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Estado púnico

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República cartaginesa
Cartago


← Siglo VIII a. C.-146 a. C. →

Territorios de la República Cartaginesa en 270 a. C.

Capital Cartago, 400 000 hab. (146 a. C.)1

Idioma oficial Púnico

Otros idiomas Bereber septentrional

Gobierno Monarquía
República

Jefe de Estado
•2 Sufetes
• Cuerpo legislativo Senado
Consejo de los Cien
Asamblea Cartaginesa

Período histórico Edad Antigua


• Siglo VIII a. C.
• 146 a. C.

El Estado púnico o cartaginés y la civilización púnica o cartaginesa fueron


un Estado y civilización de la Antigüedad clásica que englobaba la ciudad de Cartago y sus
territorios dependientes. Su idioma (idioma púnico), cultura (cultura púnica, literatura
púnica, arte púnico) y religión (religión púnica) provienen de los fenicios.
La ciudad de Cartago fue inicialmente una colonia fenicia (la palabra latina punĭcus ‘púnico’
significaba «fenicio», término que deriva del griego Φοίνικες, phoínikes) que, tras la
decadencia de su metrópoli (Tiro –incorporada al Imperio neobabilónico en el 573 a. C.–),
desarrolló una alianza o liga con otras ciudades púnicas del Mediterráneo
occidental basada en la hegemonía de Cartago, la cual finalmente terminó integrando
estas ciudades a sus dominios. Su forma de Estado evolucionó desde una tiranía con
ciertas características monárquicas, hasta un sistema plenamente republicano.23 La
extensión territorial de sus dominios formaron un verdadero Imperio púnico o cartaginés.
En sus inicios su territorio comprendía únicamente la ciudad y una pequeña área a su
alrededor, lo que obligó a los cartagineses a especializarse en el comercio marítimo para
asegurarse las materias y recursos necesarios para la subsistencia. A partir
del siglo VI a. C., los cartagineses fueron ocupando gradualmente la región que hoy
identificaríamos con Túnez, que constituiría el corazón de la nación. Partiendo de esta
área, que se suele denominar metropolitana, se expandieron para crear entre los siglos V y
III a. C. un gran imperio mercantil. En su expansión absorbieron las factorías y ciudades
fundadas por los fenicios y establecieron otras nuevas
en Hispania, Sicilia, Cerdeña, Ibiza y en el norte de África, consolidando además su poder
sobre las regiones de Numidia y Mauritania.
Su crecimiento territorial y comercial causó por todo el Mediterráneo diversas guerras con
las polis griegas. En esta época Cartago alcanzó su apogeo como la primera potencia
económica y militar del Mediterráneo occidental. A finales del siglo III a. C. entró en
contacto con la otra gran república de su tiempo, Roma, la cual también estaba inmersa en
un gran proyecto de crecimiento territorial. Las aspiraciones opuestas de ambas repúblicas
provocaron el odio y una gran rivalidad entre ambos pueblos. Su enfrentamiento se
materializó en tres conflictos, las Guerras púnicas, que son consideradas como las más
trascendentes de la Antigüedad clásica. Cartago resultó derrotada en cada guerra y los
enfrentamientos no cesaron hasta el desmantelamiento de la República de Cartago y la
destrucción de su capital en el 146 a. C.4

Índice

 1Historia
o 1.1Orígenes
o 1.2Hegemonía entre los púnicos y rivalidad con los helenos
 1.2.1Conflictos de Sicilia
 1.2.2Guerra contra Pirro
o 1.3Cartago enfrentada a Roma
 1.3.1Antecedentes
 1.3.2Primera guerra púnica
 1.3.3Guerra de los Mercenarios
 1.3.4Segunda guerra púnica
 1.3.5Tercera guerra púnica
 2Cartago: la capital
o 2.1Puertos
o 2.2Sociedad
o 2.3Religión
 2.3.1Características
 2.3.2Divinidades principales
 2.3.2.1Baal Hammón
 2.3.2.2Tanit
 2.3.2.3Melkart
o 2.4Comercio y navegación
 2.4.1Cerámica
 2.4.2Exploración
o 2.5Idioma, arte y literatura
 3Organización política
o 3.1Monarquía
o 3.2República
 3.2.1Senado
 3.2.2Los Ciento Cuatro
 3.2.3Asamblea del Pueblo
 3.2.4Evolución socio-política
o 3.3Organización territorial
o 3.4Ejército
o 3.5Flota
 4Véase también
 5Notas
 6Bibliografía
o 6.1Fuentes
o 6.2Obras modernas
 7Enlaces externos

Historia[editar]
Orígenes[editar]

Mapa de Fenicia y ubicación de Tiro.

Hasta la llegada de los fenicios a finales del II milenio a. C., las costas
de Mauritania, Numidia y Libia fueron un territorio apartado de la civilización, escasamente
poblado, sin grandes asentamientos y ajeno a la cultura del bronce. El establecimiento de
factorías y colonias fenicias representó el primer contacto con una cultura superior, siendo
incierto el momento inicial de este proceso.
Los fenicios en sus exploraciones y empresas comerciales, fundaron numerosas factorías
y colonias en el norte de África, en Iberia y en las grandes islas del Mediterráneo
occidental, cubriendo todo el litoral hasta Mogador. Algunas de ellas fueron el origen de
ciudades como Útica, Medjerda, Hippo Regius, (Annaba), Tapso, (Ras Dimas), Lixus,
Caralis, (Cagliari), Gadir, (Cádiz), o Motia.5 Una de estas ciudades fue Cartago, situada
estratégicamente en una península cerca de la actual ciudad de Túnez. A través de la
acción comercial e influencia colonial fenicia, la vida urbana penetró en el litoral mauritano
y númida, además del desarrollo intensivo de la agricultura con la introducción de la vid, el
olivo y posteriormente el uso del hierro.
Existen numerosas fechas expuestas por los historiadores clásicos sobre la fecha
fundacional de Cartago.6789 La leyenda clásica cuenta que fue la princesa Dido quien la
fundó en el año 814 a. C.. Si bien el consenso actual es afirmar que la ciudad fue fundada
entre los años 825 a. C. y 820 a. C.10
En la época de los primeros establecimientos fenicios, África del Norte estaba ocupada por
importantes poblaciones libias, cuya continuidad con los bereberes del Magreb ha sido
defendida por Gabriel Camps. Ha considerado que hubo un hiato cronológico muy
importante y sobre todo oleadas de invasiones sucesivas demasiado numerosas como
para no haber dejado huella en las poblaciones locales de forma perdurable.
Los egipcios designaban a los libios con el nombre de Libudesde el siglo XIIl a. C., como
las poblaciones situadas inmediatamente al oeste de su territorio.11
El origen de las poblaciones libias ha sido relatado por muchas leyendas y tradiciones,
más o menos fantasiosas, algunos le atribuyen un origen medo, incluso persa,
según Procopio de Cesárea.12 Mejor informado, Salustio evoca el origen de los libios en
su Guerra de Yugurta.11 Estrabón describió las diferentes tribus, los diversos nombres no
entrañan necesariamente una distinción étnica y no remiten, por consiguiente, a una
unidad del poblamiento de esta región en le momento de la llegada de los fenicios.13
Hegemonía entre los púnicos y rivalidad con los helenos [editar]
La caída de Tiro en el siglo VII a. C. ante los asirios originó la huida de gran parte de su
población hacia Cartago. Después de este suceso la ciudad gozó de un importante
incremento demográfico, que a partir de entonces iniciaría la fundación de sus propias
colonias como Eibshim en el 653 a. C.

Rutas comerciales fenicias.

Cartago heredó y alentó la rivalidad entre fenicios y griegos, una situación de conflicto
provocada por la competencia comercial y que originó el surgimiento de áreas de
expansión preferentes para unos y otros estados. Los primeros datos concretos acerca del
conflicto entre fenicios y griegos se remontan a la expulsión de los fenicios de todas sus
factorías en Creta y Chipre. Desde allí los helenos pusieron pie en Egipto, creando varias
colonias en la Cirenaica. Los griegos de Cirene se consolidaron en el siglo VII a. C.como
los grandes rivales iniciales por su ubicación en medio de la ruta africana hacia Fenicia.
Las zonas de influencia de Cartago y Cirene fueron establecidas después de sangrientas
guerras en la parte oriental de la Gran Sirte.14
Tiro volvió a ser conquistada en el 573 a. C. por los babilonios.15 Con la progresiva
debilidad de las metrópolis fenicias y la disminución de su influencia, los griegos se vieron
libres de competencia y aprovecharon la situación para seguir colonizando las costas
mediterráneas sin oposición alguna. Paralelamente, las relaciones comerciales entre las
colonias fenicias occidentales se reforzaron, motivadas por la necesidad de seguir
comerciando.16

Colonias griegas. Colonias fenicias.

En esta época los griegos se extendieron rápidamente por el sur de Italia y ocuparon la
mayor parte de la Sicilia oriental. En muchos lugares su colonización absorbió o destruyó
los pequeños establecimientos comerciales fenicios. Hay notables ejemplos de la
expansión griega en el Mediterráneo en estas fechas, como las fundaciones
de Selinunte (628 a. C.), Marsella (604 a. C.) o Agrigento (580 a. C.). Pero todos estos
progresos se detuvieron repentinamente a finales del siglo VI a. C., según Theodor
Mommsen, debido al ascenso del poder de Cartago.17
A principios del siglo VI a. C., Cartago se erigió como potestad defensora militar y
comercial del resto de las colonias fenicias, con la creación de una liga o confederación
marítima que empezó a actuar como un instrumento y base de su poder naval.1819 Durante
los siglos siguientes, el control de las metrópolis fenicias sucesivamente por Babilonia y
el Imperio persa, permitió a Cartago asumir el liderazgo sobre los fenicios occidentales,
constituyendo sus propias redes comerciales con áreas preferentes. La agrupación de los
púnicos entorno al poder de Cartago dio lugar al surgimiento de un imperio comercial en el
norte de África, Tripolitania, Argelia, Marruecos y lugares de anterior implantación fenicia,
como el sur de la península ibérica y Cerdeña. Desde mediados del siglo VI a. C. la
situación entró en una nueva fase, en la que Cartago reforzó sus lazos con el
mundo etrusco y afirmó su control sobre los asentamientos fenicios de Cerdeña y del litoral
occidental de Sicilia. Estos hechos propiciaron el desarrollo demográfico y económico de
los enclaves púnicos que hasta entonces, incluyendo los situados en Sicilia y
que Tucídides describe, no eran más que simples factorías de comercio. Cartago inició un
sistema de conquistas territoriales para frenar la expansión griega, fomentando la
colonización y resistencia fenicias. Los cartagineses iniciaron una política más agresiva
contra los helenos que se concretó con el comienzo de los primeros ataques contra las
colonias griegas occidentales, apoyándose en alianzas con comunidades indígenas.17
Los intentos cartagineses de parar la expansión griega y su determinación para ampliar su
área de influencia provocaron continuos choques militares con los polis griegas. En el
año 579 a. C. los cnidios y los rodios quisieron establecerse en Lilibea en medio de las
colonias fenicias de Sicilia, fueron rechazados por una alianza de nativos y púnicos. En
la batalla de Alalia, uno de los combates navales más antiguos que menciona la historia,
se enfrentaron focenses con etruscos y cartagineses en el 535 a. C., obligando a los
focenses a dejar Córcega y establecerse en la costa de la Lucania.20 Además restringieron
los mares a las ciudades griegas con los tratados entre Etruria y Cartago y en el tratado
descrito por Polibio del año 509 a. C., entre Cartago y la naciente República romana. Con
todo esto, Cartago afirmó definitivamente su control en el Mediterráneo central y sur-
occidental.3
Cartago combinó su política defensiva con la búsqueda de nuevos recursos naturales,
iniciando la explotación de los recursos pesqueros de los litorales, fabricando salazones y
explotando salinas para exportar el garum. Se crearon numerosas factorías y colonias,
exportando marfil, oro, estaño, púrpura y esclavos, e introduciendo entre los indígenas sus
mercancías: vidrios, cerámicas, objetos de bronce o hierro, y tejidos de púrpura.
Continuaron la labor civilizadora de los fenicios, con la difusión de la cultura púnica, como
el alfabeto, la lengua y la religión. Durante el periodo de la influencia púnica en el norte de
África, su población experimentó un proceso modernizador, extendiéndose los cultivos de
la vid, el olivo, el trigo o la higuera, y la introducción de nuevas técnicas, como el arado de
reja triangular forjado en hierro. Todo ello propició un aumento del desarrollo económico,
demográfico y cultural. Indirectamente, los éxitos de Cartago y su poder favorecieron la
aparición de hegemonías entre las ciudades griegas como forma de organizar la defensa
común y la consolidación de algunos gobernantes autoritarios ante la amenaza
cartaginesa.
Conflictos de Sicilia[editar]
Artículo principal: Guerras sicilianas
Territorios sicilianos de Cartago antes de las guerras sicilianas. Territorios conquistados en la primera
guerra siciliana. Máxima extensión cartaginesa en Silicia antes de la primera guerra púnica..

El éxito cartaginés a la hora de garantizar la supervivencia de los enclaves púnicos,


restringiendo el mediterráneo occidental al otro gran pueblo mercantil y colonizador del
Mediterráneo los griegos, llevó la situación a un conflicto latente en Sicilia que tuvo su cenit
entre los siglos V y siglo VI a. C..
A principios del siglo V a. C., Cartago, bajo el gobierno de su primer gran jefe
militar Amílcar Magón, quien a su vez fue el fundador de la dinastía de los magónidas,
extendió su influencia sobre la gran isla de Cerdeñay sobre las Islas baleares, fundando
en Menorca una colonia llamada Portus Magonis y que hoy se llama Mahón.21 La primera
gran guerra entre griegos-siciliotas y cartagineses estuvo motivada por las intenciones
expansionistas de Amílcar Magón sobre Sicilia, tuvo lugar en el 480 a. C. coincidiendo
temporalmente con la Segunda Guerra Médica, que enfrentó al Imperio
persa con Atenas y Esparta. Cartago armó su mayor fuerza militar hasta entonces bajo el
mando del general Amílcar Magón, con la intención de conquistar Sicilia. Gelón, tirano de
la colonia griega de Siracusa, amenazado por la presión púnica unificó a todos los helenos
de la isla bajo su mandato y derrotó a los cartagineses en la batalla de Hímera.22 Esta
derrota produjo una importante crisis política en Cartago que inició profundas reformas
políticas.
Hacia el año 410 a. C. Cartago se había recuperado gracias a una serie de buenos
gobernantes. Había conquistado gran parte del actual norte de Túnez, fundado nuevas
colonias en el norte de África, promocionó el viaje de Magón a través del desierto del
Sahara y el de Hannón el Navegante por la costa africana. Temporalmente las colonias
ibéricas se independizaron, cortando el principal suministro de plata y cobre.
Aníbal Magón, el nieto de Amílcar Magón, retomó la antigua intención de su abuelo y
comenzó los preparativos para instaurar el dominio púnico en Sicilia. En el 409 a. C. partió
hacia Sicilia con su ejército y una gran flota. Consiguió tomar las ciudades de Selinunte
e Hímera volviendo triunfante a Cartago con el botín de guerra. Pero motivó la ascensión
de Dionisio I como tirano de Siracusa, que durante los años siguientes se dedicaría a
preparar una alianza de las ciudades griegas contra Cartago. En el año 405 a. C. Aníbal
Magón emprendió una segunda expedición tras su anterior y fructífera campaña. Esta vez
se enfrentó a las fuerzas griegas en conjunto lideradas por Dionisio. Durante el sitio
de Agrigento, la peste diezmó a las fuerzas cartaginesas sucumbiendo el mismo Aníbal
Magón. Su sucesor Himilcón Magón, continuó con éxito la campaña rompiendo el sitio de
Agrigento, tomó la ciudad de Gela y derrotó repetidas veces al ejército de Dionisio, pero en
el asedio final de Siracusa las tropas de Himilcón sufrieron de nuevo y con más virulencia
la peste, viéndose forzado a firmar una paz desfavorable antes de regresar a Cartago.
En el año 389 a. C. Dionisio rompió el tratado de paz y reuniendo a los griegos sicilianos
bajo su bandera, atacó a los cartagineses conquistando gran parte de Sicilia incluyendo la
fortaleza de Motia, arrinconando a los cartagineses en unas cuantas plazas al noroeste de
Sicilia. Himilcón lideró otra vez una nueva expedición que recuperó Motia, tomó Mesina, y
finalmente sitió Siracusa. El sitio se mantuvo hasta 397 a. C., pero fue abandonado en
el 396 a. C. cuando los siracusanos incendiaron la armada que sitiaba Siracusa y una
plaga volvió a diezmar las fuerzas cartaginesas.23 Su derrota significó el final del poder
político de la familia de los Magónidas. El propio Himilcón se quitó la vida en Cartago
después de hacer penitencia pública y proclamar sus faltas.3 Las derrotas sufridas en
Sicilia provocaron gran malestar entre la aristocracia púnica, que buscó una
reestructuración política de Cartago.
Durante los siguientes sesenta años, tropas cartaginesas y griegas se vieron envueltas en
sucesivas batallas sin cambios notables. La frontera terminó fijándose en el río Halicos. En
el año 315 a. C. Agatocles, un nuevo y ambicioso tirano de Siracusa, inició una política
expansiva apropiándose de la ciudad de Mesina y en el año 311 a. C. invadió varias
ciudades cartaginesas de Sicilia, sitiando Agrigento. Amílcar Magón, nieto de Hannón el
Navegante, lideró la respuesta cartaginesa con enorme éxito. En 310 a. C. llegó a controlar
casi por completo Sicilia y consiguió sitiar Siracusa. Desesperado, Agatocles organizó una
expedición de 14 000 hombres atacando por sorpresa directamente Cartago por tierra
firme, esperando salvar así sus posesiones en la isla. Consiguió un éxito relativo. Cartago
se vio forzada a llamar a Amílcar que desplazó gran parte de su ejército desde Sicilia para
hacer frente a la inesperada amenaza. Durante estos hechos Bolmilcar intentó dar un
frustrado golpe de estado y hacerse con el poder de Cartago. El ejército de Agatocles fue
derrotado pero la debilidad y la inestabilidad política de Cartago permitieron que Agatocles,
quien huyó a Sicilia tras su derrota, se las ingeniase para negociar un nuevo acuerdo de
paz.24
Guerra contra Pirro[editar]
Artículo principal: Guerras Pírricas

Los años siguientes estuvieron marcados por la hegemonía del poder cartaginés en Sicilia
y la expansión de Roma, lo que motivó que diversos soberanos helenísticos apoyasen
preservar la influencia y el poder griego. Pirro de Epiro, valiéndose de sus recursos, tropas
y fondos enviados en su apoyo, inició entre los años 280 y 275 a. C. dos grandes
campañas en un esfuerzo por proteger y extender la influencia griega en el oeste del
Mediterráneo, una contra el poder emergente de la República romana que amenazaba
las colonias griegas del sur de Italia, la otra contra Cartago, en un renovado intento por
mantener la influencia griega en Sicilia.
La concentración bajo un mismo mando de las ciudades griegas de Italia y de Sicilia tuvo
como consecuencia inmediata la coalición de Cartago y Roma.25 Pirro consiguió
desembarcar sin obstáculos en Sicilia levantando inmediatamente el sitio de Siracusa,
reunió en poco tiempo todas las ciudades griegas de la isla, liderando la confederación
siciliana arrebató a los cartagineses casi todas sus posesiones. Cartago apenas pudo
mantener la fortaleza de Lilibea gracias a su escuadra.26 Tras conquistar Sicilia Pirro inició
la construcción de una poderosa flota en los astilleros de Siracusa, con el fin de servir de
lazo entre todas sus posesiones y garantizar su seguridad. Sin embargo su política interior
minó su poder. Por ello algunas ciudades sicilianas se pusieron nuevamente de acuerdo
con Cartago.27 Cartago volvió a enviar un ejército a Sicilia que hizo rápidos progresos.
Pero salió derrotado cuando se enfrentó con el ejército epirota.
Pirro reanudó las hostilidades en Italia, pero sufrió una derrota naval que precipitó la caída
del Reino Sículo-epirota. Las ciudades sicilianas abandonaron a Pirro y se negaron a
suministrarle hombres y dinero. Finalmente fue derrotado en Benevento y regresó
a Epiro dejando una pequeña guarnición en Tarento. Tras la muerte de Pirro, Tarento se
entregaría a Roma en el año 272 a. C.28
Tras retirarse derrotado de Sicilia: ¡Qué campo de batalla dejó para los romanos y los
cartagineses!29
Para Cartago, esto significó la vuelta al statu quo anterior. Para Roma sin embargo
significó la captura de Tarento y el control de toda Italia. Viéndose reducida la influencia
griega en el Mediterráneo occidental hubo una redistribución del poder quedando patente
la rivalidad existente entre Cartago y Roma.30
Cartago enfrentada a Roma[editar]
Antecedentes[editar]

Imperio cartaginés.

Cartago y Roma tuvieron buenas relaciones desde muy temprano. En el año 509 a. C.,
cuando Roma se hallaba aún bajo el gobierno de los reyes, Cartago firmó un tratado
comercial con la incipiente República. En 348 a. C. el tratado fue renovado y en el
año 270 a. C. Cartago y Roma formaron una alianza contra Pirro. Esta afinidad se debió a
que ambas repúblicas tenían un enemigo común, los griegos.29
Sin embargo, tras la derrota de Pirro, desaparecida la amenaza griega, se esfumó la
amistad entre Cartago y Roma. En los siguientes años las ciudades griegas del sur de
Italia fueron conquistadas por Roma, que se vio rodeada comercialmente por los territorios
púnicos, que además de Sicilia dominaban Cerdeña y Córcega. Cartago por el contrario
siguió teniendo enfrente a su antigua enemiga Siracusa, liderada por Hierón II, un antiguo
y capaz general de Pirro.31
Cuando murió Agatocles tirano de Siracusa, un gran número de sus mercenarios italianos
llamados mamertinos quedaron ociosos. En vez de abandonar Sicilia tomaron la ciudad de
Mesina y la dominaron durante veinte años, dedicándose a la piratería y al bandidaje. Los
mamertinos se convirtieron en una creciente amenaza tanto para los intereses comerciales
de Cartago como para los de Siracusa. En el año 265 a. C. Hierón II de Siracusa les hizo
frente. Al encontrarse en inferioridad los mamertinos pidieron ayuda a los cartagineses,
quienes accedieron ocupando la bahía de la ciudad con una flota, para posteriormente
establecer una guarnición en Mesina. Los cartagineses negociaron con Hierón la retirada
de su ejército. Los mercenarios incómodos por estar bajo la protección de Cartago y por la
tranquilidad otorgada ante la desaparición de la amenaza Siracusana, terminaron
sublevándose y expulsando la guarnición púnica. Posteriormente sufrieron un sitio
conjunto por los ejércitos de Cartago y de Siracusa. Los mamertinos como soldados
italianos, pidieron ayuda a Roma para expulsar a los cartagineses. Roma empleó este
pretexto para intervenir y evitar el dominio púnico del estrecho de Mesina.
Véase también: Mamertinos

Primera guerra púnica[editar]


Artículo principal: Primera guerra púnica

Roma forzó la situación a pesar del intento de Cartago por evitar el conflicto. En una
operación relámpago y burlando a la poderosa flota cartaginesa, los romanos
desembarcan en el 264 a. C. cerca de Mesina al mando del cónsul Apio Claudio Cáudex,
obligando a los cartagineses a retirarse de Mesina.32
Al conocer su intención, Hierón establece una alianza militar con Cartago. Ambos ejércitos
ponen sitio a Mesina, pero los romanos rompen el asedio. Al año siguiente la propia ciudad
de Siracusa queda sitiada por los ejércitos romanos.33 Hierón, ante la presión romana
cambió de bando, estableciéndose un tratado por 15 años y reconociéndose tributario de
Roma. Los romanos con la ayuda de Siracusa un año después tomaron Agrigento y
pactaron al mismo tiempo una alianza con la ciudad de Segesta, lindante con el área
cartaginesa de Sicilia occidental. Cartago decidió atacar a Roma en suelo itálico y envió
una escuadra a Cerdeña para hostigar a los romanos, apoyándose en su superioridad
naval. Roma sin tradición naval para contrarrestar a los cartagineses, armó rápidamente
una importante flota en los astilleros de las ciudades griegas de Italia meridional. Los
romanos vencieron en la batalla de Milas, año 260 a. C., y en la batalla del Cabo
Ecnomo, 256 a. C.[cita requerida] Esta última fue la mayor batalla naval de la Antigüedad,
enfrentándose las escuadras más poderosas que hasta entonces se habían conocido, en
total más de 600 naves.343536 Los éxitos en el mar permitieron la intervención romana
en Córcega, con la toma de Aléria, y con un desembarco en las costas africanas, dirigido
por el cónsul Marco Atilio Régulo. Pero el ejército desembarcado pasó el invierno en las
proximidades de Cartago sin conseguir resultados positivos y finalmente fue derrotado en
la batalla de los Llanos del Bagradas.33
La guerra en el mar tomó un cariz desfavorable para los romanos, cuando una gran flota
de naves enviada por el Senado romano en auxilio de los supervivientes de la batalla del
Bagradas, sufrió en su vuelta una fuerte tormenta, que hundió gran parte de la flota
sobreviviendo solo 80 naves de un total de 364. También con la derrota en la batalla de
Drépano en el año 249 a. C., con lo que se estableció un cierto equilibrio momentáneo. En
Sicilia, en el frente terrestre, Roma tomó Palermo en el 251 a. C. y el frente se estabilizó
en torno al monte Erix y a Lilibeo, donde Amílcar Barca detuvo los intentos de avance
romano. Roma revalidó su alianza con Siracusa en el 248 a. C., firmando un nuevo tratado
de amistad y alianza con Hierón II, por el cual Siracusa dejaba de ser tributaria de Roma e
Hierón se declaró amigo eterno de los romanos, consolidando así la alianza de Roma y las
ciudades griegas. El Senado romano, reacio durante años a nuevas aventuras en el mar
por los fracasos navales, volvió a ordenar crear una nueva fuerza naval. Ésta, dirigida
por Cayo Lutacio Cátulo, consiguió en la batalla de las Islas Egadas una victoria decisiva.37
Cartago pidió la paz, a consecuencia de la cual tuvo que abandonar sus posesiones en
Sicilia, comprometiéndose a respetar a Hierón de Siracusa y a una indemnización de
guerra de 3200 talentos.38
Guerra de los Mercenarios[editar]
Artículo principal: Guerra de los Mercenarios

La derrota cartaginesa se agravó con la sublevación de sus propios mercenarios.39 Al


negarse inicialmente el senado cartaginés a pagar su sueldo, los mercenarios se alzaron
en armas, apoyados por la mayoría de ciudades africanas, que veían en esta revuelta la
oportunidad de sacudirse el yugo púnico.
La revuelta tuvo lugar en la ciudad de Sicca Veneria en el 241 a. C. Roma se mantuvo
neutral, aunque apoyó comercialmente a la metrópoli. Sin embargo, aprovechó la situación
para enviar un cuerpo expedicionario a Sardinia en el 238 a. C. Cartago protestó
airadamente y preparó una expedición, a lo que Roma respondió declarándole de nuevo la
guerra. Cartago no estaba en condiciones de vencer una guerra en dos frentes y renunció
a las islas. Concedió una revisión del tratado de paz, aumentando la indemnización de
guerra en 1200 talentos suplementarios. No llegó a existir un enfrentamiento armado entre
ambas potencias.40 La victoria final del ejército de Cartago, dirigido por Amílcar Barca, no
mejoró la situación. Las pérdidas humanas y económicas obligaron a Cartago a dirigir sus
miras hacia nuevos territorios que colonizar, con lo que dio comienzo la conquista de
la península ibérica.41
Segunda guerra púnica[editar]
Artículos principales: Cartago en España y Segunda guerra púnica.

Cartago, para recuperarse de sus pérdidas territoriales inició una política de expansión en
la península ibérica, apoderándose de las minas de plata de Cartagena y Andalucía, las
más ricas del Mediterráneo en la Antigüedad. La empresa fue iniciada en el 237 a. C. por
Amílcar Barca, que dominó casi toda Andalucía, y la continuó su yerno Asdrúbal, fundador
de la ciudad Cartago Nova, actual Cartagena.

Zonas de influencia de Cartago y Roma antes de la segunda guerra púnica.

Roma observó con recelo la expansión púnica en Hispania, zona de importancia para ésta
al considerarse protectora de las ciudades griegas de Masilia y Emporion, cuya área de
penetración comercial alcanzaba la costa Este de Iberia. En el 226 a. C. se estableció un
nuevo tratado según el cual el límite de las respectivas zonas de influencia se fijaba en el
río Iberus, que tradicionalmente ha sido identificado con el Ebro. Aníbalasedió la ciudad
aliada de Sagunto en la primavera del 219 a. C. tras una dura resistencia, tomó la ciudad a
los pocos meses. Un año después, en la primavera del 218 a. C., Roma declaró la
guerra.42
Los cartagineses tomaron la iniciativa, inesperada y ambiciosamente. Aníbal trató de
aplastar a los romanos llevando la guerra a su propio país, para lo cual el ejército
cartaginés tuvo que realizar una expedición sumamente comprometida: partiendo de sus
bases hispanas, atravesaron los Pirineos y después los Alpescon varios miles de hombres,
caballos y algunos elefantes.43 Consiguió derrotar a los romanos en el río Tesino, el
lago Trasimeno 217 a. C. y en la decisiva batalla de Cannas, donde quebrantó el poder
militar romano dejando Italia indefensa, quedando libre el camino hacia Roma.44 Aníbal,
posiblemente por insuficiencia de medios, no se atrevió al ataque directo a la capital,
desviándose hacia el sur de Italia, con la esperanza de conseguir la sublevación contra
Roma de los pueblos itálicos meridionales y las ciudades griegas.45 A pesar de la gran
victoria de Cannas 216 a. C., Aníbal quedó finalmente inmovilizado. Entretanto, los
romanos habían planeado una hábil contraofensiva. En el 218 a. C. un ejército
desembarcó en la colonia griega de Emporion, en la costa catalana. Dos columnas,
mandadas por Cneo y Publio Cornelio Escipión, después de establecer una sólida base de
puente, consiguieron el dominio de la costa, donde establecieron la base de Tarraco. Con
esto, el Nordeste de la península Ibérica cortaba el enlace del ejército de Aníbal en Italia
con las bases hispánicas. Los dos Escipiones fueron derrotados y muertos en su intento
de penetración hacia Andalucía, pero en el 210 a. C. el hijo de Publio, Escipión el Africano,
obtuvo nuevas victorias para Roma, con la toma de Cartago Nova en 209 a. C., golpe
decisivo al control cartaginés en Hispania. Al año siguiente, Cádiz cambiaría de bando,
uniéndose a Roma, quedando así todo el litoral mediterráneo peninsular en poder de los
romanos.
Hallándose Aníbal en Italia sin posibilidades ofensivas y terminada la guerra en Hispania,
Roma proyectó el asalto directo a Cartago. En el año 204 a. C. Escipión el Africano
desembarcó en las proximidades de Útica, donde consiguió consolidarse con sus dos
legiones y realizar una política de atracción de los indígenas númidas. Ante el grave
peligro, los cartagineses llamaron a Aníbal, que pasó de Italia a Cartago en
el 203 a. C. Los romanos y cartagineses se enfrentaron en la decisiva batalla de Zama en
el 202 a. C., con la total victoria romana.46 Cartago pidió la paz, cuyas condiciones fueron
muy duras: entrega de la marina de guerra, de los elefantes utilizados en el ejército, de los
mercenarios itálicos, reducción del territorio cartaginés metropolitano y reconocimiento de
la independencia del reino de Numidia, con el cual se comprometía a no entrar en guerra,
renuncia a todas las posesiones hispánicas y una indemnización de guerra de 10 000
talentos, a pagar en 50 años. Ello representaba el fin de Cartago como gran potencia, y la
hegemonía de Roma sobre el Mediterráneo occidental.47
Tercera guerra púnica[editar]
Artículo principal: Tercera guerra púnica

Cartago cumplió el tratado y procuró rehacer su economía apoyándose en el comercio por


mar y en una importante expansión de la agricultura, lo que despertó recelos en Roma.48
En especial, el grupo aristocrático conservador consideró necesario aniquilar a Cartago.
Su portavoz fue Marco Porcio Catón, llamado «el Censor», cuyas arengas
«anticartaginesas» son famosas, soliendo terminar todos sus discursos concienzudamente
con la célebre frase:

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam Y además opino que Cartago debe ser destruida.49

Marco Porcio Catón

La ocasión la proporcionaron los ataques del rey númida Masinisa, que hostigaba a los
cartagineses sin que éstos pudieran responder, según las cláusulas del tratado citado.50
Cuando intentaron defenderse con las armas, Roma les declaró una guerra que no podían
ganar. El final de la tercera guerra púnica supuso el fin del poderío cartaginés. La ciudad
fue arrasada y su población exterminada, los pocos supervivientes fueron vendidos
como esclavos. Las demás ciudades del norte de África que apoyaron a Cartago corrieron
la misma suerte. En total, los romanos destruyeron cinco ciudades africanas de cultura
púnica aliadas de Cartago.51 Las que se rindieron desde el comienzo de la guerra fueron
declaradas libres y conservaron sus territorios. Las antiguas posesiones de Cartago
constituyeron la nueva provincia romana de África, con capital en Útica, entregando
algunos territorios a Masinisa por su ayuda a Roma durante la guerra.
Éste fue el final de Cartago, trágicamente destruida en el 146 a. C., al final de la tercera
guerra púnica.5253 La destrucción de la ciudad representó el fin del Estado cartaginés.50 Su
cultura permaneció en numerosas ciudades coloniales bajo el poder romano,
conservándose parte de la herencia cartaginesa, en especial en los primeros siglos. El
fenómeno es visible tanto en las islas Cerdeña e Ibiza como en la península ibérica y sobre
todo en las costas de Argelia y Marruecos. Incluso la lengua fenicia perduró en la llamada
zona metropolitana cartaginesa durante todo el Imperio romano.

Cartago: la capital[editar]
Artículo principal: Cartago

Cartago estaba situada en una península comprendida entre el golfo y el lago de Túnez.54
55 La ciudad estaba protegida por una triple muralla, la mayor de todas contaba con 25 m

de altura y unos 10 m de anchura, situada en el istmo, a unos 4 km del mar. La propia


muralla tenía cuarteles con capacidad para albergar a 20 000 infantes.55
La zona alta se desplegaba partiendo de la colina de Byrsa, donde se hallaba la
inexpugnable fortaleza del mismo nombre y el templo de Eshmún. En las laderas de la
colina se encontraban las grandes residencias de la aristocracia cartaginesa. Se
descubrieron restos de casas recubiertas por las cenizas del incendio de su destrucción,
en el año 146 a. C. poseían características muy similares a las helenísticas, siendo un
recinto con calles concéntricas. En el barrio Magón se observa una operación a gran
escala de una remodelación urbanística del siglo III a. C., con el aprovechamiento del
espacio que ocupaba la antigua puerta de la muralla, del siglo V, para construir viviendas
de lujo. El barrio de Salambó era el centro político y económico de la ciudad, estaba unido
al puerto comercial por tres avenidas descendentes, y en él se hallaba el foro principal y
el ágora, donde se establecía un intenso comercio. Probablemente, el Senado de
Cartago se reunía para tomar decisiones en algún edificio de este barrio. Cerca del foro se
alzaba el templo de Tofet, donde se han descubierto miles de estelas y de urnas que
contenían esqueletos de niños calcinados, así como una capilla del siglo VIII a. C. Otros
templos importantes eran aquellos dedicados a Melqart, a Shadrapa, Sakon o Sid. Era la
parte de la ciudad más próxima al mar, donde se encontraban el puerto comercial y el
militar. Estaba dotada con almacenes suficientes para albergar las mercancías
comerciales y por casas de la clase baja. Dentro del área defendida por las murallas, al
noroeste de la ciudad, se hallaba el amplio suburbio de Megara, ocupado por casas
rurales, campos de cultivo y jardines.56
Puertos[editar]
Artículo principal: Puertos púnicos de Cartago

Laguna del puerto militar de Cartago, con el Islote donde se ubicaba el almirantazgo (1958).

La ciudad de Cartago poseía dos grandes puertos considerados maravillas para su época,
el comercial y el militar, que le permitieron dominar militar y comercialmente
el Mediterráneo occidental. El acceso a los puertos desde el mar venía facilitado por una
entrada de unos 21 metros de ancho, que en caso de necesidad era cerrada con una
cadena de hierro. Los dos puertos estaban unidos por un estrecho canal navegable.
Fueron construidos artificialmente, en lo que fue una gran obra de ingeniería.
El puerto civil era de forma rectangular. Allí fondeaban las naves comerciales, que en su
mayoría importaban garum, trigo, púrpura, marfil, oro, estaño y esclavos de las factorías,
de las colonias y de las explotaciones agrícolas creadas en numerosos enclaves costeros
a lo largo del Mediterráneo. Las exportaciones a otras ciudades, colonias o pueblos
costeros nativos de las costas del Mediterráneo occidental fueron mercancías
manufacturadas, vidrios, cerámicas, objetos de bronce o hierro, y tejidos de púrpura.
El puerto militar era de forma redonda y albergaba en su interior una isla artificial también
circular. La isla era la sede del almirantazgo, y su acceso era restringido. El puerto militar
según las fuentes clásicas podía albergar 220 barcos de guerra, y sobre los hangares se
levantaron almacenes para los aparejos.57 Delante de cada rada se elevaban
dos columnas jónicas, que dotaban a la circunferencia del puerto y de la isla el aspecto
de pórtico. Los restos arqueológicos descubiertos han permitido extrapolar la capacidad de
acogida del sitio: 30 diques en la isla del almirantazgo y de 135 a 140 diques en todo
el perímetro. En total, de 160 a 170 diques, podían albergar tantos barcos de guerra como
han sido identificados.5859
Por debajo de los diques de la dársena se situaban los espacios de almacenaje. Se ha
supuesto que en cada dique podían tener cabida dos filas de barcos. En medio del islote
circular, se situaba un espacio a cielo abierto, a cuyo lado se levantaba una torre. Los
diques podían tener sobre todo la función de astillero naval.60
Sociedad[editar]
La población era mayoritariamente urbana y multiétnica, con fenicios procedentes de todas
las colonias del Mediterráneo, así como sirios, egipcios, griegos de diversa procedencia, e
itálicos, junto con un importante grupo africano. Los matrimonios mixtos eran habituales.61
Habituaban a llevar largas barbas sin bigote, los libio-fenicios con mezcla con población
indígena tendrían la piel oscura. Entre las vestimentas de los cartagineses se encontraba
el turbante, solían utilizar un largo camisón que llegaba hasta los pies y utilizaban por
calzado las sandalias. Los más ricos llevaban trajes elegantes con numerosos adornos.
Las mujeres eran confinadas habitualmente en sus hogares y utilizaban velos.62
La sociedad se dividía en quienes eran ciudadanos y los que no lo eran. Entre los
ciudadanos había dos clases sociales. Los drrun (“los grandes”), es decir, la aristocracia,
ricos propietarios de tierra y grandes comerciantes con numerosos esclavos. Esta élite
fijaba las políticas y las leyes de cada colonia. El otro grupo eran los srnum, a los que los
autores latinos denominaron plebeyos, grupo formado por artesanos entre los que
destacaban los dedicados a industrias textiles, a la metalurgia, y a los oficios del vidrio, de
la madera y a los relacionadas con la construcción naval. 63 No se conoce si esta distinción
estaba plasmada en las leyes. Las inscripciones cartaginesas dejan constancia de que los
altos cargos, como sacerdote, magistrado o general, eran muy habitualmente trasmitidos
de padres a hijos de manera hereditaria, habiendo ejemplos de familias cuyos miembros
desempeñan durante generaciones el cargo de sufete, diversas magistraturas o
sacerdocios.64
La mayoría de los habitantes eran pequeños campesinos, artesanos y mercaderes con
escasas propiedades. A partir del siglo III a. C., se desarrolla una potente clase media que
toma importancia en política, con la estandarización de las urnas. Esto se refleja en las
inscripciones que dejan de incluir el predominio de largas genealogías en los cargos
públicos. Incluso la clase media irrumpe con ofrendas en el Tofet, hasta entonces
reservado exclusivamente a la aristocracia.65
Los no-ciudadanos eran mayoritariamente indígenas libios sometidos y asimilados en
cultura, denominados libio-fenicios. Estos vivían en las grandes extensiones dominadas
por Cartago a lo largo de África y fueron utilizados como obreros agrícolas en las
propiedades rurales de la aristocracia, dedicados sobre todo a cosechar cereales. La
población libio-fenicia se sublevó en dos ocasiones contra los cartagineses, la primera en
el 396 a. C. y la segunda en el 379 a. C.. También fueron enrolados en el ejército y
empleados en la colonización de otros territorios.
Religión[editar]
Artículo principal: Religión en Cartago

Características[editar]
Los cartagineses como herederos de las tradiciones de los semitas occidentales, entre los
que se encontraban los fenicios, creían en la existencia del alma y del espíritu.66 El espíritu
se solía interpretar como una sombra, portador del aliento de vida de procedencia divina.
La religión para los cartagineses formaba parte de su vida cotidiana y de su cultura, solían
mostrarse profundamente piadosos y notablemente conservadores en sus creencias y en
sus prácticas. Todo su panteón de dioses procedía de su herencia fenicia con ciertas
influencias helénicas y egipcias.67
Inicialmente los cartagineses preservaron de Tiro sus creencias religiosas y durante su
edad inicial no se establecieron diferencias con respecto a la ciudad fundadora, si bien no
existe abundante documentación hasta el siglo V a. C. En esta primera etapa la deidad
más importante debió ser Melqart, señor de Tiro, a cuyo templo se enviaba desde Cartago
anualmente una ofrenda de la ciudad. Pero esta tradición se abandonó durante el siglo
VII a. C., y a partir del siglo siguiente comenzaron a observarse peculiaridades específicas
de Cartago. La principal es que los dioses más venerados pasan a ser Baal y Tanit.68
Otra característica de la religión cartaginesa es haber conservado la práctica de los
sacrificios humanos,69 desaparecida en Fenicia. El sacrificio consistía en ofrecer la vida del
primogénito al dios Baal Hammón en el rito del Molk. La práctica persistió hasta los días
mismos de la caída de Cartago. Según Diodoro, la estatua del Molk era de bronce. Sus
brazos abiertos llegaban hasta el suelo y los niños que en ellos se depositaban caían en
un horno ardiendo. Este rito se practicaba dentro del Tofet, recinto en el cual
posteriormente se depositaban los huesos calcinados de los sacrificados.70 Esta práctica
es mencionada por Plutarco, así como Tertuliano y Diodoro Sículo. No así por otros
historiadores como Tito Livio o Polibio. Las excavaciones arqueológicas modernas parecen
haber confirmado la versión de Plutarco, estimándose en 20 000 las urnas depositadas
entre el 400 a. C. y el 200 a. C. en el cementerio de niños en el Tofet. Las urnas contenían
huesos de recién nacidos y, en algunos casos, de fetos y niños de dos años, indicando
que si el niño nacía ya muerto, el hijo más joven debía ser sacrificado por los padres. Otras
teorías defienden que, simplemente, se trata de los restos calcinados de hijos que
fallecieron de muerte natural. A la vista de otras evidencias halladas en Canaán, esta
teoría parece menos probable.71
Parece que el lugar elegido para el Tofet fue el mismo donde se inmoló la reina fundadora
de la ciudad, Dido o Elisa. Es, quizá, por esa inmolación que apareció la tradición del
Tofet. Tiene cierta similitud el caso de la mujer de Asdrúbal, el general derrotado en la
última guerra púnica, que se lanzó a las llamas con sus hijos desde lo alto del templo
de Eshmún, último bastión de la resistencia cartaginesa, cuando los soldados romanos ya
habían entrado en la ciudad.72
El orientalista alemán Gesenius describió detalladamente al pueblo púnico, definiéndolo
como un pueblo profundamente religioso. La religión presidía todos sus actos, al nacer un
niño se le colocaba bajo la protección de una divinidad, imponiéndole su nombre. Nunca
iniciaban una empresa sin pedir antes la protección de los dioses. Todo acontecimiento
positivo o negativo debía tener su sacrificio de gratitud o expiatorio. En sus navegaciones o
en la guerra llevaban consigo sus dioses penates. En los campamentos militares siempre
se colocaba en el centro el santuario, al igual que los hebreos, a quienes vemos siempre
acompañados del Tabernáculo al marchar contra el enemigo. En cada nueva colonia
fundada, el primer edificio público que se levantaba era el templo.3
Los cartagineses creían en el poder y existencia de los espíritus, otorgándoles la
capacidad de albergar intenciones y de ocasionar un mal o daño físico. Se protegían
mediante la utilización de talismanes o amuletos con formas humanas, los que han sido
encontrados muy frecuentemente en las excavaciones de la necrópolis púnicas. Su
procedencia solía ser egipcia como el ojo oudja, el uraeus, la representación del
dios Ptah y las de Bes y Anubis. Lo que es una evidente muestra de la influencia egipcia
en Cartago.73
Tenían también su culto de los muertos y respetaban los túmulos. Jamás hicieron la guerra
por proselitismo, ni tuvieron vocación de expandir su culto a los indígenas que sometían.
Las funciones sacerdotales no eran hereditarias entre los cartagineses; las desempeñaban
por lo general los nobles, y eran signos de distinción que solían ir unidos a otros cargos
importantes.

Representación de Melkart, conocida como el Efebo de Motia.

El dios Baal Hammónrepresentado como un hombre anciano en un trono entre dos esfinges.

Altar a Tanit, diosa de la fecundidad.


Divinidades principales[editar]
Baal Hammón[editar]
Artículo principal: Baal Hammón

Baal Hammon era el principal dios fenicio adorado en la colonia de Cartago, generalmente
identificado por los griegos como Crono y por los romanos como Saturno.Baal significa
"señor", sin embargo, el significado de hammon es incierto, siendo posible su origen
en Amón "El oculto", símbolo del poder creador y "Padre de todos los vientos" en
la mitología egipcia.Baal Hammón se supone representado en algunas esculturas o
relieves en forma de un personaje masculino de cierta edad, sentado en un trono entre
dos esfinges. Los romanos convirtieron a Baal Hammón en Saturno.
Tanit[editar]
Artículo principal: Tanit

Tanit fue la diosa más importante de la mitología cartaginesa, la consorte de Baal y


patrona de Cartago. Era equivalente a la diosa fenicia Astarté, diosa de la fecundidad,
cuyo culto incluía la prostitución llamada hierogamia, que consistía en prostituirse en un
templo simulando la unión con la deidad con fines religiosos destinados a la fertilidad.
Durante la romanización fue asimilada a Juno y no a Venus, como hubiera correspondido
de ser equivalente de Astarté.74
Melkart[editar]
Artículo principal: Melkart

Melkart fue una divinidad fenicia de la ciudad de Tiro, a la que estuvo consagrado
primitivamente el templo de Heracles en la antigua ciudad de Cádiz. Su culto centrado en
el fuego sagrado de las ciudades, se extendió por todas las colonias de Tiro incluyendo
Cartago.
Era la forma fenicia del dios Baal. Originariamente era un dios agrícola, del campo, la
vegetación, la fecundidad y la primavera, por lo que su ritual comprendía una serie de ritos
de muerte y resurrección cíclicos anuales, coincidentes con las estaciones del año; no
obstante, también era una deidad marina, pues era una divinidad de carácter sincrético.
Pasó luego a ser considerado «rey de la ciudad», que es el significado etimológico de su
nombre (melk, rey), y como patrono de la ciudad de Tiro, se transformó también en dios de
la colonización y de la protección de la navegación.
Comercio y navegación[editar]
Cartago fue una ciudad que inicialmente y durante varios siglos dependió y vivió casi
exclusivamente de los recursos y el comercio marítimo.75 Esta proyección marítima se
debió tanto a la herencia fenicia como a su inicial falta de territorios, los cuales no podían
ofrecer los recursos necesarios para la supervivencia de la ciudad. Esto motivó un rápido
crecimiento comercial y humano. Todo ello empujó a Cartago a la necesidad de controlar
el mar y las rutas comerciales, lo que fue el embrión del poder marítimo cartaginés.76

Reproducción de un trirreme.

Cartago fue durante mucho tiempo la mayor potencia marítima del mediterráneo
occidental, este poder se cimentó en una red de alianzas de carácter bilateral, como los
pactos que según Aristóteles, mantenía con las ciudades etruscas así como los tratados
concluidos con Roma. Los cartagineses organizaron una liga o confederación marítima
que empezó a actuar como un instrumento y base de su poder naval, antes incluso que la
propia Atenas.77 Para controlar el mar y salvaguardar su liderazgo de la confederación
marítima, Cartago se dotó de los instrumentos necesarios, buenos puertos, una flota fuerte
y numerosa tripulación de expertos marinos.
Los cartagineses heredaron una intensa actividad comercial marítima de los fenicios,
aprovechando las ciudades ya existentes. Extendieron y consolidaron esta amplia red de
colonias comerciales en las costas del Mediterráneo occidental.78 Además, la aristocracia
púnica encabezó la fundación de nuevas colonias y factorías en enclaves costeros a lo
largo del Mediterráneo. También se inició el establecimiento de explotaciones agrícolas en
el interior que terminaron por desarrollar un importante sector agrario. La agricultura se
centró en los cereales, el vino y el aceite; su alta producción fue un modelo de explotación
racional en la antigüedad. Los cartagineses elaboraron tratados de agricultura muy
apreciados, hasta el punto de que alguno de ellos fue traducido al latín por orden
del Senado Romano. Los cartagineses comerciaban con numerosos artículos, buscando
artículos primarios en Iberia y el norte de África, como piedras preciosas, sal, marfil, de
fácil obtención pues en el norte de África vivían elefantes, oro, estaño, plomo y esclavos.79
A cambio, ofrecían artículos elaborados en sus factorías o en la propia Cartago, como
el garum una salsa de pescado en salazón, vajillas, alfarería, vestidos, tejidos
de púrpura, vidrios y objetos de pasta vítrea que jugó un importante papel en la confección
de collares y pequeñas vasijas destinadas a contener perfumes, objetos
de bronce o hierro, yugos o arneses para animales, joyas de oro y plata, o productos
cultivados en su área metropolitana como el trigo, el vino, higos, aceite o dátiles.80

Restos arqueológicos de una factoría en Baelo Claudia para la elaboración de garum, una salsa de
pescado con la que comerciaban.

El Estado era responsable de velar por la política marítima, garantizando la seguridad en


los trayectos, puertos y fijando las paridades de los recursos más urgentes para la
economía pública, al tiempo que encargaba las pertinentes adquisiciones a las compañías
de comerciantes y mercaderes. Todo ello lo desarrollaba mediante políticas públicas, como
la creación de puertos, astilleros y almacenes, junto con la protección del comercio por la
armada y la firma de tratados con otras naciones. Los comerciantes por su parte fletaban
los barcos, financiaban las compras, se hacían cargo de los costes de los transportes y del
almacenamiento. Esta simbiosis hizo posible el surgimiento y el progreso de la iniciativa
privada que doto a Cartago de una riqueza superior a la de cualquier otra ciudad de su
época, que de otra manera es dudoso que hubiera podido llegar a existir a tan algo nivel.81
El imperio comercial cartaginés tuvo, en sus inicios, fuerte dependencia de sus relaciones
con Tartessos, así como de otras ciudades de la Península Ibérica. Contaba allí con varias
colonias, como Gadir, más antigua que la propia ciudad de Tartessos. De allí se obtenían
grandes cantidades de plata y estaño, necesario para la fabricación del bronce tan usado
en aquella época.3
Inicialmente el comercio se basaba en el trueque, hasta la aparición de la moneda en el
siglo IV a. C. El trueque se siguió utilizando para comerciar con los indígenas. Llamado
por Heródoto el trueque silencioso, así se describe en Relatos libios:
Los cartagineses desembarcan en la playa sus mercancías para exponerlas. Regresan a los barcos
y hacen humo para avisar a los indígenas. Estos, al ver el humo, se acercan al mar y colocan al lado
de las mercancías el oro que ofrecen para el cambio, para luego retirarse. Los cartagineses vuelven
a bajar a tierra y miran lo que han dejado. Si les convence, cogen el oro y se van. Si no, vuelven a
subir al barco a la espera de que los nativos mejoren su oferta.

Las navegaciones de los cartagineses y su comercio solían restringirse al área


previamente establecida por los fenicios, área muy amplia que les proveía del control de la
zona del estrecho de Gibraltar, y de disponer de las fuentes metalíferas más importantes
del Mediterráneo. Hay constancia y conocimiento de lo ocurrido por lo transmitido en
la poesía épica griega y lo narrado por los historiadores contemporáneos de la República
romana, que dejaron constancia de la oposición militar de Cartago a las ciudades-estado
griegas y después a Roma. Ampliamente difundido también gracias al teatro griego y a sus
comedias, que han traído hasta nuestros días descripciones de los mercaderes
cartagineses, vendedores de tela, vasijas y joyería.
Los productos alfareros cartagineses encontrados en yacimientos, muy abundantes y con
marcado carácter industrial, son muy lejanos en calidad de los griegos contemporáneos. El
comercio dirigido a los pueblos indígenas nunca tuvo por prioridad la calidad, por ello no
hallamos una orfebrería comparable a la de sus predecesores fenicios. Las joyas, de oro y
plata, son sencillas. Gran parte del éxito de Cartago en el comercio y el control del
Mediterráneo se debe a la posición de la ciudad y el conocimiento heredado por
los fenicios.82
Cerámica[editar]
Artículo principal: Cerámica cartaginesa

Entre la cerámica cartaginesa encontramos enócoes, ánforas, urnas de pedúnculo, ollas


de dos asas, cazuelas cubiertas, copas de dos asas, vasos en forma de ampolla con asa
vertical y lucernas.
Exploración[editar]
Por las fuentes clásicas existe conocimiento de dos expediciones atlánticas, con finalidad
de explorar costas desconocidas y realizar nuevas fundaciones, que fueron dirigidas
por Hannón el Navegante e Himilcón. La primera puede constatarse a través del llamado
Periplo de Hannón, texto griego que traduce, en forma resumida, el relato original del viaje.
Se establece que tuvo lugar durante el siglo V a. C., y consistió en una expedición
organizada por el Estado y dirigida por Hannón, sufete o rey de los cartagineses, de la
dinastía de los Magónidas. Según el documento intervinieron 60 buques de unos 50
remeros y gran número de personas cifrado en 30 000 personas, que se considera
exagerado. La expedición tomó Gadir como base, siguieron la costa atlántica
de Marruecos hacia el sur, estableciendo primero colonias y factorías y dedicándose en la
última parte del recorrido a la exploración de costas desconocidas. Los historiadores no se
han puesto de acuerdo sobre hasta dónde llegaron, para unos el litoral senegalés, para
otros la costa de Guinea. No se pueden fijar exactamente los puntos donde fueron
establecidas las colonias, dada la inexactitud del texto.3
Todavía hay menos datos sobre las expediciones atlánticas desde el estrecho de
Gibraltar hacia el Norte, pero las fuentes clásicas citan un Periplo de Himilcón, navegante
de época contemporánea de Hannón, que recorrió el litoral hispano hasta el norte de
Francia llegando a las islas británicas. También desarrollaron rutas y exploraciones por
tierra, a través del Sahara, para comerciar con Nubia, Sudán y Etiopía, regiones
productoras de oro, esclavos y materias exóticas para el mundo mediterráneo. Varias
ciudades de la costa del actual estado de Libia, como Leptis Magna y Sabrata, fueron
fundadas con el fin de ser el punto de partida de rutas terrestres a través del Sahara.
Existen pocos datos históricos sobre la acción cartaginesa a través del Sahara, pero se
estima que fueron desde el Mediterráneo, los iniciadores de la exploración del desierto.
Idioma, arte y literatura[editar]
Artículos principales: Idioma fenicio e Idioma púnico.

Véase también: Literatura fenicio-púnica


Lenguas en el siglo VI a. C.

La lengua hablada por los cartagineses se conoce como idioma púnico, cuyo origen
es semítico.83 También considerada fenicia por su origen, se mantuvo durante toda la
etapa cartaginesa. Se expandió por todo el territorio metropolitano de Cartago, así como
por las grandes islas del Mediterráneo y los numerosos enclaves costeros occidentales
púnicos. En el norte de África era usada en las ciudades y colonias fenicias, siendo la
población indígena y rural ajena a ella. Se extendió ampliamente debido a su uso
comercial.
Su literatura se conoce a través de la epigrafía, que es pobre, ya que la mayoría de las
inscripciones son dedicatorias religiosas, en cuyo texto se repiten siempre las mismas
inscripciones. El alfabeto estaba compuesto por 22 letras y se escribía de derecha a
izquierda, como el actual hebreo. Era un sistema simple, por lo que permitía la difusión del
conocimiento y la cultura. Las diferencias con el fenicio son escasas. Aunque sabemos
que crearon literatura, sobre todo religiosa, así como histórica o práctica, casi todas las
obras se han perdido. Conocemos la existencia de un tratado de agronomía, traducido al
latín por el interés práctico que ofrecía para los romanos, y la traducción al griego de la
narración del Periplo de Hannón por las costas africanas. Las bibliotecas y obras
existentes en Cartago en el momento de su destrucción en el 146 a. C. pasaron en parte a
los reyes mauritanos y al rey númida Masinisa.
La lengua siguió utilizándose después de la caída de Cartago, en los reinos
de Numidia y Mauritania. En el 197 d. C. Septimio Severo, un romano nacido en las
proximidades de Cartago, de la cultura púnica, llegó a ser emperador de Roma. Todavía
era usada y conocida ampliamente en el siglo V por Procopio de Cesarea y Agustín de
Hipona, por ser la lengua de los campesinos de Túnez. Los textos de la época dicen que
aún en el siglo VI los campesinos de Túnez utilizaban la lengua púnica de forma cotidiana,
pero la llegada del islam y la segunda destrucción de la ciudad de Cartago supuso su fin
definitivo. Probablemente su último reducto fue la isla de Malta.84
Los cartagineses no destacaron en las artes ni las desarrollaron sino que heredaron la
fenicia, cuya característica principal era la falta de elementos distintivos, como resultado de
crear una cultura mixta con características de los diversos pueblos con los que mantenían
su comercio, de Egipto, de Asiria, del Asia Menor, y de Grecia.85 Los cartagineses crearon
sus primeras obras de arte recreando los caracteres distintivos de la tradición fenicia de un
modo grosero. Las relaciones de los cartagineses con los griegos introdujeron
gradualmente entre ellos las artes helénicas, siendo muchas veces realizadas por artistas
griegos. Se tiene constancia de que fueron helenos los que diseñaban las monedas
púnicas que se acuñaban desde el siglo V a. C.

Representación de Melkart, conocida como el Efebo de Motia.

Amuleto púnico con forma de cabeza con barba (s. IV o s. III a. C.).

Placa con esfinge. Arcilla. Siglo VI a. C. de la Necrópolis cartaginesas en Ibiza.


Dama de Ibiza, Necrópolis cartaginesa de Puig des Molins.


Durante las guerras sicilianas, fueron llevadas a Cartago como botín de guerra numerosas
estatuas griegas que terminaron adornando sus templos y plazas públicas. Los más
importantes santuarios de Cartago consagrados a Baal Hammón y a Tanit fueron
construidos según el estilo griego de la época helenística. La mayor parte de los símbolos
que adornan las estelas de los santuarios, fueron esculpidos por obreros libio-fenicios, y
están inspirados en la fauna y en la flora africana, creando un característico estilo indígena
distintivo de lo helénico. Entre esos símbolos, el más frecuente es una mano abierta
levantada hacia el cielo. Los demás símbolos consisten en el Uraeus egipcio y el disco
solar con la media luna, que se refiere a Tanit, el cordero referente a Baal Hammón,
el caduceo, el elefante, el toro, el conejo, los peces, la palmera, el timón, el áncora,
el hacha, la flor del loto, vasos de diversas formas, naves y frutos.3
En la isla de Gozo hay ruinas de un templo a Tanit construido en el siglo IV a. C. está
compuesto por santuarios de planta ovoide o elíptica. Por lo demás, en ninguno de los
lugares indicados se han hallado restos de templos. El motivo por el que no se conocen los
edificios cartagineses más que por crónicas, es debido a que tras la conquista de Cartago
en 146 a. C. sufrieron una demolición sistemática. La mayoría de los restos de arte
conservado son monedas y pequeñas figurillas de barro.

Organización política[editar]
Artículo principal: Organización política de Cartago

Monarquía[editar]
Artículo principal: Monarquía cartaginesa

El mundo fenicio-púnico no desconocía la monarquía: las ciudades fenicias se habían


dotado desde muy pronto de un rey: así, son conocidos reyes en Biblos, Sidón o Tiro. No
se trataba, sin embargo, de reyes con un poder absoluto: el rey fenicio hereditario era,
antes que un rey absoluto, el primero de los ciudadanos, puesto que sufría las presiones
de su entorno (sus consejeros), de los más ricos (Consejo) y del pueblo (Asambleas).
En las metrópolis, la existencia de reyes está clara, pero esa seguridad se pierde en el
caso de las colonias. Por lo que se refiere a Chipre, la presencia de un rey está asegurada,
pero en Cartago no. La leyenda de la fundación por Elisa/Dido, considerada miembro de la
familia real de Tiro, no prueba la introducción del régimen monárquico. El texto
de Ariosto evoca a los «reyes» (basileis) pero esta realeza dual no está probada en el caso
fenicio, lo que hace muy sospechosa su evocación. La monarquía espartana contaba, por
su parte, con dos reyes.
La teoría de una realeza en Cartago ha sido defendida y desarrollada con rigor por Gilbert-
Charles Picard siguiendo los pasos de Karl Julius Beloch. Picard demostró una evolución
en las instituciones de Cartago: la monarquía habría aparecido ya desde la fundación de la
ciudad, reinando, según él, una dinastía magónida entre 550 a. C. y 370 a. C., seguida por
los hannonidas hasta el 308 a. C.. Tras esta fecha, la monarquía habría sido solamente
hereditaria. No obstante, se trata de una tesis rechazada por la mayor parte de los
historiadores. También, una parte de la historiografía ha supuesto ambiciones
monárquicas siguiendo el modelo helenístico en los Barcidas en España, hipótesis
igualmente descartada por Maurice Sznycer.
República[editar]
Artículo principal: República cartaginesa

El gobierno de la República era ejercido por un complejo sistema de asambleas, consejos


y magistraturas monopolizadas por la aristocracia. La clase política y económica
cartaginesa estaba dividida con base en sus propios intereses y el origen de su riqueza.
Las facciones y partidos políticos se organizaban entre los comerciantes por un lado, y los
productores agrícolas por el otro.86 La constitución estaba compuesta por un conjunto de
leyes muy diversas que evolucionaron profundamente con el tiempo, que establecían un
gran poder legislativo y ejecutivo donde la obtención de los cargos se reservaba a los
mejores, valorando tanto los méritos como la riqueza de cada ciudadano.
El gran Senado era la institución más importante y constituía el núcleo del poder, formado
exclusivamente por miembros de las familias más influyentes. El senado designaba la
toma de decisiones a los sufetes (literalmente, "jueces"; los escritores romanos se
refirieron a ellos como "reges", reyes), que podría haber sido originariamente el título de
los gobernadores de la ciudad asignados por la ciudad madre de Tiro. En sus inicios, los
sufetes eran capitanes militares, además de realizar funciones judiciales y administrativas,
de modo similar a los diarcas espartanos. Sin embargo, los sufetes gradualmente fueron
perdiendo poderes.
En el siglo IV a. C. se creó el Consejo de los Cien para controlar las actividades de los
Sufetes, formada por ciento cuatro miembros elegidos de entre los miembros del Senado y
por el Senado de manera vitalicia.87 Los generales también debían rendir cuentas de sus
campañas ante el Consejo, cuyas sentencias podían engrandecer a una familia o asumirla
en la desgracia.86
La participación popular era equilibrada y estaba reglamentada políticamente. El pueblo
participó en la vida política por medio de la Asamblea, la cual elegía anualmente a los
sufetes bajo ciertas restricciones, a los generales con libertad, y probablemente cubrían
vacantes en el Gran Consejo. En el caso de que el Consejo y los sufetes no se pusieran
de acuerdo, la asamblea discutía y determinaba medidas políticas. Las cuestiones
militares, como tratados de paz, declaraciones de guerra y similares, eran llevadas a
menudo a la asamblea, aunque no necesariamente.88
Tanto Aristóteles como Eratóstenes estudiaron y escribieron libros sobre la organización
política de Cartago, si bien solo ha sobrevivido lo escrito por el primero. En el libro Política,
Aristóteles recoge las características de la constitución cartaginesa, constituyendo un
testimonio crucial. En este compara a Cartago por sus excelencias con Creta y Esparta,
además de destacar el carácter mixto de su constitución.
Cartago goza, al parecer, todavía de una buena constitución, más completa que la de otros Estados
en muchos puntos y semejante en ciertos conceptos a la de Esparta.
Aristóteles, Política89

Es importante destacar que Cartago jamás olvidó sus lazos con la metrópoli Tiro. A pesar
de ser, a partir de cierto momento, más poderosa que la ciudad madre, Cartago pagó
impuestos a Tiro y la ayudó en los momentos de mayor debilidad, como cuando Asiria la
amenazaba. Otro hecho que demuestra que las colonias fenicias (como Cartago) eran, en
cierta forma y al menos en sus comienzos, política y administrativamente dependientes de
la metrópoli se comprueba cuando algún soberano extranjero conquistaba sus ciudades de
origen: en ese momento se autoproclamaban reyes de las colonias occidentales. Se
conoce, además, que Cartago llevó botines de guerra (Sicilia) al templo de Melqart en Tiro,
como ofrenda al dios patrón de la ciudad fenicia.
Senado[editar]
El Senado era sin duda el órgano con más poder, compuesto en su totalidad por
poderosos aristócratas. Su gobierno se orientaba más a prevenir la acumulación de poder
en manos de individuos ambiciosos que a aumentar los derechos civiles o mejorar las
condiciones sociales del pueblo. Algo que Aristóteles alaba en su libro Política:
La constitución cartaginesa, como todas aquellas cuya base es a la vez aristocrática y republicana,
se inclina tan pronto del lado de la demagogia como del de la oligarquía.
Aristóteles, Política90

Aníbal Barca, durante su vida ejerció distintos cargos como ciudadano cartaginés y aristócrata;
senador, sufete y general.

El Senado en esencia fue un tribunal compuesto por magistrados electos de forma vitalicia.
Fue creado en el comienzo de la historia de Cartago, y es descrito por Aristóteles como "la
más alta autoridad constitucional". Sin embargo, durante la historia de Cartago muchas
veces su poder fue doblegado por la tiranía.91 Según la antigua Constitución Cartaginesa,
el Senado tenía el derecho de controlar y nombrar a los magistrados, pero finalmente
fueron los altos magistrados quienes terminaron controlando el Senado.92 Su labor era
controlar a los altos magistrados y generales, así como velar por el bienestar de los
cartagineses.
Los Ciento Cuatro[editar]
Artículo principal: Consejo de los Cien

El Consejo de los Cien o Ciento Cuatro era un tribunal con atribuciones jurídicas
especiales, sus miembros eran elegidos de forma vitalicia por las
denominadas pentarquías. El Consejo se creó en torno al siglo V a. C., debido a la
evolución sociopolítica de Cartago, causando la ampliación de poderes de la aristocracia
frente a las pocas familias, que como la de los Magónidas y luego los Hannónidas, habían
monopolizado el poder.
Asamblea del Pueblo[editar]
La Asamblea del Pueblo era, según Aristóteles, un cuerpo de ciudadanos compuesto por
numerosas agrupaciones, quienes ostentaban el poder y la soberanía. La élite aristocrática
gobernaba mediante el ejercicio de la influencia y el prestigio, eligiendo los cargos y
rangos de poder. Para un ciudadano de origen humilde era imposible acceder a cargos
importantes, al igual que en otras ciudades contemporáneas no debió existir impedimento
jurídico, solo los obstáculos surgidos por la diferencia social. Aristóteles describió que en
Cartago la riqueza personal era tenida tan en cuenta como la competencia profesional, en
la elección de los cargos.93
Inicialmente la Asamblea del Pueblo tuvo un poder limitado, carecía del derecho a
autoconvocarse y los temas tratados en ella eran impuestos por los magistrados o por el
Senado, cualquier ciudadano cartaginés podía tomar la palabra y oponerse a la propuesta
presentada, según la describen Aristóteles o Apiano.94 Lo que indica que era habitual
antes del siglo IV a. C. Excepcionalmente esta situación solo ocurría cuando los sufetes y
el Senado no lograban ponerse de acuerdo.
La Asamblea evolucionó periódicamente y fue adquiriendo mayores poderes, como el de
constituirse con urgencia si las circunstancias lo exigían.95 A partir del siglo III a. C. ostentó
el derecho a elegir los generales.96 Tras la segunda guerra púnica, Aníbal Barca introdujo
nuevas reformas que dotaron con mayores poderes a la Asamblea, estableciéndose así
como el órgano político cartaginés con mayor poder, destacando la capacidad de proponer
resoluciones y deliberar.97
Evolución socio-política[editar]
La Constitución cartaginesa sufrió con el transcurso del tiempo una evolución política hacia
posiciones más democráticas o populistas, una progresión similar a la ocurrida en otras
ciudades del entorno mediterráneo como Atenas, Roma o Corinto. No estuvo exenta, sin
embargo, de varios intentos de instaurar la "tiranía" por Malco, Hannón o Bomílcar.
En el siglo VI a. C. Malco quien combatió en Cerdeña, África y Sicilia, tras una derrota fue
condenado al destierro, desacató la sentencia, tomó Cartago con sus tropas y mató a diez
de los senadores que le habían condenado.98 Sus adversarios políticos lo asesinaron por
sus aspiraciones monárquicas.99
Fue sucedido por Magón, quien probablemente era el cabecilla de un grupo político
contrario. Durante generaciones los Magónidas constituyeron un estado similar a la tiranía,
si bien su poder recayó en la fuerza militar y en la fundamentación religiosa.100 El gobierno
y poder que ocuparon los Magónidas durante generaciones también puede equipararse al
de los propios tiranos griegos, como describió Justino101 En el siglo V a. C., Cartago se
había trasformado en un estado con una poderosa clase aristocrática poco dispuesta a
dejar en manos de unos pocos los importantes cargos públicos. Tras las derrotas sufridas
por los Magónidas en Sicilia ante los griegos, Cartago experimentó una revolución política
impulsada por la aristocracia, quien buscó el fin del poder de las grandes familias, con la
instauración de diversos nuevos órganos e instituciones.102 La desaparición de la tiranía de
las grandes familias conllevó el desarrollo de un régimen aristocrático, controlado por dos
magistrados supremos llamados sufetes, los cuales eran elegidos teniendo en cuenta sus
méritos, influencia y riqueza. Desde el siglo V a. C los sufetes fueron dos y elegidos
anualmente. Tenían poder judicial, administrativo y la capacidad de convocar a las dos
asambleas de la ciudad, el consejo de los Ancianos y la Asamblea del Pueblo. Inicialmente
también ocuparon poderes militares pero a partir del siglo V a. C. esta atribución pasó a
ser específica de los generales.103
Tras el fin del poder de los Magónidas su familia fue considerada maldita y fue excluida del
poder. Posteriormente la familia de Hannón el Grande ganó mayor influencia ejerciendo
durante algún tiempo gran poder. Su rival más importante fue Eshmuniaton considerado el
líder de la facción más amplia de los Consejo de Ancianos, quien fue acusado de traición
en la guerra contra Dionisio I de Siracusa en el 368 a. C..104
Durante los siguientes años Cartago experimentaría diversas tentativas de establecer la
tiranía. El propio Hanon intentó dar un golpe de estado reclutando y armando a sus propios
esclavos, pero fracasó. Coincidiendo con la invasión de Agatocles el tirano de Siracusa,
otro general Bolmilcar, intentó hacerse con el poder utilizando a sus propios mercenarios
para tomar la ciudad, pero también su golpe fue frustrado por la rápida actuación de los
ciudadanos cartagineses, entre quienes destacaron los jóvenes iniciados en la instrucción
militar, lo cual deja constancia del sentimiento del deber e importancia de las instituciones
para los propios cartagineses.105 Las últimas importantes modificaciones políticas de
Cartago las promovió Aníbal Barca elegido sufete en el 195 a. C., cuando aumentó las
prerrogativas de la asamblea y terminó con el carácter vitalicio de los senadores.106
Organización territorial[editar]
Si bien el territorio controlado por Cartago fue amplio con numerosos vasallos y asociados,
la zona propiamente colonizada por los púnicos nunca llegó a ser muy extensa. El estado
se dividía entre ciudades aliadas o socias como Útica, los territorios autónomos y el
imperio propiamente dicho, el cual según los mismos cartagineses contaba con unas 300
ciudades en la época de la primera guerra púnica.

Zona metropolitana y ciudades importantes.

Dentro del territorio africano y próximo a Cartago, se diferencian dos tipos de regiones
distintas. El primero correspondiente a la campiña cartaginesa en donde los habitantes
eran púnicos, la tierra era de su propiedad y ellos mismos la explotaban, siendo la principal
región de abastecimiento y el granero de Cartago.107 El segundo tipo estaba bajo gobierno
cartaginés pero las tierras pertenecían a los africanos asimilados, quienes debían
contribuir con una serie de diezmos extraídos de sus cosechas.108
La zona más rica y poblada era la llamada zona metropolitana, que corresponde a los
territorios del actual estado de Túnez, que a su vez se dividía en siete circunscripciones
llamadas pagi. Sus fronteras llegaban hasta las montañas númidas y los límites
del Sahara. Ante la imposibilidad de someter a las tribus berberiscas que lo recorrían
pastoreando sus ganados, las fronteras fueron custodiadas por una línea de puntos
fortificados que cubrían el territorio. Más allá del territorio cercano a Cartago se encontraba
el emporio de la Gran Sirte, un rico territorio costero en Libia. Dentro de la zona
metropolitana los grandes núcleos urbanos, como Mactar, Béja, Zamao Thugga, gozaban
de cierta autonomía, la administración era presidida por funcionarios cartagineses
procedentes de la aristocracia, quienes a su vez eran asistidos por funcionarios de menor
rango.109 Las ciudades más importantes de las provincias, las cabeceras de sus
respectivas circunscripciones, fueron las sedes de gobernadores provinciales impuestos
por Cartago y subordinados a la autoridad de un gobernador general.3110 A su vez muchas
ciudades tenían sus propias instituciones y asambleas:
Los cartagineses [...] se crecieron en su espíritu y recorrieron sin temor África, fortificando el país y
pronunciando discursos ofensivos contra los romanos en las asambleas de las ciudades.
Apiano111

Sus dominios más importantes estaban situados en el norte de África, concretamente en


las costas de Numidia y Mauritania, regiones que no fueron totalmente dominadas ni
tuvieron una frontera definida salvo la estrecha zona del litoral. Los límites y fronteras
costeras de Cartago se establecieron con solidez y rapidez en aquellas zonas en pugna
con los griegos o de gran importancia comercial; por el este los límites de la República con
la Cirenaica fueron determinados después de sangrientas guerras. Estrabón citó Turris
Euprantus, en la parte oriental de la Gran Sirte, como la última ciudad cartaginesa. Por la
parte occidental, los límites de Cartago llegaban hasta la costa atlántica marroquí, sin que
se tenga un conocimiento exacto de dónde terminaban.112 En Numidia y Mauritania,
Cartago controlaba muchas ciudades, tales como Hipona, Hadrumeto, Leptis Minor, Leptis
Magna, Tapso y Tanapé. Después de la primera guerra púnica expandieron sus dominios
hacia el interior, hasta unos 240 km desde la línea costera, conquistando la ciudad más
importante de los indígenas, situada en el inicio del río Bagradas, llamada Theveste.3
En los dominios cartagineses las colonias tenían gran importancia, formando un
verdadero imperio, entre las cuales la más rica era Cádiz. Sus enclaves coloniales se
extendían por toda la costa sur de España, constituyendo una red de importantes
establecimientos comerciales.113 Las Baleares fueron colonizadas desde el siglo VII a. C.,
sirviendo de base de operaciones contra sus enemigos, los griegos de Massalia. Ya en
el siglo VI a. C. se encontraban los cartagineses establecidos en Cerdeña, donde
fundaron Cagliari. En Sicilia controlaban las importantes ciudades de Lilibea, Panormo y
Solocis. Se establecieron al noroeste de la isla, si bien su territorio varió debido a los
conflictos con los griegos. Las pequeñas islas vecinas también les pertenecían, las
Egadas, Melita, Gaulos y Cosira. En general, los indígenas habían tenido que optar entre
buscar refugio en las montañas o someterse a la voluntad de los púnicos. Cartago tenía
una concepción más abusiva y dura de la labor civilizadora que Roma. Las propias
ciudades libio-fenicias del territorio cartaginés siempre fueron sometidas a condiciones
muy duras.3
Ejército[editar]
Artículo principal: Ejército de Cartago

Carga de los elefantes púnicos en Zama. Ilustración de Henri-Paul Motte (h. 1890).

El poder militar fue ejercido por los magistrados sufetes hasta el siglo III a. C., y a partir de
entonces se le otorgó a generales, nombrados directamente por el senado. Las
obligaciones militares de Cartago estaban comprometidas por la escasa demografía del
país, por lo que, si bien siempre enroló a ciudadanos en sus ejércitos, en general
procedentes de los estratos mestizos libio-púnicos en su infantería; se acostumbró a
enrolar gran número de mercenarios libios, bereberes, galos y sobre todo, hispanos. La
aristocracia también participaba al enrolar a sus jóvenes en la legión sagrada.114
Flota[editar]
Artículo principal: Flota cartaginesa

La marina púnica era la verdadera fuerza de Cartago. Durante varios siglos fue la más
poderosa potencia naval del mediterráneo occidental, hasta perder su superioridad en
la primera guerra púnica. La marina jugó un importante papel en su rivalidad con los
helenos, impidiéndoles la creación de nuevas colonias en occidente, asegurando las rutas
de comercio y estableciendo un férreo control en el paso de la importante ruta comercial
del estrecho de Gibraltar.
Durante las guerras púnicas, Cartago se organizó en escuadras de doce barcos. Podía
formar flotas de ciento veinte naves y en casos especiales, de más de trescientas. Según
Polibio, en el 256 a. C. la flota disponía de 350 buques tripulados por más de 150 000
hombres. Su principal navío de combate era el quinquerreme, el cual contaba con una
tripulación de 420 soldados y marineros de los que 270 eran remeros dispuestos en tres
órdenes: dos en el superior, dos en el medio y uno en el inferior. La proa llevaba
un espolón reforzado con bronce para atacar los barcos enemigos. Cerca de la proa
estaba el castillo donde se ubicaban los arqueros y las catapultas. A popa dos
grandes remos servían de timones. Disponía de una vela cuadrada en un mástil retráctil en
el centro y otra más pequeña en la proa, para los vientos transversales. Durante los
combates los barcos se desarbolaban y la propulsión se confiaba a los remeros. Las
tripulaciones estaban constituidas exclusivamente por ciudadanos cartagineses, a
diferencia del ejército que se nutría de mercenarios.115

Predecesor: República Cartaginesa Sucesor:


Monarquía Cartaginesa 309 a. C.-146 a. C. República Romana

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