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RESEÑA DE LIBRO

Autora de la reseña: Andrea Mónaco Gerónimo – Psicóloga Febrero 2017

Título:
CUANDO CIERRO LOS OJOS TE PUEDO VER
Subtítulo:
Constelaciones familiares en la terapia y la
consulta individual. Un manual para la práctica

Autor: URSULA FRANKE


Editorial: Alma Lepik
Año: 2014 (2003 en Alemán)
ISBN: 9789872317492
Tapa blanda - 187 páginas

Introducción:

La autora plantea en este libro una reseña global de las Constelaciones familiares, pero da especial
importancia a la descripción del procedimiento y la práctica de las constelaciones realizadas en la terapia
individual. Como peculiaridad y aporte, vale destacar la técnica de ‘Constelaciones Familiares en la
Imaginación’, que desarrolla a partir de la observación y de su experiencia profesional.

La lectura del libro es ágil y resulta muy interesante para los profesionales de la psicología interesados en
Constelaciones, especialmente porque aporta una dimensión práctica y descriptiva. A nivel teórico se apoya
en la Teoría Sistémica, las Terapias Breves y la teoría de las Constelaciones Familiares de Bert Hellinger.

Descripción del libro:

 Cuenta con un pequeño prólogo inicial denominado “Palabras preliminares” escrito por el mismísimo Bert
Hellinger, en el que alaba el trabajo realizado por la autora, destacando su sencillez, claridad y utilidad en el
ámbito de la terapia individual. Además, el libro contiene Índice, Prefacio, Prólogo e Introducción.

 El cuerpo de la obra está dividida en 2 partes: I “La Teoría” y II “La práctica”, las cuales se dividen a su vez
en numerosos subtemas. En la “Parte Teórica” se detiene más en las bases y fundamentos de la técnica de
las Constelaciones familiares, y en la “Parte Práctica” se dedica a ampliar y explicar con gran detalle los
procedimientos y el quehacer práctico en la consulta individual, con numerosos casos clínicos. Sin embargo,
podríamos afirmar que ambas partes combinan en gran medida aspectos teóricos de base y de técnica, con
variados ejemplos de la clínica y la explicación de procedimientos.

 I - “Parte Teórica”: Empieza mencionando las bases teóricas y la evolución de las Constelaciones familiares,
su descripción y funcionamiento. Enseguida se dedica a desplegar sus aportes sobre las Constelaciones en la
terapia individual, tema central del libro, estableciendo en varias oportunidades las pertinentes referencias a
la teoría de Constelaciones Familiares tal como Bert Hellinger la desarrolló.

 La autora sostiene la viabilidad e interés de las constelaciones en la terapia individual, dando razones tales
como la conveniencia de las mismas para obtener más información del paciente, o para prepararlo para una
posterior constelación grupal, o bien, permitirle al terapeuta que empieza a constelar adquirir
entrenamiento en un ambiente conocido y seguro. Considera el cuerpo y la mente del paciente como una
caja de resonancia de todo el campo mórfico, en tanto es parte de un sistema, de un conjunto. El terapeuta
entonces, también participa de dicho campo cuando está en sesión individual o en constelación, recibiendo
toda la información que transmite el paciente.

 A continuación detalla las condiciones propicias para constelar en la terapia individual, tales como entorno,
ambiente, tiempo, presentación, frecuencia de las sesiones, etc., también menciona y explica brevemente
diferentes técnicas a utilizar, por ejemplo, las constelaciones con “anclajes” (utilizar objetos para
representar a los personajes constelados, tales como hojas de papel, plantillas de cartón, retazo de fieltro), la
técnica utilizando muñecos, y la de constelar en la imaginación, según la cual, el paciente puede recrear en
su mente, solo con el uso de su imaginación a los personajes de una constelación, con sus interacciones y
dinámicas. Esta técnica requiere que la persona llegue a un buen estado de relajación previo y sea guiado por
el terapeuta durante el ejercicio. Aunque el terapeuta parece no ver ni participar de las imágenes que el
paciente ve y experimenta, sí que puede recibir información de lo que éste vivencia, a través de las
manifestaciones verbales y no verbales (corporales) que emite el paciente durante el ejercicio. Luego de
cualquier tipo de constelación individual, paciente y terapeuta comentan lo acontecido.

 En el subtema sobre “Síntomas, sentimientos y movilizaciones internas” de la parte teórica cabe destacar su
acertada conceptualización del síntoma y la diferencia que realiza entre diferentes tipos de sentimientos.
Los sentimientos primarios (movimientos de apertura) se manifiestan en sujetos sanos a través de una
actitud de interés y afirmación hacia la vida, el mundo, personas y objetos. Los sentimientos secundarios
(movimientos de retracción) son más frecuentes en la consulta psicológica, en tanto lo manifiestan personas
con un patrón de pensamiento y acción negativos, de rechazo, confrontación o negación. La persona se
aparta y se cierra en un intento de protegerse. Concepto que vincula al “movimiento de apertura
interrumpido” de Bert Hellinger, generado en edad temprana del paciente cuando fue interrumpido su
contacto con una persona de vital importancia. Un tercer tipo de sentimientos son los sentimientos
adquiridos, de especial importancia para la práctica de las constelaciones. Son sentimientos que se disparan
en la persona sin un estímulo externo, debilitan y agobian, son vividos como ajenos al yo. No se
corresponden con la situación porque no pertenecen a esa persona, se originaron en el sistema familiar
porque los padres o abuelos del paciente no los percibieron o no los pudieron percibir y han pasado de
generación en generación, y se entienden en el marco de la “lealtad infantil”.

 El síntoma es considerado como una simbolización “conveniente y correcta”, es decir, siempre tiene sentido
y es correcto en su calidad y medida, aunque puede que no lo sea en el momento y persona, porque
pertenece a otro individuo del sistema. No hay que suprimirlo, sino interpretarlo en el contexto, situación y
persona dentro del sistema del paciente donde sí tenga sentido, lo que produce un gran alivio para el
paciente y da pie a movimientos internos de sanación. Los síntomas reflejan en el cuerpo con mucha
precisión una vivencia, sea propia o de otro miembro del sistema, y se corresponden en su dimensión e
intensidad con la situación desencadenante.

 El cuerpo y las manifestaciones corporales tienen especial interés para la autora. Además, en todo
momento recomienda estar muy atentos a las manifestaciones de lo corporal, como la respiración, la
postura, las tensiones, somatizaciones y los signos no verbales de los pacientes, y da claves prácticas para
trabajar con ellos la autopercepción corporal y la relajación, importantes para el trabajo terapéutico.

 El subtema “¿Qué ayuda?” es especialmente interesante por las pistas y claves que brinda al terapeuta para
orientar a sus pacientes hacia la mejoría. Sostiene que todo paciente necesita experimentar una vivencia de
autoeficacia y de no depender del entorno para estar mejor (y tampoco del terapeuta y sus soluciones). En
ese sentido, el terapeuta lo guía hacia la acción y el desenvolvimiento de su proceso interno, acompañándole
en una reestructuración cognitiva necesaria. Para ello propone hacer un cuidado uso del lenguaje en sesión,
estableciendo preguntas abiertas y propuestas diversas, que permitan los movimientos internos del
paciente y den pie a encaminarse por sí mismo hacia sus propios intentos de solución. Por ejemplo, algunas
preguntas estratégicas son: “¿Qué es lo importante?” “¿De qué se trata realmente?” para que ponga en
marcha su propia búsqueda de motivos y soluciones. “¿Cómo debe ser?” lo sitúa en la posibilidad concreta
de solucionar su problemática. “¿Qué ocurre cuando esto que le preocupa se soluciona?” lo sitúa en un
presente/futuro con solución posible. “¿Qué ayuda?” especialmente importante ante manifestaciones
somáticas en la sesión, apoyándoles y guiándole en una autorregulación de sus malestares, y fortaleciendo
su capacidad de brindarse contención.

 En cuanto a contraindicaciones y motivos para suspender o interrumpir una constelación nos recuerda la
responsabilidad del terapeuta, en tanto las constelaciones pueden liberar en el paciente procesos muy
intensos que hay que ser capaces de evaluar, conducir y situar. Casos en que una constelación está
contraindicada: si el paciente tuvo o tiene trasfondo psiquiátrico, si en relación terapéutica no asimila
propuestas, no reacciona o no es capaz de establecer una metacomunicación (hablar sobre percepciones o
sobre lo que le ocurre) o si no tiene clara distinción entre realidad externa e interna. En los casos en que ya
se ha empezado la constelación, es preciso interrumpirla si el paciente está demasiado alterado en su
respuesta emocional o por el contrario, está bloqueado o desconectado totalmente, si hay una reacción
física extrema (desmayo, temblores, pánico, petrificado, etc.) o si el terapeuta cree que lo que se está
generando es realmente difícil de contener o soportar para sí mismo, para el paciente o para otros.

 La contratransferencia que experimenta el terapeuta al ingresar al campo del paciente le servirá como
espejo y advertencia de las reacciones físicas y estados internos que éste vive, por ello requiere que el
terapeuta esté entrenado en evaluar y comprender dichas manifestaciones, a la vez que tenga un buen
conocimiento de sí mismo para notar influencias que le provoca el paciente. Siempre debe respetar el ritmo
del paciente y estar en contacto y comunicación permanente con él y con su propio estado interno, tanto
durante como después de la constelación.

 II - “Parte Práctica”: Esta parte ahonda y detalla las acciones que se llevan a cabo en la sesión o terapia con
miras a una constelación individual, y aporta numerosos ejemplos clínicos que ejemplifican lo que ocurre en
dichos casos. Resume los pasos en:
1- Descripción de los síntomas y aclaración del pedido: es preciso ahondar en el problema que trae el paciente,
pero también en el diseño conjunto de una resolución, ayudándole a que describa de modo detallado sus
metas y deseos. En cuanto al síntoma, hay dos niveles de intervención: pasado, al indagar el inicio,
circunstancias, duración, manifestaciones, interpretaciones, si el síntoma es vivido como incongruente o
ajeno al yo (posible causa sistémica), y presente (que da forma a un futuro) elaborando estrategias y pasos
en la actualidad para ir cesando el síntoma y colocar algo más funcional en su lugar.
2- Realizar Anamnesia Biográfica, Anamnesia Familiar y Genograma: nos brindan valiosa información acerca
de lo importante para ese paciente, de su historia personal y de la de su familia y las relaciones entre sus
miembros. Da pistas sobre traumas, secretos familiares, repeticiones, y a la vez, posibles hipótesis de trabajo.
Importante orientar la búsqueda hacia los miembros que faltan y los vínculos vividos insatisfactoriamente. A
la vez, hay que saber buscar y reconocer los recursos del paciente y su sistema, herramientas o fuentes de
fuerza (del sistema o externas) que hayan servido como pilares de apoyo en determinados momentos para
salir adelante pese a las dificultades vividas.
3- Constelación y despliegue de imagen final de solución: la constelación como despliegue visual de un
problema y sus dinámicas, tiene ciertas diferencias según se trate de ‘constelaciones grupales’ (similares a
‘constelaciones con objetos en terapia individual’) o ‘constelaciones en la imaginación’. En todas es
importante que surja al final una imagen de solución, al menos parcial o temporal, que ayude al paciente y le
de fuerzas en su interior para el momento presente.
4- Diálogo concluyente y eventualmente, ejercicios y tareas para el hogar: al finalizar una constelación el
terapeuta establece una breve charla con el paciente sobre lo acontecido, cómo lo ha vivido y sobre cómo se
encuentra el paciente, procurando en todo caso devolverlo a un estado normal y proporcionarle tranquilidad
y seguridad. Las tareas para el hogar pueden servir para dar impulso al proceso en tanto permitan nuevas
formas de pensar y actuar, descubriendo nuevos nexos posibles. Deben ser planteados de modo que
transmitan una experiencia buena y fortalecedora, promoviendo la observación de los propios patrones y
estructuras corporales, de pensamiento y del lenguaje. Estas tareas conservan o refuerzan el efecto de las
intervenciones terapéuticas, y dan más estabilidad y constancia entre sesiones. Luego de una constelación
son útiles para consolidar la imagen final y sus efectos, pudiendo el paciente recurrir a esa imagen en otro
momento o repetir la frase sanadora, rituales o gestos en su vida diaria.

 Es importante no perder de vista una pregunta de base que debe hacerse el terapeuta en el encuentro con el
paciente: si la temática de su problema debe entenderse desde el punto de vista sistémico y hasta dónde,
siendo preciso y honesto en determinar si tendría sentido o no realizar una constelación.

 En términos generales en la Parte Práctica, la autora, nuevamente hace hincapié en reconocer en todo
momento los procesos internos del terapeuta que brindan información sobre lo que el paciente vive y
experimenta, más allá de lo que expresa verbalmente. Son manifestaciones sutiles internas del terapeuta
que permiten conectar con el paciente y sus procesos, a la vez que pueden ayudar a plantear hipótesis.
Propone estar muy atento a lo que ocurre en el interior del terapeuta y sobre todo en la primera/s
entrevista/s mantener una “mirada blanda” hacia el paciente, es decir, “amplia y desenfocada pero a la vez
atenta a los detalles”, poniéndose en resonancia con él a través del ritmo de la respiración, y formulándose
preguntas acerca de lo que va más a allá de las palabras (lenguaje no verbal del paciente, energía que emana,
estado de ánimo, en qué contextos aprendió o tiene sentido su estado, qué falta para encontrar una
solución, etc.)

 Constelaciones en la imaginación: a diferencia de las demás, esta constelación solo sucede en la imaginación
del paciente. En un primer momento, y luego de relajarlo, se propone al paciente que imagine un encuentro
entre sí mismo y frente a él otra persona (será la que el terapeuta considere importante a efectos de lo que
el paciente ha referido de su problemática). Se analiza entonces la calidad y el clima de la imagen que el
paciente ha podido generar, se le van haciendo preguntas reiteradas y suaves para que informe al terapeuta
de lo que ve y experimenta. Si es posible el contacto visual entre ambos personajes de la constelación se
pregunta por la calidad de esa mirada, cómo es, distancia, qué percibe, cómo se siente. Hay que estar
atentos a los cambios corporales y de respiración que ejecute el paciente. Exhalar profundamente le permite
estar relajado y continuar con el ejercicio. Pueden incluirse poco a poco otras personas a la díada inicial
generada en la imaginación, observando qué ocurre. Además, puede proponerse al paciente ejecutar,
mientras imagina, movimientos corporales reales, de forma lenta y suave, como si el otro imaginado
estuviera en el mismo espacio real (por ejemplo, acercarse y apoyarse o inclinarse y asentir).
En palabras de la autora: “A diferencia de las constelaciones en el espacio, en la imaginación se comienza de
inmediato con una confrontación, con lo cual esta primera imagen ya constituye una propuesta resolutiva.
Para tal fin, es útil que conozcamos bien las dinámicas y los recursos a partir de la anamnesia, que hayamos
formulado una primera hipótesis y, quizás, desarrollado un vago proyecto resolutivo. Si podemos someter al
paciente a todo ello, lo contrapondremos a la persona central, o, en caso contrario, comenzaremos con una
persona de quien suponemos tiene un efecto fortalecedor sobre él.” (Pag.136)
 Las frases sanadoras deben ser frases concisas y simples (tal como las que desarrolló Hellinger) que
promuevan exactamente aquel impulso que el paciente necesita en esa oportunidad. Las frases sirven para
promover el movimiento de apertura y acercar al paciente a sus sentimientos, a la vez que incluyen una
intención, es decir, favorecen un cambio en pos de la sanación y de dinámicas más funcionales. Para ser
formuladas con pericia requieren conocimiento, experiencia e intuición del terapeuta.

 Las imágenes de solución son propuestas finales que pueden cambiar conforme avanza el proceso del
paciente. Le acompañan durante un tiempo prolongado y son fuente de fuerza y seguridad. La imagen tiene
que estar en resonancia con el paciente y corresponder a su búsqueda interna, sino, al acabar la constelación
el paciente se encontrará peor que antes. Aunque la imagen entre en contradicción con la realidad vivida por
el paciente, corresponde a la potencialidad y a lo que de verdad debería ser, produciendo alivio.

Conclusiones:

Este libro resume aspectos básicos de las Constelaciones Familiares, pero se agradece su aspecto práctico, las
claves de acción y los ejemplos clínicos desplegados, haciendo honor a lo que ruega su subtítulo “Un manual
para la práctica”. Me gustaría destacar su lenguaje sencillo, directo y explicativo, especialmente útil para la
práctica de las constelaciones familiares en la terapia individual, una temática sobre la que no hay demasiada
bibliografía.

Son muy interesante las propuestas que presenta sobre constelaciones y el quehacer terapéutico, en
especial las “Constelaciones en la imaginación”, técnica con cierta dificultad, que requiere de bastante
intuición, empatía y pericia del terapeuta, pero ciertamente interesante de experimentar.

Llama gratamente la atención la importancia que la autora otorga al cuerpo y a las manifestaciones
corporales del paciente (respiración, tensión corporal, lenguaje no verbal), como así también del cuerpo del
terapeuta y todo su mundo interior: estructuras, dinámicas, historia personal, nivel de autoconocimiento,
sutiles sensaciones, resonancia con lo que el paciente despliega, etc. La contratransferencia así, juega
también un papel importante en todo ello.

Asimismo, la conceptualización del síntoma es muy acertada, como la suposición del ‘saber’ siempre en el
paciente, el cual solo requiere de la guía y acompañamiento del terapeuta para descubrirse a sí mismo, y
hallar las respuestas y soluciones.

En definitiva, el libro puede considerarse un material muy interesante y útil, sobre todo para los terapeutas
que se inician en la práctica de las constelaciones familiares, siempre que sea como complemento de otra
bibliografía teórica sobre el tema, además del entrenamiento profesional y formación específica que
requiere una técnica compleja y potente como ésta.

Andrea Mónaco Gerónimo


Psicóloga – Nº Col 11898

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