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Hora Santa

2 de junio

Canto de Apertura
Se canta un canto apropiado mientras el sacerdote, diácono o ministro extraordinario de la
Sagrada Comunión expone el Santísimo en la custodia puesta sobre el altar.

Exposición del Santísimo

Oración de apertura
Dios todopoderoso y eterno,
en Cristo tu Hijo,
tú has mostrado tu gloria al mundo.
Guía el trabajo de tu Iglesia:
ayúdale a proclamar tu nombre,
a perseverar en la fe
y a llevar tu salvación a la gente adondequiera.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
AMÉN.

Una cita de “Porta Fidei” del Papa Benedicto (1)


“La puerta de la fe,” que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la
entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la
Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma.
Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza
con el bautismo, con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se
concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor
Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos
creen en él. Profesar la fe en la Trinidad – Padre, Hijo y Espíritu Santo – equivale a
creer en un solo Dios que es Amor: el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a
su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y
resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los
siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.

Oración
Dios nuestro Padre,
ábrenos la puerta de la fe
para que podamos entrar en el misterio
de tu amor salvífico,
hecho presente para nosotros
en el don de la Eucaristía.
Hacemos esta oración por Cristo nuestro Señor.
AMÉN.

Período de Oración en Silencio


(3-5 minutos)

Lectura de la Carta a los Hebreos Hebreos 11:1-2, 8-12, 17-18


“Ahora bien, la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las
realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de
aprobación. Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar
que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en
la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él
de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos,
cuyo arquitecto y constructor es Dios. También por la fe, Sara recibió el poder de
concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía.
Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una
descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que
está a la orilla del mar. Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a
Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquel de
quien se había anunciado: de Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre”.

Llamados a Vivir por la Fe


De Porta Fidei 13
Se lee despacio por uno y otro lector.

Lector 1: Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería
la Madre de Dios en la obediencia de su entrega. En la visita a Isabel entonó su canto de
alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él.
Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el
Calvario. Oremos con fe:
Todos: Señor, aumenta nuestra fe.

Lector 2: Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando
todos los recuerdos en su corazón, los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el
Cenáculo para recibir el Espíritu Santo.
Oremos con fe:
Todos: Señor, aumenta nuestra fe.

Lector 1: Por la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir al Maestro. Creyeron en las
palabras con las que anunciaba el Reino de Dios, que está presente y se realiza en su
persona. Vivieron en comunión de vida con Jesús, que los instruía con sus enseñanzas,
dejándoles una nueva regla de vida por la que serían reconocidos como sus discípulos
después de su muerte. Oremos con fe:
Todos: Señor, aumenta nuestra fe.

Lector 2: Por la fe, fueron por el mundo entero, siguiendo el mandato de llevar el
Evangelio a toda criatura y, sin temor alguno, anunciaron a todos la alegría de la
resurrección, de la que fueron testigos fieles.
Oremos con fe:
Todos: Señor, aumenta nuestra fe.

Lector 1: Por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida en torno a la
enseñanza de los Apóstoles, la oración y la celebración de la Eucaristía, poniendo en
común todos sus bienes para atender las necesidades de los hermanos. Oremos con fe:
Todos: Señor, aumenta nuestra fe.

Lector 2: Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del
Evangelio, que los había trasformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del
amor con el perdón de sus perseguidores. Oremos con fe:
Todos: Señor, aumenta nuestra fe.
Lector 1: Por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo, dejando todo
para vivir en la sencillez evangélica la obediencia, la pobreza y la castidad, signos
concretos de la espera del Señor que no tarda en llegar. Oremos con fe:
Todos: Señor, aumenta nuestra fe.

Lector 2: Por la fe, muchos cristianos han promovido acciones a favor de la justicia,
para hacer concreta la palabra del Señor, que ha venido a proclamar la liberación de los
oprimidos y un año de gracia para todos. Oremos con fe:
Todos: Señor, aumenta nuestra fe.

Lector 1: Por la fe, hombres y mujeres de toda edad, cuyos nombres están escritos en el
libro de la vida, han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús
allí donde se les llamaba a dar testimonio de su ser cristianos: en la familia, la profesión,
la vida pública y el desempeño de los carismas y ministerios que se les confiaban.
Oremos con fe:
Todos: Señor, aumenta nuestra fe.

Lector 2: También nosotros vivimos por la fe: para el reconocimiento vivo del Señor
Jesús, presente en nuestras vidas y en la historia.
Oremos con fe:
Todos: Señor, aumenta nuestra fe.

Período de Oración en Silencio


(3-5 minutos)

Lectura del Santo Evangelio según San Juan Juan 6:19-29


“Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca
caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. El les dijo: «Soy yo, no teman». Ellos
quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.
Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no
había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían
partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar
donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias.
Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron
a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla,
le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?». Jesús les respondió: «Les aseguro que
ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta
saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la
Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre,
marcó con su sello». Ellos le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para realizar las
obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel
que él ha enviado»”.

Oración
Dios nuestro Padre,
siempre danos la gracia
para hacer tu trabajo
creyendo en el que tú has enviado,
nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina por siempre.
AMÉN.

Período de Oración en Silencio


(3-5 minutos)

Oración
Señor,
danos corazones para recibir
la luz de la fe y el fuego de tu amor.
Queremos adorar en espíritu y en verdad
a nuestro Dios y Señor, presente el este sacramento,
que vive y reina por siempre.
AMÉN.

Letanía de Alabanza
Dios Padre del Cielo, Creador del mundo, fuente de toda bondad;
Padre, la primera Persona de la Santísima Trinidad;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Padre del Hijo Primogénito;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Padre e Hijo, de quienes procede el Espíritu Santo;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Padre de la belleza y de la sabiduría;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Padre eterno, infinita majestad y santidad;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Padre todopoderoso, lleno de misericordia y de toda compasión;
R. Ábrenos la puerta de la fe

Jesús, nuestro eterno Pastor, nos ofreces tu gracia sanadora;


R. Que vivamos por la fe
Jesús, presente en nuestra Eucaristía, guárdanos en nuestra fe;
R. Que vivamos por la fe
Jesús, el anunciado por los profetas, ábrenos tu Palabra a nosotros;
R. Que vivamos por la fe
Jesús, el soberano de todas las naciones, guíanos con tu amor;
R. Que vivamos por la fe
Jesús, tú revelas el rostro del Padre;
R. Que vivamos por la fe
Jesús, en quien, con el Padre y el Espíritu Santo, somos uno;
R. Que vivamos por la fe

Espíritu Santo de amor y de verdad, de sabiduría y de entendimiento;


R. Ven y aumenta nuestra fe.
Espíritu Santo, que renuevas la faz de la tierra;
R. Ven y aumenta nuestra fe.
Espíritu Santo, llena nuestras almas con tu luz;
R. Ven y aumenta nuestra fe.
Espíritu Santo, graba tu ley en nuestros corazones;
R. Ven y aumenta nuestra fe.
Espíritu Santo, inflámanos con el ardor de tu amor;
R. Ven y aumenta nuestra fe.
Espíritu Santo, enseñarnos a orar y guíanos en el camino de la salvación;
R. Ven y aumenta nuestra fe.

Por nuestra adoración del Santísimo:


R. Que nuestra fe dé fruto.
Por tu Santísimo Cuerpo y Sangre;
R. Que nuestra fe dé fruto.
Por el don de la Eucaristía.
R. Que nuestra fe dé fruto.

Canto (Tantum Ergo u otro)

- Les diste a comer el pan del cielo.


- R. Que contiene en sí todo deleite

Oremos:
Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste la memoria de tu Pasión y de tu
muerte, concédenos venerar de tal manera los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu
Sangre, que experimentemos siempre en nosotros los frutos de tu Redención. Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Bendición Eucarística
Si un sacerdote o diácono es el que preside, se da la Bendición Eucarística. Siguiendo
los pasos acostumbrados.

Alabanzas finales:
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su sacratísimo Corazón.
Bendita sea su preciosísima sangre.
Bendito sea Jesús en el santísimo sacramento del altar.
Bendito sea el Espíritu Santo consolador.
Bendita sea la excelsa madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su santa e inmaculada concepción.
Bendita sea su gloriosa asunción.
Bendito sea el nombre de María, virgen y madre.
Bendito sea san José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Reserva del Santísimo

Canto final

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