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Abstract:
(1) Género: es el concepto que hace referencia a todas las diferencias entre mujeres y hombres
construidas socialmente. Es una interpretación social de lo biológico. La diferencia según sexo
está basada en la constitución biológica. Por género se entiende a aquellos aspectos
esenciales de la conducta humana que, aún habiéndose ligado al sexo, no dependen de
factores biológicos. Es decir, el sexo tiene un carácter biológico y el género un carácter
psicológico y cultural.
El psicólogo estadounidense Money (1955) es quien utiliza por primera vez este término.
Stoller (1968) establece ampliamente la diferencia entre sexo y género.
trabajo según género (2). Es a partir del proceso de industrialización cuando
comenzó la distinción entre las actividades relacionadas con la producción
mercantil y las actividades de subsistencia, es decir, entre el trabajo remunerado
(considerado productivo) y el trabajo doméstico (considerado improductivo). Es
cierto que el surgimiento de las fábricas permitió una mejor organización de la
fuerza de trabajo y una mayor eficacia pero también dificultó que las mujeres
pudieran coordinar trabajo doméstico y trabajo asalariado.
(2)División del trabajo según género: se refiere a la atribución de determinados trabajos a los
hombres y otros a las mujeres. Está directamente vinculado con la división de roles o funciones de
género. La división del trabajo por género está presente en todas las culturas pero con grandes
variaciones territoriales.
La lógica de la economía global radica en el abaratamiento de los costes de
producción y en la división internacional del trabajo. El objetivo de sus estrategias
económicas es conseguir mano de obra tan barata como sea posible; esto
produce profundos cambios sociales, culturales y territoriales.
(4) Relaciones de género: se refiere a las relaciones de poder existentes entre hombres y mujeres.
En la mayor parte de los ámbitos espaciales, culturales y temporales existe, aunque con
diferencias, una relación de subordinación de las mujeres respecto de los hombres.
Como consecuencia, la globalización de la economía está suponiendo en la
mayor parte de las regiones un aumento de la carga laboral para las mujeres, que
se ven obligadas a superponer trabajo productivo y reproductivo.
Por otro lado, desde fines de los años ochenta, el fracaso de los regímenes
comunistas de Europa Oriental y la antigua URSS también ha sumido a estos
países en una profunda crisis similar a la descrita anteriormente (inflación alta,
aparición masiva del desempleo -especialmente del sector público, que es el más
feminizado-, la reducción drástica de los servicios sociales, etc.).
Las mujeres son las más afectadas por el deterioro de los servicios
públicos, al ser también sus principales usuarias, como responsables de la
escolarización de los hijos, de la salud de la familia y depender totalmente de los
transportes públicos; por otra parte, la falta de agua, alcantarillado o electricidad
en la vivienda y/o barrio incrementa el tiempo y el esfuerzo dedicado al trabajo
reproductivo, generando lo que varias autoras denominan la “triple jornada de
trabajo”.
Desde una perspectiva de género hay que plantear el modo en que las
crisis económicas modifican los comportamientos familiares, qué estrategias se
generan desde este nivel y cómo afectan las relaciones de género. Dos actitudes
son universales en tiempos de crisis: la reducción del consumo doméstico y la
búsqueda de nuevas rentas que equilibren la pérdida del poder adquisitivo y del
empleo (generalmente del cabeza de familia).
Por otra parte, la necesidad de nuevas rentas obliga a todos los miembros
de la familia a buscar algún trabajo remunerado; dadas las mayores posibilidades
de trabajo informal, las mujeres se incorporan por esta vía al trabajo productivo,
para aportar ingresos monetarios a la unidad familiar.
La interacción entre las escalas mundial y local, entre los ámbitos global y
familiar es un concepto clave para interpretar los procesos de cambio en el mundo
actual; la teoría feminista nos recuerda que la perspectiva de género es
imprescindible para interpretar los procesos globales.
Bibliografía:
Sabaté Martínez, Ana et al. (1995): “Mujeres, espacio y sociedad. Hacia una
geografía del género”. Espacios y Sociedades. Serie Mayor. Editorial Síntesis.
Madrid.