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La India colonial era una sociedad campesina. La mayoría de la población vivía en aldeas y
se dedicaba a la agricultura. Las aldeas no eran comunidades aisladas: la población urbana
era pequeña pero importante, y se mantenían importantes lazos sociales, económicos y
políticos con el campo para asegurar el abastecimiento de bienes agrícolas a las ciudades.
La complejidad de la burocracia del estado refleja la importancia de la renta agraria.
La unidad típica de producción era la tenencia familiar. La familia podía o no ser propietaria
de la tierra sobre la que trabajaba pero dirigía su trabajo.
La India colonial tuvo una gran variedad religiosa. El mundo campesino era, en gran parte,
religioso. Un gran número de hombres sagrados que recorrían aldeas, pueblos y ciudades,
conocidos como sadhus (hindúes) y fakires (musulmanes). Pueden ser descritos como
monjes en tanto pertenecieran a una de las muchas tradiciones monásticas indias de retiro
social y disciplina espiritual. Muchos se dedicaban al estudio y la contemplación espiritual,
otros eran hábiles curanderos, o expertos en las artes y ciencias de la guerra. La entrega
era una idea central en la mayoría de las tradiciones religiosas indias.
Los monjes indios venían de todos los sectores de la sociedad, incluyendo el campesinado.
Los campesinos y monjes indios no vivían en aislamiento social y religioso, ni con relación
al
mundo, ni mutuamente. Las vidas de los campesinos y monjes estaban (y están)
entrelazadas inextricablemente: los monjes dependían de los campesinos para el trabajo
agrícola, el sustento material, y el reclutamiento monástico; los campesinos buscaban a los
monjes para la guía espiritual y religiosa y el liderazgo ideológico. Ambos expresaron
creciente preocupación en la era colonial sobre la identidad religiosa y el estatus social, en
parte porque estas cuestiones tenían ramificaciones políticas y económicas inmediatas y de
gran escala. Los campesinos y los monjes manejaron estas cuestiones propugnando
ataques sobre la jerarquía social, o sea, la casta.
¿De qué modos la religión interceptó los cambios políticos y sociales dramáticos en la India
colonial? La religión expresó protestas materiales en el mundo rural. Un largo proceso de
cambio tanto ideológico, cultural y religioso como material, económico y social que
transforma al “hinduismo” permitió a los monjes conducir movimientos campesinos.
Para el administrador británico, los campesinos representaban una India noble, honesta y
buena. El monje representaba un Oriente misterioso, impredecible y peligroso. El
funcionario británico se veía a sí mismo como el protector del hombre común contra las
extorsiones de élites urbanas ociosas y las corrupciones de la superstición.
Hasta Gandhi hace uso de estas imágenes: evocaba con su apariencia y modo de vida el
ascetismo religioso y la sencillez rural. Los británicos creían que hablaba en nombre de los
campesinos. Observaron que habían asistido cientos de monjes al Congreso Nacional Indio
de Nagpur en 1920, con Gandhi, y por eso la sección de inteligencia del gobierno comenzó
a preocuparse por la actividad de los “sadhus políticos”.
Sin embargo, la mayoría de los campesinos y monjes no estaban inmediatamente
preocupados por las implicaciones nacionales del dominio colonial. Lo que no quiere decir
que no se preocuparan por la política y su lugar en la nación india. En realidad, sus políticas
estaban definidas localmente. Completamente independientes del nacionalismo, muchos
campesinos de fines del siglo XIX e inicios del XX comenzaron a expresarse contra el
estatus servil que la sociedad y el estado les habían otorgado. Se pensaban a sí mismos no
como sirvientes desprovistos de historia, sino como los descendientes de clanes de
guerreros divinos (kshatriya) firmemente enraizados en el pasado indio.
La historia de la reforma kshatriya sugiere que los campesinos no estaban tan lejos de la
“zona de contacto”. Parece que había un deseo de apropiarse un ideal kshatria
profundamente extendido en la sociedad campesina. Sin embargo, la articulación de una
identidad campesino-kshatriya difería de la kshatriyedad de la élite colonial usualmente
combinada con un estatus marcial y con propiedad terrateniente, certificación imperial, y
patronazgo brahmánico. La kshatriyedad de los campesinos, carecía de todos estas
ventajas, pero emanaba de identidades vaishnavas (en el marco del hinduismo, religión
monoteísta cuyo dios es Visnú o Krishna).
Se ha argumentado que la preocupación popular por la identidad y el estatus era parte de, y
quizá una respuesta a, procesos de cambio ideológico centrados sobre la noción de casta
en la sociedad indo-británica. Los pensamientos y acciones de los campesinos y monjes en
la era colonial confirman que la casta era sujeto de gran interés para todos, en gran parte
porque la ideología de desigualdad y estatus (y igualdad e identidad) implícita a la casta
capacitaba a los individuos, las comunidades y al estado para facilitar, moderar, o obliterar
el cambio social.
La casta (o varna) es en parte (o gran parte) el producto del discurso colonial: la burocracia
censal indo-británica, ratificó la jerarquía brahmánica como parte de un proceso de
colonización cultural sagrado. Pero igualmente debe entenderse como parte de un discurso
mucho más antiguo, aunque quizá más restringido socialmente.
Mientras se cree que, históricamente, la mayoría de los brahmanes, kshatriyas y vaishyas
aceptaron la jerarquía implícita en el varna, no se conoce hasta qué punto lo hicieron los
shudras. Al parecer, no prestaron atención al estatuto servil. La situación era peor para una
parte sustancial de la población relegada a una región social allende y más abajo de los
cuatro varna y que existía en la periferia de la sociedad: los paria o intocables.
Ese diálogo -asentado en un discurso popular poco percibido por los funcionarios- es el
entendimiento y reformulación de las relaciones sociales de campesinos y monjes en la
India del norte. Los campesinos y monjes eran considerados de bajo estatus por su trabajo
agrícola. Esto estaba compensado por su fuerza demográfica, su rol productivo central, y
por las oportunidades para el avance económico que encontraban en el siglo XIX. Animados
por estas fuerzas materiales, los campesinos comenzaron a rechazar las definiciones que
les dió la élite social.