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MONTALVO SPA

Víctor Hugo Montalvo nunca imaginó que se dedicaría al mundo de la belleza. Su destino parecía ser otro desde que, al
dejar su natal Áncash -con apenas 11 años- se vio en la necesidad de trabajar en una empresa de venta de plásticos junto
a sus tíos.

Un destino que pareció reafirmarse cuando llegó a la capital y ante la recesión se vio obligado a, nuevamente, vender
estos productos como ambulante. “Me propuse que en un año tendría mi tienda. Quería hacer empresa. Fueron tiempos
difíciles, tuve que decidir entre trabajar y estudiar”, recuerda Víctor.

Pero con esfuerzo, dedicación y con un pie de regreso a su tierra en más de una ocasión, logró abrir un puesto en el
mercado de Magdalena, frente a una peluquería atiborrada de gente. Fue justo allí donde todo cambió.

Día a día, el joven ancashino se sentía atraído más y más por esa empresa que veía tan exitosa. Se lanzó con todo y, al lado
de su tienda, abrió una modesta peluquería, sin saber nada del negocio. Pero, en menos de un año, fracasó y tuvo que
cerrar.

No se amilanó y al poco tiempo volvió a la carga con otra peluquería. El negocio no despegaba y la competencia en
plásticos, rubro en el que se mantenía, se hacía más intensa, así es que Montalvo debió enfocarse en este, su negocio
principal.

Así, allá por el 2001, viaja a Chile para comprar moldes para plásticos y abrir una pequeña fábrica. Pero nunca sucedió, en
Santiago se topó con una feria de belleza que transformó su vida. “El contacto con el mundo de la moda, las tendencias,
el maquillaje y la belleza en sí me atrapó de inmediato”, sostiene.

Al volver a Lima, estaba decidido: reinventó su salón, replicando un nuevo concepto de salones de belleza y de servicio.
Abrió el segundo local en Jesús María, usando el capital que pensaba destinar a la fábrica de plásticos y, desde allí, fue
imparable. Hoy son la cadena de salones de belleza más grande del país con 55 sedes (entre franquicias y propias), cinco
centros de formación y 1.100 trabajadores. Además, se alistan para dar el salto a Colombia, Panamá y abrir su línea de
negocio de Medical Esthetic.

“Al salir de Áncash, yo le hice una promesa a mi padre: iba a tener mi empresa para que él se sintiera orgulloso. Hoy me
acompaña de cerca y junto a mis ocho hermanos son socios de algunos locales”, comenta. Este año, Montalvo cumplirá
uno de sus deseos desde que emprendió esta aventura: abrirá su primer salón en Áncash y, en poco tiempo, el primer
centro de formación en su tierra.

Montalvo ha formado una estructura organizativa para sostenerse en el tiempo.

ARTIKA

El sabor del emprendimiento lo conoce muy bien la familia Mejía, natural de Quillabamba (Cusco). Al inicio preparaban
helados como postres en casa, pero luego vieron que podía convertirse en una buena oportunidad de generar ingresos
adicionales.

A punta de esfuerzo, los dueños de helados Artika empezaron a producir helados artesanales que vendían en cantidades
pequeñas en las calles y poco a poco se hicieron un espacio en Arequipa, a inicios de la década del 90.

Los hermanos Yolanda, Pedro, José y Francisco comandaron ese camino. Con tres tiendas de helados artesanales y con
carritos heladeros en toda la Ciudad Blanca se animaron a dar el salto a Lima en 1997.

“Nuestro ingreso coincidió con el Fenómeno de El Niño, por lo que el verano se extendió casi a dos años”, cuenta Juan
Mejía, jefe de producción de Artika en Lima y sobrino de Pedro.
Sin duda, ello fue propicio para la empresa, que, de la mano de sus paletas de ron con pasas, cervezas y sus clásicos
chupetes de aguaje ingresó a la feroz competencia de este mercado y a medirse con los gigantes. Por sus precios
accesibles, fueron conquistando a los grupos C y D.

Por ese entonces, producían en un pequeño espacio alquilado en La Victoria. Al cabo de un tiempo, y con mejores
márgenes en sus ventas, pudieron abrir su propia planta en Huachipa. Aunque hoy les va quedando chica, han optado por
aumentar su capacidad productiva con la modernización de sus maquinarias.

Con el transcurrir de los años, cada hermano se encargó de una operación, de acuerdo al lugar donde se fueron
estableciendo. La planta de Lima quedó a cargo de Pedro. Arequipa con Yolanda, Cusco de la mano de Francisco y la de
Piura con José.

Aunque a la fecha se manejan de manera independiente, Juan cuenta que se comunican y están en proceso de
modernización para crecer al igual que su planta en Lima. ‘La Rojita’, que cuenta con más de 3 mil exhibidores en la capital,
sueña en grande y tiene planes de diversificarse con aguas y dulces.

LOS LEÑOS DE CAJAMARCA

Este negocio fue iniciado hace 27 años por Carlos Alberto Pozo, quien recorrió varias partes del Perú, donde tuvo más
estadía en la ciudad de Trujillo quien visitó varias discotecas, restaurantes y lugares de recreación donde tuvo la idea de
formar un negocio de hamburguesas en nuestra tierra de Cajamarca, siendo una de las primeras, antes de que se fundara
este local, se tuvieron que afrontar diferentes problemas como las burguesas, políticas y familiares y en general las
condiciones que se encontraba el local, ya que, este local al inicio era una casa sin entrada y el señor Carlos tuvo que
destruir todo y posteriormente volver a construir para así dar los últimos detalles y así poder comenzar su negocio.
Lo que se basa su negocio es la preparación de una diversa gama de sándwiches que te ofrece ´´Los Leños´´ y su dueño
Carlos que nos ofrece una diversa ambientación y nueva forma de degustar un sándwich.

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