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Beatriz Sarlo Sabajanes.

Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y


1930. Buenos Aires: Nueva Visión, 1988.

By Jorge Ruffinelli

Este es el libro más reciente de Beatriz Sarlo, y, tanto o más que los
anteriores, es un libro casi deslumbrante. Si digo 'casi' es por algún
interrogante que deja sin despejar, y al que me referiré después, pero el
término 'deslumbrante'--incluso con su modificador--habla a las claras de
una obra renovadora, cautivante e imprescindible. Desde el comienzo, en su
"Introducción", la escritora plantea las reglas del juego: aunque diferente,
su libro está fuertemente inspirado por Fin-de-siècle Vienna de Carl
Schorske y All That Is Solid Melts into Air de Marshall Berman. A punto de
abandonar la crítica literaria como disciplina intelectual, decepcionada o
impaciente por la poqedad de recursos, vías, soluciones que esta práctica
ha desarrollado entre nosotros, Sarlo descubrió en las dos obras referidas
un impulso que la llevó a recoger el desafío de la revisión histórico-literaria
de Buenos Aires en la segunda y tercera décadas del siglo, y emprendió
esa relectura con libertad metodológica, con brío intelectual, con
originalidad expresiva. Como suele suceder pocas veces en la lectura (con
obras de Barthes o Benjamin, o de Schorske, Berman y Sarlo), es
recompensante y fruitivo observar el movimiento de una inteligencia
mientras abre nuevas puertas de interpretación y hace nuevas "lecturas"
de la realidad, precisamente al enfrentarse a temas tan trillados como la
literatura argentina de la inmigración y de las vanguardias. Lo que sucede
aquí es que si el camino es el mismo, el vehículo resulta distinto y el viaje
acaba totalmente renovado.

Sarlo realiza con su tema lo que ella misma percibió realizándose en las
dos obras citadas: "la reconstrucción de un mundo de experiencias a
través de los textos de la cultura". Ya no se trata de seleccionar los textos
canónicos de la "literatura" y estudiarla como una forma--la única--de la
'alta' cultura como hace tradicional y convencionalmente la crítica
literaria. La lección esta vez entiende a la literatura como un discurso
social más dentro de otros discursos, o bien como un discurso cuya
significación no se agota en el ámbito de la estética. En este sentido, Sarlo
no se sintió obligada a discriminar, como juez absoluto, las obras que
'merecen' estéticamente la atención de su estudio, y su análisis recorre un
corpus de buena y 'mala' literatura, más de la segunda que de la primera,
ya que no se trata de valorar sino de ver cómo funcionan los discursos.
Sarlo apela a un estilo de análisis de discurso que hace uso de prácticas
interdisciplinarias: por eso llama al suyo, un "libro de mezcla". Sólo que la
"mezcla" es también metáfora para referirse a la "cultura [la urbana de
Buenos Aires] también de mezcla". "No sé a qué género del discurso
pertenece este libro--dice Sarlo--: si responde al régimen de la historia
cultural, de la intelectual history, de la historia de los intelectuales o de las
ideas". En realidad, pertenece a todos ellos: es un análisis de discurso 'de
mezcla', multidisciplinario, sin ataduras ni corsés metodológicos. "Me había
propuesto entender de qué modo los intelectuales argentinos, en los años
veinte y treinta de este siglo, vivieron los procesos de transformaciones
urbanas y, en medio de un espacio moderno como el que ya era Buenos
Aires, experimentaron un elenco de sentimientos, ideas, deseos muchas
veces contradictorios" (p. 9). Los ocho capítulos que forman este libro
pueden considerarse ocho accesos a su tema, no una sola argumentación
en varias etapas. En vez de una etapa inicial que se comprueba al final,
como tesis, es un retrato cambiante de Buenos Aires de acuerdo con los
diversos puntos de vista. Así el libro acaba redondeándose y cumpliendo su
promesa. El imaginario colectivo que estudia la autora se forma a través de
numerosos vehículos, actitudes, transformaciones: las revistas, la actitud
pedagógica, la aparición de un discurso femenino, los grupos de estética
de vanguardia, la preocupación política, el erotismo, la revolución, los
discursos marginales. Esta pluralidad de ángulos, de elementos, en vez de
confundir los rasgos de la fisonomía, la enriquecen. Por ejemplo, Sarlo
emplea con agudeza la noción de "saberes", en especial para detectar
cómo algunos saberes marginales (el alquimista de Arlt, el femenino, el
mundo del circo, la propia literatura 'mala') fueron desplazados por los
saberes hegemónicos que exclusivizaron el panorama y se convirtieron en
los 'únicos' legítimos. Una gran virtud del libro es trabajar sobre esa
marginalidad y descubrir su presencia--que estaba soterrada o mal
estudiada--en la cultura argentina.

Para desarrollar cada capitulo, Sarlo elige un puñado de textos (a veces no-
textos, circunstancias biográficas, discursos heterogéneos), y trabaja
sobre ellos a profundidad: así, por ejemplo, para mostrar la nostalgia de la
"edad dorada" en contraste con la tecnología de la modernización, pero
recuperada a través de un simbolismo igualmente moderno (Don Segundo
Sombra), que sería algo así como la transculturación de valores rurales
mediante vehículos expresivos urbanos; el "erotismo" y la represión en la
obra de tres escritoras: Nora Lange, Victoria Ocampo y Alfonsina Storni; la
Vanguardia y la mitología de lo nuevo; la actitud de la literatura ante la
revolución política y social (de Aníbal Ponce a González Tuñón, pasando por
Castelnuovo y las polémicas de la época), y finalmente "La imaginación
histórica" vista a través de textos de Borges, Jauretche, Scalabrini Ortiz,
Martínez Estrada, Mallea.

Cada capitulo--dije antes--es una aproximación, un nuevo modo de releer la


realidad bonaerense de las dos décadas señaladas. Y resulta admirable
observar cómo Sarlo maneja con habilidad los diversos discursos (y
saberes) extrayéndoles no sólo sus significados voluntarios y buscados,
sino en especial los otros, las connotaciones inesperadas que la
perspectiva histórica--precisamente la posibilidad de verlos hoy a la
distancia--le da la oportunidad de revisar de manera novedosa y diferente.
El 'casi' del comienzo no se refiere a una limitación de la autora ni a un
defecto del libro, sino, en todo caso, a una petición de principio en que
muchos estudios actuales incurren: ¿qué significa la modernidad que
tienen como centro? ¿Qué significa esa palabra--y su concepto--tan
omnipresentes pero también tan indefinidos? En este libro, la 'modernidad'
no aparece sólo en el título sino en toda su extensión. Es incluso su clave.
"Saberes que entrecruzan modernidad y arcaísmo", "las promesas de la
modernidad", "la modernidad institucionalizada", "la modernidad
revolucionaria", el jazz, "música de la modernidad por excelencia",
"convulsiones de la modernidad", "el impacto de la modernización", "la
ciudad moderna", Sur como "factoría de la modernidad", etc. Pero la
modernidad no aparece nunca definida, descrita ni caracterizada.

Del mismo modo, en 1982 Angel Rama dedicó su Transculturación narrativa


en América Latina a explicar los procesos de la modernización literaria, y
acuñó esa útil herramienta metodológica tomando prestado el término a la
antropología, pero tampoco se ocupó de definir a la modernidad. No es que
no sepamos qué es la modernidad; el problema está en saberlo, en
reconocerla en análisis tan brillantes como éste de Sarlo (o el de Rama), y
sin embargo no poder asirla. Es la presencia fantasmal y elusiva que
percibimos pero no podemos caracterizar. Que se introduce en el discurso
(y lo "moderniza") y sin embargo equiva y esconde su condición, como toda
ideología.

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