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12 de Mayo 2016
Precisamente por ese derecho a la educación es que hay que generar una
movilización nacional, para que las problemáticas sociales sean tenidas en cuenta a la hora
de evaluar los procesos educativos, pues el sistema de educación a su vez se propone
obtener los mismos resultados, sin considerar que la igualdad de la evaluación no es
equivalente a la igualdad de la enseñanza.
En este punto hay que referirse al sistema evaluativo, las pruebas masivas arrojan
evidencias que son utilizadas para seguir constatando los últimos lugares que ocupa la
educación en Colombia, en efecto no todos los estudiantes aprenden de la misma manera,
pero si tienen una evaluación homogénea, entonces porqué no evaluar en contexto,
ciertamente las pruebas deberían plantearse desde el lugar donde se está produciendo la
enseñanza, para así garantizar de alguna manera la igualdad de derechos.
Si bien, no se puede estar ajeno de lo que ocurre en esta problemática, necesita verse
desde todos los contextos, la educación se mueve dominada por los hilos de la política y
solo una movilización donde todos los entes inmersos en ella se manifiesten, puede iniciar
un cambio que con persistencia llegue al campo administrativo de la educación.
Pero la escuela hoy sigue de espaldas a la realidad, pero más que eso, ese
cuerpo que es la escuela es un cuerpo que tiene los ojos vendados, es un
cuerpo que tiene la boca sellada, es un cuerpo con las manos atadas y es un
cuerpo con los oídos tapados. Tiene los ojos vendados con la venda que se
llama programas curriculares, planes de estudios rígidos, acartonados,
anacrónicos, que no dan cuenta de lo que es la realidad, sino que extrañamente
como que quisieran ocultar para en su lugar dar cuentas de temas que, si bien
son interesantes y necesarios a la luz del desarrollo del pensamiento científico
y a la luz de la razón occidental, pudieran parecer temas aislados del mundo
real de la vida cotidiana y por lo tanto esta escuela estaría con los ojos
vendados frente a esa realidad y a los sujetos que la habitan. (Aguilar J. 1998)
En las instituciones escolares y en sus directivas, se debería tener un plan con el cual
salirse de los requerimientos curriculares para dedicarse a la formación integral del
educando, como estudiante, compañero, ciudadano y principalmente como ser humano;
está visto que se le da más importancia a aquello que ya está elaborado como los conceptos
académicos, aunque son la base del conocimiento, también es necesario dedicarle tiempo a
aquello que conviene a todos, maestros, alumnos y la parte administrativa de la educación.
En esta práctica cotidiana de laborar en las aulas de clase reluce la falta de recursos,
las pocas posibilidades que tienen los estudiantes pobres de obtener una educación, el
aumento del analfabetismo en el campo y en la ciudad; es en esos contextos de violencia en
donde el maestro realiza su práctica y es de esta misma situación de la que se debe valer,
para crear alternativas con las cuales buscar una solución, recurriendo a la investigación
como práctica pedagógica.
De alguna manera los propósitos del docente no se deben alejar de su función como
orientadores del saber, de su actitud y eficacia en los procesos educativos depende también
la revolución educativa, está visto que el estado hace caso omiso a las necesidades sociales,
pero el maestro, que está inmiscuido desde su labor pedagógica, no puede evadir la
responsabilidad que acarrea el enseñar.
Esta sociedad necesita personas que produzcan conocimiento pero, también esta
urgida de seres humanos que se solidaricen con el otro y que desarrollen planes con los
cuales se proyecten labores sociales, para el mejoramiento de la calidad de vida en las
poblaciones más vulneradas de la sociedad, por estar en ese revuelo de conocimientos, las
personas han dejado que el mundo se vaya destruyendo y que hoy por hoy sean pocas
personas las que se preocupen por lo que queda de sociedad.
Referencias