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contemporáneo.
21 DE ENERO DE 2017
Queridos calvinistas, Os saluda vuestro amigo Will Graham. Antes que nada me da mucho gozo ver cómo las
doctrinas de la gracia están experimentando una especie de avivamiento en nuestra amada península ibérica.
Me lleno de alegría cuando me topo con cada vez más veinte y treintañeros entusiasmados por las gloriosas
verdades que engendraron la Reforma protestante. Si Juan de Valdés, Constantino Ponce de la Fuente y Juan
Pérez de Pineda estuvieran entre nosotros, estarían bien pero bien animados. Yo mismo estoy muy expectante
al pensar en el precioso efecto santificador que estas verdades han de ejercer sobre la iglesia evangélica en
España a lo largo de las próximas generaciones. ¡Pasión por el Evangelio! ¡Pasión por las Escrituras! ¡Pasión
por Jesucristo! ¡Pasión por la gloria de Dios! ¡Pasión por iglesias fuertes! ¡Pasión por almas perdidas! Así que
quiero animaros a todos a seguir saturándoos de las Escrituras, a seguir clamando al Señor de día y de noche
y a seguir peleando la buena batalla contra toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Cristo.
¡Adelante, soldados! No obstante, no quiero limitarme a felicitaros por todo el bien que estáis haciendo. Me
siento obligado a señalar algunos puntos débiles del movimiento neo-calvinista que se podrían mejorar. No lo
hago con el fin de haceros daño ni de menospreciaros sino de edificaros en la fe y de glorificar aun más el
nombre de nuestro gran Dios y Salvador, Jesucristo. Total, lo hago por amor. Estoy convencido de que la nueva
ola reformada podría ser mucho más eficaz si tomáis en cuenta las siguientes observaciones. Aquí están. ¿Y
cómo no? Cinco puntos…
1.- Los arminianos no son nuestros enemigos
Lo primero que quiero destacar es que los arminianos no son nuestros enemigos. Son hijos de Dios justificados
por la fe en el Señor Jesucristo. Somos uno en el Evangelio. Recalco esto porque en ciertos círculos percibo
un gran desprecio hacia nuestros queridos hermanos no calvinistas. Me pregunto: ¿cómo pueden las doctrinas
de la gracia producir orgullo o altivez en nuestro corazón? ¿Acaso no enseñan los cinco puntos que todo –
absolutamente todo- es por la gracia del único Soberano? Por lo tanto, ¿por qué tanto desprecio y desdén? Si
creemos en las doctrinas de la gracia, ¿no ha sido esto también un fruto de la gracia divina? Evidentemente
podemos debatir con las Escrituras en mano y con el corazón abierto; pero es injustificable que tachemos a los
arminianos de “apostatas” o “incrédulos” o algo peor. Aman al Señor Jesús. Se deleitan en las Escrituras.
Evangelizan con el celo del Espíritu. Y muchas veces rechazan las doctrinas de la gracia porque creen de todo
corazón que están defendiendo la honra del Señor. Así que, ¡tengamos compasión! ¡Seamos mansos! ¡Qué
nuestra teología nos haga humildes! Esto no quiere decir que tengamos que negar nuestras convicciones; sin
embargo, hay que defenderlas de una manera digna del Evangelio de Cristo. ¡Identifiquemos bien, pues, al
verdadero adversario! El enemigo del calvinista no es el arminiano sino el teólogo liberal que pone en tela de
juicio la plena autoridad, claridad, necesidad y suficiencia de las Escrituras o el pensador ecuménico que niega
las cinco solas o cualquier otro filosofo religioso que denigra la gloria de Dios.
2.- La iglesia local importa
En segundo lugar, es necesario resaltar la importancia de la iglesia local. La gran tentación para el joven
calvinista es la de dedicar todo su tiempo libre a su nueva página web o cuenta de Facebook reformada. Está
bien promover intereses teológicos online. ¡Desde luego que sí! Pero no nos olvidemos de que Dios nos llama
a formar parte de una iglesia local. Es la iglesia local donde se nos ministran la Palabra de Dios y las ordenanzas
conforme a lo estipulado en las Escrituras. Es la iglesia local –con su ministerio pastoral- que ora y vela por
nosotros. Es la iglesia local que reconoce nuestros dones y talentos y nos asigna tareas ministeriales. Es la
iglesia local donde demostramos nuestra fidelidad a la iglesia universal. Un creyente que no está anclado en
una iglesia local está pecando contra Dios. ¡Aunque sea reconocido como un coco teológico online! Hermanos
y hermanas neo-calvinistas: ¿estáis comprometidos con una iglesia local? ¿Estáis orando por el pastor y los
miembros de vuestra congregación (los casados, los solteros, los ancianos, los jóvenes, los niños, etc.)? ¿Estáis
sirviendo en algún ministerio dentro de la iglesia? ¿Estáis ofreciéndoos a limpiar el local, a llevar a alguna
abuelita a hacer las compras, a ayudar en lo que sea con el fin de que el pueblo de Dios sea edificado? Como
la historia ha enseñado una y otra vez: el verdadero calvinismo siempre produce pasión por la iglesia del Señor.
5.- ¡Ánimo!
El quinto punto es más bien una palabra de ánimo que una observación crítica. Aunque haya hermanos
reformados que miran a los arminianos como si fueran sus enemigos, pasan de la iglesia local, no andan en
amor y no se preocupan por la santidad personal, veo que la gran mayoría de los neo-calvinistas es gente
apasionada por el Señor y la sana doctrina. Casi todos mis amigos neo-calvinistas aman profundamente a los
arminianos e incluso algunos se congregan en iglesias arminianas. Se está dando un fenómeno sociológico en
las Américas donde miles de jóvenes convertidos en iglesias arminianas están enamorándose de las doctrinas
de la gracia. ¿Cómo explicar esto? No lo sé pero allí están, sirviendo al Señor fielmente, sometiéndose a la
autoridad pastoral, ayudando en lo que sea. Son un verdadero ejemplo a seguir. Gracias al Señor, casi todos
mis amigos neo-calvinistas están fuertemente implicados en la vida de la iglesia local. Casi todos mis amigos
neo-calvinistas están repletos del amor de Dios y siembran la dulzura de Cristo dondequiera que vayan. Y casi
todos mis amigos neo-calvinistas es gente santa, piadosa, santificada, espiritual. Despedida Ante esta feliz
realidad, mi última palabra de hoy para todos vosotros, hermanos y hermanas, es ¡ánimo! ¡Adelante! Y no os
preocupéis si os tachan de “calvinistas” de manera vergonzosa, ¡recordad que el amor del Señor es la mejor
apologética! Los calvinistas no creemos en la infalibilidad de Calvino. ¡Calvino tampoco creía en su propia
infalibilidad! ¡Menos mal! Qué vuestra gloria sea el Dios del Evangelio y el Evangelio de Dios ahora y para
siempre. En Cristo, Will Graham