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III. Los Efectos de la Cosa Juzgada: El subadquirente tendría que haber sido
demandado para que la sentencia que declara la resolución le sea aplicable. En
materia de venta con reserva de dominio, basta que el contrato tenga fecha cierta,
para que sea oponible al tercero subadquirente (art. 7 Ley de Reserva de
Dominio), por consiguiente, le es oponible la sentencia que declara la resolución.
2° Las causas de nulidad surgen con el contrato mismo. Las mismas causas de
resolución (incumplimiento culposo) surgen después que el contrato se ha
perfeccionado.
• Teoría de los riesgos. Concepto. es una teoría con la cual se pretende establecer un
criterio adecuado para los fines del derecho y de las necesidades sociales de nuestra época
por medio del cual determinar cual o cuáles son los responsables de un daño ocasionado a
una persona natural o jurídica que no tenía por qué soportar. Este criterio se estableció debido
a la necesidad de lograr un criterio que no tuviese las mismas dificultades que tiene la noción
de culpa que reinaba anteriormente en el campo de la responsabilidad civil. En efecto, la
noción de culpa era insuficiente ya que en muchas ocasiones es casi imposible determinar
quien fue el que ocasionó el hecho dañino, en especial teniendo en cuenta que en nuestra
época, debido a la tecnificación, al crecimiento de las ciudades y la complejidad de nuestra
sociedad, determinar quién tiene la culpa puede ser una tarea inmanejable.
La teoría del riesgo es una teoría que se aplica al campo de la responsabilidad civil
extracontractual y es un criterio para determinar la responsabilidad de las personas (naturales
o jurídicas) involucradas en el daño ocurrido a otra persona (natural o jurídica), sin haber
tenido tal persona que soportar el daño que se le ocasionó. Este criterio dice que son
responsables de los daños de tipo extracontractual todas aquellas personas que efectúan una
conducta que tenía el riesgo de que se presentara en concreto el resultado dañoso
acontecido. Es decir, son responsables todos aquellos que asumen el riesgo de llevar una
acción que puede tener una consecuencia dañosa para las otras personas, aún cuando la
persona que asuma el riesgo efectúe la actividad o conducta con el mayor cuidado y
perfección posible. En otras palabras, es responsable todo aquel que lleve a cabo una
conducta que conlleva el riesgo de un resultado dañoso. Si este resultado se presenta, tendrá
que responder patrimonialmente.
Principios.
La Teoría del Riesgo, plantea soluciones que oscilan alrededor de dos grandes principios:
el“res perit domino”, que hace recaer los riesgos de la cosa sobre la persona que es titular
del derecho de propiedad sobre la misma, y el principio “res perit creditori”, que ordena que
los riesgos recaigan sobre el acreedor o sujeto activo de la obligación.
Igualmente cabe observar que la expresión “res perit creditori” y su noción antagónica “res
perit debitori” se aplican con preferencia en materia de riesgos del contrato, más
específicamente en materia de riesgos de la relación obligatoria nacida de un contrato;
mientras que la expresión “res perit domino” se emplea con más frecuencia en materia de
riesgos de la cosa. Los principios expuestos varían según las situaciones a las que se
apliquen y presentan variedad de excepciones.
En criterio del autor Maduro (1987), toda solución en materia de riesgos es susceptible de
resolverse mediante la aplicación de la noción “res perit domino”, tanto en los casos de que se
trate de riesgos del contrato como cuando se trate de riesgos de la cosa. Para ello se podría
partir de una reestructuración del concepto del dominus. Tradicionalmente se ha considerado
el dominus como al propietario de la cosa, es decir, el dominus supone una persona que está
caracterizada por una relación jurídica que necesariamente recae sobre una cosa, relación
jurídica que está integrada por el derecho de propiedad sobre la cosa.
Es en este sentido que se emplea la expresión “res perit domino”, cuando se quiere significar
que en los casos en que la cosa se pierde debida a una causa extraña no imputable, la cosa
perece para su dueño, o sea, para la persona que era propietario de la cosa en el momento en
que fue destruida por dicha causa extraña.
Sin embargo, el término dominus no sólo significa la persona que necesariamente tiene una
vinculación de carácter real (derecho de propiedad) sobre la cosa, sino es sinónimo de
persona que tiene la titularidad del derecho de crédito de que se trate. En este sentido, el
acreedor es también un dominus, por cuanto tiene la titularidad del derecho de crédito
inherente a la relación obligatoria.
Mediante la tesis expuesta se unificarían en una sola noción todos los principios aplicables en
materia de riesgos, se aclararía el análisis y desarrollo de la teoría, porque se eliminaría el
antagonismo entre los principios “res perit creditori” y “res perit domino”, y también se dis-
pondría de una sola noción para comprender los alcances de los riesgos de la cosa y de los
riesgos del contrato.
Excepciones.
En caso de que el deudor se haya obligado a entregar una misma cosa o dos o
mas personas por obligaciones distintas
En caso de que las partes convienen en que el riesgo sea del deudor
1° El contrato queda terminado desde el momento mismo en que ocurre la causa extraña no
imputable que hace imposible la ejecución de las prestaciones.
En opinión del autor Maduro Luyando, ello sería la solución correcta, porque de lo contrario se
consagraría un enriquecimiento sin causa en favor de la parte que cumplió prestaciones por
un menor valor.
Las arras. Concepto. Arras es la entrega de una cosa, por ejemplo dinero, que hace la parte de un
contrato a la otra, con el propósito de servir de prueba de la celebración de un contrato, como potestad de
desistimiento del acuerdo contractual o como indemnización en el evento en que exista incumplimiento
de las obligaciones por alguno de los extremos de la relación contractual.
El contrato de arras o arras, también conocido como anticipo, es un contrato privado donde
las partes pactan la reserva de la compraventa de bienes o inmuebles (como podría ser una
vivienda), entregándose como prueba una cantidad de dinero en concepto de señal. Forma
parte de los denominados precontratos, dado que lo que se está contratando es la obligación
de firmar un contrato (el de compraventa) en el futuro.
Confirmatorias: como parte de pago del precio total. Si una de las partes no cumple, la
otra puede exigirle el cumplimiento del contrato o su resolución y la indemnización de
los daños y perjuicios ocasionados.
Penitenciales: cantidad que perderá el comprador o deberá devolver dobladas el vendedor
en caso de que no se realice la compraventa.
Penales: cantidad que perderá el comprador o deberá devolver dobladas el vendedor en
caso de que no se realice la compraventa por incumplimiento de obligaciones. No
obstante el que ha desistido en la ejecución del contrato, no se desliga de la obligación
incumplida que puede ser exigida coactivamente. Existe indudable analogía con la
cláusula penal por lo que se le aplicará su normativa (indemnización de daños y
perjuicios).
Fundamento. El pacto de arras es una cláusula accidental regulada en el artículo 1859 y siguientes
del Código Civil y en el 866 del Código de Comercio.
Por su parte, Ossorio (ob. cit.), expone que la simulación es la “alteración aparente
de la causa, la índole o el objeto verdaderos de un acto o contrato”. (p. 889).
Fundamento juridico
Esta acción dura cinco años a contar desde el día en que los acreedores tuvieron
noticia del acto simulado.
Si los terceros han procedido de mala fe quedan no sólo sujetos a la acción de simulación
sino también a la de daños y perjuicios.
La simulación entonces supone la realización de dos actos o convenciones: uno ficticio, aparente o
simulado, y otro real o verdadero pero que es mantenido en secreto por las partes. El acto simulado
aparente y ficticio recibe generalmente en doctrina la denominación de acto ostensible, mientras que el
acto verdadero o real se denomina comúnmente contradocumento.
Clases de Simulación
La simulación puede ser clasificada en dos grandes clases: la llamada simulación absoluta, cuando el
acto ostensible no existe realmente en forma alguna porque en realidad· las partes no han querido
efectuar ningún acto; por ejemplo, cuando una persona A simula una venta con una persona B,
continuando A con la propiedad de la cosa aparentemente vendida; y la denominada simulación relativa,
cuando el acto ostensible no es totalmente inexistente, sino que sólo lo es parcialmente porque en
realidad las partes han celebrado un acto de distinta naturaleza; tal es el caso si las partes realizan como
acto ostensible un contrato de venta, cuando en realidad efectúan una donación.
La simulación relativa puede ocurrir en varias hipótesis, siendo las más comunes las siguientes:
1. Cuando se encubre la naturaleza jurídica de un acto.
2. Cuando se simulan algunas de las cláusulas del acto ostensible (por ejemplo, un precio mayor que el
real).
4. Cuando por ese acto se constituyen o transmiten derechos o bienes de personas interpuestas que en
realidad no son las personas a quienes se transmite.
En la simulación lícita para que el acto verdadero produzca sus efectos entre las partes debe reunir dos
condiciones concurrentes:
2° Que el acto verdadero reúna los requisitos de validez fijados por el legislador.
También existe la simulación por interposición de personas, en la cual, además de la intervención de las
partes, interviene un tercero que presta su complicidad en la simulación. En principio produce los
mismos efectos que los demás tipos de simulación conocidos.
Efectos de la Simulación
Si es absoluta, quedará acreditado que el bien objeto del acto no ha salido del patrimonio
del deudor, y los acreedores podrán ejercer sus derechos sobre él.
La prueba de la Simulación.