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Es una comunidad de iglesias en camino hacia la unidad visible en una sola fe y una sola
comunión eucarística, expresada en el culto y la vida común en Cristo. Busca avanzar
hacia esa unidad, así como Jesús oró por Sus seguidores, "para que el mundo crea" (Juan
17:21)". (www.wcc-coe.org). Otro ejemplo del ecumenismo lo vemos en un documento
titulado Evangélicos y católicos juntos: La misión cristiana en el tercer milenio, publicado en
1994 y aprobado por algunos representantes más destacados del cristianismo evangélico y
el catolicismo romano.
El ecumenismo también puede ser definido en términos más generales: "un movimiento
que promueve unidad mundial entre todas las religiones a través de una mayor
cooperación". Por ejemplo, un sacerdote cristiano podría invitar a un imán musulmán para
hablar en su púlpito, o una iglesia podría reunirse con miembros de un templo hindú para
tener un servicio de oración. Definido de esta manera, definitivamente el ecumenismo no
es correcto. No vamos a estar "en yugo desigual con los incrédulos" (2 Corintios 6:14; ver
también Gálatas 1:6-9). La luz y las tinieblas no tienen comunión entre sí.
Para este artículo, vamos a limitar la definición de ecumenismo a "el movimiento hacia la
unidad entre los grupos cristianos". La pregunta importante es esta: ¿son correctas y
bíblicas las iniciativas ecuménicas? ¿Debemos involucrarnos con otros "cristianos" en
iniciativas conjuntas a nivel local, nacional o internacional? La respuesta es un rotundo no.
Por supuesto, la unidad entre los cristianos verdaderos es importante (Salmo 133:1; Juan
17:22). Pero, ¿qué ocurre si algunos de los que profesan el cristianismo en realidad niegan
ciertos aspectos fundamentales de la fe? Se debe considerar cada situación de forma
individual. Aquí hay un par de preguntas que nos ayudarán a tomar decisiones que honren
a Dios con respecto al ecumenismo:
Primero que todo, ¿aquellos con los que nos estamos uniendo, son verdaderamente
cristianos en el sentido bíblico de la palabra? Muchas personas y organizaciones hacen
referencia al nombre de Jesucristo e incluso declaran que Él es el Señor y Salvador, sin
embargo rechazan claramente lo que la Biblia dice acerca de Él. Ejemplos claros de esto
son los Mormones y los Testigos de Jehová, que se llaman a sí mismos seguidores de
Jesucristo y afirman ser "cristianos", no obstante niegan lo que la Biblia dice acerca de la
naturaleza y la obra de Cristo. Un ejemplo no tan obvio es el cristianismo liberal. El
cristianismo liberal se encuentra en casi todas las denominaciones, y aunque pueda
parecer cristiano, generalmente rechaza muchas verdades esenciales. Los liberales suelen
negar o subestimar la inspiración y la autoridad de la Biblia (2 Timoteo 3:16), el carácter
exclusivo de la salvación en Cristo (Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5), y la completa dependencia
en la gracia de Dios para la salvación, aparte de las obras humanas (Romanos 3:24, 28;
Gálatas 2:16; Efesios 2:8-9).
Hoy en día hay un gran énfasis en la unidad ecuménica entre evangélicos y católicos
romanos. Aquellos que promueven tal estado de unidad declaran que ambos grupos son
cristianos y ambos son sistemas de fe que honran a Dios. Sin embargo, hay diferencias
sustanciales entre los dos grupos. El cristianismo bíblico y el catolicismo romano son dos
religiones diferentes que practican y creen cosas diferentes acerca de la salvación, la
autoridad de la Biblia, el sacerdocio de los creyentes, la naturaleza del hombre, la obra de
Cristo en la cruz, etc. La lista de diferencias irreconciliables entre lo que dice la Biblia y lo
que la iglesia católica romana afirma, hace que sea imposible cualquier objetivo en
conjunto. Quienes niegan esto, no están siendo fieles a lo que dicen creer, no importa de
qué lado estén. Cualquier católico que se toma en serio su fe, rechazará lo que crea un
cristiano evangélico firme, y viceversa.
Uno de los atractivos del ecumenismo es que a menudo los grupos teológicamente
diferentes, son grupos apasionadamente afines sobre ciertos asuntos. Los cristianos
bíblicos suelen mantener una firme postura a favor de la vida, un punto de vista tradicional
respecto a la familia, una convicción para ayudar a los enfermos y desamparados, y un
deseo de ver la justicia en el mundo. Otros grupos, que pueden tener una teología
contraria a la Biblia, pueden mantener las mismas posturas a nivel social. Por eso, a veces
muy grande la tentación de unificar recursos en pro de una causa común. Esto nos lleva a
la siguiente pregunta.
En segundo lugar, ¿cuál es el objetivo final de esta iniciativa ecuménica? La Escritura nos
da una orientación clara en cuanto a cómo deben vivir los cristianos que creen en la Biblia.
Colosenses 3:17 declara nuestro propósito de esta manera: "Y todo lo que hacéis, sea de
palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios
Padre por medio de él". Acerca de nuestras relaciones con los perdidos, Jesús dijo en
Mateo 5:16, "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". Mateo 28:18-20 y 1
Corintios 2:2 convierte el evangelio en nuestra máxima prioridad. Todo lo que hacemos es
para traer gloria y honor a Dios; debemos vivir en obras buenas ante un mundo perdido y
moribundo, y debemos llevar al mundo el mensaje del evangelio que cambia vidas.
Compartir la muerte y resurrección de Cristo trae gloria a Dios y debe motivar nuestra
relación con el mundo.
Con respecto a iniciativas ecuménicas, tenemos que preguntarnos si estos objetivos están
o no siendo alcanzados. A menudo, compartir el evangelio se convierte en una idea de
último momento, si es que se llega a pensar en eso. En vez de predicar el evangelio, el
ecumenismo tiende a concentrarse en los mensajes políticos y sociales. En lugar de
buscar transformar los corazones, los esfuerzos ecuménicos generalmente buscan
transformar los entornos políticos, sociales o económicos. El objetivo final de nuestras
acciones debe ser la salvación de los pecadores perdidos (Efesios 2:1-3). Los ángeles del
cielo se regocijan cuando un pecador se arrepiente (Lucas 15:10). No hay nada en la Biblia
que diga que los ángeles se regocijan cuando se aprueba una ley, o cuando se cava un
pozo, o cuando se pavimenta una calle. (No es que haya algo de malo haciendo estas
cosas, simplemente esto no puede opacar el evangelio). Mientras consideramos estas
iniciativas ecuménicas, necesitamos asegurarnos de que se extienda el reino de Dios por
medio del evangelismo.
Antecedentes
Este movimiento en la actualidad busca el diálogo para un acercamiento con las diferentes
corrientes del cristianismo. Busca raíces del ecumenismo en la Biblia y en la historia de la
Iglesia, en que apoyarse para describir la unidad de la iglesia cristiana. El movimiento
ecuménico busca raíces en el sentir de Jesucristo ".Para que todos crean " S. Jn. 17:21,
Por una parte, existen los que le atribuyen a la Biblia cosas que ella no dice respecto al
ecumenismo, lo asocian con el fin de hacer valer opiniones personales, forzando la Biblia
para establecer doctrinas que carecen de seriedad y profundidad interpretativa bíblica.
Asocian el ecumenismo con lo diabólico o con la mega iglesia apocalíptica. Por otro lado,
los que han marginado la Biblia y hablan del ecumenismo, partiendo desde un punto de
vista social humanista o filantrópico y político.
¿Qué es el Ecumenismo?
Ecumenismo se refiere a toda iniciativa que apunte a una mayor unidad o cooperación
religiosa. En su sentido más amplio, esta unidad o cooperación puede referirse a una
unidad mundial religiosa, por la advocación de un mayor sentido de espiritualidad
compartida entre las tres religiones abrahámicas: Judaísmo, Cristianismo e Islam. Más
comúnmente, sin embargo, el ecumenismo es usado en un significado más específico, en
referencia a una cooperación mayor entre las denominaciones diferentes religiosas de una
sola de estas confesiones.
Por Ecumenismo: se entiende el movimiento surgido, por la gracia del Espíritu Santo, para
restablecer la unidad de todos los cristianos. Participan en él los que invocan al Dios Uno y
Trino y confiesan que Jesús es el Señor y Salvador. Casi todos, aunque de distinta
manera, aspiran a una Iglesia de Dios única y visible. El Movimiento Ecuménico comenzó
oficialmente con el Congreso Misionero de Edimburgo (Escocia) en 1910. Surgió en un
ambiente protestante y en un contexto misionero, por la necesidad de presentar un frente
unido en los países paganos.
La Iglesia Católica considera la separación de los ortodoxos y los protestantes como una
herida profunda infligida a la Iglesia de Cristo. Por lo que al mismo tiempo que las iglesias
protestantes, inicia un movimiento a favor de la unidad de los cristianos.
Clases
Ecumenismo protestante:
Las tres grandes figuras que pusieron las bases del ecumenismo protestante fueron:
Ø Natan Sôderblom. Obispo luterano de Upsala, Suecia. Trató de enfocar la unidad de los
cristianos bajo el aspecto práctico y no doctrinal. Buscaba la colaboración de las
actividades prácticas como camino para llegar a la unidad. En el Congreso de Estocolmo
de 1925 fundó el Movimiento Vida y Acción.
Ø Juan Mott. Metodista, enamorado del ecumenismo. Su lema fue: "Mediante la acción
unida de todos, demos muestra de que el ecumenismo es una realidad, dejando a la
Providencia manifestarnos el camino a seguir". En 1946 recibió el Premio Nobel de la Paz
y fue presidente vitalicio del Consejo Ecuménico.
Ecumenismo católico:
Ø En 1930, el padre José Metzger fundó la asociación "Una Sancta", con el objetivo de
fomentar el ecumenismo.
Ø En 1960, el Papa Juan XXIII, funda el "Secretariado para la Unión de los Cristianos". Fue
puesto bajo la presidencia del Cardenal Agustín Bea, es el organismo católico por
excelencia para promover la unión de los cristianos.
Ø El "Decreto Conciliar sobre el Ecumenismo" (Unitatis Redintegratio), presenta las bases
doctrinales y las líneas de acción práctica del ecumenismo católico. Fue promulgado por el
papa Paulo VI el 21 de noviembre de 1964, durante la celebración del Concilio Ecuménico
Vaticano II.
Ø La Asociación "Ut Unum Sint", palabras tomadas de Jn 17, 21, que significan "Que sean
una sola cosa", fue fundada por la Congregación del Concilio y tiene como finalidad
promover la unidad de todos los cristianos en la única Iglesia de Cristo.
1918 El obispo luterano Nathan Söderblom se acerca a numerosos clérigos católicos para
invitarles a hablar de la paz. Reunión de Uppsala en septiembre. Gasparini no se toma la
cosa en serio.
Por la primera vez, Nathan Söderblom, en una carta abierta, sugiere la creación de un
Consejo ecuménico de las Iglesias (C. OE.E).
1925 Conferencia del cristianismo práctico en Estocolmo. Violento ataque del canónigo
católico Charles Journet contra el cristianismo práctico en su libro "L'unión des églises et le
Christianisme pratique".
Se reúne en Estocolmo el Comité de Continuación de la Conferencia Misionera Mundial,
para programar la primera Conferencia Mundial de Fe y Constitución.
1929 Primera evaluación seria del trabajo ecuménico por los católicos con el libro de Max
Pribilla s.j. : Um kirchliche Einheit, Stockholm, Lausanne, Rome.
Coincide esta etapa con la historia del «Consejo Mundial de Iglesias» (CMI). Su estatuto,
fijado provisoriamente en Utrech en 1938, a causa de la Segunda Guerra Mundial, no fue
adoptado hasta la asamblea de Ámsterdam, en 1948. El consejo se definió no como una
«super Iglesia» o como una «Iglesia mundial», sino como una «comunidad de Iglesias que
reconocen a Cristo como Dios y Salvador». Desde su fundación se han establecido 7
asambleas generales: Ámsterdam (1948); Evanston (1954); Nueva Delhi (1961); Upsala
(1968); Nairobi (1968); Vancouver (1983) y Canberra (1991).
En cuanto a la Iglesia católica, un cambio de actitud empezó con Juan XXIII y siguió con
Pablo VI dando pasos concretos y asumiendo una conciencia nueva en el Concilio
Vaticano II. El gran paso fue la creación del Secretariado para la unión de los cristianos
(1960) con el cardenal Agustín Bea a la cabeza, pasando en 1961 a participar en la
conferencia de Nueva Delhi y llegar en 1964 a la promulgación del decreto «Unitatis
redintegratio», documento del Concilio Vaticano II dedicado enteramente al Ecumenismo.
En 1995, Juan Pablo II publica la Carta Encíclica Ut unum sint, en la cual se insta a la
unión de las iglesias cristianas mediante la fraternidad y la solidaridad al servicio de la
humanidad.1
UNAS BREVES PALABRAS SOBRE EL ECUMENISMO
La palabra ecumenismo deriva del griego oikouemene, que significa “lugar habitado por la
humanidad”. Este término fue usado en el imperio romano para referirse a la totalidad de
las tierras conquistadas. Dentro del ámbito cristiano, la palabra ha sido usada más bien
para referirse a un movimiento emprendido por diversas iglesias, con la intención de
unificar las diferentes denominaciones cristianas; y algunos más liberales han querido unir
diferentes religiones en un mismo movimiento ecuménico. A simple vista, el ecumenismo
presentaría aparentes ventajas. Pero las consecuencias serían tan devastadoras que los
posibles beneficios se esfumarían rápidamente. El problema ha estado en que las iglesias
interesadas en crear tal movimiento han tratado de enfatizar una unión en base al amor de
Cristo, pero a expensas de la verdad. Lo que queremos decir con esto es que diferentes
denominaciones cristianas, enfatizando exclusivamente el llamado a amarnos unos a otros,
y dejando a un lado verdades cardinales de la fe, han intentado crear alianzas estratégicas
de trabajo entre personas que a veces difieren enormemente en lo que creen. Algunas
iglesias y/o denominaciones que se han desviado de manera significativa de la verdad han
pretendido unirse con otras de corte ortodoxo, bajo una misma sombrilla, lo cual es una
imposibilidad.
Si bien es cierto que Cristo oró en Juan 17:21, horas antes de su crucifixión, “para
que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti…”, no es menos cierto que
Cristo no estaba pretendiendo con eso unir a los cristianos a expensas de lo que es su
verdad. En esa misma oración, en Juan 17:17, Cristo dijo: “Santifícalos en la verdad; tu
palabra es verdad”. De manera que para lograr una verdadera unificación de las iglesias
tendríamos primero que ponernos de acuerdo primordialmente en lo que es la verdad. El
movimiento ecuménico ha logrado avanzar basado en un liberalismo, donde cualquiera
que profese ser cristiano pudiera formar parte del mismo y ser aceptado, sin sentirse
juzgado por nadie. Estamos de acuerdo con que no debemos vivir juzgando al otro, pero
es la Palabra que juzga nuestras acciones. Y cuando la Palabra de Dios descalifica a un
grupo para ser llamado cristiano por haber abandonado la verdad, entonces no podemos
estrechar los lazos con aquellas personas que dicen ser discípulos de Cristo sin abrazar
Su verdad. El apóstol Pablo lo explicó muy claramente en Gálatas 1:6-9:
“Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de
Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, sólo que
hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun
nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos
anunciado, sea anatema. Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os
anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema”.
Quisiéramos hacer la salvedad de que es frecuente ver una iglesia que no cree
exactamente, cien por ciento igual, cada una de las cosas que otra iglesia cree; pero esto
no implica que estas dos iglesias no pudieran tener comunión, hermandad, trabajar juntas,
amarse y admirarse la una a la otra. The Gospel Coalition y Coalición por el Evangelio son
muestras de esto que estamos diciendo. Lo que sí estamos tratando de comunicar es que
hay verdades fundamentales del evangelio que no pueden ser negociadas. Y cuando
iglesias llamadas cristianas negocian las verdades fundamentales del evangelio,
lamentablemente no nos queda otro camino que no sea el de divorciarnos de la asociación
con ellas, y pedirle a Dios que pueda restaurar la verdad en el seno de las mismas. A
manera de conclusión, podemos ilustrar esto último de la manera siguiente. Las verdades
resumidas por el movimiento de la Reforma en las Cinco Solas (con todas sus
implicaciones) son innegociables:
Índice
1Divisiones históricas
2Modelos de clasificación
o 2.1Grupos occidentales
o 2.2Grupos orientales
3Otras denominaciones cristianas
o 3.1Cristianismo esotérico
o 3.2No categorizados
4Cuadro sinóptico
5Véase también
6Referencias
7Enlaces externos
Divisiones históricas[editar]
Algunas corrientes o grupos del pasado dejaron de existir formalmente con el paso de los años. Es el
caso, por ejemplo, de los gnósticos (que sustentaban un modelo dualista de deidad), los ebionitas (que
negaban la divinidad de Cristo), los apolinarios (que defendían que Jesús tenía cuerpo humano y mente
divina), los montanistas (que pregonaban una nueva revelación concedida a ellos) y los arrianos (que
argumentaban que Jesús era un ser creado, por lo tanto no coeterno conDios Padre). Muchos de estos
grupos primitivos, hoy considerados heréticos, se extinguieron por falta de seguidores o, de manera
general, fueron suprimidos por la Iglesia institucionalizada, que en sus primeros siglos desarrolló un
gran esfuerzo por unificar y definir con claridad lo que no era doctrina cristiana.
No obstante este esfuerzo, representado especialmente por los primeros Concilios ecuménicos, se
fueron profundizando algunas diferencias entre las tradiciones Oriental y Occidental. Ellas se derivaron
inicialmente de las diferencias lingüísticas y socioculturales entre el Imperio romano de Occidente y
el Imperio bizantino. Como el mundo Occidental (es decir, Europa) utilizaba el latín como su "lingua
franca" y el Oriental (es decir, Oriente Medio, Asia y el Norte de África) empleaba el griego koiné para
transmitir sus escritos, los desarrollos teológicos de cada parte no llegaban a la otra con fluidez, pues la
traducción se hacía muy difícil por costo y logística.
La primera ruptura significativa y duradera del cristianismo histórico se produjo con la Iglesia asiria de
Oriente, a consecuencia de la controversia cristológica sobre el Nestorianismo en 431. En 1994 esta
Iglesia firmó una declaración cristológica de fe en común con la Iglesia católica, por el que ambas
interpretaron este cisma como un problema básicamente lingüístico, derivado de dificultades de
traducción de términos muy delicados y precisos del latín al aramaico y viceversa (véase Concilio de
Éfeso). Después del Concilio de Calcedonia, en 451, la siguiente gran división ocurrió entre las
Iglesias siria y alejandrina (también llamada Iglesia Egipcia o Copta), que se separaron en virtud de las
doctrinas monofisitas (el papa Juan Pablo II y el Patriarca sirio Ignacio Zakka I Iwas firmaron, a fines del
siglo XX, una declaración cristológica de fe en común). Estas Iglesias monofisitas son conocidas
como Iglesias no calcedonianas, diferenciándose de la Iglesia ortodoxa por aceptar solo las
resoluciones de los tres primeros Concilios ecuménicos. Aunque la Iglesia como un todo no experimentó
mayores divisiones en los siglos siguientes, los grupos Oriental y Occidental llegaron a tal punto de
desacuerdo, que los patriarcas de ambas familias se excomulgaron mutuamente en 1054, hecho que es
conocido históricamente como el Cisma de Oriente y Occidente. Las razones políticas y teológicas del
cisma son complejas. Sin embargo, el punto más controvertido fue la cuestión de la primacía papal: Los
cristianos de Occidente insistían en que el Patriarca de Roma debía mantener una posición especial de
autoridad sobre los patriarcas de las iglesias de otras ciudades (Patriarca de Alejandría, Patriarca de
Antioquía, Patriarca de Constantinopla e incluso sobre el Patriarca de Jerusalén). En cambio, los
cristianos de Oriente sostenían que todos los patriarcas eran de igual autoridad, no teniendo ninguno de
ellos primacía sobre jurisdicciones ajenas a la propia. El cisma se afianzó y por siglos cada iglesia
consideró a la otra como causante de la división, y fue solamente bajo el papado de Juan Pablo II que
se hicieron las primeras reformas significativas para mejorar las relaciones entre la Iglesia de Roma y
las Iglesias Orientales.
Muchos siglos después del Gran Cisma, el cristianismo Occidental (que se denominaba a sí mismo
católico) experimentó una serie de movimientos reformadores geográficamente aislados que
precedieron a la aparición de la Reforma Protestante. Por ejemplo, en Italia, durante el siglo XII, Pedro
Valdo congregó a un grupo de seguidores conocidos como los valdenses, y tal movimiento fue
posteriormente absorbido por los reformadores protestantes modernos. En Bohemia, una región de
mayoría ortodoxa, la ocupación por parte de los Estados Pontificios (un Estado militarmente más
poderoso que la posterior Santa Sede) produjo la imposición del catolicismo, pero a principios del siglo
XIV Jan Hus (sus seguidores fueron llamados husitas) inició un movimiento para desafiar las
enseñanzas de la Iglesia de Roma (guerras husitas). Posteriormente el grupo daría origen a
los Hermanos Moravos y renacería con otros nombres, pero ya formando parte de la Reforma
Protestante.
Un movimiento independiente que, años después, se alinearía también mayoritariamente con la
Reforma Protestante, se comenzó a gestar cuando el rey Enrique VIII de Inglaterra se hizo declarar
"Cabeza de la Iglesia de Inglaterra" mediante el Acta de Supremacía de 1534.
El anglicanismo paulatinamente fue adoptando algunas doctrinas protestantes hasta declararse
inequívocamente Católico y Reformado, por lo menos en la Comunión anglicana.
Un cisma de enormes dimensiones se produjo a consecuencia de la publicación de las noventa y cinco
tesis de Martín Luteroen la Universidad de Wittenberg, el 31 de octubre de 1517. Escritas inicialmente
como una serie de reclamaciones a fin de estimular la reforma de la Iglesia Occidental, no pretendían ni
remotamente alcanzar el efecto que lograron. Los textos de Lutero, combinados con la obra del
teólogo suizo Ulrico Zuinglio y del teólogo francés Juan Calvino, provocaron la ruptura del cristianismo
católico europeo, fundando la que ha llegado a ser, probablemente, la segunda mayor rama del
cristianismo moderno (después del catolicismo), el denominado protestantismo.
A diferencia de otras ramas del cristianismo (catolicismo, ortodoxia, ortodoxa
asiria, coptismo y anglicanismo), el protestantismo es un movimiento con una gran variedad de
estructuras gubernamentales. De esta forma, diversos grupos, como los presbiterianos, las Iglesias
Reformadas, los luteranos, los metodistas, los congregacionalistas, los anabaptistas, los bautistas,
los adventistas, los pentecostales, y hasta cierto punto también los
llamados restauracionistas (dependiendo del esquema de clasificación que se utilice), pueden ser
agrupados dentro de esta rama del cristianismo.
Modelos de clasificación[editar]
A pesar de que en el pasado, la gran mayoría de los cristianos permanecieron por siglos unidos en una
misma Iglesia (solo dividida por factores geográficos), algunos sostienen[cita requerida] que el cristianismo
nunca fue una religión de creencias homogéneas. De cualquier forma, la diversidad de creencias y de
grupos a inicios del siglo XXI es evidente, no obstante compartir casi todos ellos una historia y una
tradición en común. El cristianismo es, actualmente, la mayor religión del mundo (sumando
aproximadamente un tercio de su población), este hecho hace pertinente una clasificación comparativa
de sus diversas tradiciones, que incorpore tanto las particularidades de cada tradición, como sus
doctrinas, escuelas teológicas, formas de gobierno eclesiástico, formas de lenguaje y otros aspectos.
La primera categorización, en la mayoría de los modelos de clasificación, incluye las dos familias más
antiguas, el cristianismo oriental y el cristianismo occidental. Dentro de estas dos familias principales
encontramos las distintas ramas del cristianismo. Podemos organizarlos en seis grupos (por orden
decreciente de número de fieles): catolicismo, protestantismo, ortodoxia oriental, anglicanismo, Iglesias
no calcedonianas (que siguen el "monofisismo", como la Iglesia armenia y la Iglesia copta, por ejemplo),
y "nestorianismo" (específicamente la Iglesia Asiria de Oriente).
Tras estas grandes ramas, vienen las denominadas "familias denominacionales". En algunas tradiciones
estas familias son definidas con precisión (como las Iglesias autocéfalas en las ramas Ortodoxas), en
otras, esta precisión se pierde por la existencia de grupos ideológicos que se superponen (este es
especialmente el caso del protestantismo, que
incluye anabaptistas, adventistas, bautistas, congregacionalistas, pentecostales, luteranos, metodistas,
presbiterianos, Reformados, y otros, que se suelen clasificar dependiendo del punto de vista del que
clasifica). Existen también denominaciones que, en Occidente, han logrado una completa
independencia para establecer una doctrina propia, es el caso, por ejemplo, de muchas Iglesias
nacionales en la Comunión anglicana o vinculadas a la Iglesia luterana Sínodo de Misuri. En este punto,
se vuelve muy difícil aplicar una clasificación a las iglesias orientales y católicas en virtud de la rigidez
de sus estructuras jerárquicas. Unidades más precisas después de las denominaciones incluyen ciertos
tipos de concilios regionales, congregaciones individuales y otros tipos de cuerpos eclesiásticos.
Grupos occidentales[editar]
Artículo principal: Cristiandad occidental
Plaza de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano, uno de los puntos neurálgicos de la Iglesia católica.
El catolicismo y el protestantismo son las dos mayores divisiones del Cristianismo en el mundo
occidental, no obstante, y aunque con frecuencia son incluidas como integrantes del segundo grupo,
Iglesias pertenecientes al Anglicanismo, y algunas Iglesias bautistas, metodistas y luteranas, no siempre
se identifican a sí mismas como protestantes, y estrictamente hablando, no siempre lo son
(véase Comunión de Porvoo). El Anglicanismo, por ejemplo, nunca se ha identificado completamente
como protestante, incluso, desde la aparición del Movimiento de Oxford, en el siglo XIX, liderado
por John Henry Newman, los escritores anglicanos se vieron impulsados a definir más claramente la
implicación católica de sus iglesias, caracterizando al Anglicanismo entonces como una vía media,
protestante y católica al mismo tiempo.
Un elemento central de la tradición católica es su fuerte adhesión al principio de la Sucesión
apostólica. Apóstol significa "aquél que es enviado". Según el concepto católico, Jesús comisionó a los
doce primeros apóstoles (véase para una lista de los doce) y ellos habrían continuado haciendo lo
mismo, imponiendo las manos sobre los dirigentes subsecuentes de la Iglesia para "ordenarlos" al
"sagrado ministerio". De esta forma, los católicos trazan una línea sucesoria ininterrumpida de sus
jerarcas actuales hasta los primeros doce apóstoles. A este respecto, una creencia característica de los
católicos es que el papa ostenta una autoridad superior que puede ser ligada directamente a la que
habría sido concedida al apóstol Simón Pedro. Con todo, existen grupos autodenominados católicos,
como los veterocatólicos adheridos a la Unión de Utrecht, que rechazan el dogma de la Infalibilidad
Pontificia definido por el Concilio Vaticano I en 1870, por considerarlo contrario a la tradición católica.
El catolicismo es una fe profundamente jerárquica en la cual siempre hay una autoridad suprema para
materias de fe y práctica cristiana, para el catolicismo esto es dominio exclusivo del papa, para otros
católicos en cambio persiste la tradición de entregar esta autoridad a los Concilios episcopales.
Distintos puntos de doctrina pueden variar desde un pequeño número de proposiciones simples hasta
una cantidad numerosa de elementos, dependiendo de cada grupo. Algunos grupos mantienen sus
doctrinas relativamente estáticas, otros en cambio, han cambiado dramáticamente sus definiciones con
el correr del tiempo. Por ejemplo, antes de la Ilustración, los eruditos cristianos que negaban o
cuestionaban la doctrina de la Trinidad (dogma para el catolicismo y doctrina ampliamente sustentada
por las distintas denominaciones que trata sobre las relaciones entre Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu
Santo descritas en la Biblia) eran expulsados de sus iglesias y, en algunos casos, exiliados y
desprovistos de toda protección legal. Actualmente en cambio, algunas tradiciones que reivindican no
ser descendientes de ninguno de los dos grupos históricos hasta aquí reseñados, no dejan de
considerarse esencialmente cristianas no obstante rechazar la doctrina cristiana tradicional sobre la
trinidad de Dios. Es el caso de las iglesias denominadas mormonas, la principal de las cuales (La Iglesia
de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días) es frecuentemente incluida entre las iglesias
protestantes, no obstante no compartir sus doctrinas características ni identificarse a ella misma como
protestante. Su origen, durante el llamado Segundo Gran Despertar, fue paralelo al surgimiento de otras
innumerables religiones estadounidenses, incluyendo a la Iglesia Adventista del Séptimo Día,
los Testigos de Jehová y otras incluidas dentro del restauracionismo como movimiento.
Sin embargo los Mormones y Adventistas del Séptimo Día si tienen a la Trinidad dentro de sus
creencias fundamentales, a diferencia de los Testigos de Jehová. Véase: Artículos de fe de la Iglesia De
Jesucristo De Los Santos De Los Últimos Días.1
Cristianismo esotérico[editar]
Existen algunas tradiciones cristianas que se autodenominan "religiones de misterios y están
relacionadas no con una forma específica de culto religioso, sino con una tradición de autoconocimiento
del ser humano como espíritu y parte integrante de Dios. Estas tradiciones son también conocidas
como Cristianismo esotérico y son las únicas denominaciones cristianas que aceptan doctrinas como
la reencarnación y el evolucionismo (entendido como doctrina).
Estas tradiciones defienden también la idea de que todas las formas vivientes pasan por el mundo como
forma de desarrollarse, iniciándose en la inconsistencia y terminando en la más elevada conciencia. La
palabra de Cristo sería, entonces, válida para la actual práctica de la humanidad y consistiría en
despertar al ser humano para el amor y el altruismo, formando, a su debido tiempo, una fraternidad
universal, hasta que la humanidad esté lista para dirigirse directamente Dios.
Una de las organizaciones más conocidas de entre las vinculadas al Cristianismo esotérico es
la Fraternidad Rosacruz. Varias otras fraternidades rosacrucianas también se declaran cristianas
y gnósticas, como es el caso de la Fraternidad Rosacruciana Antigua.
No categorizados[editar]
Algunas denominaciones que surgieron en medio de la tradición cristiana occidental, aunque se
consideran cristianas, no pueden ser clasificadas ni como católicas, ni como plenamente protestantes,
es el caso de la Sociedad Religiosa de los Amigos (más conocidos como cuáqueros, pues en su seno
denominacional convive una gran variedad de creencias y doctrinas. El Cuaquerismo no tiene un credo
oficial, carece de sacerdotes, pastores y sacramentos, y desarrollan diferentes tipos de cultos (aunque
algunas comunidades cuáqueras evangélicas hispanoamericanas sí tienen pastores).
Por otro lado, la polémica teológica sobre la Trinidad dio origen al Unitarismo, cuya principal
denominación en los Estados Unidos renunció a su especificidad cristiana y actualmente es una
organización religiosa de carácter pluralista. A pesar de su virtual abstención ante cualquier tipo de
doctrina religiosa formal, persisten denominaciones de esta tradición, especialmente en Europa, que se
identifican a sí mismas como cristianas, o incluso como protestantes.