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“Cuanto mayor es la obra de un pensador... tanto más rico es en esa obra lo no-pensado.”
MARTIN HEIDEGGER,
“Dos cosas llenan el ánimo de admiración y veneración, siempre nuevas y crecientes, cuanto con
más frecuencia y aplicación se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley
moral en mí. El primer espectáculo de una innumerable multitud de mundos aniquila, por así
decir, mi importancia como criatura animal que debe devolver al planeta (un mero punto en el
universo) la materia de la que fue hecho después de haber sido provisto (no se sabe cómo) por
un corto tiempo de fuerza vital. El segundo, por el contrario, eleva infinitamente mi valor, corno el
de una inteligencia, por mi persona, en la cual la ley moral me manifiesta una vida independiente
de la animalidad e inclusive de todo el mundo sensible”. IMANUEL KANT.
Ética viene de êthos, que significa originariamente en griego morada habitual (de los
animales), y de donde deriva éthos que es lo habitual o hábito. Êthos es un plexo de actitudes o
una estructura modal de habitar el mundo. El êthos de un pigmeo no es el mismo que el de un
esquimal, el de un griego no es igual al de un medieval o un burgués. El êthos pertenece a un
pueblo, a una cultura, a un grupo, pero al fin es el carácter personal o intransferible de cada ser
humano. Êthos es entonces una tonalidad existencial, es el modo inmediato, perdido y cotidiano
que predetermina el obrar humano dentro del horizonte significativo del mundo.
La ética, en cambio, es sólo un momento del êthos, es el momento temático o explícito de
lo ya vivido al nivel del êthos. Ética, en primer lugar, es el oráculo que en Delfos fue proferido por
la sacerdotisa y dirigido a la conciencia moral de Sócrates. Ética igualmente vulgar o pública (la
llamada sabiduría popular) son los consejos del “Viejo Vizcacha” al Martín Fierro. Pero por sobre
ella, y sin dejar de ser un modo de ser en el mundo, emerge el pensar meditativo y metódico, que
se llama la ética filosófica. ENRIQUE DUSSEL.
El sujeto cognoscente de Kant es un sujeto apriori que aplica las reglas o categorías del
intelecto a la materia dada a la sensibilidad. El objeto conocido se convierte en el resultado de
esta operación. La realidad sensible no es una cosa que está allí frente al sujeto cognoscente.
Lo que llamamos lo "real" es producido por el sujeto cognoscente. El mundo material no se
puede conocer, pero aporta los datos necesarios para que el sujeto en función de su sensibilidad
y de su organización intelectual transforme el material que le llega del afuera. Kant declara que lo
que conocemos es el mundo de los fenómenos, y que este mundo está constituido por un
material irreductible que no depende de ninguna manera del ser humano.
Para Kant, el yo es una conciencia general que prescribe las leyes de la naturaleza y traza
para los seres humanos la ley moral que no es otra cosa que la ley que la razón impone a la
voluntad. Esta es la causa del reconocimiento de la dignidad de la persona humana.
Kant llena sus obras con la palabra libertad y a veces también con la palabra
independencia. Como dirá más tarde Fichte: “La libertad abre y hace florecer mi corazón”. La
acción creadora es la única que nos permite recuperar nuestra libertad frente a la necesidad del
mundo exterior natural o social. El individuo aislado no es capaz de la libertad, requiere de los
otros, crear juntos, origen del nacionalismo.
Kant se rebeló contra el concepto de libertad como libertad natural, como algo dado y exige
que busquemos la libertad, una libertad sólo determinada por el propio hacer de la persona como
legisladora. La ley moral surge de adentro, no responde a ningún orden. Todo orden establece
una moral heterónoma. La Ilustración es la salida del hombre de la inmadurez con la que se ha
cargado a sí mismo con el empuje de la libertad del “sapere aude” (atrévete a saber).
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Kant estaba convencido de que el hombre tiene una naturaleza pasional y emocional, pero
estaba capacitado para diferenciar entre esto que lo arrastraba y su libertad. Kant suponía que la
dignidad del hombre estaba dada por su capacidad para cortar con las determinaciones ajenas y
alcanzar la madurez para autodeterminarse sin apoyarse en ninguna autoridad: ni el estado, ni
los padres, ni las nodrizas, ni la tradición. Era enemigo del paternalismo que constituía la mayor
forma de despotismo: “el hombre se convierte en la propiedad de otro hombre”. Insiste en el mal
de la explotación, el empleo de otras personas para fines propios.
Para Kant, el valor únicamente se constituye en valor por la elección del hombre, los
valores no son estrellas en el firmamento. La cita de Kant: “Dos cosas llenan el ánimo de
admiración y veneración, siempre nuevas y crecientes, cuanto con más frecuencia y aplicación se
ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí. El valor moral dentro
de mí, el valor es interior, se convierte en tal al convertirse en razón de vida, lucha y muerte. Pero
Kant no sólo critica el avasallamiento del hombre por el hombre, también critica la teoría
mecanicista pues esta establece una esclavitud del hombre por naturaleza. La naturaleza no es
algo que sujeta al hombre sino algo que él puede moldear o luchar contra ella. Esta noción de la
naturaleza como enemigo o materia neutra es relativamente nueva. Lo único digno de poseerse
es la libre voluntad. Kant critica el libre albedrío como posibilidad de elegir entre el bien y el mal
porque las alternativas ya están marcadas y la libertad no es libre. Kant odiaba la compasión, la
generosidad, porque eran formas de paternalismo, alguien se colocaba en posición de
superioridad. Se compadece a un animal, pero compadecer a un hombre es un insulto a la
dignidad humana. Cuando Kant dice que la persona es un fin en sí misma quiere decir que no hay
nada más elevado que ella y que los valores los construye la acción humana.
Si no hay libertad no hay ética posible, ni ley moral. Para que la ley moral tenga validez
incuestionble y de este modo sostener la autonomía de la persona y su posibilidad de
autolegislarse, Kant recurre a una peculiar definición de la voluntad. “La voluntad en tanto facultad
racional del querer, propia de todos los seres humanos, no puede decidirse de modo parejo por
una inclinación y por su contraria sin incurrir en contradicción y, por lo tanto, colocarse al margen
de lo imperado por la ley moral. Respondiendo a la idea del hombre de la Ilustración, considera
que la voluntad debe someterse a la lógica y la libertad está condicionada por la razón.
En la ética kantiana desaparece la polaridad bien/mal, pues no hay mal desde el punto de
vista ético sólo ausencia de eticidad. La libertad para Kant en su sentido negativo significa
independencia de la sensibilidad y en el sentido positivo, autonomía. Si la voluntad queda ligada a
la sensibilidad lo mismo puede decidir por una inclinación que por su contraria y de este modo
cae en a contradicción. Ser libre es moverse en la esfera de la razón. En Kant la máxima
subjetiva de la voluntad se eleva a principio universal, a principio de la legalidad moral: “Obra de
acuerdo a una máxima por la que puedas querer al mismo tiempo que ella llegue a ser ley
universal. De este modo el querer y la acción individual se evaporan y diluyen en la racionalidad
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de la ley. Debido a la dualidad del ser humano como ser natural y como ser moral, cosa y
persona, es medio y fin. En tanto ser natural, es medio para la satisfacción de sus necesidades,
pero en tanto persona, es un fin en sí mismo que no puede ser utilizado meramente como medio.
La buena voluntad, la voluntad libre es independiente de las condiciones materiales en las que se
da la acción, No legisla acorde a la materia condicionante, es una forma legisladora a priori
desligada de bienes y fines. Esta forma a priori deja necesariamente abiertos, indeterminados, los
objetivos o para qué concretos de la acción.
Para establecer su ética, ha debido introducir como una cuña entre el mundo sensible y el
mundo inteligible; se trata del mundo de las tendencias y de la intuición sentimental; con ello se
abre el nuevo campo de la intención estimativa, afectiva o moral, que se distingue de las
facultades kantianas.
La posibilidad de una ética material de los valores reside, para Scheler, en la existencia en
el ser humano de un sentido axiológico emocional y apriorístico. “Cuando se afirma: “este hombre
es bueno”, no se expresan deseos y tendencias, sino que se enuncia algo objetivo. Del mismo
modo, cuando se dice que algo es bello, el sentimiento que acompaña este enunciado se funda
en la captación de la materia valiosa que yace en el objeto. No se siente acerca de algo, se
siente algo inmediatamente, una determinada cualidad valiosa. Así explica Scheler la esfera
emocional del espíritu, la que afirma y valida como independiente a la vez de la razón y de la
sensibilidad. “También lo emocional del espíritu, el sentir, el preferir, amar, odiar, querer, tiene
una primaria sustancia apriorística, la que no es conferida por el pensar y que a la ética le
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corresponde mostrar con completa independencia de la lógica.” Max Scheler coincide con Pascal,
respecto a que hay un a priori un orden del corazón o lógica del corazón.
El otro error de Kant fue el pensar que “toda ética material ha de ser forzosamente ética de
bienes y fines”. La intención de Scheler es fundar una ética que supere el imperante relativismo
historicista que vivía Europa. En busca de esto, distingue entre los bienes, es decir, las cosas
valiosas, y los puros valores que las cosas tienen o que pertenecen a las cosas, es decir, los
valores de las cosas. Los bienes no están fundados sobre las cosas, de modo que algo hubiera
de ser primeramente cosa para poder ser bien. “Así como, en la actitud natural, no son dadas en
el dominio teórico las cosas, así también en el dominio práctico nos son dados los bienes
El bien es una unidad material de cualidades valiosas, las que reposan en un determinado
valor fundamental. Los valores son la condición de posibilidad de los bienes.
Scheler también distingue estrictamente entre fines y valores. Los valores no dependen de
los fines ni son extraídos por abstracción de estos. El valor está en la base de todo fin. En las
materias valiosas y en las relaciones entre ellas reside la posibilidad humana de elegir y sentar
fines.
Etica existencial Sartre (1905-1980
Para Sartre, la conciencia percibe el mundo como una lucha entre condicionamientos y
libertad. Sartre se ha empeñado en una lucha sin cuartel contra los determinismos de toda clase.
El hombre, en la terminología hegeliana aceptada por Sartre, es el ser para sí, para ser libertad
absoluta en contraposición con el mundo que es el ser en sí, absoluta determinación. El ser en
sí: pleno compacto, con devenir rígido e inmóvil. Únicamente se puede decir que es, que es en sí
y que es lo que es. En el hombre hay un en sí en cuanto cuerpo, yo, costumbres, su pasado; pero
lo específicamente humano es la nada. El hombre trae la nada debido a su libertad absoluta, en
el sentido de que cada uno de sus actos no depende de motivo alguno. Sólo depende de la
continua proyección que el hombre hace de sí mismo hacia el futuro.
Las acciones del hombre no tienen nada predeterminado, nacen en el instante en que las
realiza. Cada hombre singular es él mismo creador de sus propios valores y normas. Lo único que
el hombre no ha elegido es la libertad. El hombre está condenado a ser libre, lo cual significa que
no puede privarse en modo alguno de la libertad, puede engañarse y obrar de mala fe. El
hombre, como tal, no posee naturaleza alguna, ninguna esencia determinada. Su esencia es la
libertad, es decir, la indeterminación. El hombre es lo que se hace.