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Educar con amor es, ante todo, tomar al infante como un ser humano; un ser

humano que merece el mismo cariño y el mismo respeto que toda persona adulta.

Educar con amor es vernos reflejados a nosotros/as mismos/as en el infante


y recordar aquellos tiempos en los que deseábamos con profundo anhelo un
beso, una caricia, un abrazo, una aprobación... un te quiero.

Educar con amor es respetar el desarrollo del infante, sin forzar. Existen
métodos pedagógicos que nos permiten hacer que el niño o la niña aprenda
ciertas habilidades antes de lo que les creíamos capaces. Si puede avanzar la
pedagogía y lograr esto sin causar problema alguno en ellos/as, por mi bien; si no,
mejor dejar crecer y esperar con sabia paciencia.

Educar con amor es educar hacia la autonomía, hacia la libertad del


educando. Ahora bien, autonomía no significa ausencia. Podemos estar con
nuestro/a niño/a animándole a hacer las cosas por sí mismo/a, pero apoyándole,
haciéndole saber que nosotros/as, sus educadores/as, sus padres, sus madres,
estamos ahí, y que le ayudaremos si precisa ayuda.

Educar con amor es no olvidar que la educación no debe ser meramente


instrucción; pues educar no es simplemente enseñar; educar es llevar al ser
humano, al infante, a ese ser pobre y humilde, a su máxima condición física,
psíquica y moral. La enseñanza a secas es adoctrinamiento y moralmente vacía.
La educación, la cual para mí sólo es buena si va acompañada de una ética
correcta y digna, engrandece los corazones, las mentes y los espíritus.

Educar con amor es no llevar a cabo el proceso de la educación como un


medio orientado hacia un fin, sino que la educación constituya un fin en sí
misma. Si por ejemplo damos una educación feminista, esto es, igualitaria, pienso
que no debe ser con el objetivo de conseguir una sociedad equitativa entre
hombres y mujeres, sino que si se hace así, debe ser porque es lo correcto. Es
decir, no pensar en un camino hacia la igualdad, sino que la igualdad sea el
camino. No pensar un camino hacia la libertad, sino que la libertad sea el camino.
No pensar un camino hacia la paz, sino que la paz sea el camino.

Educar con amor es pensar que el educando ya crecido no viene a


nosotros/as vacío/a. Es pensar que lleva algo ya escrito en su mente: ideas y
emociones. Es respetar ambas cosas. Es tener en cuenta que nuestro/a niño/a
también tiene un cerebro que le permite generar ideas y sentir. No hay que
centrarse meramente en la educación intelectual, ni tampoco exclusivamente en
la sentimental. Educar en ambas cosas a la vez es posible.

Educar con amor es permitir moverse al infante. Es permitirle satisfacer su


curiosidad y explorar el mundo, cual arqueólogo/a adentrándose en un nuevo
mundo lleno de tesoros aún por descubrir.

Educar con amor no es amarrar a nuestro educando. No es tejer una cadena, ni


siquiera lazos. Es construir un puente que nos permita estar en contacto, al
mismo tiempo que nos permite ser tú y yo por separado.

Educar con amor consiste en desear lo mejor para nuestro educando y


aceptarlo tal y como es, sin pretender cambiarle para nuestro propio gusto, ni
utilizarle para nuestros propios fines.

Educar con amor es mostrar interés y preocupación por el infante, sin llegar
a hacerlo de forma exagerada y extremista, hasta el punto de anularle.

Educar con amor pensar que ese pequeño y delicado ser no nos pertenece,
sino que se pertenece a sí mismo (hemos llegado a un punto que el que los
padres y las madres piensan "mi hijo/a es mío/a y tengo derecho a decidir sobre
él/ella en todo momento y para todo, lo que me plazca"; y esto conlleva a que
como pertenece a la madre y el padre, estos pueden decidir sobre su hijo/a cosas
como propinarle una paliza. "Y que nadie me lo reproche porque es mío/a").

Educar con amor es desear el bien, la felicidad y la auto-realización del niño


o la niña, sin significar eso la escasez del bien, de la felicidad y de la
autorrealización propia, pues no puede ofrecerse aquello de lo que uno/a carece.

Educar con amor es como hablar en susurros, cual dos amantes hablándose
labio a labio; sin gritos, sin prepotencia ni pedantería. Con humildad y delicado
afecto.
Educar con amor es agacharnos y ponernos a la altura del infante. No
podemos pedirle que éste/a se ponga a nuestro nivel, como si de una persona
adulta se tratase, pero siempre podemos hacer que el mundo sea un poco más
pequeño, a su medida. Porque a veces, para ayudar a crecer, hay que agacharse.

RECOMENDACIONES PARA MAESTROS


 No utilizar palabras como “ niño problemático” “desastroso” “mal portado” al
referirse a algún alumno que tenga problemas con la conducta, el desempeño
académico o problemas de otra índole.
 Al momento de percatarse de alguna situación de mal comportamiento,
acercarse directamente con el alumno e intentar platicar con él/ella. Utilizando
un tono de voz tranquilo y bajo.
 Realizar actividades que permitan la convivencia de los alumnos. Por ejemplo,
establecer grupos diferentes al momento de realizar un trabajo, realizar alguna
actividad de recreación para fomentar el compañerismo.
 No etiquetar a ningún alumno frente a los demás. Por ejemplo, el mal portado,
la irresponsable, la pelionera, etc.
 En caso sea preciso enviar una nota a casa de algún alumno, realizar dicha
anotación con el pensamiento en frío y sin emociones involucradas.
 En caso de citar a los padres de familia para conversar acerca de sus hijos,
dirigir la charla hacia buscar una mejora tanto en casa como en la escuela.
Regañar sin encontrar soluciones no tiene efecto.
 Educar con amor.

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