Sei sulla pagina 1di 5

Ailén Bembich

RA 227395

La dinámica de la cultura

En la conclusión de El mito del estado (1947) Cassirer explicita algunas conclusiones


que son relevantes para el desarrollo del siguiente trabajo cuyo interés reside en la
reflexión que el autor realiza sobre la cultura:

1. La cultura humana no es algo firmemente establecido, y es preciso considerar


“las grandes obras maestras de la cultura humana” de un modo más humilde:
la cultura es dinámica, se encuentra en transformación constante, y sus
creaciones no son eternas.
2. “Debemos estar siempre preparados para las sacudidas violentas que puedan
conmover nuestro mundo cultural y nuestro orden social hasta sus cimientos
mismos”. Cassirer nos insta a una disposición de apertura hacia las
transformaciones más radicales que puedan darse en nuestras culturas.
3. Define a este mundo de la cultura humana como un conjunto de fuerzas
intelectuales, éticas y artísticas que no pudo surgir sino hasta que se combatió
y se dominó al mito. Mientras estas fuerzas están en plenitud, el mito está
domado y sujetado, pero en cuanto empiezan a perder su energía, el caos se
presenta nuevamente. Entonces el pensamiento mítico empieza nuevamente a
erguirse y a inundar toda la vida social y cultural del hombre.

La flexibilidad es una característica que consiste en la posibilidad de adaptación, de allí


que es viable entender a la cultura como algo flexible, pero ¿puede también entenderse
esta flexibilidad como fragilidad? En el caso de aceptar dicha fragilidad, ¿cómo podría
concebirse en relación a la función liberadora que Cassirer también otorga a la cultura?
A partir de estas interrogaciones, este trabajo se propone analizar el desarrollo que el
autor realiza sobre la cultura y su relación con el mito, y por qué ello da lugar para
pensar una filosofía de la cultura.

Continuando el legado de Kant, para Cassirer la interpretación es la actividad más


propia del ser humano en tanto éste no crea la realidad, sino más bien la interpreta: en
ello consiste el conocer. Todo lo que puede llegar a conocer no es más que realidad
interpretada: es un modo de formalizar, configurar, ordenar y dar forma al caos de
impresiones que cada sujeto recibe mediante intuiciones. Conocer es conformar y dar

1
Ailén Bembich
RA 227395

estructura a esas impresiones y constituir el objeto de conocimiento organizando la


información que se recibe del caos de sensaciones. De esta manera, el hombre en tanto
activo y creativo, crea representaciones –que son descripciones objetivas del mundo
empírico-: no crea la realidad -ella está allí-, pero la interpreta. De esa creación surge la
cultura.

El conocimiento, por más universal y comprensivo que se le conceptúe, no representa


más que un tipo particular de conformación dentro de la totalidad de aprehensiones e
interpretaciones espirituales del ser (1971:17). El conocimiento es una conformación de
lo múltiple; allí se trata de someter la pluralidad de los fenómenos a la unidad de una
“proposición fundamental” cuyo objetivo consiste en la inserción de lo particular en una
forma universal, legal y ordenadora. Pero el conocimiento no es el único modo de
configurar la totalidad de la vida espiritual – esto es, no sólo de manera racional a través
de conceptos y leyes-. La ciencia es sólo un medio –entre otros- por el cual el hombre
configura la realidad y la particularidad de este medio consiste en que se inserta lo
particular en una forma universal y general, pero no es la única: existen otras formas
mediante las cuales se configura el mundo humano tales como el arte, el mito o la
filosofía. Frente a ello, Cassirer observa la necesidad de ir más allá de la investigación
de los presupuestos generales del conocimiento científico, hacia las otras formas de
comprensión del mundo e intentar aprehenderlas en su tendencia y forma espiritual
peculiares:

“Mito, Religión, Arte, Ciencia, no son sino los distintos escalones que el
hombre ha subido en su toma de conciencia, en su interpretación
reflexiva de la vida. Cada uno es un espejo de nuestra experiencia
humana que tiene su propio ángulo de refracción. La filosofía, como el
más alto y comprensivo grado de reflexión, trata de comprenderlos a
todos. (1979: 166-195)

Según Cassirer la filosofía debe encargarse de reflexionar sobre estas otras formas de
comprender el mundo y buscar la variedad y la diversidad de las apariencias y no del
conocimiento de algún objeto que se encuentre más allá del mundo de las apariencias.
Dicha propuesta filosófica se orienta a la ampliación del proyecto crítico – tal como en
Kant- hacia el resto de los modos de conocimiento – y con ello de objetivación- del
mundo. Es aquí donde se inserta su filosofía de la cultura a través del estudio de sus

2
Ailén Bembich
RA 227395

múltiples y diversas dimensiones, ya que a pesar de la amplia heterogeneidad de sus


manifestaciones es posible dar cuenta de ciertos rasgos comunes a partir de una unidad.
El estudio de la cultura debe partir desde la concepción de que a pesar de dicha
multiplicidad es preciso hallar un punto de unificación que consista en concebirla como
una creación humana y no solamente como un conjunto de cosas. Este principio
unificador consiste en la “función simbólica” como capacidad propiamente humana de
crear símbolos a partir de los cuales se origina la cultura. Los símbolos son
designadores cuyo valor radica en la funcionalidad que poseen de referir y en su
formación se realiza la conversión de la impresión en una expresión que nos permite
interpretar el mundo y a partir de allí “conocerlo”. Esta función cumple el rol de
transformar un contenido sensible individual en una representación que sea
universalmente válida.

A Cassirer le interesa captar la vida interna de mitos, su movilidad y versatilidad: hacer


una interpretación de la vida mítica ya que el mito tiene como preocupación principal la
“realidad” y funciona a partir de la combinación de elementos teóricos con elementos de
creación artística. Puede emparentarse con la poesía y el arte, pero su particularidad
consiste en que siempre incluye un acto de creencia en la realidad de su objeto. Puede
caracterizarse como aquello que consiste más en acciones que en imágenes o
representaciones, en tanto su principio vital es dinámico y donde la vida es sentida
como un todo continuo sin distinciones y divisiones marcadas. Según Cassirer, existe un
número restringido de formas simbólicas arquetípicas que organizan las categorías
primordiales de la realidad cultural que son el lenguaje, el mito y la religión, el arte, la
ciencia y la historia. Dichas formas funcionan como nexo entre un elemento sensible y
un contenido universal, pero cada una realiza la conformación del mundo en direcciones
diferentes y de acuerdo a diversos principios constitutivos.

La cultura es el universo simbólico que la humanidad ha creado para el desarrollo e


interpretación de su existencia: es la que diferencia específicamente a los humanos del
resto de las especies porque a partir de la creación simbólica y cultural se despliega
aquello que Cassirer concibe como “espíritu humano”. Los símbolos, entendidos como
aquello que constituyen el universo cultural-, son aquella creación que va a servir a los
humanos para conocer y habitar la naturaleza –concebido como mundo físico-. Aquí por
“naturaleza” se entiende como aquello que le es dado a los humanos, y la cultura será el

3
Ailén Bembich
RA 227395

fruto de la actividad realizada sobre esta naturaleza. Al respeto realiza la siguiente


distinción:

“Pero las obras humanas son vulnerables desde un ángulo muy diferente.
Se hallan sujetas al cambio y a la decadencia, no sólo en un sentido
material, sino también espiritual; aun persistiendo, su existencia se halla
en constante peligro de perder su sentido. Su realidad es simbólica y no
física, y exige una interpretación y reinterpretación incesantes.” (1984:
159)

La cultura es la condición que hace posible a la vida humana, ya que al no tener una
conducta prefijada por el instinto, los humanos deben crear sus propias acciones para
satisfacer sus necesidades. Además, Cassirer le atribuye una función liberadora: “La
cultura humana, tomada en su conjunto, puede ser descrita como el proceso de la
progresiva autoliberación del hombre. El lenguaje, el arte, la religión, la ciencia
constituyen las varias fases de este proceso”. La cultura humana, tomada en su conjunto,
puede ser descrita como el proceso de la progresiva autoliberación del hombre. Pero,
¿en qué consiste esta función liberadora?

Al referirse a la cultura, Cassirer hace alusión al "sistema de las formas simbólicas" de


"la unidad funcional o red de actividades simbólicas" del "sistema funcional de las
creaciones del espíritu”, donde se puede derivar que la cultura es considerada como un
campo organizado por conjuntos de relaciones donde cada función simbólica se realiza
de manera diferente según determinada forma cultural:

“Cultura significa un todo de actividades verbales y morales, de


actividades que no están concebidas de manera abstracta, sino que tienen
una tendencia constante y la energía para su realización. Es esta
realización, esta construcción y reconstrucción del mundo empírico lo
que está incluido en el concepto mismo de cultura, lo que constituye uno
de sus rasgos esenciales y más característicos” (1979:65)

De esta manera, es pertinente afirmar que la cultura es la objetivación continua de la


experiencia humana, de los sentimientos, emociones, intuiciones, impresiones, ideas y
pensamientos que contribuyen a la construcción del mundo común. A partir de allí, ¿qué

4
Ailén Bembich
RA 227395

implicancias conlleva pensar el dinamismo y flexibilidad de la cultura? ¿Se puede


predicar de ello la fragilidad de la cultura?

Bibliografía

Cassirer, E. (1947). El mito del Estado. México DF: FCE

Cassirer, E. (1979). Symbol, Myth and Culture. Essays and Lectures, 1935-1945. New
Haven: Yale University Press.

Cassirer, E. (1984). Antropología filosófica. México DF: FCE

Potrebbero piacerti anche