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SOCIEDAD

ACOSO SEXUAL ME TOO PUNITIVISMO abril 17, 2019

Acoso y confusión
El nuevo libro de Marta Lamas se llama "ACOSO, ¿Denuncia
legítima o victimización?", en esta reseña Marina Mariasch pregunta
"¿es legítima esa dicotomía?". Entre el #MeToo y la carta de las
francesas, Lamas teje una red de valoraciones en torno a las
posiciones de las víctimas, las derivas punitivas que asocian al
feminismo con el neoliberalismo, las posibles lecturas de un mismo
hecho catalogado como acoso, etc. Una reflexión necesaria frente a
la urgencia por pronunciarse a favor o en contra, una nueva paja
echada al trigo del siempre infamable "Acoso y Confusión".




Por:MARINA MARIASCH
El nuevo libro de Marta Lamas es un peligro. O más bien, pone en evidencia
uno de los mayores riesgos que corren los feminismos en la actualidad: la
confusión. En los debates por la Ley de aborto tuvimos mucho de aborto y
confusión en los argumentos de quienes se oponían a la ley cuando
escuchamos hablar de porcelana y perritas. El concepto de Feminismo y
confusión se condensa en la imagen del presidente Macri con el cartel de
#Ni Una Menos mientras desguaza el programa de Educación Sexual
Integral y el presupuesto para las políticas de género. Frente al abuso -qué
se considera abuso, qué medidas deben tomarse ante un caso de abuso- la
confusión no es menor. Y es importante no equiparar confusión a dudas o
debates. Estamos escribiendo pactos nuevos y en ese camino las certezas
absolutas son una trampa.

Ese es tal vez otro riesgo que ofrece el libro como síntoma: el que existe
cuando los feminismos, ante una problemática, nos apuramos a tomar
posición -una posición inflexible, por sí o por no- sin poder pensar las
complejidades que constituyen ciertos debates. La urgencia por
posicionarse, y por convertir en enemigx a quien no se para en la misma
baldosa, si no en la misma vereda, es un signo de estos tiempos. Pero los
feminismos han demostrado ser capaces de lograr consensos por encima
de las diferencias más divisorias de aguas. Los procesos asamblearios en
ese sentido, son una lección de cómo lograr acuerdos en la divergencia. Por
eso, la idea de esta reseña es tratar de no abordar el libro como un bloque.

Lamas, antropóloga mexicana de larga trayectoria en pensamiento y


activismo feministas, toma varias decisiones en este libro, que no son
ingenuas ni menores. Desde el título, elige nombrar al ACOSO. Pero el
ensayo no desarrolla tanto el concepto de acoso que el título anuncia, sino
que se enfoca en la catarata de denuncias que surge a partir de la explosión
de la última ola del movimiento feminista en varios puntos del globo.
Muchas de estas denuncias fueron realizadas a partir del ACOSO del título.
Pero también muchísimas surgen del difícil proceso de reconocimiento y
capacidad de expresar situaciones de abuso sexual -y de poder-, y de
violaciones.

¿Cabe, entonces, la pregunta que subyace al título: “¿Denuncia legítima o


victimización?” Esa pregunta refleja otra decisión que toma Lamas: poner la
mirada sobre la persona que atravesó una situación de, en este caso,
acoso, y sobre lo que parece considerar dos vías posibles ante esa
situación. Ahora, tomando su palabra, ¿es legítima esa dicotomía? ¿Cuáles
son las posibilidades que se plantean frente a una situación de acoso? La
persona que recibe y padece acoso puede denunciar o no hacerlo, y de
hacerlo puede hacerlo dónde, cuándo y ante quienes elija. El camino que
toma unx sujetx a partir de una situación de acoso es personal y subjetivo,
entramado en los armados colectivos que supimos construir, y siempre se
mueve lábil entre lo deseable y lo posible.

Ciertas prácticas en los intercambios sexo-afectivos que hasta hace poco


eran admitidos y estaban naturalizados, ya no se pasan por alto. Los
feminismos les dijimos basta a todas las formas de abuso y violencia. Y ese
quiebre produjo -sigue produciendo- una serie de acomodamientos en las
relaciones humanas. En medio del proceso de cambios que estamos
atravesando algunas medidas -incluso originadas en sectores feministas-
son cuestionables y nos devuelven la pregunta sobre los modos en los que
los feminismos queremos construir justicia. Una justicia feminista que no
replique los modelos patriarcales ni fachistas. Lamas advierte que si bien el
abuso es repudiable, las retóricas del feminismo de la dominación, en
cuanto a las medidas frente a un caso de acoso, son contraproducentes
para lxs feministxs: los escraches, linchamientos y otras prácticas que,
siguiendo a Nancy Fraser, abonan las políticas de control y mano dura del
neoliberalismo.

Pero si hay acoso: ¿cabe la pregunta sobre la legitimidad de la denuncia?


Uno de los mayores logros de la última ola feminista es que mujeres,
lesbianas, travestis y trans hayamos podido reconocer las violencias
históricamente ejercidas sobre nuestros cuerpos y subjetividades, y el
derecho a tener una vida libre de esas violencias. En ese sentido, ¿es
enriquecedor para este avance cuestionar la opción de la denuncia?
Dejando a un costado las denuncias falsas -a las que Lamas les dedica
atención- que sabemos son escasas en relación al enorme poder que ejerce
el patriarcado, ¿no sería más productivo, en todo caso, descomponer
fino qué es eso a lo que llamamos acoso y analizar los modos de reparación
que creamos colectivamente?

La preocupación de Lamas como la de muches feministes es el “pánico


moral” que puede causar la ola de denuncias. Y ese es uno de los planteos
principales del libro. La estrategia que propone es confrontar los fenómenos
del #MeToo de origen estadounidense con la respuesta de las celebridades
francesas sobre la “libertad de importunar”. Tercera decisión: Lamas incluye
como capítulo final el texto que firmaron entre otras Catherine Deneuve y
Catherine Millet. ¿Hacía falta? Sin dudas, la publicación completa de esa
declaración que pregona por ejemplo que “el coqueteo insistente o
desafortunado no es un delito, ni la galantería es una agresión machista”, es
una declaración de principios. Si bien Lamas no parece dispuesta a suscribir
de lleno a la carta de las francesas según las definiciones de acoso que
repasa a lo largo del libro, la inclusión de la carta del artículo marca un
posicionamiento. Desde el momento en que ese debate se propagó ya
corrió bastante agua -y sangre- bajo el puente. Y la respuesta más sensata
que encontraron los feminismos es decir: No queremos que a nuestro deseo
lo rija el código penal. En ese sentido, a las feministas no nos importa ya si
algo constituye o no delito en los términos de una ley obsoleta y machista.
Estamos cambiando las reglas.

Cabe también preguntarse por qué frente a una Latinoamérica feminista de


avanzada en sus luchas y expresiones callejeras Lamas toma como
contrapunto de su análisis dos emblemas del feminismo primermundista: el
que movilizaron, en sentidos contrarios, las estrellas estadounidenses y las
francesas. Latinoamericanas, desde México a Tierra del
Fuego, acumulamos años de lucha singular y decolonial que merece su
propio análisis. Lejos del charme parisino, una mexicana invitó a Deneuve a
caminar de noche por un barrio pobre de DF.

Dicho esto, hay cuestiones en las que Lamas pone la lupa que vale la pena
mirar de cerca. Por ejemplo, pone en cuestión el concepto de víctima desde
el hecho de haberse convertido en la única posición subjetiva posible frente
a una situación de acoso. Probablemente, algunas de esas escenas que
son vividas como acoso (Marta Lamas discute que sean lxs sujetxs quienes
puedan decidir qué constituye un acoso sexual) sean detenidas a tiempo
antes de que el abuso se realice y sea posible investirse en unx sujetx
activo de derecho y deseo al tomar la decisión, ponerle un freno y
conseguirlo -por ejemplo, si un varón pone la mano sobre la pierna de una
mujer de manera no solicitada o consensuada, y ella puede decir que no, se
levanta y se va del lugar, o similar. También es interesante la lectura que
propone sobre los protocolos de consentimiento: regular el deseo no es sólo
imposible sino que convierte la práctica sexual en una actividad burocrática.

A Lamas le debemos muchas cosas. Además de su extensa obra y reflexión


feminista, en ACOSO nos enfrenta con el feminismo dominante que cobró
carácter punitivista y que va ganando terreno, con las posibilidades y
capacidades de las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries de
posicionarse en una perspectiva diferente a la de “víctima”. Alerta sobre los
contraefectos de la mecánica del castigo que emparenta al movimiento
feminista con el paradigma neoliberal. Y evalúa las consecuencias del
linchamiento de varones como un método que no conduce a un verdadero
proceso emancipatorio. Contra eso presenta la tarea, más largoplacista, de
la prevención de la violencia sexual a través de la educación. Repite, desde
hace años, que no se trata de una guerra de los sexos sino de que “se trata
que todas las personas deberíamos tener un interés erótico en reducir el
abuso”, mientras señala que las narrativas que el acoso genera se convierte
en un mecanismo de control. En la línea de lo que Catherine Hakim nombró
como capital erótico, Lamas rescata la posibilidad de una sexualidad
instrumental sin condena moral.

Como la carta de las francesas contra el #MeToo -y el #BalanceTonPorc-


ACOSO de Lamas tiene un enfoque controversial para tratar de manera
minuciosa un estado de cosas que está en pleno maremoto. Lamas repasa
la ensayística de varixs autorxs (Elizabeth Badinter, Katie Roiphe, Gayle
Rubin, Marie-France Hirigoyen, Duncan Kennedy, etc.) norteamericanxs en
su mayoría, para interpelar al discurso del feminismo hegemónico. Las
alertas y advertencias sobre los excesos de estos feminismos a los que
llama “mujeristas” y punitivos sin duda son necesarias y son cuestiones que
se cuelan en el tejido de nuestros debates. Pero hay que separar la paja del
trigo y de los tres tristes tigres: la última ola de la marea feminista estalló
para transformar los pactos de intercambio. Sin dudas, este cambio es para
celebrar. Y en eso quizás es en lo que hay que poner el foco.

Lamas, Marta
Acoso. ¿Denuncia legítima o victimización?
Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 2018 (Colec.
CENTZONTLE)
182 pp

http://latfem.org/acoso-y-confusion/

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