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RESUMEN
La resistencia, como categoría analítica que permite entender algunas formas de
las acciones colectivas, se torna un poco compleja dado que existen múltiples
perspectivas en sus manifestaciones. Por ello, este trabajo no tiene otra pretensión
que abordar los discursos más sobresalientes de este concepto, haciendo hincapié
a diferentes teóricos que aluden a dichas manifestaciones según sea el contexto,
porque como bien sabemos, la resistencia no se puede comprender de manera
aislada de las luchas del poder y su realidad social. Así, se van a desarrollar
temáticas como resistencia no armada, resistencia civil, resistencia armada,
desobediencia civil, anarquismo, entre otras, que posibilitan dar cuenta de la
presente categoría de manera más amplia; para finalmente, hacer una pequeña
ejemplificación al caso particular del Oriente de Antioquia, ya que en algunas
ocasiones ha sido escenario de estas formas de resistencia.
Para finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII, la resistencia se ve
determinada por las doctrinas políticas liberales de John Locke, quien fue el
precursor de la idea moderna de resistencia, que deriva de su concepción más
amplia acerca del poder político, por ende, su teoría de la resistencia sólo puede
ser comprendida en los marcos de su teoría de la obligación política.
Consecuentemente, “cuando el soberano se extralimita en sus funciones o deja de
cumplirlas, la legitimidad y la obediencia se derrumban, teniendo el pueblo el
derecho a desobedecerle y a disolver este poder” (Locke, 1997, citado en Nieto,
2008, p. 60). Al igual que el pensamiento tomista, este autor considera que el
derecho a la resistencia sólo está justificado frente a un gobierno tiránico y sólo
procede bajo las siguientes circunstancias (Nieto, 2008, p. 65):
- Cuando el gobierno no actúa en derecho (actúa ilegalmente)
- Cuando viola o pone en riesgo los derechos de los miembros de la
comunidad.
- Cuando no goza del derecho de la mayoría.
En esta medida, dicho derecho a la resistencia contribuyó a dotar de legitimidad las
revoluciones modernas contra los poderes absolutistas y tiránicos. Sin embargo, la
resistencia de Locke no es reformadora, sino esencialmente conservadora: “la
resistencia conduce al restablecimiento de un orden político que había sido
perturbado, más que a la creación de un orden social innovador.” (Nieto, 2008, p.
68)
Como vemos, hasta ahora se abarca toda la relación existente entre un orden
político y la resistencia, entre el Estado y la población, determinadas por unas
jerarquías que llevan a una obediencia de los dominados por debajo de los
dominantes, lo cual genera una legitimidad de los gobiernos o Estados que al ser
quebrantada marca una ruptura por parte de la Resistencia. Una vez aclarado este
punto, procederemos a explicar las nuevas relaciones en la articulación de lo social
y lo político en épocas más contemporáneas.
RESISTENCIA CIVIL
Este concepto se va a analizar a la luz del libro Resistencia civil. La ciudadanía ante
las arbitrariedades de los gobiernos, del autor Michael Randle (1998). Conforme a
la teoría política y teniendo en cuenta que la resistencia no se puede comprender
de manera aislada de su contexto histórico-social, comprendemos que muchas de
las armas características de la resistencia civil, como las huelgas y el boicot, se
forjaron en el movimiento laboral y sus luchas contra los patronos en el siglo XIX.
Para empezar, Randle inicia haciendo una relación entre poder político y resistencia,
continua con la tradición del pensamiento político occidental al decir que:
El poder de un gobierno no va más allá de su capacidad de suscitar su lealtad y
obediencia de las instituciones neurálgicas -el ejército, la policía, los funcionarios- y
de asegurarse además la colaboración o al menos la conformidad de la mayoría de
la población. En igualdad de circunstancias, cuanto mayor sea el grado de
colaboración voluntaria de que disfrute un gobierno, más seguro estará. En cambio,
un gobierno que descanse en gran medida en la violencia pura y dura para
garantizar la obediencia de una población descontenta está especialmente a un
derrocamiento súbdito, debido precisamente a la precariedad de su base de poder
dentro de la sociedad. (1998, p. 18)
Gandhi hace una diferencia entre resistencia activa y pasiva, la cual está en la
profundidad de las reformas y sus metas alcanzadas, en la primera son
transformaciones de un sistema en su conjunto y en la segunda son reformas
parciales. La resistencia pasiva evita la violencia, pero, aun así, no la excluye en el
caso de necesitarla. En este mismo sentido Gandhi prefiere llamar no-violencia a la
resistencia pasiva, pues advierte que la segunda es una connotación de debilidad
mientras la primera se refiere a ser capaz de batirse reprimiendo todo deseo de
venganza, además considera que la no-violencia no tiene nada de pasivo pues no
se puede ser pasivo en medio de las injusticias, pero lo que si se debe ser, es estar
consientes de reprimir todo deseo de represión, aunque en caso de escoger entre
la cobardía y la violencia, Gandhi recomendará la violencia. (Gandhi, 1969 &
Rolland, 1984, citados en Rendón, 2011, p.76-77-78).
Resistencia no violenta
Siguiendo esta misma línea, Martin Luther King logra ilustrar muy bien esta cuestión
cuando postula una “acción directa no-violenta” para hacerle frente a las injusticias
cometidas contra su raza en aquél entonces. Así pues, este activista llama a
emprender estas acciones no-violentas ante leyes injustas, estas últimas son
“normas por las que un grupo numéricamente superior o más fuerte obliga a
obedecer a una minoría, pero sin que rija para él”. (1963, p. 49). De esta forma, la
meta última de dichas acciones no violentas es ejercer la suficiente presión sobre
los dominados, mediante la vía pacífica, que la única salida que van a tener es la
de negociación, sin necesidad de recurrir a las armas. Como dice, “una campaña
de acción no-violenta tiene cuatro fases básicas: primero, la reunión de los datos
necesarios para determinar si existen las injusticias; luego la negociación; después
la auto-purificación y, por último, la acción no directa.” (1963, p. 46).
RESISTENCIA ARMADA
Al igual que la resistencia civil, el concepto de resistencia armada aparece como
una de las vías posibles para responder a la falta de legitimación política del
gobierno, como manifiesta Randle “solo cuando un gobierno se halla seriamente
debilitado y no puede fiarse ya de su ejército ni de sus servicios de seguridad tienen
los insurgentes unas posibilidades de éxito realistas”. (1998, p. 24). La guerra
aparece como una vía extrema para defender unos derechos inalienables por parte
de los pueblos, esta se produce cuando no existen otros medios eficaces de los
derechos negados; que los fines que se pretende obtener con la guerra sean
justificables y moralmente superiores a la realidad que se combate; que los males
causados por la misma guerra no sean de mayor magnitud que los bienes que se
pretende obtener a través de ella.
La extrema hostilidad o guerra, tiene lugar cuando están presentes las siguientes
características: primera, son conflictos violentos de masas; segundo, implican dos o
más fuerzas contendientes, de las cuales al menos una, sea un ejército regular u
otra clase de tropas, tiene que estar al servicio del gobierno; tercera, en ambos
bandos tiene que haber una mínima organización centralizada de la lucha y los
combatientes; cuarto, las operaciones armadas se llevan a cabo planificadamente,
por lo que no consisten sólo en encontronazos ocasionales, más o menos
espontáneos, sino que siguen una estrategia global. (Giraldo, s.f., citado en Beltrán
& Obando, 2006, p. 345)
Bandolerismo social
Este concepto es una clara ejemplificación de las luchas armadas contra el poder
establecido. Por su parte, Hobsbawn (1968, p. 14) hace una conceptualización del
bandolerismo social como “una de las formas más primitivas de protesta social
organizada y sitúa este fenómeno en condiciones rurales”. Se da cuando el oprimido
no ha alcanzado una conciencia política, ni ha adquirido conocimiento sobre
métodos más eficaces de agitación social. “El bandolerismo social se presenta como
una forma pre-política de resistir a los ricos, a los opresores extranjeros, a las
fuerzas que de una u otra forma destruyen el orden considerado tradicional, en
condiciones extraordinariamente violentas” (1968, p. 29). A su vez, es necesario
aclarar que el bandolero social no es un revolucionario, no quiere plantear acciones
transformadoras del mundo, sino que al contrario se intenta revertir la violencia de
los dominantes, “su papel no es acabar con el sistema que da origen a la opresión
y explotación con las que se enfrenta, sino más bien hacer que queden limitadas
dentro de los valores tradicionales que la población que lo protege considera justos”.
(1968, p. 27). Por lo tanto, el bandolero social actúa dentro de un marco institucional
impuesto que en ningún momento es puesto en tela de juicio.
DIFERENCIA ENTRE RESISTENCIA Y REVOLUCIÓN
Como veremos, la resistencia puede ser una categoría más dada a ser
conservadora que reformista, pese a que es una expresión de fuerzas por parte de
sujetos políticos, es clara la diferencia con la revolución, ya que esta última busca
como resultado cambiar el orden del sistema imperante del Estado, mientras que la
primera sólo busca hacerle frente al poder, la opresión, la injusticia, entre otros.
En las definiciones más acertadas de resistencia, se encuentra la realizada por el
profesor Jaime Rafael Nieto en su artículo llamado Resistencia civil no armada, en
la que se aborda como:
Cualquier expresión colectiva de oposición, inconformidad o confrontación frente a
estrategias de dominación o situaciones de injusticia percibidas como tales por
grupos o actores colectivos. La resistencia es la contrapartida del poder. Como
lógica de acción colectiva, se dirige contra el poder cualquiera que sea la naturaleza
y dimensiones de este, bien sea estatal o no estatal, político o de cualquier otro tipo.
Así mismo, la resistencia puede ser armada o no armada, abierta o simulada, pública
o soterrada, confrontacional o indirecta, de horizonte emancipatorio o puramente
reivindicativa. (2009, p. 41)
Para poder sacar una definición de la resistencia, el autor Ruben Yepes hace un
análisis sobre los temas de poder visto por Foucault, hegemonía por Gramsci, y de
ideología visto por Althusser. En el poder de Foucault encontramos que no existe
una definición de resistencia acabada puesto que esta atraviesa varias etapas,
complementándose y transformándose en la medida en que su comprensión del
poder evolucionaba (Yepes, p. 1).
Foucault dice que el poder no se debe a partir de la soberanía sino del Estado,
entendiendo a este como n conjunto de instituciones y aparatos que garantizan la
sujeción de los ciudadanos en un Estado determinado. Pero hay que entender que
el poder no es una institución que el poder es ante todo a un asunto de situación
estratégica, una relación particular de fuerzas. No existe una relación de exterioridad
del poder del tipo superestructura, sino una inmanencia del poder a las relaciones
(Foucault, en Yepes, p. 2). Foucault también habla del poder disciplinario, el cual se
refiere al conjunto de técnicas y dispositivos a través de los cuales el cuerpo se
disciplina y en donde se es asumido como máquina. “El poder disciplinario fabrica
cuerpos-sujetos, fija con toda exactitud la función al cuerpo a través del
entrenamiento, el control y la vigilancia, pero también a través de la introducción de
normas, a través de la proyección de una psique” (Foucault, en Yepes, p. 4).
Antonio Gramsci, habla de que la hegemonía transforma las identidades en función
de sus propios valores e ideales. Hay que tener en cuenta en la hegemonía la
necesidad de mantener la referencia a un valor universal exterior a las relaciones
de poder, el valor que ocupa el lugar de la universalidad dentro de una configuración
histórica determinada siempre estará abierto a redefiniciones, extensiones y
radicalizaciones (Althusser, en Yepes, p. 14). Es por tanto alrededor de la
universalidad como referente no predeterminado que se articulan las diversas
resistencias.
Althusser explica que loa ideología no está representando el sistema de relaciones
reales que gobiernan la existencia de los individuos, sino la relación imaginaria de
esos individuos con las relaciones reales en que viven. La ideología disuelve en el
puro juego del lenguaje, ya que su discurso es necesario para la articulación
dominante.
Podríamos definir con estos tres conceptos que no se trata que las resistencias
obtienen su cohesión del hecho de que se oponen a la misma configuración
dominante del poder; más bien, su cohesión viene dada por el hecho de que se
constituye alrededor de un valor que de manera hegemónica ha ocupado el
referente universal dentro de una configuración social determinada (Yepes, p. 19)
- La reproducción cultural
DISCURSOS OCULTOS
- El arte de la resistencia
María luisa Tarrés en su reseña del texto de James Scott de “Los dominados y el
arte de la resistencia”, muestra la visión de este autor, mirando la sociedad como
un escenario y de la vida como una dramaturgia teatral; pero este invita a ver detrás
del telón, donde se encuentran las denominadas “mascaras del poder”, las cuales
se constituyen por los discursos y practicas asignadas a los dominantes y a los
subordinados cuando actúan en las representaciones de la escena pública. Scott
aclara que no es en este escenario publico donde los subordinados hace política,
en realidad estos grupos desprestigiados producen a partir del sufrimiento y a
espaldas del dominador un “discurso oculto” que representa una crítica del poder,
es allí donde se da su resistencia.
Plantea que los grupos que carecen de poder, mientras no recurren a la rebelión,
conspiran disfrazando su discurso y prácticas para reforzar la apariencia
hegemónica que las elites tratan de imponerles. Por medio del arte del disfraz, del
ocultamiento y la desfiguración crean espacios sociales donde surge y comparten
una subcultura de la disidencia. Es una lucha en la que se disputan los significados
en el ámbito de la cultura.
Bruno Lutz, realizo un ensayo profundizando en este tema, haciendo un análisis del
trabajo de campo de James Scott hecho en un pueblo malayo en Sedaka, donde
encontró los antes nombrados “discursos ocultos”. La ideología planteada por los
dominantes a sus súbditos se centraba en un discurso donde se les obligaba
aceptar y creer en esos “valores” que explica y justifica su propia subordinación.
Pero ante la inconformidad de dicho trato y jerarquía, estos grupos crean unos
discursos ocultos donde el lenguaje ocupa un lugar muy importante.
Lutz dice que “la rutinizacion weberiana de las relaciones de dominación consiste a
veces en la construcción y siempre aplicación de reglas de etiqueta, las cuales
imponen a ambas partes, los dominantes y dominados, principios diferenciados de
actuación mutua” (Lutz, 2002, p. 4); esto, a partir de la posición de Scott frente a
que “la resistencia surge no solo de la apropiación material sino de la sistemática
humillación personal que caracteriza la explotación” (Scott, en Lutz, 2002, p. 4). Sin
embargo, aunque la resistencia se basa en esa lucha de clases, dentro de dichos
grupos subordinados se vive una jerarquización siendo el reflejo de lo que viven en
su cotidianidad.
Scott habla de la política del disfraz o del anonimato, a esta la denomina la
“infrapolitica”, la cual “designa al conjunto de formas discretas de resistencia que
recurren a formas directas de expresión” (Scott, en lutz, 2002, p. 5). Como lo
mencionamos anteriormente el lenguaje es un método de hacer resistencia entre
los dominados para crear chismes o rumores que lleven a la liberación y a
manifestarse públicamente, y también lo utilizan como mecanismos de solidaridad
mutua.
- El invento de la cotidianidad
- Discursos - poder
“Los Encuentros regionales para la paz –ERP- son una iniciativa de la ruta pacifica
de las mujeres, la red nacional de programas de desarrollo y paz, la red de iniciativas
y comunidades para la paz”, los cuales se fundamentan en la congregación de las
comunidades víctimas del conflicto armado para el retorno y la reparación del tejido
social en cada una de las regiones de Colombia. En este año (2016), se realizara el
XV ERP en el municipio de San Carlos; este tendrá como objetivo “el dialogo
intersectorial y reúne a representantes de la sociedad civil, de organizaciones
sociales y de víctimas, los gremios, las iglesias, las universidades, entre otros, para
plantear acciones desde las regiones hacia la mesa de conversaciones que
adelanta el Gobierno Nacional y las FARC-EP en la Habana (Cuba)”. (Voces de
papel, 2015)
CONCLUSIONES
- La resistencia es ese acto libertario al que el ser humano recurre frente a una
inconformidad ante las injusticias sociales; pero este solo es posible en tanto
que las relaciones de poder se den sobre un grupo determinado, donde se
trate de implantar una ideología que convenza al hombre de su posición
social, haciéndola tan natural que no logre obtener la autorreflexión de sus
acciones. De este modo, podemos estar de acuerdo con Foucault al hacer
mención que la resistencia es posible si y solo si, existe una dominación a la
que se espera la liberación.