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Domingo 23 de Marzo de 2008

Esclavitud contemporánea
¿Se puede sostener que la esclavitud se terminó? No, de ninguna manera. Históricamente se
relaciona la esclavitud con el sufrimiento de los negros africanos. Historiadores árabes
consideran que a lo largo de cuatrocientos años, cerca de 100 millones de habitantes del
continente africano fueron secuestrados, sometidos y enviados más allá del Atlántico en
condiciones de esclavitud. En muchos casos eran los propios reyezuelos africanos quienes
abastecían a los “negreros”. Hoy, de acuerdo con el último “Informe sobre Tráfico
Humano” del Departamento de Estado de los Estados Unidos, entre 600.000 y 800.000
personas son traficadas, cada año, a través de las fronteras internacionales. El 80 por ciento
son mujeres y niñas. Y el 50 por ciento menores. Estas cifras fueron reproducidas por la
Revista del diario El País, de España, en noviembre pasado.

La organización antiesclavista “Free the Slaves” estima que, de su explotación, los


traficantes de personas están obteniendo un beneficio de 32.000 millones de dólares cada
año, un monto sólo superado por el negocio de las armas y las drogas. En 2003, por
ejemplo, unas 400.000 personas fueron “compradas” desde Europa Oriental y en
Suramérica para trabajar en la industria del sexo o en el procesamiento de alimentos. En el
viejo continente, España es un destino final destacado. También mujeres y niños son
secuestrados en Afganistán y vendidos como siervos sexuales o laborales en Arabia
Saudita, Irán y Pakistán. En Brasil, entre 40.000 y 50.000 esclavos trabajan cortando
madera o en las minas de oro. Otro “destino” sexual, pero en el Asia, es Japón. El Gobierno
otorga una “visa de entretenimiento” a más de 120.000 mujeres por año, forzadas a
prostituirse. En la India y Nepal la esclavitud laboral y agraria, en terrenos peligrosos y en
canteras, atrapa 12 millones de personas. Los traficantes suelen ser amparados por políticos
y por los cuerpos policiales.

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La esclavitud es una institución jurídica que conlleva a una situación personal por la cual
un individuo está bajo el dominio de otro, perdiendo la capacidad de disponer libremente de
su propia persona y de sus bienes. El fenómeno de la esclavitud se remonta a determinadas
civilizaciones antiguas. Históricamente se ha demostrado que su existencia deriva de la
práctica de aprovechar la mano de obra de los cautivos en las guerras, a diferencia de la
práctica más remota de sacrificarlos. La esclavitud es una actividad económica mientras
que el esclavismo es la ideología que la sustenta.

Los más claros ejemplos de esclavitud reciente los hallamos en la colonización de América
o en épocas más antiguas las prácticas del antiguo Imperio romano consecuentes de la
institución denominada apremio individual, además de los planteamientos políticos de la
Grecia Antigua donde el mismo Aristóteles sostiene que la esclavitud es un fenómeno
natural. Mintz y Elkins consideran que existe una relación recíproca entre capitalismo y
esclavitud, evidenciando que conforme varía dinamismo del capitalismo, el carácter
represivo de la actividad laboral también varía. Otros investigadores como Lester Thurow
sostienen que mientras la democracia es incompatible con la esclavitud, el capitalismo no lo
es, por lo que la esclavitud suele reaparecer en la misma proporción que avanza las formas
autoritarias de gobierno.1

El Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición se celebra el


23 de agosto, mientras que el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud se
celebra el 2 de diciembre. Desde la perspectiva contemporánea la esclavitud es un crimen
de Lesa Humanidad y su prohibición está recogida en tratados internacionales aunque la
práctica sigue dándose culturalmente en determinados países: como la India, Sudán,
Mauritania y en otros bajo ciertas condiciones a menudo excepcionales como es el caso de
las fuerzas productivas infantiles en el Sudeste asiático o determinado tipo de prostitución
en todo el mundo (véase Esclavitud en la actualidad).

Por extensión se entiende por esclavitud la condición de personas sujetas a los designios de
otras sin opción a réplica, discrepancia, decisión o protesta.

Folleto informativo No.14 - Formas Contemporáneas de la


Esclavitud
Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de
esclavos
están prohibidas en todas sus formas.
Declaración Universal de Derechos Humanos
y Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos
Esclavitud: la realidad contemporánea La esclavitud fue la primera cuestión de
derechos
humanos que despertó un amplio interés internacional. Sin embargo, a pesar de la
condena
universal, las prácticas análogas a la esclavitud siguen siendo un problema grave y
persistente en los últimos años del siglo XX.
La palabra "esclavitud" abarca en la actualidad diversas violaciones de los derechos
humanos. Además de la esclavitud tradicional y la trata de esclavos, comprende
abusos
tales como la venta de niños, la prostitución infantil, la utilización de niños en la
pornografía, la explotación del trabajo infantil, la mutilación sexual de las niñas, la
utilización de niños en los conflictos armados, la servidumbre por deudas, la trata de
personas y la venta de órganos humanos, la explotación de la prostitución y ciertas
prácticas del régimen de apartheid y los regímenes coloniales.
Las prácticas análogas a la esclavitud pueden ser clandestinas. Esto hace que sea difícil
tener una idea clara de la escala de la esclavitud contemporánea, y aún más
descubrirla,
sancionarla o suprimirla. El problema se complica debido a que las víctimas de esos
abusos
suelen pertenecer a los grupos sociales más pobres y vulnerables. Muchas veces el
temor y
la necesidad de sobrevivir les impiden denunciar su situación.
No obstante, existen pruebas suficientes de que las prácticas análogas a la esclavitud
son
vastas y se hallan muy difundidas. Basta citar una cifra para evocar un panorama
tétrico:
según un cálculo reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se
explota
actualmente el trabajo de 100 millones de niños.
Como una contribución a la campaña para despertar la conciencia del público acerca de
las
cuestiones de derechos humanos, en el presente folleto informativo se describen las
formas
contemporáneas de la esclavitud, así como la labor realizada a nivel internacional para
suprimirla y prevenirla. También se hacen algunas sugerencias a los grupos y personas
que
pueden contribuir con sus actividades a construir un orden universal de derechos
humanos
en que no se toleren las prácticas análogas a la esclavitud.
Aspectos de la esclavitud
Las muchas pruebas presentadas a los órganos de derechos humanos de las Naciones
Unidas, en particular al Grupo de Trabajo sobre las Formas Contemporáneas de la
Esclavitud, así como los estudios y conclusiones de los relatores especiales, permiten
hacerse una idea exacta de lo que ahora representan las prácticas análogas a la
esclavitud.
La reseña que figura a continuación se basa en esas fuentes oficiales.
Como puede apreciarse, no existe una distinción neta entre las diversas formas de
esclavitud. Las mismas familias o grupos son muchas veces víctimas de varios tipos de
esclavitud contemporánea -por ejemplo, la servidumbre, el trabajo forzoso, el trabajo
infantil o la prostitución infantil- y el factor que los une a todos suele ser la extrema
pobreza.
Trabajo infantil
El trabajo infantil es muy solicitado porque resulta barato y porque los niños son
naturalmente más dóciles y fáciles de disciplinar que los adultos y tienen demasiado
miedo
para protestar. Los empleadores inescrupulosos utilizan su baja estatura y su habilidad
manual para ciertos tipos de labor. Muchas veces ocurre que se ofrece trabajo a los
niños
mientras sus padres se encuentran desempleados.
Hay niños de 7 a 10 años de edad que trabajan 12 a 14 horas diarias y ganas menos
de la
tercera parte del salario de un adulto.
Los niños empleados en el servicio doméstico no sólo trabajan muchas horas por un
sueldo
miserable, sino que están particularmente expuestos a los abusos sexuales, así como a
otros abusos físicos.
En casos extremos, se secuestra a los niños y se les retiene en campamentos remotos,
donde se les encadena por las noches para evitar que huyan, y se les obliga a trabajar
en la
construcción de carreteras y en canteras.
El trabajo infantil, a menudo arduo y peligroso, afecta la salud de manera irreversible y
priva a los niños de la educación y el goce normal de sus primeros años.
Las organizaciones no gubernamentales han propuesto un calendario internacional
para
erradicar las formas más graves de explotación de los niños, y han sugerido las
siguientes
medidas:
Eliminar todos los campamentos de trabajo forzoso en un plazo de 12 meses;
Excluir a los niños, para 1995, de las formas más peligrosas de trabajo, definidas por
la
Organización Mundial de la Salud (OMS) y la OIT; Suprimir todas las formas de trabajo
de
niños menores de diez años de edad, proscritas en el Convenio 138 de la OIT, y
reducir a la
mitad, para el año 2000, las del grupo de edad de 10 a 14 años.
Los niños en los conflictos armados
En muchas partes del mundo se ha denunciado el reclutamiento obligatorio de niños en
el
servicio militar. Las consecuencias son gravísimas. En las operaciones armadas
muchos
niños pierden la vida o quedan inválidos, mientras que otros son interrogados,
torturados,
golpeados o se les mantiene como prisioneros de guerra.
La trata de personas y la explotación sexual
El reclutamiento, el transporte clandestino y la explotación de las mujeres como
prostitutas,
así como la prostitución organizada de niños de ambos sexos en diversos países, son
hechos
bien documentados. Se ha comprobado el vínculo que existe en algunos lugares entre
la
prostitución y la pornografía -en particular, con explotación de niños- y la promoción e
incremento del turismo.
Venta de niños
Muchos intermediarios inescrupulosos han descubierto que es posible obtener enormes
ganancias entregando a niños de hogares pobres a personas con medios económicos -
sin
garantías ni vigilancia de ninguna clase para proteger los intereses del niño. En tales
casos,
el beneficio financiero -de los padres así como de los intermediarios- otorga a la
operación
el carácter de una trata de niños.
Servidumbre por deudas
Es difícil distinguir la servidumbre por deudas de la esclavitud tradicional, puesto que
la
víctima no puede dejar su trabajo, o la tierra que cultiva mientras no reembolse el
dinero
adeudado. Aunque en teoría una deuda puede pagarse en un determinado período de
tiempo, la servidumbre se presenta cuando a pesar de todos los esfuerzos, el deudor
no
consigue cancelarla. Por lo general, la deuda es heredada por los hijos del trabajador
en
servidumbre. El arriendo de tierras a cambio de una parte de la cosecha es una forma
frecuente de someter a los deudores a la servidumbre.
Apartheid y colonialismo
El apartheid no es sólo un problema de discriminación racial que puede resolverse con
medidas de educación y de reforma política. En realidad, el apartheid ha desposeído a
la
población negra de Sudáfrica, a la que se ha impuesto un sistema casi colonial.
Recurriendo
a medidas coercitivas, se explota el trabajo de las poblaciones indígenas en beneficio
de los
inversionistas blancos.
Al suprimir los derechos humanos de poblaciones enteras, el apartheid y otras formas
de
colonialismo tienen por consecuencia la esclavitud colectiva o de grupo. Uno de sus
aspectos más perniciosos es que no se ofrece a las poblaciones sometidas elección
alguna:
nacen en una situación de esclavitud y disponen de muy pocos medios -o de ninguno-
para
oponerse a ella.
La esclavitud: una mentalidad
La esclavitud tradicional, en tanto que sistema de trabajo permitido por la ley, ha sido
abolida en todas partes, pero no ha quedado enteramente suprimida. Se sabe que
todavía
existen mercados de esclavos. Aun cuando ha sido abolida, la esclavitud deja huellas.
En
efecto, es posible que persista como una mentalidad -entre las víctimas y sus
descendientes
y entre los herederos de los dueños de esclavos- mucho tiempo después de haber
desaparecido formalmente
Convenciones internacionales
La preocupación internacional que suscitan la esclavitud y su supresión ha sido el tema
de
muchos tratados, declaraciones y convenciones de los siglos XIX y XX. La primera de
tres
convenciones modernas que se refieren directamente a la cuestión es la Convención
sobre
la Esclavitud de 1926, elaborada por la Sociedad de las Naciones.
Con la aprobación de la Asamblea General, las Naciones Unidas sucedieron
oficialmente en
1953 a la Sociedad de las Naciones, en la aplicación de la Convención sobre la
Esclavitud.
Los Estados que han ratificado la Convención -que en 1990 eran 86- se comprometen
a
prevenir y reprimir la trata de esclavos y a procurar la supresión de la esclavitud en
todas
sus formas.
En 1949, la Asamblea General aprobó el Convenio para la represión de la trata de
personas
y de la explotación de la prostitución ajena. Este instrumento jurídico consolidó otros
acuerdos internacionales que databan de 1904.
El Convenio está dirigido más contra los proxenetas que contra las prostitutas. En él se
dispone que los Estados Partes adoptarán medidas para prevenir la prostitución y
rehabilitar
a las prostitutas.
Los Estados que han ratificado o se han adherido al Convenio -que eran 60 a fines de
1990-
se comprometen también a reprimir la trata de personas de ambos sexos con fines de
prostitución y a suprimir las leyes, reglamentos, registros especiales y otras
disposiciones
impuestas a las personas que practican -o de quienes se sospecha que practican- la
prostitución.
La definición de la esclavitud contenida en la Convención de 1926 ha sido ampliada, en
la
Convención suplementaria sobre la abolición de la esclavitud, la trata de esclavos y las
instituciones y prácticas análogas a la esclavitud, adoptada en una conferencia de las
Naciones Unidas celebrada en Ginebra, en 1956, para incluir las prácticas e
instituciones de
la servidumbre por deudas, las formas serviles del matrimonio, y la explotación de los
niños
y adolescentes. Hasta ahora, 106 Estados han ratificado o se han adherido a la
Convención
suplementaria.
El Grupo de Trabajo sobre las Formas Contemporáneas de la Esclavitud es el órgano de
las
Naciones Unidas encargado de recibir información de los Estados acerca de las
medidas que
éstos han adoptado para aplicar las tres convenciones relativas a la esclavitud. La OIT
ha
adoptado varios otros convenios pertinentes, y se encarga de supervisar su aplicación.
Otros medios de protección
La protección contra la violación de los derechos humanos comprendidos en la amplia
definición de la esclavitud es un aspecto de la Declaración Universal de Derechos
Humanos
y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de
Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, la Convención sobre la eliminación de todas las
formas
de discriminación contra la mujer y la Convención sobre los Derechos del Niño. Los
Comités
establecidos en virtud de cada Pacto y cada Convención vigilan su aplicación por los
Estados
Partes.
Además, las Naciones Unidas disponen de mecanismos para recibir las denuncias en
casos
concretos de violaciones de los derechos humanos, entre ellas las que pueden
calificarse de
esclavitud.
La Convención sobre los Derechos del Niño, que entró en vigor el 2 de septiembre de
1990,
merece especial atención por tratarse del medio más reciente y, en potencia, de uno
de los
más efectivos en la lucha contra las prácticas análogas a la esclavitud, habida cuenta
del
número de víctimas infantiles. Debidamente aplicada por los Estados que la han
ratificado,
la Convención permite proteger a los niños amenazados de explotación sexual,
económica y
de abusos de otra índole, como la venta y la trata de niños, y su participación en
conflictos
armados.
(Los textos de estos instrumentos jurídicos internacionales y la reseña de la labor de
los
órganos de derechos humanos de las Naciones Unidas que supervisan su aplicación,
así
como los procedimientos para presentar a las Naciones Unidas denuncias sobre las
violaciones de los derechos humanos, figuran en otras publicaciones de la serie de
folletos
informativos. Al final del presente folleto aparece una lista de los títulos ya publicados.)

La exploración de las costas de África, el descubrimiento de América en el siglo XV y su


colonización en los tres siglos siguientes, impulsó de forma considerable el comercio
moderno de esclavos. Desde mediados del siglo XV hasta la década de 1870, entre 11 y 13
millones de africanos fueron exportados hacia América; entre un 15 y un 20% murieron
durante las travesías y en torno a 10 millones fueron esclavizados en los países de destino.

Portugal, que necesitaba trabajadores para el campo, fue el primer país europeo que cubrió
su demanda de trabajo con la importación de esclavos. Los portugueses iniciaron esta
práctica en 1444, y en 1460 importaban cada año de 700 a 800 esclavos procedentes de
diferentes puntos de la costa africana. Éstos eran capturados por otros africanos y
transportados a la costa occidental de África. Pronto España imitó esta práctica, aunque
durante más de un siglo Portugal siguió monopolizando el comercio. Durante el siglo XV,
los comerciantes árabes del norte de África enviaban esclavos de África central a los
mercados de Arabia, Irán y la India.

En el siglo XVI, los conquistadores españoles obligaron a los jóvenes indígenas a cultivar
grandes plantaciones y trabajar en las minas. Los indígenas no estaban acostumbrados a
vivir como esclavos y no podían sobrevivir en estas condiciones, en parte debido a su falta
de inmunización contra las enfermedades europeas y a las duras condiciones de trabajo.
Aun así, Bartolomé de Las Casas denunció la existencia de unos 3 millones de esclavos
indígenas en Nueva España y Centroamérica. Por su parte, Motolinía sostuvo que no
superaban los 200.000 los indígenas reducidos a la esclavitud. El derrumbe de las
poblaciones indígenas, total en las Antillas y parcial en el continente americano, provocó el
aumento del número de esclavos. Fueron numerosos los jóvenes indígenas que murieron a
causa de la rudeza de los trabajos, por lo que se optó por importar a las colonias españolas
esclavos africanos que se creía podrían soportar mejor el trabajo forzado.

Lecturas adicionales
Lectura adicional
Destrucción de las Indias
Fray Bartolomé de Las Casas expuso en la introducción general a su Brevísima relación de
la destrucción de las Indias los motivos que le impelían a la redacción de dicha obra. Su, a
un tiempo, testimonio y denuncia de cómo la llegada de los conquistadores puso fin a la
pacífica vida de los pueblos indígenas, pasó a reforzar el concepto de la leyenda negra
española.
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El rey de España Carlos I estableció en 1517 un sistema de concesiones a particulares para


introducir y vender esclavos africanos en América. A mediados del siglo XVI, la esclavitud
indígena como institución jurídica desapareció en Nueva España. Surgieron otras
modalidades, como el endeudamiento o la encomienda. La esclavitud a partir de entonces
afectaría sólo a los negros africanos. La llegada masiva de esclavos africanos a Brasil se
inició en la segunda mitad del siglo XVI, pero ya en 1501 se registró su presencia en Santo
Domingo, Puerto Rico, Cuba y Jamaica, donde entraban al año unos 4.000 africanos. La
concesión de derechos en el tráfico de esclavos fue siempre una prerrogativa real.

A finales del siglo XVI, Reino Unido empezó a competir por el derecho a abastecer de
esclavos a las colonias españolas, detentado hasta entonces por Portugal, Francia, Holanda
y Dinamarca. En 1713, la British South Sea Company consiguió el derecho exclusivo de
suministro de esclavos a estas colonias. Los primeros esclavos africanos llegaron a
Jamestown (Virginia) en 1619 de manos de los primeros corsarios ingleses; los esclavos
estaban sujetos a la llamada ‘servidumbre limitada’, una situación legal propia de los
siervos blancos, negros e indígenas, que era precursora de la esclavitud en la mayoría de las
colonias inglesas del Nuevo Mundo.

Con el desarrollo del sistema de plantaciones en las colonias del sur, el número de esclavos
africanos importados aumentó considerablemente en la segunda mitad del siglo XVII. A
medida que fueron adquiriendo una mayor relevancia (especialmente en el sur, donde eran
considerados fundamentales para la economía y la sociedad) se hizo necesario modificar la
legislación correspondiente. Durante la guerra de la Independencia estadounidense (1776-
1783) eran esclavos en el más amplio sentido de la palabra, con una legislación que definía
claramente su situación legal, política y social.

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