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Contenido
Introducción ........................................................................................................................................ 5
2.1. El Reino de Dios es comunicación abierta con los seres humanos ........................................ 40
2.2. El Reino de Dios una vivencia espiritual aquí y ahora........................................................... 44
2.3. El Reino de Dios es felicidad de un cielo prometido ............................................................. 46
2.4. El Reino de Dios es obediencia a la voluntad de Dios ........................................................... 51
Capítulo 3. La Kénosis o el desasimiento. El mejor camino para la divinización del ser humano. .. 56
Bibliografía ....................................................................................................................................... 80
González Faus, José Ignacio. La humanidad nueva. Ensayo de cristología. Santander: Sal Terrae,
1984. .................................................................................................................................................. 81
Hass, Alois María. Maestro Eckhart. Figura normativa para la vida espiritual. Madrid: Herder,
2001. .................................................................................................................................................. 81
Moltmann, Jürgen. El Dios crucificado. La cruz de Cristo como base y crítica de toda teología
cristiana. Salamanca: Sígueme, 2010. .............................................................................................. 82
Otto, Rudolf. Mística de Oriente y Occidente. Sankara y Eckhart. Madrid: Trotta, 2014................ 82
Von Balthasar, Hans Urs .Gloria: Una estética teológica. Tomo V. Metafísica: Edad Moderna.
Madrid: Ediciones Encuentro, 1996. ................................................................................................. 83
La teología mística, es una teología biográfica, en la que varones y mujeres hablaron de Dios
mediante un leguaje analógico y poético. Al decir de Certau “La literatura es la prueba, en el
lenguaje, del ambiguo paso de la presencia a la ausencia; atestigua una lenta transformación
de la escena religiosa en escena amorosa, de la fe en erótica, cuenta como un cuerpo marcado
por el deseo y grabado, herido, escrito por el otro, reemplaza la palabra reveladora e
instructiva. Así luchan los místicos con el duelo, ese ángel nocturno. Pero la propedéutica
medieval de una asimilación de la verdad se convierte en ellos en un cuerpo a cuerpo”.1
Mientras que Searle, reconoce que si bien los místicos ponen el cuerpo es escena para
comunicar, se encuentran con las limitaciones del lenguaje: “Pero, incluso en casos donde es
imposible de hecho decir exactamente lo que quiero decir, es imposible en principio llegar a
ser capaz de decir exactamente lo que quiero decir. (…). Puedo, al menos en principio,
enriquecer el lenguaje introduciendo en él nuevos términos u otros recursos”.2 Si bien, es una
teología que asume las limitaciones del leguaje, de la escasez de las palabras que no
comunican lo que realmente ellos quieren decir.
1
De Certeau, Michel. La fábula mística. Epilogo de Carló Ossola. Madrid: Siruela. 2006: 14.
2
Searle, Jonh. Actos de habla. Madrid: Cátedra. 2004: 29.
5
Es una teología que toma en cuenta las vivencias, las expresiones simbólicas, en donde la
sexualidad humana, el nacimiento, la comida, la organización colectiva, la pobreza, el poder
de lo natural, la dicha y el sufrimiento y por supuesto la muerte forman parte de ese sistema
simbólico de rasgos constitutivos de una corriente mística que da a conocer la experiencia
con el Misterio. En este contexto, el Maestro Eckhart, de la Orden dominicana, presenta una
teología a partir de dos temas básicos de la teología neotestamentaria: el Reino de Dios y la
Kénosis.
El Reino de Dios como acontecimiento que está en nosotros, en lo más íntimo del ser humano,
acude al texto de Lucas para hacer comprender que el Reino, está cerca, está en el hombre
con toda su riqueza: “Sabed que el Reino de Dios está cerca de vosotros” Lc 21,31. En sus
obras el Maestro da calificativos al Reino como: el fondo del alma, la chispa divina, ‘algo’
sin nombre, dando el ser, para dar a entender que Dios acontece siempre en el hombre dado
vida, engendrando y sosteniendo. En su tratado del hombre noble el Maestro invita a que el
ser humano sea capaz de reconocer que el Reino de Dios realmente lo hace feliz: …el hombre
noble recibe, toma y crea todo su ser, vida y bienaventuranza únicamente de Dios, junto a
Dios, en Dios; no del conocer a Dios, contemplarlo, amarlo o cosas similares. Por eso dice
Nuestro Señor, de todo corazón, que la vida eterna es conocer solamente a Dios como al Dios
uno verdadero [Jn 17,3], y no conocer que se conoce a Dios.3
El Reino de Dios es también justica que se arraiga en el interior de la persona, pero, advierte
que la persona justa no solo procura el bien, sino que reconoce en sí misma la tendencia al
mal y se retrae en una inacción positiva. Incluso si una persona en total libertad elige el
pecado, esta acción no elimina la posibilidad del Reino y la salvación, sino que por vía
negativa la confirma. El reconocimiento del pecado no niega en este sistema de pensamiento
la posibilidad de que este camino no pueda conducir, en últimas, al encuentro con Dios por
la vía del arrepentimiento, es decir, del re-pensar y re-plantear la acción. En otras palabras,
las posibilidades de la gracia son inconmensurablemente superiores a la densidad del pecado.
3
Eckhart Maestro. El fruto de la nada y otros escritos. Edición y traducción de Amador Vega. Madrid:
Siruela, 2011: 163.
6
Ahora bien, la Kénosis o el desasimiento es vista desde el pensamiento paulino, como
aniquilación de la voluntad humana a la voluntad divina. La Kénosis es una actitud asumida
por el ser humano, cuando éste por puro desasimiento de sí, deja que el amor de Dios penetre
en su interior y le haga semejante a Él. Así, el desasimiento no es producto de una voluntad
o capricho puramente individual, sino que es la afirmación de la supremacía del amor y del
conocimiento de Dios. Esto significa un retorno hacia el interior de la persona, para
desprenderse de todo, sentidos, facultades e imágenes, y así estar libre y receptivo al amor
gratuito de Dios.
Con base en lo anterior, en esta investigación nos preguntamos: ¿Qué lineamientos teológicos
encontramos en el pensamiento Eckhartiano sobre las categorías Reino de Dios y Kénosis
para una reflexión teológica contemporánea?
La opción por trabajar las categorías teológicas de Reino de Dios y Kénosis en el Maestro
Eckhart tuvo por objeto evidenciar el hecho de que su manera de hacer teología influye
considerablemente en comprensión de un Dios que habita en el fondo del ser humano, y que
su acción es de engendramiento. Es notorio que las nociones de Reino de Dios y Kénosis son
columnas vertebrales del entramado teológico del Maestro Eckhart y que éstas hallan raíces
en la Biblia, especialmente en el Nuevo Testamento, en la teología paulina, en la teología de
Dionisio el Areopagita y en la teología de los padres de la Iglesia y especialmente en San
Agustín. De ahí que fue posible dilucidar algunas pistas que nos permitieran ampliar las
herramientas epistemológicas a las que se recurre cada vez que surge la pregunta acerca ser
humano y su relación con Dios, para interpretar a la experiencia que éste tiene y su incidencia
en la vida cotidiana.
Con base en el estudio de los sermones y de los tratados del Maestro Eckhart, se pudo
identificar que todo conocimiento de la acción de Dios en el ser humano implicaría
diferenciar modos de conocer: Conocer a partir de las facultades propias del ser humano
como es la razón o ir más allá de un Dios pensado, para situarlo muy por encima del
pensamiento, es decir un Dios “esencial” y conocer a partir de la atención a la vida diaria, al
7
sufrimiento humano, para descubrir que la bienaventuranza es la felicidad de un hombre y
que en dicha felicidad está en el Reino de Dios.
La pregunta que nos hicimos permitió analizar e interpretar en los sermones y tratados, los
aportes que el Maestro ofrece hoy a una teología que busca dar razón de la experiencia de fe
y que toma como punto de partida la disponibilidad del creyente para con Dios. El
pensamiento del Maestro turingio, es vigente, atrayente, cuestionador y sugerente, así lo
pudimos constatar en el estudio de sus obras. La agudeza del Maestro para profundizar en las
fuentes bíblicas, la tradición y el magisterio con respecto a Reino de Dios y Kénosis
especialmente se constituye en una fuente importante para hacer teología. Para el Maestro,
la a nuestra vida cotidiana es fundamental, en ella nos podemos dar cuenta de que: “Quien
renuncia a su voluntad y a sí mismo, ha renunciado tan efectivamente a todas las cosas como
si hubieran sido de su libre propiedad y él las hubiese poseído con pleno poder”4. La renuncia
implica un estado de atención permanente a la vida, al progreso espiritual, a la capacidad de
estar en conexión interior, para descubrir allí, el ser, antes que el hacer. Su pensamiento nos
permitió profundizar en una teología que parte de la experiencia de la cercanía del Reino de
Dios en el ser humano, mediante un lenguaje comprensible, propositivo y narrativo que tiene
como fondo la experiencia de Dios.
Para llevar a cabo esta investigación nos propusimos los siguientes objetivos
Objetivo general:
Interpretar en clave teológica las categorías Reino de Dios y Kénosis en el Maestro Eckhart,
para ofrecer algunos lineamientos que fundamenten y enriquezcan la teología
contemporánea.
4
Eckhart, Maestro. Obras alemanas: Tratados y Sermones. Traducción, introducción y notas
de Ilse M. de Brugger. Barcelona Editorial Edhasa. 1983: 90.
8
Objetivos específicos:
El método con el cual transitamos este camino fue el hermenéutico, en tanto que éste nos
permitió la comprensión de sentido de los textos que estudiamos sobre el Maestro Eckhart.
La hermenéutica nos llevó a la comprensión de que la teología es en palabras de Geffré,
“siempre un fenómeno de reescritura a partir de escritos anteriores”5. Por consiguiente, la
teología es un esfuerzo por hacer más inteligible y más significativo para hoy el lenguaje ya
constituido de la revelación. La teología es, por tanto, un camino inacabado, hacia una verdad
más plena. De ahí que llevar a cabo esta investigación significó transitar un camino de lectura,
interpretación y comprensión de la palabra, que se desarrolla en medio de un leguaje. En este
sentido, Gadamer6 puntualiza que la interpretación pertenece a la unidad esencial de la
comprensión y la comprensión se produce en el trato concreto con un texto cuando lo dicho
en él puede expresarse en el propio lenguaje del intérprete. En otras palabras, la hermenéutica
ayuda a los intérpretes a hacer de la conciencia histórica el fundamento de la comprensión de
cualquier mensaje. De ahí, que interpretar es una parte de todo un conjunto de elementos que
forman la intensa y compleja condición humana. Interpretar un texto no es sólo una manera
de informarse, sino que constituye un modo de conocer, en palabras de Gadamer “el que
intenta comprender un texto hace siempre un proyecto […] La comprensión del texto consiste
en la elaboración de tal proyecto, siempre sujeto a revisión como resultado de una
comprensión del sentido”.7
5
Geffré, Claude. El cristianismo ante el riesgo de la interpretación. Ensayos de hermenéutica teológica.
Madrid: Cristiandad, 1984: 74.
6
Gadamer, Hans George. Verdad y método. Vol. II. Salamanca: Sígueme, 1992:130.
7
Ibíd., Sobre el círculo de la comprensión, 65.
9
Como es habitual en la hermenéutica, el proceso de interpretación arranca desde las «pre-
comprensiones» que predominan en nuestro ámbito cultural en lo que se refiere a la condición
humana8. La explicitación de esta pre-comprensión es fundamental en cuanto domina los
contenidos mentales de quienes investigan y de los destinatarios de esas investigaciones. En
el caso particular de esta investigación, la pre-comprensión incluye la doctrina, en especial
la más reciente, Reino de Dios y Kénosis en el Maestro Eckhart.
En este camino recorrimos varios momentos: a.) El de las preguntas que nos hicimos frente
a una obra de la que se encuentra distante no sólo por la diferencia de época y de lengua, sino
también por las preocupaciones de vivencias espirituales. b.) La contextualización que nos
permitió captar de manera genérica el clima intelectual, espiritual y social en el que el
Maestro escribió. Estos dos pasos nos ayudaron a adentrarse en el momento decisivo de la
lectura textual de la obra del Maestro, a explicitar los rasgos particulares de una teología
destinada a la orientación pedagógica y con un interés específico en el aprendizaje de los
seres humanos. En la relectura de la obra pudimos tomar conciencia de que ésta pertenece a
una tradición vigente que es relevante no solo para la historia de la teología, sino que también
hace parte de la vida espiritual de la Iglesia, de lo cual da testimonio el renovado interés que
esta obra despierta en el común de los cristianos. Pero, con la relectura también fuimos
conscientes de la diferencia que media entre esta obra y el estado actual de la teología mística.
En efecto, fue necesario comprender el impacto de esta obra en el conjunto de la tradición de
la cual hace parte.
De esta manera, hicimos una constante relación dialógica entre el lector y el texto, entre el
texto y su contexto, entre la obra y la tradición en la que se inscribe, entre el conjunto del
pensamiento del autor y las enseñanzas particulares. Esta circularidad nos ayudó a enunciar
la experiencia de fe compartida entre la obra y sus lectores y, aún más, la necesidad de una
cierta empatía para que el lenguaje religioso de la mística conserve su valor simbólico y
salvífico. Como lo indica Gadamer, “la confluencia de todos los detalles en el todo es el
criterio para la rectitud de comprensión. La falta de tal confluencia significa el fracaso de tal
comprensión”9. De esta manera recorrimos el camino, mediante un ejercicio permanente de
8
Ibíd., 63.
9
Ibíd., 64.
10
interrogarse por el ser que experimenta a Dios, a partir de una experiencia interior que no
podemos rechazar, de una experiencia que puede ser comunicada, descrita por cada creyente
en forma diferente, como cada artista describe su propia experiencia, pues no se trata de
demostrar a Dios sino de mostrarlo y para ello, Eckhart, es el Maestro del desasimiento, del
nacimiento del hijo de Dios en el alma, como una operación incesante de Dios y de su reino
que se nos da como ofrecimiento permanente.
El primer capítulo contextualiza el pensamiento del Maestro Eckhart que desde sus
convicciones antropológicas fue mostrando una manera de entender la relación Dios –
hombre, como una relación de conocimiento profundo en el que el Reino de Dios se hace
presente, y el hombre mediante el desasimiento o la Kénosis llega a ser uno en ÉL. Como
Maestro de vida, supo escoger géneros literarios adecuados al público en general: género
homilético en el que prima las interpelaciones y las analogías, y el Tratado breve, buscando
con esto acercar hasta a la máxima intimidad posible el misterio de Dios a los hombres.
Cabe anotar que en cada capítulo se van presentando lineamientos para la construcción de
una teología mística que se fundamenta en la noción que el Maestro tiene sobre Dios: Origen
y primer principio de todo, anterior y superior a todo lo creado, inabarcable, inconcebible por
11
el intelecto humano. Eckhart comparte con otros místicos que para hablar de Dios, la vía de
la negación es el mejor camino, ya que la “negación de toda negación, de toda limitación o
delimitación supone la plenitud de la afirmación. Dios es por tanto, Uno, simple e indistinto
y puritas essendi”10. Con esta comprensión el Maestro usa en todos sus escritos un lenguaje
analógico y alegórico que nos permite entender que cuando el ser humano es despojado de
su imagen- Kénosis o desasimiento, es trasfigurado en la imagen del Hijo, por la acción del
Espíritu Santo, así Dios penetra en el fondo de su alma y opera en ella en un engendramiento
continuo del Hijo.
10Bara Bancel, Silvia. Teología mística alemana. Estudio comparativo del Libro de la Verdad de Enrique
Suso y la Obra del Maestro Eckhart. Münster: Aschendorff Verlag, 2015: 405.
12
Capítulo 1. El Maestro Eckhart. Un Maestro de vida espiritual.
11
Nace en Hochheim, Turingia en 1260 y muere en 1328. Perteneció a la Orden Dominicana, se destacó por
ser intelectual y un Maestro predicador. Fue provincial de la provincia dominicana de Saxe en 1304, Maestro
de enseñanza en París y Colonia hacia 1311, escritor de varios textos que condensan su doctrina y pensamiento
sobre la creación, el desasimiento, el sufrimiento y el consuelo divino, entre otros. Hace una teología que mueve
y suscita en sus oyentes adhesiones y también profundos rechazos. Sus sermones, algunos de ellos escritos por
él mismo, otros fueron recopilaciones de escritos por personas que escuchaban sus sermones. Fue acusado por
miembros de la misma orden de hereje sobre la ortodoxia de sus escritos. Tuvo que defenderse de las
acusaciones, y en el proceso de acusación y defensa él muere. El papa Juan XXII publica la bula In agro
dominico después de su muerte, donde condena 28 artículos de heréticos y sospechosos. Posteriormente, en el
papado de Benedicto XVI, los dominicos solicitaron a través del Maestro de la Orden Timothy Radcliffe la
revisión de la condena del Maestro, y el papa se pronuncia diciendo que la doctrina del Maestro Eckhart no
necesita ninguna rehabilitación porque está en perfecta consonancia con la doctrina católica, así lo manifestó el
Maestro general de la Orden de su momento: " y se nos dijo que no había realmente ninguna necesidad ya que
nunca había sido condenado por su nombre, sólo por algunas proposiciones que se suponía haber tenido, por lo
que somos perfectamente libres de decir que es un buen teólogo y ortodoxo.”
http://www.Maestroeckhart.org/content/su-vida. 11/12/2014.
12
J. M. Moliner, Espiritualidad medieval, Burgos: Ed. El Monte Carmelo, 1974, pp. 229-237.
13
Beuchot, Mauricio. Hermenéutica analógica y teología fundamental. Bogotá: Universidad Santo Tomás,
2013:26.
13
Al decir que Eckhart es un místico, es por él tuvo una experiencia de encuentro y unión con
Dios, que dio sentido y dinamizó su quehacer teológico, su predicación y vida comunitaria,
la atención y acompañamiento espiritual a las personas. De esta manera, la vida del Maestro
fue entendida como la unión fe y vida, teoría y práctica, reflexión filosófica y teológica. En
palabras de Martín Velasco, un místico es aquel que tiene una “experiencia interior,
inmediata, fruitiva, en un nivel de conciencia que supera la que rige en la experiencia
ordinaria y objetiva, [experiencias] de la unión −cualquiera que sea la forma en que se la
viva− del fondo del sujeto con el todo, el universo, el absoluto, lo divino, Dios o el
Espíritu”.14 Eckhart, fue designado como Maestro, no solo Maestro de teología, sino Maestro
de vida, consideraba que la meta de la teología y de la vida es la felicidad del ser humano.
Silvia Bara, investigadora de habla hispana que más ha estudiado al Maestro Eckhart lo
presenta como discípulo de San Alberto Magno (+1280), quien inició la escuela de Colonia,
en la cual estudió también Santo Tomás (+1274) y luego el mismo Eckhart. Fue profesor de
la Universidad de París y de la Sorbona; además, Maestro de teología del Studium Generale
de Colonia. En París ocupó la cátedra de teología reservada para los no franceses, honor
equiparable al que disfrutó Tomás de Aquino. El contexto social- medieval en el que vivió
fue duro y sufriente, marcado por grandes convulsiones sociales, políticas, económicas y
religiosas. Un mundo sumido en una crisis general, caracterizada por la decadencia de la idea
imperial, el desprestigio de la autoridad pontificia, los nacionalismos incipientes, pero
14
Martín Velasco, Juan. El fenómeno místico, estudio comparado, Madrid: Trotta, 1999: 57.
14
también un mundo con una intensa búsqueda espiritual, nuevas formas de religiosidad,
nuevas actitudes ante la vida y una nueva mentalidad15. En este contexto, su enseñanza tuvo
una repercusión extraordinaria en la vida espiritual de la baja Edad Media y una incidencia
en las formas de vida religiosa y consagrada de la época.
El Maestro Eckhart, fue un fraile teólogo que interpelaba con su compromiso de vida y con
la sabiduría para hablar de Dios. Su pensamiento desafió abiertamente las convenciones
sociales, políticas y religiosas de su tiempo. Cuestionó las suposiciones clasistas, dualistas y
aristocráticas sobre el ser humano desde una concepción religiosa y bíblica, en la que la
unidad del ser humano, su integridad e integralidad, prevalecían frente a otras
consideraciones de índole ideológica o económica. Al decir de Fromm, “Eckhart describió y
analizó la diferencia entre los modos de la existencia, de tener y de ser con una penetración
y claridad no superada por ningún Maestro”16. Este aporte es notorio cuando se analizan sus
obras y se descubre en ellas un pensamiento es novedoso y que interroga nuestro quehacer
teológico.
Rudolf Otto, reconoce que el Maestro “tiñe de misticismo todos sus conceptos. El ser del que
habla debe ser salvación, ese ser es uno, sin segundo, indiviso, sin añadidos ni predicados,
sin cómo ni modo, no está enunciando meros hechos metafísicos, sino también hechos
salvíficos”.17 Esto es, que nuestra función es ser y en la medida que nuestra vida es ser, en
esa misma medida estaremos en Dios como lo dice el Maestro “Esta unión es mucho más
estrecha de lo que [sería] si alguien vertiera una gota de agua en un tonel de vino: allí habría
agua y vino: y esto será transformado de tal modo en una sola cosa que todas las criaturas
juntas no serían capaces de descubrir la diferencia”.18 La clave está en la capacidad que tiene
el ser humano para poseer a Dios, pues esto, solo puede darse mediante su capacidad
intelectiva y su propia autorreflexión.
15
Bara Bancel, Silvia. Para entender al Maestro Eckhart. Salamanca. Separata de Ciencia Tomista Tomo 135
- Núm. 437 - Septiembre-Diciembre, 2008:456.
16
Fromm, Eric. Tener o ser. México: Paidós, 2007:69.
17
Otto, Rudolf. Mística de oriente y occidente. Sánkara y Eckhart. Madrid: Trotta, 2014:39.
18
Eckhart Maestro. Obras alemanas Tratados y Sermones, 132.
15
Con los sermones, que generalmente eran cortos para el público y más extensos para los
frailes en formación, el Maestro hizo un ejercicio mistagógico y de interrogación permanente.
Buscaba que las personas se fueran cuestionando sobre las palabras de Jesús y lo que éstas
les decían en las circunstancias que estaban viviendo. Buscaba además, llevar a las personas
a una experiencia espiritual profunda y plena. Buscaba que cada uno cayera en la cuenta de
su fe y de su práctica sacramental:
La interpelación es constante, frente al Maestro nadie podía quedar indiferente, sus palabras
cuestionaban profundamente las creencias y las expresiones religiosas del momento.
Interroga una vida cristiana que no lleve al compromiso real y efectivo con el más pobre y
necesitado. No basta con la dedicación a la contemplación, pues la vida cristiana se vive en
una relación de renuncia a aquello que nos lleve a encerrarnos en nosotros mismo y nos
exteriorice hacia la práctica de la caridad: “Si el hombre se hallara en un arrobamiento tal
como San Pablo, y supiera de un hombre enfermo que necesitara de él una sopita, yo
consideraría mucho mejor que tú, por amor, renunciaras [al arrobamiento] y socorrieras al
necesitado con un amor más grande”.20 Y advierte el Maestro que cuando se deja algo,
proceder en algún hábito o práctica, no se pierde ninguna gracia, al contrario, lo que se deja
por amor, lo recibirá multiplicado, como lo dijo Jesús “quien dejare una cosa por mí, recibirá
cien veces tanto y heredará la vida eterna” (Mt, 19-29)
19
Ibíd., 129.
20
Ibíd., 106.
16
1.1.1. Un Maestro de la analogía
Además de los diferentes usos de la dimensión comunicativa del ser humano, Eckhart se vale
tanto de la paradoja como de la analogía para expresar las intuiciones teológicas que adquiere
como fruto de sus reflexiones25. Respecto a la paradoja, el Maestro la integra en sus obras de
manera recurrente cuando explica las dinámicas de la vida cristiana desde la dualidad dada
por lo interno y lo externo del sujeto. Por ejemplo, en el caso de la conversión, sostiene que
esta se hace posible cuando la persona sale de sí misma, pero dicha salida no ocurre hacia el
21
“Cuanto se enuncia de Dios no es verdad, y lo que no se enuncia de Él esto es verdad. Cualquier cosa de la
que se dice que es Dios, no lo es; lo que no se enuncia de Él, lo es más verdaderamente que aquello de lo cual
se dice lo que es” Eckhart Maestro. Obras alemanas Tratados y Sermones, 437.
22
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze. Vida y doctrina del Maetro y sus dos mejores discípulos. Madrid:
Edibesa, 2000: 31.
23
El Maestro escribió en latín para los frailes y otros estudiosos que acudían a sus lecciones y en lengua
vernácula para el pueblo que asistía a sus sermones. Más allá de la diferencia de lengua y de público que tiene
sus importantes consecuencias, hay también una diferencia de contenido y de orientación en sus obras. En
lengua latina desarrolló tópicos de corte más académico relacionados con Dios, el desasimiento, el alma y la
creación. En alemán, en cambio, temas de estilo más pedagógico y pastoral, como la situación del hombre en
el mundo, el pecado y el sufrimiento como producto de la acción humana.
24
Maestro Eckhart. El fruto de la nada y otros escritos. Edición y traducción de Amador Vega. Madrid: Siruela,
2011:15.
25
“La altura máxima del ensalzamiento reside justamente en el profundo fondo de la humillación. Porque,
cuanto más hondo y bajo sea el fondo, tanto más altas e inconmensurables serán la elevación y la altura, y
cuanto más hondo sea el pozo, tanto más alto es, a la vez; la altura y la profundidad son una sola cosa” (Ídem.,
Pláticas instructivas, 23).
17
exterior (entendido en términos físicos). En cuanto a la analogía se refiere, Eckhart acude a
ella para expresar aquello que es intermedio entre lo totalmente otro (la diferencia) y lo
exactamente idéntico (la igualdad) 26. La analogía funciona, entonces, como el mecanismo
adecuado para construir ejemplos cercanos a la comprensión del público oyente/lector, ya
que permite acercarse en cierta medida a lo que es indecible por naturaleza, esto es, el
Misterio divino27.
En este punto conviene resaltar la ruptura que la teología de Eckhart representa frente al
ambiente teológico que la escuela franciscana de la Edad Media había instaurado. Los frailes
menores elaboraron su pensamiento alrededor la concepción del mundo y su naturaleza desde
una postura ejemplarista. En contraposición, el Maestro cree que la única manera de llegar a
Dios es la experiencia del ser en su interioridad. Así, la metafísica del ser llega a ser el molde
dentro del que Eckhart elabora su pensamiento ontológico con miras a la interpretación de la
mediación divina en la historia28.
Además de las fuentes citadas más arriba, retoma las enseñanzas consignadas en El libro de
los veinticuatro Maestros. De hecho, en sus sermones recurre frecuentemente a la doctrina
allí compartida. Por lo anterior, conviene hacer evidente, al menos, tres nociones de Dios en
las que Maestro coincide con los otros Maestros: a) Dios es mónada29: aunque el dogma
cristiano crea en un Dios que es Uno y Trino a la vez, Eckhart reconoce que el punto de
partida para acercarse a la comprensión de la esencia divina es la mónada, ya que en la
naturaleza la unidad es muestra de la perfección y está en una mejor condición que lo
26
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze, 32.
27
“La naturaleza enseña -y me parece muy justo- que debemos explicar a Dios mediante símiles, ya sea éste,
ya sea aquel. Sin embargo, Él no es ni esto ni aquello, y por lo tanto el Padre no se contenta con ello, antes bien,
regresa a lo primigenio, a lo más íntimo, al fondo y al núcleo del ser Padre donde ha estado adentro eternamente
en sí mismo, en la paternidad, y donde disfruta de sí mismo, el Padre como Padre, de sí mismo en el Hijo único”
Eckhart Maestro. Obras alemanas Tratados y Sermones, 678.
28
Maestro Eckhart. El fruto de la nada, 18.
29
“Esta definición está formulada de acuerdo con la representación de la primera causa, en tanto que se
multiplica numéricamente en sí misma, de modo que el multiplicante sea concebido como el uno, el
multiplicado como el dos, y lo que se refleja como el tres. Así ocurre, en cambio, con los números: cada unidad
posee un número propio, ya que es reflejada en un número diverso por los demás” Lucentini. Paolo. (ed.) El
libro de los veinticuatro filósofos. Madrid: Siruela, 2009: 45.
18
múltiple, es decir, que lo creatural30; b) Dios es independiente31: en la medida en que Dios
está en un plano diferente al de los seres limitados, Él no depende de algo o alguien. Al
contrario, en su calidad de fuente misma de la existencia, se encuentra lejano a todo y todos32;
c) Dios es infinito33. El acto creador de Dios es independiente a su existencia meta-temporal,
razón por la cual el Creador no está sujeto a los mismos avatares históricos que los distinto
seres de la naturaleza sí34.
De otro lado, es preciso anotar que el término Ser es del todo relevante en el pensamiento
teológico del Maestro, porque es asumido desde una perspectiva creatural. En este orden de
ideas, el ser de Dios se entiende como un intelecto capaz de conocer lo creado, con lo cual
se abre la posibilidad para que el intelecto humano elabore, por vía intelectiva, una
comprensión de Dios35. La independencia de Dios le convierte en un ser en pleno sentido,
mientras que las creaturas son un no-ser debido a su dependencia de la divinidad36. Se llega
a una afirmación neurálgica: en lugar de sostener que Dios conoce porque es, Eckhart asegura
que Dios es porque conoce. Por tanto, en cuanto que el conocimiento se convierte en el
fundamento del ser, es válido decir que Dios es conocimiento37. A pesar de esto, Dios
permanece como misterio, como aquello que excede las condiciones de posibilidad del ser
30
“Lo que tiene ser, tiempo o lugar, no toca a Dios; Él está por encima de ello. Es cierto que Dios se halla en
todas las criaturas en cuanto tienen el ser y, sin embargo, está por encima de ellas. Justamente con todo cuanto
Él es en todas las criaturas, se halla por encima de ellas; aquello que es uno en muchas cosas, debe estar
necesariamente por encima de las cosas” Eckhart Maestro. Obras alemanas Tratados y Sermones, 336.
31
“El engendrador, en verdad, tiene dignidad de principio en virtud de la generación, y existe en principio sin
tener un antes. El engendrado procede en la generación hacia el fin, pero no experimenta mudanza en su
naturaleza de término medio. El texto quiere decir de hecho que el fin es idéntico para el verdadero engendrador
y el verdadero engendrado, puesto que la vida divina no es más que una sola vida en común; pero no es un fin
con respecto a una obra, como la quietud con respecto al movimiento” Lucentini, Paolo (ed.), El libro de los
veinticuatro filósofos, 59.
32
“Dios es uno solo en sí mismo y se halla apartado de todo. Dios no pertenece a nadie, y nadie pertenece a Él;
Dios es un solo” Eckhart Maestro. Obras alemanas Tratados y Sermones, 451.
33
“Todo ser manifiesta la perfección de una finitud, y sin finitas sus operaciones del centro al ser. No es así en
el ser divino, antes bien, del centro pasan afuera y al acto obras infinitas. De modo que su perfección es infinita,
y no es imposible en acto, puesto que existe necesariamente De donde se sigue que, también en el retorno, la
vía más segura del ser a la unidad del centro es la bondad ilimitada” Lucentini, Paolo (ed.), El libro de los
veinticuatro filósofos, 63.
34
“Dios no creó el cielo y la tierra tal como nosotros decimos en el transcurso del tiempo: ‘¡Hágase esto!’
porque todas las criaturas están enunciadas en la palabra eterna […] Esto significa lo mismo que: él que es
inmutable en sí mismo, me ha enviado” Eckhart Maestro. Obras alemanas Tratados y Sermones, 246.
35
Maestro Eckhart. El fruto de la nada, 17.
36
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze, 30.
37
Maestro Eckhart, El fruto de la nada, 16.
19
humano y, por tanto, nunca será alcanzado cognoscitivamente de forma absoluta38. “todo
cuanto el conocimiento puede aprehender y el anhelo puede desear, no es Dios. Ahí donde
terminan el conocimiento y el anhelo, ahí está oscuro, ahí luce Dios”39.
Dado que la sustancia divina ha tenido el beneplácito de asumir la naturaleza humana a través
de la encarnación del Logos, ha sido posible que en la historia humana se configure la persona
de Cristo de manera integral, esto es, la unión perfecta entre la Cabeza (Jesús) y los miembros
(los cristianos). Gracias a esta unión, todos los santos tienen la posibilidad de participar de la
verdadera vida: es el Cristo completo quien se ofrece al Padre como ofrenda de reconciliación
y puente hacia la eternidad. Por eso, todos los bautizados reciben los dones divinos según la
providencia del Padre sin la necesidad de alguna clase de mediación. De hecho, esta
recepción de los dones ocurre de manera directa tal y como sucede con la aceptación de las
facultades del alma en el momento de la creación40.
Otro aspecto importante a destacar en el Maestro, fue su capacidad para hacer una síntesis
entre Platón y Aristóteles, entre filosofía y teología, y sobre todo, entre teoría y práctica en
la vida interior. Con él se inaugura una corriente de mística renana que hasta nuestros días es
fuente de inspiración, porque revela una genuina experiencia mística de encuentro unitivo
con Dios y se expresa mediante un lenguaje teológico que actualiza el misterio de la
revelación en cada época y lugar, por ello su mensaje siempre va a ser actual y novedoso. Se
hace presente en su pensamiento la influencia neoplatónica y del pseudo Dionisio Areopagita
que se puede apreciar en sus sermones mediante la interpretación alegórica, poética,
simbólica y metafórica de la Sagrada Escritura, a lo que Beuchot denomina “exégesis muy
anagógica o mística, rasguñando el misterio, para hacerlo hablar.”41
38
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze, 132.
39
Eckhart Maestro. Obras alemanas Tratados y Sermones, 607.
40
Meister Eckhart. Commento al Vangelo de Giovanni. Roma: Città Nuova, 1992: 257.
41
Beuchot, Mauricio. La Hermenéutica en la Edad Media. México, UNAM, 2002:55. Aclara el autor en esta
misma obra que “Alegoría, significa, porque se dice una cosa y se significa otra. Se subdivide en alegoría simple
y anagogía. Hay alegoría simple cuando por un hecho visible se significa otro hecho invisible. La anagogía es
la conducción hacia arriba, se da cuando por un hecho visible se declara uno invisible” p 79.
20
Esta característica alegórica de su predicación hace de él un Maestro que actualiza el mensaje
a través de “las semejanzas y las diferencias; a Eckhart se le puede considerar uno de los
grandes pensadores de la diferencia, ya que resaltó la diferencia abismal que existe entre el
ser humano y Dios cuando el alma está llena de vicio y de ignorancia. La idea de él era ir
haciéndose más semejante a Dios, purificando el alma (vía catafática), eliminando los vicios
para borrar la diferencia en momento negativo (vía apofática) hasta lograr la unión”42.
No podemos dejar de mencionar un hecho doloroso en la vida del Maestro, que se relaciona
con su enseñanza espiritual a través de sus sermones y otros escritos. En efecto, sus
predicaciones fueron varias veces deformadas al sacarlas de contexto, lo que le trajo graves
42
Mendizábal, Diana Alcalá. La hermenéutica analógica en los símbolos religiosos. Revista De-Lectio Abril-
junio de 2017. http://www.filosofiayliteratura.org/1/numeros/numero_3/H_analogica_simbolos_rel.pdf.
43 Eckhart Maestro. Tratados y Sermones. Obras alemanas, 704.
44
Beuchot, Mauricio. Hermenéutica analógica y del umbral. Salamanca: San Esteban, 2003: 102.
21
problemas con la Iglesia. Fue acusado hasta el punto de ser denunciado y sometido a un
proceso por la Inquisición, que culminaría con la Bula In agro dominico, con 26 tesis
condenadas, 17 señaladas heréticas y 11 equívocas. Brian, se refiere a este suceso de la
siguiente manera:
El uso de expresiones paradójicas o difíciles de interpretar pudo dar ocasión, junto con el
resentimiento de algunos dominicos castigados para que se desencadenara en torno al
Maestro un furioso vendaval […]. Una primera averiguación acerca de la ortodoxia de
Eckhart fue llevada a cabo por una comisión nombrada por Juan XXII […]. El tribunal
nombrado por el arzobispo presentó varias listas de proposiciones censurables; la primera
contenía 37 artículos y la segunda 49, tomados del Benedictus Deus, a las que se añadió una
tercera con textos sacados de los sermones en lengua vulgar.45
Un aspecto que debemos tener en cuenta es, que el origen de los sermones del Maestro
Echkart está relacionado con la misión que le fue otorgada sobre el acompañamiento
espiritual de la vida religiosa femenina consagrada. Pero, también como formador de los
frailes, es importante hacer notar que él habla como a personas ya iniciadas en el camino de
la vida espiritual, cuya finalidad es asumir desde la condición humana un camino de
desasimiento para consagrar la vida. En sus conversaciones con los novicios dominicos sobre
el discernimiento el Maestro advierte:
45
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze. 23.
22
Debe aprender a penetrar en las cosas y aprehender a nuestro Dios ahí dentro, y por
un vigoroso esfuerzo interior, ser capaz de imprimir la imagen de Dios en su fuero
íntimo, de manera sustancial. Se puede comparar con la persona que quiere aprender
a escribir: está claro que si quiere lograr esta destreza, tiene que ejercitarse mucho y
a menudo en esta actividad, por más penoso y difícil que le resulte o por imposible
que le parezca; si está dispuesto a ejercitarse asiduamente y con frecuencia, lo
aprenderá y dominará este arte. Primero tiene que fijar sus pensamientos en cada letra
individual y grabársela muy firmemente en la memoria. Pero más tarde, cuando ya
domina el arte de escribir, no le hacen falta en absoluto la representación de la imagen
ni la reflexión; escribe despreocupada y libremente.46
Las enseñanzas del Maestro penetraban en todos los campos tanto del ámbito académico-
teológico, como en el ámbito de las predicaciones y en el acompañamiento espiritual
propiamente dicho. El Maestro advierte que el verdadero Maestro, es aquel que tiene el
conocimiento que viene de la experiencia padecida, reflexionada y hecha vida. A propósito
escribió: “Más valdría un Maestro de vida que mil Maestros de lectura; pero leer y vivir en
Dios no lo puede conseguir nadie. Si tuviera que buscar un Maestro de escritura lo buscaría
en París, en las escuelas superiores, a causa de su gran saber. Pero si quisiera preguntarle por
la vida perfecta, no sabría que decirme”.47 En este sentido, no se trata de ir a ninguna parte a
buscarlo, porque solo el desasimiento, o la Kénosis, serán los medios que nos enseñan y
conducen a la vida perfecta. Y continúa afirmando: “Toda perfección reside en aceptar sufrir
la pobreza, la miseria, el oprobio, las contrariedades y todo aquello que pueda suceder bajo
la presión de las circunstancias, de forma voluntaria, jovial y libre, con placer y
apaciblemente”.48
Enseña el Maestro que nuestra condición de ser creatura está precedida por el amor de Dios,
que él ha puesto en nuestro ser una tendencia a Él, con esto enseña a tomarse en serio nuestra
dependencia con respecto a Dios, pues todo nos ha sido dado, esto es ir al sentido ontológico
46
Bara Bancel, Silvia. La raíces de la felicidad, según la mística dominicana (el Maestro Eckhart y Enrique
Suso). Bogotá: Universidad Santo Tomás. Revista Albertus Magnus. Vol. 7, Núm. 1 (2016) 11-28.
47
Maestro Eckhart. El fruto de la nada, 90.
48
Ibíd, 191.
23
de la pregunta San Pablo: “¿qué tienes que no hayas recibido?” (1 Cor 4:7). El Maestro
exhorta, que si bien, los seres humanos tenemos capacidades, potencialidades y además
podemos hacer cosas, es necesario ir al fondo de uno mismo para descubrir que todo fue
donado, que algo similar por nuestros méritos no lo podemos dar a nadie. Y que a pesar de
contar con nuestro intelecto, como lo más elevado, “Dios hace ser al alma humana al hacerla
entender. Esta iluminación divina es la causa de la existencia humana, al mismo tiempo que
de su conocimiento”.49
El Maestro nos hereda una gran obra que se clasifica en dos corpus doctrinales: uno
correspondiente a sus escritos en latín y otro concerniente a sus escritos en alemán. La mayor
parte de su obra latina se ha extraviado. Por ejemplo, del Opus propositionum (Obra de las
proposiciones) sólo se tiene el prólogo. En este trabajo, el Maestro se había propuesto
desarrollar su teoría del ser mediante su respuesta a más de mil preguntas. Del Opus
quaestionum (Obra de las cuestiones) donde se había planteado responder a “Cuestiones”
escogidas de la Suma Teológica de Tomás de Aquino, sólo se conserva la tercera parte. Lo
mismo ha sucedido con el Opus expositionum (Obras de las exposiciones) correspondiente a
sermones y a notas sobre algunos textos de la Biblia50.
En cambio, sus escritos en alemán se conservan la mayor parte. Josef Quint fue el encargado
de adaptar la obra al alemán moderno y desde allí se ha traducido a diferentes idiomas:
“inglés, francés, holandés, italiano, japonés, lenguas escandinavas, español y checo”51. Ilse
de Bruger traduce gran parte de su obra del alemán al castellano, a través de la cual podemos
conocer las huellas de su pensamiento en temas como: Die rede der underscheidunge
(Discursos instructivos); Daz buoch der goetlichen troestunge (El libro de la consolación
divina); Von dem edeln menschen (Del hombre noble); Von abegescheidenheit (Del
desasimiento). Sus obras “El libro de la consolación divina” y “Del hombre noble”
49
Beuchot, Mauricio. “La hermenéutica mística y metafísica del Maestro Eckhart”, en Divinitas (Roma), 39
(1996), pp. 258 ss.
50
Eckhart Maestro. Obras alemanas: Tratados y Sermones, 19-20.
51
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze, 27.
24
pertenecen juntas al llamado «Liber Benedictus». Del hombre noble es un sermón, Del
desasimiento un breve tratado, y los sermones del 1 al 59”52.
Para el análisis de las categorías Reino de Dios y Kénosis, acudiremos a los tratados y
sermones del Maestro en una traducción realizada por Ilse de Brugger y la traducción crítica
de Amador Vega titulada el fruto de la nada y otros ensayos, debido a que en estas dos obras
se condensan los escritos del Maestro en lengua germana. El Maestro, deja las huellas de su
pensamiento filosófico-metafísico y teológico a través del desarrollo de temas tales como:
“Si en Dios se identifican el ser y el entender”; “Si el entender del Ángel, en cuanto supone
una actividad, es su propio ser”; ““Si la alabanza de Dios en el cielo es más noble que el amor del
mismo en la tierra”; “Si la existencia de un movimiento sin término implica contradicción”;
“Si las formas de los elementos quedaron en el cuerpo de Cristo cuando éste murió en la
cruz”.53 Pero, también hereda la profundidad de su pensamiento teológico mediante la
producción temática de la imagen desnuda de Dios, el Reino de Dios en nosotros, las raíces
de la felicidad y el desasimiento.54 A su vez ocupa gran parte de su teología la Trinidad y la
filiación divina, el eterno nacimiento del Hijo de Dios en el alma, el retorno del alma a Dios.55
En todos los sermones el Maestro pone como eje principal para su enseñanza el texto de la
Sagrada Escritura, sigue un esquema en el que en primer lugar está texto bíblico, le sigue una
interpretación alegórica y termina con una súplica a Dios para que le ayude a entender el
texto del cual se hizo la interpretación.
52
Eckhart, Maestro. Obras Alemanas – Tratados y sermones, 20.
53
Meister Eckhart. Cuestiones parisienses. [Quaestiones parisienses.]: Introducción y traducción de Ángel J.
Capelletti, Volumen 12 de Cuadernos de humanitas. Madrid: Universidad nacional, Facultad de filosofía y
letras, 1962.
54
Eckhart Maestro. El fruto de la nada y otros escritos, 67.
55
McGuin, Bernard. The Mystical Thought of Meister Eckhart. The man from Whom God hid nothing.
Crossroad Publishing Company, 2001. Este autor además de mostrar la versatilidad del pensamiento del
Maestro en temas de metafísica, además desarrolla el concepto de “Gelassenheit” que constituye la columna
vertebral de su teología. Además, profundiza en los temas de la metafísica en Eckhart, el eterno nacimiento del
Hijo de Dios en el alma, el retorno del alma a Dios, temas centrales de su pensamiento. Para esta investigación
el nacimiento de Dios en el alma, fundamenta la categoría Reino de Dios. El Reino de Dios es la acción constante
de Dios que se da al ser humano en una acción de donación y de engendramiento.
56
Hackett, Jeremiah. A Companion to Meister Eckhart. Boston: Leiden: Brill NV. 2013: 241.
57
Della Volpe, Galvano. Eckhart o della Filosofia Mistica, Roma: Edizioni di storia e letteratura, 1952. 81-
271. Los principales temas que desarrolla el autor son la esencia, el intelecto y el horizonte de la libertad del
25
teología no es un discurso que se circunscribe a los libros y a las grandes disertaciones de los
Maestros parisienses, sino que su teología tiene que ver con la vida cotidiana donde Dios
hace presencia, y su lenguaje no es ajeno a la razón y al sentido común. Es además, una
teología contemplativa y práctica, que invita al ser humano a colocarse ante Dios en una
actitud de aprendizaje, libertad y desnudez.58
Por eso digo que la naturaleza del Padre consiste en engendrar al Hijo, y la naturaleza del
Hijo en que yo nazca en Él y luego de Él; y la naturaleza del Espíritu Santo consiste en que
yo sea quemado y completamente fundido en Él y que llegue a ser todo amor. Quien vive así
en el amor, siendo todo amor, éste se imagina que Dios no ama a nadie fuera de él; y no sabe
de nadie que ame o [sea amado] por nadie, fuera de Él.59
Este engendramiento es una presencia que permite descubrir la gracia divina y para llegar a
este encuentro con la presencia viva, la Kénosis o el desprendimiento es el mejor camino,
porque se trata de abandono total en la filiación que quien ha sido engendrado en nuestra
alma. Acude a textos bíblicos para mostrarnos que la esencia del alma es su naturaleza creada
“Más por la gracia de Dios, soy lo que soy” (1 Cor 5,10) esto es que la dinámica del alma
engendrada es sostenida en su ser por Dios,60 es Dios mismo que nos mantiene y nosotros
cristiano. Con ello nos invita a pensar en serio el tema del desasimiento, puesto que en la medida que el ser
humano se vacíe de sí mismo, va a encontrar la libertad de ser Hijo de Dios. Ahora bien, para llegar al
desasimiento el hombre por su capacidad intelectiva conoce como es Dios, pero tiene que ir más allá de la
imagen que se pueda hacer de él.
58
Alain de Libera. Eckhart, Suso, Tauler y la divinización del hombre. Madrid: Trotta 2011.
59
Eckhart Maestro. Tratados y Sermones. Obras alemanas, 587.
60
Gonzalo Soto Posada. El Maestro Eckhart: Filosofía y mística. Revista Estudios filosóficos. ISSN 0121-
3628 nº46 Diciembre de 2012 Universidad de Antioquia pp. 165-187. El autor al referirse a la dinámica del
alma creada en Eckhart, interpreta que “el alma es sostenida en su ser por Dios, lo que la sitúa entre la eternidad
y el tiempo, le permite ser iluminada por Dios y recibir la vida divina, ser espiritualizada en la divinidad; en su
desnudez psicológica despliega sus velas para anclarse en Dios en el desierto del silencio y el ser indiferenciado
de la divinidad como desierto silencioso (ruego a Dios que me vacíe de Dios), gracias a que el alma es templo
26
por caer en la cuenta del engendramiento podemos desprendernos o desasirnos de nuestro
propio yo, para que Dios siga engendrando.
de Dios y puede purificarse de sus impurezas, en su marcha hacia el más allá; en esta marcha se hace una con
Dios, más allá del tiempo y del espacio”, p 170.
61Es un Decreto del el año 1298, Bonifacio VIII promulgó la Decretal Periculoso, en la que ordenaba el enclaustramiento
de todas las monjas; la clausura se convirtió en una práctica obligatoria para las mujeres consagradas a la vida religiosa.
62
Rivas, Fernando (Edit). Iguales y diferentes. Interrelación entre mujeres y varones cristianos a lo largo de
la historia. Madrid: san Pablo. 2011: 119.
27
las personas, son llamadas a Dios por el mismo camino. […] si uno puede sentir que no está
siguiendo adecuadamente a Dios en la ejecución de las obras de gran mortificación y
privación, entonces, si hallas que este camino no es para ti, tómalo con calma, y abandónalo.
[…] Porque Dios no ha vinculado la salvación de los seres humanos a ningún modo
especial”63. Así que las vías para seguir al Señor no se oponen, porque Dios siempre está
perfeccionando incluso lo que ya es bueno.
Sea cual fuere el camino, o el modo en el seguimiento de Jesús, para el Maestro es importante
un camino de vida en el que el ser humano asume como condición, la humildad. Humildad
para reconocer que en su cuerpo está la presencia divina de un Dios que se entrega y que lo
llama a asumir la condición de Hijo en un seguimiento que necesariamente pasa por la
Kénosis o el desasimiento, por el camino de la cruz, por la renuncia al propio yo humano. De
ahí que este camino de vida es poco comprensible a la razón humana… entre más uno se
reduzca a la nada más podrá reproducir los rasgos de Jesús en su vida. De esta manera se
vivirá en un permanente estado de apertura, de gratuidad y de amor que pone de manifiesto
la irrupción de Dios en el ser humano. Un Dios que siempre es más, y que despierta en el ser
humano el deseo de vaciamiento. De manera que cada uno, podrá hablar de un Dios oferente
que actúa de manera diferente en el ser humano, esto es saber dar razón de la experiencia que
acontece en lo más profundo de nuestro ser.
Ahora bien, es necesario tener en cuenta que el pensamiento teológico del Maestro, fue
enriquecido por el contacto que tuvo con las mujeres, especialmente como dijimos, con el
movimiento de las beguinas64, Hans Küng al hacer un análisis sobre la mística bajo sospecha,
reconoce que en la mística alemana o renana, las mujeres tuvieron un protagonismo
importante, que fue dejado de lado por hombres como Maestro Eckhar, Juan Taulero, Enrique
Suso y Juan van Ruysbroek65, la sospecha de Küng era que la aparición de la corriente mística
estuvo acompañada por temores y conflictos con la Iglesia, debido a que estos movimientos
63
Eckhart, Maestro. Obras alemanas: Tratados y Sermones, 82-86.
64
“Lo que si puede afirmarse es que fue el contacto con las beguinas y monjas dominicas lo que motivó a
Eckhart a desarrollar una teoría sobre la unidad del hombre con Dios, y de esta manera el surgimiento de una
corriente mística”. Mañon, Guillermo. Eckhart y la espiritualidad de las beguinas.
http://topicos.up.edu.mx/topicos/wp-content/uploads/2012/12/TOP24_Manon_eckhart_beguinas.pdf.
Consultado, enero 19 de 2015.
65
Küng Hans. La mujer en el cristianismo. Madrid: Trotta, 2002: 68-70.
28
amenazaban en convertirse en un elemento enriquecedor y quizá en la experiencia más
importante del cristianismo, de esta manera
Temas desarrollados por Margarita Porete, como el abandono o renuncia al yo, la unidad del
hombre con Dios, el anonadamiento y la perfección humana hallan una gran similitud con el
pensamiento del Maestro turingio. El encargo que había recibido Eckhart de atender
espiritualmente a las religiosas, hizo que su público fuera mayoritariamente femenino y que
él se dejara impregnar por su pensamiento, pues con ellas compartió reflexiones teológicas
que se fundamentaban en el estudio y la interpretación de la Sagrada Escritura.
Entre los muchos movimientos espirituales que hacían presencia en la Edad Media,
destacamos aquí el grupo de las Beguinas, que tuvieron una cercanía con el Maestro Eckhart.
Las Beguinas fueron un grupo de mujeres que florecieron entre los siglos XII y XIII,
justamente al mismo tiempo en que se crearon las órdenes mendicantes de los franciscanos
y de los dominicos. El movimiento beguinal estaba constituido tanto por mujeres como por
hombres, aunque la rama masculina siempre fue mucho menos numerosa y se denominaron
Begardos. Este movimiento femenino estaba arraigado en el deseo de una vita apostólica,
pobreza voluntaria, mendicidad y predicación. El movimiento se hizo atractivo porque,
recogía las aspiraciones religiosas de muchas mujeres, que no querían ser monjas en el
sentido estricto, o que no tenían bienes suficientes para aportar una dote que les permitiera
mantenerse de por vida.
66
Ibíd., 69
29
En el contexto de la sociedad medieval donde las mujeres tenían unos ámbitos definidos, las
beguinas buscaron vivir una espiritualidad laica, sin compromisos que se derivaban de una
vida religiosa monástica, optaron por trabajar, rezar, vivir los sacramentos y servir a los
demás movidas por una profunda convicción de seguimiento de Jesús, de manera libre y en
la gratuidad de ser mujeres. Buscaron ser fieles a sí mismas, no renunciaron a la pertenencia
a la Iglesia, pero tampoco se sometieron a ninguna regla, asumieron una postura crítica frente
a la jerarquía eclesiástica que en muchas ocasiones se mostraba dominada por la atracción
del poder y en nombre de Jesús abusaba y oprimía67.
Ellas demostraron sus capacidades haciendo uso de su libertad en contra de una sociedad que
no reconocía la igualdad de los seres humanos, varones y mujeres, lucharon y se resistieron
a obedecer ciegamente a quienes querían manejar sus vidas sin contar con ellas. Se dedicaron
a la atención hacia los más necesitados, viviendo una espiritualidad de servicio.
Comprendieron que el cristianismo no es un llamado al intimismo o a la vivencia de una
espiritualidad que aísle a las personas del mundo, sino que éste es una experiencia de apertura
a la divinidad, a prójimo y a la creación. En este sentido ellas comprendieron, que la Palabra
de Dios expresada en la Sagrada Escritura, es palabra para todo tiempo y lugar, que ser
imagen y semejanza de Dios, significa la vivencia de una espiritualidad caracterizada por una
particular cercanía al hermano pobre y necesitado y a la creación en general. Esta
comprensión de la revelación de Dios en la historia, es lo que en la teología contemporánea
refiere a una espiritualidad entendida como una de las manifestaciones privilegiadas a través
de la cual se experimenta con mayor nitidez la cercanía con Dios68.
La radicalidad en la opción de vida de estas mujeres, hizo que el movimiento fuera mirado
con sospecha: “Bruno de Olmütz, obispo de Germania, escribe: “estas mujeres se sustraen
por igual a la obediencia de los clérigos y a las obligaciones del yugo matrimonial, y no se
67
González Bernal, Edith. Principios sobre el Dios trinitario en la teología de las beguinas. En: Mujeres,
mística y política. Madrid: Verbo Divino, 2016:94.
68
Guardini, Il Rosario della Madonna. En: Abdelmalak, “Haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte
de cruz”. R. Guardini y H. U. von Balthasar ante el sentido teológico de la muerte en cruz de Jesucristo, 69.
30
dejan sujetar por las reglas de un orden, se sugiere hacer de ellas esposas o meterlas en una
orden aceptada”.69
Y en otro informe el dominico, Hugo de Romans, que no estaba de acuerdo con la praxis de
estas mujeres, sostiene: “… existen además mulieres religiosae pauperes, que para recoger
lo estrictamente necesario, recorren las ciudades y los pueblos, cosa que no es conveniente
y para una mujer es peligroso”.70
A pesar de los ataques que con mucha frecuencia recibían, las beguinas soportaban y
resistían. Había quienes las condenaban y otros las defendían. Era un movimiento desafiante,
en el contexto de la Edad Media y en el contexto de la intransigencia de la Iglesia que no
permitía ver a las mujeres en condiciones de igualdad con los varones.
Estas mujeres solteras o viudas no hacían votos eclesiásticos, pero sí llevaban una vida de
austeridad, de oración, de lectura de las Escrituras y una práctica de la caridad. Su estilo de
vida no escandalizaba en aspectos morales. Sin embargo, fueron motivo de escándalo por la
interpretación de la Biblia, sus enseñanzas y su fuerte crítica a la estructura jerárquica de la
Iglesia. “De todas formas, ciertas tendencias de las beguinas, su culto ferviente y místico de
la continencia. Así como la pobreza, eran motivos suficientes para ser sospechosas de
herejía”.71 Con esto se corrobora que tristemente en la historia de la Iglesia el pensamiento
y la praxis de muchas mujeres ha sido objeto de censuras, descalificaciones por el excesivo
autoreferencialismo masculino de la misma Iglesia y su jerarquía.
Es importante destacar que para que el movimiento se sostuviera era porque también algunas
de ellas tenían bienes y los ponían al servicio de los beguinatos. La estructura misma con la
que contaban les permitía pertenecer a ellos, sin condiciones de profesión de votos, pues la
única condición era la de ser mujer y querer llevar una vida de piedad, de caridad y de servicio
a los demás. También ellas debían mantener su economía mediante trabajos
69 Cirlot, Victoria; Gari, Blanca. La mirada interior. Escritoras místicas y visionarias en la Edad Media. Madrid: Siruela,
2008: 23.
70Ibíd., 24.
71 Mierlo, J. Van. Béguins, béguines, béguinages. En Dictionnaire de Spiritualité, publiésous la direction de Marcel Viller,
31
The beguines’ specific understanding of apostolic poverty, for example, entailed that each
member was required to earn her own keep through low paying work. City governments,
aware of the advantages of a local reservoir of cheap, nonguild-regulated labor, endowed
beguine communities with generous land grants to enlist their services. In some places, such
as the city of Herentals, beguines at one point produced no less than 37.6 percent of all linen72.
Con este movimiento se inaugura una nueva manera de vivir la espiritualidad cristiana para
las mujeres. Es una espiritualidad que nace del corazón de ellas mismas, de las vivencias
personales y comunitarias. Una espiritualidad que les exige un compromiso radical, desde el
ser mujer y desde la propia libertad. Estas mujeres fueron mostrando a la Iglesia un rostro
femenino, de una teología que se encarna en cuerpos concretos de varones y mujeres, de una
teología que balbucea sobre Dios desde lo cotidiano de la vida. Así fueron mostrando a un
Dios que cuestiona el sufrimiento, el abandono y la discriminación de los seres humanos.
En el ámbito de la Iglesia, la espiritualidad de la mujer era aceptada, pero tenía que ser
sometida a la guía y orientación de algún religioso varón experto en la sabiduría de Dios. Se
trataba de guiar a la mujer en su rol como monja, esposa y madre abnegada. La particularidad
del movimiento de las beguinas está en que siendo mujeres, supieron mantener en lo posible
buenas relaciones con los religiosos de las órdenes mendicantes, quienes fueron sus
confesores, directores espirituales y las apoyaron en sus escritos.
Por otra parte, ellas supieron hablar de Dios a través de un lenguaje aceptado en su época:
poemas, cartas, visiones y canciones. De hecho, se apropiaron de los instrumentos de la
escritura para hablar de sí mismas y de Dios, pues Dios fue lo único que encontraron en sus
recámaras, en sus moradas, en los castillos del alma, rompiendo las barreras de un mundo
que las había condenado al silencio73. Uno de estos instrumentos fue la escritura trovadoresca
del amor cortés con el cual expresaron sus experiencias más profundas de la acción de Dios
en su vida.
72
Walter, Simons. Cities of Ladies: Beguine Communities in the Medieval Low Countries 1200-1555.
Philadelphia: University of Pennsylvania, 2001: 346.
73Cirlot, Victoria; Garí, Blanca. La mirada interior. Escritoras míticas y visionarias en la Edad Media, 11.
32
1.4. El Maestro Eckhart y las categorías fundantes de su pensamiento teológico
74
Maestro Eckhart, El fruto de la nada, 14.
75
Bancel, El Reino de Dios en nosotros, según el Maestro Eckhart, 147.
76
Bara, Silvia. Las raíces de la felicidad según la mística dominicana, 13.
77
Eckhart Maestro. El fruto de la nada, 24.
33
Si fuera preciso establecer ciertas características de una suerte de método del Maestro, una
de los presupuestos fundamentales a tener en cuenta es la inclinación del autor por rechazar
las formulaciones teóricas que estaban en boga en su tiempo, relacionadas con los
mecanismos que el cristiano tiene a su disposición para ser partícipe de la gracia y así acceder
a la salvación78. El alejamiento de las tesis comunes lleva a Eckhart a realizar tres acciones:
primero, buscar nuevos argumentos filosóficos que permitan encontrar respuestas diferentes
a las preguntas tradicionales; segundo, recurrir a ejemplos de la ciencia de la época a la hora
de dar razón de los fundamentos de la fe; tercero, articular los presupuestos de la filosofía
con las afirmaciones que provienen del mundo de la teología, para lo cual resulta del todo
útil la alegorización de los textos de la Sagrada Escritura79.
78
Ibíd., 15.
79
Bara, Silvia. El Reino de Dios en nosotros, según el Maestro Eckhart, 14.
80
En gran parte de sus sermones y tratados, el Maestro utilizó la expresión unión en Dios, para decir que en
Dios ya fuimos asumidos desde siempre. Que la unión no es un esfuerzo que el hombre hace para unirse con
34
En relación al desarrollo de la teología del Reino de Dios, el Maestro enseña que este Reino
es felicidad, es encuentro con una presencia viva que desde siempre ha estado ahí, y que
mediante el desasimiento podemos llegar a reconocerla. El reino es fruto de la libertad que
brota de un corazón que ha logrado desasirse, el cual no necesita mediaciones o
intervenciones externas, porque bien sabe que Dios ya lo dio todo: “La virtud suprema y
óptima por la que el hombre es capaz de vincularse y acercarse lo más posible a Dios es el
desasimiento”.81 De esta manera el Maestro articula Kénosis o desasimiento como condición
para la unión en Dios, y afirma que la finalidad del ser humano, su felicidad y realización
plena consiste en “ser en Dios”, de manera que el hombre podrá conocer las cosas en Dios y
recibir de Él, el ser. En la teología del Maestro,
La unión en Dios, o el nacimiento del Verbo en el alma, tiene como condición previa el
desprendimiento, la total receptividad, que se alcanza, a su juicio y al de toda la tradición
cristiana, a través del seguimiento de Jesús; las personas «buenas y perfectas» han integrado
y asimilado hasta tal punto las virtudes que la vida venerable de Nuestro Señor Jesucristo y
su noble enseñanza vive en ellos.82
Dios, sino que Dios ya se ha donado al ser humano, desde siempre, y éste lo único que debe hacer es asumir el
desasimiento o lo Kénosis.
81
Eckhart, Maestro. Obras alemanas: Tratados y Sermones, 237.
82
Bara Bancel, Silvia. Estudio comparativo del libro de la verdad de Enrique Suso y el Maestro Eckart. Ensayo
de teología mística, 420.
35
comprender su palabra, de esta manera el hombre y la mujer han de prestar atención al
mensaje de Jesús, como el verbo encarnado que hace posible llegar a la unión en Dios. Aquí
hay que precisar que para el Maestro el intelecto humano es mucho más que la capacidad de
abstracción a partir de los sentidos, es la parte más íntima y más elevada del ser humano, que
le capacita para recibir a Dios83.
Ahora bien, para el Maestro el desasimiento o la Kénosis lleva al ser humano a caer en la
cuenta de su ser creatural, al reconocimiento del don de la vida, de la dependencia que el ser
humano tiene con el Creador y su obediencia a Él. En este sentido el desasimiento, está
relacionado con la obediencia a la voluntad de Dios, la obediencia como la mayor virtud, que
logra la perfección de toda gran obra. No una obediencia a normas y mandatos, sino a la
aceptación de la voluntad de Dios en la vida del ser humano. “Siendo obediente, un hombre
se purifica a sí mismo, y Dios penetra en él; ya que al no tener voluntad propia, Dios
dispondrá para él lo que dispondría para sí mismo, Dios elije por mí”. 85 De esta manera
presenta el desasimiento como un camino para llegar a ser imagen y semejanza de Dios.
En su doctrina del desasimiento hay un aspecto importante, esperanzador para el ser humano
y es que, “Dios hace ser al alma humana al mismo tiempo que la hace entender. De esta
83
Bara Bancel. Silvia. Las raíces de la felicidad, según el Maestro Eckhart, 131-144.
84
Eckhart, Maestro. Obras alemanas: Tratados y Sermones, 72.
85
Ibíd., 64.
36
forma, la iluminación es lo divino en el alma y la causa de nuestra existencia. Y, por ello
mismo, la razón es lo primordial del alma y del hombre entero”.86 Con esto el ser humano
comprende que su relación con Dios es de despojo, rendición, dependencia y obediencia
“Redúcete a lo que eras antes incluso de haber nacido sobre la tierra, empobrécete y
empequeñécete hasta desnacer, deshazte del exceso de contacto con el mundo no divino,
hasta el punto que ni siquiera seas tú, sino nada más que la acción inmanente de la trinidad
en la que el abismo de la divinidad se refleja principalmente en la sabiduría eterna”.87
La condición humana, es también para el Maestro, el lugar del bien moral, el cual consiste
en la entrega total y absoluta a la voluntad de Dios, y al desapego de toda realidad exterior.
Por lo tanto, entra también en su pensamiento teológico, la culpa y el pecado, que es fruto de
la condición humana, y se da por el deseo de posesión y la pérdida de la conciencia de la
interioridad divina, aun así el Maestro, descubre que en el pecado, el hombre siente la
angustia de la nada, y al sentir y comprender la angustia, le lleva a recogerse en su interior y
a recomponerse por dentro, puesto que «el círculo espiritual no se afianza si él no reconoce
el llamado de la angustia y con un acto de amor y de entrega no se libera del golpe de su
86
Saranyana, Josep-Ignasi. La filosofía medieval. Navarra: EUNSA, 2007: 370.
87
García Baró, Miguel. De estética y mística. Salamanca: Ediciones Sígueme, 2007: 49.
88
Rivas, Fernando (Edit). Iguales y diferentes, 119.
37
pecaminosa aflicción y de sus motivos prácticos y se adhiere con un acto de voluntad a la
voluntad de Dios identificándola con ésta».89
Los tratados y sermones del Maestro Eckhart son un reflejo de la unión mística, del
desasimiento y del abandono en las manos de Dios. El Maestro establece una relación justa
y equitativa con Dios, en la que entre más salimos nosotros de sí mismos, más Dios viene
hacia nosotros; entre más nos perdamos, Él más nos encuentra. Nos muestra la riqueza que
presenta para la teología hablar de la Unidad-Trinidad y del fondo del alma.90
En el capítulo anterior presentamos unas pinceladas sobre la teología del Maestro Eckhart,
como lo hemos venimos señalando su pensamiento se inscribe dentro de la denominada
teología mística. Es una teología que revela una genuina experiencia de encuentro unitivo
con Dios y se expresa mediante un lenguaje teológico que actualiza el misterio de la
revelación en cada época y lugar, por ello su mensaje siempre va a ser actual y novedoso. Su
teología enfatiza en la apertura del hombre a Dios y en el reconocimiento de ser criatura, que
en su libertad puede asumir el seguimiento a Jesús como un camino que pasa por la
obediencia, la Kénosis y el sufrimiento. En este caminar, el Maestro Eckhart advierte que el
hombre está siempre sostenido por Dios, y que llega a saber de Él mediante el desasimiento.
En toda su teología encontramos que Dios tiene un lugar preferido para habitar: el alma del
hombre que ha renunciado a su propio yo, y en esa renuncia, Dios se manifiesta y se da a
conocer.
La preocupación del Maestro es enseñar que el hogar de Dios es el ser humano. A Dios le
gusta habitarlo, se siente cómodo allí, por eso se ha donado y solo pide Qui audit me, ser
escuchado. «Quien me escucha a mí, no se avergüenza. Quien ha de escuchar la eterna
Sabiduría del Padre, tiene que hallarse adentro y estar en su casa y ser una sola cosa, luego
podrá escuchar la eterna Sabiduría del Padre»91. La escucha para el Maestro es la obediencia
de un alma libre y desasida. Es la permanente entrega del ser humano confiado a Dios, y que
ha descubierto una particular manera de situarse ante la vida en un ejercicio continuo de
89
Faggin, Giuseppe. Maestro Eckhart y la mística medieval alemana. Traducción de Elena Sella. Buenos Aires:
Editorial Sudamericana. 1953: 70-71.
90
Eckhart Maestro. Obras alemanas: Tratados y sermones. Tema que encontramos a lo largo de esta obra.
91
Ibíd., 366.
38
vaciamiento. Un vaciamiento que no implica ningún anulamiento del ser, ni rechazo de la
condición humana, sino un saberse habitado, perfeccionado y sostenido en Dios.
El Maestro Eckhart hace que todo el eje central de su teología, sea el desasimiento, “el ser
dejado”, la Kénosis, que significa que con éste, el ser humano no es susceptible a nada que
no sea Dios. Así, el desasimiento viene a significar, libertad y unión en Dios. Para que el ser
humano llegue a sentirse libre, es necesario que no aspire a nada, ni siquiera a recibir gracias
o dones de Dios, “que uno aprenda a desasirse de sí mismo hasta no tener ya nada propio”92.
En los dos siguientes capítulos nos ocupamos del desarrollo de las categorías Reino de Dios
y Kénosis o desasimiento.
92
Ibíd., 695.
39
Capítulo 2. El Reino de Dios es Dios mismo en la totalidad de su plenitud
según Eckhart.
El Maestro Eckhart pone como centralidad del Reino de Dios, el encuentro con Él mismo,
así lo representa al interpretar alegóricamente el pasaje de Jesús y la samaritana Jn, 4, 5-43.
“Ya no creemos por tus palabras, sino porque nosotros mismos hemos oído. Ni tu propio
saber, ni la ciencia de las criaturas pueden conducirte a un punto donde estés en condiciones
de conocer a Dios de modo divino. Tu saber debe volverse pura ignorancia, en la omisión de
ti mismo y de todo lo creado”94. Su pensamiento, resulta ser una fuente de riqueza absoluta
para el quehacer teológico actual, puesto él no se conformó con elaborar una doctrina que
40
satisficiera el ambiente académico de su época95, sino que se esforzó por ofrecer a los
cristianos del común las herramientas teológicas necesarias para reinterpretar su experiencia
de Dios96. La teología de Eckhart sobresale, además, porque retoma principios fundamentales
de un método teológico que en occidente fue relegado, a saber, el que representa el
apofatismo de autores como el Pseudo Dionisio Aeropagita97 y Gregorio de Nisa98.
El Maestro sabe que desde siempre Dios le ha hablado al hombre, es un Dios que como bien
se narra en la experiencia del Pueblo de Israel, Dios es deseoso de entrar en comunicación
abierta con los seres humanos99. El movimiento libre y amoroso por parte de Yahveh que los
israelitas descubren paulatinamente en su historia se convierte, de forma necesaria, en el lente
por medio del cual toda creencia religiosa debe ser leída: aquello en lo que se cree es aquello
que ha revelado. Al ser un proceso, la mostración de Dios implica un esfuerzo hermenéutico
por parte de los seres humanos, de tal forma que con el paso del tiempo se haga posible
dilucidar la estructura de salvación que se le propone a la humanidad. Así, Israel entiende
que Dios se relaciona con él a partir de una dinámica contractual específica: la Alianza. Dicha
dinámica es el andamio que permite que el Pueblo acceda a la amistad ofrecida por Dios100.
Si bien, Eckhart en sus escritos deja ver su amplio conocimiento de la Sagrada Escritura y
especialmente sobre el Reino de Dios en el Antiguo Testamento, y la relevancia que la
Alianza va a asumir en la vida del colectivo israelita. El Maestro acude a un lenguaje
analógico para mostrarnos cómo la influencia de culturas y religiones ajenas a la experiencia
95
“El hombre no debe tener un Dios pensado ni contentarse con Él, pues cuando se desvanece el pensamiento,
también se desvanece ese Dios. Uno debe tener más bien un dios esencial que se halla muy por encima de los
pensamientos de los hombres y de todas las criaturas. Este Dios no se desvanece, a no ser que el hombre
voluntariamente se aparte de Él” Eckhart Maestro. Obras alemanas: Tratados y sermones, 93.
96
“Si no se debe enseñar a la gente iletrada, nunca nadie llegará a letrado y en consecuencia nadie sabrá enseñar
o escribir. Porque se enseña a los iletrados para que de iletrados se conviertan en letrados. Si no hubiera cosas
nuevas, nada llegaría a ser nuevo” Eckhart Maestro. Obras alemanas: Tratados y sermones, 215.
97
“No es nuestro propósito explicar aquí el Ser Supraesencial, en cuanto Supraesencial, pues es inefable,
imposible de conocer, totalmente inexplicable y es superior a toda unidad” Aeropagita, Pseudo Dionisio. Los
nombres divinos. Madrid: Editorial Losada, 2007: V, I.
98
“Lo contrario a la piedad lo concebimos como tiniebla y el apartamiento de la tiniebla se produce mediante
la participación en la luz. Pero al seguir la mente avanzando en la comprensión del conocimiento de los seres
mediante una atención siempre mayor y más perfecta, cuanto más avanza en la contemplación, tanto más
percibe que la naturaleza divina es invisible” Nisa Gregorio de. Sobre la vida de Moisés. Madrid: Sígueme,
1993: 162.
99
Beaucamp, Evode. Los profetas de Israel o el drama de una alianza. Navarra: Verbo Divino, 1988: 13-14.
100
Alviar, José. “Hacia una teología personalista del Reino de Dios”. Scripta theologica 36 (2004/3): 754.
41
de Israel genera una especie de contaminación: el Pueblo Elegido vivirá entre la aspiración
de mantenerse fiel al pacto realizado con Yahveh y el impulso a aceptar costumbres que, al
estar inspiradas en otras deidades, le alejan de la relación de amor con Dios101. Así, los
profetas, cada uno desde su contexto, reaccionan ante la tendencia permanente de Israel a
darle la espalda a la oferta gratuita de Dios por buscar beneficios particulares gracias al culto
de otros dioses o a prácticas contrarias a Ley dada por Moisés. El mensaje profético es claro:
la Alianza es la base sobre la cual se constituye el Reino de Dios, entendido este como el
gobierno permanente que el Señor establece en medio de quienes le aman. Entonces, la
fidelidad es la actitud que se debe guardar con celo para lograr hacer efectivo tanto el
cumplimiento de la Alianza, como el testimonio del Reino. Frente a la continua
desobediencia de los israelitas, los profetas defienden sin trastabillar la fortuna que representa
la predilección divina, la cual no puede ser mancillada sin más102.
Ahora bien, la centralidad del Reino de Dios, es para Maestro la presencia permanente de
Dios en nosotros, es el nacimiento del Hijo en el alma humana, y es Palabra recibida “San
Pablo dice: «En la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo» (Gal. 4,4). San Agustín explica
qué es «la plenitud del tiempo». «Allí, donde ya no hay tiempo, se da “la plenitud del tiempo
[…] Al principio, cuando la palabra es recibida por mi entendimiento, ella es tan acendrada
y sutil que es una palabra verdadera antes de ser configurada en mi pensamiento”.103 En la
teología cristiana Jesús muestra que el Reino tiene una dialéctica propia. Efectivamente, la
soberanía divina actúa de manera germinal a lo largo de la historia. Es como una semilla que,
aunque tiene en sí misma la potencialidad de echar raíces y crecer hasta dar fruto, necesita
de un ambiente propicio en el cual desarrollarse (Mc 4, 3-8). Es también como un grano de
mostaza que, a pesar de ser minúsculo en el presente, en el futuro puede llegar a ser el más
grande de los árboles (Lc 13, 18-21). Oscar Cullman104 entiende la relación entre actualidad
101
Todo el texto de las pláticas instructivas en Eckhart Maestro. Obras alemanas: Tratados y sermones, 85-
158.
102
Sicré, José Luis. Introducción al Antiguo Testamento. Navarra: Verbo Divino, 2000. Staniloae, Dumitru.
Dios es amor. Salamanca: Secretariado Trinitario, 1984: 193-194.
103 Eckhart, Maestro. Obras Alemanas – Tratados y sermones, 572.
104
Ruíz de la Peña, Juan. La pascua de la creación. Escatología. Madrid: Biblioteca de autores cristianos,
1996:102.
42
y futuro como lo que ya ha sido hecho gracias a la vida de Cristo (Mc 1, 15) frente a lo que
falta por hacer (Mt 4, 17).
En consonancia con la teología paulina, que asume la existencia del Reino como un cambio
en el télos que orienta la historia,108 el Maestro se refiere en estos términos: “Por amor de
Dios, San Pablo deseaba ser apartado de Cristo por [la salud de] sus hermanos (Rom 9, 3).
[…] sabía que era la voluntad de Dios… cuanto más tiempo, tanto más querida, y cuanto
mayor [el] suplicio, tanto mayor [la] alegría; porque cumplir con la voluntad divina, es el
Reino de los cielos; y cuánto mayor [sea] el suplicio [sufrido] de acuerdo con la voluntad
divina, tanto mayor [será] la bienaventuranza. Así se presenta el Reino de Dios como un
llamado al interior del ser humano para tomar la cruz y seguir a Jesús, para ayudar a los otros
en sus sufrimientos. La concepción de que el cumplimiento del Reino se logra por medio de
la vivencia de las leyes establecidas se trastoca, puesto que el criterio de verificación de la
realidad del Reino es, más bien, la evidencia de actitudes que expresan fehacientemente el
testimonio cristiano en medio del mundo.109 Como también lo expresa Vaticano II, que el
Reino hace las veces de télos que orienta el devenir histórico de toda la humanidad hacia la
43
experiencia salvífica plena. El Nuevo Pueblo de Dios se enmarca en una perspectiva integral
y global del proyecto que Dios diseñó para que la humanidad alcanzara la salvación que
esperaba desde antaño110.
Para el Maestro Eckhart, el Reino de Dios es presentado por Jesús en un acto de apertura de
las puertas del cielo, como lo afirma el Maestro en el sermón 87 traducido por Bara: “Él ha
anulado las guardas simbólicas que impedían al ser humano llegar al Paraíso, en referencia a
Gn 3,24. Ha traído inocencia y pureza a la naturaleza humana, el amor ardiente de Dios y ha
cargado con nuestros dolores y pecados. Ahora —concluye—, el Reino de los cielos está
abierto sin ningún tipo de guarda: por eso puede el ser humano ir audazmente hacia Dios.111
Es alentadora la concepción de Reino de Dios que presenta el Maestro, pues el Reino se halla
entre nosotros, el Reino es Dios que se hace presente en su Hijo y éste nos invita a participar
de un banquete, esto es vivir es vivir en Jesús.
Así, el Reino de Dios está ‘aquí’ y ‘ahora’, esta concepción traspasa los límites del tiempo
mediante el desasimiento o la Kénosis lo que viene a significar ‘plenitud del tiempo’
acudiendo a la explicación paulina (Gal 4,4), el Maestro recrea su lenguaje de la siguiente
110
“A todos los elegidos, el Padre, desde la eternidad, los ‘conoció y los predestinó a ser conformes a la imagen
de su Hijo para que este sea el primogénito de muchos hermanos’ (Rom 8, 29). Dispuso convocar a los creyentes
en Cristo en la santa Iglesia. Esta aparece prefigurada ya desde el origen del mundo y preparada
maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza; se constituyó en los últimos
tiempos, se manifestó por la efusión del Espíritu y llegara gloriosamente a su plenitud al final de los siglos”
Concilio Vaticano II. Documentos. Madrid: BAC, 1976. Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen
Gentium, 2.
111
Bara Bancel, Silvia. El reino de Dios en Nosotros según el Maestro Eckhart, 147-167.
112 Eckhart, Maestro. Obras Alemanas – Tratados y sermones, 630.
44
manera: “En la plenitud del tiempo Dios envió a su Hijo: [lo envía] al alma una vez que ella
haya ido más allá del tiempo. Cuando el alma se ha liberado del tiempo y del espacio, el
Padre envía a su Hijo al alma”.113 Y que Bara en sus investigaciones lo fundamenta como la
irrupción de todo lo divino en el ‘ahora’: “Si alguien tuviera la habilidad y el poder de modo
que pudiese concentrar en un ‘ahora’ presente el tiempo y todo cuanto jamás ha sucedido en
el tiempo, durante seis mil años, y lo que todavía habrá de acontecer hasta el final, esto sería
“plenitud del tiempo”. Ese es el ‘ahora’ de la eternidad en el que el alma conoce en Dios
todas las cosas como nuevas y lozanas y presentes, y con el placer [con que conozco las
cosas] que tengo presentes ahora mismo”.114
Así la propuesta espiritual del Maestro parte de una realidad fundamental: Dios, por su ser y
naturaleza, es diametralmente opuesto al ser humano. De hecho, el alma de cada persona se
encuentra alejada de Dios por los límites ontológicos que ella posee115. Aun así, el amor de
Dios ha sido tan grande que, con la encarnación, decidió superar la brecha que dividía ambas
realidades (divina y humana) para posibilitar la comunión entre el Creador y la creación 116.
Con esta noción, Eckhart retoma la tradición patrística de la deificación, asumiendo la
estructura tradicional de las etapas. Cada cristiano, en su camino de encuentro perfecto con
el Señor, pasa por varios niveles subsiguientes, a saber: a) vía purgativa-principiantes, cuando
recién ocurre el primer anuncio y la conversión que ayuda a cambiar las estructuras de vida;
b) vía iluminativa- proficientes, en donde se avanza paulatinamente en la realización de los
efectos transformadores del Evangelio; c) vía perfectiva-perfectos, que tiene lugar cuando se
alcanza la plenitud de la experiencia de Dios en la tierra117.
La espiritualidad que presenta el Maestro es, ante todo, trinitaria. En virtud de la acción de
la gracia presente en el ser humano y las obras de caridad que este realiza, sustentado en la
ayuda divina, la Trinidad misma habita en la persona y la hace avanzar en el camino de la
113
Ibíd., 295.
114 Bara, Silvia. El reino de Dios en Nosotros según el Maestro Eckhart, 153,
115
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze, 119.
116
Dios se hizo hombre y gracias a ello todo el género humano ha sido elevado y ennoblecido. Con razón
debemos regocijarnos de que Cristo, nuestro hermano, por fuerza propia haya ascendido al cielo por encima de
todos los coros angelicales, y esté sentado a la diestra del Padre” Eckhart, Maestro. Obras Alemanas – Tratados
y sermones. 304.
117
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze, 30.
45
santidad. La experiencia de la gracia, lejos de depender del mérito del individuo, es un regalo
que Dios da por el hecho mismo de que la persona exista. Por eso, la Trinidad misma es la
que se encuentra presente en la vida del ser humano, en lo más íntimo de sí mismo. Desde
allí, ofrece los medios necesarios para que ocurra una renovación permanente en el espíritu
limitado del cristiano. Eckhart diferencia la acción concreta que cada Persona Divina efectúa
en el creyente: el Padre es la fuente que le da sentido a la filiación adoptiva, el Hijo realiza
con su misterio Pascual dicha filiación y el Espíritu Santo promueve la transformación del
ser con la experiencia del amor supremo118.
La historia del cristianismo ha relacionado el término Reino de Dios con el de cielo. Por eso,
al adentrarse en lo que Eckhart entiende por este último, cabe destacar que recurre a su uso
de manera alegórica: el cielo físico es un símbolo del cielo no-físico (el Reino). Ambos son
puros, claros, carentes de manchas, ajenos al tiempo y despojados de lo corporal. Ya que
Dios es todo bondad, ofrece el cielo a los seres humanos para que ellos tengan la posibilidad
no sólo de vivir en él, sino también de experimentar lo que los ángeles y los santos sienten:
“los bienaventurados en el reino de los cielos conocen a las criaturas desnudas de toda
imagen, pues las conocen por medio de una sola imagen que es Dios y en la cual Dios conoce
118
Ibíd., 123-124.
119
Bara, Silvia. El Reino de Dios en nosotros, según el Maestro Eckhart, 151.
120
Eckhart, Maestro. Obras Alemanas – Tratados y sermones, 100.
46
y ama y quiere a sí mismo y a todas las cosas”121. El amor de Dios ha hecho que el paraíso
cerrado para el ser humano vuelva a abrirse. Por eso, envía a su Hijo amado a que asuma la
historia y anule el pecado, el dolor y la muerte122.
La pregunta acerca de cuándo llegará el Reino de Dios debe ser entendida a la luz de lo que
Eckhart piensa en torno al tiempo y la eternidad. Tradicionalmente se ha pensado que la
eternidad es aquel momento de la historia en la que el tiempo dure para siempre. Sin
embargo, el Maestro hace una reflexión diferente. Partiendo de la seguridad de que Dios es
un eterno presente123, afirma “¿cuándo es el tiempo? Cuando ya no existe el tiempo. Cuando
uno, en medio del tiempo, ha puesto su corazón en la eternidad y todas las cosas temporales
han muerto en su fuero íntimo, entonces es ‘la plenitud del tiempo’”124. Al relacionar la
eternidad con la plenitud, Eckhart abre la posibilidad de que el presente humano, con todo y
sus limitaciones, tenga instantes eternos: “una cosa está ‘plena’ cuando se halla en su punto
final, así como el día está ‘pleno’ anochece. Del mismo modo, cuando todo el tiempo se
desprende de ti, el tiempo ‘está pleno’”125. En este sentido, el Reino de Dios llega en el aquí
y el ahora, no en un momento futuro indeterminado. Y ya que en Dios todos los opuestos se
unifican, la lejanía y la cercanía del Reino, lo celestial y lo terrenal, lo actual y lo venidero y
lo propio de los seres humanos y lo característico de la divinidad, se hacen realidad en el
presente126.
La fe es el motor que le permite al ser humano alcanzar a Dios. Sin embargo, la fe humana
es imperfecta, ya que la naturaleza creada es limitada y carente. Por eso, la historia de cada
persona requiere permanentemente la ayuda divina. La dependencia del hombre hacia Dios
se justifica al entender que, si bien es cierto que la creatura, al ser creada, toma su ser por
completo de Dios, el Creador no tiene nada propio fuera de la creatura127. El Misterio Pascual
ha dado origen a la esperanza de que en algún momento de la historia la diferencia entre
121
Ibíd,. 172.
122
Bara Silvia, El Reino de Dios en nosotros, según el Maestro Eckhart, 150.
123
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze, 51.
124
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 358.
125
Ibíd., 481.
126
Bara, Silvia. El Reino de Dios en nosotros, según el Maestro Eckhart, 152.
127
Meister Eckhart, Commeno al Vangelo di Giovanni, 126-130.
47
Creador y creación sea aniquilada. Por eso, Jesús se postula como el camino a través del cual
el creyente debe andar para así alcanzar a Dios y, consecuentemente, al Reino. La persona
de fe es, al mismo tiempo, una imitadora de Cristo, en la medida en que no sólo reconoce la
voluntad de Dios para su vida, sino que actúa en consonancia a tal voluntad con miras a lograr
una comunión teándrica128.
Cuando Jesús entra en contacto con el alma humana, se encarga de revelar ya no un mensaje
cualquiera, sino a sí mismo. Al hacerlo, el Hijo cumple de manera radical la misión que le
encomendó el Padre, esta es la de anunciar el contenido de amor que Dios, desde la eternidad,
ha tenido preparado para el ser humano. El Espíritu ayuda a Jesús en su labor de proclamar
la soberanía paterna a los que les rodean con la fuerza inconmensurable que le debe
caracterizar129. Pero el coloquio que Jesús quiere entablar con el alma humana sólo se hace
efectivo si la persona no tiene a otro interlocutor en su interioridad. Eckhart alegoriza el alma
al afirmar que ella es como un templo al que el Hijo quiere entrar y que, por tanto, requiere
no tener a nadie más ocupándolo. Si la persona no es capaz de preparar el templo para la
visita del Señor, entonces la revelación del Reino no se hará realidad130.
El ser humano se hace uno con Cristo, conformando el único Cuerpo real y material del
Señor. En virtud de la relación estrecha entre el Señor y sus discípulos, estos últimos ofrecen
sus oraciones a Jesús, en Jesús y a través de Jesús. Aún más, los cristianos hablan en su
nombre y actúan con su autoridad. Así, la comunión de los santos es una realidad que va más
allá de la unidad invisible. Tiene que ver con una real incorporación a la dinámica existencial
del Resucitado, lo cual descarta la viabilidad de una acción independiente. El cristiano es
parte del Cuerpo de Cristo en la misma forma en que el ojo y la oreja hacen parte del ser
humano: no es que el ojo vea y la oreja escuche, sino que el ser humano ve con el ojo y
escucha con la oreja. En este horizonte de sentido, el amor a los demás cobra una mayor
fuerza, ya que el prójimo es un miembro más del mismo Cuerpo al que pertenecemos todos
128
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze, 141.
129
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 259-267.
130
Ídem., 266.
48
y, en consonancia, todos los bienes méritos y premios que algún cristiano tenga son baluarte
de toda la Iglesia131.
El alma del cristiano, al estar desprovista de cosas accesorias que le estorban, tiene la
posibilidad de ser morada de Dios. Con todo, la persona no debe tener otro interés más que
la unión con Dios, ya que, si llegase a albergar un deseo de provecho adicional, desvirtuaría
la acción divina132. En último término, ni siquiera el anhelo por hacer parte del Reino de Dios
debe ser excusa para que el amor debido a Dios se desoriente: “no se debe amar a Dios ni por
su reino de los cielos ni por ninguna cosa, sino que hay que amarlo por la bondad que es Él
en sí mismo” 133. Eckhart reconoce en los mercaderes del templo a la tipificación de una serie
de cristianos que perdieron el rumbo al querer negociar con Dios. Por eso, advierte:
Todos aquellos que se preservan de los pecados graves y a quienes les gustaría ser gente de
bien y hacer buenas obras para agradar a Dios, como ayunar, velar, rezar y cosas por el
estilo; todo tipo de obras buenas, y las cumplen con el fin de que Nuestro Señor les dé algo
a cambio o que Dios haga algo por ellos que sea de su agrado: todos ellos son mercaderes134.
131
Meister Commento al Vangelo di Giovanni, 251-255.
132
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 264.
133
Ibíd., 590.
134
Ibíd,. 360.
135
Eckhart Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 151.
136
Bara, Silvia. El Reino de Dios en nosotros, según el Maestro Eckhart, 153-156.
49
a todas las cosas, exterior e interiormente, por amor de Dios, entonces habríamos hecho todo
y antes no”137.
Eckhart no ignora la condición antropológica heredada del Génesis que sostiene que el ser
humano es imagen de Dios. Cada uno de nosotros debe esforzarse por fortalecer esta imagen
y así corresponder al regalo que el Señor se ha dignado a ofrecer a todos: “el hombre de Dios
debe estar inscrito en nosotros. Hemos de llevar en nuestro interior la imagen de Dios y su
luz ha de alumbrar dentro de nosotros si queremos ser ‘Juan” 138. En consonancia con la
importancia que le da al intelecto a la hora de reflexionar acerca de la naturaleza de Dios, el
Maestro asegura que la imagen de Él presente en las personas se manifiesta, de manera
especial, en el intelecto139. Es allí en donde la chispa divina actúa:
Si Dios, cuando creó todas las criaturas, no hubiera engendrado anteriormente algo que era
increado y que llevaba en sí las imágenes primigenias de todas las criaturas, esto es la chispa
-como dije ya en el convento de los Santos Macabeos si lo recordáis aún por no haber estado
allí inútilmente- esta chispita es tan afín a Dios que es un uno único sin diferenciación y,
sin embargo, lleva en sí las imágenes primigenias de todas las criaturas, o sea, imágenes
primigenias carentes de imagen, e imágenes más allá de la imagen 140.
El cristiano está llamado a ser un hombre celeste. El cielo físico se presenta como algo
inmóvil y firme; así debe ser la persona que conoce a Dios y decide entrar en comunión con
Él141. Se debe alcanzar un estado de apatía que aparte a la persona de cualquier perturbación,
pequeña o grande: “a excepción de Dios nada debe mover a tu ánimo para que siente placer
o amor, ¡ha de estar por encima de todas las demás cosas!” 142. El término ecuanimidad, tan
famoso en la tradición budista, es asumido por Eckhart desde una perspectiva teocéntrica:
“otra cosa que más que nada convierte al hombre en hijo, es la ecuanimidad. Si está enfermo,
que le guste tanto estar enfermo como sano y sano como enfermo. Si se le muere su amigo…
137
Eckhart Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 109.
138
Ibíd., 376.
139
Bancel, Las raíces de la felicidad según la mística dominicana, 18.
140
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 462.
141
Bara, Silvia. El Reino de Dios en nosotros, según el Maestro Eckhart, 158-159.
142
Eckhart Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 125.
50
¡sea en el nombre de Dios!”143. Aunque el reto de llegar a ser alguien ecuánime no es sencillo,
quien lo consiga podrá ser considerada una noble y justa, es decir, un habitante del Reino144:
Eckhart es consciente que el trasegar histórico del ser humano no es nada sencillo, pero
reconoce, al mismo tiempo, que la virtud hace acto de presencia de manera refulgente en los
momentos en los que las circunstancias son contrarias y se hace más fuerte la adversidad. El
hombre ha de soportar los ataques provenientes de la adversidad en cuanto que ellos sirven
como protectores de peligros peores y, consecuentemente, brindan acceso a bienes
mayores147. El ser humano no debe de dejar de pedir para que la voluntad de Dios se haga.
Como lo enseñó Jesús en el Padre nuestro, es menester que dicha voluntad se haga efectiva
143
Eckhart Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 495.
144
Bara, Silvia, Las raíces de la felicidad según la mística dominicana, 17.
145
Eckhart Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 355.
146
Meister Eckhart. Commento al Vangelo di Juan, 94-102.
147
Ibíd., 85.
51
tanto en el cielo (en la vida divina) como en la tierra (en la realidad humana), ya que así es
posible llegar a Dios. Para Eckhart es importante subrayar que, en cuanto que solamente tiene
el valor de seguir a Jesús la persona que ha abandonado el interés de pensar en sí mismo, el
discípulo de Cristo no se ve nunca perturbado por un mal que lo aleje de alejarle de la
comunión permanente y vivificante con el Señor: “si el hombre bueno y justo sufre un daño
exterior y permanece inmutable con ecuanimidad y paz en el corazón, entonces es verdad lo
que acabo de decir, que el justo no lo entristece nada de todo cuanto le sucede” 148.
El ser humano está llamado para dejar todo lo que tiene y lo que es para ir detrás de Dios.
Las razones aducidas por Eckhart para justificar este imperativo en la vida humana son
cuatro, a saber149: a) Dios no es una cosa entre tantas otras, sino que en Él se encuentra todo
lo que una persona pueda necesitar; b) Dios está sobre todas las cosas, por lo que cualquier
apego a lo terrenal o inferior resultaría del todo inútil y superfluo; c) En Dios están todas las
cosas, ya que Él es el origen de todo lo que existe; d) Dios es el ser puro y simple, razón por
la que excluye todo lo que sea múltiple y complejo. El cristianismo se convierte en un camino
para que cada persona, gradualmente, se haga consiente de la urgencia que tiene desprenderse
de todos aquellos elementos que le estorban para el encuentro con Dios, a saber: los que
proceden de los atributos de la personalidad y los que nacen de la ignorancia natural. Si se
logra soltar de estas cadenas, el individuo puede gozar del resplandor que ilumina las sombras
del mundo, teniendo en cuenta que dicho resplandor procede de la intervención del Dios
increado y misericordioso, mas no de la luz limitada propia150.
El vaciamiento se convierte en una tarea urgente por medio de la cual el cristiano ejerce la
humildad y la estabilidad del justo: “cualquiera que sea el estado en que nos encontremos,
sea en la capacidad o en la incapacidad, sea en el amor o en la pena, cualquier cosa hacia la
cual nos veamos inclinados, de todo esto debemos despojarnos” 151
. El sentido del
vaciamiento no es otro que recuperar el espacio del alma que las criaturas y sus apegos
ocupan, con el fin de dejarlo libre para que Dios lo llene. Así lo explica el Maestro:
148
Eckhart Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 165.
149
Meister Eckhart. Commento al Vangelo di Juan, 175.
150
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 465.
151
Ibíd., 362.
52
Si quiero escribir sobre una tablilla de cera, entonces no puede haber nada escrito sobre ella,
por muy noble que sea, de forma que me impida escribir sobre ella; y si a pesar de todo
quiero escribir, entonces debo borrar y vaciar todo lo que está sobre la tabla, y ésta nunca
se me presenta tan bien para escribir como cuando no hay absolutamente nada. De forma
muy parecida, si Dios en lo más elevado debe escribir en mi corazón, entonces debe salir
todo de mi corazón, sea esto o lo otro, así son las cosas con el corazón separado. Por eso
Dios puede actuar en él en lo más alto y según su más alta voluntad. De ahí que el objeto
del corazón separado no es ni esto ni lo otro152.
De acuerdo a lo enseñado por el Maestro, es posible diferenciar seis etapas del desarrollo que
el creyente tiene desde que conoce a Dios hasta que llega a la comunión con Él 153: a) la
existencia de la imagen de Dios en cada persona, con lo cual se le da la posibilidad de ser
bueno y santo; b) el rechazo a la humanidad con la intención de aumentar el aprendizaje de
la sabiduría divina; c) búsqueda más estrecha de la unidad con Dios; d) enraizamiento en el
amor divino que le capacita para enfrentar la tribulación; e) experiencia de la paz continua
gracias al gozo que emana de Dios; f) transfiguración del ser tras el olvido de la imagen
personal y todo lo que estaba atado a ella. Aquel que llega al sexto nivel, según Eckhart, ha
alcanzado la bienaventuranza, la cual es entendida como la felicidad plena puesto que es el
momento de contemplar a Dios al desnudo154. Se entiende que la felicidad no depende de las
acciones que la persona pueda hacer o dejar de hacer. Más bien, tiene que ver con la
experiencia de Dios155. En este sentido debe entenderse lo dicho por Jesús en el Evangelio
respecto a que los pobres de corazón verán a Dios, ya que ellos son los que han dejado de
lado todas las cosas del mundo para refugiarse en lo único que tienen, a saber: Dios mismo156.
152
Ibíd., 305-320.
153
Ibíd., 219- 233.
154
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 567.
155
Bara, Silvia, Las raíces de la felicidad según la mística dominicana, 16.
156
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 345.
157
Ibíd., 222.
53
internamente en la persona que realmente se hable de un nacimiento, una vida compartida.
El Reino ocupa un lugar importante en este planteamiento, puesto que, si Dios nace realmente
en la persona, el Reino se encuentra también en su interior. Ocurre así que el ser humano
alcanza la plenitud justo cuando se une a Dios o, en otras palabras, cuando se haga uno con
el Uno158. Por eso, el Maestro no duda en decir lapidariamente: “‘Nuevo’ se llama aquello
que no está ejercitado o se halla cerca de su comienzo. Dios es nuestro comienzo. Cuando
estamos unidos a Él, nos tornamos ‘nuevos’”159.
Una vez la persona alcanza una experiencia del Reino de Dios, en su interior no puede haber
otra sensación que la de la alegría que los santos experimentan ante la presencia de la Santa
Trinidad160. No hay lenguaje adecuado para expresar este sentimiento de júbilo, puesto que
escapa a toda lógica humana. Sin embargo, Eckhart se atreve a decir que “cuando Jesús se
revela con esa plenitud y esa dulzura y se una al alma, entonces el alma fluye, con esa riqueza
y esa dulzura, en sí misma y fuera de sí misma y por encima de sí misma y por encima de
todas las cosas con el concurso de la gracia, con poder y sin mediación, y retorna a su primer
origen”161. La persona tiene conciencia así de lo que es la verdadera felicidad y la eternidad
(en el sentido que quedó dicho previamente):
Quien ama a Dios como ha de amarlo y también debe amarlo, quiéralo o no, y como lo
aman todas las criaturas, tiene que amar a su semejante como a sí mismo, y regocijarse de
sus alegrías como de sus propias alegrías, y [debe] ansiar la honra del otro tanto como la
suya propia y [amar] al forastero tanto como al pariente. Y procediendo de esta manera, el
hombre se halla siempre en [un estado de] alegría, honra y ventaja, y así está
verdaderamente como en el reino de los cielos y siente alegría más a menudo que si se
regocijara únicamente de su propio bien. Y sabed, por cierto: si tu propia honra te hace más
feliz que la de otro, eso está mal162.
158
Farrely, Brian, O.P. Eckhart, Tauler y Seuze, 91-92.
159
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 721.
160
Bara, Silvia. El Reino de Dios en nosotros, según el Maestro Eckhart, 165.
161
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 267.
162
Ibíd., 292.
54
El Reino de Dios es, entonces, un don y, al mismo tiempo, una tarea, ya que la experiencia
de hacer parte de él quedaría inconclusa si el cristiano se queda únicamente en el amor a Dios
y no conoce el amor al otro163. Evidentemente, la primacía del sentimiento del creyente se
dirige hacia la Trinidad, ya que Él hace que la historia personal y colectiva tenga sentido.
Pero en un segundo momento hay que mirar al hermano de forma desinteresada y con-
moverse, es decir, amarlo de manera desinteresada: “la intención primaria de tu amor debe
dirigirse puramente hacia Dios y luego hacia tu prójimo como a ti mismo y no menos que a
ti mismo. Y si amas la bienaventuranza tuya más que la de otro, está mal hecho; pues, si amas
la bienaventuranza más en ti que en otro, te amas a ti mismo” 164.
163
Bara, Silvia. El Reino de Dios en nosotros, según el Maestro Eckhart, 162.
164
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 526.
55
Capítulo 3. La Kénosis o el desasimiento. El mejor camino para la
divinización del ser humano.
La teología del Maestro está en consonancia con la teología paulina, (Filp 2, 5-11) es la que
configura una decisión libre por el seguimiento de Cristo, un vaciamiento del ser, que toma
la condición de esclavo, en la que no se tiene nada y tampoco se pertenece; es el ser dejado
y confiado solo en Dios. La Kénosis en Mateo, que invita a seguir a Jesús, dejándolo todo.
Esto significa la atención a la vida, que no cuestiona sobre quien lo llama y a qué lo llama,
simplemente se reconoce a Jesús y se le obedece, (Mt 4, 20). La Kénosis es también una clara
esperanza en la promesa de que quien lo deja todo recibirá cien veces más y la vida eterna
(Mt 19, 29).
En este sentido el Maestro es enfático en afirmar que “Se trata de una compensación
equitativa y un negocio justo: en la medida en que sales de todas las cosas, en esa medida, ni
más ni menos, entra Dios con todo lo suyo, siempre que salgas completamente de lo tuyo en
todas las cosas”.165 La Kénosis es una actitud sostenida por Dios para llegar a negarse a sí
56
mismo y tomar la cruz y seguir a Jesús (Lc. 9,23). La Kénosis es la atención a Jesús como el
paradigma del vaciamiento total, quien lo deja todo para ir al Padre (Jn 16, 28), es un
asentimiento de fe, de que Jesús viene del Padre al mundo, lo deja todo y vuelve al Padre. En
este sentido el Maestro fundamenta su teología de la Kénosis en que: Dios hace parte
constitutiva del ser humano y éste lo único que debe hacer es “dejar”, desasirse, desprenderse
de todo aquello que no sea de Dios.
El desasimiento se presenta como un camino para llegar a ser “imagen y semejanza” de Dios.
Es un camino en el que el hombre es informado de haber sido creado a “imagen y semejanza”
(Gn 2,7), de ser hijo adoptivo “Y vosotros no habéis recibido un espíritu de esclavos para
recaer en el temor; antes bien, habéis recibido un espíritu de Hijos adoptivos que nos hace
exclamar Abbá, Padre. El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que
somos hijos de Dios” (Rom 8,15-16), y el haber sido llamados por Jesús a “Permaneced en
mi” (Jn 15,9). El Maestro lo dice de la siguiente manera:
Permaneced en mí. […] ¿Qué es lo que debe tener el hombre que ha de morar en Él? Quiere
decir en Dios. Debe tener tres cosas: La primera que haya renunciado a sí mismo y a todas
las cosas, y que no quede apegado a las cosas que afectan a los sentidos interiormente y que
166
Bara Bancel, Silvia. Teología mística alemana, 304.
57
no se detenga tampoco frente a ninguna criatura que se halle en el tiempo o en la
eternidad…La segunda es que no ame ni este bien ni aquél, sino que ame el Bien del cual
fluye todo bien. […] La tercera cosa consiste en que no debe tomar a Dios en cuanto es bueno
o justo, sino que lo ha de aprehender en la sustancia pura y desnuda en la cual él mismo se
concibe con pureza.167
El Maestro busca persuadir al hombre de que en él está la presencia viva de Dios y que lo
que tenemos que hacer es dejar a Cristo que se manifieste. Por lo tanto, “ser imagen y
semejanza”, es noticia para el hombre de que alguien pensó en él, lo hizo semejante y lo
invita a permanecer en su semejanza.
Una persona que quiera vivir el desasimiento debe ponerse en una condición de vaciamiento,
algo poco comprensible a la razón humana; dicha condición es necesaria puesto que entre
más uno se reduzca a la nada, más podrá reproducir los rasgos de Jesús en su vida. Llegar a
esta comprensión exige una capacidad intelectiva, en la que se pone en juego la razón, de
manera que el hombre sabe que no es suficiente “renunciar una sola vez a nosotros mismos
y a todo cuanto poseemos y podemos, sino que debemos renovarnos con frecuencia y hacer
que nosotros mismos seamos simples y libres en todas las cosas”.168
Toda la insistencia sobre el ser dejado recae en el desasimiento para permanecer en Dios. El
Maestro, insiste en que es tal el desasimiento que el hombre mismo puede llegar a
“mantenerse despojado y libre de modo que ni sepa ni conozca que Dios opera en él” 169 y a
su vez despojado de toda imagen que de Dios tiene. El vaciamiento de toda imagen de Dios,
hace que Él se le revele, como se le reveló a su Hijo: “Cuando el hombre desnuda y de-vela
la imagen divina que Dios ha creado en él por naturaleza, entonces la imagen de Dios llega
a revelarse en él. Pues en el nacimiento se conoce la revelación de Dios; porque el que el
Hijo se llame nacido del Padre, se debe a que el Padre le revela su secreto al modo paternal.
Y por eso, cuanto más y más claramente el hombre desnuda en sí la imagen de Dios, tanto
más claramente nace Dios en él”170.
167
Maestro Eckhart. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 589-590.
168
Ibíd., 139.
169
Ibíd., 689.
170
Ibíd., 591.
58
Eckhart, desarrolla este tema del nacimiento de Dios en el alma, para reafirmar que nuestra
condición humana es capaz de Dios y que Dios constantemente está naciendo en nosotros.
Pero, ¿cómo lo dejamos nacer en el alma? Rudolf Otto interpreta que por la obediencia
renovada del alma, surge la justificatio. El Hijo es a la vez la propia justicia esencial, y el
alma vuelve a alumbrar al Hijo en la medida en que, devenida homo nobilis, homo iustificatus
en virtud de un nacimiento interior, florece en las buenas y perfectas obras de la justicia, en
la acción, en la intención, la obediencia, el amor y la virtud, que son entonces el Hijo
renacido171.
Este nacimiento de Dios en el alma guarda estrecha relación con el tema de la filiación divina,
puesto que entre más el hombre asuma la Kénosis más podrá obrar como Cristo lo hizo y
recibir la filiación que nos ha sido dada a través de Él. El Maestro se identifica con el
pensamiento paulino, de que la Kénosis o desasimiento tiene un sentido profundo de renuncia
en función de la voluntad divina y de la experiencia de filiación. Si nos detenemos en la
teología paulina, la Kénosis (κένωσις) aparece primariamente como una forma de despojo,
de vaciamiento y no como una cualidad inherente a algo o alguien. La Kénosis es la
tematización de una preocupación paulina que probablemente era más antigua, y en la cual
el Mesías se auto-despojaba de cualquier característica que lo hiciera ajeno a la condición
humana tal como aparece en el himno de la Carta a los Filipenses (Flp 2,7).
Este mismo tema aparece en algunas cartas de Pablo con el sentido de participar de la
situación del empobrecido (2 Cor 8,9) o de estar sujeto incluso a la Ley (Gal 4,4).
Empobrecimiento y sujeción muestran que la solidaridad divina es total y que no está sujeta
a privilegios en cuanto a la situación social, política o religiosa. De esta manera podemos
comprender la concreción de la acción salvífica de Dios y la necesidad de la realidad humana
de hallar redención, o de ser asumida en Cristo. Igualmente indica la calidad de la condición
humana que en su fragilidad es objeto de la donación que el Padre hace de su Hijo a su pueblo.
Este mismo tópico aparece tematizado en la tradición paulina de Hebreos (Hb 5,1-0) en la
que el camino de la obediencia conduce a la comunión perfecta con Dios.
171
Rudolf Otto. Mística de Oriente y Occidente. Sankara y Eckhart. Madrid: Trotta, 2014: 230.
59
Con el desasimiento o Kénosis, el hombre busca el vaciamiento de no querer nada para
asumir la voluntad o querer de Dios. Sin embargo, el Maestro precisa que no se trata de
buscar el absoluto en la distancia, sino en la realidad del ser uno en Él. “El corazón desasido
no desea nada en absoluto, tampoco tiene nada en absoluto de lo cual quisiera ser librado”.172
Porque la libertad deviene de un corazón que ha logrado desasirse, el cual no necesita
mediaciones o intervenciones externas, porque bien sabe que Dios ya lo dio todo: “He
investigado con seriedad y perfecto empeño cuál es la virtud suprema y óptima por la que el
hombre es capaz de vincularse y acercarse lo más posible a Dios […], y no encuentro sino
que el puro desasimiento supera todas las cosas, pues todas las virtudes implican alguna
atención a las criaturas, en tanto que el desasimiento se halla libre de todas las criaturas, […]
y no es susceptible de nada que no sea Dios”.173
Así el Maestro revela una cosmovisión, una comprensión de la condición humana, una
experiencia de Dios, en la que Dios es todo en todos y las criaturas están unidas a él por el
acto de creación y por la respuesta del amor. El autodespojo, es también una donación, un
dar de sí, un enriquecimiento en favor del ser humano (cf. Is 53,1-12),174 que revela una
vinculación total y una obediencia a su voluntad de modo que el aspecto sacrificial queda
superado por la oblación u ofrenda de sí.
La preocupación del Maestro es mostrar que el ser humano debe estar informado de su
condición humana que halla en el Hijo la filiación divina, y de la capacidad que tiene para la
habitación de Dios. Esto solo es posible en tanto que viva el desasimiento como un asunto
de liberación de su condición humana que busca retener, apegarse y ser pasivo ante su
capacidad intelectiva.
Cuando predico suelo hablar del desasimiento y del hecho de que el hombre se libre de sí
mismo y de todas las cosas. En segundo término [suelo decir] que uno debe ser in-formado
otra vez en el bien simple que es Dios. En tercer término, que uno recuerde la gran nobleza
que Dios ha puesto en el alma para que el hombre, gracias a ella, llegue hasta Dios de manera
172
Eckhart, Maestro. Obras alemanas, Tratados y Sermones, 250.
173
Ibid. 237.
174
E. Thiedke & H-G, Link. Vacío, vano (κένωσις). En: Diccionario Teológico del Nuevo Testamento IV,
310.
60
milagrosa. En cuarto término [me refiero] al resplandor que hay en la naturaleza divina, es
cosa inefable.175
61
desasido en el momento actual cuando uno quiere unirse con Dios, sino que uno debe
disponer de un desasimiento bien ejercido que tanto precede como perdura”181.
El Dios revelado por Cristo manifiesta la cercanía al ser humano. Si Dios se hace hombre,
como repetían los antiguos Padres, fue para posibilitar que el hombre se haga cercano a Dios.
Basándose en Agustín de Hipona, Eckhart182 sostiene que el acto de amor del Creador ha
llegado a tal punto que no sólo ha moldeado al ser humano a su imagen y semejanza, sino
que le ha otorgado vida a los mortales, ha generado la renovación de la esfera celeste, ha
hecho efectiva la purificación del mundo, ha abierto las puertas del paraíso antaño cerradas
y, por último, ha liberado de sus ataduras al alma de todos los seres humanos.
62
Por lo tanto la criatura está suspendida, pende de la presencia de la dádiva divina de ser, la
criatura es purum nihil. “cuando el ser humano se da cuenta de que no posee el ser a partir
de sí mismo, sino que se lo debe cada vez de nuevo a la gracia de Dios, percibe que Dios, le
es más interior que él mismo”.185 Esto significa dos cosas: a.) Reconocer que Dios le ha dado
al hombre muchos dones, pero que éstos no son propiedad de él y b.) Que Dios mismo es
don, que se da siempre.
Para lo primero, el hombre no puede hacer alarde de sus dones, habilidades o competencias
como si fueran una conquista humana y guardarse para sí mismo sus capacidades. Tampoco
debe esperar que aquello que haga, por más justo que sea, le deba representar algún mérito o
reconocimiento; si piensa así, ya está dominado por el apego, la vanagloria y la soberbia;
esto, para el Maestro es seguir vinculado a las cosas. Para lo segundo, el hombre es capaz de
reconocer que todo lo que tiene, le ha sido dado, así podrá valorar la vida como don y existir
como tal para los demás. De ahí el Maestro acude al texto sagrado para recordarnos: “¿Qué
tienes que no hayas recibido de Dios? (1 Cor 4,7). Comprender que la vida es don significa
caer en la cuenta de la condición de filiación, y como tal, de la exigencia de llevar una vida
kenótica, obediente y entregada. Esto requiere de un ejercicio constante de desasimiento que
consiste en morir al egoísmo y al apego para recuperar la vida en la dinámica de la relación
con el absoluto.
A partir de la concepción de que nada de lo que tenemos es nuestro, puesto que todo nos ha
sido dado, Eckhart enfatiza en que la vida ha sido originada en la creación, pero dada la
fragilidad humana, fue ensombrecida por el pecado y restaurada por la encarnación. En el
Sermón 5 el Maestro dice: “Dice San Juan: «En esto se nos ha manifestado el amor de Dios:
en que ha enviado al mundo a su Hijo para que vivamos por Él» (1 Juan 4, 9) y con Él, y de
esta manera nuestra naturaleza humana se halla inconmensurablemente enaltecida por el
hecho de que el Altísimo haya llegado, adoptando la naturaleza humana”.186
185 Alois María Hass. Maestro Eckhart. Figura normativa para la vida espiritual. Madrid: Herder, 2001:70
186 Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 297.
63
Así, la revelación de Dios en Jesús es la máxima plenitud de lo humano, y al mismo tiempo
la “máxima desapropiación, es decir, que lo humano por excelencia aparece designado como
la máxima apertura, la mayor obediencia y escucha, la máxima Kénosis, la máxima donación,
la plenitud del amor, del conocer, del ser humano. En una palabra, la realización humana
pasa por la acogida del don de Dios, de su Infinitud, hasta el punto de ser totalmente sostenido
y llevado por Otro. Pero al mismo tiempo, solo se llega a ella asumiendo la fragilidad, la
limitación y la contingencia, como Jesús”.187
La acogida del don de Dios significa para el Maestro obediencia, donación y seguimiento
como apertura y respuesta al misterio. Caer en la cuenta de que la vida nos ha sido donada,
y que junto a ello somos hijos en el Hijo, que compartimos la filiación divina, es también
profundizar en que Dios como creador ha llamado a las cosas a ser en Él, como lo dice Grossi
tomando las palabras de Eckhart: “ha llamado las cosas de la nada, es decir, del no ser, ya
que tenían que hallar, recibir y tener el ser en él. El ser es Dios y los seres creados permanecen
en Dios, porque permanecen en el ser”.188 De este modo la existencia del ser humano halla
su perfección en Jesucristo, el Verbo encarnado, el ser donado. En el Sermón X el Maestro
profundiza sobre la unidad del alma en Dios en el sentido de conocimiento interior, es decir
el hombre que por su capacidad intelectiva puede hacer un ejercicio de introspección para
darse cuenta de que Dios lo habita, de conocerlo y de saber cómo es Él “Pero el hombre que
no está acostumbrado para nada a las cosas interiores, no sabe lo que es Dios. Es como una
persona que tiene vino en su bodega, pero no lo ha bebido ni catado, y luego no sabe que es
rico”.189
Somos sostenidos por Dios, es el mensaje que el Maestro quiere dar, porque en la creación
Dios ordena a todas las criaturas para que le sigan, para que se reconozcan en Él: “Dios
dispone que todas las creaturas tengan por fin de su existencia seguirle y obedecerle, ya que
Él es la causa primera de su ser concreto.190 Así, “todas las cosas sirven a Dios como un
187 Bara Bancel, Silvia. Teología mística alemana. Estudio comparativo del Libro de la Verdad de Enrique
Suso y la Obra del Maestro Eckhart, 476.
188 Vittorino, Grossi, Ladaria; Luis F, Lecrivain Philippe, Sesboüe, Bernard. El hombre y su salvación.
64
acontecimiento ontológico, todo lo que está sirviendo a Dios tiene ya a Dios en él, esto es,
este servir hace a la criatura un ser con Dios, por ello, el universo no es otra cosa que el
movimiento de las cosas hacia Dios”.191
El seno de María recibe la semilla del Padre, y puesto que el Padre está eternamente y siempre
en el acto de la generación del Hijo, la salida eterna del Hijo se realiza en el puro médium que
la receptividad de María. Si Dios encontrase un hombre desvalido en esa misma actitud, Dios
cumpliría su obra y el hombre experimentaría a Dios, y el Padre engendraría en él a su Hijo
unigénito, de una manera tan verdadera como en sí mismo, y el Espíritu engendraría junto
con el Padre al mismo hijo unigénito y así mismo como al mismo Hijo, y el mismo Hijo está
en esta luz y es la verdad192.
El Maestro vuelve al tema del desasimiento como condición para que Dios nazca en el alma
y con esto vincula el tema de la donación, como engendramiento permanente de Dios: “Los
profesores elogian grandemente el amor, como hace San Pablo quien dice: «Cualquier obra
que yo haga, si no tengo amor, no soy nada» (1 Cor. 13, 1 s.). Yo, en cambio, elogio al
desasimiento antes que a todo el amor. En primer término, porque lo mejor que hay en el
amor es el hecho de que me obligue a amar a Dios, el desasimiento, empero, obliga a Dios a
amarme a mí. Ahora bien, es mucho más noble que yo lo obligue a Dios [a venir] hacia mí
en lugar de que me obligue a mí [a ir] hacia Dios”193 y en este sentido, que Dios llegue a mí
es lo mejor y más conveniente, puesto que la iniciativa de crear y de habitar en el hombre es
191 Reyes, Oscar. La ontología mística de Eckhart en: Lenguaje y cultura. Universidad del Valle,
Departamento de Humanidades, 2002: 117.
192
Hans Urs von Balthasar. Gloria. Una estética teológica. Tomo V. Metafísica: Edad Moderna. Madrid:
Ediciones Encuentro, 1996: 43-44.
193 Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 74.
65
de Dios, por lo tanto, el desasimiento pone al ser humano en total libertad para que Dios tome
posesión completa de él.
Somos sostenidos por Dios, y en este sentido el Maestro hace caer en la cuenta de que el ser
dejado encuentra no solo un punto de referencia en Jesucristo, sino en la autodonación
trinitaria, cada una de las personas de la trinidad dialogan entre si y se entregan. El Maestro
busca hacer una reflexión para mostrar que lo creado tiene una estructura trinitaria, al
respecto dice: “Los Maestros y los santos dicen por lo general que el alma tiene tres potencias
en las cuales se asemeja a la Trinidad. La primera potencia es la memoria, que significa un
saber secreto y escondido; ésta designa al Padre. La otra potencia se llama inteligencia, ésta
es una representación, un conocimiento, una sabiduría. La tercera potencia se llama voluntad,
[o sea] un flujo del Espíritu Santo”194 De esta manera pone al ser humano con capacidad para
reconocer que en su estructura, creada y donada por Dios hay una semejanza con la Trinidad,
en su capacidad de pensar y obrar.
Hay un marcado acento en su teología trinitaria al mostrar al Padre como el origen y la fuente
de las procesiones trinitarias: el Padre engendra al Hijo y junto con Él espira el Espíritu Santo,
y con ello presenta que en la vida trinitaria surge la creación y como tal, ésta debe retornar a
ella. “Un manantial del que surge la gracia, se halla allí donde el Padre engendra a su Hijo
unigénito; de ese [manantial] surge la gracia, y allí ella emana de esa misma fuente. Otro
manantial es aquel donde las criaturas emanan de Dios”.195 En discursos teológicos
contemporáneos la Trinidad sigue siendo un acto de donación; al respecto Coakley dice: “El
Padre se dona al Hijo en perfecto amor; y así el Hijo, por encarnarse, continua su donación y
es obediente a la voluntad de Padre hasta la muerte en la cruz, por lo cual el Hijo continua su
donación en la tierra como lo hace en el cielo, conservando en tiempo y eternidad su
condición y obrar divino. Por lo anterior, las relaciones divinas ad intra desbordan en las
acciones ad extra”.196
194
Ibíd., 387.
195
Ibíd., 579.
196 Coakley, Sarah. En: Polkinghorne, John. La obra del amor. La creación como Kénosis, Verbo Divino,
66
3.3. La Kénosis es aceptación de la condición humana
El hombre obediente es aquel que se abandona en las manos del Padre hasta el extremo, esto
es, como Jesús. Así el hombre asume su condición en la fragilidad, contingencia y labilidad
de quien ha caído en la cuenta de que su humanidad es apertura, obediencia y escucha; de
esta manera Eckhart enfatiza que: “el hombre que de tal modo se conserva apegado a la
voluntad de Dios, no quiere nada fuera del ser divino y de la voluntad de Dios. (…) es libre
y se ha desasido de sí mismo y debe ser libre de todo cuanto ha de recibir”.199 En este sentido
la relación del hombre con Dios va más allá de la religación, en tanto que el hombre, como
lo dice el Maestro, está en Dios, o mejor, a través de la Kénosis obliga a Dios a estar en él. O
como posteriormente diría Zubiri, el hombre: “Tampoco va hacia Dios bosquejando algo que
hacer con Él, sino que está viniendo desde Dios”,200 esto es siendo desde Dios.
Ahora bien, en sus enseñanzas el Maestro insiste en la condición de dependencia que tiene el
ser humano frente a Dios. Un hombre tan necesitado de Dios, que Jesús tiene que entrar para
67
expulsar todos los obstáculos, todo aquello que hace ruido y no deja que Dios lo habite. Para
el Maestro, Jesús es el paradigma del ser humano que ha logrado vaciarse de todo para
obedecer solo a Dios. En el vaciamiento de su ser ha llegado a la unión, es decir a parecerse
a Dios, a ser uno con Él. Jesús ayuda al ser humano a caer en la cuenta de que él es templo
de Dios y por lo tanto mediante continuos procesos de vaciamiento puede llegar a quitar todo
obstáculo. Así lo explica:
Leemos en el santo Evangelio (Mateo 21, 12) que Nuestro Señor entró en el templo y echó
fuera a quienes compraban y vendían, y a los otros que ofrecían en venta palomas y otras
cosas por el estilo, les dijo: «¡Quitad esto de aquí, sacadlo!» (Juan 2, 16). ¿Por qué echó Jesús
a los que compraban y vendían, y a los que ofrecían palomas, les mandó que las sacaran?
Quiso significar tan sólo que quería tener vacío el templo, exactamente como si hubiera dicho:
Tengo derecho a este templo y quiero estar solo en él y tener poder sobre él. Esto ¿qué quiere
decir? Este templo donde Dios quiere reinar poderosamente según su voluntad, es el alma del
hombre que Él ha formado y creado exactamente a su semejanza, según leemos que dijo:
Nuestro Señor: «¡Hagamos al hombre a Nuestra imagen y semejanza!» (Génesis 1,26)201
68
como lo dice el Maestro “el alma se ha arriesgado a ser aniquilada (…), para que Jesús en el
templo y a solas pueda hablarle. El alma debe callar y escuchar.”203
Despejar el templo significa para el Maestro, dar vida y llenarlo de hermosura, porque:
“Cuando este templo se libera así de todos los obstáculos, es decir, del apego al yo y de la
ignorancia, entonces resplandece con tanta hermosura y brilla tan pura y claramente por sobre
todo”.204 La imagen que nos ofrece es la del cuidado del templo, es decir el cuidado de nuestra
vida, el conocimiento de nuestro propio templo y la capacidad que tenemos para no dejar ir
al único habitante que puede estar allí, que es Dios, porque: “cuando Jesús se revela y se une
con el alma…el hombre exterior obedece al hombre interior hasta la muerte y se mantiene al
servicio de Dios”205.
El Maestro busca persuadir al hombre para que viva de una manera kenótica, desasida,
porque solo así puede conocerlo, debido a que “Dios no le puede hacer al espíritu desasido
otra cosa que dársele Él mismo”206. Esto significa que el desasimiento honra al hombre
cuando éste libremente no busca nada suyo en ninguna cosa, sino que su Kénosis es una
entrega que devuelve a Dios lo que Él le dio. El cultivo del vaciamiento y de la obediencia
en cuanto ejercicio del ser sobre otras posibilidades humanas implica una primacía absoluta
de lo que se recibe de Él, el Creador, frente a las cosas o las personas, o creaturas, a las que
el ser humano se apega. En otras palabras, implican la preeminencia del ser sobre el tener207.
203
Ibíd., 264.
204
Ibíd., 263.
205
Ibíd., 267.
206
Ibíd., 242.
207
Fromm, Erich. Del tener al Ser, 16.
208
Flórez, Alfonso. La ética de Meister Eckhart. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 1983: 25.
69
El Maestro insiste en que el hombre solo existe para Dios en la medida en que está dentro de
Él, es decir despojado de toda su criatura, porque “Donde termina la criatura, ahí Dios
comienza a ser. Pues bien, lo único que Dios te exige, es que salgas de ti mismo, en cuanto a
tu índole de criatura, y que permitas a Dios ser Dios dentro de ti. Él desea tanto que tú salgas
de ti mismo, en cuanto a tu índole de criatura, como si de ello dependiera toda su
bienaventuranza. ¿Qué daño te hace si le permites a Dios que sea Dios dentro de ti?”.209
La repetición que encontramos sobre salir de sí mismo, tiene la fuerza y poder para llegar al
ámbito interno del ser humano y hacerle tomar conciencia de que por esta vía se llega a ser
uno con Dios. Esta impronta del Maestro se deriva de un ejercicio permanente de reflexión
que en sus sermones se convierte en un imperativo para enseñar y para conducir a las personas
espiritualmente. Sus enseñanzas no estaban limitadas a un público en especial, sino para todo
aquél que quería escuchar como lo describe Rut, “Si spiega cosi il fatto che Eckhart non sia
semplicemente un teologo e un predicatore storicamene importante, ma anche un pensatore
e un Maestro di spiritualitá, in grado di rivolgere a noi, uomini del progredito ventesimo
secolo, la sua parola e il suo invito”210
El eje central de la obediencia, según el Maestro Eckhart es el seguimiento que pasa por la
Kénosis, porque solo en ella, el ser humano se hace totalmente receptivo, se vacía de toda
expectativa, de toda exigencia, de toda voluntad, de todos sus conceptos, y se pone en una
actitud básica ante Dios. Así lo decía “Se trata de un trueque equivalente y un negocio justo:
hasta donde sales de todas las cosas, hasta ahí, ni más ni menos, entra Dios con todo lo suyo,
siempre y cuando en todas las cosas abandones completamente lo tuyo”211 Sin embargo, el
Maestro deja en claro que el salir de sí mismo, no constituye un esfuerzo personal y solitario
del hombre, porque por nuestras propias fuerzas e iniciativas no emprendemos el camino del
desasimiento, es Dios mismo quien nos conduce y nos atrae hacia Él: “Nadie debe pensar
que es difícil llegar, aunque al oír hablar de ello parece grande y difícil. Bien es cierto que al
principio el desprendimiento es un poco difícil, pero cuando se avanza, nunca la vida fue tan
70
fácil, ni tan alegre, ni tan amable y Dios se emplea a fondo en permanecer constantemente
cerca del hombre, en instruirlo, con el fin de conducirle, si el hombre quiere seguirle”212.
De este modo, el Maestro presenta una teología encarnada donde Dios lo ha revelado todo
en Jesús, y es el paradigma de la obediencia, como se expresa en el evangelio de Mateo que
Eckhart traduce de la siguiente manera: “¡Hágase tu voluntad!» (Mateo 6,10). Mas sería
mejor: ¡Hágase tuya [la] voluntad!; para que mi voluntad llegue a ser su voluntad, que yo
llegue a ser Él: esto es lo que quiere decir el Padrenuestro”.213 También el evangelio de
Marcos pone como eje central la obediencia de Jesús al Padre como el complimiento del
mandamiento que llega a su plenitud del tiempo (Mc 1, 15) y que Jesús invita a dejarlo todo
como promesa de recibir el ciento por uno (Mc 10,30).Una interpretación realizada por
Keerankeri dice que: “ Jesus as object of absolute obedience is most profoundly united with
God as object of integral love. Indeed, because of the divine identity of Jesus and his most
profound union with God, decisively clarified in 9, 7. Jesus as object of absolute obedience
is identical to God as object of integral love”214. En esta comprensión Jesús exige un cambio
de mentalidad para comprender que la obediencia es más que el cumplimiento de normas y
preceptos, porque se trata de una obediencia a su mandato. El Maestro lo dice de la siguiente
manera. “Nadie escuchará mi palabra ni mi doctrina a no ser que haya renunciado a sí mismo
(Lc 14, 26)… porque para escuchar debe estar completamente desasido”.215
212
Bara Bancel. Silvia. Las raíces de la felicidad, 144.
213 Maestro Eckhart. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 525.
214
Keerankeri, G. The Love Commandment in Mark. An Exegetic-Theological Study of Mk 12, 28-34,
Analecta Biblica 150, PIB, Roma, 2003: 182-3.
215 Maestro Eckhart. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 367.
71
voluntad, y se abre a la acción divina. El ser humano experimenta en su corporalidad,
felicidad, éxtasis, deseos, búsquedas, anhelos, dolores y sufrimientos, entre otros. Todo este
conjunto de elementos que lo constituyen son los que entran en relación con su Creador y
con todo lo que lo rodea. Eckhart como buen observador y conocedor de la condición
humana, sabía del sufrimiento que acompaña al hombre en el camino de la vida y buscó a
través de sus palabras ofrecer alivio y consuelo.
Un aspecto importante en la vida del Maestro fue su misión, encomendada mediante la Cura
Monialum, a través de la cual entró en relación de atención y cuidado espiritual de las mujeres
(monjas y amas de casa) y se dejó impregnar por ellas en su lenguaje y cosmovisión. Esto lo
podemos constatar en las expresiones propias de sus sermones y pláticas. Gran parte de las
alegorías están compuestas por términos de la espiritualidad femenina, lo que indica que
también era lector de lo que las mujeres escribieron. Términos ya elaborados por Hildegarda
von Bingen como “Viriditas”, o “desnudez espiritual” de Matilde de Magdeburgo, o “no
voluntad” de Margarita Porete216, se hacen presente en sus discursos.
Ahora bien, en el libro del consuelo divino, dedicado a una mujer: la reina Agnes de Hungría,
que había sufrido la pérdida de sus seres queridos lo cual le ocasionaba un inmenso dolor, la
reflexión del Maestro se convierte en pautas para que el desasimiento sea una actitud de vida,
pues lo que causa sufrimiento es el deseo de posesión y la pérdida de la conciencia de la
interioridad divina. Señala tres causas que llevan al ser humano a sufrir: “Una proviene del
daño sufrido en los bienes exteriores, otra del daño hecho a sus parientes y amigos, y la
tercera del daño que soporta él mismo a causa del menosprecio e infortunio, de dolores físicos
y hondos pesares”.217
“De poner el amor en aquello que me ha dañado. De poner la felicidad en manos de las
criaturas. Entonces, el remedio se impone: amar solo a Dios […]. Pero advierte también que
216
Eckhart Maestro. El fruto de la nada y otros escritos. Edición y traducción de Amador Vega. Madrid:
Siruela, 2008: 187.
217 Hocchheim, Eckehart de. El libro del consuelo divino. Traducción del alemán y prólogo de Alfonso
72
es voluntad de Dios que la naturaleza humana tenga sus flaquezas. […] En el infortunio hay
bienestar, por muy mal que se esté, se puede estar peor, pero dejarse afectar por el dolor,
causa más dolor”.218El Maestro es consciente de que el hombre siente la angustia de la nada,
y sentirla y comprenderla le lleva a recogerse en su interior y a recomponerse por dentro,
puesto que “el círculo espiritual no se afianza si él no reconoce el llamado de la angustia y
con un acto de amor y de entrega no se libera del golpe de su pecaminosa aflicción y de sus
motivos prácticos y se adhiere con un acto de voluntad a la voluntad de Dios identificándola
con ésta”.219
Para comprender que el sufrimiento es un camino, asistido o sostenido por Dios, el Maestro
mediante un lenguaje analógico hace referencia al sentido de la virginidad, para mostrar que
ser virgen es “hallarse libre y desasido según la voluntad divina, y [dispuesto] a cumplirla
sin cesar, entonces, en verdad, yo sería virgen sin que me estorbase ninguna imagen”.220 Todo
apego quita libertad y causa sufrimiento, por ello el Maestro insiste en la condición virginal
que va más allá de lo que normalmente se puede comprender sobre este concepto. El
sufrimiento puede darse por la misma libertad que tiene el ser humano. Sin embargo, indica
que el sufrimiento solo tiene sentido si se vive en Dios “Si sufres por Dios y sólo por Dios,
este sufrimiento no te duele y tampoco te resulta pesado porque Dios sobrelleva la carga”221
Habrá que saber identificar de dónde proviene el sufrimiento y en este sentido coloca al ser
humano frente al conocimiento de sí mismo y frente a su relación con Dios: “como saber si
tu sufrimiento es tuyo o de Dios. Tuyo, cuando se hace insoportable. De Dios cuando no
duele. Porque Dios sobrelleva la carga”.222
El sufrimiento para el Maestro solo tiene sentido a partir del camino recorrido por Jesús como
camino de Dios, como obediencia y reconocimiento de la bondad divina: “hay que cargar
con el sufrimiento y seguir al Cordero en lo penoso como en lo agradable”. 223 En esta
perspectiva el sufrimiento conduce a la humildad, y la humildad es desasimiento, de ahí que
218Ibid., 15
219Faggin, Giuseppe. Meister Eckhart y la mística alemana medieval. Traducción de Elena Sella. Buenos Aires:
Sudamérica, 1953:70-71.
220
Maestro Eckhart. Obras alemanas. Tratados y Sermones,272.
221
Ibíd., 277.
222
Ibíd., 277.
223
Ibíd.,377.
73
“cuando tú te humillas, Dios baja desde arriba y entra en ti”.224 “El hombre humilde y Dios
son uno; el hombre humilde tiene tanto poder sobre Dios como sobre sí mismo […], por ello
dijo Nuestro querido Señor: «Aprended de mí, porque yo soy manso y humilde de corazón»
(Mateo 11, 29)”.225 “Si un hombre fuera verdaderamente humilde, Dios, o tendría que perder
toda su divinidad y despojarse del todo de ella, o tendría que verterse y esparcirse totalmente
en el hombre”. 226
El sufrimiento es un camino donde se aprende a reconocer al Dios que
revela Jesús mediante su abandono y a recorrer con el Él su humanidad y su divinidad.
De esta manera, es un sufrimiento que no sufre, porque si el hombre se halla libre y desasido
encuentra el sentido en la Kénosis como la máxima expresión de ser uno en Dios. Lombana
en su libro, Sufrimiento que no sufre, traduce las enseñanzas de Eckhart sobre el sufrimiento
de la siguiente manera:
No quería haber sufrido y haber superado la pena y el sufrimiento; quiere y quería sufrir en
todo momento, sin interrupción, por amor de Dios y por hacer el bien. Por amor de Dios toda
su felicidad reside en el sufrimiento y no en el haber sufrido. Y por eso dice Nuestro Señor y
ello es muy digno de consideración: Bienaventurados los que sufren a causa de la justicia (Mt
5,10). No dice los que han sufrido. Semejante hombre odia haber sufrido, pues el haber
sufrido no es el sufrimiento amado por él; lo único que ama es el sufrimiento amado por él;
lo único que ama es la superación y una pérdida del sufrimiento por amor de Dios. Y por eso
digo que semejante hombre odia también el sufrir en el futuro, porque tampoco es
sufrimiento. Sin embargo, odia menos el sufrir en el futuro que el haber sufrido, porque este
último se halla más lejos del sufrimiento y se le asemeja menos ya que pasó del todo. Pero si
va a sufrir este hecho no lo priva completamente del sufrimiento amado por él.227
Para el Maestro el sufrimiento va más allá de las concepciones espirituales propias de la Edad
Media, en las que el sufrimiento tenía una implicación fuerte de ascética corporal. Lo que el
Maestro hace es invitar a usar el intelecto para comprender que el sufrimiento es un camino
de Kénosis, de actitud de vida, de opción fundamental, de aceptación de la voluntad divina.
Porque es aceptación gozosa de la voluntad divina y entendimiento de su Palabra: “A esto se
224
Ibíd.,387.
225
Ibíd.,389.
226
Ibíd.,389.
227
Lombana Villalba, Iván Mauricio. Sufrimiento Que No Sufre: La ética intelectualista del Maestro Eckhart.
Medellín: Biblioteca Jurídica Diké, 2007: 111.
74
refiere el Evangelio al decir: «Bienaventurados son los pobres en espíritu» (Mateo 5,3),
quiere decir: en la voluntad, y por ello pedimos a Dios que se «haga su voluntad», «en la
tierra», quiere decir: dentro de nosotros, «como en el cielo», quiere decir: en Dios mismo.
Semejante hombre comparte una sola voluntad con Dios de modo tal que quiere todo cuanto
quiere Dios y de la misma manera que lo quiere Dios”228. No es el sufrimiento que reclama
a Dios justicia o recompensa por lo padecido. Esa no es la voluntad de Dios para con el
hombre: “Todos los días exclamamos y gritamos en el Padrenuestro: «¡Señor, hágase tu
voluntad!» (Mateo 6, 10). Mas luego, cuando se hace su voluntad, tenemos ganas de
enojarnos y su voluntad no nos satisface. Sin embargo, cualquier cosa que Él hiciera, debería
gustarnos más que nada. Quienes lo aceptan así como lo mejor, permanecen en perfecta paz
con respecto a todas las cosas”. 229
228
Eckhart, Maestro. Obras alemanas. Tratados y Sermones, 172.
229
Ibíd.,290.
230 Moltmann, Jürgen. El Dios crucificado. La cruz de Cristo como base y crítica de toda teología cristiana.
75
Conclusiones
Llegados al final del camino, nos aproximamos a una respuesta a la pregunta planteada en la
investigación: ¿Qué lineamientos teológicos encontramos en pensamiento Eckhartiano sobre
las categorías Reino de Dios y Kénosis para una fundamentación de la teología mística
contemporánea? En la teología del Maestro podemos descubrir las siguientes pistas para un
trabajo teológico:
El Reino de Dios es Palabra pronunciada por Dios por toda la eternidad; Eckhart nos
dice que esa Palabra permanece oculta en el alma, es decir, que el hombre puede no
darse cuenta de ella, ni conocerla, ni escucharla. Para oírla nos dice que debemos
apagar todas las voces y sonidos, para que predomine la quietud y la calma, porque
Dios es serenidad,231 y esto, solo se logra mediante un ejercicio mayeútico que
permita conocerse a sí mismo para poder conocer a Dios. Así la mayéutica nos ayuda
a comprender que podemos identificarnos, parecernos o unirnos con lo que recibimos,
siempre y cuando nos despojemos de todo aquello que hace ruido en nuestras vidas.
76
El Reino de Dios es “Revestirse del Señor Jesucristo” (Rom 13,14), lo que para el
Maestro es conformidad con Cristo. Para el cristiano Jesús asume la condición
humana y la reviste a la manera de Dios, es decir que somos asumidos en Él. El mejor
camino para Eckhart es el desasimiento, que viene a significar el rehacimiento de las
imágenes y de las cosas para poder poseer la dicha y la felicidad perfecta de la que
Jesús nos anunció “Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá a
vosotros el Paráclito, pero si me voy os lo enviaré”. El Maestro invita a despojarse
hasta la de la imagen de Dios, para purificar el alma, clarificar el entendimiento,
reconocer el espíritu y llegar a unirse en Dios.
2. El Maestro invita a hacer una teología a partir del ser dejado. Esto significa un ser
despojado, desasido, que se ha convertido en un obediente a la voluntad divina. El
despojo tiene especial relevancia en el himno de la carta a los filipenses en la que
Cristo se despoja de sí y se somete obedientemente a las condiciones del hombre justo
(Flp 2, 6-7). Este desasimiento no es producto de una voluntad o capricho puramente
individual, sino que es la afirmación de la supremacía del amor y del conocimiento
de Dios. Esto significa un retorno hacia el interior de la persona, para desprenderse
de todo, sentidos, facultades e imágenes, y así estar libre y receptivo al amor gratuito
de Dios.
77
dependencia y obediencia que, como Jesús tuvo la consecuencia de la cruz 232. Así la
kénosis, leída como ‘desasimiento’ o desprendimiento, subraya la asunción de la
condición humana, en su incertidumbre y debilidad, como una apertura a la voluntad
divina mediante la libertad que provee la obediencia.
4. La mística propuesta por Eckhart ha reactivado el núcleo cordial de una teología que
por siglos permaneció demasiado ceñida a las tautologías doctrinales. Se hace
necesario hoy, volver a la experiencia del núcleo cordial que cultiva, por igual, la
sabiduría ancestral y la unicidad de la persona. Nos invita a imaginar una teología que
no riña con la plegaria y con la liturgia, con la alabanza y la lamentación, sino que
sepa darle su lugar a la experiencia de fe en la que se ancla su discurso. Porque solo
la experiencia de fe del cristiano es la que lo lleva a dar testimonio del paso de Dios
por la historia mediante una renovación de la esperanza en un mundo mejor y en un
compromiso con un amor solidario.
232
González Faus, José Ignacio. La humanidad nueva. Ensayo de cristología. Santander: Sal Terrae, 1984:
181-189.
78
5. Intentar hacer teología a partir del pensamiento de Eckhart, es asumir un camino de
aventura y de interpelación permanente. El maestro nos lleva a preguntarnos ¿Desde
dónde hacemos teología? Y ¿para qué hacemos teología? Con estas preguntas y con
la comunicación de la experiencia de cada persona podemos hablar hoy de una
interpelación mística y profética. Lo que nos llevaría a una teología que acoge la
propia humanidad y vulnerabilidad en un camino de conocimiento personal y de
descubrimiento de un Dios que ocupa los deseos humanos y nos mira con
misericordia. Así mismo, el Maestro nos lleva una renovación del lenguaje que
comunica la experiencia de Dios. A la creatividad y a la imaginación. A la analogía
y a la poética. A la capacidad de hacer una teología que exterioriza la fuerza, la
energía y luz que nos viene de Dios para hablar de Él y ser sus profetas.
79
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