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15 minutos con Jesús 1

Parroquia Dos de Mayo

Programa de Radio – 20 de junio


Hola, tengan todos muy buen medio día. Aquí damos inicio al programa 15 minutos
con Jesús, programa que es auspiciado por la Iglesia Evangélica Luterana, parroquia de
Dos de Mayo. Quien les habla es el vicario Diego Stumpf, y en la operación técnica nos
acompaña el señor Jorge Álvez.

La autoridad de los Padre viene de Dios

El domingo pasado hemos celebrado el día del padre. Feliz día del
Padre a todos los padres. Por este motivo deseo compartir con ustedes
estimados oyentes, padres y también madres, una reflexión acerca de
nuestro rol como padres en estos últimos tiempos.

Somos las primeras generaciones de padres decididos a no repetir


con los hijos los mismos errores que pudieron haber cometido nuestros
padres con nosotros. Y en el esfuerzo de dar fin a los abusos del pasado
ahora pensamos que somos los más dedicados y comprensivos con
nuestros hijos, a la vez que nos hicimos más débiles e inseguros. En el afán
de abolir los abusos también estamos perdiendo las buenas costumbres,
los buenos modales, la disciplina y nuestra propia autoridad sobre
nuestros hijos.

Parece que en nuestro intento por ser los padres que quisimos
tener, pasamos de un extremo al otro. Así que:

- Somos los últimos hijos regañados por los padres y los primeros
padres regañados por nuestros hijos.
- Los últimos hijos que les tuvimos miedo a los padres y los
primeros padres que tenemos miedo a nuestros hijos.
- Los últimos hijos que crecimos bajo el mando de los padres y los
primeros padres que vivimos bajo el control de nuestros hijos.
- Lo que es peor, los últimos hijos que respetamos a nuestros
padres y los primeros padres que aceptamos que nuestros hijos
no nos respeten.

Esto sucede porque al tratar de derrocar al autoritarismo hemos


caído en algo aún peor, el permisivismo, esto quiere decir que en el
nombre del amor y la buena relación entre padre e hijo hemos dejado de
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lado la disciplina, hemos dejado de lado la autoridad que tenemos como


padres sobre nuestros hijos. Y los hijos también son pecadores y se
aprovechan de la bondad de sus padres, y es por esto que las relaciones
familiares han cambiado de forma radical, algunas cosas para bien, pero
otras para mal.

Antes se consideraban buenos padres aquellos cuyos hijos se


comportaban bien, eran educados, obedecían sus órdenes y los trataban
con el debido respeto. Y buenos hijos a los niños que eran formales y
miraban a sus padres con admiración.

Pero en la medida que este permisivismo, el dejar que haga lo que


quiera, fue borrando las fronteras jerárquicas entre nosotros y nuestros
hijos, hoy los buenos padres son aquellos que logran que sus hijos los
amen, aunque poco los respeten. Y son los hijos ahora quienes esperan el
respeto de sus padres, que los padres respeten sus formas de actuar y
vivir. Y además que les provean los recursos económicos para tal fin.

Los roles se invirtieron, y ahora son los padres que tienen que
complacer a los hijos para ganárselos, y no a la inversa como en el pasado.

Es necesario que haya un quiebre, como padres necesitamos


reconocer que hemos tocado fondo, y que es necesario retomar las
riendas de nuestra casa, no con violencia, sino disciplinando con amor.

Los hijos necesitan percibir que durante la niñez estamos a la cabeza


de sus vidas como líderes capaces de sujetarlos cuando no se pueden
contener, de levantarlos cuando se caen y de guiarlos mientras no saben
hacia donde van.

No deleguemos nuestra responsabilidad de padres a las escuelas y


otros centros de enseñanza. La educación comienza en el hogar, allí, con la
ayuda de los padres es que se forja la personalidad de cada hijo. Y esa
responsabilidad, esa autoridad que tenemos como padres proviene de
Dios. Dios le ha dado a los padres la responsabilidad de criar a los hijos, y a
los hijos les dio mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre, para que
te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra” (Éxodo 20:12). Y también
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dio un mandamiento a los padres: “No hagan enojar a sus hijos, sino
críenlos en la disciplina e instrucción del Señor” (Efesios 6:4).

Los tiempos han cambiado, es cierto, pero la Palabra del Señor


permanece para siempre, sigue siendo la misma.

Por eso, nosotros que somos padres debemos tener presente el


proverbio que dice: “La vara y la corrección dan sabiduría, pero el
muchacho consentido avergüenza a su madre” (Proverbio 29:15)

Todo esto suena bastante duro para nuestros oídos pero es


justamente lo que necesitamos escuchar porque la Biblia nos dice: "No
menosprecies, hijo mío, la disciplina de Jehová, no te canses de que él te
corrija, porque Jehová disciplina al que ama, como el padre al hijo a quien
quiere” (Proverbio 3:11-12).

Salomón era el padre de una nación entera a la cual tenía que


gobernar y lo que pidió al Señor no fue riqueza, poder y fuerza sino
sabiduría.

Que el Señor también nos conceda sabiduría para reconocer


nuestras fallas y con su ayuda poder corregirlas y así poder ser buenos
padres para nuestros hijos, padres responsables y amorosos, y que el
Señor también conceda sabiduría a los hijos para que acepten con amor la
disciplina de sus padres que solo buscan su bienestar.

Oremos:
Amado Padre celestial, tú nos has hecho tus hijos, y muchas veces
nos disciplinas para que no nos apartemos de tus caminos, danos
sabiduría para que así como eres con nosotros, un padre amoroso que
imparte disciplina para nuestro bien, también podamos ser padres
ejemplares para nuestros hijos. Perdona nuestros pecados. Por Jesús tu
amado Hijo. Amén.

Escrito por Evelyn Fritzler en la revista HOJAS SUELTAS, y adaptado por Stumpf Diego, vicario
de la Parroquia de Dos de Mayo, Misiones. El 20 de junio de 2019.

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