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“AÑO DEL BUEN SERVICIO AL CIUDADANO”

FUNDAMENTO DE INVESTIGACIÓN:

ANÁLISIS DEL LIBRO ETNOHISTORIA DEL PERÚ ANTIGUO DE LUIS E.


VALCÁRCEL

ESTUDIANTE:

SÁNCHEZ LEÓN, KEVIN ELVER

PROFESOR:

HURTADO AMES, CARLOS HUGO

CURSO:

SEMINARIO DE ETNOHISTORIA RURAL ANDINA

ESCUELA: CICLO:

HISTORIA IV

FACULTAD:

CIENCIAS SOCIALES

TRUJILLO - PERÚ

2017
ANÁLISIS DEL LIBRO ETNOHISTORIA DEL PERÚ ANTIGUO DE LUIS E.
VALCÁRCEL

1. NOTA INTRODUCTORIA

Este trabajo tiene por objetivo realizar un análisis exhaustivo de uno de los
tantos libros del historiador y antropólogo Luis E. Valcárcel, el texto al que hacemos
referencia es Etnohistoria del Perú Antiguo. Historia del Perú (Incas). El presente trabajo
es importante porque proporcionará una visión completa de la etnohistoria peruana
y esto gracias al texto consultado1 que nos brinda información indispensable para
realizar este informe ya que representa uno de los pilares bibliográficos para
comprender académicamente la etnohistoria.

Nuestro trabajo estará dividido en tres partes. En la primera de ellas haremos


un balance de los estudios sobre la Etnohistoria del Perú Antiguo, en la segunda
parte realizaremos el respectivo análisis del trabajo de Luis E. Valcárcel, para
finalmente en la tercera parte colocar las conclusiones a las que hemos llegado luego
del análisis del mencionado texto.

1Valcárcel nos señala en su texto los principios (métodos, criterios, fuentes, etc.) de esta disciplina
histórica y además nos aporta la investigación etnohistórica que ha realizado de los distintos
aspectos de la vida andina del Perú Antiguo.
2. ESTUDIOS SOBRE ETNOHISTORIA EN EL PERÚ

La Etnohistoria es, según Curátola:

…una disciplina que, utilizando esencialmente fuentes documentales y tradiciones orales,


está volcada a la reconstrucción tanto de los caracteres originales como de los procesos de
reproducción y transformación a lo largo del tiempo de las sociedades tradicionales
colonizadas por los europeos, con particular interés en su memoria histórica y su propia
visión del pasado (Curátola 2012: 72).

Partiendo de esta definición comprenderemos que temas y de que ramas de las


ciencias sociales se valió la etnohistoria para lograr su desarrollo, para ello también
será necesario hacer un breve comentario acerca de la historia de la etnohistoria. Ésta
se origina –esencialmente el vocablo– con Clark Wissler quien fue “el primero hace
ya más de un siglo2 en utilizar el término etnohistoria en la forma adjetival ethno-
historical (Baerreis 1961: 49), [para referirse al] estudio de las antiguas culturas
nativas de Nueva York” (Curátola 2012: 63). Mientras que en el Perú el primero en
acuñar este término fue Luis E. Valcárcel, precisamente él lo usa en su Etnohistoria
del Perú Antiguo. Historia del Perú (Incas), texto que hoy nos reúne en un profundo
análisis del mismo.

Posteriormente la etnohistoria fue adquiriendo con el transcurso del tiempo una


metodología particular gracias a los aportes de Adolph Bandelier, quien combino la
“investigación de campo con el trabajo de archivo” (Curátola 2012: 64) además de
desarrollar un método de investigación interdisciplinario y “regresivo”, es decir, ir
estudiando desde el presente hacia el pasado o como él lo menciona “desde lo

2Téngase presente que Clark Wissler vivió entre los años 1870-1947, así comprenderemos lo
antiquísimo que es la expresión ethno-historical.
conocido hacia lo desconocido”, otro investigador fue Ronald B. Dixon, quien
aprovechando los trabajos de Bandelier, impulso la metodología arqueológica: direct
historical approach, que sería usado en la etnohistoria en trabajos en el área de las
Grandes Llanuras norteamericanas3, en esta ocasión hemos querido mencionar solo
estas aportaciones ya que indudablemente existen muchos más por informar4.

Ahora nos centraremos en la Etnohistoria peruana –mencionaremos lo que se


dice de la etnohistoria, como también, en qué puntos se enfocaron los distintos
autores en el surgimiento y desarrollo de esta disciplina histórica, es decir, usando
la historia y la antropología como medios de referencia para lograr tal fin y porque
no, también el uso de evidencias arqueológicas, y acerca de algunos trabajos
bibliográficos que se han abordado desde el punto de vista etnohistórico– que es el
tema que nos interesa.

La Etnohistoria peruana tiene sus antecedentes con los postulados de los


indigenistas, donde la figura destacable es, sin lugar a dudas, Luis E. Valcárcel,
considerado el Padre de las Ciencias Sociales en el Perú, este antropólogo –como lo
hemos mencionado anteriormente– uso el vocablo etnohistoria tal como lo indica
Ávila Molero: “En 1959, Valcárcel escribió un libro titulado Etnohistoria del Perú
antiguo. Historia del Perú, Incas, acuñando por primera vez el término” (Ávila ¿2000?:
186), además Pease agrega que el libro de Valcárcel “reunió sus clases universitarias
sobre los Incas” (Pease 1999: LI) el mismo indigenista por eso la denomina Historia
del Perú, Incas aunque cree mejor que “el verdadero nombre debería de ser Historia
de la Cultura Antigua del Perú” (Valcárcel 2012: 14), con respecto a lo que nos dice
Valcárcel de la etnohistoria –esto será analizado al detalle en un capitulo

3 Los trabajos de esta parte de América serán realizados por William Duncan Strong y Waldo R.
Wedel usando el método direct historical approach de Dixon.
4 Para más información revisar el trabajo de Marco Curátola, como “Los cinco sentidos de la

Etnohistoria” por ejemplo.


especializado del pensamiento que tuvo este indigenista– sin embargo indicaremos
brevemente que su intención es “reconstruir la vida de los pobladores del Perú
precolombino, y para [lograr comprender necesita saber] todas las manifestaciones
de la vida individual y social5” (Valcárcel 2012: 14).

Más adelante, la etnohistoria lograra una gran transformación, gracias a los


estudios de “tres antropólogos extranjeros [quienes constituirán] la moderna
Etnohistoria en el Perú: John Rowe, Tom Zuidema y John Murra” (Ávila ¿2000?:
187), Rowe:

[Formulará] una periodificación arqueológica previa a los incas (1946)6. […] también
contribuyó a la mejor comprensión de la organización social y política andina con sus
estudios sobre la religión estatal incaica (1960), combinando el estudio de las crónicas
conocidas con su dedicación a la arqueología andina (Ávila ¿2000?: 187).

Mientras que Zuidema en El sistema de Ceques del Cuzco (1964) estudia…

…la organización social Inca tomando como punto de partida la lista de las líneas
ceremoniales recopiladas por el cronista Polo de Ondegardo, elaborando un modelo de lo
que la elite Inca tenía en mente cuando correlacionaba los linajes reales con las
responsabilidades religiosas y el matrimonio preferencial. [Además] abordó los niveles
casi invisibles de las realidades andinas. Conceptos como dualidad, cuatripartición y
organización decimal, dieron nuevas pistas para repensar la organización de los sistemas
prehispánicos. Sus aportes al estudio de la astronomía y el calendario incaico también son
importantes (Ávila ¿2000?: 187-88).

5 He aquí la importancia del trabajo realizado por Valcárcel ya que él vivió, como lo menciona, en
una época donde se enseñaba solamente la historia política de los Incas y en su afán de reconstruir
el pasado con otro punto de vista (económico, religioso, jurídico, técnico, artístico, moral, etc.), usa
medios históricos como también arqueológicos, de esta manera logra concretar su estudio
etnohistórico.
6 Esta periodificación consistía en una división de “horizontes” y “periodos” de las culturas que

se desarrollaron en los Andes Centrales.


Por su parte Murra, quien gracias a su tesis doctoral (1955) nos aportó una nueva
visión del mundo de los Andes, creando el término “lo andino” donde proponía una
organización diferente a la que se creía del Imperio de los Incas7 y de los Andes
Centrales en general, además Murra incorporó –gracias a conceptos de antropología
económica– la visión de intercambio en los Andes: reciprocidad, redistribución y
control vertical de pisos ecológicos, estos temas en que se aventura Murra a estudiar
están reunidos en sus Formaciones económicas y políticas del mundo andino (1975) y El
mundo andino. Población, medio ambiente y economía (2002), sin lugar a dudas su ensayo
sobre “El control vertical de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las
sociedades andinas”8 es el más significativo de sus estudios ya que aquí plasma de
una gran forma la investigación etnohistórica, lo que lo llevó “con justo título [ser]
considerado el padre de la etnohistoria andina” (Curátola 1999: 198).

El ensayo sobre el control vertical de pisos ecológicos podemos nombrar que su


autor John Murra uso nuevas fuentes que los historiadores poco o nada habían
utilizado hasta ese entonces, nos referimos a las llamadas “visitas”, estas eran
informes administrativos españoles, una suerte de censos, que eran dirigido a los
pueblos indígenas para saber la realidad en la que se encontraban ellos y que
pensaban los habitantes de la misma, para que de esta forma la Corona representada
por el virrey en América pueda hacer modificaciones en los aspectos en las que era
necesario, ya sea social, religioso, etc. Para demostrar su hipótesis del control vertical
de pisos ecológicos, Murra se valió “de las visitas de la provincia de Chucuito por

7 Particularmente de los incas se he dicho que estos tuvieron un estado socialista (Baudin),
comunista (Mariátegui) o esclavista (Choy) (Ávila ¿2000?: 188). Terence D´Altroy concuerda en
esta posición, además agrega que existen distintos “autores que han contemplado ese reino –
haciendo referencia al incario– [de forma] diferente: como un tipo de comunismo primitivo, como
una sociedad feudal, como un Estado despótico a la manera asiática o como un imperio territorial”
(D´Altroy 2003: 19)
8 “Este ensayo se publicó por primera vez en el tomo II de la visita de Iñigo Ortiz (1972), [además]

fue parte de Formaciones (1975)” (Murra 2002: 85).


Garci Diez de San Miguel (1567) y de la provincia de León de Huánuco por Íñigo
Ortiz de Zúñiga (1562)” (Curátola 1999: 199). Otra fuente que consultó este
etnohistoriador fueron los expedientes judiciales, nos menciona uno en particular,
uno que data del año 1559, que constituye parte de un litigio en la Audiencia de Los
Reyes, este le fue proporcionado por Waldemar Espinoza en 1961, la importancia de
estos litigios a comparación de las visitas es comprender mejor y acercarnos a la
perspectiva andina, “ya que los testigos de las dos, tres o más partes en la disputa
tienen oportunidad de contradecir y contradecirse, ampliar o enmendar sus
argumentos9” (Murra 2002: 102-03), es decir nos brinda un panorama más amplio de
la realidad andina y esta debería ser encontrada por el etnohistoriador, en esa
búsqueda de acercarse al mundo andino eso es lo que nos quiere decir Murra sobre
la etnohistoria no encerrarse en lo que dicen las crónicas del siglo XVI y XVII sino
también buscar nuevos rumbos y tal como quedó demostrado las visitas y los litigios
son claros ejemplos de esos nuevos caminos que el historiador debe aventurarse.

Siguiendo la línea temporal de la etnohistoria, tenemos ahora que hablar de


quienes, con sus investigaciones, aportaron largamente a la historiografía peruana
del siglo XX, estos fueron…

…un nutrido grupo de investigadores volcados al estudio del mundo andino antiguo y
colonial –como María Rostworowski, Franklin Pease, Luis Millones, Juan Ossio,
Edmundo Guillén, Waldemar Espinoza Soriano, entre otros– los cuales son
colectivaimente conocidos como la “escuela de etnohistoria peruana” (Curátola 2012: 62).

Dentro de estos, algunos fueron discípulos de los tres antropólogos


mencionados líneas arriba y siguieron los pasos de sus maestros, de la cual destacan
Franklin Pease como discípulo de Murra, éste proponía que…

9Este fragmento nos habla acerca del litigio que existió entre tres etnias (Canta, Chacalla y
Collique) por el control de un cocal en los alrededores de Quivi, que actualmente es Santa Rosa
de Quives.
…las crónicas –salvo excepciones como las de Guamán Poma o Santa Cruz Pachacuti– no
podían gozar de ese mismo prestigio10, ya que al ser el resultado de informaciones
recogidas de informantes procedentes de sociedades ágrafas, sus datos provenían siempre
de tradiciones orales que habían sido elaboradas bajo categorías temporales distintas a las
occidentales (Ávila ¿2000?: 190).

Sin embargo, ¿qué nos dice Pease acerca de la etnohistoria peruana?, aquí un
pequeño fragmento de lo que piensa este etnohistoriador del ámbito en el que se
desenvolvió:

La arqueología y la antropología han dado lugar a un renacer de los estudios andinos,


específicamente cuando en la década de 1960 se hizo patente la presencia de una
perspectiva integradora: la etnohistoria. […] desde sus inicios, la etnohistoria buscó
reunir las estrategias de los historiadores, antropólogos y arqueólogos, aunque a
diferencia de otros países americanos (México, por ejemplo), surgía más cercana a la
historia. […] La etnohistoria se desarrolló en el Perú partiendo de un reavivado interés
para los Incas, aunque se extendió después a la colonia. Hoy a nadie le llama la atención
hablar de una historia andina, vertebral en la conformación de una historia del Perú
(Pease 1999: LI).

Esto que nos quiere decir que Pease al igual que otros autores ven la necesidad
de la mixtura de la historia, antropología y arqueología para rellenar los vacíos que
solo la etnohistoria con su método combinatorio puede obtener, pero nos muestra
un problema, que al dejar de lado al estudio de la historia andina, esto se verá
reflejado más adelante, también se deja de lado la investigación etnohistoria porque
su principal temática –el mundo andino– está siendo olvidada por los estudiosos y

10 Refiriéndose a las visitas de las comunidades indígenas, que fue usado por su maestro John
Murra, donde poseían una cierta objetividad, algo que no podía observarse en las crónicas, según
Pease, porque estas últimas están ligados al pensamiento europeo (por ejemplo la concepción del
tiempo como una historia lineal típica de Occidente) y esto no permite comprender al mundo
andino como tal.
muy pocos se consideran actualmente parte de esta disciplina, un ejemplo es Marco
Curátola quien se reconoce como etnohistoriador11.

Franklin Pease, reiteramos, fue discípulo de Murra, éste último influencio


indudablemente en la labor investigativa de Pease quien se adentró en el estudio de
las visitas implantando los métodos etnohistóricos que –se deduce– fue aprendido
en esa convivencia académica con Murra, de las cuales destacan algunos títulos
como:

"Una carta del visitador Garci Diez de San Miguel" (1965-1967), "Nota sobre visitadores
de Chucuito en 1572" (1970), "Documentos sobre Chucuito" (1970), "Cambios en el
reino lupaqa (1567-1661)" (1973), "Ortiz de Zúñiga, Iñigo, Visita de la provincia de
León de Huánuco" (reseña) (1973) y "Las visitas como testimonio andino" (1978)
(Curátola 1999: 200).

María Rostworowski “realizó estudios sobre la lógica de interacción social y


geográfica de los antiguos habitantes de la franja costera del Perú”, esto se visualiza
en sus trabajos cuyos títulos son: Pachacútec Inca Yupanqui (1953), Recursos naturales
renovables y pesca, siglos XVI y XVII (1981), Historia del Tawantinsuyu (1988), etc. Este
último libro se considera un clásico sobre la historia peruana prehispánica, además
uno de los más divulgados entre los eruditos como en la gente del común, según
Rafael Varón, su éxito radica en que María Rostworowski…

…hace un cuestionamiento de la imagen idílica (y falaz) que se tenía del Estado incaico,
en un lenguaje que combina con acierto y maestría el rigor académico y la explicación
amena y valida tanto para intelectuales como para el público en general (Ávila ¿2000?:
190).

A nuestro parecer este éxito tendría que ver con el empleo etnohistórico que
Rostworowski impone en sus trabajos, como representante de la “escuela de

11 Para más información acerca de la problemática que está sufriendo en estos tiempos la
etnohistoria revisar el trabajo de Marco Curátola, “Los cinco sentidos de la Etnohistoria”.
etnohistoria peruana”, además posiblemente haber desarrollado –coincidiendo con
Varón- un lenguaje que pueda ser entendido por cualquier lector interesado o no del
tema, gracias a esa mixtura entre lo sencillo y lo académico.

Otro representante que hemos nombrado antes como parte de la “escuela de


etnohistoria peruana” es Waldemar Espinoza, quien a través del uso de fuentes del
Archivo General de Indias logró demostrar cómo en la conquista del Tahuantinsuyo
los españoles habían contado con el apoyo de algunos curacas recelosos del poder
Inca, como fue el caso documentalmente demostrado de los Huancas (Espinoza
1974), esto se observa a detalle en La destrucción del imperio de los incas (1974); además
Espinoza fue el único etnohistoriador que buscó buscar una relación entre la
etnohistoria y marxismo12 esto se vislumbra en su libro titulado Los modos de
producción en el imperio de los Inkas (1985).

Los estudios fueron diversos de otros autores, de las que destacan el trabajo
de los…

…movimientos mesiánicos y campesinos en los Andes como el Taki Onkoy (Millones,


1964, 1967, 1971, 1990; Varese, 1968; Ossio, 1973; Pease, 1973); o las modificaciones
producidas en las sociedades andinas a consecuencia de la invasión europea (Escobar,
1964; Fuenzalida, 1970; Mayer, 1970; y Wachtel 1973, 1977), utilizando para ello la imagen
de la “visión de los vencidos” propuesta por León Portilla en México. Por su parte,
Zuidema y sus discípulos aplicaron el análisis estructural siguiendo los senderos trazados
por Lévi-Strauss, llegando a la comprensión de las estructuras dualistas andinas, como
fue el caso de Juan Ossio (1978), Alejandro Ortiz (1973) y Salvador Palomino (1970) (Ávila
¿2000?: 191).

12Es así como la etnohistoria y el marxismo no pudieron llegar a un consenso, por tener distintos
puntos de vista (ideológica como metodológicamente), generando una brecha que buscara ser
superada a mediados de la década de 1980 por Alberto Flores Galindo y Manuel Burga, a esta
época de “reconciliación” Ávila Molero la denomina Post-Etnohistoria cuya temática liderada por
Flores Galindo va ser la Utopía Andina que “busca una alternativa entre la memoria y el
imaginario [de los indígenas]: la vuelta de la sociedad Inca y el regreso del Inca” (Manrique 1991:
23), algo que rotundamente no va a suceder.
3. BIBLIOGRAFÍA

Ávila Molero, Javier


¿2000? “Entre archivos y trabajo de campo: La etnohistoria en el Perú”. En:
Degregori, Carlos Iván (ed.), No hay país más diverso, compendio de
Antropología Peruana. Lima: PUCP/Universidad del Pacífico/IEP, pp.
180-201.

Baerreis, David A.
1961 “The Etnohistoric Approach and Archaelogy”. Etnohistory. ¿New York,
año 8, vol. 1, n° 49-77?, pp. 49-77.

Curátola Petrocchi, Marco


1999 “Franklin Pease G.Y. (1939-1999). Una vida para la etnohistoria
andina”. Histórica. ¿Lima?, vol. XXIII, n° 2, pp. 193-220.

2012 “Los cinco sentidos de la Etnohistoria”. Memoria Americana. ¿Lima, año


20, vol. 1, n° 35-181?, pp. 61-73.

D’Altroy, Terence N.
2003 Los Incas. Hierro Grandoso, Ignacio (trad.). Barcelona: Editorial Ariel S.
A.

Espinoza, Waldemar
1974 La destrucción del imperio de los incas. Lima: Retablo de Papal ediciones.

Manrique, Nelson
1991 “Historia y utopía en los Andes”. Márgenes. Lima, n° 8, SUR.
Murra, John V.
2002 El mundo andino. Población, medio ambiente y economía. Lima:
IEP/Pontificia Universidad Católica del Perú.

Pease G.Y., Franklin


1999 “Introducción”. En: Pease G.Y., Franklin (ed.), Los Incas: arte y símbolos.
Lima: Banco de Crédito del Perú, XXI-LI.

Valcárcel, Luis E.
2012 Etnohistoria del Perú. Historia del Perú (Incas). Segunda edición. Lima:
Fondo de Cultura Económica.

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