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Otras

veces compito para dar rienda suelta a la frustración de percances recientes, normalmente
lesiones. Esto también es bastante típico. De hecho, la ira que impulsó la victoria de Jim Spivey en las
Pruebas de Clasificación para los Juegos Olímpicos de 1992 de 1500 m fue a su vez impulsada por la
frustración de no haberse clasificado para los Juegos Olímpicos de 1988.
—Puse una daga en ese dolor y desapareció —dijo sobre su victoria en las Pruebas de 1992.
Cuando compito furioso, siento que puedo tolerar más dolor y eso es la causa de que pueda
correr más rápido. Hay evidencia científica que apoya esta percepción. Una parte proviene de otro
estudio con videojuegos, este llevado a cabo por Bryan Raudenbush de la Universidad Wheeling
Jesuit en 2005. En él, los sujetos jugaron a una variedad de distintos videojuegos antes de recibir un
estímulo doloroso en forma de exposición intensa al frío. Los investigadores encontraron que todos
los juegos reducían la percepción del dolor si se comparaba con la situación en que el estímulo
doloroso no venía precedido por ningún tipo de distracción, pero dicho dolor experimentaba la
mayor reducción cuando los sujetos habían jugado a juegos que generaban mayor grado de ira[61].
Un estudio de 2009, realizado en la Universidad británica de Keele, encontró que blasfemar, una
expresión habitual de la ira, reducía la sensibilidad al dolor [62]. Otra investigación ha demostrado que
la ira aguda desencadena la liberación de sustancias químicas conocidas como opioides endógenos (o
endorfinas) dentro del cerebro para mitigar el dolor [63]. Es evidente que la ira aumenta la tolerancia
al dolor. Dado que la ira a menudo precede a la lucha, en la que es seguro que se va a producir dolor,
el efecto analgésico ayuda a la persona a luchar mejor y reduce las oportunidades de resultar muerto.
Por supuesto, la ira es una espada de doble filo. Las personas propensas a la ira suelen tener una
salud peor y ser menos felices que los demás y suelen morir más jóvenes. Pero liberar una cantidad
normal de ira es verdaderamente más saludable que no expresar ira en absoluto; un estudio encontró
que los hombres que solían reprimir su ira eran más propensos a sufrir infartos[64].
Una persona que no es capaz de sentir ira es tan vulnerable como alguien que no puede sentir
dolor físico. Las reacciones normales de ira son las más sanas. Los corredores cuyas respuestas de
ira están dentro de una escala normal tienen gran probabilidad de encontrarse canalizando la ira de
forma natural hacia la competición en alguna ocasión. No se oponga a este fenómeno debido a la
equivocada noción de que la ira siempre es mala.

P RÁCTICA CUERPO-MENTE
La ira es una parte natural de la experiencia de correr. Es una potente respuesta al miedo que aumenta más el rendimiento de los
corredores. No permita que nadie te diga que no debe correr furioso.

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