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UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRÉS BELLO-GUAYANA

FACULTAD DE DERECHO

CÁTEDRA: DERECHO CONSTITUCIONAL GENERAL II

SEMESTRE: II, SECCIONES: 401

¿CUÁL ES LA RELACIÓN ENTRE ESTADO, DERECHO,


GOBIERNO Y SOCIEDAD?

BRITO MORENO, RAÚL ALBERTO

C.I.: 25.413.518

PROFESOR: ANDRADE, AISKEL

CIUDAD GUAYANA, JUNIO DEL 2019


¿CUÁL ES LA RELACIÓN ENTRE ESTADO, DERECHO, GOBIERNO Y
SOCIEDAD?

El sociólogo Eugenio María de Hostos (1887) define la sociedad como: “un


agregado natural, espontáneo y necesario de individuos, familias, municipios, regiones
y naciones”. Es decir, para la ciencia constitucional la sociedad es una realidad viviente.
Un agregado natural qué fue ayer, qué fue hoy, qué será mañana y en la que se observan
todas las escalas evolutivas propias de una realidad biológica. Y en virtud de su
naturaleza mutable, ella misma rige sus destinos, extendiendo sus directrices desde el
individuo hasta la nación, tomando las riendas de sus propias fuerzas productivas,
jurídicas y morales. Hostos (1887), más adelante lo explica diciendo: “Esa capacidad
de dirigir su propia actividad jurídica es la que establece el régimen de la Sociedad y
del Estado, y la que subordina del tal modo la organización del Estado a la naturaleza
de la Sociedad (…)”.

Individuo

Nación Familia

Región o
Municipio
Provincia

Anexo 1. Organismos de la Sociedad según Hostos.


El jurista italiano Norberto Bobbio, en su obra “Estado, Gobierno y Sociedad”
(1980), indica que:

“La interrelación de sociedad, Estado y gobierno en nuestra democracia está influida


por la política cuyo protagonista es el hombre, creador de las instituciones, toda
conducta social, toda organización social y todas las instituciones sociales son producto
de la actividad humana, pasada y presente.”

Tal afirmación, sitúa al hombre como el perpetrador de la actividad social que debe
ser ordenada bajo un ente representativo con calidad de gerente de las instituciones
políticas y poderes constituidos, esta acción de gerenciar, supervisar o administrar
puede equipararse con la de gobernar. Como el Estado engloba a la sociedad, y quien
lo redirige hacia un ideal es el gobierno electo por ella, es necesario que aquel formule
regulaciones con validez formal, axiológica y material que se ajusten a la realidad
cotidiana y que estimulen situaciones que advengan en el desarrollo integral de sus
ciudadanos. Esta relación también presupone la delimitación de los fines
fundamentales del Estado, sus potestades, y de igual manera, la división de los poderes
que lo conforman y sus facultades, además de las garantías de las que gozan los
ciudadanos, implícitas en sus deberes y derechos contemplados en las normas jurídicas.
El derecho le otorga una personalidad jurídica al Estado, haciendo de este una persona
moral, y de los integrantes de la sociedad personas naturales, dicha personalidad hace
susceptibles a los humanos a adquirir derechos y deberes políticos, pero también hace
lo mismo con el Estado, convirtiéndolo en un individuo que no está por encima de las
leyes.

Lo que el Estado y la política tienen en común es su íntima inclinación hacia del


poder. Bobbio, más adelante, explica que: “el Estado es definido como el portador del
poder supremo; y el análisis del Estado se resuelve casi totalmente en el estudio de las
diferentes potestades que le competen al soberano.” Es muy difícil conceptualizar al
Estado fuera de una teoría del poder. Sin embargo, aunque en este caso, hablaríamos
de una concentración que le atribuye potestades únicas, ya no se habla solo del poder
coercitivo a través del uso de la fuerza, sino que el Estado se constituye en poderes con
cualidades autónomas tales como legislar, administrar e imponer justicia. A estos antes
mencionados los podemos contemplar en el poder político, porque es éste el que
establece el nexo de relación social entre el regente y el obligado.

El constitucionalista francés Georges Burdeau (1972) dice:

“El poder es una condición del orden, y la libertad no es posible sino dentro del
orden. De ahí que el poder sea el fenómeno social por excelencia, puesto que, de una
parte, él no se concibe fuera de la sociedad y, de otra parte, sin un poder actuante, una
sociedad es un cuerpo inerte, próximo a su decadencia.”

Esto sucede, porque toda sociedad se ordena en torno a un ideal común, que
paulatinamente se transforma en un estado de conciencia colectivo nacido por el
vínculo por el cual sus miembros se sienten unidos. Pero dicho ideal no puede
materializarse, si no es impulsado por una fuerza que controle los movimientos por los
cuales es impulsado el organismo social. En consecuencia, poder y sociedad nacen
juntos, y por ende no son excluyentes la libertad inherente a los miembros de la
sociedad y la autoridad propia del poder.

El jurista francés León Duguit, reafirma lo anterior, indicando que en toda sociedad
existen aquellos que mandan y aquellos que obedecen. En consecuencia, en cada grupo
social, el poder estará constituido por los gobernantes y los gobernados. Sin embargo,
este planteamiento nos lleva a pensar en cuáles deben ser los métodos a los que el
gobierno debe acudir para la imposición de un orden moral y un orden jurídico que se
sobrepongan ante toda amenaza de vulneración contra los principios fundamentales del
Estado de derecho.

El filósofo alemán y padre de la sociología Max Webber describe en su obra “La


política como vocación” (1919), que: “Cada Estado está fundado en la fuerza, ya que
si no existieran instituciones políticas que conocieran el uso de la violencia, entonces
el concepto de Estado sería eliminado.” Por consiguiente, emergería una condición que
podría ser llamada anarquía. Como garante del cumplimiento de las normas jurídica, el
Estado necesita ser capaz de otorgarles una observancia obligatoria con carácter
coercible. Por supuesto, la fuerza no es ciertamente, la prosecución normal o el único
medio para la concepción de un Estado, sin embargo, hoy en día la relación entre
Estado y violencia puede llegar a ser una especialmente íntima. Actualmente, se debe
decir, que un Estado es una comunidad humana que exitosamente clama el monopolio
del uso legítimo de la fuerza dentro de un territorio. Específicamente, en la época
contemporánea, el derecho a usar la fuerza física es agregado a otras instituciones o
individuos solo a la extensión en la que el Estado lo permita. Por lo tanto, puede
inferirse que las relaciones políticas devienen en una lucha de poder o de la influencia
por la distribución del poder entre grupos dentro de un Estado. El Estado es,
metafóricamente, la relación de los hombres dominando a otros hombres, una relación
apoyada por medios de la violencia legítima. Esta legitimidad deriva de la premisa de
que el Estado debe garantizar el cumplimiento de los derechos y deberes consagrados
en las leyes fundamentales. Si el Estado debe existir, el dominado debe obedecer a la
autoridad proclamada por los poderes pertinentes. La dominación requiere que la
conducta humana esté condicionada a la obediencia hacia aquellos que se claman como
tenedores del susodicho poder legítimo. En virtud de esta obediencia, la autoridad
organizada, requiere el control del personal Ejecutivo, el personal y los implementos
materiales de administración, como también de los bienes materiales que en caso dado
serían necesarios para el uso de la violencia física, los cuales, por razones evidentes
solo posee el Estado en su plena conformación como administrador de los bienes
públicos. Sin embargo, aunque ha sucedido en incontables ocasiones, esto no siempre
desemboca en un uso desmesurado de la violencia para oprimir a la población; este
monopolio le atribuye el deber de reglamentar el empleo de la fuerza en las relaciones
entre los hombres. Aquí es donde aparece en un sentido más amplio una de las
acepciones del derecho como una organización de la fuerza. El derecho fija en qué
condiciones y de qué manera un individuo puede hacer uso de la fuerza con respecto a
otro. La fuerza sólo debe ser empleada por ciertos individuos especialmente
autorizados a este efecto. Los individuos autorizados por un orden jurídico para
ejecutar actos coactivos actúan en calidad de órganos de la comunidad constituida por
este orden. Podemos decir, pues, que la función esencial del derecho es la de establecer
un monopolio de la fuerza en favor de las diversas comunidades jurídicas. Por lo cual,
como dice Bobbio (1980): “El fin del Estado sería el nacimiento de una sociedad que
puede sobrevivir y prosperar sin necesidad de un aparato coercitivo”:

En un Estado democrático éste le atribuye la titularidad del poder soberano del


territorio a sus ciudadanos. El jurista colombiano Vladimiro Naranjo Mesa (2003),
señala: “la conciencia política que se ha despertado entre los gobernados se resiste a
admitir que toda organización social repose sobre la voluntad exclusiva e incondicional
de un solo individuo.” Es por ello, que los miembros de la sociedad en conjunto con el
gobierno se preocupan por diseñar mecanismos de continuidad duraderos en la
consecución de los intereses de la colectividad. Al conferir al mandatario un carácter
de legitimidad aceptado por todos, aquel se encontraría revestido de una autoridad que
se impone a todos los particulares. Georges Burdeau, lo denomina institucionalización
del poder y lo define como: “el acto por el cual el fundamento del poder es transferido
de la persona de los gobernados a una entidad”. Es decir, el poder se fundamenta en la
convicción que tienen los gobernados de que es justo y legítimo para ellos obedecer,
en pro del bien común, al Estado que es el soporte de la autoridad política. De este
modo, la sociedad no ejerce personalmente el poder inherente a sus miembros, sino que
se traspasa al Estado, y la colectividad puede imponerle a su actividad los límites que
considere pertinentes.

Acepción del Estado


Por su relación con la Sociedad El Estado es un poder de arbitraje, porque la
complejidad de las tareas que la colectividad le
asigna, lo impulsa a evitar los abusos de la
actividad individual a través de mecanismos de
intervención
Por su relación con el Derecho El Estado es un poder de superposición y
centralización. Lo que significa que la
consolidación del poder del Estado supone la
subordinación y organización de todos los poderes
políticos bajo una compleja estructura normativa
que por lo general está enmarcada por medio de
una Constitución.

Anexo 2. Relación entre Estado, Sociedad y Derecho. Naranjo Mesa (2003)

Como conclusión, me parece que rol del Estado en su relación con la sociedad es
ser garante de las libertades de los particulares y también titular de la responsabilidad
de instaurar un sistema de equidad y orden social que posea una validez intrínseca en
los valores morales. Es a través del poder político institucionalizado y el monopolio
legítimo de la fuerza que puede proveer la defensa y el desarrollo integral de las
personas, y como preeminencia de sus derechos humanos: el respeto su dignidad y el
estímulo del ejercicio democrático de la voluntad popular. Para esto, la sociedad como
un agregado natural, conforma un grupo de representantes y líderes que como canales
dela opinión pública tienen la función de ocuparse del manejo del poder para satisfacer
las materias relativas al interés y bienestar de la colectividad; y el derecho a su vez es
el limitante del ejercicio arbitrario del poder en manos de los gobernantes. Es por ello
que las Constituciones enmarcan los valores esenciales en pro de la construcción de
una sociedad justa y pacífica, la promoción de la prosperidad y el bien común,
garantizando el cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y
consagrados por los miembros de la sociedad, a través de instrumentos fundamentales
como la educación y el trabajo.
BIBLIOGRAFÍA

 Bobbio, Norberto (1980). Estado, Gobierno y Sociedad.


 Burdeau, G. (1972). Derecho Constitucional.
 De Hostos M., Eugenio (1887). Lecciones de Derecho Constitucional.
 Duguit, Leon (1919). El Derecho en el Estado Moderno.
 Naranjo Mesa, Vladimiro (2003). Teoría Constitucional e Instituciones Políticas.
 Webber, Max (1919). La Política como Vocación.

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