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03 junio 2019
La Bioética es una disciplina cada vez más necesaria para tratar temas espinosos y de frontera en
el ser humano. Para ello, el sacerdote y profesor Roberto Esteban Duque ha publicado el
libro Ética Biomédica. Aspectos sociales de la Biomedicina (Eunsa).
En este libro este doctor en Teología Moral realiza un extenso análisis científico, antropológico y
ético de las principales cuestiones bioéticas de interés para el profesional de la Biomedicina. En
una entrevista para Religión en Libertad aclara conceptos y profundiza en temas de gran
importancia presente y futura.
- Lo hago con un ejemplo. En noviembre de 2018, un científico chino, He Jiankui, aseguraba haber
creado los primeros bebés modificados genéticamente, pero su deseo de gloria personal se puso
de manifiesto de inmediato al afirmar con procacidad que “los científicos no pensamos en la
ética”. Una respuesta que descalificaba cualquier trabajo, si tenemos en cuenta que los científicos
en lo que más deben pensar es precisamente en eso, en los problemas que pueden ocasionar los
avances científicos. Desde aquí se justifica la ética en Biomedicina.
- Pero en muchos casos sólo hay predisposición, la verdadera dimensión del hombre escapa al
determinismo biológico o ambiental. En 2009, un Tribunal italiano redujo en un año la sentencia
de un asesino porque los peritos identificaron en él un gen, el MAOA (monoaminooxi-A) asociado
a carácter violento y conducta antisocial. Es evidente que las acciones de las personas dependen
de factores como su personalidad, sus genes, sus circunstancias y sus entornos sociales. Pero
¿qué margen entonces le queda a la libertad individual?
- No podemos dejarnos llevar por un predeterminismo biológico que negaría el libre albedrío de la
persona. No todo es naturaleza. La educación juega un papel importante en el equilibrado
desarrollo de la personalidad masculina y femenina por medio de la potenciación de las virtudes y
aptitudes peculiares de cada sexo y por medio asimismo del encauzamiento de aquellas
tendencias innatas que podrían dificultar una justa igualdad y un correcto desarrollo personal.
Estaríamos así ante el prototipo de «desmitificación»: la libertad es sólo algo aparente puesto que
las acciones poseen un antecedente temporal inconsciente de carácter orgánico, es decir, la causa
de la acción no es la conciencia o el querer, sino el cerebro. El individuo está condicionado por las
características de su genoma, pero no es enteramente predecible a partir de la composición del
mismo; no existe un gen para el cociente intelectual o la virtud, pero estas capacidades son
influidas por las secuencias del genoma humano.
- Encuestas relativamente recientes de la revista Nature, revelan que cerca del 25% de los
científicos son ateos, otro 25% creen en alguien como creador del universo, y el resto, que son la
mayoría, simplemente son agnósticos. ¿Por qué?
- Difícil responder. Sin embargo, si uno lee las biografías de los grandes científicos encuentra con
sorpresa que la inmensa mayoría son de alguna manera religiosos. Nuestro conocimiento, desde
la ciencia, es parcial y tentativo. Dice el premio Nobel de Física Eugene Wigner: “En contenido y
utilidad, el conocimiento científico es una fracción infinitesimal del conocimiento natural”, y Albert
Einstein, hacia el final de sus días, añadía en una carta: “Pensarán que miro el trabajo de toda mi
vida con una tranquila satisfacción. Pero, mirando las cosas de cerca, son muy distintas. No hay un
solo concepto del que tenga la convicción de que se mantendrá firme, y me siento con dudas de si
estoy, en general en el camino correcto. Yo no pretendo tener razón, sólo quiero saber si tengo
razón”. Son los científicos más eminentes los que más cuenta se dan de las limitaciones de su
conocimiento. Einstein nunca pudo aceptar el hecho de que todo se reducía a un colapso
probabilístico de la ecuación de onda, llegando a afirmar dos cosas bien importantes que dejan ver
su profundo respeto por una inteligencia superior: “Dios no juega a los dados con el universo” y
“Dios es sutil pero no mal intencionado”.
- Existe el “deber moral” de mejorar las capacidades del hombre, afirma el joven filósofo sueco
Bostrom
- Creo que lo que existe es el deber moral de respetar la dignidad irreducible de cada ser
humano y el sentido pleno y trascendente de su existencia: amar y ser amado.
- Los visionarios posthumanistas profetizan que la descendencia sería únicamente por clonación
y a voluntad del posthumano
Lo cual significaría proscribir la familia y la descendencia natural, una ficticia eterna juventud que
no respeta la dignidad personal, ni los ciclos naturales de la vida humana ni su carácter
trascendente. Es necesaria una bioética que respete la dignidad de cada persona humana y su
destino trascendente
Digámoslo negativamente. No será ética en ningún caso sin su consentimiento explícito, al margen
de su desarrollo o consciencia, por no respetar su dignidad intrínseca. No será ética, incluso con
su consentimiento, si de ello se derivan consecuencias irreparables para su descendencia o la
humanidad futura. Es especialmente grave, por lo demás, la experimentación con embriones o la
selección de los mismos.
1. Romper el absoluto ético de que la única forma de venir a este mundo es la procreación
natural está siendo vital para desposeer al embrión de su dignidad y poder instrumentalizarlo.
3.La clonación humana es una aberración carente de utilidad clínica, una auténtica amenaza que
pretende subvertir los principios básicos de la ética profesional de la Medicina.
4. Existen unos presupuestos filosóficos generales de toda actividad científica. Incluso habría que
mantener que la ciencia experimental siempre ha tenido como aliados al pensamiento filosófico y
teológico.
7. La idea de que los genes determinan de alguna manera los rasgos fenotípicos ha sido criticada
en diversos campos de la biología molecular, si bien el determinismo genético ha logrado
permanecer con vigencia dentro de la matriz teórica de la biología contemporánea.
8. Las limitaciones humanas, ontológicas y psicológicas, hacen impensable una vida humana sin
ellas; sin esas limitaciones no tendríamos un hombre, sino una nueva realidad.
9. Las modernas técnicas de edición genética permiten la superación de enfermedades con origen
genético, pero en paralelo a este desarrollo se investiga no ya con fines terapéuticos, sino con
fines de mejoramiento de las capacidades del ser humano. Un criterio de discernimiento sobre
dónde empieza el Transhumanismo sería este: cuando no se busca una finalidad terapéutica.