucia y conta-
debido a sus enfermedades, independientemente de que
minada, en primer lugar habrá que retirar
intervengamos o no. Además, una apresurada intervención
aquellos elementos extraños como restos
quirúrgica puede ser causa del fallecimiento del ave y supo-
de plumas, arena, sangre y restos de teji-
ner una pérdida de tiempo para el veterinario (Harcourt-
do necrótico, mediante el lavado a pre-
Brown, 2001).
sión de la herida con suero estéril. En este
paso debemos ser cuidadosos a la hora
VALORACIÓN DE LA FRACTURA
de lavar fragmentos óseos de huesos neu-
máticos como el húmero y el fémur, por el
riesgo de paso de líquido a los sacos El éxito de la cicatrización ósea va a depender de la inte-
aéreos. gridad de la vascularización de la zona, la presencia de infec-
• Una vez libre de suciedad visible y ción, el desplazamiento existente entre los fragmentos y el
antes de poner ningún antimicrobiano local grado de movilidad del foco de fractura. En la valoración ini-
o sistémico, tomaremos una muestra para su cial de la fractura existen una serie de factores que van a deter-
cultivo microbiológico que permitirá instau- minar la elección del tratamiento y su pronóstico:
rar el tratamiento antibiótico adecuado.
a) Tipo de hueso afectado.
• A continuación se realizará la cura
b) Localización de la fractura en el hueso.
de la herida con lavados con suero Rin-
c) Número de esquirlas óseas.
ger Lactato, y una dilución de antibiótico
d) Presencia de fracturas abiertas.
de amplio espectro como la oxitetracicli-
e) Antigüedad de la fractura.
na al 10%. Generalmente, en esta fase no f) Presencia de varios huesos fracturados al mismo tiem-
se usan antisépticos iodados sobre el po en el mismo animal.
foco de fractura, debido al riesgo de g) Grado de lesión de los tejidos blandos adyacentes.
desecación del hueso.
• Posteriormente, se cubre la zona con Tipo de hueso afectado
una pomada antibiótica (por ejemplo, Der-
misone Triantibiótica®) y un apósito estéril En función del hueso afectado, e independientemente de
(p.ej., Tulgrasum Antibiótico®). No conviene las características de la fractura, habrá diferentes posibilida-
aplicar pomadas con preparados enzimáti- des de tratamiento y pronóstico.
27
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Fracturas localizadas en las alas el paso de porciones de alimento de gran tamaño a través del
esófago. En una de las aves el problema se resolvió después
El ala es una estructura ligera, dise- de 2 años. La otra se liberó y su cadáver se encontró más tarde
ñada con una elevada precisión y capaz caquéctico (Redig y Roush, 1978).
de soportar la gran actividad necesaria Dentro del ala, el pronóstico de la fractura variará en fun-
para el vuelo. El pronóstico de una frac- ción del hueso afectado:
tura localizada a este nivel es siempre
muy reservado. La reparación de la frac- • Las fracturas del húmero suelen ser abiertas, presentan
tura debe asegurar una cicatrización per- un gran desplazamiento y muy frecuentemente se produce la
fecta, pero también una recuperación superposición de los fragmentos debido a la fuerte masa
funcional total, sino el ave se desequili- muscular de los pectorales (fig. 3). Las fuerzas rotacionales
bra y no puede volar (Roush, 1980). aplicadas por estos músculos pueden predisponer a que las
Además, las fracturas mal reducidas pue- fracturas cicatricen con una mayor o menor deformación
den afectar la capacidad del animal rotacional, lo cual puede perjudicar significativamente el
para mantener el equilibrio y también vuelo (Bennett y Kuzma, 1992).
impedir el cortejo o la cópula (Bennett y • Entre el radio y el cúbito existe un movimiento de desli-
Kuzma, 1992). zamiento longitudinal. Si los fragmentos de radio y cúbito pre-
En las fracturas de las alas, las intensas sentan un gran desplazamiento, se producirá la cicatrización
fuerzas rotacionales ejercidas por los mús- de ambos huesos entre sí, dando lugar a una sinostosis. Esto
culos y tendones pueden causar deformi- supone una disminución de los movimientos de supinación y
dades torsionales considerables. El alinea- pronación de la porción distal de la extremidad, que podría
miento axial puede ser excelente, pero impedir la capacidad de maniobrar en vuelo (Roush, 1980;
unos pocos grados de rotación o una insig- Levitt, 1989; Bennett y Kuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994).
nificante malaunión, pueden determinar la
diferencia entre una cicatrización funcional
y una no funcional (Roush, 1980; Redig y
Roush, 1978; Levitt, 1989). En términos de
control aerodinámico, la porción distal del
ala es la parte más crítica. La existencia de
unos pocos grados de malalineamiento
axial del húmero no impide que el ave
pueda volar bien, sin embargo, un malali-
neamiento del ala distal excluye el vuelo
normal (Redig y Roush, 1978).
Por otra parte, cuando se trabaja con
fracturas en las alas de aves salvajes, el
hecho de recuperar la capacidad de vuelo
no garantiza la habilidad para sobrevivir en
Fig. 3.— Cárabo (Strix aluco). Proyección ventrodorsal. Fractu-
la naturaleza (Bennett y Kuzma, 1992). Por ra de la porción distal del húmero. Debido a la acción
ejemplo, en dos individuos con fracturas de de la musculatura insertada en el fragmento distal del
coracoides tratadas de forma conservativa, húmero éste se desplaza distalmente, llegándose a
el callo óseo exuberante formado impidió superponer sobre el antebrazo.
28
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
• Las fracturas del carpometacarpo tie- 1980; Bennett y Kuzma, 1992). Se debe tener cuidado, pues
nen un pronóstico peor que las de húmero, las reducciones que modifican el apoyo de una o de las dos
debido al escaso soporte de tejidos blan- extremidades pueden predisponer al ave al desarrollo de
dos. Las fracturas de este hueso normal- pododermatitis o de artrosis (Redig, 1986). En aves salvajes
mente son abiertas, con afectación de la que van a ser liberadas es aceptable un 20-30% de pérdida
vascularización de la porción distal del ala en la funcionalidad de la extremidad inferior, siempre que la dis-
(Redig y Roush, 1978; Redig, 1986a). función no afecte de forma importante la flexión o extensión de
la garra o la sujeción de alimentos (Martin y Ritchie, 1994). Este
Fracturas localizadas en las aspecto es importante en las aves de presa, pues necesitan sus
extremidades inferiores garras para la aprehensión del alimento (Bennett y Kuzma,
1992). En aves con un peso superior a 150 gramos no se debe
El tratamiento de las fracturas en las plantear la amputación de la extremidad, pues se predispone
a la presentación de pododermatitis en la extremidad contrala-
extremidades inferiores es menos crítico que
teral (Forbes, 1998).
en las alas, pues una ligera pérdida de la
Dentro de las extremidades inferiores, el pronóstico tam-
funcionalidad es menos grave para la
bién varía en función del hueso afectado. Las fracturas loca-
mayoría de las especies (fig. 4) (Roush,
lizadas en la porción proximal del hueso y que no afectan la
articulación, producen menos trastornos funcionales que las
situadas a nivel más distal (MacCoy, 1996). Las fracturas del
tarsometatarso tienen un pronóstico reservado debido al
escaso aporte vascular de la zona, y a que suelen ser abier-
tas (Redig y Roush, 1978).
Independientemente de la localización, las fracturas que
afectan a los huesos neumáticos (húmero y fémur) requieren
un tratamiento inmediato, pues la cavidad medular de estos
huesos comunica con el sistema respiratorio y puede exten-
derse la infección a estos órganos (Redig y Roush, 1978).
29
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
30
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
31
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
producir un secuestro óseo. En el caso necrosis ósea existente (fig. 9). Radiológicamente, la pre-
de producirse, el secuestro se retirará sencia de reacción ósea y la pérdida de nitidez de los
después de producirse la unión ósea límites de la fractura nos informa de la antigüedad de la
(Blass, 1987).
fractura (fig. 10).
• Algunos autores recomiendan la
eutanasia de aquellas aves que ingresan
con este tipo de fracturas (Mullen et al.,
1984; Howard y Redig, 1993; McCart-
ney, 1994).
32
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
33
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
34
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
35
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
VENDAJES EN AVES
E
N este capítulo se revisan los diferentes tipos de inmovilizaciones empleadas en el tratamiento no
quirúrgico de las fracturas en aves. Se describen las indicaciones y técnicas de aplicación de los
siguientes vendajes: vendaje directo del ala sobre el cuerpo, vendaje del ala en ocho, vendaje
en ocho y al cuerpo, vendaje del ala con dos vendas circulares, férula de Schroeder-Thomas,
cabestrillo de Ehmer, vendaje de Robert-Jones, férulas de coaptación, férula de Spica, vendaje
en bola, vendajes interdigital y digital, plantillas anatómicas y zapatos ortopédicos. De todos ellos, los más uti-
lizados son los vendajes en ocho y en ocho y al cuerpo para la inmovilización de las alas, y el vendaje de
Robert-Jones y las férulas de coaptación para las extremidades inferiores. Las garras admiten diversos tipos de
vendajes en función de los fines buscados. Por último, se describen las complicaciones más frecuentes y los cui-
dados que requieren estos procedimientos.
37
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
L
A coaptación externa se ha fracturas adyacentes; protegen la herida de la contamina-
empleado para el tratamien- ción externa, de la desecación y de los traumas adicionales
to de las fracturas en las aves por abrasión o por automutilación; absorben exudados y
desde muy antiguo. La apli- ayudan a debridar la superficie de las heridas (Degernes y
cación de las inmovilizacio- Redig, 1993).
nes en aves es bastante dife- Los materiales utilizados para la realización de vendajes
rente a la realizada en los mamíferos. La en aves deben ser blandos, flexibles y no muy adhesivos,
habilidad del veterinario clínico para lle- para evitar el daño del plumaje. Entre los materiales usados
var a cabo su aplicación se ve limitada encontramos: vendas de gasa, vendas autoadherentes, algo-
por la presencia de plumas, la anatomía dón, esparadrapo hipoalérgico, esparadrapo normal, férulas
de las extremidades y la tendencia que y apósitos absorbentes y no adherentes (Degernes y Redig,
tienen algunas especies por picarse 1993; Degernes, 1994; MacCoy, 1996).
(McCluggage, 1997). Cuando se aplica un vendaje, no se deben emplear
La coaptación externa está recomen- apósitos o vendas de algodón en la confección de la pri-
dada en determinadas circunstancias: aves mera capa, porque se ha observado que en las aves, estos
demasiado pequeñas para llevar a cabo apósitos se adhieren a la herida cuando se dejan dos o tres
un tratamiento quirúrgico; animales en los días, impidiendo la cicatrización. Por lo general, se emplean
que la anestesia y/o la cirugía pueden vendas de gasa ligeramente elásticas, ya que se adaptan a
poner en peligro su vida (por ejemplo, fallo la anatomía del animal. Con este material se confecciona un
renal, fallo hepático, enfermedad cardia-
almohadillado blando y ajustado a la porción inmovilizada,
ca, traumatismos en la cabeza); en fractu-
sirviendo de base para la aplicación posterior de otros mate-
ras con un mínimo desplazamiento entre
riales. La función del almohadillado será compensar la infla-
los fragmentos óseos y sin afectación arti-
mación de los tejidos blandos lesionados y absorber los flui-
cular; en fracturas conminuta severas
dos y exudados, almohadillando e inmovilizando la herida.
donde la reparación primaria es impracti-
Por último, se cubre todo con un material que mantenga a las
cable; en fracturas secundarias a una
capas anteriores en su sitio. Normalmente se emplea una
enfermedad metabólica ósea, en las que
capa de material no fibroso (por ejemplo, esparadrapo hipo-
el hueso no es capaz de soportar las téc-
alérgico o venda autoadherente), ya que cualquier fibra de
nicas de osteosíntesis; como método de
emergencia para estabilizar las fracturas la venda de gasa actúa como un cuerpo extraño, y cuando
hasta que la cirugía pueda ser realizada o el ave se acicala el plumaje, se estimula el picoteo sobre el
como soporte adicional de las fracturas vendaje para eliminarlo (sobre todo en psitácidas). Además,
reparadas por otros métodos. Se puede las fibras pueden enrollarse peligrosamente en diversas par-
emplear como técnica de estabilización tes del cuerpo produciendo graves lesiones (Degernes y
primaria, cuando se acepta una pérdida Redig, 1993; Martin y Ritchie, 1994; Bennett, 1997;
de función de la extremidad afectada McCluggage, 1997).
(p.ej., en aves de jaula) (Martin y Ritchie,
1994; Bennett, 1997). VENTAJAS E INCONVENIENTES
Además de las indicaciones traumato-
lógicas, los vendajes tienen otras funcio- La inmovilización externa de las fracturas presenta una
nes de interés: reducen los espacios muer- serie de ventajas e inconvenientes frente a la reducción qui-
38
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
rúrgica de las mismas. Entre las ventajas mal, o cuando no se sabe cómo vendar o inmovilizar de
destacamos: forma definitiva. El más sencillo es el vendaje directo del ala
sobre el cuerpo.
• No se altera el hematoma produci- • Los vendajes definitivos son aquellos que por ellos mis-
do en el foco de fractura, que será el que mos pueden resolver favorablemente una fractura sin necesi-
se reorganice y forme el callo óseo. dad de intervención quirúrgica. En numerosas ocasiones se
• Se evita el traumatismo tisular, que aplican después de una cirugía en la que se han utilizado
siempre conlleva el abordaje quirúrgico. técnicas de osteosíntesis, como complemento para conseguir
• El riesgo de infección es menor. una mayor estabilización de la reducción. Entre las inmovili-
• Esta técnica es más barata. zaciones definitivas encontramos: vendaje del ala en ocho,
vendaje en ocho y al cuerpo, vendaje del ala con dos ven-
Los inconvenientes más importantes son: das circulares, férula de Schroeder-Thomas, cabestrillo de
Ehmer, vendaje de Robert-Jones, férulas de coaptación, féru-
• La reducción de la fractura es la de Spica, vendaje en bola, vendajes interdigital y digital,
menos precisa. plantillas anatómicas y zapatos ortopédicos.
• Se limita drásticamente la utiliza-
ción de la musculatura de la extremidad Vendaje directo del ala al cuerpo
afectada y, por tanto, se produce su atro-
fia por desuso. Se trata de un vendaje temporal, que sólo debe utilizar-
• A menudo es bastante problemático se para evitar el empeoramiento de las fracturas durante el
proporcionar los cuidados adecuados al transporte del ave o mientras se espera a realizar la explo-
paciente durante el periodo de resolución ración clínica. Nunca se empleará como tratamiento definiti-
de la fractura. Por lo general, a mayor tiem- vo. Se lleva a cabo con venda autoadherente o incluso con
po de curación, mayor será el riesgo de esparadrapo hipoalérgico, en función del tamaño del ave.
presentación de complicaciones. Consiste en vendar el ala afectada al cuerpo en posición
fisiológica, pasando la venda alrededor del cuerpo, al
TIPOS DE VENDAJES mismo tiempo que se engloba el ala afectada (fig. 1). La
inmovilización puede coger las dos alas o sólo la fracturada
Los vendajes utilizados para la reduc- (Rodríguez Quirós et al., 1996).
ción de las fracturas en aves pueden pro-
porcionar una estabilización temporal o Vendaje en “8”
permanente.
Se trata de uno de los vendajes más utilizados en trau-
• Los vendajes temporales son aque- matología de aves. Entre las indicaciones del mismo desta-
llos que se aplican con el fin de que el camos:
ave no se haga más daño y no empeore
el estado de la fractura hasta que se deci- • Tratamiento no quirúrgico de las fracturas de las falan-
da cuál es la mejor opción de tratamien- ges, del carpometacarpo y algunas de cúbito y de radio
to. Estas inmovilizaciones se harán en el (sobre todo, si uno de los dos huesos está intacto) (fig. 2).
momento en el que se recoge el ave para • Inmovilización de las luxaciones de codo y de carpo.
transportarla a un centro de recuperación, • Inmovilización del ala después del tratamiento quirúr-
cuando se retrasa la exploración del ani- gico del cúbito, radio o carpometacarpo.
39
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Fig. 2a.— Proyección ventrodorsal. Fractura abier- Fig. 2b.— Radiografía control a los 21 días des-
ta y conminuta de la porción distal de la pués de un tratamiento conservativo
diáfisis del cúbito derecho. El radio per- con un vendaje en ocho.
manece intacto, por lo que se decide
un vendaje en ocho.
40
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
41
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
42
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
ave pueda respirar correctamente y no la línea media dorsal del cuerpo, para prevenir el desplaza-
debe obstruir el tracto gastrointestinal. Se miento. El ala normal puede incluirse en el vendaje o dejarse
revisará que una vez aplicado se puedan fuera para mantener el equilibrio del ave. Algunos autores apli-
introducir los dedos (o la mano entera si caban tres vendas circulares: una anterior al tórax, otra alrede-
es un ave de gran porte) entre la quilla y dor del abdomen y una tercera sobre la cola y la porción dis-
el vendaje. tal de las alas (Bennett, 1997; MacCoy, 1996).
Durante la aplicación del vendaje las
extremidades se mantendrán extendidas, Férula de Schroeder-Thomas modificada
para evitar que éste las englobe en su
porción caudal (Redig, 1993; Degernes, Este vendaje ha sido muy utilizado en traumatología de
1994; Antinoff, 1996; Bennett, 1997; pequeños animales. La modificación de esta férula realizada
McCluggage, 1997). por Redig para su uso en aves ha dado buenos resultados
en rapaces diurnas, con un peso superior a 150 gramos.
Vendaje de las alas con dos Está indicada en el tratamiento de:
vendas circulares alrededor
del cuerpo • Fracturas distales de tibiotarso y de tarsometatarso.
• Inmovilización postquirúrgica de fracturas de tibiotar-
Está indicado en las siguientes situa-
so tratadas quirúrgicamente, mediante un enclavijamiento
ciones:
intramedular.
• Fracturas de húmero y de la cintura
escapular.
• Fracturas del ala en aves demasia-
do pequeñas, en las que es difícil llevar a
cabo técnicas quirúrgicas.
• Fracturas con mínimo desplaza-
miento.
• Fracturas conminuta severas de la
epífisis proximal o distal de los huesos del
ala. En esta situación, la función articular
está perdida y el ala puede colocarse en
una posición normal mientras se produce
la anquilosis.
43
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
No se recomienda su uso en fracturas tico debe ser del tamaño adecuado a la porción proximal
de fémur y de los dos tercios proximales de la extremidad, con objeto de conseguir la mayor adap-
del tibiotarso, pues la flexión extrema de tación del mismo a la extremidad y al cuerpo del ave. Este
la articulación de la cadera y el gran plie- anillo se acolcha con esparadrapo, para proteger los tejidos
gue inguinal hacen que la férula no blandos. Las varillas descendentes se angulan hacia el exte-
pueda colocarse lo suficientemente proxi- rior unos 70º, por debajo de la anilla vertical, lo que le per-
mal como para inmovilizar las articulacio- mite su separación del cuerpo (fig. 8-A). Estas varillas adop-
nes de la rodilla y la cadera. tan la posición de la extremidad, que debe estar ligeramen-
La férula de Schroeder-Thomas se ela- te flexionada a nivel de la articulación del tarso. La longitud
bora con un alambre bastante rígido u total de la férula debe ser algo mayor que la de la extremi-
otro material metálico similar. Consiste en dad en flexión y las garras extendidas (fig. 8-B). Una vez
la realización de un anillo elíptico, que se moldeadas las varillas y adaptadas a la extremidad, se fija
prolonga distalmente en dos varillas (más la extremidad previamente vendada a los bordes metálicos
o menos paralelas) que se unirán entre sí de la férula, con pequeñas porciones de esparadrapo
por debajo de la garra del ave una vez (fig. 8-C). Finalmente se recubre totalmente la férula con
se proceda a su colocación. El anillo elíp- venda autoadherente o esparadrapo (fig. 8-D).
A B
C D
Fig. 8.— Esquema de la aplicación de una férula de Schroeder-Thomas (adaptado de Redig, 1986).
44
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Al colocar la férula, se evitará la tibiotarso, así como en aves de más de 500 gramos. Se
hiperextensión de la extremidad. Si la recomienda su empleo en aves jóvenes en las que la cicatri-
extremidad se encuentra demasiado zación se produce muy rápidamente.
extendida, la férula puede ser demasia- Este vendaje consiste en la aplicación de un almohadi-
do larga, provocando molestias al ani- llado abundante (p. ej., venda de gasa) y posteriormente
mal y pérdida del equilibrio (Redig, una venda autoadherente. Cuando la fractura se localiza en
1993; Degernes, 1994; Hess, 1994; el tarsometatarso se debería prolongar la inmovilización con
Antinoff, 1996; MacCoy, 1996; Bennett, un vendaje en bola para inmovilizar la garra. Los principales
1997; McCluggage, 1997). inconvenientes son que el almohadillado puede provocar un
compromiso vascular y, además, la aplicación del vendaje
Cabestrillo de Ehmer modificado manteniendo la extremidad en posición funcional es difícil
(Redig, 1993; Degernes, 1994; Hess, 1994; Antinoff, 1996;
Se emplea en el tratamiento de frac- MacCoy, 1996; Bennett, 1997; McCluggage, 1997).
turas de tibiotarso y tarsometatarso sin
desplazamiento. El tibiotarso y el tarso- Férulas de coaptación
metatarso se vendan juntos usando uno
como soporte del otro hueso fracturado. Se trata de un vendaje que consta de un almohadillado
Entonces la extremidad se venda al cuer- (similar al vendaje de Robert-Jones), sobre el que se aplica un
po con la venda lateral a la extremidad, molde de material rígido que cubre la porción afectada de la
sobre el sinsacro y alrededor del abdo- extremidad, manteniendo los extremos óseos de la fractura en
men (Bennett, 1997). Su gran inconve- una posición reducida hasta que se produzca la cicatrización.
niente es la limitación funcional que causa
Las indicaciones de esta inmovilización son:
en determinadas aves.
• Tratamiento no quirúrgico de fracturas de la porción
Vendaje Robert-Jones modificado
media y distal del tibiotarso, y de tarsometatarso.
• Inmovilización de la articulación del tarso.
Se puede emplear como un vendaje
• Protección de los tejidos blandos del tibiotarso o tar-
temporal. Su utilización está recomendada
sometatarso.
en:
• Inmovilización del tibiotarso después de un enclavija-
• Fracturas simples del tercio distal miento intramedular.
del tibiotarso y del tarsometatarso.
• Traumatismos de la articulación del Entre los materiales empleados en la confección de las
tarso. férulas destacamos:
• Postquirúrgico de las lesiones ante-
riores (fig. 9). • Láminas de aluminio, que suelen tener una cara acol-
• Inmovilizaciones realizadas en el chada.
tratamiento de lesiones de tejidos blan- • Vendajes ortopédicos termoplásticos (p.ej., Vet-lite©,
dos localizadas en los dos tercios distales Hexcelite©, etc.).
de la extremidad. • Fibra de vidrio.
• Plásticos. En aves pequeñas es frecuente la fabricación
Está contraindicado para fracturas del de férulas con el plástico de las jeringuillas.
fémur o de los dos tercios proximales del • Madera (p.ej., depresores linguales).
45
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Fig. 9.— Detalle de un vendaje Robert- Fig. 10.— Detalle de una férula de coapta-
Jones, utilizado en la inmovilización ción, antes de ser fijada con
postquirúrgica de una fractura de venda autoadherente al almoha-
tibiotarso. Se realiza un almohadi- dillado previo.
llado previo, sobre el que se aplica
una venda autoadherente.
Férulas de Spica
46
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Vendaje en bola
47
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
48
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
COMPLICACIONES
49
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
TÉCNICAS DE
OSTEOSÍNTESIS
EN AVES
J. RODRÍGUEZ QUIRÓS, J. RECUERO GIL, F. SAN ROMÁN ASCASO
Unidad Docente de Cirugía. Dpto. de Patología Animal II
Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid
E
L objetivo de este capítulo es describir las diferentes técnicas empleadas en la resolución quirúr-
gica de las fracturas en aves. Entre ellas destacamos las agujas intramedulares, los cerclajes, los
fijadores externos, las agujas de polipropileno intramedulares, las plazas de osteosíntesis, y las
combinaciones de una o más de estas técnicas. De todas, las más utilizadas son las agujas intra-
medulares y los fijadores externos. Los fijadores externos estabilizan la fractura y cumplen la
mayoría de los principios que una técnica quirúrgica debe proporcionar en la reducción de la fractura. En trau-
matología de aves se han descrito una gran variedad de formas de aplicación de los fijadores externos. En los
últimos años, es frecuente encontrar la combinación del enclavijamiento intramedular con los fijadores externos,
consiguiendo que esta configuración sea mucho más resistente que cada uno de los procedimientos emplea-
dos por separado, y además reduce la morbilidad asociada a la inmovilización de la extremidad, necesaria
en otras técnicas.
51
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
L
OS mejores resultados en • Necesidad de anestesiar al ave.
cuanto a la cicatrización • Experiencia quirúrgica mayor.
ósea y a la recuperación fun- • Traumatismo quirúrgico por la realización de un abor-
cional de la extremidad se daje para acceder al foco de fractura, lo que incrementa el
obtienen con la fijación inter- riesgo de presentación de complicaciones.
na de la fractura. Cuando se • Coste económico superior (Bennett, 1997).
decide intervenir una fractura debemos
tener en cuenta los principios que debe Entre los procedimientos quirúrgicos empleados para la
cumplir la técnica seleccionada: resolución de fracturas de huesos largos en aves encontra-
mos el enclavijamiento intramedular, los cerclajes, los fijado-
• Conseguir la alineación anatómica res externos, los clavos de polipropileno intramedulares, com-
con mantenimiento de la longitud original binados con cemento óseo de polimetilmetacrilato (PMM) y
del hueso, del alineamiento axial y de la las placas de osteosíntesis (Redig, 1986b; Redig, 1987;
orientación rotacional de ambos frag- Martin y Ritchie, 1994; Bennett, 1997).
mentos. Las placas y los fijadores externos son los sistemas de
• Proporcionar una estabilización osteosíntesis más estables. Las placas proporcionan un ali-
rígida con neutralización de las fuerzas neamiento anatómico con una estabilización rígida del foco
de rotación, flexión, deslizamiento y com- de fractura, no afectando la movilidad de las articulaciones
presión que se producen en el foco de adyacentes, lo cual permite un retorno temprano de la fun-
fractura, y que hacen que éste sea inesta- cionalidad. En aves, esta técnica es relativamente cara, téc-
ble. Cada fractura se caracteriza por pre- nicamente difícil de implantar debido a las delgadas corti-
sentar unas fuerzas concretas: cales de los huesos, y además requiere un equipo especiali-
– Fracturas transversas: rotación y
zado y un cirujano conocedor de la técnica. De momento, el
flexión.
uso de las placas de osteosíntesis se limita a grandes aves
– Fracturas oblicuas y espiroideas:
corredoras con corticales gruesas.
deslizamiento, rotación y flexión.
Los fijadores externos estabilizan la fractura y cumplen la
– Fracturas conminuta: compresión,
mayoría de los requisitos indicados anteriormente. Este pro-
deslizamiento, rotación y flexión.
cedimiento, junto con el enclavijamiento intramedular, son las
• Mínima interferencia sobre la for-
técnicas de osteosíntesis más empleadas en traumatología
mación del callo óseo.
de aves.
• Provocar el mínimo daño de los teji-
dos blandos adyacentes.
• Permitir el apoyo y la carga de ENCLAVIJAMIENTO INTRAMEDULAR
peso de la extremidad, facilitando una
rápida recuperación de la funcionalidad A pesar de los inconvenientes que esta técnica puede
de la extremidad y tolerando cierta movi- tener, continúa siendo una de las utilizadas con mayor éxito
lidad y actividad de la misma sin lesionar en traumatología de aves, barata y relativamente sencilla
otras partes del cuerpo. (Redig, 1986b; MacCoy, 1996; Bennett, 1997). En función
• Ser resistentes a la pérdida (Martin del tamaño del ave, se pueden emplear agujas de Kirschner,
y Ritchie, 1994; Piermattei y Flo, 1997; clavos de Steinmann, agujas hipodérmicas y agujas de sutu-
Redig, 1997). ra rectas.
52
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
53
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
• En el húmero, se puede realizar un cera plumas secundarias. En primer lugar se aplica perpendi-
enclavijamiento retrógrado, en el que la cularmente al hueso, abriendo un pequeño orificio en la corti-
aguja sale a nivel de la cresta pectoral cal y, a continuación, la dirección de entrada de la aguja se
(fig. 2). También podemos enclavijarlo nor- angula, para facilitar su introducción a lo largo de la cavidad
mógradamente, introduciendo la aguja a medular del cúbito. Así se evita la articulación del codo y tam-
través de la cresta pectoral o desde el epi- poco se lesiona la articulación del carpo. Si se enclavija de
cóndilo medial de la epífisis distal, evitando forma retrógrada, debemos forzar la aguja a salir en dicho
atravesar la articulación del codo. punto de curvatura característico del cúbito, para evitar dañar
• En el cúbito, el enclavijamiento se la articulación del codo.
lleva a cabo de forma normógrada desde • En el radio, la salida de la aguja se produce cerca de
el fragmento proximal al distal. La aguja se la articulación del carpo. Este enclavijamiento lesiona esta
introduce en la curvatura proximal del cúbi- articulación, pero no llega a ser tan grave como lo puede
to, entre las inserciones de la segunda y ter- ser el daño a nivel de la articulación del codo.
Fig. 2a.— Fractura cerrada de la Fig. 2b.— Radiografía postquirúr- Fig. 2c.— Radiografía control a
porción media de la gica: reducción median- los 15 días una vez
diáfisis del húmero. La te enclavijamiento intra- retirada la aguja y en
fractura es simple y medular del húmero de la que se aprecia la
oblicua. forma retrógrada, con fractura ya reducida.
una aguja de Kirschner.
Durante el postoperato-
rio el ala se inmovilizó
con un vendaje en ocho
y al cuerpo.
54
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Normalmente se utilizan cerclajes de Los fijadores externos proporcionan una alineación anató-
acero inoxidable, disponibles en diferen- mica buena y una gran estabilidad frente a las fuerzas de rota-
tes diámetros. En aves pequeñas se pue- ción, flexión, deslizamiento y compresión de los fragmentos.
den emplear suturas reabsorbibles y sutu- Dan lugar a una rápida cicatrización de la fractura, con mínima
ras de acero inoxidable (Bennett y formación de callo óseo y no dañan estructuras articulares y
Kuzma, 1992). En cualquier caso, no es periarticulares. Además, pueden mantener la distancia y la lon-
necesaria su retirada. gitud del hueso incluso en fracturas conminuta. Permiten una
55
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Indicaciones
56
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
57
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Fig. 4.— Vendaje ortopédico termoplásti- • El diámetro de las agujas debe adaptarse al paciente.
co utilizado para englobar todas Si el diámetro de las agujas es demasiado pequeño, éstas
las agujas transfixiantes. son muy flexibles y pueden permitir una movilidad excesiva
del foco de fractura. Por el contrario, si el diámetro es exce-
• Independientemente del tipo de sivo se producirá un debilitamiento y una fractura del punto
aguja empleada y de la configuración de anclaje. Se recomienda que no debe ser superior al 20%
elegida, las agujas atravesarán las dos del diámetro del hueso.
corticales del hueso. • La disposición de las agujas que aporta mayor rigidez al
• Las agujas pueden implantarse montaje final se consigue mediante la aplicación de la aguja
paralelas entre ellas y perpendicularmen- más proximal y de la más distal lo más alejadas posible del
te con respecto al eje longitudinal del foco de fractura, mientras que las agujas centrales deben situar-
hueso, o bien se pueden insertar con cier- se lo más cerca posible del foco de fractura.
ta angulación con respecto al eje del • La distancia entre la barra conectora y la piel debe ser
hueso. Debido a que las aves presentan la adecuada, evitando que la primera contacte directamen-
unas corticales muy finas, se recomienda te con la piel (Martin y Ritchie, 1994; MacCoy, 1996; Ben-
la aplicación angulada de al menos una nett, 1997; Piermattei y Flo, 1997; Redig, 1997).
de las agujas de cada fragmento (sobre
todo, en los fijadores unilaterales). En Actualmente el problema de la pérdida de anclaje de las
aves, el ángulo recomendado entre las agujas transfixiantes en las aves se ha resuelto mediante la utili-
agujas de cada fragmento varía entre los zación de agujas parcialmente roscadas en un extremo
autores, pudiendo oscilar entre 35-55º. (Howard y Redig, 1994; Bennett, 1997; Redig, 1997; Deger-
• El número mínimo de agujas apli- nes et al., 1998). En el mercado encontramos disponibles agu-
cadas por fragmento debe ser de dos. jas parcialmente roscadas, con rosca positiva y negativa para
58
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
su utilización en veterinaria. Además de las y los bilaterales (tipo II) en tibiotarso y tarsometatarso (Redig,
agujas roscadas en un extremo, encontra- 1986b; Bennett y Kuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994).
mos agujas roscadas en el centro y agujas
totalmente roscadas. Las agujas roscadas Configuración “tie-in”
en su porción central se emplean sobre
todo en mamíferos para configuraciones Recientemente se está utilizando cada vez más la combi-
tipo II (Piermattei y Flo, 1997). Las agujas nación de un fijador externo tipo I con una aguja intramedu-
totalmente roscadas han sido empleadas lar que se incluye en el material conector del primero (confi-
en aves en combinación con cemento óseo guración “tie-in”). Esta técnica está indicada para el trata-
(PMM) en el tratamiento de fracturas de miento de fracturas complejas. La combinación de ambas téc-
húmero y fémur (Redig, 1997). En la actua- nicas quirúrgicas estabiliza la fractura, es capaz de resistir
lidad, se comercializa un diseño especial todas las fuerzas que actúan sobre el foco de fractura, y es
de agujas roscadas, que presentan una más resistente que cada una de las técnicas por separado.
porción con rosca positiva y otra porción Entre las ventajas destacan el mantenimiento del alineamien-
con una superficie áspera para permitir un to axial, disminuye el riesgo de pérdida de la aguja y su
mejor contacto con el material conector migración; así como la facilidad para aplicarla en fracturas
(Bennett, 1997). abiertas, conminuta y con pérdida de tejido óseo. Además,
permite la carga y utilización de la extremidad en el posto-
Tipos de configuraciones peratorio inmediato (Redig, 2001) (fig. 7).
Una clasificación sencilla consistiría CLAVOS DE POLIPROPILENO Y CEMENTO
en dividirlos en tres grupos:
ÓSEO INTRAMEDULARES
• Tipo I o unilateral. Las agujas atra-
viesan ambas corticales óseas, pero sólo Esta técnica consiste en la reducción de las fracturas
penetran por un lado de la piel. La barra mediante la colocación intramedular de un clavo de plástico
conectora se encuentra sólo en una cara de polipropileno y cemento óseo.
de la extremidad (fig. 6). Los clavos de polipropileno son muy ligeros (hasta un 13%
• Tipo II o bilateral. Las agujas atra- menos de peso que los de acero inoxidable), fácilmente mane-
viesan ambas corticales y ambos lados jables, esterilizables y baratos. Son biológicamente inertes y no
de la piel. En este caso se emplean dos es necesaria su retirada tras la cicatrización de la fractura.
barras conectoras. Su empleo va a permitir disminuir la presentación de
• Tipo III. Son una combinación entre determinados problemas secundarios a la prolongada inmo-
el tipo I y el tipo II. Se coloca un fijador vilización, tales como la anquilosis articular o artritis, las con-
tipo II y un fijador tipo I formando un tracturas de tejidos blandos y la atrofia muscular severa.
ángulo de 90º con el anterior. De esta Habrá un mínimo daño de los tejidos blandos, una mínima
manera se crea una estructura tridimensio- formación de callo óseo y una rápida recuperación de la
nal (Martin y Ritchie, 1994; MacCoy, funcionalidad de la extremidad.
1996; Bennett, 1997; Olsen et al., 2000). Los principales inconvenientes del cemento óseo son la
necrosis térmica, la infección y la inhibición de la formación del
Los fijadores externos unilaterales callo endóstico (Lind et al., 1989; Degernes et al., 1993; Mar-
(tipo I) se aplican en las fracturas de tin y Ritchie, 1994; Bennett, 1997). Además, no existen estudios
húmero, cúbito, carpometacarpo y fémur, a largo plazo de cómo se comporta el complejo implante-
59
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Cigüeña común
(Ciconia ciconia). Adulto, 2,5 kg.
hueso (Redig, 2001). Como medida en la (Redig, 2001). Este procedimiento se puede aplicar en fractu-
actualidad se están empleando clavos de ras próximas a las articulaciones siempre que exista un mínimo
ácido poliglicólico reabsorbibles (Harcourt- de 1-2 cm de canal medular para poder llevar a cabo el pro-
Brown, 2002). tocolo descrito a continuación. No está indicada en fracturas
abiertas o conminutas, por la posibilidad de infección (Martin
Indicaciones y Ritchie, 1994; Bennett, 1997).
Aunque esta técnica se ha usado para Método de aplicación
fracturas diafisarias de cualquier hueso,
está indicada principalmente para fracturas La aplicación de los clavos intramedulares de plástico
diafisarias de húmero y fémur en aves gran- combinados con cemento óseo requiere la realización de
des con un peso superior a 500 gramos una serie de pasos:
60
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Cárabo
(Strix aluco). Adulto, 360 gramos
61
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
62
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
63
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
64
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
CLAVOS EN AVES
L
OS clavos constituyen una enfermedad de gran importancia en la medicina de aves cautivas.
En este capítulo se detallarán las principales causas responsables de su presentación, la pato-
genia de la enfermedad, la clasificación de los clavos, las técnicas de diagnóstico emplea-
das y el tratamiento seguido en cada uno de los tipos de clavos. Los casos más sencillos pue-
den curar espontáneamente, mientras que los casos graves pueden necesitar tratamiento médi-
co o incluso quirúrgico, bajo riesgo de que el problema se complique, se cronifique o se produzca la pér-
dida de función de la extremidad, hecho que podría suponer la eutanasia del animal. Por último, se repa-
sarán aquellos aspectos que deben ser indicados al propietario del ave, y que facilitarán la vigilancia y pre-
vención de su presentación.
65
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
INTRODUCCIÓN ETIOPATOGENIA
E
N la práctica de la cetrería Los clavos se han descrito en muchas especies de aves,
con aves rapaces, los “cla- pero tienen mayor importancia clínica en rapaces, anserifor-
vos” (“Bumblefoot” en inglés) mes, pingüinos, aves zancudas, galliformes, psitaciformes y
representan cualquier proce- paseriformes.
so inflamatorio de la planta La etiopatogenia de esta enfermedad es compleja y toda-
del pie de las citadas aves. vía no ha sido completamente establecida. En un intento de
Los conocimientos referentes a las diferen- comprender la secuencia de procesos patogénicos y estable-
tes presentaciones y tratamientos de esta cer el tratamiento más eficaz, se ha comparado esta entidad
dolencia están documentadas, incluso con otras similares descritas en medicina humana y veterinaria,
desde la Edad Media, en tratados de como las úlceras de decúbito (Harcourt-Brown y Forbes,
cetrería (López de Ayala, 1986). 1996) y el granuloma bacteriano (Remple y Al-Ashbal, 1993).
El término “clavos” para denominar a
esta patología se debe a que, histórica- Causas
mente, la lesión más comúnmente obser-
vada era una costra oscura, similar a un La etiología de los clavos es multifactorial y con frecuen-
clavo de zapatero. A la hora de estable- cia coinciden varias causas que predisponen al desarrollo
cer un término que designe con precisión de la enfermedad. Para una comprensión más sencilla del
esta patología, algunos autores usan el proceso, se clasifican las causas en los siguientes grupos:
término pododermatitis como sinónimo de
clavos (Hudelson y Hudelson, 1995),
Higiene deficiente de la instalación
mientras que otros restringen esta denomi-
nación, exclusivamente para los procesos
Incrementa el riesgo de infecciones secundarias por con-
inflamatorios de la piel (Cooper, 1985).
taminación fecal, por flora del suelo, por putrefacción de res-
En el presente escrito emplearemos el tér-
tos de comida, por exceso de acumulación de heces... (fig. 2).
mino clavos para denominar, genérica-
mente, a la inflamación del pie de las
Factores que afectan a la circulación
aves con manifestaciones clínicas que
sanguínea del pie
abarcan desde el eritema de la piel hasta
los procesos degenerativos que llegan a
comprometer la viabilidad de la planta • Posaderos inadecuados. Si el reparto del peso cor-
del pie (fig. 1). poral no es regular en la superficie de apoyo del pie, se pro-
Los clavos son una enfermedad de duce compresión e isquemia de esta zona. Si la percha es
gran importancia en la medicina de aves demasiado ancha y plana, las lesiones se localizan en las
cautivas. Los casos más sencillos pueden almohadillas digitales; en cambio, si la percha es demasia-
curar espontáneamente, mientras que los do estrecha, el exceso de presión se concentra en las almo-
casos graves pueden necesitar tratamien- hadillas metatarsales (fig. 3).
to médico o incluso quirúrgico, bajo ries- • Uñas sobrecrecidas. Son responsables de que el ave
go de que el problema se complique, se no apoye el pie normalmente, y pueden favorecer las auto-
cronifique o se produzca la pérdida de lesiones al cerrar las garras.
función de la extremidad –hecho que • Malnutrición. En aves rapaces, psitaciformes y paseri-
podría suponer el sacrificio del animal–. formes, la deficiencia de vitamina A puede provocar hiper-
66
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
67
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Fig. 3.— Eritema y heridas por un posadero excesi- Fig. 4.— Hiperqueratosis e inicio de clavo en la super-
vamente liso e inadecuado, en un loro ama- ficie plantar de la extremidad de un águila
zónico. (fotografía cedida por Ricardo Brandao).
Fig. 5.— Inflamación de la extremidad y heridas en los Fig. 6.— Clavos en una gaviota cautiva por pavimento
dedos en un halcón peregrino (Falco peregri- seco y excesivamente rugoso.
nus), por enredarse con las pihuelas.
68
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
daria a malnutrición, parasitación intesti- ganismos patógenos por punción de la piel, o bien por pér-
nal grave...). dida de la cohesión normal en la estructura del epitelio (la
• Enfermedades concomitantes: enfer- primera barrera contra la infección), que permite la entrada
medad hepática, renal, pancreática... de microorganismos a los tejidos subyacentes. Una vez se
• Estrés crónico: problemas relacio- instaura la infección, ésta evolucionará hacia un proceso
nados con el manejo y las condiciones inflamatorio o caseoso típico de los clavos, que se acompa-
ambientales (temperaturas extremas, ele- ñará de los signos clínicos habituales (pie caliente, hinchado,
vada densidad de animales...). doloroso...). A partir de este punto, la enfermedad puede
progresar de forma que llegue a afectar a estructuras mucho
PATOGENIA más internas (fascias, tendones, ligamentos, huesos...), resul-
tando inevitable el tratamiento quirúrgico del proceso; o
La patogenia de los clavos es dinámi- incluso provocando la pérdida de la extremidad y la imposi-
ca y pasa por tres fases: una de inicia- bilidad de recuperación del animal. Como microorganismos
ción, una de infección bacteriana y otra aislados en cultivos de clavos, figuran diferentes especies
de respuesta inapropiada del huésped bacterianas del género Pseudomonas spp, Staphylococcus
(Remple y Forbes, 2000). aureus (especie bacteriana más frecuentemente aislada en
clavos de rapaces mantenidas en cautividad) (Riddle, 1981;
Iniciación del proceso Cooper, 1985; Remple y Remple, 1987; Remple, 1993; Lind-
say Oaks, 1993), Staphylococcus. epidermidis, Clostridium
Se caracteriza por una agresión local spp, Escherichia coli, Klebsiella spp, Proteus spp, Strepto-
de la piel del pie, normalmente de la
coccus faecalis, Serratia marcescens, Pasteurella multocida,
almohadilla plantar o de las almohadillas
Nocardia spp, Actinobacillus spp, Actinomyces spp y espe-
digitales, que comienza con una desapa-
cies fúngicas del género Aspergillus y Candida. La proce-
rición de la apariencia rugosa de las
dencia de dichos microorganismos puede ser fecal, medio-
escamas (la piel de esa región se vuelve
ambiental, o de la propia flora saprófita de la piel.
aplanada y más fina), y evoluciona hacia
la formación de una costra. En las zonas
Respuesta inapropiada
que soportan un máximo peso se forman
unas líneas rojas que corresponden histo-
Diversos estudios (Lindsay Oaks, 1993) demuestran que
lógicamente con trombosis de pequeños
vasos sanguíneos y muerte de células epi- en clavos de aves, la respuesta inmunológica predominante
teliales. Esta fase inicial pasa muchas frente a una infección por S. aureus está mediada por macró-
veces desapercibida con lo que el pro- fagos. Esta respuesta provoca una destrucción tisular con
ceso suele progresar y complicarse ya deposición de fibrina, y la formación de granulomas que aís-
que los bordes epiteliales que rodean al lan a la bacteria de los mecanismos de defensa del organis-
clavo están debilitados y terminan por mo (inmunidad celular y humoral), así como de la acción de
separarse, permitiendo el paso de bacte- los agentes antimicrobianos. Satterfield y O’Rourke (1981)
rias a la región subcutánea. establecieron que podía existir una respuesta inmune inapro-
piada o insuficiente en halcones con clavos, y con infección
Instauración de la infección por Staphylococcus. Posteriormente, otros autores (Remple y
Al-Ashbal, 1993) han sugerido que como S. aureus no forma
La infección puede producirse por parte de la flora natural de las extremidades de las aves rapa-
dos vías: inoculación directa de microor- ces, la infección puede ser causada por serotipos humanos de
69
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
S. aureus patogénicos. El estudio histopa- establecen categorías que representan estadios diferentes
tológico de la piel de los clavos en fases de la evolución de la enfermedad y que se utilizan clínica-
iniciales pone de manifiesto reacciones mente para emitir un pronóstico y decidir el tratamiento más
perivasculares que provocan cambios vas- indicado.
culares obliterativos y, secundariamente, La clasificación de Halliwell se basa en la localización
reducen el aporte sanguíneo al pie y la lle- y extensión de las lesiones, mientras que la de Cooper da
gada de factores de defensa y de los anti- más importancia a los cambios degenerativos y a la cro-
bióticos administrados por vía sistémica. nicidad. A diferencia del resto de autores, Redig numera
Dichas lesiones sugieren que existe una res- las categorías de mayor a menor gravedad. Las clasifica-
puesta inmune inapropiada y reacciones ciones de Remple y Degernes tienen una orientación emi-
de hipersensibilidad de tipo III y tipo IV nentemente clínica; la clasificación de Remple se basa en
contra antígenos bacterianos, que favore- la extensión y gravedad de la enfermedad, de forma que
ce la extensión de la infección a tejidos cada clase representa un estadio diferente de la misma.
subyacentes. Como factor adicional, hay
que tener en cuenta que la propia costra Clase I
inicial ejerce presión, provocando isque-
mia y movimiento de los tejidos blandos Sólo existe lesión del integumento sin infección de los teji-
lesionados, hechos que dificultan aún más dos subyacentes. Se produce una desvitalización temprana
la cicatrización de las lesiones. de una área prominente plantar sin disrupción de la barrera
En estado salvaje las aves no están epitelial. Hay dos subclases:
expuestas a la mayoría de causas dis-
cutidas anteriormente: los animales rea- • Hiperemia, contusión o isquemia inicial (una zona páli-
lizan ejercicio físico y la circulación san- da con compromiso de perfusión capilar).
guínea del pie es la adecuada, la dieta • Reacción hiperqueratótica (callo temprano) (fig. 7).
es equilibrada, el desgaste de uñas y la
descamación del epitelio plantar es la El pronóstico es favorable ya que no existe infección
correcta y el animal puede elegir dónde evidente. Suele responder al tratamiento conservador
aterrizar y posarse. Es por esto que la (masajes con alcohol alcanforado, pomadas antiinflama-
presencia de clavos en estas aves es torias, vendajes interdigitales acolchados protectores, pro-
poco frecuente, y normalmente es tección preventiva de la extremidad no afectada...).
secundaria a traumatismos (trampas,
cuerpos extraños), no siendo las bacte- Clase II
rias aisladas mayoritariamente estafilo-
cocos. Existe inflamación leve e infección localizada de los teji-
dos subyacentes subcutáneos en contacto directo con las
CLASIFICACIÓN DE áreas desvitalizadas. Hay dos subclases:
LOS CLAVOS
• Heridas por “punción” (auto clavado de la propia uña,
Diferentes autores (Halliwell, 1975; herida punzante perforante...).
Cooper, 1978; Redig, 1987; Remple y Al- • Necrosis isquémica del epitelio (con un callo o costra
Ashbal, 1993; Degernes, 1994) han rea- penetrantes hacia el interior de los tejidos blandos de la
lizado clasificaciones de los clavos que extremidad).
70
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Clase III
Fig. 8.— Clavo tipo II en una rapaz, por Fig. 9. — Clavo bilateral tipo III en una rapaz, con eritema,
auto punción, con la uña del inflamación caseosa y necrótica en las zonas con
dedo opositor. heridas.
71
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Clase IV
Clase V
DIAGNÓSTICO
Examen físico
Fig. 11.— Clavo tipo IV en una rapaz, con
afectación de estructuras inter- Inicialmente la enfermedad se caracteriza por una heri-
nas e infección caseosa de la da localizada en la piel de los dedos, cojinetes metatar-
zona afectada. sales o en ambos sitios, que evoluciona con la formación
72
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Hematología
Halliwell (1975) y Lindsay Oaks Fig. 14.— Postura para evitar el dolor provocado por un clavo
(1993) observaron que cuando la infec- en la extremidad de un ave rapaz.
73
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Estudio radiológico
Microbiología
74
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
piperacilina, 4 mg de dexametasona y
dimetilsulfóxido (Lab. Acofarma), hasta
conseguir un volumen total de 10 ml. Este
preparado debe conservarse refrigerado
por un máximo de 7 días (Degernes et al.,
1990).
• Si existen heridas abiertas, deben
aplicarse pomadas y vendajes hidrocoloi-
dales (Varihesive© apósito, gránulos o
pasta) o apósitos permeables a la hume-
dad (Tegaderm©).
• Los vendajes a utilizar serán venda-
jes digitales, interdigitales o en bola, o
incluso plantillas (de espuma, corcho...) Fig. 16.— Vendaje interdigital acolchado incluyendo el dedo
para reducir la presión sobre las lesiones opositor, interiormente realizado con venda, y exter-
y favorecer la circulación (figs. 16 y 17). namente recubierto con vendaje autoadhesivo.
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
75
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
76
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
77
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
PREVENCIÓN
78
CANIS ET FELIS N.o 59
B ibliografía
CAPÍTULO I Martin HD, Ritchie BW. Orthopedic sur- region of raptorial birds. Anat His-
gical techniques. En: Ritchie BW, tol Embryol, 1993; 22: 105-113.
Baumel JJ. Nomina Anatomica avium. Harrison GJ, Harrison LD. (eds.): Sturkie PD. Avian Physiology. 4ª edición.
Academic press Inc. London. 1979. Avian Medicine: Principles and Springer Verlag, New York. 1986.
Bennett RA. Orthopedic surgery. En: Application. Wingers Publishing, Walsh MT. Radiology. En: Harrison GJ,
Altman RB, Clubb SL, Dorrestein Inc, Lake Worth, Florida. 1994; pp. Harrison LR. (eds.): Clinical avian
GM, Quesenberry K. (eds.): Avian 1137-1169. medicine and surgery. W.B. Saun-
Medicine and Surgery. W.B. Saun- McKibben JS, Harrison GJ. Clinical ders Company, Philadelphia. 1986.
ders Company, Philadelphia. 1997; anatomy with emphasis on the West PG, Rowland GR, Budsberg SC,
pp. 733-766. Amazon Parrot. Capítulo 4. En: Aron DN. Histomorphometric and
Bennett RA, Kuzma AB. Fracture mana- Harrison GJ, Harrison LR. (eds.): angiographic analysis of the hume-
gement in birds. J Zoo Wildlife Clinical avian medicine and sur- rus in pigeons. Am J Vet Res, 1996;
Med, 1992; 23(1): 5-38. gery. W.B. Saunders Company, Phi- 57(7): 982-986.
Dyce KM, Sack WO, Wensing CJG. ladelphia. 1986; pp. 31-66.
Anatomía veterinaria, 2ª edición. McLelland J. Atlas en color de anato- CAPÍTULO II
Editorial McGraw-Hill Interamerica- mía de las aves. McGraw-Hill inte-
na, Méjico. 1999; pp. 952. ramericana, Madrid. 1992; pp 127. Ackermann J, Redig PT. Surgical repair
Ede DA. Anatomía de las aves. Edito- McMillan MC. Imaging techniques. En: of elbow luxation in raptors. J Avian
rial Acribia, Zaragoza. 1965; pp. Ritchie BW, Harrison GJ, Harrison Med Surg, 1997; 11(4): 247-254.
136. LR. (eds.): Avian medicine: princi- Bennett RA, Kuzma AB. Fracture mana-
Fawcett DW. Tratado de Histología ples and application. Wingers gement in birds. J Zoo Wildlife
Bloom-Fawcett, 11ª edición. Edito- publishing, Inc. Lake Worth, Flori- Med, 1992; 23(1): 5-38.
rial Interamericana McGraw-Hill, da. 1994; pp 246-326. Bennett RA. Orthopedic surgery. En:
Madrid. 1987; pp. 1026. Orosz SE, Ensley PK, Heynes CJ. Avian Altman RB, Clubb SL, Dorrestein
Forbes NA. Avian Orthopedics. Vet Q, surgical anatomy: thoracic and pel- GM, Quesenberry K. (eds.): Avian
1998; 20(1): S69-70. vic limbs. W.B. Saunders Company, Medicine and Surgery. W.B. Saun-
Ghetie V, Chitescu St, Cotofan V, Hille- Philadelphia. 1992; pp. 139. ders Company, Philadelphia. 1997;
brand A. Atlas de anatomía de las Rodríguez-Quirós J, Llorens P, Rojo C. Pp. 733-766.
aves domésticas. Editorial Acribia Radiología básica en aves. O Med Blass CE. Orthopedics. En: Burr EW.
Zaragoza. 1981; pp. 294. Vet, 2000; Julho 63: 40-48, 50. (ed.): Companion Bird Medicine.
Gilbert TL, Egger EL. Management of Romagnano A, Love NE. Imaging inter- Iowa State University Press, Ames,
casualty birds of prey. Iowa State pretation. En: Olsen GH, Orosz SE. Iowa. 1987; Pp. 155-165.
Vet, 1982; 44(2): 99-103. (eds.): Manual of avian medicine. Coles BH. Orthopaedic surgery. En:
König HE, Liebich HG. Anatomie und Mosby, St. Louis, USA. 2000; pp. Coles BH. (ed.): Avian Medicine
propädeutik des geflügels. Editorial 391-423. and Surgery. 2ª ed. Blackwell
F.K. Schattauer Verlagsgesellshaft Schwarze E. Anatomía de las aves Science Ltd, Oxford, United King-
mbH, Stuttgart, Germany. 2001; (Compendio de Anatomía Veterina- dom. 1997; Pp. 172-194.
pp. 304. ria, tomo V). Acribia, Zaragoza, Forbes NA. Avian Orthopedics. Vet Q,
Kostka V, Krautwald ME, Tellhelm B, 1970; pp. 212. 1998; 20: 1: S69-70.
Schildger B. A contribution to radio- Silverman S. Basic avian radiology. Harcourt-Brown NH. Foot and Leg Pro-
logic examination of bone altera- Proc. Assoc. Avian Vet (Seattke, blems. In: Benyon PH, Forbes NA,
tions in psittacines, birds of prey Washington). 1989; pp 298-302. Harcourt-Brown NH. (eds.): Manual
and pigeons. Proc Assoc Avian Vet Smith BJ, Smith SA, Holladay SD. An of Raptors, Pigeons and Waterfowl.
(Houston, Texas). 1988; pp. 37-59. additional bone in the carpal British Small Animal Veterinary
BIBLIOGRAFÍA
79
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Association Limited, Gloucestershi- Animal Medicine. 1ª edición. W.B. Remple JD, Hunter DB. (eds.): Rap-
re. 1996; Pp. 147-168. Saunders Company, Philadelphia. tor Biomedicine. Chiron Publica-
Harcourt-Brown NH. Orthopaedic Sur- 1978; Pp. 246-253. tions Ltd., Keighley, West Yorshire,
gery. Libro de Ponencias y Comuni- Redig PT. A clinical review of orthope- United Kingdom. 1993; Pp. 174-
caciones del X Congreso Interna- dic techniques used in the rehabili- 179.
cional de la Sociedad Española de tation of raptors. En: Fowler ME. Degernes LA. Trauma Medicine. En: Rit-
Cirugía Veterinaria (SECIVE) (ed.): Zoo and Wild Animal Medici- chie BW, Harrison GJ, Harrison LD.
(Madrid). 2001; Pp. 149-170. ne. 2ª edición. W.B. Saunders Com- (eds.): Avian Medicine: Principles
Howard PE, Redig PT. Analysis of avian pany, Philadelphia. 1986a. Pp. and Application. Wingers Publis-
fracture repairs: Implications for 388-401. hing, Inc, Lake Worth, Florida.
captive and wild birds. Proc Assoc Redig PT. Evaluation and non surgical 1994; Pp. 417-433.
Avian Vet (Nashville, Tennessee). management of fractures. En: Harri- Hess RE. The use of dental acrylic shoes
1993; Pp. 78-82. son GJ, Harrison LR. (eds.): Clinical for the treatment of bumblefoot.
Levitt L. Avian orthopedics. Compend Avian Medicine and Surgery. W.B. Proc Assoc Avian Vet (Nashville,
Cont Ed Pract Vet, 1989; 11(8): Saunders Company, Philadelphia. Tennessee). 1993; Pp. 135-137.
899-906, 910,929. 1986b; Pp. 380-394. Hess RE. Management of orthopedic
MacCoy DM. Treatment of fractures in Redig PT. A radiological review of frac- problems of the avian pelvic limb.
avian species. Vet Clin North Am ture management in raptors. En: Sem Avian Exotic Pet Med, 1994;
Small Anim Pract, 1992; 22(1): McKeever K. (ed.): Care and Reha- 3(2): 63-72.
225-238. bilitation of Injured Owls. The Owl MacCoy DM. Orthopedic surgery. En:
MacCoy DM. Orthopedic surgery. En: Rehabilitation Research Founda- Rosskopf WJ, Woerpel RW. (eds):
Rosskopf WJ, Woerpel RW. (eds): tion. Vineland, Ontario, Canada. Diseases of Cage an Aviary Birds.
Diseases of Cage an Aviary Birds. 3ª 1987; Pp. 50-80. 3ª edición. Williams & Wilkins, Bal-
edición. Williams & Wilkins, Baltimo- Roush JC. Avian orthopedics. En: Kirk timore, Maryland. 1996; Pp. 722-
re, Maryland. 1996; Pp. 722-738. RW. (ed.). Current Veterinary The- 738.
Martin HD, Bruecker KA, Herrick DD, rapy VII. W.B. Saunders Company, Martin HD, Ritchie BW. Orthopedic sur-
Scherpelz J. Elbow luxations in rap- Philadelphia. 1980; Pp. 662-673. gical techniques. En: Ritchie BW,
tors: A review of eight cases. En: Withrow SJ. General principles of frac- Harrison GJ, Harrison LD. (eds.):
Redig PT, Cooper JE, Remple JD, ture repair in raptors. Compend Avian Medicine: Principles and
Hunter DB. (eds.): Raptor Biomedi- Cont Ed Pract Vet, 1982; 4(2): 116- Application. Wingers Publishing,
cine. Chiron Publications Ltd., 121. Inc., Lake Worth, Florida. 1994; Pp.
Keighley, West Yorshire, United 1137-1169.
Kingdom. 1993; Pp. 199-206. CAPÍTULO III McCluggage DM. Bandaging. En: Alt-
Martin HD, Ritchie BW. Orthopedic sur- man RB, Clubb SL, Dorrestein GM,
gical techniques. En: Ritchie BW, Antinoff N. Bandaging techniques and Quesenberry K. (eds.): Avian Medi-
Harrison GJ, Harrison LD. (eds.): supportive care. Proc Assoc Avian cine and Surgery. W.B. Saunders
Avian Medicine: Principles and Vet (Tampa, Florida). 1996; Pp. Company, Philadelphia. 1997; Pp.
Application. Wingers Publishing, 343-348. 828-835.
Inc, Lake Worth, Florida. 1994; Pp. Bennett RA. Orthopedic surgery. En: Redig PT. Evaluation and non surgical
1137-1169. Altman RB, Clubb SL, Dorrestein management of fractures. En: Harri-
McCartney WT. Orthopaedic injuries in GM, Quesenberry K. (eds.): Avian son GJ, Harrison LR. (eds.): Clinical
pigeons. Vet Rec, 1994; 134(12): Medicine and Surgery. W.B. Saun- Avian Medicine and Surgery. Ed.
305-307. ders Company, Philadelphia. 1997; W.B. Saunders Company. Phila-
Mullen HS, Ross JH, Ley ME, Heideman Pp. 733-766. delphia. 1986; Pp. 380-394.
JC. Amputation of the wing in who- Cooney J, Mueller L. Postoperative Redig PT. Medical management of
oping crane (Grus americana). J management of the avian orthope- birds of prey (A collection of notes
Am Vet Med Assoc, 1984; 185(11): dic patient. Sem Avian Exotic Pet on selected topics). 3ª edición. The
1402-1403. Med, 1997; 3(2): 100-107. Raptor Center. University of Minne-
Redig PT, Roush JC. Orthopedic and Degernes LA, Redig PT. Soft-Tissue sota, College of Veterinary Medici-
soft tissue surgery in raptorial birds. Wound Management in Avian ne, St. Paul, Minnesota. 1993; 182
En: Fowler ME. (ed.): Zoo and Wild Patients. En: Redig PT, Cooper JE, páginas.
BIBLIOGRAFÍA
80
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
Remple JD, Remple CJ. Foot casting as Coles BH. Orthopaedic surgery. En: En: Redig PT, Cooper JE, Remple
adjunctive therapy to surgical Coles BH (ed.): Avian Medicine JD, Hunter DB (eds.). Raptor Bio-
management of bumblefoot in rap- and Surgery. 2ª ed. Blackwell medicine. Chiron Publications Ltd.
torial species. J Am Anim Hosp Science Ltd. Oxford, United King- Keighley, West Yorshire, United
Assoc, 1987; 23(6): 633-639. dom. 1997: 172-194. Kingdom. 1993: 199-206.
Remple JD. Raptor Bumblefoot: A new Degernes LA, Lind PJ, Redig PT. Raptor Martin HD, Ritchie BW. Orthopedic sur-
treatment technique. En Redig PT, orthopedics using methyl met- gical techniques. En: Ritchie BW,
Cooper JE, Remple JD, Hunter DB. hacrylate and polypropylene rods. Harrison GJ, Harrison LD (eds.).
(eds.): Raptor Biomedicine. Chiron En Redig PT, Cooper JE, Remple Avian Medicine: Principles and
Publications Ltd., Keighley, West JD, Hunter DB (eds.): Raptor Bio- Application. Wingers Publishing
Yorshire, United Kingdom. 1993; medicine. Chiron Publications Ltd. Inc. Lake Worth, Florida. 1994:
Pp. 154-160. Keighley, West Yorshire, United 1137-1169.
Riddle KE, Hoolihan J. A form-fitting, Kingdom. 1993: 122-127. Meij BP, Hazewinkel HAW, Westerhof
composite-casting method for avian Degernes LA, Roe SC, Abrams CF. Hol- I. Treatment of fractures and angu-
appendages. En: Redig PT, Cooper ding power of different pin designs lar limb deformities of the tibiotar-
JE, Remple JD, Hunter DB. (eds.): and pin insertion methods in avian sus in birds by type II external ske-
Raptor Biomedicine. Chiron Publica- cortical bone. Vet Surg, 1998; letal fixation. J Avian Med Surg,
tions Ltd., Keighley, West Yorshire, 27(4): 301-306. 1996; 10(3): 153-162.
United Kingdom. 1993; Pp. 161-164. Harcourt-brown NH. Orthopedic Con- Olsen GH, Redig PT, Orosz SE. Limb
Rodríguez Quirós J, Colás J, Cerradelo ditions that Affect the Avian Pelvic Dysfunction. En: Olsen GH, Orosz
S, San Román F. Manual de Trabajo Limb. Vet Clin North Am Exotic SE (eds.). Manual of Avian Medi-
del Grupo de Cirugía de Aves Salva- Anim Pract, 2002; 5(1): 49-81. cine. Mosby, St Louis. 2000: 493-
jes. GREFA y Unidad Docente de Howard PE, Redig PT. Orthopedics of 526.
Cirugía. Facultad de Veterinaria. Uni- the wing. Sem Avian Exotic Pet Piermattei DL, Flo GL. Handbook of
versidad Complutense de Madrid. Med, 1994; 3(2): 51-62. Small Animal Orthopedics and
Madrid. 1996; 255 páginas. Hulse DA, Johnson AL. Fundamentals Fracture Treatment. 3ª ed. WB
Van de Water D. Raptor Rehabilitation. of orthopedic surgery and fracture Saunders Company, Philadelphia.
En: Rosskopf WJ, Woerpel RW. management. En: Fossum TW, 1997: 743 páginas.
(eds): Diseases of Cage an Aviary Hedlund CS, Hulse DA, Johnson Redig PT. Basic orthopedic surgical
Birds. 3ª edición. Williams & Wil- AL, Seim HB, Willard MD, Carrol techniques. En: Harrison GJ, Harri-
kins, Baltimore, Maryland. 1996; GL (eds.). Small Animal Surgery. son LR (eds.). Clinical Avian Medi-
Pp. 1007-1028. Mosby-Year Book. St. Louis, 1997: cine and Surgery. WB Saunders
705-765. Company. Philadelphia. 1986a:
CAPITULO IV Lincoln JD. Treatment of open, delayed 596-598.
union, and nonunion fractures with Redig PT. A clinical review of orthopedic
Ackermann J, Redig PT. Surgical repair external skeletal fixation. Vet Clin techniques used in the rehabilitation
of elbow luxation in raptors. J North Am Small Anim Pract, 1992; of raptors. En: Fowler ME (ed.). Zoo
Avian Med Surg, 1997; 11(4): 22(1): 195-207. and Wild Animal Medicine. 2ª ed.
247-254. Lind PJ, Degernes LA, Olson DE, WB Saunders Company. Philadelp-
Bennett RA, Kuzma AB. Fracture mana- Redig PT. Bone cement/polypropi- hia. 1986b: 388-401.
gement in birds. J Zoo Wildlife lene rod orthopedic technique. J Redig PT. A radiological review of frac-
Med, 1992; 23(1): 5-38. Assoc Avian Vet, 1989; 3(4): ture management in raptors. En:
Bennett RA. Orthopedic surgery. En: 203-205. McKeever K (ed.). Care and Reha-
Altman RB, Clubb SL, Dorrestein MacCoy DM. Orthopedic surgery. En: bilitation of Injured Owls. The Owl
GM, Quesenberry K (eds.): Avian Rosskopf WJ, Woerpel RW (eds.). Rehabilitation Research Founda-
Medicine and Surgery. WB Saun- Diseases of Cage an Aviary Birds. tion. Vineland, Ontario, Canadá.
ders Company, Philadelphia. 3ª ed. Williams & Wilkins. Baltimo- 1987: 50-80.
1997: 733-766. re, Maryland. 1996: 722-738. Redig PT. Orthopedic techniques for
Clipsham R. Correction of pediatric leg Martin HD, Bruecker KA, Herrick DD, raptors and other large birds. En:
disorders. Proc Assoc Avian Vet. Scherpelz J. Elbow luxations in Redig PT (ed.). Medical manage-
Chicago, Illinois. 1991: 200-204. raptors: A review of eight cases. ment of birds of prey (A collection
BIBLIOGRAFÍA
81
TRAUMATOLOGÍA EN AVES
of notes on selected topics). 3ª ed. Halliwell WH. Bumblefoot infection in D (editores). Raptor Biomedicine.
Ed The Raptor Center. St Paul, Min- birds of prey. J Zoo Anim Med, University of Minnesota Press, Min-
nesota. 1993: 73-96. 1975; 4: 8-10. neapolis. 1993: 92-98.
Redig PT. Decision making in avian ort- Harcourt-Brown NH, Forbes NA. Foot Remple JD. Raptor bumblefoot: a new
hopedics. Proc Assoc Avian Vet and leg problems (Raptors). En treatment technique. En: Redig PT,
(Reno, Nevada) 1997: 453-462. Beynon PH, Forbes NA, Harcourt- Cooper JE, Remple JD, Hunter D
Redig PT. Effective methods for mana- Brown NH (editores). BSAVA (editores). Raptor Biomedicine.
gement of avian fractures and Manual of Raptors, pigeons and University of Minnesota Press, Min-
other orthopaedic problems. Proc waterfowl. BSAVA, Glocestershire, neapolis. 1993: 154-160.
Eur Conf Avian Med Surg. Munich, England. 1996: 168. Remple JD, Forbes NA. Antibiotic-
Alemania 2001: 26-42. Harcourt-Brown NH. Birds of prey: ana- impregnated polymethyl met-
Rosenthal K, Hyllyer E, Mathiessen D. Sti- tomy, radiology and clinical condi- hacrylate beads in the treatment
fle luxation repair in a Moluccan tions of the pelvic limb. Zoological of bumblefoot in raptors. En
Cockatoo and a Barn Owl. J Assoc Education Network, 2000. Lumeij JT, Remple JD, Redig PT,
Avian Vet 1992; 6(4): 235-238. Hudelson S, Hudelson P. Dermatology Lierz M, Cooper JE (editores):
of raptors: a review. Seminars in Raptor Biomedicine III. Zoologi-
CAPÍTULO V avian and Exotic Pet Medicine. cal Education Network Inc,
1995; 4(4): 184-194. 2000: 255-263.
Cooper JE. Preventive medicine in birds Lindsay Oaks Jr J. Immune and infla- Riddle KE. Surgical treatement of bum-
of prey. En: Fowler ME (editor). matory responses in falcon staphy- blefoot in raptors. En Cooper JE,
Zoo and Wild Animal Medicine. lococcal pododermatitis. En: Redig Greenwood AG (editores). Recent
WB Saunders, Philadelphia. 1978: PT, Cooper JE, Remple JD, Hunter Advances in the study of raptor
253-259. D (editores). Raptor Biomedicine. diseases. Chiron Publications Ltd.
Cooper JE. Surgery of the foot in fal- University of Minnesota Press, Min- England. 1981: 67-73.
cons: a historic operation. Annals neapolis. 1993: 72-87. Riddle KE, Hoolohan J. A form-fitting,
of the Royal College of Surgeons López de Ayala P. Libro de la Caza de composite-casting method for
of England 1980; 62: 445-448. las aves. Ed Castalia, 1986. avian appendages. En Redig PT,
Cooper JE. Veterinary aspects of capti- Redig PT. Treatment protocol for bum- Cooper JE, Remple JD, Hunter D.
ve birds of prey. The Standfast blefoot types I and II. AAV Today. (editores). Raptor Biomedicine.
Press. Gloucestershire. 1985. 1987; 1(5): 207-208. University of Minnesota Press, Min-
Degernes LA, Talbot BJ, Mueller LR. Remple JD, Remple CJ. Foot casting as neapolis. 1993: 161-164.
Raptor foot care. J Assoc Avian adjuntive therapy to surgical Satterfield WC, O’Rourke KI. (1981):
Vet, 1990; 4(2): 93-95. managenet of bumblefoot in rap- Immunlogical considerations in
Degernes LA. Trauma medicine. En: Rit- torial species. J Am Anim Hosp the management of bumblefoot.
chie BW, Harrison GJ, Harrison LR Assoc, 1987; 23: 633-639. En Cooper JE, Greenwood AG
(editores). Avian medicine: princi- Remple JD, Adnan A. Raptor bumble- (editores). Recent Advances in
ples and application. Wingers foot another look at histopatho- the study of raptor diseases. Chi-
Publishing Inc. Lake Worh, Florida. logy and pathogenesis. En: Redig ron Publications Ltd. England.
1994: 416-433. PT, Cooper JE, Remple JD, Hunter 1981: 123-129.
BIBLIOGRAFÍA
82