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Tema: La semblanza
Fecha: 18/06/2019
Sus padres fueron, Benoit Gastón Portalet, abogado de la Corte Real de Lyon y Zelié Eleonore
Couturier, una dama parisense de excepcionales cualidades humanas, de clara inteligencia,
perseverancia y virtud; Gastón y Zelié eran cristianos ejemplares de fe sencilla y práctica;
Eduviges heredó las virtudes más relevantes de sus padres.
Su vida transcurrió como una cristiana ejemplar, en la práctica de una intensa vida sacramental
dando testimonio de su vida cristiana y en la práctica de la caridad con los pobres y más
necesitados.
En noviembre de 1862 no pudiendo retardar más la respuesta al llamado poderoso del Señor
Jesús a la vocación religiosa, ingresó al Instituto de María Inmaculada de reciente fundación
en Marsella.
La noche de navidad con el corazón colmado de alegría tomó el hábito, al mes de su ingreso.
Cumpliendo el año canónico de noviciado, según las Reglas del Instituto hizo su profesión
temporal prometiendo voluntaria y públicamente pobreza, castidad y obediencia, teniendo
presente a Jesucristo pobre, virgen y obediente. Tres años quedó en la casa de Noviciado,
siendo modelo de observancia, virtud y sacrificio. Se esforzaba en la virtud, y fue alcanzando
rápidos progresos en la vida espiritual, esto hizo que sus superiores se fijaran en ella para
nombrarla Maestra de Novicias, cargo que ejerció con mucho acierto hasta su partida a
Toulouse.
El Señor tenía otros designios sobre esta alma privilegiada, la quería para Madre de una nueva
familia religiosa que extendería su Reino de Amor sobre la tierra. El 25 de junio de 1866, fue
enviada a Toulouse con dos hermanas para fundar un instituto para niños ciegos de cuya
comunidad ella sería la superiora.
Los comienzos de esta fundación como toda obra escogida, tuvo grandes pruebas que Madre
Eduviges Portalet pasó una a una con sencillez, fe, amor y sacrificio. Compañera y amiga de
la santa pobreza, se abrazó a ella con alegría para asemejarse mejor al Esposo Divino, que vivió
pobre, virgen y obediente a su padre.
Eduviges Portalet se abandonó a la Divina Providencia y no deseó sino hacer todo según la
voluntad de Dios. Fue el Señor Padre providentísimo quien tomó la dirección del instituto y
dirigió los acontecimientos según su querer. Así en agosto de 1868, la Curia Eclesiástica obligó
a Eduviges Portalet hoy, Sierva de Dios a separarse de la casa de Marsella, por motivos serios
y poderosos de la Administración del Instituto, quedando autónoma esta fundación y
establecida la «Congregación Tolosana de la Inmaculada Concepción», bajo los auspicios de
Monsieur l’Abbé de Pons, Vicario General.