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Resulta notorio que el consumo de gasolina produce emisiones más significativas, en volumen y

composición tóxica, que el diesel. Una revisión de la evolución del consumo de combustibles en el
país (ver cuadro 38) muestra que ha sido precisamente el de gasolina el que más se ha incrementado
en los períodos reportados. Ello obedece, naturalmente, a la súbita disponibilidad de derivados del
petróleo a precios populares en la década de los 70 y a la consecuente ampliación del parque
automotor.
La gasolina que se produce en el Ecuador tiene altos contenidos de tetraetílo de plomo; la gasolina
extra producida en Santa Elena, por ejemplo, contiene entre 22 y 28 veces más tetraetilo de plomo
que la permitida por la Envíronmental Protectíon Agency (EPA) de los USA. Esta es, en
consecuencia, la fuente más directa de contaminación por residuos de plomo en la atmósfera.
La acumulación de esos residuos en el organismo humano produce afecciones pulmonares,
reacciones enzimáticas negativas, efectos nocivos sobre el sistema nervioso central, alteraciones de
conducta y aprendizaje, etc. Sus efectos negativos se extienden también a las plantas y los animales.

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