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La Ley N° 26.150 establece que todos los educandos tienen derecho a recibir Educación
Sexual Integral (ESI) en todos los establecimientos educativos públicos de gestión estatal y
privada. En este sentido, enmarcados en la ley vigente y haciendo hincapié en la importancia de
garantizar los derechos de nuestros alumnos y alumnas en todas y cada una de las etapas
evolutivas.
1
Organización Panamericana de la salud, Organización Mundial de la Salud, Guatemala, 2000.
acciones, sino como interlocutores genuinos, portadores de derechos y responsabilidades, entre
los cuales está la educación de sus hijos.
Teniendo como referencia que dentro de los derechos de niños, niñas y adolescentes se
encuentra el acceso a una educación de calidad “atendiendo a su desarrollo integral”2,
consideramos que como institución debemos trabajar desde la ley de Educación Sexual Integral
dando las herramientas adecuadas para poder llevar adelante el ejercicio de la propia sexualidad
de manera responsable, promoviendo el cuidado y el respeto del propio cuerpo y el de los
demás. De igual forma, se propiciará la prevención de problemas relacionados con la salud en
general y la salud sexual y reproductiva en particular, asegurando la igualdad de trato y
oportunidades para mujeres y varones.
Por último, consideramos que la mirada integral que propone la ley de Educación
Sexual Integral y su modo de aplicación en la escuela, reúnen los criterios pastorales
franciscanos que promueven la construcción de una institución que integre en la diversidad a
todos los actores escolares, sin que “nadie quede afuera”.
La mirada de Francisco3
2
Ley 26.601 “Ley de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes”, artículo 15.
3
Uribe, Fernando (2001) “El proceso vocacional de Francisco de Asís” en revista Verdad y vida: revista
de las ciencias del espíritu, Vol. 59, Nº 230, 2001, págs. 75-100
El análisis de estos encuentros pueden ayudarnos a comprender la mirada que aspiramos tener
como escuela franciscana en torno a la ESI.
- Los pobres
“Se da un proceso que comienza con el rechazo de ellos, pasa por una actitud
paternalista y culmina en su identificación con los pobres”
«De inmediato, entrando en sí mismo, corrió detrás de él, le dio una generosa limosna y
le prometió a Dios que en adelante no la negaría a nadie, mientras le fuese posible, que la
hubiese pedido por amor de Dios» (LM 1,1).
«Aunque ya de tiempo atrás era dadivoso con los pobres, sin embargo, desde entonces
se propuso en su corazón no sólo no negar la limosna a ningún pobre que se la pidiese por amor
de Dios, sino dársela con mayor liberalidad y abundancia de lo que acostumbraba. Así, siempre
que un pobre le pedía limosna hallándose fuera de casa, le socorría con dinero, si podía; si no
llevaba dinero, le daba siquiera la gorra o el cinto, para que no marchara con las manos vacías.
Mas, si no tenía nada de eso, se apartaba a un lugar oculto, se desnudaba de la camisa, y hacía ir
con disimulo al pobre a ese lugar para que por Dios la recogiera. También compraba objetos
propios para el decoro de las iglesias y secretamente los enviaba a los sacerdotes pobres» (TC 8;
cf. 2 Cel 8; LM 1,5).
«Donde había muchos pobres pidiendo limosna, recibió de prestado y en secreto los
andrajos de un hombre pobrecillo y, quitándose sus vestidos, se vistió los de aquel; y se quedó
en la escalinata de la iglesia con otros pobres pidiendo limosna en francés» (TC 10).
- Los leprosos
Las primeras palabras del Testamento de san Francisco dicen: «Y el Señor me condujo
en medio de ellos [los leprosos] y practiqué con ellos la misericordia. Y al separarme de los
mismos, aquello que me parecía amargo, se me tornó en dulzura de alma y cuerpo» (Test 2-3).
«A los pocos días, tomando una gran cantidad de dinero, fue al hospital de los leprosos
y, una vez que hubo reunido a todos, les fue dando a cada uno su limosna mientras le besaba la
mano» (TC 11)
“El servicio a los leprosos se constituyó en una verdadera praxis del santo durante toda
su vida, pues en sus frecuentes desplazamientos por varias ciudades de Italia solía frecuentar las
leproserías y los hospitales y servir a los enfermos, con lo cual pagaba muchas veces su
hospedaje en tales lugares”
- Los hermanos
«Después de que el Señor me dio hermanos...» (Test 14). Los hermanos son una gracia
dada a Francisco por Dios, el los considera así. No excluye de forma egoísta y selectiva.
«A fray N., ministro: (...) Y en esto quiero conocer si tú amas al Señor y a mí, siervo
suyo y tuyo, si hicieras esto, a saber, que no haya hermano alguno en el mundo que haya pecado
todo cuanto haya podido pecar, que, después que haya visto tus ojos, no se marche jamás sin tu
misericordia, si pide misericordia. Y si él no pidiera misericordia, que tú le preguntes si quiere
misericordia. Y si mil veces pecara después delante de tus ojos, ámalo más que a mí para esto,
para que lo atraigas al Señor; y ten siempre misericordia de tales hermanos. Y, cuando puedas,
haz saber a los guardianes que, por tu parte, estás resuelto a obrar así.» (CtaM 1- 12)
Con respecto a los estudiantes podemos mencionar que el trabajo que se lleva a cabo en
la escuela a partir de la implementación de la ESI a nivel institucional, pero fundamentalmente
en el nivel secundario, ha permitido alojar las diferencias y la diversidad que manifiestan los
estudiantes, reduciéndose de esta forma la discriminación y permitiéndose abordar los temas
que son propios de la ESI sin prejuicios.