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En el transcurso de este prolongado lapso, como no podía ser

menos, la educación de los hondureños ha experimentado


períodos de estancamiento y transformación, los cuales se han
reflejado en los instrumentos jurídicos que han regido la materia.
Este ordenamiento legal, producto diversificado de las distintas
visiones que se han tenido en el país sobre el sector, ha sido casi
siempre labor compartida por los poderes Legislativo y Ejecutivo,
sin consultar, por regla general, los variados sectores de la
sociedad civil y mucho menos mediante un consenso que confiera
profundo sentido democrático a la emisión de esta clase de leyes.

Si bien es cierto que auscultaciones de esta clase son


fenómeno reciente en los regímenes democráticos, las
características de los hechos sociales contemporáneos y el papel
que la educación desempeña en el desarrollo de los pueblos,
plantean la necesidad de encontrar objetivos consensuados, sin los
cuales la adopción de cuerpos normativos corre el riesgo de no
acoger las aspiraciones reales de la ciudadanía. Es posible que en
el pasado este imperativo no fuera tan evidente, sin duda por el
grado de desarrollo cultural alcanzado y la menor complejidad de
las instituciones.

No obstante, se debe reconocer que la visión de algunos


estadistas de épocas anteriores suplió con acierto, casi siempre, la
ausencia de tales mecanismos de consulta. Además, las
circunstancias de entonces, caracterizadas por una comunidad de
ideas y aspiraciones según los dictados del tiempo, hacían posible
una convergencia de propósitos en torno a lo problemas
fundamentales de la sociedad. Tal ocurrió con la generación
fundadora de la República, cuyos ideales libertarios propiciaban y
aun exigían una educación laica, gratuita, obligatoria y de amplio
espíritu democrático.

En realidad, la reforma educativa alentada por Francisco


Morazán y sus contemporáneos, ante el papel preponderante que
las instituciones eclesiásticas desempeñaban en la formación de la
niñez y la juventud –situación prevaleciente durante la colonia–
confirió al Estado la responsabilidad de una función que, como la
educativa, requiere la más amplia libertad de ejercicio, sin los
prejuicios y exclusiones que suelen llevar aparejadas las
instituciones confesionales.
REFORMAS EDUCATIVAS A NIVEL DE LEGISLACIÓN MÁS
IMPORTANTES HECHAS DESDE LA DÉCADA DE LOS 50 HASTA
NUESTROS DÍAS.

La educación hondureña en la segunda mitad del siglo XX puede ser descrita a


partir de procesos que se entrecruzan para permitir una caracterización, y que
son los siguientes: la expansión de la cobertura del sistema formal, la
diversificación de los tipos de instituciones y de los programas educativos, la
tendencia a la modernización en los aspectos propiamente curriculares, y la
sucesión de políticas educativas y de reformas en la gestión. En 1953 se define
una nueva clasificación de la educación así: educación preescolar, educación
primaria, educación de adultos, extraescolar, educación media y educación
superior.

En 1957 la Universidad Nacional Autónoma de Honduras adquiere su


autonomía y se crea —con el auspicio de la UNESCO— la Escuela Superior
del Profesorado «Francisco Morazán» para la formación, profesionalización y
actualización de los docentes del sistema educativo nacional. Se emite el
decreto N.° 173, mediante el cual se instituye la centralización administrativa y
financiera de la educación primaria, que continúa en 1958. La primera etapa se
concreta con la reforma de la educación media realizada en 1959 con la
creación del ciclo común de cultura general, cuya duración es de tres años y
cuyo fin es la orientación hacia la educación profesional y el ciclo diversificado.

En 1965 se crea la Oficina de Planeamiento Integral de la Educación, como


unidad dependiente del sistema de educación, con competencia sobre el
proceso educativo encomendada por las leyes de educación en lo relativo a la
investigación, planificación y evaluación de los programas.

En 1966, mediante la emisión de la Ley Orgánica de Educación, el sistema


educativo fundamenta su estructura en un cuerpo de leyes que comprende los
tres niveles, no solamente en el aspecto educativo propiamente dicho sino en
los beneficios que proporciona el ejercicio de la docencia. En el año de 1967se
continúa con la revisión y reforma de los planes y programas de estudio para la
educación primaria a través de COREPLA (Comisión Coordinadora para la
Revisión y Reformas de Estudio). En 1972 se creó la Comisión Nacional de
Reforma de la Educación (según acuerdo N.° 126-EP) como cuerpo técnico de
alto nivel integrado mediante nombramiento del poder ejecutivo a través del
Ministerio de Educación, con representantes de la Universidad Nacional
Autónoma de Honduras, los colegios de maestros y profesores, el Consejo
Superior de Planificación Económica y el Ministerio de Educación. La Comisión
tendría por finalidad el estudio, la orientación y la dirección técnica de los
procesos de reforma de la educación nacional en los niveles de parvularia,
primaria, media y Escuela Superior del Profesorado «Francisco Morazán»,
estableciendo las relaciones necesarias para la coordinación con la
Universidad Nacional Autónoma y con todos los centros de nivel medio superior
dependientes de otras secretarías de Estado. En su lucha por mejorar la
educación en el país, la Secretaría de Educación inició desde 1994 la
implementación de un nuevo modelo educativo: la Escuela Morazánica, la cual
formaba parte del Plan Nacional de Desarrollo Educativo 1994 -1997. El
modelo en referencia implica profundas reformas de fondo y de forma que se
espera den origen al ciudadano que Honduras necesita para el desafío futuro.

A partir de 1996 se incorporó en la estructura del sistema educativo nacional el


nivel de educación básica, ampliando los seis grados de la educación primaria
actual a nueve grados, lo que conlleva una profunda transformación curricular
en cuanto a contenidos, métodos y materiales educativos.

En 1998 surge el Programa Hondureño de Educación Comunitaria


(PROHECO) —constituido legalmente, mediante acuerdo N.° 008 de fecha 5
de mayo de 1998— como una respuesta a la necesidad urgente de brindar
educación a aquellas comunidades más postergadas de la nación,
implementando una estrategia de participación comunitaria con la finalidad de
incorporarlas activamente en los procesos de desarrollo educativo a través de
asociaciones educativas comunitarias.

En 1999 se organiza el Foro Nacional de Convergencia (FONAC); en el marco


de sus funciones, creó una comisión de educación encargada de coordinar las
acciones de los actores principales del proceso educativo, tanto público como
privado, formal y no formal y miembros de todos los niveles del sistema. El
trabajo de esta comisión durante más de un año y medio dio como resultado la
presentación de la «Propuesta de la Sociedad Hondureña para la
Transformación de la Educación Nacional».

https://es.scribd.com/document/323486122/Reformas-Educativas-Decada-50-a-La-
Actualidad-1

conclusiones

La legislación educativa hondureña se encuentra dispersa en


múltiples leyes, surgidas en distintos tiempos y panoramas
ideológico-culturales diferentes. Abundan disposiciones sobre la
materia en ordenamientos jurídicos que no son de naturaleza
educacional. En algunos casos, su formulación ha obedecido a la
necesidad de dar respuesta a situaciones coyunturales concretas.

* Este ordenamiento de las cosas no ha permitido un


eslabonamiento lógico de los currículos que responda a una visión
integral de la educación desde el nivel parvulario al superior.
Adicionalmente conviene expresar que algunos desarrollos
legislativos recientes como el Código de la Niñez y la Adolescencia
y la Convención y Declaración de los Derechos del Niño, tienen un
contenido educativo parcial importante y moderno que, en no pocos
casos, va más allá del ámbito material de la LOE. Es imprescindible
por tal razón sistematizar este material jurídico en un nuevo
ordenamiento.

* No es si no en fechas recientes que ha comenzado a


abrirse paso la idea sobre la importancia estratégica de la
educación para el desarrollo, hecho que se refleja en el más
reciente discurso político y en la incorporación de algunas ideas
modernas en el funcionamiento y administración del sector. Falta
todavía reflejar adecuadamente estas concepciones en la
legislación.
* A pesar de su mención en la Constitución de la República y
otras leyes secundarias, la educación básica no ha sido objeto aún
de desarrollo conceptual y operativo en la legislación, no obstante
ser este nivel el pilar fundamental del desarrollo educativo. Debe
tenerse presente que la educación básica es la plataforma que
permite al educando contar con los elementos necesarios para
continuar durante toda la vida incrementando sus conocimientos. Y
que sólo con una formación permanentemente actualizada estará
en condiciones de influir positivamente en su entorno.
* La educación preescolar es todavía voluntaria en Honduras
de acuerdo con la Ley, pese a su importancia en el desarrollo
psicosocial de la niñez y a su condición de antesala de la
educación básica. Debería por consiguiente, convertirse en nivel
obligatorio con diseños especiales según sea el medio en que se
imparta.

* La elaboración de los currículos y los mecanismos de


evaluación no tienen una expresión sistemática en la legislación. Es
indispensable formular provisiones que se hagan cargo de estos
asuntos, porque de su buena formulación y funcionamiento
depende la calidad de la educación y su impacto en la
transformación del país. Convendría asimismo organizar
institucionalmente la calificación de los centros de enseñanza
conforme normas de calidad debidamente evaluadas.

* La formación de los docentes debe ser universitaria


en todos los niveles. Actualmente solo los del nivel medio cumplen
este requisito en forma parcial. Consideración aparte merece la
docencia en el nivel superior.

* La educación debe ser un compromiso de toda la sociedad:


gobiernos locales, padres de familia, empresarios, gremios,
organizaciones sociales y no solo del gobierno. La
desconcentración educativa y la creación de las escuelas
comunitarias persiguen este objetivo. Es necesario entonces poner
en vigor los cuerpos normativos que permitan una continuada y
efectiva evaluación del nuevo sistema y generalizar su
aplicación de manera global y progresiva.

* La coexistencia de dos sistemas en la educación nacional,


actualmente permitida por la ley, vuelve difícil, si no imposible, la
coherencia, continuidad y eslabonamiento lógico del sistema
educativo. Una idea de afrontar esta dificultad podría ser la
creación de un órgano de alto nivel político encargado de dirigir la
educación nacional, con representación de los sectores
directamente afectados por las políticas educativas del país.
* Cualquier reforma educativa que se intente no debe
concebirse como absoluta, sino con riguroso carácter histórico. Esto
significa concebir dicha reforma como un proceso permanente, en
continua evolución. El sistema debe contar con los mecanismos que
le permitan adaptarse con flexibilidad a la realidad y a las
necesidades que surjan en cada momento. Esto podría tipificar una
ley marco o de carácter general para la educación nacional. Sólo de
esta manera es posible salir al paso, con respuestas adecuadas y
oportunas, a fenómenos tales como: crecimiento de la población
(educación y población), creciente desempeño de la mujer en la
vida nacional, disparidad secular entre lo urbano y lo rural,
emigración al extranjero, papel del conocimiento, de la ciencia y la
tecnología en el desarrollo, agotamiento de modelos profesionales y
surgimiento de nuevos campos y otros no menos importantes.

* Vale la pena reflexionar que si bien es conveniente


consolidar en un marco legal las reformas que requiere la educación
nacional, más lo es que los cambios propuestos sean producto de
un amplio consenso y un bien social querido por todos. De esta
forma movilizar a los hondureños en la consecución de los
objetivos y resultados de la reforma.

* Los compromisos e institucionalidad de la integración


centroamericana ofrecen un marco favorable para la acción
conjunta de la región en el sector educativo. De hecho, desde hace
algún tiempo vienen celebrando reuniones de coordinación los
ministros del ramo de la región. Nada se opone a la creación de un
cuerpo que agrupe a los actores de la reforma educativa de cada
uno de los países con el propósito de lograr una plataforma
educativa regional común. Ello, además de contribuir a la unidad
centroamericana, facilitaría enormemente la libre movilidad de
personas en el área, la equivalencia de los estudios, el traslado de
los estudiantes y la especialización por campos educativos en las
distintas partes del territorio regional.
* Siempre que se habla de educación en estos párrafos debe
entenderse una educación con valores. Una educación para ser
más que para tener. Una educación para transformar la vida y no
para mantenerla en las prácticas hasta ahora aceptadas.

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