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Escuela Normal Superior Juan Bautista Alberdi

Profesorado en Educación Secundaria en Lengua y Literatura -4to Año


Literatura en lenguas extranjeras II -Profesor: Gasquez Eduardo
-Alumna: Cabrera Sofía

Prólogo

Una figura en la bruma…


Oscura y silenciosa
Una figura delineándose lentamente
Y en su oscuridad se vislumbran
Letras que aterran, palabras que angustian
Una figura en la bruma espesa de Baltimore
Llega y se queda,
Para siempre… S.C

Nacido en Boston, Estados Unidos, un 19 de enero de 1809, hace ya 210 años, Edgar
Allan Poe fue, es y será por siempre un genio incomprendido. Su personalidad lo
caracterizó como un genio loco, en compañía asidua de escándalos. Edgar vivió su
relativamente corta vida al límite, entre las letras, el opio, el oporto, las mujeres y la muerte.
Esta última lo acompañó desde sus tiernos tres años, momento en que la tuberculosis le
quitó a su madre, dejándolo a merced de la caridad de los virginianos. Allí creció, en una
lujosa casa de Richmond, amado por su madre adoptiva Francés Allan y bajo la severa
mirada de su protector John Allan, quien fue su más encarnizado rival en los años en que
Poe contempló dedicarse a la literatura. En esta casa también fue ansioso lector y
espectador ávido de sus sirvientes negros, quienes sumergieron su infancia en terroríficas
leyendas y mitos del folclore que con regularidad contaban ante la mirada fascinada del
pequeño Edgar.

La muerte volvió a golpearlo en plena adolescencia, haciéndole saber que todavía tenían
un largo camino que recorrer. Perdió así a su primer amor, amor platónico que marcó su
futuro amoroso de aquí en más. Helen, la madre de uno de sus condiscípulos, enfermo a
una corta edad y dejó un vacío que más tarde Poe intentó llenar con el alcohol, el juego y
con otras mujeres.

Sus estudios universitarios se limitaron a un fugaz año en que fue vencido por sus peores
vicios, año en que también perdió la benevolencia económica de su progenitor. No
dispuesto a dar el brazo a torcer y manifestando ya su faceta rebelde e impulsiva, probó su
suerte en diferentes oficios, en los cuales todo esfuerzo le resultó infructuoso.

Convencido ya de que su talento estaba siendo relegado sin sentido, regresa a Boston al
amparo de su familia biológica, que en ese momento eran su hermano mayor, su tía y su
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pequeña sobrina Virginia. En ella, esa pequeña y frágil niña, Edgar Allan Poe encontró la
calma de su espíritu, la convirtió en el depósito de su amor y también en su esposa.

Aún al amparo de su gran amor Virginia, Edgar sucumbía una y otra vez ante el oscuro y
tentador abrigo del opio y el alcohol, momentos cruciales para su literatura, porque bajo los
efectos de estos vicios surgieron sus más grandes relatos. Entre redacción y redacción, sus
trabajos dentro de las revistas y periódicos eran apenas una ayuda para subsistir. Se
convirtió en un crítico indolente de sus colegas escritores, público sus más grandiosos
cuentos y presenció la incursión de la muerte nuevamente en su vida. Vio como la
enfermedad consumió a su más grande amor, para al final entregarla sin remedio a los
brazos de la muerte, quien terminó por arrebatarle todo aquello que más amó.

Sumamente resentida su salud por los efectos de una existencia basada en excesos y
melancolía eterna, continuó tras su sueño de fundar su propia revista, pero su oscuridad,
esa espesa bruma que lo envolvió durante años, frustró sus anhelos y lo sumió de lleno en
su destino. Murió sólo, febril, sumido en la locura, en el año 1849 en Baltimore.

Maestro del terror, poseedor de una cultura e inteligencia innegables, sus cuentos abordan
temas tan morbosos como tétricos. Su legado sirvió a futuros escritores que lo admiraban
más allá de su turbulenta existencia. La muerte, esa corrosiva mácula que lo siguió hasta su
final, fue su más grande musa. La melancolía, la oscuridad, la tristeza y la locura son, quizá,
las eminentes fuentes de donde brotó su gran genialidad.

Es el creador de un mundo donde el misterio, lo gótico y el terror, que siempre han


causado la fascinación del lector, despiertan en las almas y las mentes una faceta mórbida
antes oculta y vedada. Lo realmente fascinante de trabajar con este tipo de literatura en el
nivel secundario es que habilita la curiosidad del adolescente, allana el camino siempre
escabroso que separa al estudiante del libro. El terror es un género sumamente intrigante y
es inevitable que los jóvenes no se sientan atraídos por la obra de un escritor con una
personalidad tan peculiar: rebelde y melancólico, oscuro y místico.

El terror atrapa, envuelve, genera tensiones en el lector; lo incomoda y muchas veces


sacude esas estructuras internas que le provocan escalofríos. El intrincado y simbólico
mundo del adolescente crea la situación propicia para desarrollar y trabajar el género del
terror.
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Los adolescentes en la actualidad son consumidores masivos del terror tanto en las redes
sociales, como también en la ficción cinematográfica. De más está decir que el propio
pensamiento del adolescente tiende a mistificar algunos elementos de la vida que están
presentes en el género del terror.

La muerte, la angustia, la sensación de vacío y tristeza, la incomprensión ante ciertos


fenómenos de la naturaleza son elementos que en la mente del adolescente alcanzan ese
matiz místico y brumoso, tangible y tensionado que supo explotar Edgar Allan Poe.

A continuación los cuentos elegidos para abordar los temas mencionados anteriormente
son: La caída de la casa Usher, Entierro prematuro, La verdad sobre el caso del señor
Valdemar y para realizar un breve análisis significativo: Silencio.

La caída de la casa Usher y Entierro Prematuro nos permitirían abordar estos temas desde
una perspectiva distinta, para poder vislumbrar el fino y delgado límite que separan la vida
de la muerte, tan delgado que se puede llegar a pensar que una es solidaria de la otra. Es
innato en el ser humano temerle a la muerte, al final, y mucho más natural es esa lucha
constante por alejarla, esquivarla, no aceptar que es inminente y que tarde o temprano
llegará.

Y así lo demuestra La verdad sobre el caso del señor Valdemar, en donde se cree que el
hombre ha logrado vencerla, encerrarla, pero siempre está ahí, callada y oculta, esperando
el momento para mostrar su poder de devastación.

Abordar estas temáticas tan complejas desde la literatura es siempre un placer y un


desafío. Es lograr hacerle comprender al adolescente que no se necesita de una pantalla
gigante y una batería de efectos especiales para hacernos temblar, para sentir ese
escalofrío en la espalda.

En este punto es preciso adentrarnos en el cuarto relato elegido, desarrollando un breve


análisis significativo. Silencio: una fábula representa en ésta antología a ese elemento que
sobresale en toda joya: la piedra preciosa de Poe. Distinto a todo lo que se lee del escritor
norteamericano, Silencio explora su faceta filosófica, y permite reflexionar acerca de temas
muy profundos.

Un hombre en su lecho de muerte escucha un curioso y fascinante relato narrado por el


Demonio. En él describe un paisaje desolador, ubicado a orillas del río Zaire, donde todo
elemento presente contiene un aura de pesimismo y tormento. Allí se encuentra el
Demonio, observando cómo el paisaje sumamente tétrico emite una sórdida sensación de
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desesperanza. Llama su atención una roca sobre la cual, en un dialecto desconocido para
él, se halla una inscripción. Se acerca para reconocer lo que dice pero no logra descifrarlo.
Cuando regresa a su puesto de vigilancia en el río, entre los nenúfares, se da cuenta de que
la roca ya no está sola. Sobre ella hay un hombre y ahora puede leer lo escrito en la roca:
DESOLACIÓN.

A partir de allí, el dominio cuenta cómo trató en vano perturbar la soledad del hombre, que
permanecía inmutable sobre la roca a pesar de la tempestad que el Demonio desató sobre
él. No obstante, el Demonio consiguió espantar al hombre, cuando decide maldecir el
paisaje y todo lo que en él se encuentra con la maldición del SILENCIO.

Es inquietante y a la vez maravilloso, como a través de un relato tan peculiar Poe pone de
manifiesto lo que es, quizá, el mayor miedo de todo hombre. Ese temor que surge de todas
partes cuando no se oye ni siquiera el latir de nuestro corazón, ese silencio que nos espera,
seguro e inamovible, más allá de la muerte.

Un relato cargado de simbolismo: por un lado la piedra, símbolo de lo perdurable, lo


imperecedero, la piedra entera muestra la fuerza y la unidad y para algunas mitologías es
símbolo de salvación. Luego está el demonio: un ser sobrenatural descrito como algo que
no es humano y usualmente resulta malévolo se introduce a la narración para
complementar lo gótico de la descripción en esa tierra desolada. El hombre sentado en la
piedra: muestra la espera de todos los seres humanos contemplando a su manera el triunfo,
la desolación y el silencio que lo rodea, en el relato manifiesta bien las ultimas videncias de
que muchas veces encontramos el goce por lo callado pero ese mismo paisaje nos termina
ahogando.

Luego de estos 3 puntos principales encontramos los secundarios que no son tan lejanos a
ser importantes, como lo es el viento (aire) en algunas culturas consideradas símbolo de la
vida, ser independiente y también símbolo de la muerte, ya que al inhalar vivimos y al
exhalar entregamos una parte de nuestra alma. Los nenúfares son plantas acuáticas que
reflejan la pureza del corazón y se establecen en el relato cumpliendo de forma tranquila y
quieta, depositadas armoniosas sobre el agua. Y esta ultima símbolo de la naturaleza y
base de la vida.

Un relato que encierra en sí mismo el mayor misterio para el hombre. El demonio


mostrándole al hombre en su lecho de muerte, a través de una narración sumamente
magnifica, qué es lo que le espera allí a donde se dirige ahora. Y el dominio rió en la tumba,
pero el hombre no pudo reír con él.
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En definitiva, la obra de Poe no deja a nadie indiferente. El conjunto es tentador. Un


escritor cuya corta vida estuvo envuelta por la oscuridad y el misterio que encarnaba su
mente y sus acciones. Una obra trascendental, letras que no pierden nunca la capacidad de
hacernos sentir minúsculos e indefensos en nuestras habitaciones a la hora de dormir. Y la
adolescencia, esa hermosa edad en que idealizamos la tristeza y la muerte, esa etapa de
duelos y vacíos existenciales, momento propicio para leer a Poe, eterno incomprendido y
genio indiscutible del relato de terror.

BIBLIOGRAFIA:
Cuentos completos de Edgar Allan Poe versión traducidas por Julio Cortázar

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