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UNA MIRADA AL
INFINITO
Leymarie, Editor
París
1899
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http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
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1
El Polyorama data originalmente de mediados del siglo XVIII, y
consiste en una serie de tarjetas ilustradas que combinan para formar un
paisaje sin fin. Se pueden colocar las tarjetas en cualquier orden, y los
cuadros inmóviles cabrán juntos para crear un paisaje. Con 16 cuadros
hay 16 posibilidades factoriales, es decir, se pueden realizar
20.922.789.888.000 de posibilidades de unir los 16 cuadros para formar
el paisaje sin fin.
Hacia el año 1830, el óptico francés Lemaire inventó el polyorama
panóptico. Este instrumento constituyó una importante novedad ya que
permitía ver una misma imagen en dos ambientes diferentes, de día y de
noche, variando la incidencia de la luz sobre la imagen.
Las litografías ofrecían, generalmente, escenas en perspectiva de
monumentos o plazas de ciudades célebres, paisajes, etc. (Nota del T.)
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Vuelven ustedes a ver, en los efluvios de una tibia luz,
el Etna, el Vesubio, el Cuerno dorado de Constantinopla, el
Cáucaso y muchas más visiones todavía, – ronda fantástica
que parece arremolinarse alrededor del Himalaya cuya cima
altanera, bajo su corona de plata, se perfila sobre el gran
cielo asiático.
Pues bien, la calle triste y fría, es el mundo en el que
nosotros damos traspiés, en la amargura de la vida, con la
mirada oscurecida por las lágrimas, el corazón encogido por
la ignorancia del pasado, las tristezas del presente y las
poderosas incertitudes del futuro – y el polyorama, es esa
Escapada hacia el infinito en la contemplación de aquello
que contienen las páginas de este libro.
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1
El autor de este libro podría testimoniar, mediante una experiencia
personal, todos los consuelos que se pueden obtener en esta nueva fe si,
bajo el abrazo de secretos desgarros, no quisiera callarse todo el
escaparate de dolor, en la creencia de una especie de pudor moral.
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1
Existe, además, toda una biblioteca de obras especiales, donde podrán
obtener los que quieran iniciarse más, y los remito a la Librairie des
Sciencies psychiques et spirites, 42, rue Saint-Jacques, en París.
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CAPÍTULO PRIMERO
EL PROBLEMA DE LA VIDA
1
Mantengo en declarar que los críticos más o menos acerbos con
respecto a la filosofía que se pueda encontrar aquí y allá, en estas
páginas, no invalidan en nada el elevado pensamiento de algunos
filósofos, ni la importancia de algunos trabajos de los que se pueden
glorificar tales o cuales siglos.
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empleo del método experimental. Donde el error
sistemático se muestra en todo su esplendor es en la historia
de las religiones.
Desde el fetichismo más abyecto hasta el dogmatismo
moderno, pasando por las peores extravagancias de la Edad
Media, se han acumulado los más audaces desafíos que
pueda llevar a la razón humana a tomar partido por la
divagación autoritaria.
Y todavía, si estas divagaciones se hubiesen
confinado a la sombra de los claustros; pero se han
impuesto mediante el hierro y el fuego, rompiendo los
corazones, doblegando las conciencias y no caminando más
que en su ruta sombría más que mediante la siniestra
claridad de las piras encendidas « para mayor gloria de
Dios ».
Mundo abominable cuyo eje giraba sobre dos polos
célebres: un infierno y un paraíso – un infierno salvaje
inventado por almas siniestras que alucinaban antiguas
ferocidades – un paraíso pueril y bárbaro, tal como solo
podían soñarlo esas mismas siniestras almas que oscilaban
entre un Satán atormentador, ejecutor de las bajas obras de
la venganza eterna y un dios arisco que, bajo los diversos
nombre de Jehová para los judíos, de Baal para los fenicios,
1
Philosophie naturelle.
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Por otra parte, si somos hijos de la naturaleza, si nos
ha dado el ser, somos nosotros, a su vez, quiénes la hemos
dotado de todas las cualidades ideales que la muestran a
nuestros ojos. La eterna ilusión que encanta y que
atormenta el corazón del hombre es y permanecerá siendo
su obra. En este universo, donde todo son tinieblas y
silencio, él solo vela y sufre en este planeta porque quizás
el solo medita y reflexiona.
Es apenas que comienza a comprender la vanidad de
todo lo que ha creído, de todo lo que ha amado, la nada de
la belleza, la mentira de la bondad, la ironía de toda ciencia
humana. Después de haber adorado ingenuamente a sus
dioses y a sus héroes, cuando no tiene ya ni fe, ni
esperanza, he aquí que siente como la propia naturaleza se
desvanece, porque era como todo lo demás, apariencia y
engañifa. Solo, en este mundo donde campea la muerte, en
medio de los restos de sus ídolos destrozados, se levanta el
fantasma de sus eternas, de sus desahuciadas ilusiones. »
«Cuenta – dice lord Byron, otro desilusionado –
cuenta las alegrías que tus horas han visto, cuenta tus días
exentos de angustia y reconoce que, aunque hayas existido,
hay algo mejor: no existir.»
En las desesperadas líneas del Sr. Clémenceau, en la
Mêlée social, habla en estos términos amargos de las
últimas fases de la vida sobre la tierra:
«Nuestras ciudades en ruinas, entre informes vestigios
humanos, las últimas ruinas desmoronadas sobre la vida
moribunda, todo el pensamiento, todo el arte engullido en la
gran muerte creciente. Toda la obra humana en la última
viscosidad de la vida. Y luego, la última manifestación de
vida terrestre será destruida a su vez. Inútilmente, el globo
frío y desnudo paseará su indiferencia por los estériles
caminos del espacio. Entonces se cumplirá el ciclo de los
últimos planetas hermanos, unos muertos desde hoy, tal
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vez. Y el sol apagado seguido de su fúnebre cortejo
precipitará en la noche su carrera incalculada hacia lo
desconocido.»
Añadamos a estos trágicos acentos esta broma del Sr.
J. De Gastyne: «La humanidad es algo apestoso, un
conjunto de animales malsanos que se toman por las patas
para devorarse desde más cerca.»
A las recriminaciones de todas esta voces, podríamos
añadir otras del mismo estilo y desde luego no menos
amargas; pero ¿qué son esos gritos de desesperanza
corrosiva y con tanta acrimonia, al lado de las encendidas
protestas, de los sollozos desgarradores que el corazón
sangrante y convulso de Mme. L. Ackermann hace subir de
la tierra al cielo?
Escuchadla blasfemar, y maldecir, y llorar, y esperar
en el fondo, a pesar de todo.
1
Après la mort; – Christianisme et Spiritisme.
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al hombre: cree sin comprender; el otro que le grita: muere
sin esperar.»
CAPITULO II
LAS AURORAS
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Michelet, Bible de l’Humanité.
2
El spiritismos n’est que le brahmanisme ésotérique à l’air libre. P.
Gibier.
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afirman – cosa increíble, en los mismos albores de la vida
sobre la tierra – el principio de inmortalidad del alma y el
dogma de la reencarnación.
1
Renan, les Religions de l’antiquité.
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amo de la vida y regulador de los mundos, de quién todo
procede, en quién todo subsiste y a quién todo retorna?»
¿Quién les hizo entrever los misterios de la evolución,
la existencia de esta substancia difusa que llena los espacios
y cuya condensación crea los soles y las tierras, – esta
sucesión de existencias, este encadenamiento de los seres y
esta unión de la creación, en definitiva, bases de la
inmortalidad racional que se convertirá en el inalterable
credo de la humanidad futura?
Sin duda, esas grandes nociones no tardaron en
borrarse del espíritu humano y desparecieron bajo un
montón de fábulas inverosímiles y grotescas. Hay cuentos
de hadas para niños cuya extravagancia constituye todo su
encanto. Solamente la imaginación crea para esos seres
primitivos, que no tienen ni razón ni conocimientos, una
especie de vida moral sin la cual su cerebro no funcionaría.
Para ser aceptados por las razas burdas, los iniciadores se
vieron obligados a envolver de imágenes más o menos
transparentes las verdades que querían enseñar. Y esa es la
razón de que las primeras leyendas fueran símbolos cuyo
sentido oculto permaneció confinado en las criptas de los
iniciados.
Luego resultó que el sentido simbólico también se
perdió. El espíritu de los apóstoles primitivos se había
apagado. Algunos hombres inteligentes, pero ambiciosos,
se habían envuelto de un prestigio ante el cual se inclinaron
las muchedumbres. La casta fue reconocida y consagrada.
El sacerdocio se materializa como el vulgar y no discierne
ya el espíritu de la letra, el pensamiento de la forma. La
fantasía inventa dogmas; la alucinación crea dioses.
«Pero a pesar de todo el espíritu humano ascendía.
Razones más lúcidas, conciencias más sanas se desprendían
poco a poco de esas tinieblas. Incluso para la multitud, en
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medio del desorden, algunas verdades habían sido
adquiridas.
«Y cuando ser reaccionaba contra esas quimeras,
cuando la duda invadía las almas, cuando el pueblo
comenzaba a burlarse de sus divinidades falsas y dos
augures no podían ya mirarse sin reír, cuando por fin la
humanidad buscaba en el horizonte una luz nueva –
entonces reaparecía la luz. »
(Eugène Nus.)
Son esas luces intermitentes cuyas huellas buscaremos
a través de los tiempos y a través de los pueblos.
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dinastía nos remite al menos a cuatro mil años antes de Jesucristo. Que
se juzgue de ello la prodigiosa antigüedad de la esfinge.(Ed. Schuré).
1
Escuchemos a la esfinge; ella misma se define así:
– Mírame, dijo, tengo una cabeza humana, en la que reside la ciencia,
pero la ciencia sola no basta, y por eso tengo garras de león; estoy
armada para la acción. Pero esas patas no son lo suficientemente sólidas
porque tienen que soportar mis flancos de toro. Prosigo mi meta
laboriosamente, con la paciencia del buey que traza su surco. Y cuando
tengo algún desfallecimiento, agito mis alas de águila, me arrojo al
dominio de la intuición, escruto los secretos de la vida universal, luego
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1
La tan prequeña Grecia ha hecho más que todos los imperios. Con sus
inmortales obras, ha dado el arte que las hizo, sobre todo el arte de
creación, de educación, que hace a los hombres.
Ella es (ese es su gran nombre) el pueblo educador (Michelet(.
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Grecia cuyo casco empenachado brillaba en la polvareda de
sus fiestas, de sus juegos heroicos o de sus campos de
batalla.
Desde luego, son sublimes, son inmortales y suenan
como una fanfarria, los prestigiosos nombres de Marathon,
de las Termopilas, de Salamina, de Platea o de Mycale;
pero también es en sus templos donde hay que buscar el
alma de la Hélade religiosa, en los santuarios de Júpiter en
Olimpia, de Junon en Argos, de Ceres en Eleusis, de Apolo
en Delfos y de Minerva en Atenas.
«Ceres y Proserpine,–leemos en Michelet1– (que no
ha comprendido la Grecia de los santuarios, no ocupándose
casi siempre más que de fantasías esotéricas de su
mitología) la tierra desde lo alto y la tierra desde abajo, eran
muy temidas. Sin la una no se ve y la otra tarde o temprano
nos recibe en el reino de las sombras. La guerra, la
invasión, que no respetan nada, se detenían ante sus altares.
Se les constituyó como guardianes de la paz. Tuvieron
numerosos santuarios, en Dodone, en la misteriosa
Samotracia donde se las vinculaba a los genios del fuego,
en la volcánica Sicilia, y especialmente en el gran paso que
abría o cerraba Grecia, en el desfiladero de las Termópilas.
Desde Eleuseis, cubrían Atica.»
Es restringido – dice Ed. Schuré,– el número de los
que han comprendido la grandeza y majestad de la figura de
Orfeo, con el cual uno se obstina en no ver más que al «
trovador » de Grecia, el hombre de la lira, domando con sus
melodías mágicas a los leones y las panteras de los bosques.
Escuchad lo que cuenta a uno de sus discípulos de
Delfos, en relación con la muerte de su querida Euridice:
«…subía a la gruta sagrada de Trofonius cuando caí
en un profundo letargo. Duramente ese sueño se me
apareció Euridice. Ella flotaba en un nimbo pálido, como
1
Bible de l’Humanité.
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un rayo de luna, y me dijo: «Por mí, tú has desafiado el
infierno, me has buscado entre los muertos. Aquí estoy;
acudo a tu voz. No vivo en el seno de la tierra, deambulo
por el espacio llorando como tú. Si quieres liberarme, salva
Grecia, dándole la luz. Entonces yo misma, encontrando
mis alas, ascenderé hacia los astros y tú me encontrarás en
la luz de los dioses. Hasta allí, debo errar en la esfera turbia
y dolorosa.»
Quise agarrarla, pero se desvaneció como una sombra.
Solamente oí como la vibración de una cuerda que se
rompe; luego una voz débil como un aliento, triste como un
beso de despedida, murmurando: – ¡Orfeo!
A esta voz, me desperté. Ese nombre pronunciado por
un alma había cambiado mi ser. Sentí pasar por mí el
estremecimiento sagrado de un inmenso deseo y el poder de
un amor sobrehumano. Euridice viva me hubiese dado la
embriaguez de la felicidad; Euridice muerta me hizo
encontrar la verdad. Fue por amor como me he vuelto a
poner el hábito de lino y me he entregado a la gran
iniciación de la vida ascética. Fue por amor como he
buscado la ciencia divina, como he atravesado las cavernas
de Samotracia, los pozos de las Pirámides y las tumbas de
Egipto. He registrado la muerte para buscar allí la vida, y
más allá de la vida he visto los limbos, las esferas
luminosas, el Éter de los dioses. La tierra me ha abierto sus
abismos, el cielo sus pórticos luminosos. He arrancado la
ciencia oculta bajo las momias. Los sacerdotes de Isis y
Osiris me han entregado sus secretos. Ellos no tenían más
que esos dioses, yo tenía a Eros. Gracias a él, he podido
interpretar las palabras de Hermes y de Zoroastro.
Pero ha llegado la hora de confirmar mi misión
mediante mi muerte. Todavía una vez más necesito
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descender a los infiernos para subir al cielo (Poemas
órficos)1»
¿La lira de Orfeo, esa «voz de los templos inspirados»
no ha producido sonidos más desgarradores y profundos?
¿No son esos los acordes moribundos que se cree escuchar,
leyendo esta página melancólica, tan tierna y de tan elevada
inspiración religiosa?
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1
Lo que Orfeo ha revelado mediante oscuras alegorías, dice Proclus,
Pitágoras lo enseña abiertamente tras haber iniciado en los misterios
órficos y Platón tuvo pleno conocimiento de ellos por los escritos
órficos y pitagóricos.
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Ovidio, Virgilio, Tácito, que en sus obras hablan
frecuentemente de sueños, apariciones y evocaciones de
muertos.
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1
Esaias, L 1, 1 a 5; L III, 2 a 8.
2
Ed. Schuré, les Grands Initiés. – Es de este autor de quién tomaremos
las siguientes apreciaciones sobre la persona de Cristo.
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La leyenda ha envuelto el nacimiento de Jesús con un
paño de maravillas. Tratemos de desprender el sentido
esotérico de la tradición judía mezclada con la leyenda
cristiana.
La acción providencial que preside el nacimiento de
cada hombre es más visible en el nacimiento de los genios
cuya aparición no se explica en absoluto por la única ley del
atavismo físico. Alcanza su más alta intensidad, cuando se
trata de uno de esos divinos profetas destinados a cambiar
la faz del mundo. El alma elegida para una misión divina
viene libremente, conscientemente, a la tierra; pero para que
entre en escena, es necesaria una madre de élite que, por el
deseo de su alma y la pureza de su vida, atraiga y encarne
en su carne el alma de aquél que está destinado a
convertirse, a ojos de los hombres, en un « hijo de Dios ». –
Tal es el profundo sentido que encierra el antiguo símbolo
de la Virgen-madre. El genio hindú ya lo había expresado
en la leyenda de Krishna; pero los evangelios de Mateo y de
Lucas lo han mostrado con una sencillez y una poesía muy
superiores.
Jesús creció en la tranquilidad de Galilea. Su alma
inquieta y curiosa buscaba, se informaba, quería
comprender. Por boca de sus padres, aprendió a conocer las
Escrituras al mismo tiempo que le fue revelado el extraño
destino del pueblo de Dios, en las fiestas periódicas del año,
tales como la de los Tabernáculos.
Esta vida mística se unía en el adolescente con una
notable lucidez de la realidad. Lucas nos lo muestra a la
edad de doce años «creciendo en fuerza, en gracia y en
sabiduría ». La conciencia religiosa fue en él algo innato,
íntimo, independiente del mundo exterior; pero la
conciencia mesiánica no podía despertarse más que con el
choque de las impresiones interiores y bajo la influencia de
una iniciación especial.
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Esta iniciación le fue proporcionada por los Esenios
que, en la vida retirada que éstos llevaban a orillas del mar
Muerto, habían conservado la tradición de los profetas y el
secreto de la pura doctrina. Este grupo de iniciados se
dedicaba al ejercicio de la medicina, pero, proponiéndose
un objetivo más elevado, enseñaba a un pequeño número de
adeptos las leyes que rigen el universo y lo que sabía de los
misterios de la vida. El culto que esos hombres sencillos y
puro rendían a Dios era completamente espiritualista.
Profesaban el dogma fundamental de la doctrina pitagórica,
es decir la preexistencia del alma y la serie de sus vidas
sucesivas, consecuencia y razón de su inmortalidad.
Fue en medio de ellos y bajo su dirección, como Jesús
dedicó a su iniciación los años de su adolescencia, sobre la
que los Evangelios han guardado un silencio singular, pero
significativo. Estudió sus dogmas y se ejercitó en la
terapéutica oculta.
Las pruebas de esta preparación especial se
desprenden del hecho que, inmediatamente después de su
encuentro con Juan Bautista, tomó de algún modo posesión
de su ministerio y entró en Galilea con una doctrina
asentada, la seguridad de un profeta y la consciencia
aparente de su misión mesiánica.
Desde entonces, aceptó el rol temible de su
incomparable misión para la que lo habían predestinado los
siglos. Se había preparado suficientemente. Poseedor de ese
don misterioso de una segunda visión que, en todos los
tiempos, ha caracterizado a los iniciadores, iba y venía entre
las multitudes, sondeando los corazones, despertando las
conciencias, en ese sentimiento de amor inefable que
experimentaba por sus hermanos humanos, y cuando decía
a uno de ellos: Sígueme, el hombre interpelado le seguía,
magnetizado por la profunda mirada del maestro, del dulce
rabino al que acompañaba todo un pueblo electrizado por su
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sola presencia. Curaba enfermos por imposición de manos,
mediante una orden, a veces con una simple mirada.
Y qué dulces eran las palabras que salían de sus
labios:
« Venid a mí – decía – todos los que sois desdichados
y confusos y os aliviaré, pues mi yugo es cómodo y mi
fardo ligero.»
Nunca semejantes palabras habían sido entendidas.
Nunca hombre alguno, antes que él, había hablado como
este hombre. No exigía de sus adeptos ni juramente de
obediencia ni profesión de fe; no pedía más que una sola
cosa: que se le amase y se creyese en él. Maravilloso poder
el del amor; ¿no era ese el evangelio auténtico, es decir la «
buena nueva » abriendo horizontes desconocidos a todos
los desheredados de la tierra?
Pero veámoslo sobre la montaña. Sus futuros
iniciados lo rodeaban en silencio. Más abajo, el pueblo
recogido, atento, esperaba sus palabras.
¿Qué va a decir el nuevo doctor? ¿Qué va a ordenar a
dirigir? Los ayunos, las maceraciones, las penitencias
públicas, ordinario aparato de todas las religiones
despiadadas, figuraban ineludiblemente en el programa de
todos los conductores de los pueblos.
Pues bien, no. Ninguna prescripción semejante a la de
los doctores farisaicos, ni penitencias, ni expiaciones.
Singular atrevimiento, en ese tiempo en el que todo culto se
manifestaba de cara al exterior, mientras que él, muy al
contrario – ¡peligroso innovador!– situaba lo invisible por
encima de lo visible y resumía toda su doctrina por el
precepto supremo, conminación penetrante y divina:
«Amaos los unos a los otros.»
Y sobre la montaña, decía: « Bienaventurados los
pobres de espíritu (es decir los humildes de corazón),
porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados
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los que lloran, pues ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
pues serán saciados. Bienaventurados los que tienen el
corazón puro, pues verán a Dios. – Amaos, amad a Dios por
encima de todas las cosas. Todos sois hermanos, todos sois
uno. Dios es el padre común en quién todo se unifica.»
Verbo eterno, palabra nueva, revelación suprema que
ninguna otra superará.
«Nunca – dice Renan – se ha sido menos sacerdote de
lo que fue Jesús, nunca más enemigo de las formas que
sofocan la religión bajo el pretexto de protegerla. Por ello,
él ha colocado una piedra eterna, inquebrantable
fundamento de la religión del espíritu. La idea de un culto
fundado en la pureza del corazón y sobre la fraternidad
humana hacía su entrada en el mundo gracias a él – idea de
tal modo elevada que la Iglesia cristiana debía traicionar
completamente sus intenciones sobre este punto.
Fue sin embargo el reino del espíritu lo que el
fundaba, lo que permanecerá eternamente de él es la
doctrina de la libertad de las almas.
«Mujer, – dijo a la samaritana – créeme, ha llegado la
hora en la que no se adorará más ni sobre esta montaña, ni
en Jerusalén; pero donde los auténticos adoradores adorarán
al Padre, en espíritu y en verdad. »
El día que pronunció estas palabras, fue realmente
hijo de Dios. Dijo por primera vez las palabras sobre las
que reposará el edificio de la religión eterna. Fundó el culto
puro, sin fecha, sin patria, el que practicarán todas las almas
elevadas hasta el fin de los tiempos. No solamente su
religión fue la buena religión de la humanidad, sino que fue
la religión absoluta, y si otros planetas tienen habitantes
dotados de razón, su religión no puede diferir de la que
Jesús proclamó cerca de los pozos de Jacob.»
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1
Es en estos términos precisos que Orígenes comenta este pasaje. «El
señor hace alusión a las diferentes estaciones que las almas deben
ocupar después de que se hayan despojado de sus cuerpos actuales y
que se hayan vuelto a vestir de nuevo.»
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cuando declara: « En verdad os digo que entre los nacidos
de mujer no ha aparecido uno más grande que Juan el
Bautista. Y si queréis oírlo, él es Elías, que ha de venir. El
que tenga oídos que oiga. (Mateo, XI, 14 y 15)
En otra situación: «Os enviaré al consolador. Muchas
cosas tendría todavía que deciros, pero no podríais
comprenderlas ahora. Cuando el espíritu de la vedad venga,
él os enseñará todo.» (Juan, XVI, 12, 13)
Realmente sería difícil hablar más claramente, y fue
en vano como la Iglesia, con su decisión de desfigurar, de
ocultar el sentido profundo de esta declaración, finge no ver
en ella más que el anuncio del Espíritu Santo descendido
apenas dos meses más tarde sobre los apóstoles. ¿Era
posible que en algunas semanas la humanidad hubiese
podido adquirir la facultad de comprender cosas que,
cincuenta días antes, le resultaban incomprensibles? No, no
se trataba de cincuenta días, sino de la infinita duración de
la evolución humana, en el transcurso de la cual nos serán
enviadas, sucesivamente, tales revelaciones que serán
juzgadas necesarias, y no en la visión de esas lejanas
perspectivas que Jesús concluía mediante esta audaz
afirmación: « El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras
no.»
_____________________
Luego murió.
Murió como los justos, como los mártires, perseguido
por el odio imbécil, entregado por los traidores y los
cobardes, abucheado, envilecido, ultrajada por una multitud
embriagada, sin que supiesen porque, de un inepto y salvaje
furor.
– Muerte a Cristo; ¡que Barrabás sea liberado!
Cristo fue flagelado, torturado, crucificado.
–¡Dios mío, perdónales porque no saben lo que hacen!
Este último grito de amor es el final de su obra, la
consagración de su doctrina, – dice E. Nus1– Es su suplicio
lo que ha hecho creer; es desde lo alto de su cadalso donde
resplandece. Los pueblos no lo habrían visto, si no fuese
subido a la cruz. La semilla que había arrojado en las almas
no podía germinar más que regada con su sangre. Pero esa
sangre preciosa, no es a Dios a quién él la ha dado; Dios no
reclama sangre. – Era el hombre quién tenía necesidad de
ella; fue al hombre a quién se la ofreció.
Y es por eso por lo que debía morir.
_____________________
1
Se hace indispensable una observación aquí sobre el sentido simbólico
de la leyenda y sobre el origen real de los que, en la historia, han
llevado el nombre de hijos de Dios. Según la doctrina secreta de la
India, de Egipto y de Grecia, el alma humana es hija del cielo, puesto
que antes de nacer en la tierra, ella ha tenido una serie de existencias
corporales y espirituales. El padre y la madre no engendran más que el
cuerpo del hijo, puesto que su alma ya viene dada. Es pues con toda
justicia que puede decirse de los grandes profetas e iniciadores que eran
hijos de Dios. – (Ed. Schuré)
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Y esas disputas no se hicieron esperar, seguidas de
persecuciones que desencadenaron todas las rabias del
fanatismo de un extremo a otro de Siria. Los fieles se
dispersan y van arrojar lejos el grano de la buena palabra.
Saulo, convertido en Pablo, tras su conversión, va a plantar
en plena tierra pagana la primera piedra de la Iglesia
universal; pero la luz que él emana no es ya la misma que
hizo resplandecer a Cristo. Esa no es ya la doctrina de
Jesús, sino más bien « una doctrina sobre Jesús », donde
aparecen la adoración mística del hijo único de Dios,
resucitado en su carne, la teoría monstruosa de la gracia y
de la predestinación que abrirán, por siglos, las disputas
escolásticas e hicieron correr tanta sangre sobre esta tierra,
donde, siguiendo el deseo del dulce Revelador, no debía
florecer más que la paz, la concordia y el amor, que bajo el
sol no debían madurar más que cosechas bendecidas y
frutos de consuelo.
A partir de ese día, la fantasía de los fanáticos se
mezcla con la palabra de verdad. Los concilios completarán
las obras de las tinieblas. Los dogmas parásitos y
subversivos vendrán a sepultar, bajo sus malsanas
frondosidades, el tronco del árbol divino plantado en el
Gólgota. El clero sustituye a los laicos. El clero representa
el espíritu; los laicos, la carne. Ahora bien, ¿no se sabe que
la carne es despreciable, perversa y maldita por toda la
eternidad? Si los humildes todavía entran en el reino de los
cielos, son los soberbios, bajo sus birretes quién les abren
las puertas. El orgullo, el egoísmo y la ambición son las
virtudes dominantes de los «representantes » de un Dios de
amor y de justicia. Haciendo a los demás lo que no
quisieran para ellos, los « ministros de Cristo », apenas
recién escapados de las iras del paganismo, toman a los
antiguos verdugos a sus servicios y les entregan nuevos
mártires arrancados de los atrios de la propia Iglesia. – «
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Las bestias feroces no son ya más temibles que lo son los
cristianos unos a otros, » decía el emperador Juliano,
príncipe iluminado y filósofo, tan maltratado en las crónicas
clericales por haber abandonado el pretendido «
cristianismo » por el asco que le infundían sus disputas y el
horror de sus excesos.
Durante la agonía del imperio romano, el sacerdocio,
llamado cristiano, se organiza. Los reinos se desmoronan,
las dinastías son derrocadas – el clero permanece en pie.
Los obispos están inmersos en todas las luchas.
Bendicen todas las banderas, consagran todas las
usurpaciones, sancionan todas las conquistas, predican la
paz o fomentan la guerra, y hacen converger, hacia su
objetivo, los acontecimientos que ellos no han preparado,
pero de los que siempre obtienen provecho.
Son éstos los que fundan la monarquía francesa, hija
mayor de la Iglesia y brazo derecho del papado. Bajo el
escudo que levanta el merovingio Clovis, sobre la tierra
gala, no se percibe más que la espada y la lanza. – ¡Fijaos
bien! La cruzada episcopal está en medio. (Eugène Nus.)
Tres siglos más tarde, Pépin d’Heristal da al papa
Etienne III, el gobierno de Ravena y el poder temporal es
fundado. Poco a poco, el sucesor de san Pedro se atribuye la
infalibilidad. En el año 1080 después de Cristo, tres siglos
después del establecimiento del poder pontifical, Gregorio
VII establece un decreto en el que proclama que «el papa es
el único al que todos los príncipes besan los pies, que puede
deponer a los emperadores y que es innegablemente un
santo por los meritos de san Pedro.»
Y la tierra entera cae desde entonces bajo el dominio
de papa que ordena, dirige, bendice o reprueba, manipula
las conciencias, abre o cierra a su antojo las puertas del
paraíso, domina al hombre mediante la excomunión,
esclaviza a la mujer mediante la confesión, vigila a la
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familia, hace de policía del hogar… ¡Vergüenza y miseria!
– He aquí lo que el sacerdocio ha hecho de la pequeña
Iglesia santa y pura, fundada tiempo atrás, en las orillas del
lago de Génesaret, por el humilde Hijo del hombre que con
una frase resumió su doctrina: «Amaos los unos a los
otros.»
____________________
1
Las únicas informaciones históricas de las que disponemos sobre su
doctrina nos son proporcionadas por Julio César que, en sus
Comentarios, nos indica que los druidas enseñaban no solamente la
inmortalidad, sino aún la transmigración de las almas a través de los
mundos. Los demás historiadores romanos admiten la exactitud del
testimonio de César.
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Bretaña francesa, ¿quién podría negar que esta insurrección
dogmática, atrayendo sobre ella los rayos de tres concilios,
fue suscitada y mantenida por la vieja levadura druídica
fermentando todavía en los corazones de Armórica?
Durante toda la Edad Media, la iniciación druídica
continuó en la Galia, constituyendo una especie de
francmasonería que tenía por misión la conservación de los
restos de la vieja tradición nacional. Este trabajo de los
bardos galos, que cantaban en toda la Galia las maravillas
del culto a Hésus, fue resumido hacia finales del siglo XVII
en un manuscrito titulado: Mystère des Bardes de l’ile de
Bretagne.
La enseñanza druídica se obtenía mediante triadas,
donde eran divididos sus aforismos en tres puntos
principales, claros, categóricos y privados de cualquier
comentario1.
Según la doctrina contenida en las triadas, el alma se
forma en el seno del abismo; allí se reviste de los
organismos elementales y no adquiere conciencia de su
libertad con posterioridad a largas luchas libradas con los
bajos instintos y las tiranías de la materia.
Escuchad el canto bizarro, extraño, pero poco
alegórico, del bardo Taliesin, célebre en toda la Galia
antigua:
«Existiendo toda antigüedad en el seno del amplio
océano, yo he nacido de las formas elementales de la
naturaleza. He jugado en la noche. He dormido en el alba.
he sido culebra en el lago, águila sobre la montaña, lobo en
el bosque. Luego, marcado por el espíritu divino, he
adquirido la inmortalidad. He vivido en cien mundo. Me he
agitado en cien círculos.»
1
He aquí una de estas triadas tan elocuentes en su elevada y magistral
concisión: «Tres cosas han nacido al mismo tiempo: EL HOMBRE, LA
LUZ Y LA LIBERTAD ».
81
La filosofía de los druidas1, reconstituida en toda su
amplitud, se ha encontrado conforme a la doctrina secreta
de Oriente como en las aspiraciones de los espiritualistas
modernos. Como ellos, los druidas afirman las existencias
progresivas del alma en la escala de los mundos.
Esta doctrina viril inspiraba a sus adeptos un valor
indomable, una intrepidez tal que marchaban hacia la
muerte como quién va a una fiesta. Cuando los romanos
materialistas se cubrían de escudos, enarbolaban hierros y
corazas, nuestros padres, con la cabeza alta y mirando el
cielo, combatían medio desnudos a pecho descubierto. Se
enorgullecían de sus heridas y consideraban una cobardía
usar estrategias en la guerra como hacían sus enemigos. Su
certeza de una vida venidera era tan profunda, que se
prestaban el dinero «a devolver en otros mundos ». A los
moribundos les confiaban mensajes para sus amigos
difuntos. Dejaban los despojos de los guerreros muertos
esparcidos sobre los campos de batalla. « No son más –
decían – que envoltura rotas.»
Los druidas estaban en comunicación incesante con el
mundo invisible. Evocaban a los muertos en el recinto de
menhires que habían alineado o agrupado antes que ellos
los pueblos de la edad de piedra. Las druidesas y los bardos
se entregaban allí a sus oráculos, bajo la luz espectral de las
noches de luna.
Vercingetorix conversaba, bajo las ramas de los
bosques, con las almas de los héroes muertos defendiendo
la patria. Antes de que la Galia se sublevase contra César,
se dirigió a la isla de Sena, antigua morada de las druidesas
y allí, en medio de los estampidos del rayo, se le apareció
un genio que le predijo su derrota y su martirio2; pero como
1
Léon Denis, obra citada.
2
Léon Denis, Bose, Bonnemère.
82
auténtico galo que era, no vaciló ni un instante en llevar
hasta el final su patriótica misión.
_____________
_____________________
1
Simeón, nacido hacia el año 390 en Sisan, en los confines de Cilicia, y
muerto en 459, se hizo célebre por sus austeridades, no comiendo más
que una vez a la semana. Acabó por abandonar su choza y se retiró al
capitel de una alta columna (llamada Stulos en griego), desde lo alto del
cual arengaba a sus fieles. Vivió de ese modo treinta y seis años;
cambió tres veces de columna y permaneció veintidós años sobre la
última, dónde se le encontró muerto.
84
Las voces han respondido a ese « problema de la vida
» con el que hemos dado título al capítulo anterior. Helo
aquí resuelto, conocemos de él la x turbadora e inefable.
Esas voces todavía débiles que chillaban bajo los
cedros del Himalaya – simples suspiros de los ascetas hacia
más altos destinos – helas aquí que se agrandan, resuenan,
son atronadores y hacen saltar en pedazos las murallas de
las criptas y las bóvedas de los santuarios.
El alma inmortal – la muerte vencida – la vida triunfal
– el abismo colmado entre la tierra y el cielo que no está ni
cerrado, ni demasiado lejos, puesto que desciende hacia
nosotros – esos tránsitos que se creían sepultados para
siempre bajo la piedra de su sepulcro y que, más vivos que
nosotros mismos, están en medio de nosotros, nos aman,
nos inspiran y nos gritan, a veces, desde el seno de su luz, a
nosotros que tropezamos en la oscuridad: «¡Armaos de
valor, hermanos! la muerte es el despertar; el último
estertor no es más que un grito de liberación, y el sepulcro
no es otra cosa que el umbral de la inmortalidad!...
– Eso es lo que nos dicen las voces.
___________________
1
El mismo protestantismo, aunque mucho más espiritualistas, también
tiene por gusano un cierto dogmatismo que podría resultarle fatal. Él
también
– hablo del protestantismo ortodoxo – ha conservado el fetichismo
irreductible de la fórmula, la tara de una fe irracional, en una palabra el
credo quia absurdum de un “augustinismo” inconsciente.
86
«Llegará un tiempo en el que los verdaderos creyentes
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; tanto que no
buscarán en las prácticas exteriores del culto, más que una
almohada para su pereza moral, o más Queen odioso trafico
de intercambio con el que esperan obtener, en este mundo,
la consideración de sus semejantes, y, en el otro, su parte de
paraíso; tanto que su fe interesada recordará a las de los
pretendidos creyentes del antiguo mundo que no
consultaban los oráculos más que para aprovecharse de lo
que esperaban extraer de ellos, – toda religión humana será
estéril.
Las religiones del pasado, ni más ni menos que las
modernas, han hecho una falsa ruta y han arrastrado a ella a
todos sus devotos adeptos. Desde el grosero fetichismo, al
sacerdote que esclaviza y ciega un dogmatismo irreductible,
se aprecian los vínculos de un parentesco innegable. La
humanidad, una en sus errores y sus tendencias hereditarias,
nunca ha sabido o querido « ponerse al día », y ahí está
precisamente el secreto de la vida.
De donde viene el partido tomado, la obstinación de
los que, invenciblemente pisotean sobre el mismo lugar,
sino de la incapacidad involuntaria o sistemática en la que
se encuentran algunos hombres – comprendidos algunos
sabios – de considerar las cosas como son, de aceptar las
modificaciones y las mejoras que impone la vida, la ley del
progreso, el eterno devenir de los hombres y los mundos…
¡Oh, espíritu humano, tu nombre es RUTINA!
¿Pero de qué sirve discutir? Dejemos a los muertos
enterrar a sus muertos.
_______________________
87
CAPÍTULO III
1
En un texto que ahora no recuerdo leí la siguiente versión de ese
cuento. “Cuando cada mil años una paloma roce con su ala una esfera
89
Muy bien, –se podría decir al autor del ingenioso
cuento, – la imagen es sobrecogedora, pero inexacta del
todo, pues no será en absoluto un segundo, ni siquiera la
más mínima fracción de segundo, que habrá durado el
desgaste de la montaña de diamante.
Los propios sabios han tratado de encontrar imágenes
sugestivas.
«Intentemos, – dice M. C. Flammarion, – hacernos
una idea de esta prodigiosa cosa que se llama el espacio
infinito.
Supongamos que nuestra tierra cae en el espacio – lo
que hace por lo demás en compañía del sol y del montón de
estrellas que constituyen nuestra nebulosa – supongamos
pues que cae en línea recta, durante un número de millares
de siglos que queráis imaginar. Pues bien, después de esa
terrible caída en el abismo siempre abierto en el que ella ha
descendido con una rapidez de un millón de leguas por día,
¿sabéis donde estaría? No solamente habría alcanzado el
fondo del abismo y no estaría alejada del centro –
admitiendo que hubiese un centro – sino que se encontraría,
en cuanto a su lugar relativo en el espacio, en las
condiciones idénticas a aquellas en las que se encontraba
antes de aventurarse en ese fantástico viaje.»
No hay más que dos palabras en nuestro lenguaje
humano que puedan responder a las impresiones que genera
la idea de infinito, son las plabras siempre y nunca.
Siempre transcurre y se perpetúa el tiempo y nunca se
termina la evolución de su duración.
Siempre se puede viajar en el espacio y nunca dicho
espacio puede ser franqueado.
1
Ver Lumen.
92
atracción1, y es ella que, según la hipótesis de Newton,
domina, rige y coordina el universo.
No ella sola, en realidad.
Si existiese ella sola, veríamos singulares cosas en
nuestro pobre universo desamparado. Los físicos nos han
enseñado que todos los cuerpos se atraen mutuamente en
razón directa de las masas y en razón inversa del cuadrado
de las distancias.2
Pues bien! en este universo que hemos dejado ahora
completamente inerte, inmóvil y como suspendido en el
infinito, introducimos de pronto esta formidable ley de
atracción. ¿Qué va a ocurrir? Cada uno de los globos
repentinamente atraído, en razón directa de las masas, se
precipitaría sobre su vecino más grande, es decir el de más
poder de atracción, – por alejado que estuviese ese vecino.
– ¿Se hacen ustedes una idea de este fantástico caos? La
luna caería sobre la tierra, la tierra y los planetas sobre el
sol, el sol sobre un sol más grande que él, y todos así los
unos sobre los otros, de modo que la ley de atracción
mediante una conflagración inimaginable, tendría por
resultado final ¡el amontonamiento en un solo bloque de
todos los astros dispersos en la inmensidad!
¿Veis ese globo gigantesco, producto de todos los
globos aglomerados, y que, no sabiendo ya a dónde ir,
permanecería completamente solo, en el seno del infinito,
en la impotencia de su formidable masa caótica?
Afortunadamente esta temible fuerza de atracción no
actúa sola. El organizador del universo le ha dado un
correctivo. A la fuerza atractiva, se oponen otras fuerzas
1
Hemos traducido la palabra attraction del texto en francés, por
atracción en vez de gravedad, siguiendo la terminología del siglo XIX
(Nota del T.)
2
Ley de la gravitación universal atribuida a Sir Isaac Newton. (Nota del
T.)
93
adversas provenientes del la expansión repulsiva del calor
de los soles, como también de las presiones elásticas del
éter a las cuales los físicos atribuyen una gran importancia.
Nunca es en línea recta como se mueven los astros.
Sometidos a las múltiples acciones de fuerzas
compensatorias, describen curvas y lo más a menudo curvas
cerradas, es decir elipsoides. Contra las atracciones
centrípetas, luchan fuerzas centrífugas que contrabalancean
el efecto. Y es de este modo que se ha establecido este gran
equilibrio gracias al cual las tierras y los soles y sus
torbellinos gravitan en el espacio, en unas condiciones de
estabilidad tan tranquilizadoras como las que nos habrían
podido garantizar la montaña, la tortuga, el elefante y el
valeroso Atlas, al que hemos jubilado.
No obstante, fuerza atractiva por una parte, fuerza
repulsiva por la otra ¿qué es todo eso sino el movimiento en
su aplicación general?
Fuerza y movimiento, nos dicen los físicos, son los
agentes supremos del orden universal. Esos dos agentes no
constituyen más que uno solo según toda apariencia;
también vemos ese movimiento organizador animando con
eterna vibración la materia infinita que, de la más ínfima
molécula, hasta los soles, hasta las nebulosas, gira en la
inmensidad con esta indefectible armonía que desafía la
eternidad.
1
Se cuentan en nuestra Vía Láctea más de setenta y cinco millones de
soles. Los más alejados nos envían su luz en cien mil años y la luz
recorres trescientos mil kilómetros por segundo.
95
que son rojos, que son verdes, de un amarillo dorado o de
un violeta de amatista. Hay mundos que tienen dos o tres
soles; hay otros en los que diez o doce lunas producen
maravillosas noches multicolores. Al lado de sistemas
compuestos de tierra como la nuestra, hay otros que son
gaseosos, otros que no son más que vapor. Hay estrellas de
azufre, hay cometas de ácido carbónico…
La cantidad de luz no es siempre proporcional al
volumen de los cuerpos luminosos. Hay soles gigantescos,
pero relativamente ligeros, que no emiten más que rayos
caloríficos, cuando otros, de dimensiones bien menores,
brillas con un fulgor extraordinario.
Las dos estrellas más deslumbrantes de nuestro cielo
son Canopus de la constelación Argo y Sirio de la
constelación del Gran Perro. La primera es tres veces más
brillante que el brillante Alfa Centauro. La segunda lo es
cuatro veces más, y, teniendo en cuenta unas distancias que
se han logrado medir, resulta que la luz propia de Sirio es
sesenta y cuatro veces más intensa que la de Alfa y ciento
noventa y dos veces más que la de nuestro sol cuyo
volumen es dos mil veces menor que el del enorme Sirio. –
mientras que nuestro astro central es ciento treinta mil
veces más grande que nuestro humilde planeta.
Es de este modo como diferencia de toda naturaleza
se muestran de un astro a otro y los especializan en la vasta
colección celeste. Es en estos diferentes estados, donde la
electricidad, por sus acumulaciones diversas, desempeña el
papel preponderante, estableciendo entre los soles esas
diversidades de colores cuya gama es infinita.
Inútil pues tratar de describir esos espectáculos
incomparables. Necesitaríamos la lengua que hablan las
misteriosas poblaciones de esas regiones ultraterrestres,
para intentar describir, para encontrar comparaciones, para
intentar la expresión de lo inexpresable. Todas las joyas
96
brillan en el joyero del cielo; todas las floraciones brotan en
los parterres del paraíso.
_________________________
1
Añadamos algunas definiciones, aunque todas sean impotentes en
designar lo Innombrable.
¿Qué es Dios? se ha preguntado a los Espíritus, y he aquí lo que han
respondido:
Unidad absoluta, infinita, parte de todos los todos, todo de todas las
partes. Vida universal, divino poder, movimiento infinito, fuerza única,
moral eterna, fe unitaria, verdad absoluta, ¡DIOS!
2
Reconozcamos sin embargo que es a Leibniz a quién debemos esta
admirable y profunda frase: «El espíritu, por puro que sea, no puede
concebirse más que acompañado de fuerza y de materia.»
97
confunde, en la hora presente, ese rompecabezas
irresoluble.
Ese dualismo se ha hoy reducido. El espíritu y la
materia son inseparables. Fuerza y materia no pueden
concebirse más que acompañadas de espíritu. La fuerza no
es más que la actividad del espíritu y los dos términos se
confunden. Más abismo se abre entre el espíritu y la
materia. Mediante una gradual materialización, el primero
va hasta la segunda en el sentido de que ésta no es más que
la metamorfosis o si se prefiere, la encarnación, el
dinamismo.
Científicamente está demostrado hoy en día que la
materia existe en todos los grados de enrarecimiento, desde
el estado inicial hasta el de materia ponderable. Desde
siglos, los sabios afirmaban, certificaban que la materia no
comporta más que tres estados: sólido, líquido y gaseoso.
Ahora, hete aquí que se admiten cuatro, hoy, desde que la «
materia radiante » ha sido descubierta por W. Crookes, el
ilustre químico y físico inglés. Los átomos de esta materia,
en un vacío de cuya extrema rarefacción les concede toda
libertad, vibran con violencia, inflamándose y produciendo
radiaciones eléctricas de un poder hasta ahora desconocido.
Ahora bien, más allá de este cuarto estado, hay otros
aún. Por una serie continua de « espiritualizaciones »
sucesivas – entre las cuales vienen a situarse en sus lugares
respectivos los famosos cuerpos imponderables1 con los
que los físicos no saben demasiado que hacer – se llega al
éter misterioso, reconocido indispensable para la
justificación de algunos fenómenos inexplicables2.
1
El calor, la luz, el magnetismo y la electricidad.
2
Entre las maravillas que registra la ciencia moderna, he aquí otra y
sobrecogedora:
De las investigaciones y experimentos del Dr. H. Baraduc, resulta que
esa cosa desconocida que se llama éter, fuerza-sustancia, fuerza vital,
98
Desde el siglo XVI, Paracelso había llegado a admitir
un agente universal, en medio del que se operan las
metamorfosis de los cuerpos. Los físicos del siglo XVIII
creyeron en el vacío absoluto de los espacios celestes. Sin
embargo, cuando se constata que la luz no es la emisión de
una materia luminosa en sí, sino la vibración de un fluido
imponderable, se vieron obligados a admitir que ese fluido
sutil llena el espacio entero, penetra en todos los cuerpos y
nos transmite las ondas caloríficas y luminosas.
Newton va más allá. Audazmente, casi con
atrevimiento, llama a este éter sensorium Dei, el « cerebro
de Dios », es decir el órgano por el cual el pensamiento
divino actúa en lo infinitamente grande, como en lo
infinitamente pequeño.
1
Les Grands Initiés. Ver los Boletines de la Sociedad de psicología
fisiológica, antaño presidida por Charcot. – Ver sobre todo el buen libro
de Ochorowicz: De la Suggestion mentale.
101
a priori, sin estudios preliminares, sin examen y sin ningún
control.
Negar siempre ha sido y será, en todas las épocas, el
recurso más barato y el consuelo facilón de las inteligencias
miopes y de los cerebros en sutura prematura.
Pues bien, a pesar de los unos y los otros, podemos
establecer que no hay en las conclusiones antes expuestas,
por tan audaces que parezcan, nada que no confirmen las
tendencias de la ciencia moderna. Hemos tomado por base
el principio de la unidad de sustancia, y es esta unidad tanto
tiempo entrevista y presentida, adoptada definitivamente,
aunque de mala gana tal vez, por algunos sabios
concienzudos que no pueden negar hay la existencia
ineluctable de una sustancia invisible, imponderable, tan
sutil que escapa a todo control, tan tenue que penetra en
todos los cuerpos, tan inmaterial, en fin, que se la
confundiría con el vacío absoluto, si la luz no hiciese vibrar
las ondas etéreas. Y es de esta materia cósmica o astral, tal
como los astrónomos nos lo manifiestan, como se forman,
por lenta condensación, las nebulosas, los soles y los
planetas.
La rarefacción de la materia se extiende pues a límites
incalculables.
«Si se supusiera toda la materia de nuestro sistema
solar uniformemente repartida en el espacio que encierra la
órbita de Neptuno, resultaría una nebulosa gaseosas que
sería cuatrocientos millones de veces menos densa que el
hidrógeno, el cual pesa catorce veces menos que nuestro
aire atmosférico1. La materia en tal estado debe ser ultra-
radiante y presentar todos los caracteres de la fuerza. Y aún
así no está en su forma primordial, puesto que todavía
posee un peso. Ahora bien, se sabe que puede adoptar
estados donde ya no pesa, entonces es cuando se presenta
1
Flammarion, le Monde avant la création de l’homme.
102
antes nosotros bajo la forma de los cuatro cuerpos
imponderables, que son evidentemente unas modificaciones
del éter o fluido universal1.
1
Expresión empleada por los Espíritus, Livre des Esprits (Allan
Kardec), p. 10
104
nuevo espiritualismo es y permanece siendo el único
heredero?
La metafísica nueva proclama que el vacío es un sin
sentido. En el espacio lleno hasta los bordes de espíritu de
materia confundidos, no hay más que diferencias de
densidad. Ahora se comprenden estas profundas palabras de
los Vedas: « Dios compacta los elementos de las cosas
venideras.» ¿No es esto decir que mudada por Dios
sirviéndose de esta fuerza de atracción o de condensación
que es la fuerza divina por excelencia, la sustancia
imponderable ha cambiado progresivamente de estado,
volviéndose compacta en comparación con su manera de
ser anterior1?
Desde luego, esta antigua doctrina resucitada es para
nosotros ciencia nueva, pero es una ciencia que reposa
sobre una base sólida, que lleva con ella sus piezas
justificativas, sus certificados de origen y que se aferra a
todos los datos de la astronomía, de la física, de la química,
de la dinámica, tan bien como nos proporciona la solución a
los más difíciles problemas de la biología, de la fisiología y
de la moral filosófica.
Cosa maravillosa – dice Eugène Nus – ver la ciencia
de los últimos siglos retomar la tradición interrumpida por
las locuras del politeísmo y la sofocante noche del la Edad
Media. Kepler, Newton, Lapalce, Herschell, Lavoisier,
Berthelot, Claude Bernard, William Crookes, confirman las
primeras intuiciones de la humanidad. El velo con el que se
rodeaba Isis, la naturaleza misteriosa, la vida oculta del
viejo Egipto, ese velo se ha desgarrado de arriba abajo.
1
Con otras palabras:
«Todo está en el éter, todo proviene del éter.» (Fórmula hindú)
«Porción todopoderosa de los soles y las tierras, ardor vivo de todo lo
que respira, Éter, ¡noble elemento del mundo!» (Himnos órficos)
105
Vemos, entendemos, sabemos – y son los propios Espíritus
quiénes nos han revelado esas cosas. (Allan Kardec).
1
Los casos de obsesión se cuentan por centenares. Casas encantadas,
maleficios más o menos diabólicos, persecuciones de toda naturaleza, –
tales son los perjuicios variados por los cuales se manifiesta la maldad
de los desencarnados irascibles. Yo podría, en apoyo de estos hechos,
mencionar la historia de uno de mis amigos al que persiguen
odiosamente un grupo de desencarnadas que no le dejan en paz, ni de
día ni de noche, y le dicen al oído los insultos más ultrajantes. Estas
citas podrían ser numerosas, pero no añadiré más que un hecho
recogido en el Livre des Médiums de Allan Kardec, página 320.
Lo resumo en algunas líneas.
Varias hermanas, solteronas que vivían juntas, eran desde hacía años
víctimas de mistificaciones intolerables: prendas dispersadas hasta en
los tehcos, cortadas, desgarradas, horadadas por mil agujeros, por
mucho esmero que ellas tuvieran en encerrarlas bajo llave; muebles
desplazados, vajilla rota, etc., etc. Esas damas, relegadas en una
111
Los Espíritus se clasifican en el espacio, en razón de
la densidad de sus cuerpos fluídicos correlativa a su grado
de depuración.
Los Espíritus malvados, envueltos como de un vapor
denso que los arrastra hacia las regiones inferiores, deben
encarnarse allí de nuevo para despojarse de sus
imperfecciones.
En cambio, el alma pura, revestida de un cuerpo
etéreo, participa de las sensaciones de la vida espiritual, se
eleva en las esferas luminosas donde la materia ha sido
vencida.
El alma, una vez conseguida su vida superior y
perfecta, colabora con Dios, coopera en el gobierno de los
mundos, dirige sus evoluciones, vela por el progreso de las
humanidades y por el cumplimiento de las leyes eternas
(Léon Denis).
Es a estas diferentes categorías de Espíritus, de las
que el hombre ha conservado como un confuso recuerdo,
como él les ha dado todo tipo de nombres: buenos o malos
genios, duendes, diablos, demonios1, amplia nomenclatura
____________________
1
Se llama erraticidad, en lenguaje espiritualista, el estado transitorio de
las almas desencarnadas que erran por los espacios interplanetarios
esperando nuevas encarnaciones.
114
más que al cabo de inmensos periodos cuando las semillas
eclosionan, cuando las transiciones se efectúan. No es más
que después de auténticas revoluciones cósmicas cuando se
opera el paso de un reino al otro, de planeta en planeta
superior. Lenta, prodigiosamente lenta, es esta solemne
ascensión.
Las vidas, sin parecerse, se siguen y se encadenan,
regidas por la ley fundamental de la «repercusión
hereditaria ». Sin embargo hay siglos, ciclos más bien, en
los que el hombre conservará sus instintos, sus
propensiones, sus facultades progresivamente
evolucionadas. Todo se corresponde, todo se relaciona,
todo tiene eco en la eternidad. Tal palabra, tal idea, tal
deseo, tal acto, por insignificante que parezca, renacerá,
resonará en esos ecos que nunca se apagan. Pitágoras
afirmaba que las injusticias aparentes, que los repartos
desiguales y que parecen tan sorprendentes, encuentran su
explicación racional y justificable en el hecho de que toda
existencia es la recompensa y más a menudo aún la
expiación de la que la ha precedido.
El alma, en su completa libertad, puede no solamente
avanzar, sin o retroceder también, según su voluntad
indolente, indecisa o perversa. La libertad hace posible toda
regresión posible. Sobre la ruta ascendente, el alma acaba
por llegar a la plena consciencia de sus poderes y se eleva a
una altura de donde ya no desciende. Pero hay también
sobre el camino tales giros funestos y trágicos, donde el
alma desviada puede regresar sobre sus pasos.
De existencia en existencia, entonces, ella circula en
los abismos, pierde su humanidad, se vuelve demoníaca, tal
vez regresa a la animalidad, pues la cadena es continua1, y
vuelve a caer en los bajos fondos…
1
Los animales son parientes de los hombres, dicen los misterios
antiguos, como los hombres son los parientes de los dioses.
115
Y es entonces cuando hay que ascender. La
indestructible monad viva puede rebajarse pero nunca
desaparecer, ¡nunca! Hay que volver a comenzar la
espantosa ascensión a través de mil pruebas, de reino en
reino, de círculo en círculo en el que cada uno puede durar
siglos y siglos.
He aquí el verdadero infierno, según las leyes de la
evolución, y cuán más lógico es que el que han inventado
los dogmas. (Ed. Schuré.)
1
« Llevas en tu interior, decía Epictete, el jabalí de Erymanthe, el oso
de las cavernas y el león de Nemea, – Dompteles. »
125
Hasta ahora, los materialistas han buscado el secreto
de la vida universal, no en las causas superiores, sino en los
efectos tangibles que pueden ser diseccionadas por el
escalpelo y que pesan en la balanza.
Los cristianos, por su parte, la han buscado en las
nieblas de las regiones metafísicas donde se entrechocan los
argumentos, pero donde domina y se perpetúa la hipótesis.
Nuestros procedimientos son diferentes; nuestra
investigación está llevada con otro espíritu. Sabemos, de
fuentes solventes, que la causa efectiva del mundo reside en
el propio mundo a la que encierra y penetra, de la que ella
es el alama y el hogar.
Durante demasiado tiempo se ha creídos, sin pruebas,
y sostenido, sin argumentos plausibles, que la obra divina
se enmarcaba en el círculo restringido de nuestra economía
terrestre. No se ha querido comprender que es en el
encadenamiento y la colectividad de las vidas solidarias
como se revela la armonía universal y como se efectúa la
evolución general.
No es ni en el tiempo, ni en el espacio limitados,
donde puede ser mensurable la obra divina. Es en el infinito
donde se expande, en haces de soles, en fuentes de almas.
La creación es eterna, anterior a todo tiempo, desbordando
toda duración, y es ultrajar la razón más elemental
presentárnosla como saliendo de improviso de no sé que
nada súbitamente fecundada – acoplamiento de palabras
antitéticas, invención vana y vacía en la que la imaginación
más complaciente no sabría aceptar la quimérica fantasía.
Con todos sus mundos visibles e invisibles, sus
poblaciones planetarias, el universo no es otra cosa que un
inmenso taller, el taller de la eterna vida. Cada globo lleva
con él sociedades humanas cuyo desarrollo, valor moral y
grado de perfección varían de mundo en mundo, desde
nuestro ínfimo planeta, pobre grano de arena donde se agita
126
una de las aglomeraciones más inferiores de la jerarquía
cósmica, hasta esos globos enormes, resplandecientes,
donde brillan los más gloriosos representantes de las
confederaciones celestes1.
Pero todo progresa y se transforma, nuestra tierra
como las demás, y nosotros mismos, como los hermanos
que nos han adelantado.
Nacen hombres y mundos, viven y mueren. Mientras
algunos astros se apagan, otros astros se encienden en la
gran extensión. «Hay en el cielo cunas y tumbas,» dijo el
poeta. Pero, mientras esos mundos viejos se dislocan, se
desmoronan y siembran en los abismos sus despojos y sus
polvaredas, nuestras almas, victoriosas del tiempo y del
espacio, prosiguen su curso hacia otros cielos donde, bajo
los rayos de jóvenes soles, evolucionan las más gloriosas
humanidades.
Es de este modo como se lleva a cabo, sobre un plan
del que él solo conoce los secretos, las voluntades del
Organizador. Es así como se proseguirá por siempre la obra
de la vida; pues, en las soledades del espacio fecundo, es
por puñados como el augusto Sembrador lanza en amplios
vuelos la polvareda de esos mundos, esas « moradas
celestes » donde se dan el último toque las divinidades – y
es ante el gran órgano del universo, sobre su
inconmensurable teclado del que cada acorde es un
torbellino de soles y tierras, como el Artista supremo toca,
de edad en edad, el himno eterno del génesis infinito.
_______________________
1
Paráfrasis de algunas bellas páginas del Sr. LéonDenis (Christianisme
et Spiritisme)
127
CAPÍTULO IV
LA EPOPEYA DE LA VIDA
EL NACIMIENTO
1
Recordemos, para evitar toda confusión, que un Espíritu es uno de los
seres inteligentes que pueblan el mundo invisible, que el alma es ese
mismo Espíritu después de su encarnación, que el cuerpo fluídico o
etérico sirve de intermediario entre el alma y el cuerpo; de tal modo que
el hombre, organismo triple, se compone de una personalidad corporal,
de una personalidad mental o psíquica y de una personalidad fluídica o
etérica, de materialidad variable, relativa y para siempre inseparable,
sea del Espíritu desencarnado, sea de ese mismo Espíritu encarnado que
desde entonces toma el nombre de alma como acabamos de decir.
¿Quién sabrá nunca decir de que facultades misteriosas, desconocidas
en la tierra, está dotada esta triple personalidad?
131
se debate bajo el abrazo, y no es más que de lejos, por así
decirlo, como escucha las llamadas del invisible genio
interior cuya presencia no se hace sentir más que « por el
batir de sus alas », como dice Pitágoras.
Tan grande es el cuerpo que la oprime, la violenta, la
inflama con sus pasiones carnales; como otro tanto es el
espíritu que la atrae hacia las regiones tan elevadas que
olvida momentáneamente el cuerpo. Pero cuanto sufre por
culpa de esos tirones, en medio de los cuales busca
obstinadamente la felicidad – es decir la libertad de sus
alas.
Desde que comienza a efectuarse, bajo la acción del
cuerpo fluídico, el agrupamiento molecular de donde
surgirá el cuerpo del nuevo encarnado, y que, bajo la
influencia del fluido vital, se organiza y se modela la
materia animalizada, un profundo trastorno se apodera del
alma a la que paraliza una especie de sopor. Sus facultades
disminuyen; su memoria se desvanece, su conciencia se
obscurece y la pobre Psique se duerme y sueña en su nueva
crisálida.
Todavía no ha perdido el recuerdo de su patria celeste.
Todavía es visible a sus ojos el guía espiritual que le ha
indicado la mujer que va a ser su madre1… ¡Ella se promete
no olvidar la luz en el mundo de las tinieblas!... ¡Pero qué
confuso resulta todo en el umbral de ese mundo nuevo!
1
Para el hombre y la mujer realmente iniciados, dice Ed. Schuré, que
saben que el alma del niño preexiste en su nacimiento terrestre, la
concepción se convierte en un acto sagrado, la llamada de un alma a la
encarnación.
Entre el alma encarnada y la madre, hay casi siempre un profundo
grado de similitud. Como las mujeres malvadas y perversas atraen a los
Espíritus demoniacos, las madres tiernas atraen a los divinos Espíritus.
También santa y divina es la tarea de la madre que en su hijo debe crear
una nueva morada, suavizarle su prisión y facilitarle la prueba. – (Les
Grands Initiés.)
132
Durante años, largos años de débil infancia, ella
deberá preparar su nuevo organismo, adaptarlo a sus futuras
funciones. Ella lo sabe, pero se resigna, recordando tal vez
a pesar de su crecimiento que no ignoraba, al descender a la
tierra, cuán ruda es la escuela por donde deben pasar los
reencarnados.
Es aquí abajo donde está realmente ese « purgatorio »,
del que religiones mal informadas han hecho como el
vestíbulo del paraíso; y es ahí como tenemos que renacer y
sufrir. ¿No pasamos todos los días por la dolorosa
experiencia? Es ahí como todo se liquida, se rescata, se
repara… sin prejuicio de posteriores purificaciones. A cada
una de las faltas de antaño cometidas, corresponde un
castigo proporcional. El abuso de las riquezas, el orgullo, el
egoísmo, la crueldad tienen por vengativas contrapartidas la
miseria, las humillaciones, el egoísmo de los demás y los
malos tratos de los despiadados. Lo que se ha infligido se
sufre. Y si nuestra mirada estuviese dotada de una cierta
doble visión especial, distinguiríamos, bajo el rostro
grotesco o bestial de los deformes, idiotas y locos, almas en
trabajo de rehabilitación que humilla la abyección y que
tortura la impotencia.
No nos riamos de esos miserables. En esos sepulcros
de carne, bajo esas odiosas larvas, podemos sospechar
culpabilidades; pero son culpabilidades que sufren, gimen,
expían y solicitan nuestra piedad.
_________________
_________________
LA VIDA
1
La Montagne.
145
Luego llegó el periodo de los colosos mamíferos:
Megaterios, mamuts y mastodontes de los que los elefantes
de nuestros días no son más diminutos. Junto a la fauna se
desarrolló en su joven potencia una flora lujuriosa. Hojas y
flores enguirnaldaron la tierra. En los bosques nuevos, de
otro modo ricos como las bosques de hulla, apareció el
pájaro cuyas alas van de una isla a otra, ya todas colmadas
de insectos. Por encima de la tierra, de los bosques y de los
mares cuyas olas susurraban en los golfos redondeados, se
extendió un cielo sereno, resplandeció un sol radiante.
De esta tierra hasta entonces llana y uniforme,
surgieron las jóvenes montañas. Se levantó el Jura. Los
Pirineos se agitan y se levantan. Los Alpes, hasta antes
humildes colinas, se elevan a su vez. Vacilantes al principio
y no subiendo más que lentamente, de nuevo se arrodillan
en el mar Helvético, luego se vuelven a levantar finalmente,
altos y orgullosos tal y como hoy los vemos. Al mismo
tiempo, más allá, se alza el Cáucaso, mientras que el
gigantesco Himalaya amontona sobre sus contrafuertes sus
cimas dominadoras y sobre la otra cara del globo, las
cordilleras de los Andes, tomadas del mismo
estremecimientos, erizan de una América a la otra las
vértebras de su espina colosal.
1
Ed. Quinet. La Création; de Rossi, Congreso de Antropología, 1867.
2
L’Évolution animique.
147
por todos los estados que el alma ha recorrido con
anterioridad. »
1
En una humanidad suficientemente evolucionada, – dice el Dr. E.
Gyel, es decir inteligente y buena, el principio de obligación dará lugar
al principio de libertad. La noción de deber desaparecerá casi por
completo para ser sustituida por la noción del amor. En efecto, se habrá
convertido en un placer hacer el bien y un sufrimiento hacer el mal.
148
deshaciéndose de las escorias y haciendo subir a la
superficie al que se sumía en la oscuridad de los bajos
fondos.
Bajo la influencia de esta ineluctable higiene del alma
que le impone la ley de la evolución, las perspectivas
cambian, los horizontes se amplían. No se trata en esta
ocasión de esa rareza dogmática, base de nuestras religiones
modernas, que transforman en factores de salvación
personal las diversas tribulaciones de la tierra, rebajando
esta obra que solo el egoísmo inspira y dirige.
1
Terre et Ciel (resumen de los principales pasajes)
2
Ver les Terres du ciel de C. Flammarion.
150
cada grano de polvo es un mundo, la inmensidad se anima a
nuestros ojos. No puedo distinguir los grupos vivos que la
habitan; pero veo los faros que las agrupan y me emociono
con la idea de que los rayos que nos llegan a través del
espacio sean los mismos rayos que iluminan a todos esos
hermanos celestes. Respiramos todos juntos en la misma
luz. ¿Cómo no estar agitado en el fondo del alma con la
idea de tantos seres desconocidos que nos rodean,
compartiendo con nosotros el mismo tiempo, el mismo
espacio, el mismo éter y, bajo la mano del mismo soberano,
se precipitan a través de las peripecias infinitas de la vida,
hacia la misma inmortalidad.
Pero lo que hay que comprender bien, es que el cielo
no es una morada; es un camino. Esos archipiélagos de
planetas, esas pálidas nebulosas, esos soles no son una
estancia fija. Son las etapas de la inmensidad por donde las
almas deben pasar para recorrer las variadas fases de su
inmortalidad. La inmortalidad de las almas no tiene
descanso como el universo no tiene límites. El principio del
progreso no da tregua a la inagotable actividad de esas
inmortales viajeras. Nuestra propia tierra no es más que una
de las mil posadas sembradas en el camino del infinito.
Nuestro nacimiento aparente no designa la edad de
nuestra alma. Ella ya ha vivido como seguirá viviendo en
otra parte.
La continuidad de la vida no es para ella más que una
serie de emigraciones. En cada una de estas etapas
marcadas sobre la ruta del cielo, ella se desprende del
cuerpo que había tomado, atrae hacia ella los elementos
necesarios y se hace de ese modo un nuevo organismo para
un nuevo destino, otro cuerpo para nuevas tierras.
Ir siempre más allá en el cielo, debería ser el deseo de
todas las almas; pero no todas obedecen a esta ley sublime.
Son libres y pagan un alto precio por el privilegio de esa
151
libertad. Pueden rebajarse por bajos pensamientos, deseos
impuros, actos más o menos criminales, obedecer a las
solicitudes de la materia. Entonces son castigadas no
directamente por el Ordenador de los destinados, sino por
las consecuencias mismas que se desprendes de sus
desfallecimientos.
La maravillosa economía del plan divino descansa
sobre leyes tan simples para los fenómenos espirituales que
son las que rigen los fenómenos materiales. Leyes de
unidad, de concordancia, de similitudes por todas partes
iguales. Son leyes análogas a las de la atracción que
presiden en la equitativa distribución de las penas y las
recompensas, leyes de afinidades según las cuales las almas
desencarnadas se encuentran naturalmente conducidas al
lugar que les asignan sus meritos o sus deméritos. Por sí
mismas suben a condiciones más elevadas, mientras una
fuerza equivalente pero inversa las arrastra, llegado el caso,
hacia situaciones inferiores.
Y son esos diversos estados de las almas lo que
explica todas las desigualdades físicas e intelectuales que
diferencian a los hombres.
La muerte se encuentra pues en el punto de partida de
una encrucijada de rutas divergentes que deslumbran en
todas direcciones. La que debe seguir nuestra vida futura
está desde hoy en nuestras manos, pues no es en definitiva
más que la prolongación de nuestra vida presente.
De todos estos caminos, ¿cuál tomar? – Aquél que
sube recto. Sobre los demás nos estacionaríamos, daríamos
rodeos, tal vez diésemos marcha atrás. Solo el que nos lleva
en línea recta al ideal. El Polyorama data originalmente de
mediados del siglo XVIII, y consiste en una serie de tarjetas
ilustradas que combinan para formar un paisaje sin fin. Se
pueden colocar las tarjetas en cualquier orden, y los cuadros
inmóvil cabrán juntos para crear un paisaje. Con 16 cuadros
152
hay 16 posibilidades factoriales, es decir, se pueden realizar
20.922.789.888.000 de posibilidades de unir los 16 cuadros
para formar el paisaje sin fin
Es esta vía central la que forma el eje del universo. Es
alrededor de ella donde todo se agita; es en ella a donde
todo regresa. Desde el punto cualquiera que partan las
almas, hacia algún hogar lejano al que las hayan
transportado las perturbaciones y los giros de su destino,
siempre acaban por incorporarse a esta vía, y el hombre se
elevará a través de los esplendores crecientes del mundo
sideral, medidos por una ley de infalible proporción a los
esplendores de sus virtudes.
¡Maravillosa apoteosis!
_________________________
156
157
CAPÍTULO V
LA MUERTE
1
Expresión figurada empleada por un Espíritu desencarnado en una
comunicación de ultratumba.
163
En resumen, el destino de las almas después de la
muerte está establecida por una ley natural análoga a las
leyes de atracción y de afinidad. El espíritu impuro, pesado
por los fluidos materiales, permanece confinado en las
capas inferiores, mientras que el alma pura y ligera flota y
sube naturalmente hacia las regiones radiantes.
Por otra parte, lo sabemos, es en su propia conciencia
como el Espíritu encuentra su recompensa o su castigo. Él
es su propio juez. Tras la caída del último trozo de su carne,
aparece a sus ojos el intenso panorama de sus vidas
transcurridas. Todo surge de las sombras; todo reaparece al
día.
Hora amarga de desilusiones y remordimientos,
cuando reaparecen las escenas criminales.
Por el contrario, hora exquisita de satisfacción serena
y de goces inefables, cuando se vuelven a ver las buenas
acciones sencillamente cumplidas y los desinteresados
actos de abnegación.
Y es entonces cuando aparece entera, innegable, la
correlación que vincula, las unas a las otras, todas las
existencias sucesivas. El pasado explica el presente que así
mismo hace prever y determina el futuro.
Pero abandonemos esas regiones de inquietud y
angustia. Salgamos de ese agujero de Hécate, de ese Erebe,
de esa valle de sombras de la muerte… y penetremos en la
luz.
________________________
164
165
CAPÍTULO VI
VOLVER A NACER
¡Deslumbramiento y vértigo!...
Pobre e inexpresiva lengua la nuestra. ¿En qué
términos y mediante que imágenes, voy a intentar dar una
idea, incluso confusa, de las inconcebibles sensaciones que
experimenta el ama luminosa desde su llegada a la patria
reconquistada, bajo su transparente envoltura etérea?
Todo recuerdo de la tierra de los dolores se ha
esfumado súbitamente.
Renacemos como hemos nacido. Abandonamos esta
tierra en una inconsciencia de limbos donde acaba de
llevarse a cabo nuestra última fase de depuración. Tras la
inconsciencia viene una especie de sopor o sueño, sueño
diáfana en el éxtasis del cual experimentamos unas vagas
pero exquisitas delicias. Sentimos que se opera en nosotros,
mediante una lenta metamorfosis, una regeneración
gradual. Vemos caer, escama por escama, todas nuestra
taras humanas, todos nuestros antiguos estigmas de
minusvalías y de dolores.
Es entonces cuando se realiza, en su intensidad
radiante, la vieja pero admirable imagen de la mariposa
simbólica que, al salir de su oscura crisálida que un último
golpe de ala rompe, levanta el vuelo en un rayo de sol.
1
Recordad la melodiosa estrofa del poeta:
______________________
172
173
CAPÍTULO VII
PRUEBAS Y TESTIMONIOS
1
Le Spiritisme dans le monde.
176
Y ahora, podemos dar la vuelta al mundo antiguo y,
por todas partes encontraremos prácticas semejantes a las
que caracterizan las primeras manifestaciones religiosas.
Desde tiempo inmemorial en China se entregan a la
evocación de las almas de los antepasados. Desde China
vemos esos ritos pasar a Asia, luego a Palestina, también a
Egipto. Se conocen los prodigios que llevaban a cabo los
magos de los faraones, rivalizando con los que operaba el
propio Moisés, según los testimonios de la Biblia, y, aún
formando parte de las manifiestas exageraciones que
puedan encerrar esos relatos legendarios, no podemos
cuestionar que fuesen evocaciones que hicieses esos magos,
puesto que Moisés, habiendo sido iniciado en los templos
de Egipto, prohibió formalmente a los hebreos que se
dedicasen a esas prácticas misteriosas.
Lo que no impide en absoluto a Saúl ir a consultar a la
pitonisa de Endor y comunicarse por su intermediación con
la sombra de Samuel. De las pitonisas, nos encontramos en
Grecia. Homero, en su Odisea, cuenta ampliamente como
Ulises pudo conversar con la sombra del divino Tirésias.
Apolonio de Tyane, sabio filósofo pitagórico y taumaturgo
de un destacado poder, poseía conocimientos muy amplios
sobre la ciencia oculta. Su vida está repleta de hechos
extraordinarios. Ahora bien, en el número de los principios
fundamentales de su doctrina, figuraría la creencia en los
Espíritus, y en sus posibles comunicaciones con los vivos
de esta tierra. Se sabe, por otra parte, el papel importante
que desempeñaron en Roma esas mismas prácticas de
evocación de los muertos. Las sibilas, de las que se conocía
su relación con los Espíritus, eran consultadas antes de
cualquier empresa, y los propios generales – personajes
poco místicos de ordinario – se esmeraban en considerar la
opinión de esas sacerdotisas, antes de emprender cualquier
tipo de expedición.
177
Puras supersticiones, – se argumentará sin duda. – De
acuerdo, pero ¿qué importa el espíritu con el que estuviesen
hechas esas consultas? La superstición de las personas
vulgares no era sin duda más que la parodia de la fe de los
hombres serios, pero ella no testimoniaba menos a favor de
la importancia atribuida a las convicciones sinceras.
Poco a poco esas prácticas se vulgarizaron y fueron
ejercidas fuera de los templos, sin el control de la casta
sacerdotal. Tertullien, Ammien Marcellin dejan entender
que ellas se hicieron, por así decirlo, de dominio público.
Hablan de « mesas que profetizan », de « barreños mágicos
» y «de anillas reveladoras ».
Inútil añadir, sin duda, que fue debido a las más
rigurosas medidas de represión, como los poderes
teocráticos se esforzaron, desde el principio, en oponerse a
esta vulgarización de las doctrinas secretas. Se sabe, en
particular, como la Iglesia católica, que más que otra tiene
necesidad de una fe ciega, sintió la necesidad de combatir
por el hierro y el fuego esas prácticas « detestables y desde
todo punto condenables ». Con que indignación « de
ultratumba » podrían testimoniar esas innumerables
legiones de mártires, esos millones de supuestos magos y
de brujos inocentes que, condenados con una ferocidad
increíble por los Bodin, los Delancre, los Del Rio y otros
infames, expiaron en las piras torturadoras, el inexpiable
crimen de haber evocado a los Espíritus. Cuántos
miserables alucinados, neuróticos, sofocados por la miseria
y las enfermedades, perecieron en medio de los más
espantosos suplicios… « para mayor gloria de Dios », por
supuesto1.
Toda esa sangre no ahogó la idea. Invencible,
indomable, el alma humana remonta, aspirando al cielo,
1
Gabriel Delanne, le Phénomène espirite; Michelet, la Sorcière.
178
llamando a sus hermanos desde lo alto y los hermanos
respondieron.
¿No son aquellos que, bajo el árbol de las hadas, se
aproximan al oído de la pastora de Domrémy, a hablarle de
Francia, de la patria y la sacuden con estremecimientos
heroicos? ¿No son lo que, en el laboratorio de los
alquimistas o el despacho de los filósofos, vienen a inspirar
a los Paracelso, los Cornelios Agripa, los Swedenborg, los
Jacob Boehm, al Conde de Saint Germain, san Martín y
tantos otros, a agitar a las poseídas de Loudun, exaltar los
temblores de los Cévennes, al igual que a las convulsas del
cementerio de Saint-Médard? – Todas las neurosis de la
tierra, sanas o maléficas, todas las vibraciones de la
humanidad provienen del hilo eléctrico que enlaza nuestro
mundo con el mundo de los desencarnados.
De un extremo al otro de nuestro planeta, de siglo en
siglo, se extiende la estela luminosa, intermitente a veces,
pero reapareciendo sin cesar, pasando de un continente al
otro y estallando en ciertas épocas con irradiaciones
repentinas.
« A la misma hora y sobre diversos puntos del globo,
se levantarán reformadores que predicarán doctrinas
análogas. Cuando en China, Lao-Tesée heredaba del
esoterismo de Fo-Hi, el último Buda, Cakia-Mouni
predicaba en las orillas del Ganges. En Italia, el sacerdocio
etrusco enviaba a Roma a uno de sus iniciados, provisto de
libros sibilinos, el rey Numa que intentó detener mediante
sabias instituciones la amenazadora ambición del Senado
romano.
Y no es en absoluto una casualidad que esos
reformadores apareciesen al mismo tiempo entre pueblos
tan diversos. Sus misiones, diferentes en apariencia pero
análogas y convergentes, concurrían en un objetivo común,
que no era ni más ni menos que la inauguración de la era
179
moderna, la transición del mundo antiguo a una nueva fase
de la evolución humana.
Esto demuestra que en determinadas épocas fijadas
por los diseñadores de arriba, una misma corriente
espiritual atraviesa misteriosamente toda la humanidad,
indecisa y estremecida. ¿De dónde viene? De ese mundo
divino que está fuera de nuestra vista, pero cuyos genios y
profetas son los enviados y los testigos.» (Ed. Schuré.)
_____________________
180
181
CAPÍTULO VIII
1
Extraído del relato de un testigo ocular, la Sra. Emma Hardinge, mujer
inteligente e instruida que escribió La Historia del moderno
espiritualismo en América. (Choses de l’autre monde, E. Nus.)
182
imitar, como burlándose, el ruido y el chirriar que
producían las agitadas bisagras.
Fue entonces cuando la inocente Kate, que había
acabado por familiarizarse con el nocturno alborotador,
chasqueó sus dedos y exclamó:
– ¡Aquí, Señor Pata Hundida! Haga como yo.
El efecto fue instantáneo. El Sr. Pata Hundida hizo oír
inmediatamente los mismos chasquidos de dedos y en
número exactamente igual.
– Cuenta diez, – pidió la madre no menos estupefacta
que sus hijas.
El personaje, dócilmente, dio los diez golpes
solicitados.
–¿Qué años tiene mi hija mayor? ¿Qué edad tiene
Kate?
A las dos preguntas siguieron dos respuestas
absolutamente exactas: quince y doce años.
–¿Cuántos hijos tengo?
La respuesta en esta ocasión fue equivocada. Fueron
dados siete golpes. La Sra. Fox no tenía más que seis hijos.
La pregunta fue repetida; la respuesta la misma:
siempre siete.
Y la Sra. Fox se dio cuenta:
– ¿Cuántos tengo vivos?
–Seis – fue respondido.
– ¿Cuántos han muerto?
Un único golpe fue dado. Todo estaba explicado.
– ¿El que golpea es un hombre?
No hubo respuesta.
– ¿Eres un Espíritu?
Dos golpes rápidos y repetidos con energía no dejaron
ninguna duda sobre la naturaleza afirmativa de la respuesta.
– ¿Seguirías golpeando aún si llamo a unos vecinos?
183
Nuevos golpes afirmativos. Fueron avisadas unas
personas del vecindario y, durante toda la noche, se
procedió a las mismas experiencias, con el mismo éxito.
Se le hicieron muchas otras preguntas, pero
pausadamente, con más orden y precisión. Los curiosos
atraídos no se conformaron con preguntas y respuestas
lacónicas. Un tal Isaac Post, miembro estimado de la
Sociedad de los Cuáqueros, se dedicó a recitar en voz alta
las letras de alfabeto, invitando al Espíritu a designar por un
golpe aquellas que debían componer las palabras que quería
expresar. La experiencia resultó del todo exitosa. Desde ese
día fue encontrada la telegrafía espiritual y hecha posible la
comunicación con lo invisible.
Se observará además que el fenómeno se manifestaba
sobre todo en presencia de las dos señoritas Fox y de Kate e
particular. La mediumnidad fue descubierta y constatada1.
1
Se llaman médiums a los seres especialmente propensos, por la
delicadez y sensibilidad de su sistema nervioso, a favorecer la
manifestación de los Espíritus y en los cuales se produce a veces una
verdadera encarnación, una toma de posesión por el Espíritu que lo
sustituye. Son los sensitivos, los clarividentes, aquellos cuya vista
traspasa la niebla que nos oculta los mundo etéreos, y, por una especie
de claridad, consiguen entrever algo de la vida celeste. Algunos incluso
tienen la facultad de ver los Espíritus y de escuchar de ellos la
revelación de las verdades superiores,
Todos somos médiums, pero más o menos y en grados diferentes.
Muchos los son ignorándolo completamente. Pero no hay hombres
sobre los que no actúe la influencia buena o mal de los buenos o malos
Espíritus. Vivimos en medio de una multitud invisible que, silenciosa,
atenta a los detalles de nuestra existencia, participa mediante el
pensamiento en nuestros trabajos, en nuestros goces, en nuestros
sufrimientos. Parientes, amigos, indiferentes, enemigos, todos son
llevados hacia los lugares y hacia los hombres que han conocido. Esta
muchedumbre invisible influye en nosotros, nos inspira a nuestras
espaldas e incluso en algunos casos nos obsesionan o nos persiguen con
su odio y sus venganzas.
184
Tales fueron, en su ingenua simplicidad, los inicios
del fenómeno que iba a revolucionar América y el mundo.
Negado por la ciencia oficial, ridiculizado por una prensa
ignorante y sistemáticamente maliciosa, anatomizado por la
intolerancia de un dogmatismo que nada quería ver ni
escuchar, condenado por lo que se llama la « justicia de los
tribunales », explotado por charlatanes sin vergüenza,
teniendo contra él todo lo que el mundo oficial puede verter
de injurias y desprecio… pero poseyendo por el contrario
esta fuerza todopoderosa que se llama la verdad, al mismo
tiempo que la irresistible atracción que siempre ha ejercido
lo maravilloso sobre la imaginación de los hombres – el
nuevo espiritualismo iba a entrar en escena y conquistar ese
innumerable pueblo de adeptos que, de un extremo a otro
del mundo, se cuenta hoy por millares y por millones.
___________________
_______________________
194
CAPÍTULO IX
_______________________
197
CAPÍTULO X
_____________________
206
207
CAPÍTULO XI
__________________
211
CAPÍTULO XIII
LOS HECHOS
__________________
LA MESA GIRATORIA
1
Juego de mesa similar al backgammon, que consta de un tablero y
fichas redondas como las de las damas (Nota del T.)
218
–Esto es demasiado estúpido.
–¡Bah! – exclamó uno de nosotros – intentémoslo de
todos modos.
Dispusimos en medio de la habitación una mesa de
comedor pesada y maciza. Nos sentamos alrededor;
aplicamos sobre ella nuestras manos, luego esperamos,
siguiendo la fórmula… y, al cabo de algunos minutos, la
mesa osciló bajo nuestros dedos.
–¿Quién es el bromista?
Declaramos nuestra inocencia; pero cada uno, con un
ojo a cada lado, sospechó de su vecino; cuando de repente
la mesa se levantó sobre dos patas. Esta vez no hubo dudas
posibles. Era demasiado pesada para que un esfuerzo,
incluso muy aparente, pudiera hacerla subir de tal modo.
Además, como para burlarse de nosotros, quedó inmóvil, en
equilibro sobre dos patas y se resistió bajo los brazos que
querían hacerla volver a su posición natural, lo que
conseguimos finalmente gracias a un enérgico contrapeso.
Nos miramos aturdidos.
– ¿Qué diablos pasa aquí?
Luego se puso a girar bajo nuestras manos. Nos
levantamos empujando hacia atrás nuestras sillas y
seguimos sus movimientos que pronto fueron dominados y
dirigidos por nuestra voluntad.
El fenómeno es real, indiscutiblemente. Cada uno de
nosotros, uno a uno, puede suscribir las marchas y
contramarchas, las conversiones y balanceos que se
ejecutan al instante.
Repetimos la experiencia los días siguientes; idénticos
resultados. Tomamos una mesa de juego, un velador. El
velador mucho más ligero discurría bajo nuestros dedos, se
levantaba a nuestra voluntad sobre cada una de sus patas,
imitaba el movimiento de la cuna o el balanceo de la ola.
219
Esta fuerza está en nosotros y procede de nosotros
evidentemente, puesto que es necesario nuestro contacto
para animar esa madera inerte. « Animar » es la palabra,
pues, una vez nuestras manos posadas sobre la mesa, ya no
es una cosa, es un ser.
Teorías hasta donde alcanza el horizonte.
–Pues bien, he aquí que comunicamos un movimiento
físico mediante una descarga de electricidad.
–Hay que aceptar eso – decía Franchot – porque no
podemos hacer otra cosa; pero hay una pequeña dificultad;
¿cómo explica usted esta transmisión a la materia, de
nuestro pensamiento y de nuestra voluntad? Pues, al fin y al
cabo, esta mesa es inteligente, al menos tanto como el
caniche mejor entrenado, ya que ejecuta órdenes. ¿Qué digo
tanto? Mucho más, puesto que no tiene necesidad, para
comprendernos, ni de palabras, ni de gestos, ni siquiera de
señales. Nos basta querer para verla obedecer
inmediatamente.
– Sin embargo debe ser así, y del mismo modo que le
transmitimos el espíritu le transmitimos la fuerza, sino…
¿Qué es entonces?
–Veo bien lo que ocurre; pero que el diablo me lleve
si lo entiendo.
Estábamos sin argumentos.
LA MESA PARLANTE
1
La traducción al español no permite conservar el número exacto de 12
palabras (Nota del T.)
226
darnos sus definiciones magistrales, verdaderas hazañas de
fuerza literaria que tan intensamente excitaban nuestra
curiosidad.
A veces, nueva prueba de le extraña espontaneidad de
este misterioso fenómenos, rechazábamos aceptar una
definición por demasiada fantástica u oscura e
inmediatamente, sin la menor vacilación, nos dictaba otra
completamente nueva, ¡y siempre en doce palabras!
He aquí un ejemplo característico: En la definición de
la geología, nos dictó esta extraña frase:
–«Aromas internos de toda revolución que modifica
las diversas capas del planeta.»
–No queremos eso – le dijimos. – En primer lugar no
está claro y además uno no comienza una frase por «aromas
internos».
Inmediatamente dictó:
–«Estudios de las trasformaciones del ser planetario
en sus periodos y revoluciones de existencia.»
¡Magnífico!
Prosigamos. He aquí toda una serie de respuestas,
algunas de las cuales son soberbias.
Física.– «Conocimiento de las fuerzas materiales que
producen la vida y el organismo de los mundos.»
Química.– «Estudio de las diversas propiedades de la
materia en lo simple y en lo compuesto.»
Botánica.– «Serie de seres organizados conservando
el medio entre el mineral y la animalidad.»
Pasión.– «Nota de teclado del alma cuya vibración
resuena completamente en Dios.»
¿Qué es Dios?
«Unidad absoluta, infinita, universal, parte de todos
los todos, todo de todas las partes.»
Y la mesa, para completar sin duda esta definición,
nos enseñó esta admirable oración:
«Vida universal, divino poder, movimiento infinito,
fuerza única, moral eterna, fe unitaria, verdad absoluta,
¡DIOS!
Haz que la asociación de los hombres se solidarice
por el amor, por la ciencia; que adelante en la patria
procreable.»
OTRA MESA
232
Todavía más frases de doce palabras, pero no en
París, esta vez en el campo, lejos de nuestro grupo de la
calle de Beaune y con un nuevo cooperador.
Pero siempre de la pura quintaesencia metafísica.
Citemos algunas.
___________________
238
239
CAPÍTULO XIV
1
He aquí la enumeración abreviada de esos fenómenos:
Cuerpos pesados elevándose en el aire (en algunos casos hombres), y
quedando algún tiempo allí sin soporte visible o tangible.
Apariciones de manos y formas parecidas vivas por su movilidad, y
habiendo sido tocadas por los asistentes.
Ejecución de fragmentos musicales perfectamente interpretados, sin que
ningún agente constatable hubiese tocado los instrumentos oídos.
Ejecución de dibujos y punturas producidos en un tiempo tan corto que
toda intervención humana era imposible.
242
espiritualistas están ciertamente en el camino que lleva al
avance de las ciencias físicas, mientras que los opositores
son los representantes de los que han trabado todo progreso.
Lo he dicho y lo he repetido, los Espíritus golpeadores
están sobre la buena vía, porque tienen el espíritu del
universal examen.»
En cuanto al testimonio del Sr. Varley, es este:
Tras haber dado fe ampliamente de dos sesiones
extraordinarias obtenidas, gracias al concurso del célebre
médium Home, concluyó lo siguiente:
«En cuanto a las manifestaciones producidas, existen
entre ellas numerosas relaciones y algunas cuya exactitud
esta garantizada tan bien en nuestro siglo como en los
siglos pasados. No hacemos más que estudiar nuevamente
lo que ha sido objeto de las investigaciones de los filósofos
de hace mil años, y si un hombre versado en el
conocimiento del griego y el latín quisiera traducir los
escritos de esos grandes hombres, el mundo pronto sabría
que todo lo que ha tenido lugar ahora no es más que la
repetición de antiguos hechos, y qué alto subiría el crédito
de esos viejos sabios tan clarividentes, porque ellos están
por encima de los estrechos prejuicios de su siglo y parecen
haber estudiado el tema que nos ocupa en unas
proporciones que sobrepasan con mucho nuestros
conocimientos actuales.»
1
De la Réalité des Esprits, pp 66 y 67.
245
«Al día siguiente, el autor hizo de nuevo una veintena
de experiencias dejando la caja abierta y no perdiéndola de
vista. Fue entonces cuando vio que unos caracteres y unas
palabras en lenguaje estonio se formaron sobre el papel, sin
que el lápiz se moviese. Desde ese momento, el autor,
viendo la inutilidad del lápiz, dejó de colocarlo sobre el
papel. Simplemente depositó una hoja de papel sobre una
mesa y obtuvo de ese modo mensajes1.
El barón de Guldenstubblé repitió el experimento en
presencia del conde de Ourches y éste obtuvo una
comunicación de su madre, con su firma, idéntica a la
escritura manuscrita de la condesa.
1
Al final de la obra del barón se encuentran los fac-similes de esas
escrituras.
2
Les Miracles et le moderne Spiritualisme, pp. 182 y 183.
246
1
Spiritisme ou Fakirisme occidental, pp. 393 y siguientes.
249
Hemos visto darse en fenómeno en Inglaterra, en
Alemania, en Francia; pasemos ahora a América.
Lo que el Dr. Gibier no había visto, es decir el
pizarrillo escribía solo, el profesor Elliott Coues lo pudo
constatar con gran asombro.1
«Hace poco tiempo aún, – dice – apenas podría
haberme imaginado que iba a escribir una historia
semejante. Sin embargo, no puedo callarme en presencia de
semejantes hechos, sin que se pueda acusarme de cobardía
moral.»
El profesor cuenta que, encontrándose en San
Francisco en octubre de 1891, se presentó, acompañado de
su esposa, en el domicilio de una médium llamada Sra.
Mena Francis.
«Nos hizo entrar en una habitación iluminada por el
sol y nos sentamos ante una pequeña mesa, donde se
encontraban dos pizarras que la médium nos invitó a
examinar detenidamente. Tomó una de las pizarras, puso
encima un trozo de pizarrillo y la pasó bajo la mesa
agarrándola por una esquina, con una mano, mientras que
su otra mano era visible sobre la mesa:
«Sentada en su sillón, mientras que dos pares de ojos
estaban fijos en ella, dijo con voz tranquila:
« ¿Los queridos Espíritus querrán escribir?»
«Y de pronto se dejó oír un pequeño ruido de rasgado
bajo la mesa: Era el pizarrillo que escribía, y puede
entenderse mi estupefacción, cuando la Sra. Francis
retirando lentamente la pizarra de debajo de la mesa, vi al
descubierto, a plena luz y a algunas pulgadas ante mí, vi,
digo, el pizarrillo escribir por sí mismo, y acabar las últimas
palabras de una frase cuyas líneas cubrían casi toda la
pizarra.»
1
Annales psychiques, 1892.
250
«Puedo añadir que la experiencia duró más de una
hora, que fue variada y que, durante todo ese tiempo,
pudimos ver, tanto mi esposa como yo, el pizarrillo
escribiendo solo sin la intervención de ninguna mano
visible.
«Y lo que escribía ese pizarrillo, no eran precisamente
palabras escritas al azar, sino respuestas inteligentes
respondiendo a las preguntas que planteamos en repetidas
ocasiones, comunicaciones de personas fallecidas, pero a
las que mi esposa y yo habíamos conocido en vida. »
____________________
255
CAPÍTULO XV
ESPIRITISMO TRASCENDENTAL
1
Recherches expérimentales sur le Spiritisme.
256
comunicación nos fue hecha en estos términos: «Vamos a
producir una manifestación que os dará la prueba de nuestro
poder.»
«Y casi de inmediato, los tres oímos el tintineo de una
campanilla, no estacionario, sino yendo y viniendo por
todos lados en la habitación, unas veces tocándome la
cabeza, otras rozando el suelo. Después de haber sonado de
ese modo durante al menos cinco minutos, esa campanilla
cayó sobre la mesa, muy cerca de mis manos.
«Durante toda la duración del fenómenos, nadie se
movió y las manos de la Srta. Fox permanecieron
perfectamente inmóviles. Yo pensaba que no podía ser mi
pequeña campanilla la que había sonado, pues la había
dejado en la biblioteca.
«Encendí una vela. No había duda, sobre la mesa
había una campanilla. Me dirigí rauda hacia la biblioteca.
De un vistazo vi que la campanilla no se encontraba donde
la había dejado. Dije a mi hijo mayor: «¿Sabes dónde está
mi pequeña campanilla?»
«–Sí, papá, aquí. – y me mostró el lugar donde
hubiese debido estar. Y levantando los ojos: No, – dijo – ya
no está; pero estaba ahí hace un momento.
«–¿Qué quieres decir? ¿Alguien ha venido a cogerla?
«–No, nadie ha venido; pero estoy seguro de que
estaba ahí, porque al entrar en la biblioteca, J. (el más joven
de mis hijos) se ha puesto a hacerla sonar tan fuerte, que yo
no podía estudiar y le dicho que parase. J. confirmó esas
palabras y añadió que él había puesto la campanilla donde
la había encontrado.
«Vemos pues que fue necesario que los Espíritus
hiciesen pasar esa campanilla a través de la pared para
llevarla al comedor. El fenómeno no puede comprenderse
más que suponiendo que la materia puede pasar a través de
la materia: lo que no es imposible en definitiva, puesto que
257
se ve que el agua bajo presión suficiente rezuma por los
poros de una esfera de oro, o el hidrógeno se filtra a través
de las paredes de un tubo de hierro al rojo vivo y más
usualmente el petróleo a través de la porcelana.»
Otro relato de William Crookes:
«El segundo caso que voy a relacionar tuvo lugar a
plena luz, un domingo por la tarde, en presencia del Sr.
Home y de algunos miembros de mi familia. Mi esposa y
yo, habíamos pasado la jornada en el campo y habíamos
recogido algunas flores. Llegando a casa, las entregamos a
una sirvienta para que las pusiese en agua. El Sr. Home
llegó pronto y todos juntos nos dirigimos al comedor.
Cuando estuvimos sentados, la sirvienta trajo las flores que
había introducido en un jarrón. Yo las situé en medio de la
mesa cuyo mantel había sido retirado. Era la primera vez
que el Sr. Home veía esas flores.
«Tras haber obtenido varias manifestaciones, la
conversación derivó sobre algunos hechos que no parecían
poder explicarse más que admitiendo que la materia puede
pasar a través de una sustancia sólida.
«Al respecto, el mensaje que siguió nos fue dado por
el procedimiento ordinario:
«Es imposible a la materia pasar a través de la
materia, pero nosotros vamos a mostraros lo que podemos
hacer1.»
«Esperamos en silencio. Pronto, una aparición
luminosa fue percibida planeando sobre el ramo de flores;
luego, a la vista de todos los asistentes, un tallo de hierba de
China, de 15 pulgadas de largo, que constituía el ornamento
del centro del ramo, se elevó lentamente del medio del
1
Se trata de extenderse sobre el fenómeno de las penetraciones
aparentes. Las moléculas sólidas no atraviesan otras moléculas sólidas,
pero la penetración puede tener lugar por apartamiento de las
moléculas.
258
jarrón y descendió sobre la mesa, ese tallo no se detuvo,
pero pasó recto a través de la mesa y todos lo vimos
perfectamente hasta que la hubo atravesado completamente.
«Inmediatamente después de la desaparición de la
hierba, mi esposa, que estaba sentada al lado del Sr. Home,
vivo entre ella y él una mano que venía de debajo de la
mesa y que tenía el tallo de hierba con el que la golpeó dos
o tres veces en la espalda, con un ruido que todo el mundo
oyó, luego ella puso la hierba sobre el suelo y desapareció.
«No hubo allí más que dos personas que vieron la
mano, pero todos los asistentes vieron el movimiento de la
flor. Mientras esto ocurría, todo el mundo pudo ver las
manos del Sr. Home encima de la mesa y perfectamente
inmóviles.
«El lugar donde la hierba había desaparecido estaba a
d 18 pulgadas de las manos del médium.
«La mesa era una mesa de comedor con unos rieles
para ampliarse a ambos lados. No estaba extendida y la
reunión de las dos partes formaba un grieta estrecha en
medio. Fue a través de esa grieta por donde había pasado la
hierba, aunque fuese mucho más gruesa y no parecía poder
hacerlo sin aplastarse o romperse, y sin embargo todos la
vimos descender sin problema, y, examinándola a
continuación, pudimos comprobar que no tenía ni la menor
huella de aplastamiento o de arañazo. »
APARICIONES LUMINOSAS
___________________
262
263
CAPÍTULO XVI
LAS MATERIALIZACIONES
KATIE KING
1
Es, en efecto, tomando prestado de sus médiums una parte de su fluido
más o menos condensado, como los Invisibles se materializan y se
manifiestan ante nosotros, bajo esas formas extrañas que se ven, que se
tocan, que en se fotografían o que se moldean según el grado de
condensación.
266
encima de la Srta. Cook y iluminándola mientras estaba
tumbada sin movimiento sobre el sofá, pero que no había
visto a nadie sosteniendo la lámpara.»
«Paso ahora a la sesión mantenida, ayer por la noche,
en Hackney.
«Katie nunca había aparecido con tanta perfección.
Durante cerca de dos horas, se paseó por la habitación,
charlando familiarmente con todas las personas presentes.
Varias veces, tomó mi brazo caminando y yo sentía que era
una mujer viva que caminaba a mi lado y no un visitante
del otro mundo. Esta impresión fue tan intensa, que tuve la
irresistible tentación de repetir una curiosa experiencia de la
que había tenido conocimiento recientemente.
«Pensando que, si no tuviese un Espíritu a mi lado, al
menos se encontraba allí una «dama viva», le pedí permiso
de tomarla en mis brazos, a fin de verificar las interesantes
observaciones Que un investigador audaz había hecho
conocer hacía poco tiempo de una manera más bien poco
prolija.
«Este permiso me fue concedido graciosamente e hizo
uso de él – con la discreta conveniencia que, en semejantes
circunstancias, se impone naturalmente en todo hombre
bien educado. – El SR. Vollkman estará sin duda encantado
sabiendo que puedo corroborar su aserto, y que el «
fantasma » era un ser tan material como la propia Srta.
Cook.
«En cuanto a Katie, me dijo entonces que esta vez ella
se creía capaz de mostrarse al mismo tiempo que su
médium. Bajé pues el gas y, con mi lámpara en la mano,
entré en el gabinete, pues conocía la importancia que se da
a las primeras impresiones y no quería encomendarme a mi
memoria. Ahora bien, estas notas están en este momento
delante de mi.
267
«Entré pues en el gabinete; estaba oscuro y casi
busque a tientas a la Srta. Cook. La encontré de cuclillas
sobre el suelo.
«Arrodillándome a su lado, hice entrar un poco de aire
en mi lámpara de fósforo y, a su luz, vi a la Srta. Cook
vestida de terciopelo negro, como estaba al principio de la
sesión, y con la apariencia de estar completamente
insensible. No se movió, cuando tomé su mano y mantuve
la lámpara cerca de su rostro; pero ella continuó respirando
apaciblemente.
«Levantando la lámpara, miré a mi alrededor y vi a
Katie que se encontraba de pie muy cerca de la médium.
Estaba vestida con una paño blanco y vaporoso como la
habíamos visto durante la sesión. Teniendo una de las
manos de la Srta. Cook en la mía, levanté y bajé la lámpara,
tanto para iluminar la figura de Katie, como para
convencerme plenamente que veía realmente a la auténtica
Katie que yo había tenido en mis brazos algunos minutos
antes y no el fantasma de un cerebro enfermo. Ella no
habló, pero hizo una señal de gratitud con la cabeza. En tres
ocasiones distintas, examiné cuidadosamente a la Srta.
Cook, siempre de cuclillas ante mí, para asegurarme de que
la mano que yo tenía era la de una mujer viva, y, tres veces
diferentes, dirigía mi lámpara hacia Katie para examinarla
con una atención mantenida, hasta que no tuviese la más
mínima duda de que era ella quién estaba ante mí. Al final,
la Srta. Cook hizo un movimiento ligero y enseguida Katie
me hizo señales de que me retirase. Me fui al fondo del
gabinete y dejaba de ver a Katie, pero no abandoné la
habitación hasta que se despertó la Srta. Cook y dos
asistentes hubiesen entrado co la luz.
«Antes de publicar este artículo, – prosigue el Sr.
Crookes,– deseo divulgar alunas de las diferencias que
observé entre la Srta. Cook y Katie. Esta última es de talla
268
variable; pero siempre más alta que la Srta. Cook. Ayer
noche, Katie tenía el cuello descubierto, su piel era fina y
suave, mientras que la Srta. Cook tiene en el cuello una
cicatriz muy aparente y rugosa al tacto. Las orejas de Katie
no están agujereadas, mientras que la Srta. Cook lleva de
ordinario unos aros en las orejas. La tez de Katie es muy
blanca, mientra que la de la Srta. Cook es muy morena. Los
dedos de Katie son mucho más largos que los de la Srta.
Cook y su rostro es más ancho. En los modos y maneras de
expresarse, hay también diferencias notables.»
______________________
1
El libro del Sr. Crookes, Recherches sur le spiritualisme, traducido en
francés, se encuentra en la librairie des Sciences psychologiques, calle
Saint-Jacques 42 en París.
275
CAPÍTULO XVII
LA ÚLTIMA PALABRA
1
Denominada "ave elefante", que según algunas buenas fuentes vivió
hasta el principio de la era cristiana en Madagascar. Su altura llegaba a
los 2,5 metros de altura y podía pesar hasta media tonelada. (Nota del
T.)
276
–¿Pero qué publicidad necesitaba ese apellido, grande
entre los más grandes, el glorioso Cristóbal Colón de la
materia radiante? ¿No era más bien arrojar por la borda toda
una vida de honor científico y de grandeza moral
incuestionable?
¿Es eso todo? Desde luego que no.
Admitiendo que hubiese « engañado a todo el mundo
», desde los cuatro rincones de Inglaterra y Europa, ¿no
habrían venido a recaer sobre el impostor, las protestas
indignadas de aquellos a los que él hubiese engañado con
tanto atrevimiento, de todos los periódicos a los cuales
envío sus comunicaciones, de todos los sabios a los que
escribió, de todos los amigos y asistentes a las sesiones
cuyo testimonio invocó? Proclamó los resultados de sus
investigaciones en 1874; hace veinticuatro años que el
mundo científico ha sido invitado al examen de esas
revelaciones sin precedentes, ¿y quién ha reclamado, quién
lo ha convencido de fraudulento1?
Además, ¿es él el único que haya hecho esas
revelaciones? No son cincuenta, no son cien, todos los que,
antes que él, han experimentado y concluido lo mismo que
él, los Wallace, los Oxon, los Zoellner, los Varley, los
Deamond Fitz Gerald, los Carter Blake, los Elliott Coues,
los Ascenti, los Gibier, los de Rochas, los Richet, los
Marillier, los Nus, los Flammarion, los Aksakof… y tantos
otros observadores sin contar todos los miembros de las
sociedades sabias que, de entrada incrédulas o
recalcitrantes, han venido, vencidas por la evidencia, a
1
Él teme tan poco estos testimonios de impostor, que todavía hoy, en
1898, acaba de pronunciar un discurso en el que declara no retractarse
de ninguna de sus afirmaciones anteriores, admitiendo decididamente:
la transmisión de los pensamientos, la telepatía y la vida del más allá,
sobre todo probada de un modo tan deslumbrante por sus experiencias
sobre Katie King.
277
aportar sus testimonios y sus adhesiones a la grandiosa
revelación, tales como los Edmonds, los Mapes, los Robert
Hare, los Robert Dale… la lista sería interminable.
___________________
____________________
1
Choses de l’autre monde.
280
281
CAPÍTULO XVIII
COSAS EXTRAÑAS
1
Les Grands Initiés, p. 368.
282
Domiciano fue asaltado por Clemente hacia el mediodía; el
mismo día, en el mismo momento, Apolonio disertaba en
los jardines atendiendo a sus discípulos. De repente, bajó un
poco la voz como si hubiese sido invadido por un pavor
súbito. Continuó su discurso, pero su lenguaje no tenía su
fuerza ordinaria, como sucede a aquellos que hablan
pensando en otra cosa. Luego se calló como habiendo
perdido el hilo de su discurso. Lanzó hacia el suelo miradas
asustadas, dio algunos pasos hacia delante y exclamó:
«¡Muera el tirano! » Se hubiese dicho que veía, no la
imagen del hecho en un espejo, sino el hecho mismo en
toda su realidad.
Los efesios (pues Éfeso entera asistía al discurso de
Apolonio) quedaron muy sorprendidos. Apolonio se mostró
semejante a un hombre que busca el origen de un
acontecimiento dudoso. Por fin exclamó: «Tened valor,
efesios, el tirano ha sido asesinado hoy. ¿Qué digo, hoy?
¡Por Minerva! acaba de ser asesinado en este mismo
instante, mientras he interrumpido mi discurso.»
Los efesios creyeron que Apolonio había perdido la
razón. Desearían que hubiese dicho la verdad; pero temían
algún peligro resultante para ellos de ese discurso… Pero
pronto llegaron mensajeros anunciándoles la buena nueva y
rendir testimonio a favor de la ciencia de Apolonio, pues la
muerte del tirano, el día y a la hora en la que fue
consumada, y todos los detalles se encontraron
perfectamente conformes a los que los dioses le habían
mostrado el día de su discurso a los efesios.»
(Vida de Apolonio por Filostraste, traducida por
Chassang.)
_______________________
_________________________
___________________
_______________________
1
El Sr. L. Jacolliot obtuvo mediante este procedimiento el nombre de
un amigo muerto varios años antes.
300
Esta es, en algunas palabras y resumido por los
fakires, la teoría exacta y completa de todos los fenómenos
de la mediumnidad.
1
Él ha constatado, tras horribles pesadillas, que un ser está allí, que lo
acosa y lo obsesiona. Todas las mañanas, su jarra está vacía y su leche
desaparece cada noche. Retomemos su relato.
306
«6 de agosto.– Esta vez no estoy loco. Lo he visto...
¡lo he visto! Ya no tengo la menor duda. . . ¡lo he visto!
Aún siento frío hasta en las uñas. . . el miedo me penetra
hasta la médula... ¡Lo he visto!...
«A las dos de la tarde me paseaba a pleno sol por mi
rosedal; caminaba por el sendero de rosales de otoño que
comienzan a florecer. Me detuve a observar un hermoso
ejemplar de géant des batailles, que tenía tres flores
magníficas, y vi entonces con toda claridad cerca de mí que
el tallo de una de las rosas se doblaba como movido por una
mano invisible: ¡luego, vi que se quebraba como si la
misma mano lo cortase! Luego la flor se elevó, siguiendo la
curva que habría descrito un brazo al llevarla hacia una
boca y permaneció suspendida en el aire trasparente, muy
sola e inmóvil, como una pavorosa mancha a tres pasos de
mí.
«Azorado, me arrojé sobre ella para tomarla. Pero no
pude hacerlo: había desaparecido. Sentí entonces rabia
contra mí mismo, pues no es posible que una persona
razonable tenga semejantes alucinaciones. Pero, ¿tratábase
realmente de una alucinación? Volví hacia el rosal para
buscar el tallo cortado e inmediatamente lo encontré, recién
cortado, entre las dos rosas que permanecían en la rama.
«Regresé entonces a casa con la mente alterada; en
efecto, ahora estoy convencido, seguro como de la
alternancia de los días y las noches, de que existe cerca de
mí un ser invisible, que se alimenta de leche y agua, que
puede tocar las cosas, tomarlas y cambiarlas de lugar;
dotado, por consiguiente, de un cuerpo material aunque
imperceptible para nuestros sentidos, y que habita en mi
casa como yo...
«Ya no se manifiesta, pero lo siento a mi lado,
espiándome, mirándome, penetrándome, dominándome y
sobre todo y lo más temible, ocultándose así, como si
307
indicase, mediante fenómenos sobrenaturales, su presencia
invisible y constante.
1
Guy de Maupassant lo ignoraba; pero ¡cuántas veces han pasado cosas
semejantes!
308
«Pensando en eso, me adormecí en medio del fresco
viento de la noche.
«Pero después de dormir unos cuarenta minutos, abrí
los ojos sin hacer un movimiento, despertado por no sé qué
emoción confusa y extraña. En un principio no vi nada,
pero de pronto me pareció que una de las páginas del libro
que había dejado abierto sobre la mesa acababa de darse
vuelta sola. No entraba ninguna corriente de aire por la
ventana.
«Esperé, sorprendido. Al cabo de cuatro minutos, vi,
sí, vi con mis propios ojos, que una nueva página se
levantaba y caía sobre la otra, como movida por un dedo.
Mi sillón estaba vacío, aparentemente estaba vacío, pero
comprendí que él estaba leyendo allí, sentado en mi lugar.
«¡Con un furioso salto, un salto de fiera irritada que se
rebela contra el domador, atravesé la habitación para
atraparlo, estrangularlo y matarlo!...
«Pero antes de que llegara, el sillón cayó delante de
mí como si él hubiera huido. . . la mesa osciló, la lámpara
rodó por el suelo y se apagó, y la ventana se cerró como si
un malhechor sorprendido hubiese escapado por la
oscuridad, tomando con ambas manos los batientes.
«19 de agosto.– ¡Ya sé. . . ya sé todo! Acabo de leer
lo que sigue en la Revista del Mundo Científico:
«Nos llega una noticia muy curiosa de Río de Janeiro.
Una epidemia de locura, comparable a las demencias
contagiosas que asolaron a los pueblos europeos en la Edad
Media, se ha producido en el Estado de San Pablo. Los
habitantes despavoridos abandonan sus casas y huyen de
los pueblos, dejan sus cultivos, creyéndose poseídos y
dominados, como un rebaño humano, por seres invisibles
aunque tangibles, por especies de vampiros que se
alimentan de sus vidas mientras los habitantes duermen.
309
«El profesor don Pedro Henríquez, en compañía de
varios médicos eminentes, ha partido para el Estado de San
Pablo, a fin de estudiar sobre el terreno el origen y las
manifestaciones de esta sorprendente locura, y poder
aconsejar al Emperador las medidas que juzgue
convenientes para apaciguar a los delirantes pobladores.»
«Ha venido Aquél que inspiró los primeros terrores de
los pueblos primitivos. Aquel que exorcizaban los
sacerdotes inquietos y que invocaban los brujos en las
noches oscuras, aunque sin verlo todavía. Aquel a quien los
presentimientos de los transitorios dueños del mundo
adjudicaban formas monstruosas o graciosas de gnomos,
espíritus, genios, hadas y duendes.
«Después de las groseras concepciones del espanto
primitivo, hombres más perspicaces han presentido con
mayor claridad. Mesmer lo sospechaba, y hace ya diez años
que los médicos han descubierto la naturaleza de su poder
de manera precisa, antes de que él mismo pudiera ejercerlo.
Han jugado con el arma del nuevo Señor, con una facultad
misteriosa sobre el alma humana. La han denominado
magnetismo, hipnotismo, sugestión. . . ¡qué sé yo!
«¡Desgraciados de nosotros! Ha llegado el... el...
¿cómo se llama?...el … parece qué me gritara su nombre y
no lo oyese… el… sí… grita… Escucho... ¿cómo?...
repite... el... Horla... He oído… el Horla… es él… ¡el
Horla… ha llegado, el Ser invisible y temible, ese cuerpo
transparente, ese cuerpo incognoscible… ese cuerpo del
Espiritu! »
FENÓMENOS DE TELEPATÍA
1
Sociedad para las investigaciones psíquicas. (Nota del T.)
310
de un tipo de fenómenos a los que llama las «alucinaciones
verídicas» y para las cuales ha creado una palabra nueva
derivada del griego, telepatía (sensación o sufrimiento a
distancia).
Exponemos aquí algunos ejemplos.
1
Palabras características. Él reconocía con eso que su cuerpo es
fluídico y penetrable a esa luz odiosa que lo taladra como una flecha
aguda.
321
La justicia divina procede de otro modo: los castigos
que inflige corresponden al grado de adelanto de los seres
que son castigados. La igualdad del crimen no constituye la
igualdad de los culpables. Dos hombres cometiendo el
mismo crimen pueden estar separados por la distancia de
las pruebas que hunden al uno en la opacidad intelectual de
los primeros círculos iniciadores, mientras que al otro, que
los ha sobrepasado y posee la lucidez una vez superada la
turbación del Espíritu, no se le castiga con las tinieblas,
sino con la agudeza de la luz espiritual: ella trasciende la
inteligencia terrestre y le hace experimentar la angustia de
una llaga al rojo vivo.
«Los seres encarnados a los que persigue la
representación material de su crimen padecen el shock de la
electricidad física; sufren por sus sentidos; los que ya están
desmaterializados por Espíritu vuelven a sentir un dolor
muy superior que desvanece en sus amargas ondas el
recuerdo de los hechos, para no dejar subsistir más que la
visión persistente de sus causas.»
____________________
___________________
Un médico ruso:
«Lo que llamáis el último momento no es nada. No he
sentido más que un chasquido muy corto y me he
encontrado desembarazado de mi miserable carcasa. He
tenido la dicha de ver una cantidad de amigos venir a mi
encuentra y darme la bienvenida. Vivo en el espacio, ¡pero
cuántos niveles hay en esta inmensidad! ¡Cuántos escalones
en esta escalera de Jacob que va de la tierra al cielo, es decir
327
desde el envilecimiento de vuestra encarnación terrestre,
hasta la depuración completa del alma! No se llega a dónde
estoy más que a continuación de numerosas pruebas, es
decir de nuevas encarnaciones; pero, debéis saberlo, resulta
ya una inmensidad de felicidad saber que puede aumentar
infinitamente.»
_______________________
Alfred de MUSSET
1
Con el objeto de conservar la rima en español, he realizado una
traducción libre. El poema original en francés es el siguiente:
Me voici revenu. Pourtant j’avais, Madame,/ Juré sur mes grands dieux
de ne jamais rimer./C’est un triste métier que de faire imprimer/Les
oeuvres d’un auteur réduit à l’etat d’âme. // J’avais fui loin de vous,
mais un Esprit charman / Risque en parlant de nous d’exciter le sourire!
/ je pense qu’il en sait bien plus qu’il n’en veut dire, /Et qu’il a quelque
part trouvé son revenant. // Un revenant! vraimente cela parait étrange.
/Moi-même, j’en ai ri quand j’étais ici-bas / Mais lorsque j’affirmais
queje n’y croyais pas, / J’aurais, comme un sauveur, accueilli mon bon
ange. // Que je l’aurais aimé, lorsque, le front jauni, / Appuyé sur ma
main, la nuit, dans la fenêtre, / Mon esprit, en pleurant, sondati le grand
peut-être / En parcourant au loin les champs de l’infini! // Ami,
qu’espérez-vous d’un siècle sans croyance? /Quand vous aurez pressé
votre fruit le plus beau, /L’homme trébuchera toujours sur un tombeau,
/ Si pour le soutenir il n’a plus d’espérance. //
Mais ces vers, dira-t-on, ils ne son pas de lui. / Que m’importe, après
tout, le blâme du vulgaire? / Lorsque j’etais vivant, il ne m’occupait
guère, / A plus forte raison, en rirais-je aujourd’hui. (Nota del
Traductor)
2
La Survie; Echos de l’Au-delá publicado por Rufina Noeggerath
(Librairie des Sciences psychiques).
332
No podemos sustraernos al deseo de citar aquí algunas
elegidas entre las más originales – resumiéndolas algunas
veces.
Cosa curiosa a destacar es que la mayoría de estos
mensajes de ultratumba están suscritos por grandes
sacerdotes de la antigua India. Uno de ellos se designa a sí
mismo bajo el nombre de Oriental.
(El Oriental.)
(El Oriental.)
(El Oriental.)
(El Oriental)
(Çakya Mouni.)
(El oriental)
(El Fakir.)
(Swedenborg.)
(Sócrates)
(Çakya Mouni.)
(El Oriental)
(El Oriental.)
1
Recordamos que el presente libro fue publicado en 1899 (Nota del T.)
343
«Y para colmo de ignominias, esos sacerdotes
bárbaros ¡pretenden beber su sangre y comer su carne!...
como los antropófagos comen a los hombres… ¡Y a eso
ellos lo llaman adoración!
«Evocad al Jesús-Amor, al gran igualitario, Jesús.
Libertad y Justicia. Honradlo, amadlo – ¡pero no lo
adoréis!...»
(Robespierre)
(Çakya Mouni.)
(Paul-Louis Courier.)
345
No más muerte, no más infierno.– «La muerte, el
juicio final, el paraíso, el infierno, tantas palabras vacías de
sentido, pero tantos abominables errores que han sumido al
pueblo en la ignorancia.
«La muerte – es volver a nacer.
«El juicio – es la reminiscencia de las existencias
pasadas que cada uno de nosotros deberá juzgar por sí
mismo.
«El paraíso.– es la dicha íntima que procura el
recuerdo del bien que se ha hecho, es la estancia en un
medio más armónico que nuestra tierra, con la certeza de un
futuro mejor.
«El infierno.– es la torturante duda, el desesperado
desengaño de todos aquellos que han creído en un Dios
antropomorfo, despiadado, sanguinario y vengativo.
«Predicar a Dios con la intención de hacer quemar a
sus hijos durante la eternidad por pecados imaginarios,
inventados a placer, es una odiosa calumnia, un crimen de
lesa-Divinidad.»
(A.N.).
(Voltaire.)
(Juana de Arco.)
347
Invocación a Dios.– « ¡Verdad de las verdades!
¡Summum de la vida universal! Ser cuya perfección es amor
y progreso, los latidos de tu corazón son los efluvios que
hacen palpitar los mundos. Tú viertes tu amor con la luz.
Majestad de majestades, sol cuyos mundos han nacido y
por quién los soles surgen…como él átomo sube, perdido
en el espacio, y que comprende tu grandeza, sabiendo que
está formado de una chispa de Dios.
«Padre, yo te adoro con mi amor. Comprendo que no
soy nada, pues no tengo fuerzas más que amándote.»
(Jesús.)
_____________
Fenómenos de levitación1.
1
Todos estos casos de levitación humana, todas estas manifestaciones
de un fenómeno incomprensible, están contados y descritos con un lujo
de documentación que no puede ser más completa, en una obra del Sr.
Albert de Rochas titulada: Recueil de documents relatifs à la lévitation
humaine; París, 1897.
En ese curioso opúsculo, el autor ha agrupado innumerables testimonios
extraídos tanto de las historia de los santos, como de la historia profana.
Sin prejuzgar la autenticidad de los hechos antiguos, ni del valor de las
fuentes en las que han sido tomados, nos hemos limitado a las citas
anteriores, porque todas tienen como garantía testimonios de expertos
contemporáneos a los que nadie podría cuestionar ni su irrecusable
competencia, ni su perfecta honorabilidad.
357
los trajeron a Francia – ya practicaban corrientemente los
maleficios en su patria supersticiosa, tierra de pasiones
sobreexcitadas y de odios mortales al servicio de los que
estaban dispuestos todas las armas: puñales, estiletes,
venenos, encantamientos diabólicos, toda la corrosiva hiel
que pudiese destilar el corazón del hombre contra el
hombre, su enemigo, todos los fluidos malsanos,
misteriosos y pérfidos que golpean a distancia, matan en la
sombra y nunca dejan huella.
¡Ah! ¡qué feroz es la sanguinaria bestia humana y qué
temible herencia nos han transmitido nuestros antepasados
de la edad terciaria!
Pues bien, sí, esos « embrujos » eran una realidad
monstruosa. ¿Funcionaban siempre? ¿Qué importa?
Querían hacer daño y ese daño era posible. Ya conocían –
mejor que nosotros – todas las temibles propiedades de
nuestro organismo invisible, los magos, los nigromantes
sabían que se puede transportar fuera nuestra fuerza
psíquica, expandir a lo lejos nuestro fluido etérico,
dispersar nuestra sensibilidad, exteriorizar nuestro
sufrimiento. Y es de ese modo como operaban los
magnetizadores de antaño.
_______________
1
El Sr. Jules Bois nos contaba en una de sus últimas conferencias
(sobre los hechizos y las sugestiones), que la Srta. Lina, una médium
muy sensible que le prestó su concurso en sus experiencias, se
desvaneció el otro día a consecuencia de la imprudencia de un
espectador que, en un brusco movimiento, había roto el tallo de una
rosa que se había sensibilizado, cargándola del fluido de la joven mujer.
2
Para encontrar otros ejemplos, ver las obras de Allan Kardec, de
Eugène Nus, de Gabriel Delanne, de Léon Denis, de L. d’Ervieu, de
Paul Gibier, etc., etc.
359
« un mundo nuevo que se abre para nosotros », según la
expresión del Sr. Charles Richet?
Desde hace medio siglo, lentamente, pero con
seguridad, la ciencia se encamina de descubrimiento en
descubrimiento hacia el conocimiento de la vida fluídica, de
la vida invisible que nos revelan los médiums. En otras
palabras, es Psique, nuestra Bella durmiente que, desde
hace siglos, dormitaba en el castillo que se encontraba en la
montaña solitaria de nuestra inconsciencia de las verdades
superiores, es ella quién se despierta a la vida, a las
primeras luces de esta segunda aurora ya comentada desde
el principio de este libro.
La oleada de las fuerzas psíquicas nos levanta y nos
arrastra. Los horizontes se iluminan y retroceden. El
caparazón bajo el que nos sofocamos cruje, se resquebraja y
nos muestra unas vistas a través de las cuales nuestra
mirada se hunde en profundidades que nos producen
vértigo.
Dejémonos llevar por esta irresistible corriente.
¡Miremos, estudiemos, tengamos confianza! Los hechos
están ahí, apremiantes, imperiosos, en su ineluctable
autoridad. Ahora bien, los hechos se ríen de los académicos
escépticos. Negados, abucheados, hoy, por los árbitros
diplomados de hoy en día, volverán a aparecer mañana,
socarrones e invencibles.
Tanto peor para los obstinados que han cerrado los
ojos y se han taponado los oídos. Serán empujados y
arrastrados por la ola de los creyentes, cegados por el brillo
de la verdad que tarde o temprano siempre triunfa… y es
entonces, pero demasiado tarde, cuando se arrepentirán de
no haber querido comprender nada ni haberse inclinado
ante las nobles y orgullosas palabras que el ilustre William
Thompson pronunciaba en su discurso de inauguración de
la Asociación británica para el avance de las ciencias, en su
360
sesión de Edimburgo: « La ciencia se caracteriza, por la
eterna ley del honor, de mirar de frente y sin temor todo
problema que decididamente se presenta ante ella. »
_______________________
361
CAPÍTULO XIX
CONCLUSIÓN
1
El Dr. C. Gyel. Essai de revue générale du Spiritisme. (Chamuel,
éditeur)
363
albedrío. No más pecado original con sus bárbaras
consecuencias1. No más aberraciones feroces sobre el
infierno y sus suplicios eternos.
Que monstruosos parecen estos dogmas mirando las
enseñanzas de la nueva filosofía: doble idea de involución y
de evolución abrazando todo en un panteísmo grandioso.
Evolución progresiva de los mundos y los seres, mediante
sus propias fuerzas, sin intervención de una divinidad
exterior al universo. El alma individual no está creada de
una sola pieza, con las facultadas que ha querido asignarle
el capricho del creador.
Se forma y se desarrolla por sí misma, por sus
esfuerzos, sus trabajos y sus sufrimientos.
Las desigualdades humanas, desde el punto de vista
de la inteligencia, de la conciencia y del corazón,
desigualdades que no explican suficientemente ni la
herencia, ni la influencia de los medios, encuentran su
interpretación fácil en las diferencias evolutivas de los
seres. Sin la ley de las reencarnaciones, la iniquidad
gobierna el mundo.
La explicación del mal no queda menos satisfecha. El
mal no es otra cosa que la medida de la inferioridad de los
mundos y la condición necesaria para su
perfeccionamiento. Castigos y recompensan no vienen más
que de nosotros mismos y son la « consecuencia natural »
de nuestras pecados o de nuestros esfuerzos por hacer el
bien. Que nos baste saber que nuestra felicidad futura será
necesariamente una consecuencia de nuestros progresos
evolutivos.
En cuanto a las consecuencias morales, se deducen
con la misma facilidad.
1
Consecuencias monstruosas llegando hasta la condenación de los
niños muertos sin bautizar. (Doctrina de Bossuet entre otras.)
364
La nueva moral constituirá una « ciencia », cuyos
principios se derivan de los conocimientos adquiridos sobre
nuestro destino.
Necesidad del trabajo personal.
Obligada solidaridad entre los hombres.
Necesidad del libre desarrollo individual.
El libre albedrío siempre es proporcional a la
superación del ser.
Noción de nuestros deberes hacia los animales
proveniente de la certeza de que nosotros hemos pasado por
una serie de organismos inferiores.
La idea nueva se impondrá a cantidad de inteligencias
elevadas que se aferran ciegamente a las religiones
ancestrales por repulsa al materialismo.
Igualmente será acogida por los hombres de élite que
se creen materialistas y ateos por desdén a los dogmas
religiosos.
En la embriaguez de esas grandiosas concepciones, el
hombre encuentra la distracción de las preocupaciones
cotidianas, como también y sobre todo el consuelo de los
mayores dolores. Para olvidar las pequeñas pasiones
humanas, – rencillas y celos, agitaciones políticas y
miserias inherentes a todas las imperfecciones de la vida
social, – le basta entrever, no como una quimera, sino como
una certeza futura, la consumación de la dicha en su ideal
sublime de AMOR y de LIBERTAD.
Añadir que es espiritualismo se basa en todas las
ciencias, hunde sus raíces en el dominio entero de los
conocimientos humanos.
Concuerda de un modo absoluta con las ciencias
naturales. Entre el transformismo y la teoría de la
evolución anímica, conexa a la evolución orgánica, se
revela una analogía indiscutible. No hay más en el plano
365
psíquico que en el plano material, la naturaleza no podría
dar « saltos ».
El transformismo y el espiritismo, nacidos en la
misma época o muy cerca, se someten hoy a una
conciliación inesperada, a expensas del materialismo que
preconiza la nada y el espiritualismo dogmático.
El espiritismo está en concordancia con la
astronomía, que nos brinda la hipótesis muy verosímil de la
pluralidad de los mundos habitados. La persistencia de la
vida intelectual, dice M. Flammarion, se asocia de
maravilla a la espléndida realidad de las regiones ultra
terrestres.
Compatible con los datos de la física y la química, la
doctrina espírita nos hace entrever la unidad de la materia y
la unidad de las fuerzas.
El gran descubrimiento de la materia radiante permite
la fácil comprensión de la constitución del cuerpo fluídico.
En definitiva, nuestros conocimientos sobre la constitución
molecular de los cuerpos nos autorizan a considerar como
posibles los fenómenos de materialización y de
desmaterialización.
En el dominio de la fisiología, la noción de la fuerza
perespiritual explica claramente la conservación de la
individualidad física e intelectual, a pesar de la perpetua
renovación de las moléculas orgánicas, como también las
relaciones de lo físico y lo moral.
Pero sobre todo es la teoría del cuerpo fluídico que se
compagina admirablemente con las constataciones hechas
en fisiología:
Escuchemos lo que dice Claude Bernard de la
formación orgánica:
« En la evolución del embrión vemos aparecer un
simple esbozo del ser ante toda organización. Los contornos
del cuerpo y de los órganos son al principio simplemente
366
fijados, comenzando por los andamios orgánicos
provisionales que servirán de aparatos funcionales del feto.
Ningún tejido se distingue todavía. Toda la masa no está
constituida más que por células plasmáticas y embrionarias.
Pero, en ese esquema vital, está trazado el diseño ideal de
un organismo todavía invisible para nosotros, pero que ha
asignado a cada parte y a cada elemento su lugar, su
estructura y sus propiedades. Ahí dónde deben estar vasos
sanguíneos, nervios, músculos, huesos, etc., las células
embrionarias se trasforman en tejidos arteriales, venosos,
nerviosos, musculares y óseos. »
Y además:
« Lo que es esencialmente del dominio de la vida y
que no pertenece ni a la química, ni a la física, es la idea
directriz de esta acción vital. Durante toda la duración de
esa organización, el ser permanece bajo la influencia de esta
misma fuerza vital creadora. »
Si pasamos a la psicología, el espiritismo se convierte
en una guía maravillosa en medio de las dificultades de
todo tipo que esta ciencia nos presenta.
La noción de las existencias sucesivas explica las
desigualdades de la inteligencia, de sensibilidad moral o
afectiva que ni los esfuerzos individuales, ni la influencia
de los medios, ni la herencia bastan para ser explicadas. Las
diferencias entre la herencia física y la herencia psíquica
son tales, que no encuentran explicación posible más que en
la hipótesis de las vidas anteriores.
Los fenómenos de hipnotismo y de sonambulismo, los
desdoblamientos de la personalidad, la telepatía, las
manifestaciones de la subconciencia que la ciencia es
incapaz de explicar, encuentran en la teoría espírita la
interpretación más luminosa.
En el dominio filosófico, podemos hacer interesantes
observaciones.
367
La noción del cuerpo fluídico suprime la grave
dificultad de concebir el alma sin forma definida.
Constatando que espíritu, fuerza y materia están
indisolublemente unidos, el espiritismo ofrece un terreno de
conciliación al materialismo y al espiritualismo. Espíritu,
fuerza y materia girando en eterno ciclo serían las fases
sucesivas de la Unidad creadora.
Digamos, para terminar, que la doctrina espírita que
admiten más o menos francamente un buen número de
filósofos modernos1 está contenida en todos las grandes
religiones de la antigüedad, aunque más o menos
disimulada bajo los símbolos y las manifestaciones del
culto.
Se la encuentra particularmente en la India, en Egipto,
entre los druidas, y los fenómenos espontáneos o
provocados han sido observados en todas las épocas.
Las evocaciones de los muertos en la antigüedad
pagana, los oráculos de las sibilas y las pitonisas; más tarde
los innumerables sucesos de brujería y de posesión, las
alucinaciones y apariciones históricas muestran de un modo
irrefutable que las investigaciones actuales no están
sustentadas sobre novedades. »
__________________
1
Ch. Bonnet, Jean Reynaud, Henri Martin, Flammarion, Pezzani, Ch.
Renouvier, tal vez y hasta el propio Hoeckel que duda, tergiversa y
busca evidentemente su vía.
368
la amplitud que no podían comportar unas citas rápidas y
condensadas.
1
Recordemos aquí la admirable respuesta de la mesa a la que Eugène
Nus y sus amigos preguntaron un día lo que sería la religión del futuro.
«Esta religión, respondió el invisible interlocutor, tendrá por dogma el
ideal progresivo, las artes por culto, la naturaleza por templo.»
369
edificación de esta obra de la que ningún cerebro humano
ha podido nunca concebir su incomparable majestad1.
Ante todo se trata de comprender bien que no somos
los habitantes habituales y definitivos de nuestro hormigueo
humano; que no hemos sido creados para el cumplimientos
de nuestros ínfimos asuntos terrenales; sino que somos los
actores del drama eterno de la vida y nada menos que los «
colaboradores » del propio Creador que nos ha vinculado a
su obra.
Los auténticos factores de la vida no son los hombres
encarnados, son los Espíritus, que, en la gama de las
posibles materializaciones, eligen el grado proporcional del
papel que son llamados a representar en el drama universal.
Desde profanidades indeterminadas, hasta alturas supremas,
todos los seres, en trabajo de evolución, conscientes o
inconscientes, suben por esa escalera simbólica donde el
visionario Jacob, dormido en el desierto, veía ángeles
subiendo hasta el trono del Eterno. Desde todos los puntos
de la rosa de los vientos del Universo, convergen hacia el
centro ideal de donde se expande toda fuerza y toda vida.
Ya no hay dogmas ilustrados por la Congregación del
Índice. No más pecado original, no más penas eternas, no
más purgatoria, no más cielo con las sillas numeradas por
San Pedro. El paraíso espírito no tiene nada en común con
esos paraísos infantiles concebidos por la estéril
imaginación de los hombres.
El Universo es el campo de trabajo eterno, el
deslumbrante torbellino de actividades continuas. Los
1
Juzgamos inútil insistir sobre las divergencias que se han manifestado
entre ciertos adeptos de la doctrina espiritualista. Hay hombres que
tienen la manía de los pequeños catecismos. No les irritemos por esas
miserias.
Cuanto brilla, por encima de esas sombras que pasan, la gran Luz que
nada oculta.
370
Espíritus, en el nivel al que hayan llegado, no son los
contempladores pasivos de un Dios fijo en su inmóvil
eternidad.
Son sus enviados, sus misioneros « laicos », sus
obreros en los campos donde los cultivos crecen
eternamente para madurar y volver a nacer, bajo el fulgor
de un sol que nunca se apaga.
Todos los mundos que hace vibrar una incesante
palpitación de vida son etapas sucesivas sobre el gran
camino de la inmortalidad; digamos mejor, unas « escuelas
de perfeccionamiento ».
Si hay una cosmogonía física, hay también una
cosmogonía espiritual que nos cuenta la historia de la
evolución de las almas, y es a esta última a la que se le ha
dado el nombre de « transmigración », que ineptos
comentaristas han confundido, por ignorancia o mala fe,
con la retrograda metempsicosis de las antiguas mitologías.
1
Le Drame musical.
375
Y de ese modo triunfa la materia insultante y altiva,
sofocando las aspiraciones legítimas, aplastando el talón de
las más justas reivindicaciones del ideal.
1
El monismo, en lenguaje filosófico, es la doctrina de la unidad.
Designa, en particular hoy, la teoría según la cual la materia y el
espíritu son llevados a una identidad fundamental.
377
me elevo de un globo a otro y penetro en los campos
etéreos, dejo tras de mí lo que los demás apenas entreven. »
Edad viril como aquella en la que este monje,
convertido en hombre, se atrevió a decir a sus jueces estas
altivas palabras: « Tenéis más miedo de pronunciar mi
sentencia que yo de escucharla. »
« ¡Qué decepcionados estamos de estas alturas
serenas! Lo que el griego poseía en sus ritos en medio de
sus templos y sus dioses, lo que el hombre de la Edad
Media encontraba en su catedral, el hombre moderno lo
busca en vano en el desierto de su vida moral. Nos
desperezamos en nuestra complicada civilización, pero
deplorablemente vacía y que no satisface a ninguno de los
profundos instintos de nuestra alma. Las ciencias especiales
con sus estériles fórmulas nos ocultan la naturaleza. La
Iglesia momificada monopoliza y pervierte la religión que
es la necesidad del infinito, y la vida social con su ausencia
de franqueza y sus pequeñas convenciones nos sustrae
nuestra humanidad. » (Ed. Schuré.)
1
Echad un vistazo a las cifras siguientes que nos proporciona la
estadística (Revue des revues, 15 de septiembre de 1898).
« Hay en este momento en Europa, 4.250,000 hombres en los ejércitos.
Si estallase una guerra general, habría 16.410.000 dispuestos a marchar
y, con los reservas, 34 millones de movilizados. Si se les pusiese en
filas de a cuatro, ocuparían, juntos los unos contra los otros , la
distancia de Madrid a San Petersburgo.
«Sobre el planeta, hay 5.250.000 soldados permanentes. En el caso de
un conflicto universal, habría 44.250.000 hombres bajo las armas; y si
esos hombres armados recibiesen la orden de exterminar al resto de la
población terrestre, cada uno de ellos no tendría más que matar a 32
personas. Situados en fila todos esos soldados, cada uno de ellos
apoyando su fusil sobre el hombro del que estuviese delante de él,
harían un cordón que daría la vuelta al ecuador. Para pasarles revista, se
necesitarían que el general jefe se desplazase sobre una locomotora
marchando de tal modo que no dispondría más que de un minuto para
pasar ante el frente de 2000 hombres y debería circular durante 70 días.
Todos esos ejércitos, al mismo tiempo de paz, no cuestan menos de 6
millones por año, y esa espantosa dispensa es desde todos los puntos de
vista improductiva! – He aquí de que elementos se compone la
población de nuestra triste tierra asolada, fanática, y eso ¡después de
diecinueve siglos de supuesta civilización cristiana! »
380
pasiones cuya impudicia criminal desconcierta al
pensamiento?
Oligarquías facciosas, perfidias desvergonzadas, odios
implacables, acusaciones odiosas, salvajadas de otros
tiempos, grotescas comedias « nacionalistas »… todo
conmocionando Francia y desviándola hasta el punto al que
poco a poco no llega gracias a enérgicas protestas
indignadas que le ha impedido recuperarse y retomar
lentamente, muy lentamente su equilibrio.
Y es de todas partes como se manifiesta este
desmoronamiento de la conciencia humana.
Sobre todos los puntos de la tierra, las nacionalidades
son motivo de un mal doloroso, de una inquietud
estremecedora. Pueblos, clases sociales, individuos aislados
se debaten en esta alteración mortal. Los gobernantes
hundidos en la poltrona – hablo de los nuestros – no saben
lo que quieren, los gobernados no saben ya lo que se
reclama de ellos. Los ricos hacen a los pobres, – dice
Elisabeth Brownning (Aurora Leigh), los pobres maldicen a
los ricos, y todos, en caótica confusión, agonizan en el
espasmo social.
Tanto como el desarrollo, ¡cuántos desfallecimientos
en la pobre alma humana, cansada y asqueada de la vida!
¡Qué numero espantoso de suicidas, cuántos crímenes de
todo tipo! Y se ven a personas muy jóvenes figurar en esas
listas fúnebres! Es en plena flor de juventud como esa
juventud de desesperados abdican de toda energía, rechazan
toda esperanza, desconfían del porvenir y de sus mentirosas
promesas.
___________________-
_______________________
FIN
NOTAS
____
NOTA 1 ( Página 3 )
NOTA 2 ( Página 34 )
NOTA 3
NOTA 4
EL SUICIDIO DE LA SAMARITANA
EL PADRE Y EL RECLUTA
NOTA 5
NOTA 6
Conclusiones
NOTA 7
ÍNDICE DE MATERIAS
PRÓLOGO ........................................................... 7
ALGUNAS PALABRAS AL LECTOR ............ 11
CAPÍTULO PRIMERO
El problema de la vida ..................................... 17
El error humano.– Divagaciones dogmáticas.–
Mundo abominable, santo Tomás de Aquino, el «doctor
angélico». – ¿Qué es la vida ? – ¡Puag! ¡la cosa vil! –
Escuchad a Jules Soury. – Lord Byron. – Clémenceau.
– De Gastynes. – Sra. Ackermann. – C. Flammarion. –
Martirólogo de la humanidad. – Alfred de Vigny. –
Vulgaridades idelebles. – Larvas de libélulas. –
Aspiraciones inconscientes. – Las voces. – Evolución
de las ciencias. – Vamos hacia el oriente.
CAPÍTULO II
Las auroras ....................................................... 41
Hay dos. – Los Aryas. – Poemas védicos.–
Krishna. – Asia. – Los primeros iniciadores. – Egipto. –
El país de la muerte. – Los faraones. – La Esfinge. –
Visión de Hermes. – Invasiones, masacres. – Leyendas
y dogmas. – Grecia. – El país de la belleza. – La Grecia
religiosa. – Orfeo; ¡Euridice, Euridice! – Pitágoras.– Su
doctrina. – Psique. – El hombre renace. – Misterios
esotéricos. – Religiones absurdas, Misterios y
Saturnales. – Cristo. – Las Fuentes del Cristianismo. –
Nacimiento de Jesús.– Adolescencia, iniciación. –
Muerte del Hijo del hombre. – Su resurrección
espiritual. – Disputas, persecuciones. – El clero. –
Poder temporal. – Inquisición, hogueras, – La Galia, –
Los Druidas. – Su doctrina. – La doctrina esotérica.
406
CAPÍTULO III
El Plan divino.................................................... 87
Historia de Psique. – Maravillas del universo. – El
espacio, el tiempo. – El infinito nos abruma. – La
tortuga, el elefante, Atlas. – La atracción. – Fuerza y
movimiento. – Torbellinos de soles. – Inmensidad,
majestad. – Espectáculos incomparables. – El horno de
la vida. – Espíritu y materia. – Luz astral. –Rarefacción
de la materia. – Gama de las condensaciones del
Espíritu. – El éter. – Fluido universal. – Los Espíritus. –
Alma sustancial. – Los desencarnados .– Legiones de
Espíritus. – Diversidades de Espíritus. – Genios
familiares. – Reencarnación. – Reparación de las
faltas.– Persistencia del ser. – Actividad de las almas. –
Santidad del trabajo. – Libertad del alma. – Panorama
de las existencias anteriores. – Preexistencia. –
¡Inmortalidad!
CAPÍTULO IV
La Epopeya de la vida.................................... 127
El nacimiento. – Reencarnación. – El cuerpo
fluídico.– Siempre la historia de Psique. –
Recapitulación de la vida fetal. – Predisposiciones
ajenas. – Herencia. – Herencia material. – Herencia
psíquica. – ¡Valor, soldadito de la vida! – Los
prisioneros. – El baño. – Historia de la tierra. –
Aparición del hombre. – Libertad del alma. – El
problema del mal. – Escuchad a Jean Reynaud. –
Comunicaciones de los Espíritus con la tierra.
CAPÍTULO V
La muerte ........................................................ 157
Formidable problema. – Morir es renacer. –
Trastorno espírito. Pesadilla. – Densas brumas. –
407
Visiones espantosas. – Las sorpresas del tránsito. –
Rápido desprendimiento del alma preparada para la
muerte. – Diferentes nombres del « rey de los espantos
»-
CAPÍTULO VI
Volver a nacer................................................. 165
¡Deslumbramiento y vértigo! – Simpáticos
fantasmas. – Los guías celestes – Vuelo en el espacio.
– Visión de sueños. – Música celeste. – Humanidades
divinizadas. – Deslumbrante joyero de los cielos.
CAPÍTULO VII
Pruebas y Testimonios ................................... 173
¿Dónde están esas pruebas? – Van a ser
proporcionadas. – Resumen histórico de la cuestión.
CAPÍTULO VIII
El Espiritualismo moderno............................ 181
En América. – La familia Fox. – Señor Pata
Hundida. – Condiciones de la comunicación de los
Espíritus. – Charles Rosna. – Intolerancia religiosa. –
Escenas abominables. – Valiente intervención de
Georges Willets. – Despertar de los espíritus. –
Primeras conquistas del espiritualismo. – El juez
Edmonds. – Mapes. – Robert Hare. – Robert Dale. –
Once millones de espíritas en América.
CAPÍTULO IX
En Inglaterra................................................... 194
Los grandes testigos. – John Lubbock. – Henry
Huxley. – Henri Lewes. – Russel Wallace. – Morgan. –
Varley. – Oxon. – Sergeant Cox. – Barkas. – Georges
Sextos. – William Crookes.
408
CAPÍTULO X
En Francia....................................................... 197
Eugène Nus. – Allan Kardee. – Sesión memorable
del largo peroné. – Jobert de Lamballe. – Auguste
Vacquerie.– Victorien Sardou. – Camille Flammarion.
– Dr. Gibier. – E. Bonnemère, – Sugestivas cifras. –
Berheim; Liébault. – Ch. Richet. – Sully Prudhomme. –
G. Ballet. – Beaunis. – Coronel de Rochas. – Otras
cifras sugestivas.
CAPÍTULO XI
En Alemania.................................................... 207
La vidente de Prévorst. – Zoellner. – Weber. –
Fechner. – Ulrici.
CAPÍTULO XII
En el resto de Europa..................................... 209
Boutlerow. –Aksakof.– Ercole Chiaia – Millones
de espíritus. – El alba ha llegado. – Aquí están las
pruebas prometidas.
CAPÍTULO XIII
Los Hechos ...................................................... 211
Auguste Vacquerie en Jersey.– La Sra. de
Girardin. – Eugène Nus. – La mesa giratoria. – La mesa
parlante. – Definiciones en doce palabras. – Adsum
Deus. – Otra mesa.
CAPÍTULO XIV
Las investigaciones en Inglaterra.................. 239
Barkas. – La Sociedad dialéctica de Londres.–
Morgan. – Varley. – Wallace. – Gulden Stubbi. – Oxon.
– Zoellner. – Dr. Gibier. – Elliot Coues. – Aksakof.
409
CAPÍTULO XV
Espiritismo transcendental............................ 255
El más grande de los testigos. – William Crookes.
– Apariciones luminosas. – Manos luminosas.
CAPÍTULO XVI
Las Materializaciones..................................... 263
Katie King.
CAPÍTULO XVII
La última palabra........................................... 275
CAPÍTULO XVIII
Cosas extrañas ................................................ 281
Apolonio de Tiana. – Swedenborg. – Saint Simon
y el Regente. – J. Shepard. – Los niños prodigio. –
Maravillas del faquirismo. – Vegetación fantástica. – El
baile de las hojas. – Levitaciones de los faquieres. –
Escritura automática sobre la arena. – El médium Slade.
– Hechos de sugestión. – Guy de Maupassant; el Horla.
– Fenómenos de telepatía. – Comunicaciones de
ultratumba. – Jean Reynaud. – Jobard. – Sanson. –
Samuel Philippe. – Dr. Demeure. – Sra. Foulon. – Un
médium ruso. – La condesa Paula. – Antoine Costeau. –
Otras comunicaciones. – Fenómenos de levitación. –
Exteriorización de la sensibilidad. – Hechizos. –
Manifestaciones progresivas de la vida fluídica.
CAPÍTULO XIX
Conclusión....................................................... 361
NOTAS............................................................. 387
410
411