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NUEVAMENTE SOBRE LAS ACCIONES DEL 15 DE ENERO EN

CHIHUAHUA
No se si pensaba publicar este artículo en algún medio, lo cierto es que lo creía indispensable
para dejar en claro muchos aspectos de aquellos sucesos. Era además un nuevo homenaje a la
memoria de tantos mártires que se habían ido sumando a los del 15 de enero de 1972.

NUEVAMENTE SOBRE LAS ACCIONES DEL 15 DE ENERO EN CHIHUAHUA

Cuando llegué a esta ciudad, la mañana del 4 de Octubre del 71, estaba absolutamente seguro
de que cumpliría la misión en menos de 15 días. No había gran dificultad en esa empresa:
consolidar un comando no mayor de 5 personas, acordar con él un plan de trabajo para un
período de 2 o 3 meses, ir directamente a la frontera por un cargamento de armas y parque, y
decidir sobre ciertas relaciones políticas.... No; no era difícil, ni podía llevarse más de 15 días.
Natalia me contactó al día siguiente y empezó a orientarme sobre la situación política en la
Universidad. Javier hablaba de la historia del comando y de los posibles reclutamíentos.
Alejandro y José me hicieron penetrar hasta lo mas intrincado de las grillas estudiantiles, de
donde se deducía que había que andarse con cuidado ante cualquier tipo de relaciones con los
grupos o partidos existentes (remember el Che en Bolivia), no tanto por un chivatazo sino más
bien por la ideología burguesa que dominaba en todos ellos. El reformismo es un cáncer que no
se cura renunciando al PCM o atacándolo sistemáticamente con consignas terroristas; el
reformismo debe ser extirpado de nuestra conciencia a través del conocimiento científico de la
realidad social y por medio de una práctica consecuente y una entrega absoluta a las tareas
revolucionarias.
Las perspectivas de crecimiento del comando y nuevas compras de material bélico me hicieron
establecerme por tiempo indefinido en esta ciudad. La célula o comando original multiplicaba
sus simpatizantes y eso significaba que aquí podría construirse un núcleo regional con sus
respectivas células de especializaci6n. Esto resultaba ser lo más natural por la tradición
revolucionaria de esta región y las huellas aún frescas de Arturo Gámiz y Oscar González. La
desbandada en la JCM había sido general y aún no existía una organización o grupo político
que representara la alternativa revolucionaria ante los incurables reformistas.
Ciertamente, las perspectivas eran enormes y más claras cada vez que chequeábamos las
tareas cumplidas. Lo inmediato era una imprenta para empezar a desarrollar la propaganda
revolucionaria entre los obreros y estudiantes de avanzada, así como para editar los libros y
folletos útiles para la polítización de los núcleos revolucionarios. Eso implicaba la
profesionalización de 1o que ya estábamos llamando Núcleo Regional y de los responsables de
las células más importantes. Implicaba también el alquiler de los departamentos necesarios y la
adquisición de algunos automóviles. Todo eso se sintetizaba en un solo término: dinero.
Natalia, como responsable del Núcleo Regional y yo como delegado del Núcleo Central,
solicitamos una reunión de éste último para plantear los problemas enconómicos y políticos que
se habían suscitado por causa del crecimiento del organismo estatal y los que se vislumbraban,
si el ritmo de trabajo se mantenía igual. El núcleo Central atendió nuestra solicitud
inmediatamente y llamó a los demás delegados regionales para tratar el problema que ya se
había generalizado en todos los núcleos regionales: el subsidio económico. El núcleo central no
estaba exento de problemas económicos: se habían multiplicado los comandos, células y
círculos de estudio en D.F.; las relaciones con otros núcleos revolucionarios maduraban y
exigían una más estrecha colaboración en todos los planos: armas, departamentos,
automóviles, parque, libros, mimeógrafos, ropa, comida, dinero, dinero.
Al recibir la noticia de las detenciones en el D.F. y calculando que con el último subsidio apenas
alcanzábamos a sufragar los gastos del mes, decidimos trasladarnos a Cd. Juárez para realizar
una expropiación de donde obtuviéramos lo necesario para trabajar normalmente hasta la
realizaci6n del secuestro. Natalia, Federico, José, Javier y Baltazar ( miembros del Núcleo
Regional, nuestro asesor militar (Gaspar) y Flavio, experimentado chofer, el más joven de
todos, inteligente y además, decidido a comprobar la validez de nuestros planteamientos en la
acción directa. Todos, nos dimos cita en la ciudad fronteriza el día 26 de diciembre. Los bancos
fueron descartados de nuestras posibilidades y finalmente escogimos una licorería y una
gasolinera; una enfrente de la otra. La acción se presentaba sencilla. Contábamos con
superioridad numérica y con mayor potencia de fuego; desde luego, también con el factor
sorpresa. El 29 de diciembre todo estaba listo. De haberse presentado una circunstancia
favorable (un automóvil de cuatro puertas, moderno, con chofer solitario), habríamos pasado a
la acción de inmediato. El 31 de diciembre, fecha límite, después de tres tentativas frustradas
por conseguir el automóvil y ante el nerviosismo de casi todos y las dudas e indecisión de
algunos, optamos por suspender la acción por acuerdo general. El balance de las actividades
desarrolladas quedaron bajo el título de "Simulacro con nutridas enseñanzas".
Por un lado, fue un aprendizaje necesario; pero, por otro, se nos planteó con más crudeza el
problema económico. El subsidio se había terminado. No había dinero ni para el pasaje de
regreso. Empeñamos el automóvil y resolvimos esos pequeños problemas, no sin la
incertidumbre del cómo de los gastos futuros. Bueno si, Diego Lucero, "Raúl", estaba en
Chihuahua y esa era nuestra esperanza para un nuevo aunque pequeño subsidio.
Cuando regresamos, Natalia y yo nos enteramos de la presencia de Alejandro y Ramiro, en la
ciudad. Alejandro venía a integrarse al Núcleo Regional; y Ramiro, bajo la dirección de Raúl, a
cumplir algunas tareas en la sierra. Raúl no traía dinero, por la confianza de que no íbamos a
fallar en nuestra expropiación. Por eso acordamos, dadas las necesidades apremiantes, realizar
aquí una expropiación. La combatividad de Raúl lo llevó más allá: "Tantas expropiaciones como
sean posibles, de acuerdo a los efectivos con que contemos; si vamos a quemar la plaza que
sea por algo grande; después ya no volverá a ser posible una acción de estas aquí". Después
de lo de Juárez no me quedaba sino aceptar cualquier proposición que fuera, con el fin de
salvar el problema económico. De no aceptarla nos quedábamos sin subsidio, o sea, sin Núcleo
Regional; retrocediendo a la calidad de célula "especializada en el contrabando de armas",
calidad que nadie iba a aceptar por las perspectivas que ya se habían acostumbrado a manejar
los militantes de este estado.
Oscar y Tomás llegaron el martes 11 de enero. Tomás acudía a un llamado de Raúl para
resolver sobre ciertos contactos en la sierra. Oscar, cuadro dirigente, con bastante preparación
teórica y técnica, poseedor de una amplía cultura marxista y adiestrado en el manejo de todo
tipo de armas, manifestaba además tener bastante experiencia en cuanto a expropiaciones.
Venía a discutir con Natalia, José y yo sobre la creación de un equipo especial para la
investigación teórica. Esto fue un acuerdo de la reunión a la que acudimos Natalia y yo en el
D.F.: un grupo teórico dentro de lo que ya denominábamos Organización Revolucionaria
Nacional, que tenía que cumplir al más corto plazo las siguientes tareas:
1. Buscar las formas y procedimientos para realizar la discusión interna en torno a la
temática marxista: estrategia, estructura organizativa, tácticas, etc. Todo ello con vistas
a la elaboración del programa revolucionario.
2. Resolver los problemas técnicos para establecer un grupo de propaganda hacia las
masas y dirigir esa y todas las tareas que de allí se derivaran.
Para cumplir este objetivo que para nosotros representaba la única salvación de la
organización que crecía inmoderadamente, con una peligrosa heterogeneidad de posiciones
políticas o con grandes desniveles en la formación teórica de sus militantes y que tarde o
temprano podría empezar a manifestar sus contradicciones, necesitábamos, no solamente
tener conciencia del problema y de sus soluciones, sino más que todo pasar a la práctica, o
sea, instalar los elementos primarios de ese equipo; esto se traducía en: conseguir
financiamiento para rentar el primer departamento en el D.F.; comprar un mimeógrafo o
una imprenta; adquirir una biblioteca completa y los medios de comunicación y transporte
necesarios. En una palabra: necesitábamos dinero.
Por lo tanto, ya no había vuelta de hoja. Lo mejor era prepararse para la acción lo mas
perfectamente posible. Oscar, Natalia y yo acordamos integrar un comando por la afinidad
surgida en esas primeras discusiones sobre los problemas políticos generales y, en especial,
sobre las perspectivas de la Organización. A Ramiro lo visité por encargo de Raúl para darle
algunas orientacióes de tipo político y después, para dedicarlo a la tarea de observación del
banco escogido por nuestro Comando. Nos pidió participar a nuestro lado y decidimos aceptarlo
dado el cuidado o interés demostrado en el trazo de planos y en la elaboración de informes
sobre el banco en cuestión. Desde los preparativos, Oscar tomó la dirección del Comando, en
virtud de su capacidad y conocimientos sobre estas acciones. De los demás comandos no
teníamos detalles; solo sabíamos que todo funcionaba bien. Existía la confianza de que todo
marchaba perfectamente porque en un comando dirigía Raúl, con ayuda de Gaspar y en otro
Tomás y Bernabé, llegado a última hora del D.F., los dos, guerrilleros con experiencia suficiente
como para no dudar del éxito de sus tareas.
Si, en las acciones concretas nada podría fallar, nada. Todo era tan sencillo. Los problemas
reales empezaron a vislumbrarse cuando calculamos la magnitud del impacto político que
representaban las tres expropiaciones simultáneas. Nos dimos cuenta de que no íbamos a
poder salir de la ciudad inmediatamente y que habría que buscar donde esconderse los tres
días reglamentarios o los que fueran necesarios. Porque en el cuartel general no deberían
quedarse más de 5 personas y en el departamento ubicado cerca del centro de la ciudad
resultaba sumamente peligroso. Cada comando debía resolver sus problemas de escondite y
salida de la ciudad sin que los otros se enteraran de los detalles. Nosotros conseguimos un
departamento en una colonia de la periferia. Los demás buscaron soluciones que no parecieron
después, ante nuestro fracaso, tener efectividad.
Lo demás es del dominio público. El primer error: no cerciorarnos de la patrulla militar que
hacía ronda y que nos tocó a nosotros enfrentarla en condiciones de suma inferioridad. Ellos,
mayor potencia de fuego, la sorpresa, la experiencia, la superioridad numérica, la disposición
de matar a todo ser viviente que se moviera dentro del banco. Nosotros, solamente pistolas
automáticas, inexperiencia para este tipo de enfrentamientos, la decisión de no utilizar la
violencia mas que en caso extremo, pero allí ni tiempo para reponernos de la sorpresa y actuar.
Oscar fue acribillado sin oportunidad para disparar un solo tiro. Natalia logró herir a su atacante
pero murió instantáneamente por un disparo certero del mismo; yo caí herido, sin balas en el
cargador y sin haber acertado mis disparos a un soldado que corría alrededor del banco.
El segundo error: Natalia traía una nota de limpiaduría con un domicilio. A partir de allí se
iniciaron las detenciones y los asesinatos.
Cuando me trajeron a la Penitenciaría venía con la seguridad de que pronto nos liberarían los
compañeros del Núcleo Central o aquellos núcleos revolucionarios que tenían relaciones con
nosotros a través de Raúl. Lo que empezó a suceder fue lo contrario: Genaro Vázquez murió
accidentalmente, los compañeros del FUZ cayeron prisioneros, Raúl Ramos fue acribillado y
etc., etc. Lo lógico es que se haya organizado un repliegue general para reconstruir los núcleos
revolucionarios, única alternativa para el avance de la Revolución Proletaria en nuestro país.
En los últimos meses se han visto ya los frutos de este trabajo: Lucio Cabañas se enfrenta al
ejército, Unión del Pueblo y sus comandos de Resistencia Popular actúan; en Monterrey se
realizó el secuestro de un avión y se liberó a algunos guerrilleros; en el D.F. se multiplican las
expropiaciones, algunas de comandos no identificados todavía, pero que no dan lugar a dudas
de que son parte del movimiento revolucionario.
Bien. Hemos aprendido una cosa más: Debemos estar seguros en la victoria final, pero también
en que algún día cometeremos un error y que sobrevendrá de allí una derrota, grande o
pequeña según las normas de seguridad que hayamos respetado durante el proceso. Por otro
lado, que por un error pueden caer todos los efectivos de la organización, pero jamás sus
banderas si estas han sido tomadas del proletariado revolucionario, porque nuevas y más
combativas manos juveniles las levantarán en las próximas batallas decisivas y hasta la victoria
total.
¡REVOLUCION 0 MUERTE!
PABLO MARTINEZ PEREZ
15 de enero de 1973

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