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CANIS ET FELIS N.

o 59

E ditorial
E
N la medicina y cirugía veterinaria se está produciendo una especialización constante en
todos los ámbitos. Fruto de ello ha sido el importante desarrollo de la traumatología de
aves, especialidad que ha experimentado un gran auge en los últimos 20 años. Lo que en
principio se convirtió en una rara actividad dentro del mundo de la veterinaria, cuya finali-
dad era conseguir la simple reducción de la fractura para asegurar una recuperación
anatómica más o menos aceptable, hoy se ha perfeccionado con la finalidad de que el animal recupere
su funcionalidad casi completamente, y en el caso de las aves salvajes, que éstas puedan ser reintro-
ducidas en la naturaleza y ser capaces de sobrevivir en libertad.
En la mayoría de las aves mantenidas en cautividad que presentan un problema traumatológico u
ortopédico, frecuentemente la opción es no intervenir, teniendo en cuenta que no importa limitar o
impedir su capacidad de vuelo. En este grupo de aves sólo van a tener interés aquellas fracturas que se
localizan en las extremidades inferiores, las cuales provocan una alteración funcional concreta. Por el
contrario, en aves de cetrería o en determinadas especies de palomas, no ocurre así, pues lo que intere-
sa es que su capacidad de vuelo se mantenga íntegra.
El importante auge de los movimientos ecologistas y el desarrollo de una política medioambiental
adecuada a los nuevos tiempos, ha supuesto que el veterinario clínico se enfrente cada día con mayor
frecuencia a aves salvajes huérfanas o heridas, que ingresan en la clínica habitual. De igual manera, el
número de centros de recuperación de fauna salvaje se incrementa cada día, trabajando para devolver
a la naturaleza aquellas aves heridas que son recogidas por particulares.
Nuestra pretensión con esta monografía es doble. Por un lado, intentamos mostrar al veterinario algunos
aspectos de la traumatología y ortopedia en aves, aportando datos que esperamos puedan ser, no sólo
informativos, sino útiles desde un punto de vista práctico. Por otro lado, planteamos un reto al veterinario
traumatólogo acostumbrado a tratar sólo con mamíferos domésticos, como perros y gatos.
Agradecemos a la dirección de la revista la confianza depositada en nosotros, al encargarnos esta
monografía sobre un tema tan nuevo como es la traumatología en aves. Gracias en especial a Silverio
Cerradelo por introducirme en un mundo tan fascinante, y a Raúl Alonso y Patricia Orejas, por contar
conmigo a lo largo de todos estos años. De igual manera, agradecemos la labor realizada por los cen-
tros de recuperación GREFA (Grupo para la Recuperación de la Fauna Salvaje y su Hábitat) y en espe-
cial BRINZAL (Centro de Recuperación de Rapaces Nocturnas). Con los pacientes aportados por ellos y
por clientes particulares que acuden a nuestra consulta, se ha podido obtener la mayor parte de la
experiencia con la que se ha realizado este trabajo.

JESÚS RODRÍGUEZ QUIRÓS


Servicio de Cirugía del Hospital Clínico Veterinario
Departamento de Patología Animal II
Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

TRAUMATOLOGÍA EN AVES
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

ANAT OMÍA ÓSEA

C. ROJO SALVADOR1, P. MARÍN GARCÍA1, J. RODRÍGUEZ QUIRÓS2


1Dpto. de Anatomía y Anatomía Patológica Comparadas
2Unidad Docente de Cirugía. Departamento de Patología Animal II

Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

E
L esqueleto óseo de las aves presenta características propias con respecto al de los mamíferos
como consecuencia de su adaptación al vuelo y, en el caso de las hembras, por el fenómeno
de la puesta. Así, podemos constatar la fusión o desaparición de huesos, la neumatización de
algunos de ellos, los cambios en la morfología de algunas regiones, o la aparición de hueso
medular trabecular. Todos estos factores condicionan un abordaje y una resolución de las frac-
turas, muy diferentes a los de un mamífero. Pero además, en la clínica de aves es relativamente frecuente la pre-
sentación de esta patología, afectando fundamentalmente al esqueleto apendicular. Entre los factores predis-
ponentes, podemos destacar la fragilidad de las corticales óseas, o el escaso recubrimiento de los huesos por
tejidos blandos.
En este capítulo hemos descrito el esqueleto óseo de las aves estructurado en tres partes: cráneo, esquele-
to axial y esqueleto apendicular. Además, repasamos las características especiales de los huesos largos neu-
matizados del esqueleto apendicular, como son el húmero y el fémur.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

INTRODUCCIÓN Además, una fractura abierta es más susceptible de conta-


minación.

L
AS fracturas óseas constitu-
Los huesos que con mayor frecuencia aparecen afecta-
yen una de las patologías
dos son el húmero, el cúbito, el radio y el tibiotarso. Debido a
más comunes en la clínica
una mayor vascularización y metabolismo óseos en las aves,
de aves, sean éstas domés-
la osteogénesis es más rápida, permitiendo que el proceso
ticas o salvajes (Kostka et
de cicatrización sea más corto, unos 21 días de media, aun-
al., 1988; Gilbert y Egger,
que puede ser menos. En cualquier caso, la cicatrización
1982). No sólo aparecen con más fre-
ósea, al igual que ocurre en los mamíferos, dependerá de
cuencia que en los mamíferos, sino que
una serie de factores, como son la integridad vascular, pre-
la reducción de las fracturas presenta
sencia o ausencia de infección, grado de desplazamiento de
mayores complicaciones. Las razones
los fragmentos y grado de movilidad del foco de fractura.
que determinan esto están vinculadas a
las características especiales del esque-
ESQUELETO ÓSEO DE LAS AVES
leto óseo de las aves, que son funda-
mentalmente las siguientes (Bennett y
Kuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994; La adaptación al vuelo hace que el esqueleto óseo de
Bennett, 1997; Forbes, 1998): las aves presente características propias (figs. 1a y 1b) (Ede,
1965; Dyce et al., 1999; König y Liebich, 2001):
• La existencia, en los huesos largos,
de unas corticales muy delgadas, poco • Desde un punto de vista filogenético y ontogénico,
elásticas y quebradizas, que tienden a algunos huesos han desaparecido o se han fusionado, como
fragmentarse cuando los huesos son es el caso, por ejemplo, de parte de las vértebras torácicas.
sometidos a un estrés. Esto es un inconve- • El esqueleto óseo es ligero, compacto y fuerte, pues
niente para la colocación de material de posee un gran contenido de fosfato cálcico.
osteosíntesis en la reducción de una frac- • Algunos huesos están neumatizados, es decir, presen-
tura, como las placas o los clavos intra- tan aire en su interior. Los sacos aéreos de las aves son
medulares. extensiones de serosa repletas de aire que salen de los pul-
• La presencia de un gran canal mones, que ocupan las cavidades corporales, alojándose
medular, sobre todo en los huesos neu- entre las vísceras. Estos sacos aéreos emiten divertículos que
máticos, como el húmero y el fémur. penetran entre las vísceras y en el interior de la cavidad
• El escaso recubrimiento de tejidos medular de los huesos vecinos, a través de pequeños orifi-
blandos en la mayoría de los huesos, que cios. Este proceso de neumatización de los huesos ocurre
están protegidos sólo por tendones, liga- de forma gradual y a expensas de la médula ósea, y está
mentos y piel. Otro dato a tener en cuen- más desarrollado en aves que son grandes voladoras, per-
ta es que en estas especies los huesos mitiendo así aligerar el peso de un esqueleto grande y fuer-
tienden a fragmentarse tras un impacto, y te. En el cráneo de las aves existe también neumatización,
las esquirlas óseas producidas pueden aunque estos espacios no conectan con el sistema de sacos
lesionar los tejidos blandos y afectar la aéreos, sino con las vías aéreas directamente. Entre los hue-
vascularización, comprometiendo así el sos que pueden estar neumatizados destacamos: vértebras
proceso de cicatrización (Bennett y cervicales, vértebras torácicas, costillas y húmero, el sinsa-
Kuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994). cro y el fémur.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

A B

1. Cráneo; 2. Vértebras cervicales; 3. Vértebras torácicas; 4. Sinsacro; 5. Vértebras coxígeas; 6. Pigóstilo; 7. Esternón;
8. Clavícula; 9. Coracoides; 10. Escápula; 11. Húmero; 12. Cúbito y radio; 13. Mano (carpo, carpometacarpo y falan-
ges); 14. Coxal (ilion, isquion y pubis); 15. Fémur; 16. Tibiotarso y peroné; 17. Tarsometatarso; 18. Falanges.

Fig. 1.— A) Esquema del esqueleto de un ratonero común (Buteo buteo). B) Imagen del esqueleto de un ánade
friso (Anas strepera).

Otras peculiaridades del esqueleto cráneo, esqueleto axial y esqueleto apendicular. Así mismo,
aviar vienen condicionadas por el fenó- profundizaremos en las características anatómicas de los
meno de la puesta en las hembras: huesos largos, tanto medulares como neumáticos, con espe-
cial hincapié en su vascularización.
• La pelvis está abierta ventralmente
para facilitarla. CRÁNEO
• Previamente a la época de puesta
aparece hueso medular trabecular, que Las características más relevantes del cráneo de las aves
actuaría como reserva de calcio. Este son las siguientes:
exceso fisiológico de calcificación ósea,
es evidente en una radiografía, por lo que • La transformación de la región facial, de forma pirami-
deben evitarse posibles errores de diag- dal, en un largo pico desprovisto de dientes.
nóstico (Walsh, 1986; Silverman, 1989; • El gran tamaño de las órbitas, situadas entre el neuro-
Rodríguez-Quirós et al., 2000). cráneo y la región facial.
• La ligereza del cráneo como consecuencia de la
En este capítulo abordaremos el estu- neumatización de sus huesos.
dio del esqueleto óseo de las aves, que • La sólida unión de los huesos, ya desde etapas
de forma clásica se divide en tres partes: embrionarias.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

a b

c 1. Cavidad timpánica.
2. Tabique interorbitario.
3. Arco yugal.
4. Mandíbula.
5. Hueso cuadrado.
6. Abertura nasal.
7. Maxilar.
8. Premaxilar.
9. Hueso nasal.
10. Cráneo.
11. Agujero magno.
12. Cóndilo occipital.

Fig. 2.— Cráneo, vista dorsal (a) y caudal (b) de un buitre leonado (Gyps fulvus) y vista lateral (c) de una
gallina (Gallus gallus).

El cráneo o calavera se diferencia en óseas. Esto hace que la cavidad craneal parezca mayor de
dos partes para su estudio: el cráneo pro- lo que es. El hueso occipital rodea al agujero magno, y ven-
piamente dicho, formado por huesos sóli- tral a él existe un solo cóndilo occipital, que articula con el
dos y muy unidos entre sí, y la región atlas, permitiendo movimientos amplios de la cabeza con la
facial, integrada por huesos más finos y columna vertebral (fig. 2b). En la parte inferior de la pared
menos soldados (fig. 2a). La mandíbula y lateral del cráneo existe una depresión semiesférica, la cavi-
el aparato hioideo completan el estudio dad timpánica (fig. 2c), la cual delimita la salida del meato
de los elementos óseos de la cabeza. acústico externo, y más en profundidad se sitúan las venta-
El cráneo aloja al cerebro, el cual es nas coclear y vestibular, que conducen al oído interno.
de gran tamaño y determina el contorno La región facial se caracteriza por el gran desarrollo que
posterior del mismo (Ede, 1965). Algunos alcanzan los globos oculares, los cuales desplazan a los hue-
de los huesos del cráneo son de gran sos que separan ambas órbitas, reduciéndolos a un tabique
grosor, ya que poseen hueso esponjoso interorbitario muy fino, difícil de apreciar en algunas radiogra-
intermedio, dispuesto entre dos láminas fías (McMillan, 1994). También disponen de una amplia aber-

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

tura nasal, delimitada por los huesos nasal, mecanismo por el cual se eleva el pico superior cuando des-
dorsalmente, y premaxilar, que es la base ciende el inferior, se conoce como cinesis, y ocurre en espe-
ósea del pico superior (figs. 2a y 2c). En cies que poseen tróclea craneofacial, como es el caso de
algunas especies como las psitácidas, el loros, papagayos o periquitos.
hueso nasal tiene una conexión cartilagi-
nosa flexible con el hueso frontal del crá- ESQUELETO AXIAL
neo (tróclea craneofacial), que les permite
elevar la mitad superior del pico a la vez Comprende los huesos de la columna vertebral, costillas
que descienden la mandíbula. La parte y esternón, pero también se podría incluir aquí la pelvis, ya
anterior del hueso nasal está escotada, for- que se encuentra firmemente unida al hueso sinsacro, que es
mando el borde posterior de la narina, parte del raquis. No obstante, describiremos la pelvis junto
situada detrás del pico. El hueso maxilar es con el esqueleto apendicular.
pequeño, se sitúa debajo de la abertura Para dar rigidez suficiente al tronco durante el vuelo y
nasal, y conecta con la articulación mandi- durante la locomoción en el suelo (durante la cual el tronco
bular mediante un hueso largo y fino, el está en posición horizontal y no vertical) la columna vertebral
arco yugal (arco cigomático en los mamí- se ha acortado y muchas de sus vértebras se han fusionado.
feros) (fig. 2c). La separación ósea entre Además, los músculos vinculados al raquis son muy reduci-
las cavidades nasal y oral existe sólo ros- dos. Podemos dividir la columna vertebral en varias seccio-
tralmente, a nivel de los procesos palatinos nes: cervical, torácica, sinsacro, caudal y pigóstilo.
de los huesos premaxilares, donde se dis-
pone también un pequeño hueso vómer. Vértebras cervicales
Más caudalmente, los huesos palatinos,
dispuestos como dos varillas a uno y otro El número de vértebras cervicales varía mucho con la
lado, unen los premaxilares con los huesos especie en función de la longitud del cuello, el cual es flexi-
pterigoideos, ventralmente a las órbitas. ble en contraste con el tronco, más rígido (figs. 1 y 3). En
La mandíbula es la base ósea del cualquier caso el número de vértebras cervicales es siempre
pico inferior, y consta de dos huesos finos mayor al de los mamíferos, esto es, mayor que 7, pudiendo
fusionados rostralmente, donde están llegar hasta 25 en algunas especies. La primera vértebra cer-
recubiertos del estuche córneo del pico. vical, el atlas, es un anillo que articula mediante una depre-
La mandíbula se une al cráneo entre la sión en su arco ventral, con el único cóndilo que posee el
órbita y el meato acústico externo, por los occipital. Caudalmente, el arco ventral presenta una faceta
huesos articular y cuadrado, que corres- para articular con la apófisis odontoides o diente del axis, la
ponden respectivamente a los huesos segunda vértebra cervical. Los movimientos del diente del
martillo y yunque de los mamíferos axis con el atlas son menos importantes en aves que en
(fig. 2c). El hueso cuadrado articula con mamíferos, pues la cabeza puede rotar con facilidad al exis-
el arco yugal y con la mandíbula, entre tir un solo cóndilo occipital. El axis posee una morfología
otros. Este hueso posee gran movilidad similar, aunque algo más compleja, que la del resto de vér-
en su articulación con la mandíbula y con tebras cervicales, que son cilíndricas y con procesos articu-
el cráneo. Cuando la mandíbula descien- lares desarrollados. Además, poseen apófisis para insercio-
de, el cuadrado se desplaza hacia delan- nes musculares: apófisis espinosa dorsal, una hipoapófisis en
te, y mueve a su vez al pterigoideo y la línea media ventral y apófisis costiformes, las cuales se diri-
palatino, elevando el pico superior. Este gen en punta caudalmente.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 4.— Cinturón pelviano de un ánade friso (Anas strepera).


1. Sinsacro; 2. Vértebras caudales; 3. Pigóstilo;
4. Fémur; 5. Ilion; 6. Isquion; 7. Pubis.

Fig. 3.— Cinturón torácico de una


gallina (Gallus gallus). A continuación del sinsacro existen de 5 a 8 vértebras cau-
1. Notario; 2. Vértebras dales libres. El segmento más caudal es el pigóstilo, que
cervicales; 3. Coracoides; resulta de la fusión de varias vértebras rudimentarias, y que
4. Clavículas unidas for- sirve como base ósea de las plumas de cubierta de la cola.
mando la fúrcula; 5. Ester- En ciertas aves, como algunas especies de rapaces, no está
nón; 6. Húmero.
presente (Rodríguez-Quirós et al., 2000).

Vértebras torácicas, sinsacro, Costillas y esternón


caudales y pigóstilo
Diferenciamos entre costillas cervicales y torácicas (figs. 1
Las vértebras torácicas son de 3 a 10. y 5). Las cervicales se denominan incompletas, asternales o flo-
Algunas de ellas se fusionan, formando tantes, se forman a partir de las últimas vértebras cervicales, y
un único hueso denominado notario, el no siempre se identifican bien. Existen 5 ó 6 pares de costillas
cual aporta rigidez al tronco (figs. 1 y 3). torácicas, esternales o completas. Cada una de éstas consta
Las vértebras no fusionadas establecen de una parte dorsal y otra ventral (vertebral y esternal, respec-
articulaciones sinoviales en las que parti- tivamente) que forman una articulación cartilaginosa con las
cipan sus cuerpos y procesos articulares. vértebras o con el esternón. La parte vertebral se corresponde
La última vértebra torácica, o dos últimas, con la parte ósea de la costilla de un mamífero, mientras que
se fusionan con las lumbares, sacras y pri- la parte esternal correspondería a la cartilaginosa. La mayoría
mera caudal, formando el sinsacro de las costillas vertebrales o dorsales presentan una cabeza y
(fig. 4). La fusión pude abarcar de 8 a 23 un tubérculo para articular con las vértebras, así como un pro-
vértebras, y también contribuye a dar rigi- ceso dirigido caudodorsalmente, la apófisis uncinada, que se
dez al tronco, una rigidez que se extien- superpone con la siguiente costilla (fig. 5). Estas apófisis sirven
de a posiciones caudolaterales, por su para inserción de los músculos serratos que unen la escápula
fusión con algunos huesos de la cadera. con el tórax, lo cual da solidez a la caja torácica.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

El esternón está muy desarrollado.


Tiene forma triangular, es alargado y
posee unos largos procesos laterales que
contribuyen a mantener y proteger las vís-
ceras (fig. 5). Su borde ventral o quilla es
prominente, especialmente en las aves
voladoras, ya que proporciona inserción a
los músculos más importantes del vuelo. La
posición subcutánea de la quilla facilita la
toma de médula ósea, pero es más sus-
ceptible a lesiones en aves que se posan
en perchas. En los bordes laterales, entre
los procesos laterales, se encuentran las
superficies articulares para las costillas, y Fig. 5.— Costillas y cinturón torácico de una gallina (Gallus
por delante una apófisis sagital denomi- gallus). 0. Costillas; 0´. Parte esternal de las costi-
nada manubrio o rostrum, que se relacio- llas; 1. Apófisis uncinada; 2. Escápula; 3. Coracoi-
na mediante un ligamento con la intercla- des; 4. Fúrcula; 5. Esternón; 6. Húmero.
vícula. El manubrio está flanqueado por
grandes facetas articulares para los hue- pero además interviene en la locomoción terrestre, el impul-
sos coracoides. Sobre la superficie dorsal so para iniciar el vuelo, posarse tras éste y amortiguar el
cóncava del esternón se abren pequeños peso, así como acomodarse en las perchas. La parte distal
orificios neumáticos que conectan con el de esta extremidad se simplifica por fusión y pérdida de ele-
saco aéreo clavicular. El extremo caudal mentos óseos durante el desarrollo embrionario.
del esternón es cartilaginoso, aunque se
osifica con la edad, por lo que su grado Extremidad torácica
de flexibilidad es un indicador de la edad.
El cinturón torácico o escapular está formado por la
ESQUELETO APENDICULAR escápula, el hueso coracoides y la clavícula (figs. 3 y 5). La
escápula es un hueso alargado y aplanado que se extiende
La adaptación al vuelo y la posición hasta la pelvis, a ambos lados de la columna vertebral. Está
bípeda son factores que han determina- unida a la caja torácica por músculos y ligamentos, mientras
do la gran modificación del esqueleto de que el hueso coracoides y la clavícula actúan como sopor-
los miembros torácico y pelviano, los cua- tes que mantienen el ala separada del cuerpo. El coracoides
les tienen una organización funcional se extiende desde el hombro, donde articula con la escápu-
totalmente diferente. El miembro torácico la y la clavícula para formar la cavidad glenoidea (superfi-
se ha convertido en el ala, cuyos huesos cie articular del húmero) hasta la parte craneal del esternón,
se unen al esqueleto axial (principalmen- con el que articula firmemente. La articulación de los tres hue-
te al esternón) por un cinturón escapular sos deja un orificio denominado trióseo, que sirve de paso
bien desarrollado, mientras que distal- del tendón de uno de los músculos del vuelo, el supracora-
mente se reduce el número de huesos. El coideo, abductor del ala. El coracoides actúa contrarrestan-
miembro pelviano es fuerte, y está encar- do las tracciones ejercidas por los músculos del ala durante
gado de mantener todo el peso corporal, el vuelo, que tiran del esternón hacia arriba para evitar el

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

arqueamiento de la espalda. Esto indica En el extremo proximal, presenta dos tubérculos para inser-
que el coracoides es un hueso fuerte y ciones musculares, uno dorsal y otro ventral, flanqueados
resistente. La clavícula es un hueso fino por las crestas bicipital y pectoral. Cerca del tubérculo ven-
que se une con la del otro lado en la inter- tral existe un orificio neumático. El extremo ventral del húme-
clavícula o fúrcula, adoptando una mor- ro tiene dos cóndilos que articulan cada uno con el cúbito
fología de V (fig. 5). El ligamento esterno- y el radio.
clavicular sujeta la interclavícula al ester- El cúbito y el radio son huesos largos y fuertes, aunque
nón, mientras que una membrana liga- es el cúbito el que posee mayor diámetro y es más largo,
mentosa conecta el coracoides con la presentando una apófisis olécranon en su extremo proximal
clavícula en toda su longitud. La fúrcula (figs. 6 y 8). Estos huesos tienen escasa capacidad de rota-
sirve de unión entre las dos articulaciones ción, mientras que la articulación del codo actúa a modo de
del hombro y asegura la unión del cintu- bisagra, lo que aporta la rigidez necesaria para los movi-
rón torácico con el esqueleto axial. mientos del ala durante el vuelo.
El húmero es un hueso robusto y La mano se ha modificado mucho en comparación a la
aplanado en sus extremos (figs. 6 y 7). mano pentadáctila (figs. 6 y 9). Durante el desarrollo embrio-

Fig. 6.— Huesos del miembro Fig. 7.— Húmero izquierdo de un Fig. 8.— Cúbito y radio derechos de
torácico de un buitre buitre leonado (Gyps ful- un buitre leonado (Gyps ful-
leonado (Gyps fulvus). vus). 1. Cabeza del húmero; vus). 1. Cúbito; 2. Radio; 3.
1. Húmero, 2. Cúbito; 2. Tubérculo ventral; 3. Carpo; 4. Carpometacarpo.
3. Radio; 4. Carpo; Tubérculo dorsal; 4. Cresta
5. Carpometacarpo; bicipital; 5. Cresta pectoral;
6. Falanges. 6. Cóndilo ventral; 7. Epi-
cóndilo dorsal.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

nario el carpo se reduce a dos pequeños unión de los tres huesos configura la cavidad articular para el
huesos, el carporradial y el carpocubital. En fémur, el acetábulo, que está perforado por un orificio. El ilion
algunas especies de rapaces, existe ade- es alargado y se extiende cranealmente más allá de la mitad
más un tercer hueso denominado accesorio del tronco. Se fusiona con el isquion (excepto en el agujero
del carpo (Smith et al., 1993). Los dos hue- isquiático) y con el sinsacro. El pubis no se fusiona con el
sos del carpo se articulan con el hueso car- isquion, ni existe sínfisis isquiopubiana, ya que el pubis se redu-
pometacarpo, que resulta de la fusión de ce a un estilete óseo que se une al borde del isquion. De esta
los metacarpianos II, III y IV y de algunos forma, la pelvis no es un anillo cerrado, sino que está abierta
huesos carpianos. Este hueso deja un espa- ventralmente, como ya mencionamos anteriormente, presentan-
cio intermetacarpal, que lo divide en un pro- do una gran concavidad. Esto facilita la puesta, y deja al ester-
ceso mayor y otro menor. Distalmente, el nón como soporte principal de las vísceras.
carpometacarpo se articula con las falan- El fémur posee una morfología similar al de los mamífe-
ges de los tres dedos: el dedo anterior, alu- ros (fig. 11). Su articulación con el acetábulo está firmemen-
lar o II, (con una falange); el dedo media- te reforzada por ligamentos, lo que hace que los movimien-
no, mayor o III (con dos falanges, una pro- tos que se salgan fuera del plano corporal estén restringidos.
ximal y otra distal) y el dedo posterior, Su extremo proximal es palpable y apto para toma de médu-
menor o IV, con una falange. la ósea (Dyce et al., 1999). En su extremo distal articula con
la rótula, alojada en un seno tendinoso, en el surco central
Extremidad pelviana de la tróclea (Ede, 1965).

El cinturón pelviano, al igual que en los


mamíferos, lo integran el hueso sacro (sin-
sacro en aves) y los dos coxales, izquierdo
y derecho, formados a su vez por los hue-
sos ilion, isquion y pubis (figs. 4 y 10). La

Fig. 10.— Coxal y sinsacro de un


ánade friso (Anas strepera).
Fig. 9.— Carpo-metacarpo (1) y falanges de la mano 1. Sinsacro; 2. Ilion; 3.
derecha de un buitre; 2. Espacio intercarpiano; Isquion; 4. Pubis; 5. Vérte-
dedos II, III, IV y falanges 1ª y 2ª del III dedo. bras caudales.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

La tibia se ha fusionado con los hue-


sos proximales del tarso, constituyendo un
hueso más largo que el fémur, el tibiotar-
so. En su cara lateral está el hueso pero-
né, escasamente desarrollado y fusiona-
do distalmente (fig. 11). Los huesos tarsa-
les distales se fusionan con el hueso meta-
tarsiano (resultado de la fusión de los
metatarsianos II, III y IV) formando un
hueso largo, el tarsometatarso. La articu-
lación que forman el tibiotarso y el tarso-
metatarso se denomina intertarsiana o tar-
siana. Existe, a parte del tarsometatarso,
un metatarsiano individual, el I, y falta el V. Fig. 12.— Tibiotarso (1), Tarsometatarso (2) y falanges del pie
Cada metatarsiano se articula con un derecho de un ánade friso (Anas strepera): dedos I
dedo dispuesto en garra (fig. 12). El pri- (hallux), II, III y IV, con sus falanges respectivas (1ª,
mero de los dedos (hallux) se dirige hacia 2ª, 3ª, 4ª y 5ª).
atrás y tiene dos falanges, en tanto que
los otros tres lo hacen hacia delante y cinco (dedo IV) falanges. Esta disposición varía en algunas
poseen tres (dedo II), cuatro (dedo III) y especies, como las rapaces nocturnas y las psitácidas, en las
que el dedo IV se dirige hacia atrás, funcionando como opo-
sitor junto con el I (Rodríguez-Quirós et al., 2000).

HUESOS LARGOS DE LAS AVES

Como ya adelantamos en la introducción, los huesos de


las aves presentan características anatómicas e histológicas
propias: corticales muy finas, amplios canales medulares, un
gran metabolismo óseo, etc., hechos que condicionan los
procedimientos quirúrgicos a emplear. A diferencia de los
mamíferos, en las aves existen dos tipos de huesos largos,
medulares y neumáticos. Los primeros presentan una estruc-
tura macroscópica y microscópica similar a la de los mamí-
feros (Fawcett, 1987), que a modo de recordatorio resumi-
mos a continuación. Los segundos son exclusivos de las aves,
aunque existen también otros huesos que no son largos pero
sí neumatizados.
Fig. 11.— Fémur derecho (1) de una
Huesos largos medulares
cigüeña (Ciconia ciconia); 2.
Tibiotarso; 3. Peroné; 4.
Ilion; 5. Isquion; 6. Agujero Están constituídos por una parte central o diáfisis, que es
ilioisquiático. un cilindro de pared gruesa, formado por hueso compacto.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Éste consiste en una matriz ósea minerali- Los huesos están revestidos externamente por tejido con-
zada dispuesta en laminillas, que aloja a juntivo con capacidad osteogénica, el periostio, con excep-
las células óseas u osteocitos, y dispone ción de aquellas zonas que poseen cartílago articular e
de un sistema de canalículos intercomuni- inserciones de tendones y ligamentos. En estas zonas, por
cados. Las laminillas de hueso compacto tanto, la cicatrización de las fracturas no se verá favorecida.
se disponen, en su mayoría, de forma El estado funcional del periostio y, por lo tanto, su constitu-
concéntrica en torno a un canal vascular, ción microscópica, varían en función de la edad o la pre-
constituyendo una unidad estructural sencia de lesiones en el hueso. Las células formadoras de
conocida como osteona o sistemas haver- hueso, los osteoblastos, están en reposo en condiciones nor-
sianos. Los canales que ocupan el centro males en el adulto. La capa externa del periostio es acelular
de estos sistemas, son los canales haver- y posee vasos sanguíneos, que penetran en los canales de
sianos, que contienen uno o dos vasos Volkmann y contribuyen así a fijar aquél al hueso subyacen-
sanguíneos (capilares, vénulas o incluso te. Desde el periostio también penetran hacia el hueso corti-
arteriolas). Los denominados canales de cal, fibras de colágeno y elásticas.
Volkmann comunican estos canales haver- El endostio es una fina capa celular que tapiza todas las
sianos entre sí, con la cavidad medular y cavidades del interior del hueso, incluídos los canales haver-
con la superficie. Los vasos sanguíneos sianos o los espacios medulares del hueso esponjoso. Posee
del endostio y del periostio comunican también capacidad osteogénica.
con los de los sistemas haversianos, a tra-
vés de los canales de Volkmann. Huesos largos neumáticos
En el interior de la diáfisis se encuen-
tra una cavidad medular ocupada por la Ya adelantamos en la introducción, cuáles eran los hue-
médula ósea, que es activa (médula ósea sos que presentaban neumatización; las vértebras cervicales,
roja) en el embrión, formadora de células por el saco aéreo cervical; vértebras torácicas, costillas y
rojas sanguíneas, e inactiva en el adulto húmero, por el saco aéreo interclavicular; fémur y sinsacro,
(médula ósea amarilla). por los sacos aéreos abdominales (Walsh, 1986; McMillan,
Los extremos de los huesos largos o 1994; Romagnano y Love, 2000). La mayor parte de los hue-
epífisis están formados por tejido óseo sos neumáticos no son huesos largos, sino que pertenecen al
esponjoso, cubierto por una corteza del- esqueleto axial. Los únicos huesos largos neumáticos son el
gada de hueso compacto. El hueso húmero (Schwarze, 1970; McKibben y Harrison, 1986;
esponjoso lo constituyen una red de tra- Orosz et al., 1992) cuyo grado de neumatización depende
béculas, separadas entre sí por espacios de la especie, y el fémur, el cual no siempre aparece neu-
que se comunican con la cavidad medu- matizado (Sturkie, 1986). La característica de un hueso largo
lar de la diáfisis, y que carecen de vasos neumatizado es que posee un amplio canal medular, pero
sanguíneos, por lo que no hay sistemas carecen de médula ósea activa o inactiva, estando atrave-
haversianos como tales. Las células óseas sados por divertículos de los sacos aéreos (fig. 13). Durante
aquí se nutren por difusión. la respiración, el aire penetra en el interior de estos divertí-
La zona entre la diáfisis y la epífisis es culos, reduciendo su peso (Schwarze, 1970; McLelland,
la metáfisis, formada por hueso esponjo- 1992) contribuyendo además con el proceso de respiración.
so, y que en el animal joven se corres- En el estudio realizado por West y colaboradores (1996),
ponde con la placa epifisaria cartilagino- un corte transversal en la diáfisis del húmero de palomas pre-
sa, zona de crecimiento del hueso. sentaba las siguientes capas, de fuera adentro:

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

19
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• La cortical, que consta principalmente de hueso


laminar con pocas osteonas. Se aprecian láminas circula-
res interna y externa, similar al hueso medular de los mamí-
feros. Las osteonas primarias son raras y se originan ente-
ramente desde la superficie endóstica. Hay pocas osteo-
nas secundarias. Las superficies de resorción aparecen en
número moderado en el tercio interno de la cortical. Se
identifican escasos vasos dentro de las osteonas o en los
espacios de resorción. En algunas de las muestras se
observaron osteoclastos en varios espacios de resorción.
A diferencia de los huesos de los mamíferos, la cortical del
húmero de las palomas posee una escasa presencia de
sistemas de Havers. Asimismo, éstos se encontraban dis-
puestos en un patrón circunferencial laminar, lo que puede
explicar la naturaleza quebradiza de los mismos.
• El endostio del húmero de las palomas está compuesto
principalmente por una capa delgada de tejido conectivo con
Fig. 13.— Húmero neumatizado de
un número escaso de células. La mayoría de éstas se encuen-
una gallina (Gallus gallus)
mostrando la amplia cavi-
tran indiferenciadas, con pocas o ninguna célula osteoespe-
dad medular, rellena por los cializada. Además, hay pocos vasos endósticos, aunque se
divertículos de los sacos identifican arteriolas y vénulas.
aéreos. Adaptada de König
y Liebich (2001). La vascularización de un hueso neumático es similar a la
de un hueso medular, pero no hay evidencia directa de apor-
• El periostio, compuesto de una te sanguíneo a la cortical ósea (West et al., 1996). Estos
capa acelular de tejido conectivo fibro- autores demuestran, en la paloma, que el húmero posee cir-
so. Las pocas células observadas son culación sanguínea intramedular (al igual que los huesos
indiferenciadas, sin osteoblastos, ni oste- medulares) a partir de la arteria nutricial, la cual no se rami-
oclastos. Las arteriolas y vénulas se fica en la diáfisis, como ocurre con el radio o el cúbito. Ade-
encuentran agrupadas en áreas de más, el húmero carece de circulación perióstica a lo largo de
inserción muscular. la diáfisis.

CAPÍTULO I ANATOMÍA ÓSEA

20
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

VALORACIÓN
PREQUIRÚRGICA DE
LAS FRACTURAS
J. RODRÍGUEZ QUIRÓS, A. GARCÍA GRAMSER, P. LLORENS PENA
Unidad de Cirugía. Departamento de Patología Animal II
Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

E
L objetivo de la traumatología es recuperar la funcionalidad normal de la extremidad afectada.
Cuando trabajamos con aves, en algunos casos esto no es posible, puede no ser práctico e
incluso a veces puede no ser necesario. En este capítulo se describe la realización del examen
clínico del ave, el manejo preoperatorio de las fracturas y la valoración de una serie de factores
que van a determinar la elección del tratamiento y el pronóstico de la fractura. Estos factores son
el tipo de hueso afectado, la localización de la fractura en el hueso, el número de esquirlas óseas, la presen-
cia de fracturas abiertas, la antigüedad de la fractura, la presencia de varios huesos fracturados al mismo tiem-
po en el mismo animal y el grado de lesión de los tejidos blandos adyacentes.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

21
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

INTRODUCCIÓN mal pueda ser liberado y sobrevivir en la naturaleza (Roush,


1980; Redig, 1986; Levitt, 1989; Bennett y Kuzma, 1992;
Howard y Redig, 1993; MacCoy, 1996; Bennett, 1997).
L objetivo de la traumatología

E
Como se verá mas adelante, en este grupo las fracturas
es recuperar la funcionalidad localizadas en los huesos del ala tienen peor pronóstico que
normal de la extremidad afec- las que afectan a las extremidades inferiores. Cuando se tratan
tada. En algunos casos esto fracturas en mamíferos, se puede aceptar una cojera leve en
no es posible, puede no ser una extremidad. Sin embargo, cuando se trabaja con aves sal-
práctico e incluso a veces vajes, la fractura de un hueso del ala que no se resuelve satis-
puede no ser necesario. factoriamente, imposibilita al ave para la vida salvaje. Por ello,
Cuando se nos presenta en la consulta cualquier resultado que no permita recuperar al 100% la fun-
un ave con una fractura, surgen numerosas cionalidad normal puede ser valorado como un fracaso (Ben-
cuestiones en cuanto al tratamiento que
nett y Kuzma, 1992). Este mismo planteamiento también se
vamos a instaurar y al pronóstico. Uno de
puede aplicar a las aves de cetrería y a las palomas de carre-
los aspectos más importantes que va a
ra o de exhibición (Roush, 1980; Levitt, 1989).
determinar considerablemente la respuesta
Otro aspecto que complica la rehabilitación de este tipo
a estas dudas va a ser el tipo de ave que
de aves, es que la condición física de las mismas se deterio-
estamos tratando, o lo que es lo mismo, el
ra rápidamente cuando permanecen en inactividad forzada
nivel de funcionalidad esperado de la extre-
sin un ejercicio vigoroso. Estos animales necesitan recuperar
midad afectada. Por lo general, en trauma-
un alto nivel de rendimiento atlético después del traumatismo
tología de aves nos vamos a encontrar dos
y antes de su liberación, para poder sobrevivir en libertad
grandes grupos de animales.
(MacCoy, 1992).
En determinadas ocasiones, algunas aves salvajes que
Aves salvajes o silvestres
ingresan con lesiones que impiden su posterior liberación,
Este grupo de aves tiene unas exigen- pueden ser intervenidas para conseguir un nivel funcional
cias concretas, que vienen determinadas razonable que permita su adaptación a la vida en un zoo-
por la necesidad de devolverlas a su lógico, y/o la inclusión en programas de cría en cautividad
entorno natural (fig. 1). La resolución de o de educación ambiental. Numerosos autores consideran
fracturas en este tipo de aves es uno de que si no se consigue ninguno de estos objetivos se debe
los mayores desafíos para el veterinario y recomendar la eutanasia (Martin y Ritchie, 1994).
para los centros de recuperación, no sólo
por la dificultad que encierra la propia Aves en cautividad
fractura, sino también por el estado en el (aves de compañía, aves de exposición,
que ingresan muchas de estas aves trau- aves de cetrería, aves de competición y
matizadas. Esto supone la integración de las mantenidas como reproductoras)
muchos conocimientos y experiencia
sobre manejo, instalaciones, tiempo de Este grupo tiene unos requerimientos diferentes, pues en
reposo, inmovilización y rehabilitación. su mayoría no necesita recuperar totalmente la funcionalidad
En general, cuando se trabaja con de la extremidad afectada (Redig, 1986; Howard y Redig,
aves salvajes es necesario recuperar al 1993; Bennett, 1997; Forbes, 1998). El pronóstico de las
100% la anatomía y la funcionalidad de fracturas en estas aves es generalmente excelente (Roush,
la extremidad afectada para que el ani- 1980; Levitt, 1989).

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

22
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

y si el ave presenta una fractura que tiene baja probabilidad


de cicatrizar, habrá que discutir las posibles alternativas y la
reducción anatómica final. Estas alternativas pueden incluir el
acortamiento de la extremidad, la amputación e incluso la
eutanasia, pues algunos propietarios no desean que sus
aves presenten lesiones desfigurantes (Howard y Redig,
1993; MacCoy, 1996).
Cuando la fractura se localiza en una extremidad inferior,
se debe valorar la posible presentación de pododermatitis en
la extremidad contralateral antes de decidir el tratamiento que
se va a instaurar. Existen aves que no son propensas a desa-
rrollar pododermatitis, como por ejemplo las psitácidas, que
emplean el pico como una herramienta en la deambulación, o
algunas aves paseriformes que son muy ligeras. En estas espe-
cies se puede plantear la amputación como una técnica radi-
cal en el tratamiento de determinadas patologías óseas (Ben-
nett, 1997).
En este grupo se incluyen las aves de cetrería y las palo-
mas de carrera o de exhibición cuyos planteamientos son
Fig. 1. — Mochuelo (Athenea noctua). Este similares a los de las aves salvajes, en el sentido de la nece-
animal ha sido recogido en el sidad de recuperar la funcionalidad normal de la extremidad
campo y presenta en el ingreso afectada (fig. 2).
una fractura de tibiotarso. El obje-
tivo principal en el tratamiento de
este tipo de aves es su liberación.

Normalmente, el tratamiento depen-


derá de los requerimientos del cliente, de
las necesidades del ave y del medio en
el que ésta vive. El cliente puede solicitar
que se restaure íntegramente la función
de la extremidad afectada o aceptar
cualquier resultado que permita al ave
vivir confortablemente. Por lo general, las
aves de jaula no necesitan volar para
sobrevivir, pero algunos propietarios
desean que el animal pueda seguir volan-
do. En estos casos el ave podría lesionar-
se en una caída si no se ha reducido Fig. 2.— Ratonero puga-variegado (Buteo poecilochrous). Ani-
mal con una fractura proximal de húmero inmoviliza-
correctamente una fractura. Es importante da temporalmente con un vendaje en ocho y al cuer-
informar a los propietarios del pronóstico po. Se trata de un animal de cetrería, en la que la
de la fractura y los resultados esperados, recuperación de la funcionalidad debe ser total.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

23
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

EXAMEN CLÍNICO DEL AVE vadas por el cetrero sobre su puño, se le pedirá que realice sua-
ves rotaciones del puño con el objeto de desestabilizar al ave,
observando la asimetría de los movimientos de las alas. En
Por lo general, los clientes llevan las
ocasiones, esta maniobra puede revelar lesiones menores de
aves a la consulta en jaulas, en transporti-
nes, en cajas de cartón, sujeto por pihue- las extremidades inferiores al apreciarse una reducción en la
las y sobre el puño, o sueltas e incontro- habilidad del ave por asirse con su garra al puño.
ladas. Sin embargo, en la sala de espera Posteriormente se procede a coger al animal con una
todas las aves deber permanecer bajo toalla o paño de campo. En este procedimiento se debe
control. tener cuidado en no agravar o producir nuevas lesiones en
En primer lugar y antes de proceder la extremidad afectada. Se tumba al ave en decúbito dorsal
al examen del ave, se debe realizar una sobre la toalla o paño, y se emplean éstos para cubrir la
historia clínica completa, sobre todo si tra- cabeza del ave, e impedir que nos vea. Durante la explora-
bajamos con aves en cautividad: ción se examina la extremidad afectada y se compara con
la extremidad normal.
• Especie, sexo y edad del ave.
• Periodo de tiempo que hace que la Exploración física del ave
tiene el propietario. Saber si es una espe-
cie salvaje que ha sido capturada o pro- Para facilitar el examen en profundidad del ave se reco-
cede de cría en cautividad. En este último mienda su anestesia general, pues facilita su manejo al
caso se debe saber quién es el criador o encontrarse totalmente relajada. El examen de un ave cons-
dónde se adquirió el animal. ciente sólo permite el diagnóstico de fracturas y luxaciones
• Dieta en cautividad. evidentes, pero existen otros procesos ortopédicos, como
• Tipo de alojamiento. por ejemplo los esguinces, cuyo diagnóstico es más compli-
cado si el ave no está anestesiada. De igual forma, peque-
En cuanto al proceso traumatológico ñas fracturas o fisuras y lesiones articulares sólo son diag-
u ortopédico propiamente dicho convie- nosticables mediante la anestesia del ave.
ne saber: Se empieza por la exploración de las alas con el animal
posicionado en decúbito dorsal.
• Extremidad afectada.
• Causa del mismo: golpe, ataque de • Se tracciona de la punta de las plumas primarias de
un perro o gato, choque con un vehículo, cada ala, y suavemente y de forma simultánea se posicionan
etcétera. ambas alas en total extensión. Se debe valorar las sensaciones
• Si es un ave en cautividad que pre- percibidas durante la realización de esta maniobra y la simetría
senta cojera de la extremidad inferior, se existente entre ambas alas.
debe preguntar si la cojera es permanen- • Se examina cada hueso y cada articulación de forma
te o repentina. separada, primero en un ala y después sobre la otra. Poste-
riormente se repite explorando ambas alas al mismo tiempo.
Si es posible, se examinará al ave sin Las articulaciones de las alas suelen tener una gran laxitud
inmovilizar. Esto es fácil en aves de cetrería cuando se flexionan, pero son incapaces de moverse dorso-
o en loros domésticos. Se debe observar al ventralmente cuando se extienden.
ave mientras está tranquila. En aves de • Se valora el patagio, para valorar la existencia de heri-
cetrería con lesiones en las alas que son lle- das, tejido cicatricial, etc.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

24
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• Se examina la piel que cubre la • Se palpa la columna vertebral, especialmente la unión


parte ventral de las alas y el cuerpo, vertebral a nivel del sinsacro. Si existe alguna duda, se hume-
sobre todo a nivel de la axila. Se debe decen las plumas para valorar la presencia de hematomas o
valorar cualquier costra o áreas en las abrasión en este área.
que exista exudado seco o fresco. Para • Se examina la piel.
realizar el examen de la piel no se deben
cortar las plumas, sólo se desplumarán Por último, y en casos complicados se pueden realizar
las más pequeñas y se humedecerán las pruebas de vuelo para intentar determinar la lesión que pre-
grandes con un poco de alcohol. senta el ave.
• El hueso expuesto durante mucho
tiempo y seco, tiene una apariencia Examen radiológico
negra. Se debe localizar la presencia de
El examen radiológico es fundamental en el diagnóstico
costras elevadas duras y puntiagudas,
de las fracturas o luxaciones, y siempre que exista una coje-
que serán irrigadas con suero salino para
ra o limitación funcional evidente y persistente. Se deben
ablandar el área de examen. Hay que
obtener radiografías de una buena calidad, con películas de
tener cuidado con los huesos neumáticos.
alta definición. Si el ave presenta múltiples fracturas en diver-
En las rapaces el húmero y el fémur son
sas extremidades, o si el traumatismo puede haber afectado
neumáticos, mientras que en los loros sólo
otras partes no detectables en un primer examen, se reco-
el húmero es neumático, pues el fémur
mienda realizar radiografías del cuerpo entero: proyeccio-
contiene médula ósea.
nes laterolateral y ventrodorsal. De esta manera obtendre-
mos información del tórax y del abdomen.
La exploración de la extremidad pél-
La extremidad afectada se debe valorar mediante la rea-
vica es similar:
lización de dos proyecciones (tabla I). En ocasiones se rea-
lizarán radiografías de la extremidad sana para comparar.
• Se extienden ambas extremidades
Es fundamental el conocimiento de la anatomía normal de la
juntas traccionando del tercer dedo de
especie que estamos examinando, pues existen diferencias
cada garra.
anatómicas visibles radiológicamente entre las familias de
• Se examina cada hueso y cada
aves e incluso entre géneros (Harcourt-Brown, 2001).
articulación por separado. Primero se
examina una extremidad y luego la otra
MANEJO PREOPERATORIO DE
para valorar la normalidad y, por último,
LAS FRACTURAS
se hace una exploración simultánea de
las dos. Por lo general, es normal encon-
trar un sorprendente grado de movilidad La presencia de una fractura se acompaña frecuente-
rotacional en las articulaciones de la rodi- mente de un trauma mayor, por lo que es necesaria la reali-
lla y del tarso. zación de un examen físico exhaustivo para descartar la pre-
• Se evalúan los tendones flexores y sencia de otras lesiones. Posteriormente se realizará la esta-
extensores. bilización del animal antes de plantear el posible tratamien-
• Se valora la piel de toda la extre- to de la fractura.
midad.

A continuación se posiciona el ave en • Para estabilizar al ave se administrarán fluídos (por vía
decúbito ventral. intravenosa o intraósea), corticosteroides, antibióticos de

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

25
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

TABLA I Proyecciones empleadas en traumatología de aves

Hueso/Articulación Proyecciones

Alas Húmero, radio, cúbito y carpometacarpo Ventrodorsal y caudocraneal


Hombro, codo y carpo Ventrodorsal y caudocraneal

Extremidades inferiores Fémur, tibiotarso y tarsometatarso Craneocaudal y mediolateral


Cadera Ventrodorsal, laterolateral y
laterolateral oblicua
Rodilla, tarso Craneocaudal y mediolateral
Garras Dorsoplantar y mediolateral

Columna Columna Ventrodorsal y laterolateral

amplio espectro y/o alimentación de reducir el estrés y el dolor que supone la manipulación de la
soporte, con el fin de que la anestesia y herida y de los fragmentos de la fractura.
la cirugía puedan realizarse con seguri-
La estabilización del paciente es un aspecto muy impor-
dad (Martin y Ritchie, 1994).
tante. Por lo general, el animal que ha sufrido una fractura se
• Es conveniente además, si el ani- encuentra en un estado fisiológico de estrés máximo. Aunque
mal no está muy deprimido, proporcionar se aplique un tratamiento quirúrgico correcto, el ave puede
algún antiinflamatorio o analgésico (tabla morir como resultado del estrés asociado con el daño inicial
II), e incluso anestesiar al animal para o con la terapia aplicada (Blass, 1987).

TABLA II Antiinflamatorios y analgésicos empleados en traumatología de aves

Fármaco Dosis

Antiinflamatorios Carprofeno 2-4 mg/kg cada 8-12 horas, IM


Meloxicam 0,1 mg/kg cada 24 horas, IM
Analgésicos Buprenorfina 0,01-0,05 mg/kg, IM
Butorfanol 2 mg/kg, cada 6-8 horas, IM
IM: Vía intramuscular

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

26
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Una vez estabilizado el paciente, se cos sobre huesos y tendones, ya que éstos podrían resultar
procede a explorar la fractura para valo- dañados.
rar diversos aspectos que determinan en • Se estabilizarán los fragmentos óseos mediante un
gran medida el pronóstico de la misma: vendaje de la extremidad afectada, y además se debe admi-
hueso fracturado, localización de la frac- nistrar un antibiótico de amplio espectro como la enrofloxa-
tura, exposición de alguno de los frag- cina (10 mg/kg cada 12 horas, vía intramuscular) hasta que
mentos, aspecto del hueso expuesto, se obtengan los resultados de la microbiología.
número de esquirlas óseas y grado de • Por último, se colocará al animal en una caja en un
lesión de los tejidos blandos adyacentes. sitio tranquilo, oscuro y con una temperatura adecuada.
Es muy frecuente encontrarnos con fractu-
ras abiertas, por lo que se llevará a cabo Numerosos autores que trabajan con aves salvajes, reco-
el siguiente protocolo: miendan no realizar la cirugía antes de las primeras 24
horas, salvo por causas determinadas. Un elevado porcen-
taje de las aves salvajes mueren en las primeras 24 horas
• Si la herida está muy sucia y conta-
debido a sus enfermedades, independientemente de que
minada, en primer lugar habrá que retirar
intervengamos o no. Además, una apresurada intervención
aquellos elementos extraños como restos
quirúrgica puede ser causa del fallecimiento del ave y supo-
de plumas, arena, sangre y restos de teji-
ner una pérdida de tiempo para el veterinario (Harcourt-
do necrótico, mediante el lavado a pre-
Brown, 2001).
sión de la herida con suero estéril. En este
paso debemos ser cuidadosos a la hora
VALORACIÓN DE LA FRACTURA
de lavar fragmentos óseos de huesos neu-
máticos como el húmero y el fémur, por el
riesgo de paso de líquido a los sacos El éxito de la cicatrización ósea va a depender de la inte-
aéreos. gridad de la vascularización de la zona, la presencia de infec-
• Una vez libre de suciedad visible y ción, el desplazamiento existente entre los fragmentos y el
antes de poner ningún antimicrobiano local grado de movilidad del foco de fractura. En la valoración ini-
o sistémico, tomaremos una muestra para su cial de la fractura existen una serie de factores que van a deter-
cultivo microbiológico que permitirá instau- minar la elección del tratamiento y su pronóstico:
rar el tratamiento antibiótico adecuado.
a) Tipo de hueso afectado.
• A continuación se realizará la cura
b) Localización de la fractura en el hueso.
de la herida con lavados con suero Rin-
c) Número de esquirlas óseas.
ger Lactato, y una dilución de antibiótico
d) Presencia de fracturas abiertas.
de amplio espectro como la oxitetracicli-
e) Antigüedad de la fractura.
na al 10%. Generalmente, en esta fase no f) Presencia de varios huesos fracturados al mismo tiem-
se usan antisépticos iodados sobre el po en el mismo animal.
foco de fractura, debido al riesgo de g) Grado de lesión de los tejidos blandos adyacentes.
desecación del hueso.
• Posteriormente, se cubre la zona con Tipo de hueso afectado
una pomada antibiótica (por ejemplo, Der-
misone Triantibiótica®) y un apósito estéril En función del hueso afectado, e independientemente de
(p.ej., Tulgrasum Antibiótico®). No conviene las características de la fractura, habrá diferentes posibilida-
aplicar pomadas con preparados enzimáti- des de tratamiento y pronóstico.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

27
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fracturas localizadas en las alas el paso de porciones de alimento de gran tamaño a través del
esófago. En una de las aves el problema se resolvió después
El ala es una estructura ligera, dise- de 2 años. La otra se liberó y su cadáver se encontró más tarde
ñada con una elevada precisión y capaz caquéctico (Redig y Roush, 1978).
de soportar la gran actividad necesaria Dentro del ala, el pronóstico de la fractura variará en fun-
para el vuelo. El pronóstico de una frac- ción del hueso afectado:
tura localizada a este nivel es siempre
muy reservado. La reparación de la frac- • Las fracturas del húmero suelen ser abiertas, presentan
tura debe asegurar una cicatrización per- un gran desplazamiento y muy frecuentemente se produce la
fecta, pero también una recuperación superposición de los fragmentos debido a la fuerte masa
funcional total, sino el ave se desequili- muscular de los pectorales (fig. 3). Las fuerzas rotacionales
bra y no puede volar (Roush, 1980). aplicadas por estos músculos pueden predisponer a que las
Además, las fracturas mal reducidas pue- fracturas cicatricen con una mayor o menor deformación
den afectar la capacidad del animal rotacional, lo cual puede perjudicar significativamente el
para mantener el equilibrio y también vuelo (Bennett y Kuzma, 1992).
impedir el cortejo o la cópula (Bennett y • Entre el radio y el cúbito existe un movimiento de desli-
Kuzma, 1992). zamiento longitudinal. Si los fragmentos de radio y cúbito pre-
En las fracturas de las alas, las intensas sentan un gran desplazamiento, se producirá la cicatrización
fuerzas rotacionales ejercidas por los mús- de ambos huesos entre sí, dando lugar a una sinostosis. Esto
culos y tendones pueden causar deformi- supone una disminución de los movimientos de supinación y
dades torsionales considerables. El alinea- pronación de la porción distal de la extremidad, que podría
miento axial puede ser excelente, pero impedir la capacidad de maniobrar en vuelo (Roush, 1980;
unos pocos grados de rotación o una insig- Levitt, 1989; Bennett y Kuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994).
nificante malaunión, pueden determinar la
diferencia entre una cicatrización funcional
y una no funcional (Roush, 1980; Redig y
Roush, 1978; Levitt, 1989). En términos de
control aerodinámico, la porción distal del
ala es la parte más crítica. La existencia de
unos pocos grados de malalineamiento
axial del húmero no impide que el ave
pueda volar bien, sin embargo, un malali-
neamiento del ala distal excluye el vuelo
normal (Redig y Roush, 1978).
Por otra parte, cuando se trabaja con
fracturas en las alas de aves salvajes, el
hecho de recuperar la capacidad de vuelo
no garantiza la habilidad para sobrevivir en
Fig. 3.— Cárabo (Strix aluco). Proyección ventrodorsal. Fractu-
la naturaleza (Bennett y Kuzma, 1992). Por ra de la porción distal del húmero. Debido a la acción
ejemplo, en dos individuos con fracturas de de la musculatura insertada en el fragmento distal del
coracoides tratadas de forma conservativa, húmero éste se desplaza distalmente, llegándose a
el callo óseo exuberante formado impidió superponer sobre el antebrazo.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

28
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• Las fracturas del carpometacarpo tie- 1980; Bennett y Kuzma, 1992). Se debe tener cuidado, pues
nen un pronóstico peor que las de húmero, las reducciones que modifican el apoyo de una o de las dos
debido al escaso soporte de tejidos blan- extremidades pueden predisponer al ave al desarrollo de
dos. Las fracturas de este hueso normal- pododermatitis o de artrosis (Redig, 1986). En aves salvajes
mente son abiertas, con afectación de la que van a ser liberadas es aceptable un 20-30% de pérdida
vascularización de la porción distal del ala en la funcionalidad de la extremidad inferior, siempre que la dis-
(Redig y Roush, 1978; Redig, 1986a). función no afecte de forma importante la flexión o extensión de
la garra o la sujeción de alimentos (Martin y Ritchie, 1994). Este
Fracturas localizadas en las aspecto es importante en las aves de presa, pues necesitan sus
extremidades inferiores garras para la aprehensión del alimento (Bennett y Kuzma,
1992). En aves con un peso superior a 150 gramos no se debe
El tratamiento de las fracturas en las plantear la amputación de la extremidad, pues se predispone
a la presentación de pododermatitis en la extremidad contrala-
extremidades inferiores es menos crítico que
teral (Forbes, 1998).
en las alas, pues una ligera pérdida de la
Dentro de las extremidades inferiores, el pronóstico tam-
funcionalidad es menos grave para la
bién varía en función del hueso afectado. Las fracturas loca-
mayoría de las especies (fig. 4) (Roush,
lizadas en la porción proximal del hueso y que no afectan la
articulación, producen menos trastornos funcionales que las
situadas a nivel más distal (MacCoy, 1996). Las fracturas del
tarsometatarso tienen un pronóstico reservado debido al
escaso aporte vascular de la zona, y a que suelen ser abier-
tas (Redig y Roush, 1978).
Independientemente de la localización, las fracturas que
afectan a los huesos neumáticos (húmero y fémur) requieren
un tratamiento inmediato, pues la cavidad medular de estos
huesos comunica con el sistema respiratorio y puede exten-
derse la infección a estos órganos (Redig y Roush, 1978).

Localización de la fractura en el hueso

El pronóstico en cuanto a la recuperación de la fractura


depende de la localización de ésta dentro del hueso. Por lo
general, en un mismo hueso, son más fáciles de reducir las
fracturas diafisarias que las epifisarias (MacCoy, 1996).
Un elevado número de fracturas afectan a la articulación o
se localizan próximas a la articulación (fig. 5) (Withrow, 1982;
Levitt, 1989; Redig, 1987; MacCoy, 1996; Forbes, 1998). En
ambos casos el pronóstico, en cuanto a la recuperación de la
Fig. 4. — Harris (Parabuteo uncinctus). función, es pobre debido al daño potencial del cartílago arti-
Proyección mediolateral. Se
cular y de las estructuras de soporte periarticulares (McCart-
aprecia fractura en la porción
media del tibiotarso. La línea de
ney, 1994; MacCoy, 1996). Por ello, a pesar del tratamiento
fractura es transversa y no pre- puede quedar una disfunción articular como secuela. Esta alte-
senta esquirlas óseas. ración se debe a la formación de un callo exuberante que

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

29
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

alcanza la articulación, y/o a la presencia


de adherencias de los ligamentos o tendo-
nes al callo óseo.
Las fracturas de la porción media de la
diáfisis son más fáciles de estabilizar con
coaptación externa, porque la longitud de
los fragmentos proporciona una superficie
de contacto mayor para los vendajes, y
puede obtenerse algún beneficio del ali-
neamiento de los músculos adyacentes y
de los cañones de las plumas (MacCoy,
1992).

Número de esquirlas óseas


Fig. 5.— Cernícalo común (Falco tinnunculus). Proyección
ventrodorsal. Se aprecia fractura de la porción proxi-
El éxito en el tratamiento de una frac-
mal del húmero. La línea de fractura es transversa y
tura depende de la ausencia de esquir- compromete a la tuberosidad deltoidea.

las óseas (Redig, 1987). Muchas fracturas presentan un ele-


vado número de esquirlas, por lo que es más difícil conse-
guir una buena reducción y estabilización de los fragmentos
(figs. 6 y 7) (Withrow, 1982; Levitt, 1989; Forbes, 1998).

Fig. 6.— Aguilucho lagunero (Circus aerogi-


nosus). Proyección ventrodorsal.
Se aprecia fractura conminuta de Fig. 7.— Gavilán (Accipiter nissus). Animal de cetrería que ha
cúbito sin desplazamiento, gracias sufrido un golpe. En la radiografía en proyección ven-
a que el radio está intacto. Se trodorsal se aprecia fractura conminuta de cúbito y luxa-
aprecia formación de callo óseo ción proximal de radio. Existe una gran inflamación de
que engloba ambos fragmentos. los tejidos blandos adyacentes.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

30
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Las fracturas conminuta se asocian a


importantes daños de los tejidos blan-
dos adyacentes, siendo más probable
la presentación de secuestros óseos y
complicaciones en la cicatrización. Por
lo general, la mayoría de las fracturas
con un elevado número de esquirlas
óseas no son reparables.
Las fracturas conminuta cicatrizan
mejor cuanto menor sea la manipulación
quirúrgica (Howard y Redig, 1993).

Presencia de fracturas abiertas


Fig. 8.— Búho real (Bubo bubo). Fractura proximal de radio y
El pronóstico de una fractura será cúbito. Se aprecia el fragmento proximal del cúbito
mejor si ésta es cerrada (fig. 8). Las expuesto y con secreción purulenta.
aves presentan frecuentemente fracturas
abiertas y contaminadas. El pronóstico
empeora cuanto mayor sea la exposi- blandos adyacentes y del aporte vascular (Roush, 1980;
ción de los fragmentos óseos. Por lo Levitt, 1989).
general, fracturas abiertas con más de Otro de los problemas que presentan las aves con
medio centímetro de exposición en fracturas abiertas es el estado debilitado en el que se
ambos fragmentos, y con más de 24 encuentran, lo que impide su tratamiento inmediato. Por
horas de antigüedad no son resolubles. todo lo expuesto, cuando nos encontramos ante una frac-
Las fracturas cerradas son, por lo tura abierta se puede proceder de diferentes maneras:
general, transversas, y menos frecuente-
mente conminuta u oblicuas. En cambio, • Se puede intentar la cicatrización de la fractura,
la mayoría de las fracturas abiertas son proporcionando estabilidad al foco de fractura y mante-
conminuta, seguidas a distancia por las niendo el aporte vascular (Withrow, 1982). En la reduc-
fracturas transversas (Howard y Redig, ción se emplearán los fijadores externos hasta que se com-
1993). pruebe que los tejidos blandos y óseos son viables. Se
Las fracturas abiertas suelen presen- debe debridar y limpiar los fragmentos óseos lo más minu-
tar tejido óseo expuesto, desvasculari- ciosamente posible.
zado, necrótico y/o infectado, y tienen • En aves domésticas o que van a permanecer en cau-
un elevado riesgo de complicaciones tividad se pueden plantear métodos radicales, como la
como osteomielitis secundarias (With- amputación. En ocasiones esto se lleva a cabo a pesar de
row, 1982; Levitt, 1989), secuestros haber establecido un tratamiento previo de las mismas con
óseos (Blass, 1987), retrasos en la cica- debridamiento quirúrgico y administración de antibióticos
trización (Levitt, 1989; Howard y Redig, locales y sistémicos.
1993) y no uniones (Roush, 1980). • Cuando en el foco de fractura hay un fragmento
Además, en este tipo de fracturas se desvitalizado, éste se puede emplear como un autoinjerto
produce un mayor daño de los tejidos de cortical o como soporte estructural, aunque se puede

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

31
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

producir un secuestro óseo. En el caso necrosis ósea existente (fig. 9). Radiológicamente, la pre-
de producirse, el secuestro se retirará sencia de reacción ósea y la pérdida de nitidez de los
después de producirse la unión ósea límites de la fractura nos informa de la antigüedad de la
(Blass, 1987).
fractura (fig. 10).
• Algunos autores recomiendan la
eutanasia de aquellas aves que ingresan
con este tipo de fracturas (Mullen et al.,
1984; Howard y Redig, 1993; McCart-
ney, 1994).

Las fracturas cerradas presentan un


porcentaje de cicatrización más elevado
que las fracturas abiertas, e incluso cica-
trizan más rápido (hasta 7 días antes).
Esto se refleja en el porcentaje de anima-
les liberados, que suele ser más elevado
en el grupo de aves con fracturas cerra-
das, que en el de fracturas abiertas
(Howard y Redig, 1993).

Antigüedad de la fractura Fig. 9.— Aguila culebrera (Circaetus gallicus). Fragmento


proximal del húmero expuesto con amputación de
El pronóstico de la fractura será mejor
la porción distal del ala. Destaca el aspecto seco y
cuanto más reciente sea la fractura. El desvitalizado del fragmento expuesto que confir-
principal problema que nos encontramos ma la necrosis ósea.
es el desarrollo de fibrosis, que complica
la reducción de la fractura (Redig, 1987).
Los cambios en el foco de fractura se
producen mucho más rápido en las aves
que en los mamíferos. A los 4-5 días exis-
te bastante dificultad para el abordaje y
reducción de una fractura cerrada y a los
9-10 días es prácticamente imposible.
Además, si no ha sido inmovilizada, cuan-
to más tiempo haya transcurrido, mayor
daño habrá de los tejidos blandos adya-
centes.
La antigüedad de la fractura se
puede valorar por el color y el aspecto
de los fragmentos óseos. En fracturas Fig. 10.— Búho real (Bubo bubo). Proyección ventrodorsal.
abiertas, el color grisáceo y el aspecto Fractura antigua de cúbito en la que se aprecia
seco y desvitalizado del hueso, indica- formación de callo óseo alrededor del foco de
rán que la fractura es antigua por la fractura.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

32
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Presencia de varios huesos peración de cada hueso fracturado por separado, y de


fracturados al mismo tiempo todos ellos en conjunto.

Aunque la mayoría de las aves tie- Grado de lesión de los


nen en el momento del ingreso una tejidos blandos adyacentes
única fractura, un porcentaje importante
de animales presenta varios huesos frac- El grado de lesión de los tejidos blandos es otro
turados (Howard y Redig, 1993). aspecto importante a la hora de determinar el tratamiento
Muchas aves salvajes sufren traumatis- que va a recibir la fractura, y el potencial de recuperación
mos severos (por ejemplo, choques con- de la función normal de la extremidad (fig. 12) (Redig,
tra un vehículo o disparos), que dan 1987; Howard y Redig, 1993; Martin y Ritchie, 1994; For-
como resultado fracturas en diferentes bes, 1998). Las fracturas con múltiples esquirlas óseas con
huesos (fig. 11). extremos agudos, pueden provocar daños a las estructu-
Cuando hay más de un hueso frac- ras vasculares y nerviosas próximas, y suelen provocar
turado, el pronóstico de recuperación fracturas abiertas.
funcional se debe hacer en conjunto,
por lo que será mucho más grave, ya
que se dificulta el tratamiento y la reha-
bilitación posterior (Redig, 1987). Se
deben valorar las posibilidades de recu-

Fig. 12.— Búho chico (Asio otus). Ani-


mal con fractura de radio y
cúbito. Detalle de la porción
Fig. 11.— Sisón (Tetrax tetrax). Animal en decúbito ester- ventral del ala, una vez pre-
nal, incapaz de ponerse de pie debido a que parada para la cirugía. Pre-
presenta fractura abierta de los dos tarsome- senta un gran hematoma en
tatarsos. Se observa exposición de uno de los la porción proximal del ante-
fragmentos óseos. brazo.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

33
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Es importante prestar atención a los


vasos, nervios y unidades músculo-tendi-
nosas de la zona lesionada. Se debe
valorar:

• Falta de aporte vascular de la


porción distal de la extremidad (fig. 13).
• Presencia de déficit neurológicos.
• Existencia de dilaceración muscular
y pérdida de sustancia (Levitt, 1989;
MacCoy, 1996; Harcourt-Brown, 2001).

Una lesión grave de los tejidos blan-


dos puede limitar el aporte vascular en Fig. 13.— Lechuza común (Tyto alba). Edema de la porción
el foco de fractura, comprometiendo la distal del ala, que indica un compromiso de su
cicatrización de la fractura e incremen- vascularización.
tando el riesgo de infección (Levitt,
1989; MacCoy, 1996).
Por otra parte, las adherencias pro- sean efectivos. Siempre se deben valorar las complicacio-
ducidas durante la cicatrización entre nes de una reducción a foco abierto. Si las secuelas de un
los tejidos blandos, pueden limitar direc- tratamiento conservativo no son peores que las de un tra-
tamente el movimiento muscular y articu- tamiento quirúrgico y el nivel de función obtenido es simi-
lar (MacCoy, 1996). lar, puede que no esté justificada la cirugía (Redig,
1986b; MacCoy, 1992; Howard y Redig, 1993). Por lo
PRONÓSTICO tanto, el tratamiento quirúrgico sólo se instaurará cuando
se esperen mejores resultados que con un tratamiento con-
servativo.
EL porcentaje de éxito en el trata- En 1987, Redig realizó una clasificación sobre el pro-
miento de una fractura se puede incre- nóstico de las fracturas en cuanto a algunos de los facto-
mentar considerablemente mediante res descritos anteriormente (tabla III). En la actualidad,
una buena selección de los casos, una gracias al avance de la traumatología en aves, esta clasi-
mayor experiencia quirúrgica, una ficación no es del todo exacta; sobre todo para las frac-
correcta administración de cuidados turas clasificadas en el primer apartado. Hoy se están
postoperatorios y un periodo de recu- resolviendo con éxito fracturas localizadas en las cercaní-
peración mayor. as de la tuberosidad deltoidea, fracturas periarticulares
En general, en el tratamiento de las (Harcourt-Brown, 1996) y luxaciones de codo (Martin et
fracturas de aves se tiende a elegir los al., 1993; Ackermann y Redig, 1997; Coles, 1997), que
sistemas menos lesivos, siempre que hasta hace relativamente poco no tenían tratamiento.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

34
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

TABLA III Pronóstico en función del tipo de fractura (Redig, 1987)

Pronóstico Tipo de fractura

Fracturas que no tienen • Fractura localizada en la tuberosidad deltoidea (debido a


tratamiento posible la dificultad de acceso del fragmento proximal).
• Fractura espiroidea conminuta de la porción distal del
húmero. El pronóstico se complica si además existe
exposición ósea.
• Fractura periarticular y/o luxación del codo. Por lo gene-
ral se desarrollan artrosis, y se pierde la capacidad de
vuelo.
• Fractura de cúbito y radio, muy proximal y antigua.
• Fractura conminuta de la porción proximal del cúbito y
luxación del radio.
• Fractura segmental, cuyos fragmentos no son viables y
degeneran en secuestros.
• Fractura de tarsometatarso (por cepos), con importante
lesión de tejidos blandos.

Fracturas que requieren • Fractura simple de la porción media de la diáfisis del


un tratamiento inmediato húmero, sin esquirlas óseas y sin exposición.
• Fractura segmental y simple de la porción media de la
diáfisis del cúbito y radio.
• Fractura de la porción media de la diáfisis del carpome-
tacarpo.
• Fractura espiroidea de la porción media de la diáfisis del
fémur.
• Fractura simple de la porción media de la diáfisis del
tibiotarso.

Fracturas que requieren • Fractura a nivel de la porción media de la tuberosidad


cierto nivel de experiencia deltoidea, sin esquirlas óseas, ni daños de tejidos blan-
y una atención inmediata dos adyacentes.
para un manejo adecuado • Fractura de coracoides.
• Determinadas fracturas de radio-cúbito con esquirlas
óseas, que requieren fijadores externos para el alinea-
miento de los fragmentos.

CAPÍTULO II VALORACIÓN PREQUIRÚRGICA DE LAS FRACTURAS

35
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

VENDAJES EN AVES

J. RODRÍGUEZ QUIRÓS, J. BENITO DE LA VÍBORA


Unidad de Cirugía. Dpto. de Patología Animal II
Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

E
N este capítulo se revisan los diferentes tipos de inmovilizaciones empleadas en el tratamiento no
quirúrgico de las fracturas en aves. Se describen las indicaciones y técnicas de aplicación de los
siguientes vendajes: vendaje directo del ala sobre el cuerpo, vendaje del ala en ocho, vendaje
en ocho y al cuerpo, vendaje del ala con dos vendas circulares, férula de Schroeder-Thomas,
cabestrillo de Ehmer, vendaje de Robert-Jones, férulas de coaptación, férula de Spica, vendaje
en bola, vendajes interdigital y digital, plantillas anatómicas y zapatos ortopédicos. De todos ellos, los más uti-
lizados son los vendajes en ocho y en ocho y al cuerpo para la inmovilización de las alas, y el vendaje de
Robert-Jones y las férulas de coaptación para las extremidades inferiores. Las garras admiten diversos tipos de
vendajes en función de los fines buscados. Por último, se describen las complicaciones más frecuentes y los cui-
dados que requieren estos procedimientos.

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

37
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

INTRODUCCIÓN tos, la inflamación, el edema y las hemorragias al aplicar


presión sobre las heridas; inmovilizan la herida junto a las

L
A coaptación externa se ha fracturas adyacentes; protegen la herida de la contamina-
empleado para el tratamien- ción externa, de la desecación y de los traumas adicionales
to de las fracturas en las aves por abrasión o por automutilación; absorben exudados y
desde muy antiguo. La apli- ayudan a debridar la superficie de las heridas (Degernes y
cación de las inmovilizacio- Redig, 1993).
nes en aves es bastante dife- Los materiales utilizados para la realización de vendajes
rente a la realizada en los mamíferos. La en aves deben ser blandos, flexibles y no muy adhesivos,
habilidad del veterinario clínico para lle- para evitar el daño del plumaje. Entre los materiales usados
var a cabo su aplicación se ve limitada encontramos: vendas de gasa, vendas autoadherentes, algo-
por la presencia de plumas, la anatomía dón, esparadrapo hipoalérgico, esparadrapo normal, férulas
de las extremidades y la tendencia que y apósitos absorbentes y no adherentes (Degernes y Redig,
tienen algunas especies por picarse 1993; Degernes, 1994; MacCoy, 1996).
(McCluggage, 1997). Cuando se aplica un vendaje, no se deben emplear
La coaptación externa está recomen- apósitos o vendas de algodón en la confección de la pri-
dada en determinadas circunstancias: aves mera capa, porque se ha observado que en las aves, estos
demasiado pequeñas para llevar a cabo apósitos se adhieren a la herida cuando se dejan dos o tres
un tratamiento quirúrgico; animales en los días, impidiendo la cicatrización. Por lo general, se emplean
que la anestesia y/o la cirugía pueden vendas de gasa ligeramente elásticas, ya que se adaptan a
poner en peligro su vida (por ejemplo, fallo la anatomía del animal. Con este material se confecciona un
renal, fallo hepático, enfermedad cardia-
almohadillado blando y ajustado a la porción inmovilizada,
ca, traumatismos en la cabeza); en fractu-
sirviendo de base para la aplicación posterior de otros mate-
ras con un mínimo desplazamiento entre
riales. La función del almohadillado será compensar la infla-
los fragmentos óseos y sin afectación arti-
mación de los tejidos blandos lesionados y absorber los flui-
cular; en fracturas conminuta severas
dos y exudados, almohadillando e inmovilizando la herida.
donde la reparación primaria es impracti-
Por último, se cubre todo con un material que mantenga a las
cable; en fracturas secundarias a una
capas anteriores en su sitio. Normalmente se emplea una
enfermedad metabólica ósea, en las que
capa de material no fibroso (por ejemplo, esparadrapo hipo-
el hueso no es capaz de soportar las téc-
alérgico o venda autoadherente), ya que cualquier fibra de
nicas de osteosíntesis; como método de
emergencia para estabilizar las fracturas la venda de gasa actúa como un cuerpo extraño, y cuando
hasta que la cirugía pueda ser realizada o el ave se acicala el plumaje, se estimula el picoteo sobre el
como soporte adicional de las fracturas vendaje para eliminarlo (sobre todo en psitácidas). Además,
reparadas por otros métodos. Se puede las fibras pueden enrollarse peligrosamente en diversas par-
emplear como técnica de estabilización tes del cuerpo produciendo graves lesiones (Degernes y
primaria, cuando se acepta una pérdida Redig, 1993; Martin y Ritchie, 1994; Bennett, 1997;
de función de la extremidad afectada McCluggage, 1997).
(p.ej., en aves de jaula) (Martin y Ritchie,
1994; Bennett, 1997). VENTAJAS E INCONVENIENTES
Además de las indicaciones traumato-
lógicas, los vendajes tienen otras funcio- La inmovilización externa de las fracturas presenta una
nes de interés: reducen los espacios muer- serie de ventajas e inconvenientes frente a la reducción qui-

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

38
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

rúrgica de las mismas. Entre las ventajas mal, o cuando no se sabe cómo vendar o inmovilizar de
destacamos: forma definitiva. El más sencillo es el vendaje directo del ala
sobre el cuerpo.
• No se altera el hematoma produci- • Los vendajes definitivos son aquellos que por ellos mis-
do en el foco de fractura, que será el que mos pueden resolver favorablemente una fractura sin necesi-
se reorganice y forme el callo óseo. dad de intervención quirúrgica. En numerosas ocasiones se
• Se evita el traumatismo tisular, que aplican después de una cirugía en la que se han utilizado
siempre conlleva el abordaje quirúrgico. técnicas de osteosíntesis, como complemento para conseguir
• El riesgo de infección es menor. una mayor estabilización de la reducción. Entre las inmovili-
• Esta técnica es más barata. zaciones definitivas encontramos: vendaje del ala en ocho,
vendaje en ocho y al cuerpo, vendaje del ala con dos ven-
Los inconvenientes más importantes son: das circulares, férula de Schroeder-Thomas, cabestrillo de
Ehmer, vendaje de Robert-Jones, férulas de coaptación, féru-
• La reducción de la fractura es la de Spica, vendaje en bola, vendajes interdigital y digital,
menos precisa. plantillas anatómicas y zapatos ortopédicos.
• Se limita drásticamente la utiliza-
ción de la musculatura de la extremidad Vendaje directo del ala al cuerpo
afectada y, por tanto, se produce su atro-
fia por desuso. Se trata de un vendaje temporal, que sólo debe utilizar-
• A menudo es bastante problemático se para evitar el empeoramiento de las fracturas durante el
proporcionar los cuidados adecuados al transporte del ave o mientras se espera a realizar la explo-
paciente durante el periodo de resolución ración clínica. Nunca se empleará como tratamiento definiti-
de la fractura. Por lo general, a mayor tiem- vo. Se lleva a cabo con venda autoadherente o incluso con
po de curación, mayor será el riesgo de esparadrapo hipoalérgico, en función del tamaño del ave.
presentación de complicaciones. Consiste en vendar el ala afectada al cuerpo en posición
fisiológica, pasando la venda alrededor del cuerpo, al
TIPOS DE VENDAJES mismo tiempo que se engloba el ala afectada (fig. 1). La
inmovilización puede coger las dos alas o sólo la fracturada
Los vendajes utilizados para la reduc- (Rodríguez Quirós et al., 1996).
ción de las fracturas en aves pueden pro-
porcionar una estabilización temporal o Vendaje en “8”
permanente.
Se trata de uno de los vendajes más utilizados en trau-
• Los vendajes temporales son aque- matología de aves. Entre las indicaciones del mismo desta-
llos que se aplican con el fin de que el camos:
ave no se haga más daño y no empeore
el estado de la fractura hasta que se deci- • Tratamiento no quirúrgico de las fracturas de las falan-
da cuál es la mejor opción de tratamien- ges, del carpometacarpo y algunas de cúbito y de radio
to. Estas inmovilizaciones se harán en el (sobre todo, si uno de los dos huesos está intacto) (fig. 2).
momento en el que se recoge el ave para • Inmovilización de las luxaciones de codo y de carpo.
transportarla a un centro de recuperación, • Inmovilización del ala después del tratamiento quirúr-
cuando se retrasa la exploración del ani- gico del cúbito, radio o carpometacarpo.

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

39
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• Inmovilización de las curas y pro-


tección de una herida extensa o múltiples
lesiones sobre los tejidos blandos del ala.
• Inmovilización del ala cuando se
procede a la colocación de una vía intra-
ósea sobre la epífisis distal del cúbito
(Redig, 1993; Degernes, 1994; Antinoff,
1996; MacCoy, 1996; McCluggage,
1997; Bennett, 1997).

Mediante este vendaje el ala se inmo-


viliza flexionada en posición fisiológica,
empleando las plumas primarias y secun-
darias como férula. Su aplicación se realiza
en dos fases. En la primera se emplea una
venda no adherente (normalmente venda
de gasa) y en la segunda esparadrapo
hipoalérgico o una venda autoadherente.
Todas las capas se van a aplicar descri-
biendo una figura en "8" (fig. 3).
En primer lugar, se posiciona al ani-
mal en decúbito lateral o esternal y se Fig. 1.— Esquema del vendaje directo del ala al cuerpo.

Aguila calzada (Hieraetus pennatus)

Fig. 2a.— Proyección ventrodorsal. Fractura abier- Fig. 2b.— Radiografía control a los 21 días des-
ta y conminuta de la porción distal de la pués de un tratamiento conservativo
diáfisis del cúbito derecho. El radio per- con un vendaje en ocho.
manece intacto, por lo que se decide
un vendaje en ocho.

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

40
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

coloca el ala flexionada. A continua-


ción, se comienza a vendar sobre el
carpometacarpo, sujetando con los
dedos la venda de gasa a ese nivel
para evitar su deslizamiento (fig. 4A). El
vendaje se continúa por la cara lateral
del ala y se bordea el tercio medio del
húmero, cogiendo las plumas escapula-
res (fig. 4B). Entonces se sigue por la
cara ventral del ala y se sale bordean-
do las falanges (fig. 4C), a la cara dor-
sal, para entrar rodeando el tercio distal
del radio (fig. 4D), volviendo a salir
sobre el carpometacarpo (fig. 4E). Una Fig. 3.— Detalle de un vendaje en ocho.
vez conseguida la figura en "8", reali-
zaremos tantos ochos como sean nece- codo en el extremo del húmero) (Redig, 1993; Degernes,
sarios. Por último, se protege la venda 1994; Antinoff, 1996; Cooney y Mueller, 1994; MacCoy,
de gasa con una venda autoadherente. 1996; Van de Water, 1996; McCluggage, 1997; Bennett,
En ningún momento se debe apretar, 1997).
forzar o tensar el vendaje. Un vendaje
demasiado apretado puede provocar un En determinadas ocasiones este vendaje se cubre con un
compromiso vascular de la porción distal material acrílico o pegamento, para evitar el picaje del
del ala. Una vez aplicado, debemos ase- mismo y su pérdida. Además, al endurecerse constituye una
gurarnos de que: férula rígida. Hay que tener cuidado con estos materiales
pues pueden ser tóxicos para los tejidos del ave (Riddle y
• El propatagio queda libre, laxo y Hoolihan, 1993; McCluggage, 1997).
sin tensión al pasar el vendaje por encima
de él.
• La relación entre las plumas prima-
rias y las secundarias es fisiológica (por
comparación con el ala sana). Si las pri-
marias salen ventralmente a las secunda-
rias o están cruzadas, el vendaje está
muy apretado y se debe cambiar para no
provocar daño en las articulaciones.
• La articulación del carpo no debe
quedar flexionada con una excesiva ten-
sión, permitiendo cierta “movilidad”.
• Al pasar el vendaje sobre el húme-
ro lo hacemos realmente así y nunca por
debajo del codo, sobre las plumas tercia-
rias (debemos palpar la articulación del Fig. 4.— Esquema de la aplicación del vendaje en ocho.

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

41
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Vendaje en “8” y al cuerpo

Es un vendaje complementario al des-


crito anteriormente y sus indicaciones son:

• Tratamiento no quirúrgico de frac-


turas de húmero, coracoides, escápula y
clavícula (fig. 5).
• Inmovilización de luxaciones de la
articulación escapulohumeral.
• Postoperatorio de intervenciones
quirúrgicas realizadas en el húmero o
coracoides.
Fig. 5.— Detalle de un vendaje en ocho y al cuerpo en un cer-
Para llevar a cabo su aplicación, se nícalo primilla (Falco naumanni) con una fractura de
separa en primer lugar la porción medial húmero.
y distal de ambos húmeros del cuerpo,
aplicando la venda alrededor del cuer-
cuerpo, en alguna de las vueltas se practicará un giro sobre
po, pasando sobre la espalda y la quilla,
la articulación del carpo, para posteriormente continuar
y dejando ambas alas libres.
sobre el cuerpo. De igual forma que en el vendaje en "8",
La venda de gasa se coloca alrededor
nunca se aplica ganando tensión, simplemente se pasa por
del cuerpo dejando ambas alas libres, por
encima. Ha de quedar lo suficientemente flojo para que el
lo que se separarán los dos húmeros del
cuerpo. La venda debe situarse aproxima-
damente sobre la porción media de la qui-
lla. Se aplican dos capas de material dife-
rente: el primero con venda de gasa y des-
pués un segundo con venda autoadheren-
te (fig. 6). Una vez colocado se vuelve a
vendar alrededor del cuerpo, sobre el
mismo lugar, pero ahora cogiendo en
cada vuelta el ala afectada (sobre la que
ya se ha aplicado previamente un vendaje
en "8"). Se debe dejar libre el ala no afec-
tada. En esta segunda vuelta en la que
abarcamos el ala se utiliza sólo un material
(esparadrapo hipoalérgico o venda auto-
adherente), de forma que al pasar sobre el
cuerpo se adhiere sobre el mismo tipo de
material que se empleó a este nivel (fig. 6).
Para evitar el deslizamiento caudal de Fig. 6.— Esquema de la aplicación del vendaje en “ocho” y al
este vendaje, cuando se venda el ala al cuerpo (adaptado de Redig, 1986).

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

42
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

ave pueda respirar correctamente y no la línea media dorsal del cuerpo, para prevenir el desplaza-
debe obstruir el tracto gastrointestinal. Se miento. El ala normal puede incluirse en el vendaje o dejarse
revisará que una vez aplicado se puedan fuera para mantener el equilibrio del ave. Algunos autores apli-
introducir los dedos (o la mano entera si caban tres vendas circulares: una anterior al tórax, otra alrede-
es un ave de gran porte) entre la quilla y dor del abdomen y una tercera sobre la cola y la porción dis-
el vendaje. tal de las alas (Bennett, 1997; MacCoy, 1996).
Durante la aplicación del vendaje las
extremidades se mantendrán extendidas, Férula de Schroeder-Thomas modificada
para evitar que éste las englobe en su
porción caudal (Redig, 1993; Degernes, Este vendaje ha sido muy utilizado en traumatología de
1994; Antinoff, 1996; Bennett, 1997; pequeños animales. La modificación de esta férula realizada
McCluggage, 1997). por Redig para su uso en aves ha dado buenos resultados
en rapaces diurnas, con un peso superior a 150 gramos.
Vendaje de las alas con dos Está indicada en el tratamiento de:
vendas circulares alrededor
del cuerpo • Fracturas distales de tibiotarso y de tarsometatarso.
• Inmovilización postquirúrgica de fracturas de tibiotar-
Está indicado en las siguientes situa-
so tratadas quirúrgicamente, mediante un enclavijamiento
ciones:
intramedular.
• Fracturas de húmero y de la cintura
escapular.
• Fracturas del ala en aves demasia-
do pequeñas, en las que es difícil llevar a
cabo técnicas quirúrgicas.
• Fracturas con mínimo desplaza-
miento.
• Fracturas conminuta severas de la
epífisis proximal o distal de los huesos del
ala. En esta situación, la función articular
está perdida y el ala puede colocarse en
una posición normal mientras se produce
la anquilosis.

Mediante este vendaje, las dos alas se


inmovilizan, gracias a la colocación de dos
vendas circulares paralelas alrededor del
cuerpo del ave (fig. 7). Una venda circular
se coloca a nivel del hombro englobando
los carpos y la otra a nivel del codo englo-
bando las dos articulaciones. Las dos ven-
das circulares se conectan entre sí median- Fig. 7.— Esquema de la aplicación del vendaje del ala con dos
te una tira de venda situada a lo largo de vendas circulares (adaptado de Bennett, 1997).

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

43
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

No se recomienda su uso en fracturas tico debe ser del tamaño adecuado a la porción proximal
de fémur y de los dos tercios proximales de la extremidad, con objeto de conseguir la mayor adap-
del tibiotarso, pues la flexión extrema de tación del mismo a la extremidad y al cuerpo del ave. Este
la articulación de la cadera y el gran plie- anillo se acolcha con esparadrapo, para proteger los tejidos
gue inguinal hacen que la férula no blandos. Las varillas descendentes se angulan hacia el exte-
pueda colocarse lo suficientemente proxi- rior unos 70º, por debajo de la anilla vertical, lo que le per-
mal como para inmovilizar las articulacio- mite su separación del cuerpo (fig. 8-A). Estas varillas adop-
nes de la rodilla y la cadera. tan la posición de la extremidad, que debe estar ligeramen-
La férula de Schroeder-Thomas se ela- te flexionada a nivel de la articulación del tarso. La longitud
bora con un alambre bastante rígido u total de la férula debe ser algo mayor que la de la extremi-
otro material metálico similar. Consiste en dad en flexión y las garras extendidas (fig. 8-B). Una vez
la realización de un anillo elíptico, que se moldeadas las varillas y adaptadas a la extremidad, se fija
prolonga distalmente en dos varillas (más la extremidad previamente vendada a los bordes metálicos
o menos paralelas) que se unirán entre sí de la férula, con pequeñas porciones de esparadrapo
por debajo de la garra del ave una vez (fig. 8-C). Finalmente se recubre totalmente la férula con
se proceda a su colocación. El anillo elíp- venda autoadherente o esparadrapo (fig. 8-D).

A B

C D

Fig. 8.— Esquema de la aplicación de una férula de Schroeder-Thomas (adaptado de Redig, 1986).

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

44
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Al colocar la férula, se evitará la tibiotarso, así como en aves de más de 500 gramos. Se
hiperextensión de la extremidad. Si la recomienda su empleo en aves jóvenes en las que la cicatri-
extremidad se encuentra demasiado zación se produce muy rápidamente.
extendida, la férula puede ser demasia- Este vendaje consiste en la aplicación de un almohadi-
do larga, provocando molestias al ani- llado abundante (p. ej., venda de gasa) y posteriormente
mal y pérdida del equilibrio (Redig, una venda autoadherente. Cuando la fractura se localiza en
1993; Degernes, 1994; Hess, 1994; el tarsometatarso se debería prolongar la inmovilización con
Antinoff, 1996; MacCoy, 1996; Bennett, un vendaje en bola para inmovilizar la garra. Los principales
1997; McCluggage, 1997). inconvenientes son que el almohadillado puede provocar un
compromiso vascular y, además, la aplicación del vendaje
Cabestrillo de Ehmer modificado manteniendo la extremidad en posición funcional es difícil
(Redig, 1993; Degernes, 1994; Hess, 1994; Antinoff, 1996;
Se emplea en el tratamiento de frac- MacCoy, 1996; Bennett, 1997; McCluggage, 1997).
turas de tibiotarso y tarsometatarso sin
desplazamiento. El tibiotarso y el tarso- Férulas de coaptación
metatarso se vendan juntos usando uno
como soporte del otro hueso fracturado. Se trata de un vendaje que consta de un almohadillado
Entonces la extremidad se venda al cuer- (similar al vendaje de Robert-Jones), sobre el que se aplica un
po con la venda lateral a la extremidad, molde de material rígido que cubre la porción afectada de la
sobre el sinsacro y alrededor del abdo- extremidad, manteniendo los extremos óseos de la fractura en
men (Bennett, 1997). Su gran inconve- una posición reducida hasta que se produzca la cicatrización.
niente es la limitación funcional que causa
Las indicaciones de esta inmovilización son:
en determinadas aves.
• Tratamiento no quirúrgico de fracturas de la porción
Vendaje Robert-Jones modificado
media y distal del tibiotarso, y de tarsometatarso.
• Inmovilización de la articulación del tarso.
Se puede emplear como un vendaje
• Protección de los tejidos blandos del tibiotarso o tar-
temporal. Su utilización está recomendada
sometatarso.
en:
• Inmovilización del tibiotarso después de un enclavija-
• Fracturas simples del tercio distal miento intramedular.
del tibiotarso y del tarsometatarso.
• Traumatismos de la articulación del Entre los materiales empleados en la confección de las
tarso. férulas destacamos:
• Postquirúrgico de las lesiones ante-
riores (fig. 9). • Láminas de aluminio, que suelen tener una cara acol-
• Inmovilizaciones realizadas en el chada.
tratamiento de lesiones de tejidos blan- • Vendajes ortopédicos termoplásticos (p.ej., Vet-lite©,
dos localizadas en los dos tercios distales Hexcelite©, etc.).
de la extremidad. • Fibra de vidrio.
• Plásticos. En aves pequeñas es frecuente la fabricación
Está contraindicado para fracturas del de férulas con el plástico de las jeringuillas.
fémur o de los dos tercios proximales del • Madera (p.ej., depresores linguales).

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

45
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 9.— Detalle de un vendaje Robert- Fig. 10.— Detalle de una férula de coapta-
Jones, utilizado en la inmovilización ción, antes de ser fijada con
postquirúrgica de una fractura de venda autoadherente al almoha-
tibiotarso. Se realiza un almohadi- dillado previo.
llado previo, sobre el que se aplica
una venda autoadherente.
Férulas de Spica

Está indicada para:


Todas estas férulas deben sobresalir
ligeramente sobre las articulaciones supe- • Tratamiento de fracturas del fémur, inmovilizando la
rior e inferior del hueso afectado. La férula cadera y la rodilla. Se debe tener en cuenta que este ven-
se coloca sobre la extremidad previamente daje no evita la superposición de los fragmentos del fémur
almohadillada y se fija al acolchado ante- por la contracción muscular existente.
rior directamente con esparadrapo hipoa- • Complemento postoperatorio al enclavijamiento intra-
lérgico o venda autoadherente (fig. 10). medular del fémur.
La extremidad se mantiene en posi- • Tratamiento de luxaciones coxofemorales.
ción fisiológica o ligeramente extendida. • Tratamiento de fracturas de tibiotarso, si la férula se
Se debe revisar la presión aplicada con extiende distalmente en longitud hacia la articulación del tarso.
el esparadrapo a cada vuelta, para no
comprometer la vascularización de la En primer lugar se procede a almohadillar la extremidad
porción distal de la extremidad (Redig, afectada y el cuerpo del ave a nivel del abdomen. El material
1993; Degernes, 1994; Hess, 1994; Anti- empleado como férula se moldea curvándolo sobre el dorso
noff, 1996, MacCoy, 1996; Bennett, del animal y hacia abajo de la extremidad hasta el nivel del
1997; McCluggage, 1997). tibiotarso o tarsometatarso, con la extremidad en un ángulo nor-

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

46
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

mal de apoyo. Por último, la férula se fija al


cuerpo con una venda autoadherente
(Redig, 1993; Degernes, 1994; Hess,
1994; Antinoff, 1996; MacCoy, 1996;
Bennett, 1997; McCluggage, 1997).

Vendaje en bola

Este vendaje está indicado en:

• Fracturas de las falanges.


• Complemento al tratamiento de los
clavos, como protección de las almohadi-
llas plantares. Fig. 11.— Detalle de un vendaje en bola.
• Complemento a la terapia de heri-
das producidas por cepos, cables, ani-
similares (Redig, 1993; Degernes, 1994; Hess, 1994; Anti-
llas, pihuelas, etc., en combinación con
noff, 1996; MacCoy, 1996; Bennett, 1997; McCluggage,
otros vendajes.
1997).
• Como medida de seguridad
durante las cirugías, para evitar lesiones
Vendajes interdigitales y digitales
del personal durante la manipulación del
animal.
Los vendajes interdigitales se emplean para la protec-
ción de las almohadillas plantares y la sujeción de apósi-
En primer lugar se coloca un paquete
tos con pomadas, etc. (fig. 12). Para su ejecución se colo-
de gasas sobre la almohadilla plantar y
se cierra la garra sobre ellas. A continua-
ción, se aplica venda de gasa alrededor
de los dedos (la venda pasa circular y
longitudinalmente sobre ellos), abarcan-
do la porción distal del tarsometatarso.
Por último, se cubre todo con esparadra-
po hipoalérgico o venda autoadherente
(fig. 11).
El animal debe ser capaz de perma-
necer de pie sobre este vendaje. Los
dedos se inmovilizan mejor si se les colo-
ca en posición extendida. Se debe evitar
aplicar una tensión excesiva alrededor
del tarsometatarso, que produzca un
compromiso vascular. En ocasiones en Fig. 12.— Detalle de un vendaje interdigital y digital, para el
vez de emplear un paquete de gasas se tratamiento de unos clavos en un halcón peregrino
han utilizado pelotas de tenis o materiales (Falco peregrinus).

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

47
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

ca un apósito sobre la herida y, a conti-


nuación, se aplica venda de gasa que
permita la sujeción del apósito sobre la
herida y al mismo tiempo haga de almo-
hadillado. A continuación, se aplica una
venda de gasa pasando alrededor del
tarsometatarso y alternativamente entre
los dedos. Por último, se cubre la venda
de gasa con venda autoadherente
(Degernes, 1994).
El vendaje interdigital puede exten-
derse hacia alguno de los dedos para
prestar una protección adicional o trata-
miento concreto de los mismos. En oca- Fig. 13.— Detalle de un vendaje digital, utilizado para el trata-
siones el vendaje digital sólo inmoviliza miento de una herida plantar del dedo opositor de
un dedo (fig. 13). En este tipo de venda- un búho real (Bubo bubo).
jes se debe poner especial atención para
no comprometer el aporte vascular por lugar se toman las medidas de la planta del pie y se recor-
aplicar demasiada presión alrededor de tan sobre el material elegido para confeccionar la planti-
la porción distal del tarsometatarso o en lla. Una vez confeccionada ésta, se procede a la aplica-
la base de los dedos. Además, no debe ción de un vendaje interdigital con prolongaciones digita-
hacerse demasiado grande, pues puede les de todos los dedos. La plantilla se fija a la extremidad
impedir al animal mantenerse de forma mediante esparadrapo hipoalérgico o venda autoadhe-
normal sobre la percha. rente: cada brazo de la plantilla sobre su respectivo dedo,
incorporando en la fijación la porción distal del tarsome-
Plantillas anatómicas y tatarso.
zapatos ortopédicos Los zapatos ortopédicos constituyen una alternativa a
las plantillas anatómicas, pues presentan menos inconve-
Las plantillas anatómicas se utilizan nientes que algunos de los vendajes descritos anterior-
en: mente para la porción distal de las extremidades. Este ven-
daje evita el cambio diario del mismo y facilita el manejo
• Tratamiento de fracturas de las de los animales. Los zapatos ortopédicos distribuyen el
falanges. Este vendaje consigue la inmo- peso a zonas sanas de la planta de la garra, eliminando
vilización de los dedos, sin interferir en el la sobrecarga sufrida por la almohadilla metatarsasiana
equilibrio del animal, que se apoya nor- cuando apoya el ave. De esta manera crean un espacio
malmente sobre la plantilla. muerto debajo de la lesión; facilitando al mismo tiempo la
• Tratamiento de clavos. aireación y la administración de cuidados de la herida
(fig. 14). Se deberían utilizar en:
Las plantillas anatómicas se pueden
elaborar con materiales muy diversos: • Cuidados postoperatorios en el tratamiento de la
cartón, madera, vendajes termoplásti- pododermatitis.
cos, resinas acrílicas, etc. En primer • Rotura de tendones en los dedos.

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

48
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

En la bibliografía podemos encontrar


citas de diferentes autores que han dise-
ñado diversos tipos de zapatos ortopédi-
cos (Remple y Remple, 1987; Hess,
1993; Riddle y Hoolihan, 1993; Remple;
1993).

COMPLICACIONES

Las complicaciones más frecuentes


provocadas por el mantenimiento prolon-
gado de un vendaje son cierto grado de
anquilosis articular, cambios en la anato-
mía ósea, atrofia muscular por desuso de Fig. 14.— Detalle de un zapato ortopédico.
la extremidad y pérdida de las plumas
implicadas en el vuelo (Degernes, 1994).
En aves, la formación de callo perióstico complicaciones ocurren cuando los vendajes producen
excesivo puede resultar en adherencias compresión del patagio. Por lo tanto, cada vez que el ven-
que suponen una pérdida de la funciona- daje es retirado y colocado de nuevo, el patagio debe ser
lidad de la extremidad. extendido y masajeado con nuestros dedos para ayudar
Los vendajes se monitorizarán al a mantener su elasticidad (Redig, 1993).
menos una vez a la semana para evitar La garra se controla diariamente para valorar la pre-
compromisos vasculares o neurológicos; sencia de inflamación de alguno de los dedos. En oca-
abrasiones de los tejidos blandos; ensu- siones la presencia de ligeras inflamaciones de los dedos
ciamiento; deslizamiento; inflamación en se pueden aliviar mediante la sección parcial del vendaje
la parte distal de la extremidad o cual- que recubre el dedo. Además, durante el control se deben
quier otro problema que pueda significar eliminar los restos de alimentos o heces para disminuir los
el cambio del vendaje (Degernes, 1994; riesgos de infección (Remple y Remple, 1987).
Bennett, 1997). El cambio de vendaje Siempre que se aplica un vendaje sobre una fractura,
semanal se debe aprovechar para eva- ésta debe ser valorada una semana después de la prime-
luar la formación de callo óseo y llevar a ra aplicación para comprobar la alineación adecuada y
cabo el tratamiento adecuado de cual- para descartar el desarrollo de una fractura abierta a par-
quier anormalidad dermatológica que tir de una fractura cerrada inicialmente. Después del pri-
pueda desarrollarse debajo de las inmo- mer examen, en ausencia de fracturas abiertas, el venda-
vilizaciones (Antinoff, 1996). je puede dejarse aplicado hasta dos semanas, controlan-
Los vendajes en ocho del ala se do que el vendaje esté seco y no se haya desplazado
deberían cambiar semanalmente. Las (Antinoff, 1996).

CAPÍTULO III VENDAJES EN AVES

49
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

TÉCNICAS DE
OSTEOSÍNTESIS
EN AVES
J. RODRÍGUEZ QUIRÓS, J. RECUERO GIL, F. SAN ROMÁN ASCASO
Unidad Docente de Cirugía. Dpto. de Patología Animal II
Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid

E
L objetivo de este capítulo es describir las diferentes técnicas empleadas en la resolución quirúr-
gica de las fracturas en aves. Entre ellas destacamos las agujas intramedulares, los cerclajes, los
fijadores externos, las agujas de polipropileno intramedulares, las plazas de osteosíntesis, y las
combinaciones de una o más de estas técnicas. De todas, las más utilizadas son las agujas intra-
medulares y los fijadores externos. Los fijadores externos estabilizan la fractura y cumplen la
mayoría de los principios que una técnica quirúrgica debe proporcionar en la reducción de la fractura. En trau-
matología de aves se han descrito una gran variedad de formas de aplicación de los fijadores externos. En los
últimos años, es frecuente encontrar la combinación del enclavijamiento intramedular con los fijadores externos,
consiguiendo que esta configuración sea mucho más resistente que cada uno de los procedimientos emplea-
dos por separado, y además reduce la morbilidad asociada a la inmovilización de la extremidad, necesaria
en otras técnicas.

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

51
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

INTRODUCCIÓN Los inconvenientes de la fijación interna son:

L
OS mejores resultados en • Necesidad de anestesiar al ave.
cuanto a la cicatrización • Experiencia quirúrgica mayor.
ósea y a la recuperación fun- • Traumatismo quirúrgico por la realización de un abor-
cional de la extremidad se daje para acceder al foco de fractura, lo que incrementa el
obtienen con la fijación inter- riesgo de presentación de complicaciones.
na de la fractura. Cuando se • Coste económico superior (Bennett, 1997).
decide intervenir una fractura debemos
tener en cuenta los principios que debe Entre los procedimientos quirúrgicos empleados para la
cumplir la técnica seleccionada: resolución de fracturas de huesos largos en aves encontra-
mos el enclavijamiento intramedular, los cerclajes, los fijado-
• Conseguir la alineación anatómica res externos, los clavos de polipropileno intramedulares, com-
con mantenimiento de la longitud original binados con cemento óseo de polimetilmetacrilato (PMM) y
del hueso, del alineamiento axial y de la las placas de osteosíntesis (Redig, 1986b; Redig, 1987;
orientación rotacional de ambos frag- Martin y Ritchie, 1994; Bennett, 1997).
mentos. Las placas y los fijadores externos son los sistemas de
• Proporcionar una estabilización osteosíntesis más estables. Las placas proporcionan un ali-
rígida con neutralización de las fuerzas neamiento anatómico con una estabilización rígida del foco
de rotación, flexión, deslizamiento y com- de fractura, no afectando la movilidad de las articulaciones
presión que se producen en el foco de adyacentes, lo cual permite un retorno temprano de la fun-
fractura, y que hacen que éste sea inesta- cionalidad. En aves, esta técnica es relativamente cara, téc-
ble. Cada fractura se caracteriza por pre- nicamente difícil de implantar debido a las delgadas corti-
sentar unas fuerzas concretas: cales de los huesos, y además requiere un equipo especiali-
– Fracturas transversas: rotación y
zado y un cirujano conocedor de la técnica. De momento, el
flexión.
uso de las placas de osteosíntesis se limita a grandes aves
– Fracturas oblicuas y espiroideas:
corredoras con corticales gruesas.
deslizamiento, rotación y flexión.
Los fijadores externos estabilizan la fractura y cumplen la
– Fracturas conminuta: compresión,
mayoría de los requisitos indicados anteriormente. Este pro-
deslizamiento, rotación y flexión.
cedimiento, junto con el enclavijamiento intramedular, son las
• Mínima interferencia sobre la for-
técnicas de osteosíntesis más empleadas en traumatología
mación del callo óseo.
de aves.
• Provocar el mínimo daño de los teji-
dos blandos adyacentes.
• Permitir el apoyo y la carga de ENCLAVIJAMIENTO INTRAMEDULAR
peso de la extremidad, facilitando una
rápida recuperación de la funcionalidad A pesar de los inconvenientes que esta técnica puede
de la extremidad y tolerando cierta movi- tener, continúa siendo una de las utilizadas con mayor éxito
lidad y actividad de la misma sin lesionar en traumatología de aves, barata y relativamente sencilla
otras partes del cuerpo. (Redig, 1986b; MacCoy, 1996; Bennett, 1997). En función
• Ser resistentes a la pérdida (Martin del tamaño del ave, se pueden emplear agujas de Kirschner,
y Ritchie, 1994; Piermattei y Flo, 1997; clavos de Steinmann, agujas hipodérmicas y agujas de sutu-
Redig, 1997). ra rectas.

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

52
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

El enclavijamiento intramedular pro- Técnicas de aplicación


porciona una alineación axial de los
fragmentos, pero no ofrece estabilidad El enclavijamiento intramedular se puede realizar de dos
frente a las fuerzas de rotación, de fle- formas: normógrada y retrógrada. En el enclavijamiento nor-
xión, de deslizamiento laterales y angu- mógrado, la aguja se introduce desde un punto externo del
lares y de compresión de los fragmen- fragmento proximal (o distal) y se avanza en dirección a la
tos. Si durante el proceso de cicatriza- línea de fractura hasta llegar al fragmento distal (o proximal),
ción el foco de fractura no permanece sin abrir el foco de fractura. En el retrógrado, la aguja se
estable, se formará un gran callo óseo. inserta desde el foco de fractura, se conduce por la cavidad
Como suele ser difícil conseguir una medular, atraviesa la cortical del fragmento proximal (o dis-
inmovilización total del foco de fractura tal) y sale fuera de la piel, para posteriormente ser reintrodu-
con el empleo de una única aguja intra- cido de nuevo hacia el fragmento distal (o proximal) una vez
medular, es necesario combinar esta reducida la fractura (Hulse y Johnson, 1997) (fig. 1).
técnica junto a una inmovilización exter-
na. Otra opción consiste en la utiliza- Método de aplicación
ción de cerclajes o hemicerclajes en el
foco de fractura para conseguir una En las aves, el enclavijamiento intramedular tiene una téc-
mayor estabilidad (Redig, 1986a; nica concreta en función de cada hueso:
1987; Martin y Ritchie, 1994; Bennett,
1997). También se puede proceder a la • En las fracturas de coracoides, se aplica una aguja de
colocación de 2-4 clavos intramedula- forma retrógrada saliendo cerca de la articulación del hom-
res para evitar las fuerzas de rotación, bro. Si la aguja es demasiado larga cuando se coloca,
especialmente en el húmero y en el puede atravesar el esternón y accidentalmente el corazón.
fémur (Bennett, 1997; Harcourt-Brown, Se recomienda retirar la aguja intramedular una vez que se
2002). ha producido la cicatrización ósea, para disminuir la pre-
Otro inconveniente que presenta sentación de anquilosis del hombro.
esta técnica, es el daño que se puede
producir en la articulación y estructuras
periarticulares durante la colocación de
la aguja. Para prevenirlo se deben colo-
car las agujas de forma que no entren o
salgan a través de la articulación, y si
esto se produce, se debe retirar lo antes
posible para reducir el grado de lesión.
En general, el diámetro de la aguja
intramedular debe ser la mitad o 2/3
del diámetro de la cavidad medular,
para no inhibir la formación de callo
endóstico, ni producir fracturas yatrogé- A B
nicas durante la colocación de la misma
(Redig, 1987; Martin y Ritchie, 1994; Fig. 1.— Técnicas de enclavijamiento intramedular normógra-
Bennett, 1997). do (A) y retrógrado (B).

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

53
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• En el húmero, se puede realizar un cera plumas secundarias. En primer lugar se aplica perpendi-
enclavijamiento retrógrado, en el que la cularmente al hueso, abriendo un pequeño orificio en la corti-
aguja sale a nivel de la cresta pectoral cal y, a continuación, la dirección de entrada de la aguja se
(fig. 2). También podemos enclavijarlo nor- angula, para facilitar su introducción a lo largo de la cavidad
mógradamente, introduciendo la aguja a medular del cúbito. Así se evita la articulación del codo y tam-
través de la cresta pectoral o desde el epi- poco se lesiona la articulación del carpo. Si se enclavija de
cóndilo medial de la epífisis distal, evitando forma retrógrada, debemos forzar la aguja a salir en dicho
atravesar la articulación del codo. punto de curvatura característico del cúbito, para evitar dañar
• En el cúbito, el enclavijamiento se la articulación del codo.
lleva a cabo de forma normógrada desde • En el radio, la salida de la aguja se produce cerca de
el fragmento proximal al distal. La aguja se la articulación del carpo. Este enclavijamiento lesiona esta
introduce en la curvatura proximal del cúbi- articulación, pero no llega a ser tan grave como lo puede
to, entre las inserciones de la segunda y ter- ser el daño a nivel de la articulación del codo.

Mochuelo (Athene noctua). Pollo, 98 gramos

Fig. 2a.— Fractura cerrada de la Fig. 2b.— Radiografía postquirúr- Fig. 2c.— Radiografía control a
porción media de la gica: reducción median- los 15 días una vez
diáfisis del húmero. La te enclavijamiento intra- retirada la aguja y en
fractura es simple y medular del húmero de la que se aprecia la
oblicua. forma retrógrada, con fractura ya reducida.
una aguja de Kirschner.
Durante el postoperato-
rio el ala se inmovilizó
con un vendaje en ocho
y al cuerpo.

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

54
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

• Aunque el enclavijamiento intrame- Habitualmente se aplican en forma de cerclajes comple-


dular se emplea en fracturas de carpo- tos. Consiste en crear un bucle que rodea 360º a la diáfisis
metacarpo, no se recomienda su aplica- del hueso. Se utilizan sobre todo como complemento a las
ción. En este hueso se puede usar de agujas intramedulares, y bien colocados tienen varias fun-
forma normógrada y retrógrada. La colo- ciones: compresión de la línea de fractura, neutralización de
cación normógrada se realiza a nivel del las fuerzas de rotación, de flexión y de deslizamiento. Se
proceso extensor, teniendo mucho cuida- emplean para estabilizar fracturas oblicuas o espiroideas
do de no comprometer la vascularización (fig. 3), estabilizar fisuras y mantener las esquirlas óseas en
de la porción distal del ala, pues entre los aposición (en fracturas conminuta) (Redig, 1986a; Redig,
procesos mayor y menor del carpometa- 1993; Bennett, 1997; Piermattei y Flo, 1997; Harcourt-
carpo se encuentra un vaso que irriga la Brown, 2002).
porción distal del ala y que puede dar Otras formas de utilización en las aves son:
lugar a necrosis si es dañado.
• Hemicerclajes. En este caso el cerclaje rodea uno de
• En el fémur, la aguja se puede intro-
los fragmentos y la aguja intramedular, para evitar la rotación
ducir de forma retrógrada, saliendo por la
de ambos fragmentos.
fosa trocantérica, o de forma normógrada
• Cerclajes interfragmentarios en ocho. Proporcionan
entrando por la fosa. También está descrita compresión en el foco de fractura.
la colocación normógrada desde el epi- • Bandas de tensión (Bennett, 1997; Harcourt-Brown,
cóndilo medial o lateral de la epífisis distal. 2002).
• En el tibiotarso, las agujas se apli-
can de forma normógrada o retrógrada, Los cerclajes no deben emplearse como método único
entrando o saliendo a nivel de la articula- de reducción de las fracturas, pues no proporcionan estabili-
ción de la rodilla. dad frente a las fuerzas de flexión. En aves, de manera
• En aves de tamaño medio y gran- excepcional, se usan como sistema único para reducir los
de, se ha utilizado el enclavijamiento fragmentos en aquellos casos en los que la fractura se
retrógrado del tarsometatarso saliendo encuentra relativamente inmovilizada, como por ejemplo:
por la articulación tarsiana. Por lo gene-
• En fracturas de cúbito y radio, para aproximar los frag-
ral, la mayoría de las fracturas de este
mentos muy desplazados de uno de los dos huesos, cuando
hueso presentan menos complicaciones y
el otro está intacto, o cuando uno de los dos ha sido correc-
cicatrizan mejor, empleando otros siste-
tamente estabilizado mediante otra técnica.
mas (Martin y Ritchie, 1994; Bennett,
• En fracturas de uno de los procesos del carpometa-
1997; Olsen et al., 2000; Redig, 2001).
carpo.
CERCLAJES FIJADORES EXTERNOS

Normalmente se utilizan cerclajes de Los fijadores externos proporcionan una alineación anató-
acero inoxidable, disponibles en diferen- mica buena y una gran estabilidad frente a las fuerzas de rota-
tes diámetros. En aves pequeñas se pue- ción, flexión, deslizamiento y compresión de los fragmentos.
den emplear suturas reabsorbibles y sutu- Dan lugar a una rápida cicatrización de la fractura, con mínima
ras de acero inoxidable (Bennett y formación de callo óseo y no dañan estructuras articulares y
Kuzma, 1992). En cualquier caso, no es periarticulares. Además, pueden mantener la distancia y la lon-
necesaria su retirada. gitud del hueso incluso en fracturas conminuta. Permiten una

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

55
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

rápida recuperación de la movilidad de las


articulaciones adyacentes, y en muchas
ocasiones no se necesita realizar un abor- Búho real (Bubo bubo). Adulto, 2,2 kg.
daje quirúrgico para su aplicación (Bennett,
1997; Martin y Ritchie, 1994).
La aplicación de los fijadores externos
requiere más experiencia y práctica que
el enclavijamiento intramedular.
En función de los materiales utilizados,
existe una gran variedad de fijadores exter-
nos en traumatología de aves (tabla I). En
aves de tamaño medio y pequeño, el exce-
sivo peso de los fijadores convencionales
empleados en la clínica de pequeños ani-
males, se ha resuelto sustituyendo las barras
conectoras y los coaptadores por materia-
Fig. 3a.— Fractura cerrada, espiroidea y sin
les más ligeros, que engloban a las agujas
esquirlas de la porción distal de la diáfi-
transfixiantes previamente dobladas en sen- sis del húmero y fisura por impactación
tido proximal y distal, respectivamente (figs. de la porción proximal de la diáfisis del
4 y 5). Además, estos materiales consiguen cúbito, provocada por un perdigón.
abaratar el coste del fijador (Redig, 1986a;
Bennett, 1997).

Indicaciones

En las aves los fijadores externos se


han empleado con éxito para el trata-
miento de diversas patologías traumatoló-
gicas y ortopédicas:

• Fracturas (MacCoy, 1996; Meij y


col, 1996; Bennett, 1997; Coles, 1997;
Redig, 1997).
• Luxaciones. Los fijadores se han uti-
lizado para la estabilización de luxacio-
Fig. 3b.— Radiografía postquirúrgica: reducción
nes del codo, de la rodilla y del tarso mediante el enclavijamiento intramedu-
(Clipshman, 1991; Rosenthal y col, 1992; lar retrógrado del húmero con dos cla-
Martin et al., 1993; Meij et al., 1996; vos y la colocación de 4 cerclajes de
Ackermann y Redig, 1997; Coles, 1997). acero inoxidable sobre la línea de frac-
• Osteotomías correctoras (Martin y tura. Durante el postoperatorio el ala se
Ritchie, 1994; Meij et al., 1996; Bennett, inmovilizó mediante un vendaje en
1997). ocho y al cuerpo.
• No uniones y retrasos en la cicatri-
zación ósea (Lincoln, 1992).

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

56
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

TABLA I Tipos de fijadores externos utilizados en aves, en función de los com-


ponentes empleados

COMPONENTES TIPOS DE FIJADORES

Agujas transfixiantes, rótulas o Barra conectora de acero inoxidable


coaptadores y barra conectora • Fijador externo de Kirschner-Ehmer.
Son los fijadores clásicos empleados • Fijador externo de Meynard.
en traumatología de pequeños anima-
les (perros y gatos). Barra conectora de fibra de carbono

Agujas transfixiantes y material Fijadores bifásicos. Se sustituye la barra conectora y las


conector rótulas por un material que engloba todas las agujas transfi-
xiantes y estabiliza el fijador:
• Cemento óseo (PMM) (p.ej. Technovit©, etc.). Se aplica
como pasta directamente sobre las agujas dobladas o relle-
nando un tubo de plástico o un drenaje de Penrose previa-
mente atravesado por las agujas transfixiantes.
• Resina acrílicas dentales (p.ej. Unipol©, etc.)
• Vendajes ortopédicos termoplásticos (p.ej. Hexcelite©, Vet-
lite©, VTP©, etc.).
• Adhesivos de resina epoxy de fijación rápida (p.ej. Aral-
dit©, etc.). Se emplea en aves muy pequeñas.
• Vendas de fibra de vidrio.
• Pegamentos termoplásticos.
• Bandas de nylon.

Fijadores externos con barras conectoras ligeras


Se emplean materiales duros, que son atravesados por las
agujas transfixiantes.

Principios de aplicación orificios creados en la piel intacta, y no a través de la inci-


sión quirúrgica o de una herida abierta.
Cuando se procede a aplicar un fija- • Se debe eludir la colocación de las agujas a través de
dor externo, se recomienda el cumplimiento masas musculares grandes, así como de otras estructuras
de una serie de principios, para conseguir importantes.
una estabilización óptima de la fractura: • Se debe realizar una aplicación firme de las agujas,
para evitar la creación de zonas débiles de anclaje que pro-
• Las agujas transfixiantes nunca voquen una pérdida posterior de las mismas.
deben atravesar la línea de fractura. • Las agujas se deben colocar en el punto de mayor
• Las agujas se deben colocar por separación entre las corticales óseas.

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

57
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 5.— Detalle del material conector englobando todas las


agujas transfixiantes aplicadas en la reducción de una
fractura de tibiotarso de un mochuelo (Athene noc-
tua). Antes de aplicar este tipo de material conector,
las agujas deben ser dobladas.

Fig. 4.— Vendaje ortopédico termoplásti- • El diámetro de las agujas debe adaptarse al paciente.
co utilizado para englobar todas Si el diámetro de las agujas es demasiado pequeño, éstas
las agujas transfixiantes. son muy flexibles y pueden permitir una movilidad excesiva
del foco de fractura. Por el contrario, si el diámetro es exce-
• Independientemente del tipo de sivo se producirá un debilitamiento y una fractura del punto
aguja empleada y de la configuración de anclaje. Se recomienda que no debe ser superior al 20%
elegida, las agujas atravesarán las dos del diámetro del hueso.
corticales del hueso. • La disposición de las agujas que aporta mayor rigidez al
• Las agujas pueden implantarse montaje final se consigue mediante la aplicación de la aguja
paralelas entre ellas y perpendicularmen- más proximal y de la más distal lo más alejadas posible del
te con respecto al eje longitudinal del foco de fractura, mientras que las agujas centrales deben situar-
hueso, o bien se pueden insertar con cier- se lo más cerca posible del foco de fractura.
ta angulación con respecto al eje del • La distancia entre la barra conectora y la piel debe ser
hueso. Debido a que las aves presentan la adecuada, evitando que la primera contacte directamen-
unas corticales muy finas, se recomienda te con la piel (Martin y Ritchie, 1994; MacCoy, 1996; Ben-
la aplicación angulada de al menos una nett, 1997; Piermattei y Flo, 1997; Redig, 1997).
de las agujas de cada fragmento (sobre
todo, en los fijadores unilaterales). En Actualmente el problema de la pérdida de anclaje de las
aves, el ángulo recomendado entre las agujas transfixiantes en las aves se ha resuelto mediante la utili-
agujas de cada fragmento varía entre los zación de agujas parcialmente roscadas en un extremo
autores, pudiendo oscilar entre 35-55º. (Howard y Redig, 1994; Bennett, 1997; Redig, 1997; Deger-
• El número mínimo de agujas apli- nes et al., 1998). En el mercado encontramos disponibles agu-
cadas por fragmento debe ser de dos. jas parcialmente roscadas, con rosca positiva y negativa para

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

58
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

su utilización en veterinaria. Además de las y los bilaterales (tipo II) en tibiotarso y tarsometatarso (Redig,
agujas roscadas en un extremo, encontra- 1986b; Bennett y Kuzma, 1992; Martin y Ritchie, 1994).
mos agujas roscadas en el centro y agujas
totalmente roscadas. Las agujas roscadas Configuración “tie-in”
en su porción central se emplean sobre
todo en mamíferos para configuraciones Recientemente se está utilizando cada vez más la combi-
tipo II (Piermattei y Flo, 1997). Las agujas nación de un fijador externo tipo I con una aguja intramedu-
totalmente roscadas han sido empleadas lar que se incluye en el material conector del primero (confi-
en aves en combinación con cemento óseo guración “tie-in”). Esta técnica está indicada para el trata-
(PMM) en el tratamiento de fracturas de miento de fracturas complejas. La combinación de ambas téc-
húmero y fémur (Redig, 1997). En la actua- nicas quirúrgicas estabiliza la fractura, es capaz de resistir
lidad, se comercializa un diseño especial todas las fuerzas que actúan sobre el foco de fractura, y es
de agujas roscadas, que presentan una más resistente que cada una de las técnicas por separado.
porción con rosca positiva y otra porción Entre las ventajas destacan el mantenimiento del alineamien-
con una superficie áspera para permitir un to axial, disminuye el riesgo de pérdida de la aguja y su
mejor contacto con el material conector migración; así como la facilidad para aplicarla en fracturas
(Bennett, 1997). abiertas, conminuta y con pérdida de tejido óseo. Además,
permite la carga y utilización de la extremidad en el posto-
Tipos de configuraciones peratorio inmediato (Redig, 2001) (fig. 7).
Una clasificación sencilla consistiría CLAVOS DE POLIPROPILENO Y CEMENTO
en dividirlos en tres grupos:
ÓSEO INTRAMEDULARES
• Tipo I o unilateral. Las agujas atra-
viesan ambas corticales óseas, pero sólo Esta técnica consiste en la reducción de las fracturas
penetran por un lado de la piel. La barra mediante la colocación intramedular de un clavo de plástico
conectora se encuentra sólo en una cara de polipropileno y cemento óseo.
de la extremidad (fig. 6). Los clavos de polipropileno son muy ligeros (hasta un 13%
• Tipo II o bilateral. Las agujas atra- menos de peso que los de acero inoxidable), fácilmente mane-
viesan ambas corticales y ambos lados jables, esterilizables y baratos. Son biológicamente inertes y no
de la piel. En este caso se emplean dos es necesaria su retirada tras la cicatrización de la fractura.
barras conectoras. Su empleo va a permitir disminuir la presentación de
• Tipo III. Son una combinación entre determinados problemas secundarios a la prolongada inmo-
el tipo I y el tipo II. Se coloca un fijador vilización, tales como la anquilosis articular o artritis, las con-
tipo II y un fijador tipo I formando un tracturas de tejidos blandos y la atrofia muscular severa.
ángulo de 90º con el anterior. De esta Habrá un mínimo daño de los tejidos blandos, una mínima
manera se crea una estructura tridimensio- formación de callo óseo y una rápida recuperación de la
nal (Martin y Ritchie, 1994; MacCoy, funcionalidad de la extremidad.
1996; Bennett, 1997; Olsen et al., 2000). Los principales inconvenientes del cemento óseo son la
necrosis térmica, la infección y la inhibición de la formación del
Los fijadores externos unilaterales callo endóstico (Lind et al., 1989; Degernes et al., 1993; Mar-
(tipo I) se aplican en las fracturas de tin y Ritchie, 1994; Bennett, 1997). Además, no existen estudios
húmero, cúbito, carpometacarpo y fémur, a largo plazo de cómo se comporta el complejo implante-

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

59
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Cigüeña común
(Ciconia ciconia). Adulto, 2,5 kg.

Fig. 6b.— Radiografía postquirúrgica: reducción


mediante un fijador externo tipo I y el encla-
vijamiento intramedular del cúbito de forma
retrógrada. La fractura del radio se redujo
mediante una aguja intramedular aplicada
de forma retrógrada. El ala no se inmovilizó
externamente durante el postoperatorio.

Fig. 6a.— Fractura cerrada de la porción


media de la diáfisis del cúbito
y del radio. Las fracturas del
radio y del cúbito son simples
y oblicuas, a diferente altura.

Fig. 6c.— Radiografía control a los 22 días donde


se ve el callo óseo formado; tanto en el
radio, como en el cúbito.

hueso (Redig, 2001). Como medida en la (Redig, 2001). Este procedimiento se puede aplicar en fractu-
actualidad se están empleando clavos de ras próximas a las articulaciones siempre que exista un mínimo
ácido poliglicólico reabsorbibles (Harcourt- de 1-2 cm de canal medular para poder llevar a cabo el pro-
Brown, 2002). tocolo descrito a continuación. No está indicada en fracturas
abiertas o conminutas, por la posibilidad de infección (Martin
Indicaciones y Ritchie, 1994; Bennett, 1997).
Aunque esta técnica se ha usado para Método de aplicación
fracturas diafisarias de cualquier hueso,
está indicada principalmente para fracturas La aplicación de los clavos intramedulares de plástico
diafisarias de húmero y fémur en aves gran- combinados con cemento óseo requiere la realización de
des con un peso superior a 500 gramos una serie de pasos:

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

60
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Cárabo
(Strix aluco). Adulto, 360 gramos

Fig. 7b.— Radiografía postquirúrgica: reducción de


la fractura del húmero mediante un fija-
dor externo combinado con una aguja
intramedular (configuración “tie-in”).
Fig. 7a.— Fractura cerrada de la porción proximal Durante el postoperatorio, la extremidad
de la diáfisis del húmero. La línea de frac- se inmovilizó con un vendaje en ocho,
tura es simple y oblicua. Se observa ade- para estabilizar la fractura de cúbito.
más una fractura conminuta y sin despla-
zamiento en el tercio proximal del cúbito.

Fig. 7c.— Radiografía a los 31 días, una vez reti-


rado el material de osteosíntesis y en la
que se ve la fractura ya reducida.

• Se aíslan los fragmentos de la al cemento óseo. Además, se perfora en el centro y se le


fractura. pasa un hilo de cerclaje de 30 G.
• Se limpia, lava y seca el canal • Se prepara el cemento óseo, mezclando los dos com-
medular de ambos fragmentos, con un ponentes del mismo.
bastoncillo de algodón estéril. • Inmediatamente se introduce cuidadosamente la mezcla
• Se corta el clavo de polipropileno en una jeringa. Se coloca el émbolo en ésta, y se inyecta el
con el diámetro adecuado al canal cemento óseo en el canal medular de los fragmentos proximal
medular (1/2-3/4 del diámetro medu- y distal, mediante el empleo de un catéter de 19 G o de una
lar). A continuación, se practican múlti- aguja de 16 G.
ples cortes en ángulo agudo a lo largo • A continuación, se coloca el clavo de plástico por el
de toda la superficie del clavo, para sistema de lanzadera (fig. 8). El clavo se introduce en el frag-
permitir el posterior anclaje del mismo mento óseo más largo y se reduce la fractura. Luego se pro-

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

61
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

cede a tirar de los dos extremos del cer-


claje, consiguiendo así que el clavo se
desplace al otro fragmento del hueso
fracturado. En la aplicación se debe con-
firmar que existe la misma longitud de
clavo en cada fragmento de la fractura.
• Para conseguir una alineación
correcta, la fractura debe mantenerse
reducida y estable durante un mínimo de
10 minutos mientras el cemento óseo se
endurece.
• La reacción de polimerización del
cemento es exotérmica, alcanzando tem-
peraturas de más de 100°C. Por esto es
Fig. 8.— Técnica de lanzadera empleada para la colocación de
necesario irrigar con suero fisiológico los clavos intramedulares (adaptado de Redig, 1993).
para disipar el calor producido (Lind et
al., 1989; Degernes et al., 1993; Martin Algunos clínicos han aplicado clavos de plástico intra-
y Ritchie, 1994; Bennett, 1997). medulares de polipropileno sin cemento óseo, colocándolos
con el sistema de lanzadera. Son muy deficientes en pro-
Se debe tener cierta práctica en su apli-
porcionar una adecuada estabilidad rotacional, incluso con
cación, pues una vez preparado el cemen-
el complemento de inmovilizaciones externas (Redig, 1986a;
to, éste se endurece y el tiempo de manejo
Redig, 1986b; Lind et al., 1989; Bennett y Kuzma, 1992).
es limitado. Además, a pesar de irrigar
Igualmente se ha utilizado el cemento óseo (PMM) intrame-
para disminuir el calor generado durante la
dular sin clavos de plástico (Bennett y Kuzma, 1992).
reacción exotérmica del cemento, se pro-
duce cierta necrosis ósea, que aunque no
PLACAS DE OSTEOSÍNTESIS
afecta significativamente a la formación del
callo, desaconseja esta técnica para resol-
Las placas de osteosíntesis proporcionan una estabiliza-
ver fracturas abiertas con exposición de
ción rígida, evitando la formación de un gran callo óseo y
hueso o fracturas muy contaminadas (Ben-
las adherencias que éste conlleva. El principal inconveniente
nett y Kuzma, 1992). La formación de callo
endóstico y el soporte vascular endóstico para su uso en aves es la delgadez de las corticales óseas,
del foco de fractura pueden inhibirse con el que dificulta la fijación de los tornillos. A pesar de esto, se
empleo de cemento óseo (PMM), pero clí- han utilizado en aves de gran tamaño, y recientemente se
nicamente la cicatrización ósea no se afec- emplean placas semitubulares muy delgadas complementa-
ta aparentemente (Degernes et al., 1993; das con cemento óseo intramedular, así como con clavos de
Bennett, 1997). polipropileno, que incrementan el anclaje de los tornillos. Las
Una vez reducida la fractura se aplica- placas se emplearán con tornillos de 1,5; 2,0 ó 2,7 mm de
rá una inmovilización externa, aunque diámetro.
durante un tiempo menor que otras técnicas Otros inconvenientes son que se requiere una mayor
(7-10 días), permaneciendo posteriormente práctica, el material y el equipo son más caros, la exposición
en jaulas durante 2-3 semanas (Lind et al., y disección de los tejidos es mayor, y el tiempo de cirugía es
1989). más largo.

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

62
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

La retirada de la placa se recomienda TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS DE ELECCIÓN


una vez haya cicatrizado la fractura. Este EN FUNCIÓN DE LA LOCALIZACIÓN DE LA
procedimiento requiere la anestesia gene- FRACTURA
ral y la realización de un nuevo abordaje
quirúrgico. En aquellos animales que no Las técnicas de osteosíntesis indicadas para la resolución
van a ser liberados, se pueden dejar de fracturas en cada hueso se describen en la tabla II (Mac-
mientras no provoquen problemas (Martin Coy, 1996; Redig, 1997; Olsen et al., 2000; Harcourt-
y Ritchie, 1994; Bennett, 1997). Brown, 2002; Redig, 2001).

TABLA II Relación de técnicas de osteosíntesis recomendadas en función de la


localización de la fractura

LOCALIZACIÓN DE LA FRACTURA TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS RECOMENDADAS

Coracoides • Enclavijamiento intramedular (*).


• Coaptación externa: Vendaje en ocho y al cuerpo (en aves muy
pequeñas < 300 gramos) (*).

Escápulo y clavícula • Coaptación externa (vendaje en ocho y al cuerpo)(*).


• Limitación de movimientos en una caja pequeña (en aves muy
pequeñas).
• Aguja y cerclaje de compresión. En fracturas de clavícula de
aves grandes.

Proximal • Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).


• Agujas intramedulares de acero inoxidable totalmente rosca-
das (colocadas en forma de lanzadera) y cemento óseo (PMM).
• Bandas de tensión (*).
• Coaptación externa (vendaje en ocho y al cuerpo, en aves muy
pequeñas).

Medial • Enclavijamiento intramedular con un vendaje en ocho y al


Húmero
cuerpo (*).
• Fijadores externos tipo I.
• Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).
• Agujas intramedulares de acero inoxidable totalmente roscadas
(colocadas en forma de lanzadera) y cemento óseo (PMM).

Distal • Fijadores transarticulares.


• Agujas cruzadas (*).
• Agujas intramedulares de acero inoxidable totalmente rosca-
das (colocadas en forma de lanzadera) y cemento óseo (PMM).

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

63
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

TABLA II Relación de técnicas de osteosíntesis recomendadas en función de la


localización de la fractura (continuación)

LOCALIZACIÓN DE LA FRACTURA TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS RECOMENDADAS

Cúbito y radio • Fijadores externos tipo I en el cúbito (*).


• Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).
• Enclavijamiento intramedular de ambos huesos con vendaje en
ocho.
• Enclavijamiento del radio (*).
• Enclavijamiento del cúbito.
• Coaptación externa (vendaje en ocho). Siempre que uno de los
dos huesos no esté fracturado y los fragmentos del fracturado
se encuentren alineados.

Carpometacarpo • Enclavijamiento intramedular.


(proceso mayor) • Fijadores externos tipo I.
• Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).
• Coaptación externa (vendaje en ocho) en aves muy pequeñas (*).

Proximal • Banda de tensión (*).

Medial • Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).


• Enclavijamiento intramedular (*).
Fémur • Agujas intramedulares de acero inoxidable totalmente roscadas
(colocadas en forma de lanzadera) y cemento óseo (PMM).

Distal • Agujas cruzadas (*).


• Fijadores transarticulares.

Medial • Fijadores externos tipo II (*).


• Fijadores externos tipo II con aguja de plástico intramedular (*).
• Fijadores externos tipo I con aguja intramedular (*).
Tibiotarso • Enclavijamiento intramedular con férulas de coaptación.

Distal • Agujas cruzadas.


• Fijadores transarticulares.

Tarsometatarso • Fijadores externos tipo II.


• Coaptación externa (*).

Falanges • Coaptación externa (vendaje en bola)(*).

(*): Técnicas de elección

CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE OSTEOSÍNTESIS EN AVES

64
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

CLAVOS EN AVES

J. GRÍFOLS1, R. MOLINA1, F. MARTÍNEZ2


1Hospital Zoologic Badalona y
Centre de Recuperació de Fauna Salvatge de Torreferrussa. Barcelona
2Centre de Recuperació de Fauna Salvatge de Vallcalent. Lleida

L
OS clavos constituyen una enfermedad de gran importancia en la medicina de aves cautivas.
En este capítulo se detallarán las principales causas responsables de su presentación, la pato-
genia de la enfermedad, la clasificación de los clavos, las técnicas de diagnóstico emplea-
das y el tratamiento seguido en cada uno de los tipos de clavos. Los casos más sencillos pue-
den curar espontáneamente, mientras que los casos graves pueden necesitar tratamiento médi-
co o incluso quirúrgico, bajo riesgo de que el problema se complique, se cronifique o se produzca la pér-
dida de función de la extremidad, hecho que podría suponer la eutanasia del animal. Por último, se repa-
sarán aquellos aspectos que deben ser indicados al propietario del ave, y que facilitarán la vigilancia y pre-
vención de su presentación.

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

65
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

INTRODUCCIÓN ETIOPATOGENIA

E
N la práctica de la cetrería Los clavos se han descrito en muchas especies de aves,
con aves rapaces, los “cla- pero tienen mayor importancia clínica en rapaces, anserifor-
vos” (“Bumblefoot” en inglés) mes, pingüinos, aves zancudas, galliformes, psitaciformes y
representan cualquier proce- paseriformes.
so inflamatorio de la planta La etiopatogenia de esta enfermedad es compleja y toda-
del pie de las citadas aves. vía no ha sido completamente establecida. En un intento de
Los conocimientos referentes a las diferen- comprender la secuencia de procesos patogénicos y estable-
tes presentaciones y tratamientos de esta cer el tratamiento más eficaz, se ha comparado esta entidad
dolencia están documentadas, incluso con otras similares descritas en medicina humana y veterinaria,
desde la Edad Media, en tratados de como las úlceras de decúbito (Harcourt-Brown y Forbes,
cetrería (López de Ayala, 1986). 1996) y el granuloma bacteriano (Remple y Al-Ashbal, 1993).
El término “clavos” para denominar a
esta patología se debe a que, histórica- Causas
mente, la lesión más comúnmente obser-
vada era una costra oscura, similar a un La etiología de los clavos es multifactorial y con frecuen-
clavo de zapatero. A la hora de estable- cia coinciden varias causas que predisponen al desarrollo
cer un término que designe con precisión de la enfermedad. Para una comprensión más sencilla del
esta patología, algunos autores usan el proceso, se clasifican las causas en los siguientes grupos:
término pododermatitis como sinónimo de
clavos (Hudelson y Hudelson, 1995),
Higiene deficiente de la instalación
mientras que otros restringen esta denomi-
nación, exclusivamente para los procesos
Incrementa el riesgo de infecciones secundarias por con-
inflamatorios de la piel (Cooper, 1985).
taminación fecal, por flora del suelo, por putrefacción de res-
En el presente escrito emplearemos el tér-
tos de comida, por exceso de acumulación de heces... (fig. 2).
mino clavos para denominar, genérica-
mente, a la inflamación del pie de las
Factores que afectan a la circulación
aves con manifestaciones clínicas que
sanguínea del pie
abarcan desde el eritema de la piel hasta
los procesos degenerativos que llegan a
comprometer la viabilidad de la planta • Posaderos inadecuados. Si el reparto del peso cor-
del pie (fig. 1). poral no es regular en la superficie de apoyo del pie, se pro-
Los clavos son una enfermedad de duce compresión e isquemia de esta zona. Si la percha es
gran importancia en la medicina de aves demasiado ancha y plana, las lesiones se localizan en las
cautivas. Los casos más sencillos pueden almohadillas digitales; en cambio, si la percha es demasia-
curar espontáneamente, mientras que los do estrecha, el exceso de presión se concentra en las almo-
casos graves pueden necesitar tratamien- hadillas metatarsales (fig. 3).
to médico o incluso quirúrgico, bajo ries- • Uñas sobrecrecidas. Son responsables de que el ave
go de que el problema se complique, se no apoye el pie normalmente, y pueden favorecer las auto-
cronifique o se produzca la pérdida de lesiones al cerrar las garras.
función de la extremidad –hecho que • Malnutrición. En aves rapaces, psitaciformes y paseri-
podría suponer el sacrificio del animal–. formes, la deficiencia de vitamina A puede provocar hiper-

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

66
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

queratosis; si el epitelio plantar no se des-


cama correctamente, este hecho puede
provocar una isquemia por presión
(Degernes, 1994).
• Inactividad. El ejercicio físico favo-
rece la circulación sanguínea en la planta
del pie y mejora el retorno venoso. Las
aves que permanecen en reposo prolon-
gado (por instalación inadecuada, falta
de ejercicio o de entrenamiento, o por
enfermedad) pueden sufrir isquemia por
presión, además de edema, secundarios
a un empeoramiento del retorno venoso
(Harcourt-Brown, 2000).
Fig. 1.— Clavo en la extremidad de una ave rapaz, con eritema,
• Sobrepeso y obesidad. Ambos
descamación de la extremidad y herida necrosante en
favorecen la sobrecarga de las extremi- la superficie plantar de la misma.
dades contra el posadero, provocando
isquemia y alteraciones vasculares en la
planta del pie.
• Las especies con una carga de
peso del ala (peso soportado por unidad
de superficie alar) elevada, como los
grandes halcones (peregrino, gerifalte o
sacre), tienen una mayor predisposición a
desarrollar clavos.
• Enfermedad renal (Harcourt-Brown,
2000). En aves con enfermedad renal cró-
nica se producen cambios en la presión
sanguínea que repercuten indirectamente
en una menor perfusión de la extremidad.
• Congelación. Especies mantenidas
Fig. 2.— Infección y pérdida de las uñas en un halcón peregri-
fuera de su hábitat originario, en tempe- no (Falco peregrinus) por contaminación a partir de
raturas ambientales bajas, pueden verse una instalación excesivamente sucia.
afectadas por diferentes grados de con-
gelación de las extremidades posteriores
tas por pihuelas, exceso de mobiliario en la instalación...
(fig. 4).
(fig. 5).
• Defectos de la instalación: posaderos recubiertos con
Factores que causan
materiales demasiado abrasivos (papel de lija, madera...) o
traumatismos en las
extremidades excesivamente lisos (no favorecen la descamación del epite-
lio plantar), suelo duro (pavimento de cemento, asfalto,
• Uñas excesivamente largas, pre- grava...), paredes y techo abrasivos o con elementos cortan-
sencia de cuerpos extraños, aves suje- tes o punzantes, posaderos de diámetro inadecuado,

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

67
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 3.— Eritema y heridas por un posadero excesi- Fig. 4.— Hiperqueratosis e inicio de clavo en la super-
vamente liso e inadecuado, en un loro ama- ficie plantar de la extremidad de un águila
zónico. (fotografía cedida por Ricardo Brandao).

ausencia de baños o de zonas con • Mordeduras de otros animales, de presas (rata,


aguas donde las aves acuáticas puedan ratón...), quemaduras, trampas...
nadar, jaulas pequeñas en las que el ave
no puede volar ni aterrizar de forma ade- Factores que reducen la
cuada, ambiente estresante... (fig. 6). inmunocompetencia del ave
• Temperamento del ave muy nervio-
so: intenta huir constantemente, choca • Deficiencias nutricionales: hipovitaminosis A (alteración
con las paredes o el techo, salta del de la barrera epitelial), hipovitaminosis E (reducción de la
posadero al suelo continuamente... integridad vascular), malnutrición proteico-energética (secun-

Fig. 5.— Inflamación de la extremidad y heridas en los Fig. 6.— Clavos en una gaviota cautiva por pavimento
dedos en un halcón peregrino (Falco peregri- seco y excesivamente rugoso.
nus), por enredarse con las pihuelas.

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

68
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

daria a malnutrición, parasitación intesti- ganismos patógenos por punción de la piel, o bien por pér-
nal grave...). dida de la cohesión normal en la estructura del epitelio (la
• Enfermedades concomitantes: enfer- primera barrera contra la infección), que permite la entrada
medad hepática, renal, pancreática... de microorganismos a los tejidos subyacentes. Una vez se
• Estrés crónico: problemas relacio- instaura la infección, ésta evolucionará hacia un proceso
nados con el manejo y las condiciones inflamatorio o caseoso típico de los clavos, que se acompa-
ambientales (temperaturas extremas, ele- ñará de los signos clínicos habituales (pie caliente, hinchado,
vada densidad de animales...). doloroso...). A partir de este punto, la enfermedad puede
progresar de forma que llegue a afectar a estructuras mucho
PATOGENIA más internas (fascias, tendones, ligamentos, huesos...), resul-
tando inevitable el tratamiento quirúrgico del proceso; o
La patogenia de los clavos es dinámi- incluso provocando la pérdida de la extremidad y la imposi-
ca y pasa por tres fases: una de inicia- bilidad de recuperación del animal. Como microorganismos
ción, una de infección bacteriana y otra aislados en cultivos de clavos, figuran diferentes especies
de respuesta inapropiada del huésped bacterianas del género Pseudomonas spp, Staphylococcus
(Remple y Forbes, 2000). aureus (especie bacteriana más frecuentemente aislada en
clavos de rapaces mantenidas en cautividad) (Riddle, 1981;
Iniciación del proceso Cooper, 1985; Remple y Remple, 1987; Remple, 1993; Lind-
say Oaks, 1993), Staphylococcus. epidermidis, Clostridium
Se caracteriza por una agresión local spp, Escherichia coli, Klebsiella spp, Proteus spp, Strepto-
de la piel del pie, normalmente de la
coccus faecalis, Serratia marcescens, Pasteurella multocida,
almohadilla plantar o de las almohadillas
Nocardia spp, Actinobacillus spp, Actinomyces spp y espe-
digitales, que comienza con una desapa-
cies fúngicas del género Aspergillus y Candida. La proce-
rición de la apariencia rugosa de las
dencia de dichos microorganismos puede ser fecal, medio-
escamas (la piel de esa región se vuelve
ambiental, o de la propia flora saprófita de la piel.
aplanada y más fina), y evoluciona hacia
la formación de una costra. En las zonas
Respuesta inapropiada
que soportan un máximo peso se forman
unas líneas rojas que corresponden histo-
Diversos estudios (Lindsay Oaks, 1993) demuestran que
lógicamente con trombosis de pequeños
vasos sanguíneos y muerte de células epi- en clavos de aves, la respuesta inmunológica predominante
teliales. Esta fase inicial pasa muchas frente a una infección por S. aureus está mediada por macró-
veces desapercibida con lo que el pro- fagos. Esta respuesta provoca una destrucción tisular con
ceso suele progresar y complicarse ya deposición de fibrina, y la formación de granulomas que aís-
que los bordes epiteliales que rodean al lan a la bacteria de los mecanismos de defensa del organis-
clavo están debilitados y terminan por mo (inmunidad celular y humoral), así como de la acción de
separarse, permitiendo el paso de bacte- los agentes antimicrobianos. Satterfield y O’Rourke (1981)
rias a la región subcutánea. establecieron que podía existir una respuesta inmune inapro-
piada o insuficiente en halcones con clavos, y con infección
Instauración de la infección por Staphylococcus. Posteriormente, otros autores (Remple y
Al-Ashbal, 1993) han sugerido que como S. aureus no forma
La infección puede producirse por parte de la flora natural de las extremidades de las aves rapa-
dos vías: inoculación directa de microor- ces, la infección puede ser causada por serotipos humanos de

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

69
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

S. aureus patogénicos. El estudio histopa- establecen categorías que representan estadios diferentes
tológico de la piel de los clavos en fases de la evolución de la enfermedad y que se utilizan clínica-
iniciales pone de manifiesto reacciones mente para emitir un pronóstico y decidir el tratamiento más
perivasculares que provocan cambios vas- indicado.
culares obliterativos y, secundariamente, La clasificación de Halliwell se basa en la localización
reducen el aporte sanguíneo al pie y la lle- y extensión de las lesiones, mientras que la de Cooper da
gada de factores de defensa y de los anti- más importancia a los cambios degenerativos y a la cro-
bióticos administrados por vía sistémica. nicidad. A diferencia del resto de autores, Redig numera
Dichas lesiones sugieren que existe una res- las categorías de mayor a menor gravedad. Las clasifica-
puesta inmune inapropiada y reacciones ciones de Remple y Degernes tienen una orientación emi-
de hipersensibilidad de tipo III y tipo IV nentemente clínica; la clasificación de Remple se basa en
contra antígenos bacterianos, que favore- la extensión y gravedad de la enfermedad, de forma que
ce la extensión de la infección a tejidos cada clase representa un estadio diferente de la misma.
subyacentes. Como factor adicional, hay
que tener en cuenta que la propia costra Clase I
inicial ejerce presión, provocando isque-
mia y movimiento de los tejidos blandos Sólo existe lesión del integumento sin infección de los teji-
lesionados, hechos que dificultan aún más dos subyacentes. Se produce una desvitalización temprana
la cicatrización de las lesiones. de una área prominente plantar sin disrupción de la barrera
En estado salvaje las aves no están epitelial. Hay dos subclases:
expuestas a la mayoría de causas dis-
cutidas anteriormente: los animales rea- • Hiperemia, contusión o isquemia inicial (una zona páli-
lizan ejercicio físico y la circulación san- da con compromiso de perfusión capilar).
guínea del pie es la adecuada, la dieta • Reacción hiperqueratótica (callo temprano) (fig. 7).
es equilibrada, el desgaste de uñas y la
descamación del epitelio plantar es la El pronóstico es favorable ya que no existe infección
correcta y el animal puede elegir dónde evidente. Suele responder al tratamiento conservador
aterrizar y posarse. Es por esto que la (masajes con alcohol alcanforado, pomadas antiinflama-
presencia de clavos en estas aves es torias, vendajes interdigitales acolchados protectores, pro-
poco frecuente, y normalmente es tección preventiva de la extremidad no afectada...).
secundaria a traumatismos (trampas,
cuerpos extraños), no siendo las bacte- Clase II
rias aisladas mayoritariamente estafilo-
cocos. Existe inflamación leve e infección localizada de los teji-
dos subyacentes subcutáneos en contacto directo con las
CLASIFICACIÓN DE áreas desvitalizadas. Hay dos subclases:
LOS CLAVOS
• Heridas por “punción” (auto clavado de la propia uña,
Diferentes autores (Halliwell, 1975; herida punzante perforante...).
Cooper, 1978; Redig, 1987; Remple y Al- • Necrosis isquémica del epitelio (con un callo o costra
Ashbal, 1993; Degernes, 1994) han rea- penetrantes hacia el interior de los tejidos blandos de la
lizado clasificaciones de los clavos que extremidad).

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

70
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

El pronóstico es favorable ya que la infección está


localizada, los defectos epidérmicos son pequeños y la
arquitectura de la planta del pie está intacta. Normalmen-
te requiere la escisión quirúrgica de los tejidos afectados
y el tratamiento médico concomitante (fig. 8).

Clase III

Existe infección activa, hinchazón y dolor del pie sin


afectación aparente de las estructuras subyacentes. Las
lesiones principales son debidas a la infección. Según el
tipo de lesión inflamatoria se diferencian tres subclases:

• Serosa (aguda): edema e hiperemia de lo tejidos.


• Fibrótica (crónica): intento de encapsulación y confi-
namiento.
• Caseosa: acumulación de restos necróticos (fig. 9).
Fig. 7.— Clavo tipo I con eritema,
hiperemia y descamación de
la piel (fotografía cedida por El pronóstico es reservado ya que la infección está bien
Ricardo Brandao). instaurada y se han empezado a producir cambios estructu-
rales del pie.

Fig. 8.— Clavo tipo II en una rapaz, por Fig. 9. — Clavo bilateral tipo III en una rapaz, con eritema,
auto punción, con la uña del inflamación caseosa y necrótica en las zonas con
dedo opositor. heridas.

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

71
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Clase IV

Infección establecida, con hinchazón


importante y afectación de estructuras
vitales profundas (tenosinovitis, osteomie-
litis y artritis séptica con exudado puru-
lento). Para diferenciar las clases III y IV
es necesario realizar radiografías y exa-
men intraquirúrgico. La clase IV represen-
ta un estadio crónico de la clase III,
donde la extremidad conserva todavía
su función. Existen dos subclases: fibróti-
ca y caseosa (figs. 10 y 11).
El pronóstico es grave debido a que Fig. 10.— Clavo bilateral tipo IV en una rapaz, con inflamación
la infección afecta a estructuras vitales y fibrosis de la planta del pie.
profundas. Debido a la cronicidad de la
inflamación los focos encapsulados

están protegidos contra la respuesta inmune y contra la


acción de los antibióticos.
El tratamiento quirúrgico es difícil ya que el defecto
cutáneo es importante, la calidad de la piel es mala y hay
estructuras profundas afectadas que pueden interferir con
el debridamiento quirúrgico.

Clase V

Es una extensión de la clase IV con pérdida de función


del pie y deformaciones estructurales. Pueden existir necro-
sis, osteomielitis, ruptura de tendones, anquilosis... El pro-
nóstico es muy grave y debe considerarse la eutanasia del
animal afectado (figs. 12 y 13).

DIAGNÓSTICO

Examen físico
Fig. 11.— Clavo tipo IV en una rapaz, con
afectación de estructuras inter- Inicialmente la enfermedad se caracteriza por una heri-
nas e infección caseosa de la da localizada en la piel de los dedos, cojinetes metatar-
zona afectada. sales o en ambos sitios, que evoluciona con la formación

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 13.— Clavo tipo V en una rapaz, con deformación del


tarsometatarso y de varios dedos, afectando al nor-
mal funcionamiento de la extremidad.

ción se encuentra bien establecida (Clases III, IV y V) se pro-


ducen incrementos en el recuento total de leucocitos. Sin
embargo, en animales con clavos avanzados y fibrosis se
Fig. 12.— Clavo tipo V en una rapaz, con
produce el encapsulamiento de la infección, y al haber una
extensa herida abierta y exposi-
ción y lesión de estructuras menor estimulación antigénica, los recuentos de leucocitos
internas articulares. pueden estar dentro del rango de referencia.
Es aconsejable realizar análisis de sangre seriados para
valorar el estado general del animal (anemia) y evaluar la
función hepática y renal.
de costras, inflamación de la extremidad
e incluso infección de los tejidos subcutá-
neos. La afectación puede ser unilateral o
bilateral y de diferentes partes de las
extremidades. A medida que progresa, la
inflamación y la infección se extienden, y
se observará que el animal no apoya la
pata o adopta posturas anormales (para
evitar el dolor), y manifiesta signos ines-
pecíficos de enfermedad (abatimiento,
letargia, debilidad, anorexia, pérdida de
peso, plumaje en mal estado...) (fig. 14).

Hematología

Halliwell (1975) y Lindsay Oaks Fig. 14.— Postura para evitar el dolor provocado por un clavo
(1993) observaron que cuando la infec- en la extremidad de un ave rapaz.

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

73
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Estudio radiológico

A ser posible con chasis de mamo-


grafía para poder obtener imágenes de
muy buena calidad que permitan valorar
las lesiones articulares, óseas y tendino-
sas (fig. 15).

Microbiología

Para el aislamiento, identificación y anti-


biograma de los microorganismos implica-
dos. Debe realizarse previo a cualquier tra-
tamiento, y posteriormente, para contrastar
Fig. 15.— Radiografía de la extremidad de una rapaz nocturna
la evolución de la infección.
con clavos, donde se observa la afectación de tejidos
blandos y de una de las falanges, con una imagen
Histopatología de lisis y reorganización ósea.

Permite valorar el grado de fibrosis,


observar la presencia de microorganismos • Administración de vitamina A (30,000 UI/kg, una
en las lesiones y valorar lesiones trombóti- única dosis por vía intramuscular).
cas y necróticas. Las extremidades afecta- • Equilibrado y mejora de la dieta.
das presentan evidencias de inflamación • Si existe indicio de infección: terapia antibiótica por vía
granulomatosa crónica. En las fases inicia- sistémica. La elección del producto se realiza en base al
les se observa ulceración plantar con infil- resultado del cultivo microbiológico.
trado mononuclear y evidencias de vasculi-
tis perivascular necrotizante. TRATAMIENTO CONSERVADOR

TRATAMIENTO Clavos tipo I

CONSIDERACIONES Lavados de la extremidad con soluciones antisépticas


(clorhexidina, povidona yodada...), cepillado de la planta
• Favorecer el ejercicio y disminuir del pie para favorecer la descamación, aplicación tópica de
progresivamente el peso del ave hasta lle- cremas hidratantes (con lanolina, antihemorroidales...), ven-
gar al peso medio de la especie, o al daje acolchado de protección (vendaje interdigital suave,
peso de entrenamiento en el caso de con venda y venda autoadherente).
rapaces.
• Corregir los defectos de manejo y Clavos tipo II
eliminar los factores estresantes: adecuar
o cambiar los posaderos, ofrecer un sus- • En casos de inflamación de la extremidad se puede
trato acolchado (capa de virutas de emplear de manera tópica, durante las curas, alcohol alcan-
madera limpia de unos 20 cm). forado, o también una solución compuesta por 1 gramo de

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

74
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

piperacilina, 4 mg de dexametasona y
dimetilsulfóxido (Lab. Acofarma), hasta
conseguir un volumen total de 10 ml. Este
preparado debe conservarse refrigerado
por un máximo de 7 días (Degernes et al.,
1990).
• Si existen heridas abiertas, deben
aplicarse pomadas y vendajes hidrocoloi-
dales (Varihesive© apósito, gránulos o
pasta) o apósitos permeables a la hume-
dad (Tegaderm©).
• Los vendajes a utilizar serán venda-
jes digitales, interdigitales o en bola, o
incluso plantillas (de espuma, corcho...) Fig. 16.— Vendaje interdigital acolchado incluyendo el dedo
para reducir la presión sobre las lesiones opositor, interiormente realizado con venda, y exter-
y favorecer la circulación (figs. 16 y 17). namente recubierto con vendaje autoadhesivo.

TRATAMIENTO QUIRÚRGICO

El tratamiento quirúrgico es considera-


do de elección en ciertos casos de clavos
de tipo II, y en los casos de clavos de tipo
III y IV (Cooper, 1980; Riddle, 1981; Rem-
ple y Remple, 1987; Remple y Al-Ashbal,
1993; Remple y Forbes, 2000). El objeti-
vo de la cirugía es debridar la zona lesio-
nada y eliminar el exudado inflamatorio,
el tejido necrótico y fibroso, para mejorar
la vascularización y eliminar los focos de
liberación de antígenos bacterianos. Se
consigue, de esta forma, convertir una Fig. 17.— Imagen de un vendaje en bola para el tratamiento
lesión necrótica en una zona fresca y vas- de un clavo tipo II en una rapaz. Obsérvese el ven-
daje interdigital de la otra extremidad, realizado de
cularizada, capaz de cicatrizar por pri-
forma preventiva para evitar que por sobrecarga se
mera o por segunda intención. desarrolle otro clavo en la extremidad sana (fotogra-
fía cedida por Ricardo Brandao).
Cirugía y cierre por segunda
intención (Redig, 1987) suturas parciales, pero la herida debe permanecer abierta
para permitir el drenaje. Los lavados diarios se efectúan con
Tras la eliminación del tejido necrótico suero fisiológico estéril y povidona yodada o clorhexidina
se aplican vendajes húmedos con gasas diluidas, hasta que se observa una herida limpia y seca. A
estériles y productos antisépticos, que se partir de este momento las curas se realizan cada 2 días y
cambian diariamente. Se pueden realizar se debrida quirúrgicamente para evitar el cierre prematuro

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

75
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

de la herida. Cuando se observa que no


hay indicios de infección ni de exudación
se puede suturar la herida. El proceso
descrito puede prolongarse durante 2 a 5
semanas. Aproximadamente a los 7 días
del cierre completo de la herida, se redu-
ce el vendaje del pie a una sola capa de
venda autoadhesiva simplemente para
proteger la piel. El animal debe mante-
nerse sobre una superficie acolchada y
mullida (espuma, toalla, empapador, etc.)
para prevenir las recidivas (fig. 18).
En el caso de aves acuáticas (anseri-
formes, pingüinos...) se recomienda mante-
Fig. 18.— Lavados por irrigación de un clavo tratado quirúrgica-
nerlas sobre un sustrato blando y húmedo mente y que se deja cicatrizar por segunda intención.
(bayeta humedecida), que pueda cambiar-
se y limpiarse regularmente. En cuanto la
herida esté cerrada, debe proporcionarse lela las líneas de flexión del pie. Más tarde se elimina el tejido
un baño. necrótico evitando dañar estructuras vitales, y se irriga la herida
con soluciones de quimotripsina para favorecer el debrida-
Cirugía y cierre por primera miento enzimático. Posteriormente se realizan lavados con solu-
intención (Cooper, 1980; Riddle, ciones que contengan antibióticos.
1981; Remple y Al-Ashbal, 1993) Cuando se cierre la herida debe intentarse conseguir la
aposición perfecta con la mínima presión en la línea de sutu-
Antes de la intervención quirúrgica ra. Se emplean suturas no absorbibles monofilamento y se
debe cepillarse la región plantar para eli- realizan puntos simples alternados con puntos simples verti-
minar el tejido hiperqueratótico que dificul- cales para reforzar la línea de sutura. Los puntos simples per-
taría la cicatrización. A continuación, se miten aproximar los bordes de la herida y las suturas vertica-
evalúa el grosor y vascularización de la les provocan una ligera eversión. Finalmente se venda el pie
piel para determinar la integridad de la piel con un material no adhesivo y evitando ejercer una presión
circundante y decidir la dirección y tamaño excesiva que comprometa la vascularización (fig. 19).
de la incisión elíptica. Si existe una costra, La herida se revisa cada día y a los 14-21 días se retiran
se elimina después del lavado y cepillado las suturas simples (se permite una adaptación de la herida a
quirúrgicos. Se debe evitar el contacto con la tensión que supone el apoyo) y las suturas verticales se
las zonas próximas a la costra para evitar la extraen a los 21 días. El pie se mantiene vendado 7 días más.
contaminación. Es aconsejable tomar mues- Diferentes autores (Remple y Remple, 1987; Riddle y Hoo-
tras para cultivo microbiológico y biopsia lohan, 1993) han empleado con éxito plantillas moldeadas
para valorar la gravedad de las lesiones. La con Hexcelite®, resinas dentales, resinas de podología o de
incisión debe realizarse alrededor del ortopedia, o resinas epoxy aplicadas a vendajes cohesivos,
defecto, asegurando que sea simétrica y que permiten reducir la presión sobre la planta del pie. En el
perpendicular a la superficie de la piel, y en centro de la plantilla se practica un orificio a través del cual
el cojinete plantar la incisión debe ser para- se realizan las curas de la herida plantar (fig. 20).

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

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TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Fig. 19.— Cierre por primera intención tras tratamiento quirúr-


gico de unos clavos bilaterales en un ave rapaz.

Si bien es difícil comparar los trabajos de Riddle (1981)


y Remple y Al-Ashbal (1993), el tratamiento quirúrgico de Fig. 20.— Utilización de una plantilla
clavos tipo II y III fue efectivo en un 94% y 86,4 (clase II) y acolchada perforada para
el tratamiento continuado
81,6 % (clase III) de los casos, respectivamente.
de un clavo en un cernícalo
Remple y Forbes (2000) han descrito un protocolo de tra- vulgar (Falco tinnunculus).
tamiento en el que, intraquirúrgicamente, colocan unas bolitas
de cemento óseo impregnadas en antibiótico (asociaciones de
Una complicación frecuente en la
piperacilina-rifampicina, pefloxacina-rifampicina, gentamicina-
práctica clínica, es el seguimiento de los
enrofloxacina o amoxicilina-piperacilina-clindamicina) que se
animales cuando vuelven con sus propieta-
mantienen en el interior de la herida durante 7 a 10 días, y que
rios y son sometidos a las mismas condi-
posteriormente se retiran, y permiten la sutura y el cierre por pri-
ciones de mantenimiento que, posiblemen-
mera intención.
En caso de osteomielitis del hueso sesamoideo del dedo II te, provocaron el desarrollo de la afección
se debe realizar la escisión del mismo. Cuando exista osteo- podal, dificultando esclarecer si las recaí-
mielitis severa de falanges (sin respuesta al tratamiento médico) das que se producen son por recurrencia
se procederá a practicar la amputación del dedo afectado. de la infección original, o como conse-
No se debe olvidar que el dedo I es el más importante para cuencia de una nueva infección (fig. 21).
las aves rapaces, para la sujeción de la presa. En los casos en La vacunación con toxoide de Staphy-
que existe infección de las vainas de los tendones flexores (Har- lococcus aureus y la inmunomodulación
court-Brown, 2000), se realiza limpieza quirúrgica y, durante con levamisol y BCG ha sido empleada
una semana, se irrigan con suero fisiológico y antibióticos (lin- como terapia de apoyo y provoca una
comicina, metronidazol, tobramicina...). Para separar los tendo- reducción del daño tisular asociado a la
nes se emplea una pinza mosquito y se coloca una cánula del infección (Satterfield y O´Rourke, 1981).
diámetro apropiado. En caso de que se produzca una pérdida Sin embargo, en un estudio posterior (Lind-
importante en la funcionalidad de la extremidad, debe valorar- say Oaks, 1993) no se observaron diferen-
se la eutanasia del animal. cias entre el grupo de animales tratados

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

77
TRAUMATOLOGÍA EN AVES

Se aconseja también establecer una serie de protocolos y


rutinas que favorezcan la no presentación de esta patología:

• Limpiar con un cepillo de dientes las extremidades del


ave, de manera regular.
• Favorecer el ejercicio.
• Diseñar las instalaciones de forma que se reduzca el
riesgo de traumatismos:
– Las dimensiones de la jaula deben permitir que el ave
pueda volar.
– Evitar salientes punzantes, paredes abrasivas o un
suelo duro.
– Ofrecer posaderos adecuados: tamaño, forma y textu-
ra. Utilizar la percha adecuada para cada especie. En hal-
cones da buen resultado utilizar el césped artificial o el
Astroturf© sobre una percha plana. En el resto de especies se
aconseja el uso de cuerda de sisal para forrar la madera de
la percha (fig. 22).
– Las ramas de árboles y las barras de madera lisa no
Fig. 21.— Complicación y recaída de un están recomendadas.
clavo en una rapaz, con infec-
• Limpieza e higiene estricta y regular de las instalacio-
ción interna en la extremidad,
que provoca engrosamiento y nes, asegurando la retirada de los excrementos y restos de
deformación del dedo IV. alimento.
• Establecer una dieta equilibrada, variada, ajustada al
con inmunomoduladores y vacunados res- tipo de ave y a la situación de mantenimiento en cautividad.
pecto a los no tratados.

PREVENCIÓN

El conocimiento de esta patología, así


como de todas las causas y factores impli-
cados en su presentación clínica, y la
educación del propietario del ave en
todos estos aspectos, son las herramien-
tas fundamentales para la vigilancia y pre-
vención de su presentación.
Se recomienda valorar regularmente
el estado de salud del ave y de las extre-
midades posteriores, para examinar las
marcas de desgaste de las almohadilla
metatarsal y digitales, y la longitud de las Fig. 22.— Posadero recubierto de cuerda de sisal para facilitar la
uñas. Al menor indicio de clavos debe ini- recuperación de una rapaz con un clavo deformante
ciarse el tratamiento. del dedo opositor de una de las extremidades.

CAPÍTULO V CLAVOS EN AVES

78
CANIS ET FELIS N.o 59

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