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ENSAYO

CONTAMINACION GENERADA POR LA INDUSTRIA ESPACIAL

Mientras algunas empresas fabrican y lanzan satélites comerciales cada vez más
asequibles, otras elaboran planes para extraer minerales de asteroides. Sin embargo,
más allá de las ventajas económicas y científicas de este tipo de actividades, el creciente
número de vehículos que parten de la Tierra para rebasar la estratosfera trae consigo
otras consecuencias nada beneficiosas para el planeta mismo.

Las responsables de los perjuicios son las emisiones producidas por los
propulsores de combustible sólido de las naves. Principalmente, dióxido de carbono,
agua, carbono y partículas. Se ha comprobado que las de aluminio, en particular,
absorben la radiación de longitudes de onda larga emitidas por la Tierra, provocando su
calentamiento. Las partículas de hollín expulsado por los motores tienen también
consecuencias para el planeta. Se acumulan en las capas más altas de la estratosfera,
desde donde absorben la luz solar y acumulan calor, alterando las reacciones químicas
para producir la degradación del ozono. Aunque se tienen muchas pistas, estos
fenómenos no se conocen aún en profundidad, como tampoco los efectos de otros
compuestos. Uno de los procesos menos estudiados son las interacciones entre la
atmósfera y los gases emitidos por los motores alimentados por metano de algunos
cohetes. Como aún no se ha plasmado en modelos ni simulaciones, los expertos ignoran
sus consecuencias.

Los restos de armazones y dispositivos electrónicos que integran la basura


espacial también pueden afectar a las capas gaseosas de la Tierra. Un estudio publicado
a mediados de la década de los '90 demostraba que, cuando uno de estos objetos entra
en contacto con la estratosfera, genera una onda de impacto que produce monóxido de
nitrógeno, uno de los compuestos responsables de la degradación del ozono, aunque el
fenómeno no tenía un impacto global.

Sin embargo, la penetración en la atmósfera de cadáveres de satélites, partes de


cohetes desprendidas en el viaje y otros desechos es un fenómeno relativamente común.
Así, se estima que cada año recibimos la visita de alrededor de 80 toneladas, la mayoría
de las cuales, sin embargo, no llegan a alcanzar la superficie terrestre debido a la
degradación que sufren antes. Básicamente, se incendian y desintegran. Al arder, estas
piezas de ‘hardware’ liberan partículas de aluminio y otros materiales como el tungsteno,
cuyos efectos en la química de la atmósfera se desconocen. Pero se estima que, incluso
en pequeñas cantidades, algunos de esos elementos podrían alterarla de forma
importante. Cuando un equipo de la NASA, dirigido por el científico especializado en
astromateriales Michael Zolensky, detectó un pico de concentración de grandes partículas
sólidas en la estratosfera entre 1976 y 1984, pensó que se trataba de restos de asteroides
y cometas. Sin embargo, al analizar muestras, encontró residuos de los motores de
cohetes, pinturas provenientes de naves en órbita y partículas de aluminio de aparatos
electrónicos.
Una de las claves para valorar con mayor precisión el alcance del problema, radica
en estimar la carga de gases que contienen las emisiones. Este dato podría utilizarse para
predecir las consecuencias de la contaminación en un escenario futuro donde aumente el
número de lanzamientos, a pesar de que tanto el Comité para Usos Pacíficos del Espacio
Exterior de la ONU como las diferentes agencias espaciales y el Comité de Coordinación
Interagencia para la Basura Espacial disponen desde hace décadas de guías para
minimizar la generación de desechos.

La contaminación del espacio próximo a la Tierra con la denominada “chatarra


espacial” (miles de objetos desplazándose a enormes velocidades relativas), mediante
algunos de estos objetos gran parte del intercambio y difusión de la información que
circula por el planeta, casi en tiempo real, tiene lugar con el concurso de satélites, incluido
el funcionamiento de Internet, de la televisión, de los GPS o de la telefonía móvil. La
contribución de los satélites a hacer del planeta una aldea global es realmente
fundamental pero, como ha enfatizado la Agencia Espacial Europea (ESA), si no se
reducen los desechos en órbita, dentro de algunos años no se podrá colocar nada en el
espacio Como ha denunciado la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo,
considerando también que, una de las mayores fuentes de esta peligrosa chatarra
espacial ha sido la actividad militar, con el ensayo de armas espaciales.

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