Sei sulla pagina 1di 4

1.

BULLYING, ACOSO ENTRE PARES: El hostigamiento o acoso2 en el ámbito de la escuela es


una problemática que ha adquirido mayor visibilidad en estos tiempos. A ello ha contribuido la
cobertura mediática de algunos casos resonantes. Sin embargo, ya en 1970, Dan Olweus,3 quien
realizó los primeros estudios a nivel mundial sobre “intimidación sistemática”, decía que el
fenómeno no era nuevo pero que había crecido. Apelando a nuestra propia experiencia biográfica
como estudiantes, incluso nosotros podemos establecer una similitud entre el acoso y otros
fenómenos que en jerga escolar denominábamos “tomar de punto”. Se entiende por acoso entre
pares la agresión hacia un individuo o grupo cometida por uno o más individuos –generalmente
más– realizada en forma sistemática y repetida en el tiempo, y sobre la base de una relación
asimétrica de fuerzas. Cabe aclarar que la relación asimétrica de fuerzas entre los estudiantes no
antecede al acoso sino que se produce en la misma escena, a la vez que es su efecto. No hay en
sí mismos sujetos “fuertes” o “débiles”. Ambas características tienen que estar presentes para que
se trate de un caso de hostigamiento o acoso: la perduración en el tiempo y la relación asimétrica
de poder. Por ejemplo, una situación entre dos chicos o entre dos grupos de chicos que “se la
tienen jurada” y se pelean constantemente no constituye necesariamente acoso u hostigamiento a
menos que exista una clara diferencia de fuerza entre ambos. Esto desde ya no significa que no
se trate de episodios de violencia y que no sea necesaria la intervención docente para revertirlos,
pero es importante reconocer lo específico del fenómeno para evitar posibles confusiones
conceptuales. El acoso es un fenómeno grupal en el que intervienen generalmente, además de
quienes acosan y quienes son acosados, otros sujetos en calidad de testigos o espectadores, que
no agreden directamente pero presencian e incluso en algunos casos se suman a las agresiones,
humillaciones o burlas. Las agresiones pueden ser físicas y/o psíquicas: golpes, amenazas,
humillaciones, aislamientos o exclusiones, burlas, rumores o formas más sutiles, como gestos,
entre otras. En la actualidad, el fenómeno recoge también el impacto que tienen las redes sociales
y las tecnologías de la información y las comunicaciones, en las relaciones sociales que
establecen niños y jóvenes y en las modalidades que asumen el conflicto y la violencia en las
escuelas. Cuando el acoso se realiza en el espacio virtual (a través de las redes sociales o
teléfonos celulares) nos referimos a ciberacoso. Pueden ser algunos ejemplos: hacer circular
rumores, difundir fotos comprometedoras, distribuir correos electrónicos ofensivos, abrirse un
perfil en Facebook usurpando la identidad de otro; subir a Internet filmaciones o fotos de
situaciones de humillación; enviar mensajes amenazantes por correos electrónicos o mensajes de
texto por celular, alentar a no concurrir al cumpleaños, entre otros. Muchos de los conflictos que
se inician en la escuela se prolongan en el espacio virtual, con la altísima capacidad de
repercusión que este posibilita, como así también muchos conflictos que tienen lugar en la
escuela tienen su inicio en las redes virtuales. Además de ser esta una problemática inédita para
los adultos en las escuelas, cabe señalar que los vínculos entre pares en el espacio virtual se
encuentran mucho más lejos aún de la posibilidad de intermediación por parte de los docentes.
2. CONDUCTAS DISRUPTIVAS: En la actualidad uno de los principales problemas dentro de
nuestras aulas son los problemas de conducta en niños y adolescentes. Cuando hablamos de
conductas disruptivas nos referimos a las conductas inapropiadas que perjudican el buen
funcionamiento del aula, referidas a las tareas, relaciones con los compañeros, al cumplimiento
de las normas de clase o a la falta de respeto al profesor. Niños que no dejan hablar, ofenden a
los demás, tienen comportamientos agresivos o desmesurados, pierden el control con
facilidad, muestran y verbalizan una actitud negativa frente al trabajo,negando cooperación
y llamando la atención…
Estas conductas son un desajuste en el desarrollo evolutivo del niño ya que impiden crear y
mantener relaciones sociales saludables con sus iguales y con los adultos. Debemos tener
presente que detrás de una conducta inapropiada suele haber factores psicológicos que la
desencadenan: sentimientos de abandono, frustración, baja autoestima, falta de establecimiento
de normas en el núcleo familiar… Estas respuestas son tácticas adquiridas o aprendidas para
provocar al adulto y llamar la atención.
El comportamiento disruptivo es común en la infancia, pero en algunos casos, debido a
su frecuencia y persistencia en el tiempo se convierte en un problema. Generalmente, estas
conductas se producen tanto en el hogar, como en la escuela. No existen formulas “mágicas” y
en muchas ocasiones lo que vale y funciona muy bien para unos, no genera tanta repercusión
en otros. Sin embargo, como profesionales de la educación sí podemos seguir una serie
de pautas que ayudarán a relajar el ambiente y reducir los episodios de estas conductas:
Autocontrol de adulto: Entender que las conductas intentan provocar enfado en los demás, por
tanto, no dejarnos manipular, no entres en discusiones, mantén la calma y no levantes el tono de
voz. Trata de hablar suave, no demasiado cerca y nunca reteniendo o agarrando. Si no subes el
tono de voz, fomentará que el alumno no haga. Podemos ser contundentes sin sonar de forma
agresiva. Es recomendable que el niño perciba seguridad en el adulto que le impone las
medidas correctoras con un tono firme pero no amenazante.
Aplicar un manual de convivencia entre todos los alumnos, que quede visible a la vista de todos
(carteles, murales…), donde queden bien establecidas unas normas claras y explícitas de
conducta. Es necesario que los alumnos intervengan en este proceso, ya que de este modo lo
verán como objetivos a alcanzar y no cómo normas impuestas. Dejar claro las consecuencias
antes de aplicarlas
Fomentar la reflexión grupal, plantear soluciones a distintas dinámicas del aula, es un modo de
enseñar a los alumnos a que solucionen sus problemas.
Evitar que capte y se lleve toda nuestra atención ya que sino estas conductas aumentarán.
Recordar al inicio o final de la clase que esa conducta es indeseable. Si obstaculiza mucho el
desarrollo de la clase se puede usar la técnica del “Time Out” (tiempo fuera)
Cuando ocurra o se desencadene una conducta agresiva, hay que responder, pero no
reaccionar de forma desproporcionada. Es bueno aislarlo para que no tenga público. Cuando
se haya calmado, hablar con el alumno/a se debe mantener contacto visual, evitar entrar en su
juego o en argumentaciones, el profesor es la figura de autoridad, eso no es discutible, no debes
tratar de quedar por encima, ni humillar, ni entrar en discusiones. Dejar claro que buscamos,
cuales son las normas y las consecuencias de incumplirlas.
Evitar situaciones que puedan generar o provocar la disrupción sin pretenderlo. Esto será
más fácil de hacer si tenemos un registro previo como el que se plantea arriba.
Ejercer de modelo: Reconocer cómo nosotros también cometemos errores. Pedir disculpas si
es necesario. Ellos aprenderán el modelo que les ofrecemos.
No prestar atención a faltas leves.
Podemos reducir las conductas disruptivas verbalizando expectativas positivas. Marcar lo que
esperamos de ellos ayuda mucho. Usar además el refuerzo positivo
Con los más pequeños la economía de fichas resulta una técnica muy eficaz.
Crea clases dinámicas, donde haya muchos cambios de actividad, donde las tareas
y actividades estén graduadas al nivel de dificultad. Ten un acercamiento al alumno
conflictivo y utiliza el humor. Esto generará un ambiente más distendido dentro del aula.

3. CIBERBULLYING: El ciberbullying es el uso de medios de comunicación digital (como la


internet y mensajes de texto) para hacer que otra persona se moleste, se sienta triste o tenga
miedo, y usualmente, de forma repetida.
Algunos ejemplos de ciberbullying son: enviar mensajes instantáneos o en un chat para herir a
una persona, publicar fotos o videos vergonzosos en las redes sociales y crear rumores en línea.
Si estás buscando información para saber si tu hijo es víctima de ciberbullying, pregúntate si el
ofensor le está haciendo daño de forma intencional y repetida. Si la respuesta es no, el ofensor
puede simplemente necesitar aprender a comportarse en línea. Si la respuesta es sí, tómalo en
serio.
Consejos Generales:
Comunícate de forma apropiada. Usa el lenguaje adecuado para la ocasión. Probablemente
no le escribas de la misma forma a tu maestro que a tus amigos. ¡Y recuerda que usar solo
mayúsculas significa que estás gritando, así que no lo hagas!

Mantén privadas las cosas privadas. No compartas información como contraseñas, la


dirección de tu casa, imágenes inapropiadas y chismes.
Respeta a los demás. Sé cortés y si no estás de acuerdo con algo, dilo de forma amable.
No mientas, robes, ni hagas trampa. No trates de engañar a otros, recuerda darle crédito a
quien lo merece y, aunque es fácil copiar el trabajo de otro, no descargues nada sin permiso ni
uses códigos para hacer trampa en juegos.
Apoya a quien lo necesite. Si alguien que conoces está siendo víctima de ciberbullying, ponte
de su lado. A ti te gustaría que esa persona hiciera lo mismo por ti.
Reporta malos comportamientos. La internet es una comunidad gigante y es imposible que
todo sea perfecto. Usa las herramientas de las redes para reportar contenido inapropiado.
Sigue las reglas de tu familia. Si tus padres te dicen que evites ciertos sitios web o que dejes
de enviar mensajes de textos después de cierta hora, escúchalos. Mientras más responsable
seas, más privilegios tendrás.
Piensa antes de publicar, enviar mensajes y compartir. Considera cómo tú y los demás se
pueden sentir luego de que publiques algo. No siempre es fácil retirar lo dicho en línea y lo que
hagas allí puede quedar registrado por mucho tiempo.

4. VIOLENCIA DE GENERO: En las últimas décadas se ha ido reconociendo cada vez más
en el ámbito internacional que la violencia de género es un grave problema, no sólo para las
mujeres sino también para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz (Naciones Unidas,
1986a). Asimismo, el tema emergió como una prioridad de las organizaciones de mujeres de la
región y de la reflexión feminista durante el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer
(19761985), y en los últimos años también le han prestado atención los gobiernos de la región.2
Si bien en 1979 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,3 con lo que se incorporó a las
mujeres a la esfera de los derechos humanos, en dicho instrumento sólo se aborda en forma
tangencial el problema de la violencia contra las mujeres; una de sus deficiencias es
precisamente la falta de una definición clara de la violencia de género. La preocupación
específica por este problema comenzó a manifestarse a partir de 1980, cuando en la
Conferencia Mundial del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer celebrada en
Copenhague se adoptó la resolución titulada "La mujer maltratada y la violencia en la familia";
asimismo, en el párrafo 288 de las Estrategias de Nairobi orientadas hacia el futuro para el
adelanto de la mujer (1985), documento emanado de la Tercera Conferencia Mundial, se
contemplan consideraciones directas relacionadas con la violencia contra las mujeres. A partir de
entonces, las Naciones Unidas han organizado encuentros de grupos de expertos sobre la
violencia contra las mujeres y han tomado medidas con el objeto de que se preste atención al
tema a través de mecanismos como la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, el
Consejo Económico y Social, la División para el Adelanto de la Mujer, la Oficina de Estadística y
el Comité de Prevención del Delito y Lucha contra la Delincuencia. En 1989, el Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer recomendó que los Estados Miembros
informaran sobre la violencia contra las mujeres y las medidas adoptadas a nivel gubernamental
para erradicarla. En la reunión del grupo de expertos sobre la violencia contra la mujer realizada
en 1991 se determinó que en los instrumentos vigentes no se tomaba debidamente en
consideración la violencia de género y que no se definía específicamente este delito. A juicio del
grupo, la falta de una conceptualización clara dificultaba la aplicación efectiva de las normas
internacionales sobre derechos humanos para solucionar este problema (Naciones Unidas,
1991a, b y c); por lo tanto, redactó un proyecto de declaración sobre la eliminación de la
violencia contra la mujer, que la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer analizó
en profundidad en su trigésimo sexto período de sesiones, con miras a su adopción por parte de
la Asamblea General. En el ámbito regional, la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe, de conformidad con lo dispuesto en la resolución titulada "Mujer y Violencia" emanada de
la Quinta Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y
Social de América Latina y el Caribe (CEPAL, 1991b) y la resolución 45/114 de la Asamblea
General de las Naciones Unidas, "Violencia en el hogar" (Naciones Unidas, 1990), ha señalado
en sus documentos y recomendaciones de políticas que el problema de la violencia de género
es uno de los obstáculos que es imprescindible superar para mejorar la condición de la
población femenina de los países y lograr un desarrollo con equidad. A la vez, los grupos de
mujeres de la región han realizado diversas actividades cuyo objetivo común es el
reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres. Este proceso se intensificó durante los
preparativos de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de las Naciones Unidas,
realizada en Viena en junio de 1993. En dicha conferencia el movimiento de mujeres propuso
que en la Declaración Universal de Derechos Humanos se incluyeran referencias específicas a
la violencia de género y que ésta la reformulara introduciendo la perspectiva de género, que no
se limita a la situación de las mujeres sino que abarca a toda la sociedad. Por su parte, en la
Declaración de San José sobre los Derechos Humanos, adoptada al término de la Reunión
Regional para América Latina y el Caribe de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos,
celebrada en enero de 1993 en Costa Rica, los gobiernos latinoamericanos y caribeños
reiteraron que el Estado debe otorgar prioridad a las acciones que contribuyan al reconocimiento
de los derechos de las mujeres, a su participación en la vida nacional en condiciones de
igualdad de oportunidades, a la erradicación de todas las formas de discriminación oculta o
evidente y, especialmente, a la eliminación de la violencia de género.

Potrebbero piacerti anche