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Telepatía: el poder de la lectura de

la mente
en 25 julio, 2018 por Ramón E. Morales C.en náma-rúpa

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Al contrario de lo que se pueda pensar… que la telepatía es uno de esos viejos temas que
cada día pasan de moda, que pertenecen a ese turbulento pasado de la parapsicología de los
siglos XIX y XX, y que en el futuro ya no tendremos que hablar más de ello… la telepatía
será cada vez más un tema importante para el futuro de la humanidad. La humanidad está
evolucionando de manera natural hacia la “producción” de seres humanos con mayores
habilidades telepáticas que en el pasado y en un número mayor, de manera que deberíamos
prepararnos y conocer bien el tema.

La telepatía no se descubrió en el era moderna. Era algo ya conocido en la antigua India.


Hace más de 2500 años el Buddha Gotama describió el poder de la telepatía. Esta
descripción se encuentra en el Canon Páli y, analizándola bien, no parece que pueda estar
“fuera de tiempo”. Es tan precisa y tan completa que todavía podemos usarla en la
actualidad. La verdad es que, en mi opinión personal, las doctrinas de la Nueva Era y la
parasicología no parecen haber superado los conocimientos buddhistas sobre la telepatía.
En este sentido, estudiar la descripción del Buddha no es para nada regresar a una
enseñanza caduca o ambigua, como usted mismo verá más adelante.

La telepatía puede estudiarse en sus dos fases: una fase activa, que es de emisión de datos,
y una fase pasiva que es de recepción de datos. Cuando una mente emite datos mentales,
otras mentes pueden recibir esos datos mentales. La mente que emite está en la fase activa
del proceso, la mente que recibe está en la fase pasiva. Activo y pasivo aquí no significa
mejor o peor ni tampoco inferior o superior: se refieren simplemente al nivel de actividad
que hay en la mente de los sujetos. Para recibir datos mentales ajenos (lo que llamamos
leer la mente de otra persona), necesariamente nuestra mente debe estar en un estado de
menor actividad que la mente de esa otra persona, de lo contrario no podremos recibir sus
datos mentales. Todo el tiempo los seres humanos están enviando datos mentales. Mientras
una persona esté pensando en algo, su mente está emitiendo datos mentales. Los datos
mentales pueden ser datos visuales o auditivos: tenemos pensamientos en forma de
imágenes y en forma de sonidos. También podemos tener pensamientos en forma de datos
olfativos, gustativos y táctiles, pero por alguna razón al ser humano le es más común pensar
en términos visuales y auditivos mientras que los datos olfativos, gustativos y táctiles son
usados más por la mente inconsciente y subconsciente que por la mente consciente. Los
datos auditivos también pueden ser la voz interna de la persona, la voz de su propia mente.
Esto es lo que el Buddha llamó pensamiento dirigido y evaluación. Son los pensamientos
que sumen una forma verbal, discursiva, nuestra “voz mental” que forma palabras y signos
lingüísticos. Mientras estemos produciendo este tipo de pensamientos, otras mentes serán
capaces de captarlos también.
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Tanto la emisión como la recepción de datos puede ser inconsciente. Muchas veces nos
pasa que pensamos en algo y la persona que está con nosotros nos comienza a hablar de ese
tema, como si se le hubiera ocurrido espontáneamente. Este es un ejemplo de telepatía
inconsciente y espontánea: yo produje un pensamiento que no expresé de ninguna manera y
la otra persona lo captó, luego ella comienza a hablar del tema y me doy cuenta que yo
estaba pensando en eso unos momentos antes. Puede ser también que la otra persona ya
estaba pensando en ese tema y que fui yo el que recibió telepáticamente ese pensamiento y
que, de los dos, fue ella la primera que habló del asunto. También ocurre que de repente
pensamos en una persona que está lejos de nosotros y en pocos momentos esa persona nos
llama por teléfono. En este caso puede ser que nuestro pensamiento incitó a la otra persona
a tomar la decisión de llamarnos o que la otra persona ya estaba pensando en nosotros y
nuestra mente captó ese pensamiento antes de que sonara el teléfono. En ambos casos se
trata de emisión y recepción de datos mentales. Millones de personas en el mundo
experimentan estos episodios de telepatía involuntaria e inconsciente todos los días, aunque
no lo llamamos telepatía porque reservamos ese término para cuando el proceso se hace de
manera consciente y voluntaria.

Después de esa telepatía involuntaria, espontánea e inconsciente que ocurre en las masas,
viene la forma más incipiente y menos desarrollada de telepatía verdadera: la telepatía
receptiva o lectura de la mente. El número de personas que tienen esta habilidad es muy
grande en la humanidad actualmente porque es la forma más fácil y menos desarrollada de
telepatía verdadera. El ejemplo más típico de estas personas es el caso de los “médiums”
que creen hablar con los muertos. Estas personas en realidad son telépatas pasivos que
tienen la habilidad de captar los pensamientos de otras personas, personas vivas. Han
utilizado su habilidad para ganar dinero por medio de la lectura de la mente de los
recuerdos que los familiares vivos tienen de sus familiares fallecidos. Así durante una
“consulta” de un “médium” lo que él hace en realidad es captar los recuerdos que el
familiar vivo tiene del fallecido. El “médium” cree o piensa que lo que está viendo o
escuchando proviene realmente del fantasma del fallecido pero en realidad no es así. Nadie
puede hablar con un muerto. Cuando una persona muere, el ser se desintegra por completo.
Los que en buddhismo llamamos un “fantasma hambriento” (peta en idioma páli), es un
renacimiento nuevo, una nueva forma que un ser adquiere después de morir. Un peta no es
realmente este espectro que en las culturas occidentales llamamos fantasma, que posee la
misma forma y la misma identidad de la persona viva que una vez fue.

Después de la telepatía pasiva, la más difícil de desarrollar es la telepatía activa. En


realidad no es muy difícil proyectar pensamientos hacia otras mentes. Ya sabemos que
todos estamos enviando datos mentales en todo momento. Lo que ocurre es que una mente
para poder captar datos mentales debe estar en un comportamiento pasivo porque no se
pueden enviar y recibir datos al mismo tiempo. Como la mayoría de las personas está
emitiendo datos todo el tiempo, no puede entrar en la fase receptiva de la telepatía, y al no
poder entrar en esa fase no puede recibir pensamientos proyectados conscientemente desde
otros seres. Entonces, para que un telépata en fase activa pueda introducir pensamientos en
otra mente, se le presentan dos opciones:

 O bien espera a que la otra persona entre naturalmente en una fase pasiva, por
ejemplo cuando está meditando (si es que acaso lo hace), o cuando está en estado de
sueño profundo (un estado en que la mente detiene su “parloteo” interno habitual).
 O se ve obligado a tener una mente más fuerte, más desarrollada, con una capacidad
mayor de pensamientos definidos y poderosos, para poder atravesar la barrera del
ruido mental de la otra persona e introducir pensamientos en ella aunque ella no esté
meditando o en estado de sueño profundo.

Por esto es que la habilidad activa de meter datos mentales conscientemente en la mente de
otra personas es más difícil y menos personas pueden hacerlo. La primera opción arriba
requiere que el telépata activo sea paciente y sepa reconocer cuando el receptor está listo
para recibir, y la segunda opción requiere que lleve a cabo un riguroso entrenamiento
mental con el fin de fortalecer su propia mente y producir pensamientos poderosos que las
personas comunes no son capaces de producir.
***

Ahora analizaremos un fragmento del Sangarava Sutta donde el Buddha describe varias
maneras de leer la mente de otros seres. Voy a resumir primero de qué va el Sangarava
Sutta, para entender el contexto de la cita textual, y luego traduciré la parte que habla de la
telepatía.

En el Sangarava Sutta (Discurso a Sangarava), el brahmán Sangarava le dice al Buddha


que ellos (los brahmanes) se encargan de hacer mérito por medio de los diversos rituales de
sacrificios pero que cualquier otra persona (refiriéndose al Buddha y a sus discípulos) que
deja a su familia, se va de la vida en casa para vivir sin casa, y doma su propio ser y lo lleva
al Nibbána, sólo hace mérito para un solo ser: él mismo. Esto, por supuesto, era una crítica
común de los no-buddhistas contra el estilo de vida monástico de la Sangha buddhista. El
Buddha le responde a Sangarava que un Tathágata (un Buddha) aparece en el mundo y
enseña la Dhamma para que incontables seres puedan liberarse del samsára y alcanzar
Nibbána y que por tanto esta práctica beneficia a incontables números de seres en el
mundo. Por consiguiente el mérito de los Buddhas y sus discípulos no es sólo para ellos
mismos sino para incontables seres que aprenden la Dhamma a través de ellos.

Sangarava admite que en ese caso la renuncia monástica buddhista sí beneficia a


incontables seres. Entonces el Venerabe Ánanda le pregunta a Sangarava: de estas dos
prácticas (la de los brahmanes y la buddhista), cuál se muestra como la menos complicada,
la menos violenta, la más fructífera y la que mayor recompensa da. Esta pregunta a su vez
contiene una crítica implícita, de parte de los buddhistas, contra la práctica ritualista de los
brahmanes, y por ello, sabiendo o intuyendo que los buddhistas tienen razón a este
respecto, Sangarava responde con evasivas: “Precisamente en cuanto al Maestro Gotama y
al Maestro Ánanda, los venero, los alabo a ambos”. “No he preguntado a quién veneras y
alabas. Pregunté, de estas dos prácticas, cuál se muestra a ti como la menos complicada, la
menos violenta, la más fructífera y la que mayor recompensa da”, responde Ánanda. Este
juego de pregunta y contra-pregunta con Sangarava sigue dos veces más hasta que el
Buddha decide intervenir:

Buddha: Brahman, ¿cuál era el tema de conversación que surgió hoy cuando la corte real
estaba reunida en el palacio real?

Sangarava: Maestro Gotama, este fue el tema de conversación que surgió hoy cuando la
corte real estaba reunida en el palacio real. En el pasado hubo menos monjes pero había
más que estaban dotados con logros humanos superiores, que mostraron el milagro del
poder psíquico. Ahora hay más monjes pero hay menos que están dotados con logros
humanos superiores, que muestran el milagro del poder psíquico. Este, Maestro Gotama,
fue el tema de conversación que surgió hoy cuando la corte real estaba reunida en el palacio
real.

Aquí el Buddha entonces explica que hay tres milagros: el milagro del poder psíquico, el
milagro de la telepatía y el milagro de la enseñanza. Hay que decir aquí que en este caso
estamos hablando de la parte receptiva de la telepatía, la lectura de la mente, y no de la
parte activa de la telepatía, que es la de enviar pensamientos o formas mentales a otras
mentes. Ambas mitades del fenómeno son tratadas en el Canon Páli, pero en este sutta en
específico el Buddha habla de la lectura de la mente, que es la forma receptiva de la
telepatía. Traduciré sólo el fragmento que corresponde con el milagro de la telepatía. Lo
numeraré para comentarlo después:

[1] ¿Y cuál es el milagro de la telepatía? Está el caso de cierta persona que lee los
pensamientos de otra por medio de un signo [visión], y dice: “Tal es tu pensamiento, aquí
es donde tu pensamiento está, de esta manera está tu mente”. Y tanto como ella puede leer,
eso es exactamente como es y no de otra manera.

[2] También está el caso de cierta persona que lee los pensamientos de otra, no por medio
de un signo o visión sino por medio de escuchar una voz de seres humanos, de seres no-
humanos o devas, y dice: “Tal es tu pensamiento, aquí es donde tu pensamiento está, de
esta manera está tu mente”. Y tanto como ella puede leer, eso es exactamente como es y no
de otra manera.
[3] También está el caso de cierta persona que lee los pensamientos de otra, no por medio
de un signo o visión, no por medio de escuchar una voz de seres humanos, de seres no-
humanos o de devas, sino por medio de escuchar el sonido del pensamiento dirigido y la
evaluación de una persona que está pensando pensamientos dirigidos y evaluando, y dice:
“Tal es tu pensamiento, aquí es donde tu pensamiento está, de esta manera está tu mente”. Y
tanto como ella puede leer, eso es exactamente como es y no de otra manera.

[4] También está el caso de cierta persona que lee los pensamientos de otra, no por medio
de un signo o visión, no por medio de escuchar una voz de seres humanos, de seres no-
humanos o de devas, no por medio de escuchar el sonido del pensamiento dirigido y la
evaluación de una persona que está pensando pensamientos dirigidos y evaluando, sino por
medio del haber logrado una concentración carente de pensamiento dirigido y evaluación, y
armonizando la consciencia de la otra persona con la suya propia, y discierne: “Dada la
manera en que las fabricaciones mentales de esta venerable persona tiende a ser, el
pensamiento dirigido de su mente pensará inmediatamente sobre tal cosa”. Y tanto como
ella pueda leer, eso es exactamente como es y no de otra manera.

Sangarava Sutta. AN 3.60

Bien, el primer caso es el más fácil de explicar. Un signo en la terminología psico-filosófica


del Buddha es una característica que distingue una cosa de otra. Esto generalmente se
presenta como un dato visual (una visión, una imagen), en la mente de la persona que está
leyendo los pensamientos de otra. Es la forma más simple, y también la más común, de
telepatía. Lo entendemos mejor cuando lo vemos ejemplificado en el caso de los médiums
que afirman hablar con los muertos cuando en realidad lo que hacen es captar estos signos o
visiones que los familiares vivos del fallecido tienen en sus mentes. Cuando una persona
está pensando en algo, muchas veces ese “algo” es una imagen mental, un dato visual que
surge en la mente de la persona. Una persona con habilidad básica de telepatía puede captar
esas imágenes y eso es lo que el Buddha llama signo o visión en ese primer caso que
citamos arriba.

El caso número 2 es similar al primero, pero aquí ya no se trata de un dato visual sino de un
dato auditivo. Así como tenemos datos visuales en nuestra mente, así también tenemos
datos auditivos. Cuando pensamos en una persona podemos recordar una imagen que
tenemos de ella o podemos recordar el sonido de su voz e incluso muchas cosas que esa
persona nos dijo. En este ejemplo número 2 de la lectura de la mente la persona receptiva
capta estos pensamientos ajenos que son datos auditivos, y los puede captar desde otros
seres humanos, desde seres no-humanos (como verdaderos fantasmas [petas], demonios
[asuras] y seres en el infierno), y desde seres de luz (devas). Que esta parte de la
descripción no se encuentre en el número 1 puede deberse a que nuestra capacidad de
captar los pensamientos que son datos auditivos quizá se extiende de manera natural a otros
planos de existencia más que en el caso de los pensamientos que son datos visuales. Esta
capacidad de leer pensamientos auditivos también la encontramos en los médiums auto-
engañados que creen escuchar las voces de las personas fallecidas cuando en realidad están
escuchando los recuerdos auditivos que los familiares vivos del fallecido están pensando en
el momento de la lectura de la mente.
El tercer caso se parece al anterior pero es más específico. En este caso la persona que lee
la mente también está captando pensamientos auditivos pero aquí ya no se trata de
recuerdos auditivos que están surgiendo en la mente de otra persona sino el pensamiento
auditivo de la propia “voz mental” interna de esa persona. Todos tenemos una voz mental
interna que es esa voz que nuestra propia mente crea para pensar pensamientos verbales,
pensamientos en forma de palabras. Cuando estamos pensando pensamientos verbales,
estos pensamientos suenan en nuestra mente como una voz física que habla. Este sonido es
el sonido de nuestro pensamiento dirigido, y lo que el Buddha llama pensamiento dirigido
es precisamente nuestro pensamiento verbal, discursivo, en forma de palabras. Así, si una
persona está pensando “debo leer este libro”, eso es un pensamiento dirigido que asume la
forma de un sonido de voz. Ese pensamiento dirigido puede ser captado por un telépata que
lo escuchará exactamente como la persona lo produjo en su mente. El telépata escuchará
“debo leer este libro” y lo escuchará exactamente con la voz o sonido que la otra persona lo
produjo en su mente. La evaluación es otro proceso mental que asume la forma de
pensamientos verbales, pensamiento discursivo, igual que el pensamiento dirigido. La
diferencia entre pensamiento dirigido y evaluación es muy sutil y podría ser,
principalmente, que el primero suena como una voz que afirma algo, de manera muy clara
y definida, mientras que lo segundo suena como una voz que pregunta o indaga, quizá con
un elemento de duda o falta de claridad. El pensamiento dirigido sale como una flecha,
suena y desaparece; la evaluación es repetitiva y suave, como un escaneo mental de los
propios pensamientos de uno.

Este tipo de lectura de la mente es más difícil y menos común que las dos anteriores porque
requiere un nivel mayor de habilidad en la capacidad receptiva de la mente. Si una persona
del caso número 1 o del caso número 2 aprendiese a desarrollar su habilidad telepática
receptiva, podría ascender a este caso número 3 aquí explicado.

El caso número 4 es el menos frecuente o común porque se refiere a un tipo especial y muy
escaso de seres humanos. Aquí la persona que posee la habilidad receptiva de lectura de la
mente no está captando datos visuales ni auditivos de la mente de otra persona, ya sean
recuerdos o el sonido interno de los pensamientos dirigidos y evaluación mental de ella.
Aquí el telépata receptivo ha trascendido él mismo los estados mentales que poseen
pensamientos dirigidos y evaluación, los suyos propios, y ha entrado en un estado mental
superior que se caracteriza por la ausencia de pensamientos dirigidos y evaluación. Este
estado mental es lo que defectuosamente podríamos denominar “tener la mente en blanco”.
En este estado mental el parloteo mental de la persona se ha detenido y también ese proceso
de escaneo mental que forma parte de la mente que usa símbolos y signos verbales. Así la
mente del telépata se encuentra en un estado tan transparente, tranquilo y receptivo, que
puede “sincronizar” su propia mente con la de otra persona y predecir los pensamientos que
van a surgir en esa mente antes de que surjan. Esto es una forma de “ver” la mente ajena,
pero no se trata de ver sus contenidos (los pensamientos que surgen) sino ver la estructura
total de esa mente, como un águila que otea un laberinto desde las alturas. El mismo
Buddha utilizaba este tipo de telepatía para conocer la mente de otras personas, como se
narra en algunos discursos del Canon Páli. Este tipo de lectura de la mente es muy
importante porque es superior a los tipos descritos anteriormente. Si los “médiums” que se
han auto-engañado creyendo que pueden “hablar” con los muertos pudieran aplicar este
tipo de telepatía, se darían cuenta inmediatamente que las visiones y voces que están viendo
y escuchando en sus consultas son sólo recuerdos mentales sobre los fallecidos que los
familiares vivos están rememorando en el momento de la consulta.

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Ética buddhista: no utilizar los poderes psíquicos para atraer seguidores

Una de las cosas que más llama la atención de la ética buddhista, con respecto a los poderes
psíquicos y su uso, es la enseñanza del Buddha de no utilizar estos poderes para atraer
seguidores o convencer a las personas. Esto se refiere no sólo a la telepatía o lectura de la
mente sino a cualquier tipo de poder psíquico. La razón que el Buddha da para esto, por lo
menos en el Kevatta Sutta, es que la persona sin fe, sin confianza, no creerá en la verdad de
lo que está atestiguando. Buscará una explicación simple que le permita descartar el
despliegue del poder psíquico que está siendo atestiguado. Al ver esta desventaja en la
explotación o utilización del poder de la telepatía el Buddha afirma que se siente
“horrorizado, humillado y asqueado por el milagro de la telepatía”. Veamos ese fragmento
del Kevatta Sutta:

¿Y cuál es el milagro de la telepatía? Esta el caso de un monje que lee las mentes, los
eventos mentales, los pensamientos, las reflexiones de otros seres, otros individuos, y dice:
“Tal es tu pensamiento, aquí es donde tu pensamiento está, de esta manera se encuentra tu
mente”.

Entonces alguien que tiene fe y convicción en él lo ve leyendo las mentes, los eventos
mentales, los pensamientos, las reflexiones de otros seres, de otros individuos, y dice: “Tal
es tu pensamiento, aquí es donde tu pensamiento está, de esta manera se encuentra tu
mente”. Él reporta esto a alguien que no tiene fe ni convicción, diciéndole: “¿No es
extraordinario? ¿No es impresionante cuán grande el poder, cuán grande la habilidad de
este contemplativo? Justo ahora le vi leyendo las mentes, los eventos mentales, los
pensamientos, las reflexiones de otros seres, de otros individuos, diciendo: Tal es tu
pensamiento, aquí es donde tu pensamiento está, de esta manera se encuentra tu mente.

Entones la persona sin fe, sin convicción, le diría a la persona con fe y con convicción:
“Señor, hay un talismán llamado el talismán Manika por medio del cual el monje lee las
mentes, los eventos mentales, los pensamientos, las reflexiones de otros seres, de otros
individuos, y dice: Tal es tu pensamiento, aquí es donde tu pensamiento está, de esta
manera se encuentra tu mente.” ¿Qué piensas, Kevatta? ¿No es eso lo que el hombre sin fe,
sin convicción, diría al hombre que tiene fe y convicción?

Viendo esta desventaja en el milagro de la telepatía, Kevatta, me siento horrorizado,


humillado y asqueado por el milagro de la telepatía.

Es interesante el rol que juega la fe y la convicción en todo esto. Cualquier escéptico diría:
“Se requiere precisamente fe y convicción para que una persona pueda creer cualquier
cosa”. Y esto es cierto. Pero esto es cierto para la fe ciega, para la convicción irracional. La
fe a la que se refiere el Buddha aquí no es una fe ciega. La convicción a la que se refiere no
es una convicción irracional.
Pero aparte de eso también es cierto que se requiere de un poco de fe y de convicción para
ver la verdad de los hechos. ¿Por qué en la actualidad hay persona que no creen en la
verdad científica, confirmada, de que la Tierra es esferoidal? No lo creen porque no tienen
la fe racional, la convicción racional que todos nosotros ponemos en cosas como la
educación institucionalizada, los libros de ciencia y la opinión de los científicos. Es decir,
para que una persona acepte la verdad de que la Tierra es esferoidal, también hace falta un
tipo de fe o de convicción. El argumento del escéptico citado arriba es válido en parte y es
una espada de doble filo, porque así como se requiere de fe y convicción para que una
persona crea cualquier cosa, así también se requiere de fe y convicción para que esa misma
persona crea que la verdad es la verdad. Al primer tipo de fe-convicción la llamamos ciega
e irracional, al segundo tipo la llamamos racional y de sentido común. Sin este segundo tipo
de fe-convicción, podríamos estar presenciando la verdad más categórica y absoluta y aún
así la negaríamos, la tacharíamos de mentira, de engaño.

Los fragmentos del Sangarava Sutta y del Kevatta Sutta citados en este artículo están
basados en las versiones inglesas del Ven. Thanissaro Bhikkhu, 1997 y 2001.

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Las ilustraciones en las imágenes de este artículo provienen del libro Gray´s Anatomy:

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