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I. Introducción
El Papa Francisco, en su Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile, en su numeral 5, hace un
llamado a “promover una reflexión teológica que sea capaz de estar a la altura del tiempo
presente”, nos interpela así también a “promover una fe madura, adulta y que asuma el humus
vital del Pueblo de Dios con sus búsquedas y cuestionamientos”. De esta forma, debemos caminar
hacia la formación de “comunidades capaces de luchar contra situaciones abusivas, comunidades
donde el intercambio, la discusión, la confrontación sean bienvenidas”. Esto nos interpela a que
seamos “fecundos en la medida que potenciemos comunidades abiertas desde su interior y así se
liberen de pensamientos cerrados y auto - referenciales llenos de promesas y espejismos que
prometen vida pero que en definitiva favorecen la cultura del abuso”.
Considerando lo planteado por el Papa, nos proponemos iniciar un camino de discernimiento, para
el cual debemos considerar, al menos, tres elementos fundamentales:
1º Tomar conciencia que quien inspira el discernimiento es el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo;
que hace de vínculo, por medio del amor entre el Hijo y el Padre, y que habita en nuestro
interior desde el momento del bautismo. Por lo tanto, está presente en cada uno de nosotros,
en cada comunidad y nos constituye en Pueblo de Dios.
2º Cada uno de nosotros está llamado a un proceso de discernimiento, y cada comunidad debe
descubrir la presencia del Espíritu de Dios que actúa e interpela su propio accionar, como
también los procesos de renovación comunitaria y eclesial.
3 º Reconocer en todo lo humano, en todo ser humano y en los acontencimientos, los signos de
los tiempos para testimoniar su Reino.
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- La aparición de gobiernos autoritarios en contra del llamado al empoderamiento de la
ciudadanía.
Nos encontramos ante un exceso de realidad, cuya diversidad y complejidad superan nuestras
herramientas analíticas y conceptuales, lo que hace que nuestros marcos interpretativos no logren
dar respuesta para la comprensión de estas realidades. Incluso, las instituciones del orden
simbólico, entre las que las ciencias sociales reconocen la familia, la educación y la Iglesia, no son
capaces de dar sentido, significado, a estas experiencias tan amplias y diversas, y mucho menos a
integrarlas. La búsqueda colectiva del sentido queda disminuida ante un excesivo individualismo.
En este contexto de cambio cultural, la crisis experimentada por la institución eclesial, en la cual se
han destacado los abusos por parte del clero y otros agentes pastorales, nos desafía a tener una
mirada integral de nuestra Iglesia. Se plantea la necesidad de renovación y conversión profunda.
También nos provoca a iniciar un proceso de encuentro y diálogo en cada comunidad, en la cual,
todas las personas contribuyan a generar los cambios necesarios desde la libertad y dignidad
bautismal, para provocar la conversión de las estructuras eclesiales. Solo en la medida que
logremos la conversión, la vida y misión de la Iglesia serán coherentes con el Evangelio y
significativa para las mujeres y hombres de hoy.
A fines de mayo del 2018, en la casa de Retiros San Francisco Javier de Santiago, se realizó un
Encuentro Nacional de Discernimiento, donde participaron equipos pastorales, obispos,
comisiones nacionales, etc. En este, se discernieron diferentes clamores que brotaban de la crisis
eclesial y surgió el gran anhelo de ser una iglesia sinodal, profética y esperanzadora que busca
poner a Jesús en el centro. Mientras se desarrollaba este encuentro, se recibió la Carta del papa
Francisco al Pueblo de Dios que peregrina en Chile.
En esta misma línea, en la 116ª Asamblea Plenaria Extraordinaria, realizada en Punta de Tralca el 3
de agosto de 2018, los obispos manifiestan que: “Acogiendo el llamado del Papa Francisco, los
obispos se comprometen "a promover intensamente la participación de laicos y laicas en
instancias eclesiales generando ambientes de sinceridad, franqueza y crítica constructiva junto a
los consagrados, en una experiencia comunitaria como “pueblo de Dios” (Cf. Declaración,
Decisiones y Compromisos de la Conferencia Episcopal de Chile, 3 de agosto de 2018).
Reafirmando este compromiso, la 117ª Asamblea Plenaria, con la colaboración de los organismos
de la Conferencia Episcopal de Chile, aprobó un itinerario para este proceso de discernimiento, y
de ese modo, avanzar hacia el logro de lo comprometido. Este itinerario busca una amplia
participación laical, sea de forma individual como de las estructuras propias de nuestra Iglesia, que
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tendrá como hito la III Asamblea Eclesial Nacional en el año 2020, para sentar las bases de nuevas
orientaciones pastorales para la Iglesia en Chile.
Aunque el énfasis ha estado en las diócesis, en esta etapa también ha habido otros encuentros
significativos, tanto con comisiones nacionales, como con las áreas pastorales de la Conferencia
Episcopal de Chile; que al igual que las diócesis, reconocen la necesidad de involucrarse, no solo en
el proceso nacional, sino también, a hacer ellos mismos este proceso e iniciar un diálogo con
diversos grupos que comparten sustancialmente el compromiso de la conversión eclesial.
En estos espacios, encuentra coherencia el anhelo de ser una Iglesia sinodal, profética y
esperanzadora que pone a Jesucristo en el centro de su misión evangelizadora, y nos hace
conscientes de que muchos procesos ya se habían iniciado con diferentes ritmos e intensidad, de
acuerdo a cada realidad diocesana.
Muchas comunidades, diócesis y los organismos de la Conferencia Episcopal de Chile, dan cuenta
de procesos sinodales, de discernimiento, de encuentro local, regional y nacional, de búsquedas
que se sitúan incluso antes del encuentro de los obispos con el papa Francisco. Sin embargo, la
Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile nos urge a pensar decididamente en un proceso de
conversión y acciones concretas que materialicen esta nueva conciencia y concepción de Iglesia
que busca en la realidad donde se inserta, hacer vida el proyecto de Dios abandonando prácticas
poco evangélicas y estructuras rígidas que puedan desvirtuar la misión, reconstruyendo nuestras
capacidades de convivencia en el respeto y reconocimiento del otro.
Asimismo, han surgido otros espacios de reflexión que cuestionan profundamente la acción de la
Iglesia en Chile, especialmente frente al actuar en los casos de abuso sexual pero también el
ejercicio de la autoridad y uso del poder, la formación de los seminaristas, sacerdotes y laicos, la
participación y diversidad laical en todos los espacios eclesiales y particularmente, el mayor
protagonismo y liderazgo de las mujeres donde desde su propia concepción del mundo, se expresa
y se hace parte del proyecto de Dios en su Iglesia.
Para renovar nuestro quehacer, es fundamental comprender que debemos trabajar en conjunto,
no lo podemos hacer solos; necesitamos confrontar y enriquecer nuestras miradas con otras
visiones.
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Por lo tanto, nos proponemos promover espacios de participación, generando ambientes de
sinceridad, franqueza y crítica constructiva, donde tengamos una mirada autocrítica de los
aspectos estructurales que permitieron la ocurrencia y perpetuación del abuso en la Iglesia.
Hemos iniciado un proceso de acogida y acompañamiento a los diversos equipos pastorales de las
diócesis, que les permita hacer aportes al discernimiento de nuestra Iglesia en Chile; para lo cual,
considerando la realidad de cada diócesis, establecemos una forma de trabajo flexible y adaptable
que rescate los elementos emergentes que puedan surgir del proceso.
1. RECONOCER el origen de las situaciones y los anhelos de vida que surgen de este
momento a nivel personal y comunitario, profundizando en las raíces de la crisis de la
Iglesia en Chile más allá de los diagnósticos conocidos.
2. INTERPRETAR, a la luz de la Palabra y de la realidad, lo que Dios nos quiere decir en este
momento, discriminando las mociones que no provengan del Espíritu Santo.
3. ELEGIR entre aquellas mociones que hemos interpretado, haciendo propuestas concretas
de conversión en la propia comunidad y para la Iglesia en general.
En resumen:
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- Es evidenciar la acción de Dios, no solo planificar acciones.
- Es una experiencia de entendimiento, no una consulta.
- Es la diversidad del pueblo de Dios, no una elite la que opina.
- Es también un fin en sí mismo, no solo un medio.
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- RECONOCER: identificar y explicitar las principales características, fenómenos o
acontecimientos, reconociendo sus raíces y anhelos.
- INTERPRETAR: Descubrir aquello que Dios nos está pidiendo, de entre las mociones que
surgen en la comunidad.
- ELEGIR: optar por las mociones del Espíritu de Dios que consideramos fundamentales y
que han sido identificadas en las etapas anteriores, y asimismo, identificar las mociones
que no vienen del Espíritu de Dios y rechazarlas con claridad.
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jóvenes, asociaciones laicales, movimientos, congregaciones, comunidades de padres y
apoderados, entre otras).
- Acoger la reflexión que surge desde las comunidades para discernir el querer de Dios en
la Iglesia particular y que éste sea fuente para el diseño de los planes de renovación
eclesial y pastoral.
- Aportar desde el proceso de discernimiento diocesano a los procesos regionales y
nacionales de renovación.
Nacional
- Espacios de discernimiento convocados por las comisiones nacionales y las áreas
pastorales de la Conferencia Episcopal de Chile.
- Espacios de discernimiento de los obispos y administradores apostólicos.
- Espacios de discernimiento de vicarios pastorales y obispos de la COP.
- III Asamblea Eclesial Nacional
VII. Cronograma
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comunitarios.