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Lacoste, Pablo. (compilador). Argentina, Chile y sus vecinos. Tomo I.

Colección
Cono Sur.

Argentina y Chile (1810 – 2000)

Para el estudio de las relaciones entre Argentina y Chile se seleccionaron tres


categorías principales: equilibrio de poder, esferas de influencia y asociación.

1. Revolución, guerra de independencia y asociación argentino-chilena


(1810-1829)

La historia de las relaciones entre Argentina y Chile comienzan con la


revolución de 1810 y terminan con la llegada al poder de Rosas (1929) y Portales
(1830). Es una época donde predomina la asociación, se realizó un esfuerzo notable
para mantener estrechas relaciones diplomáticas.

En 1811 ya impulsaba un fuerte acercamiento político con la idea de crear una


confederación de alcance regional. Estas ideas fueron compartidas también por José de
San Martín. El 8 de Julio de 1816 en el Congreso de Tucumán se declaró la
“independencia de las Provincias Unidas de América del Sur”, un proyecto regional no
nacional. El derrumbamiento del gobierno de las Provincias Unidas, tras la balla de
Cepeda (1820), frustró estos intentos.

No prosperó la unión política pero la cooperación militar se consolidó. Se reflejó


en la guerra de la independencia (1810 – 1814) donde se destacó el acuerdo de San
Martín y O’Higgins, y en la asistencia chilena a las fuerzas argentinas durante la guerra
con el Brasil (1825 – 1828).

También se produjeron importantes proyectos de asociación económica. En


1826 los gobiernos procuraron formalizar las relaciones de amistadas, alianza y
comercio y establecer libre comercio pero no se logró afirmar jurídicamente.

A pesar de que la llegada de Rosas al poder deterioró las relaciones bilaterales,


el ciclo de asociación se hizo en sentir en años posteriores. En este marco se ubica la
propuesta de Portales (1831-1831) de construir una Unión Aduanera de América del
Sur, no llegó a materializarse pero generó condiciones para futuros tratados
comerciales.

2. Dictaduras, distanciamiento y tensiones (1829 - 1852).


A partir de la llegada al poder de Juan Manuel de Rosas se cerró el ciclo de
asociación y comenzó una etapa de distanciamiento hostil, conciertas notas de fricción y
rivalidad.

El factor fundamental del nuevo contexto, sería la configuración del Estado


pretoriano, especialmente en la Confederación Argentina. Durante la época de Rosas,
Argentina estuvo en guerra con seis naciones y en el plano interno se realizó una
política violenta y represiva. La presencia de afiliados argentinos en Santiago y
Valparaíso generó distanciamiento entre ambos gobiernos.

En este periodo no hubo contactos diplomáticos permanentes; Chile tenía un


servicio exterior bastante complejo, con representantes en números países pero ninguno
en Argentina. Tampoco había cuerpo diplomático argentino en Santiago. Por lo que no
hubo medios de contacto dando resultado que no se firmó ningún tratado, ni protocolos
de ningún tipo.

Tras un episodio de violencia hacia residentes chilenos en Mendoza y la falta de


respuesta por parte del gobierno argentino, Chile decidió cerrar la cordillera al
comercio. A pesar de todo, el comercio, la circulación de bienes y de personas a través
de los Andes, se siguió desarrollando.

3. Constitución, liberalismo y nueva asociación (1852 – 1866)

La caída de Rosas y la sanción de la Constitución Nacional en la Argentina


(1853), generaron condiciones para una nueva etapa en las relaciones bilaterales. Se
abrieron consulados argentinos en varias ciudades chilenas y viceversa, lo que permitió
reanudar el diálogo y generar nuevos tratados. Los más importantes fueron los Tratados
de 1856 y 1881.

Con el Tratado de 1856 se puso en vigencia un sistema por el cual la cordillera


de los Andes quedaba como zona de libre circulación de bienes y personas, lo cual
facilitó un interesante proceso de complementación económica y articulación fronteriza.
No se podía extender a un sistema de libre comercio total ya que deberían extender esta
ventaja a todos los países con los que habían firmado tratados de “Nación más
favorecida”.

Este fue el punto mas alto del ciclo. A partir de aquí comenzó la decadencia de
los lazos entre ambos países. Cuando estalló la crisis del Pacífico (guerra de Chile, Perú,
Ecuador y Bolivia contra España), la decadencia de la Asociación se hizo evidente.
Chile entró en el conflicto creyendo que recibiría el respaldo de la mayoría de países
suramericanos pero Argentina ya se encaminaba hacia otra dirección. El ciclo de
asociación con la Argentina ya estaba agotado.

4. Hacia la constitución de las “Esferas de Influencia” (1856 – 1881)

En esta época apareció un nuevo contexto interno y externo, tanto en lo político


como en lo económico. En lo político, ambos países ya tenían su aparto estatal
organizado mediante las respectivas constituciones nacionales. En lo económico, en la
década de 1850 se inició un profundo cambio en ambos países debido a la expansión de
las redes ferroviarias. Como resultado, entre 1950 y 1930 se afirmaría una estructura
productiva nueva en ambos países, signada por la explotación a gran escala de los
recursos naturales. Se transformarían rápidamente en exportadores de productos
primarios, y en importadores de productos manufacturados, fundamentalmente del
imperio británico.

Ambos países optaron por fortalecer sus lazos económicos con Gran Bretaña, lo
que debilitó el interés por la asociación. Se centraron en aprovechar las ventajas
comparativas para consolidarse como exportadores de bienes primarios y sus
económicas cada vez resultaban menos complementarias.

El Tratado de Comercio de 1856 perdió sentido y en 1868, al cumplirse el plazo


de vigencia del tratado, el mismo no fue confirmado ni ratificado. Se inició un proceso
de militarización de la frontera para consolidar su presencia en la zona.

Por otra parte, la revolución de los transportes provocó el ferrocarril renovó el


interés por tierras del propio territorio. Espacios considerados con nulo valor económico
que comenzaron a ser mas valorados. Comenzó una expansión de territorios
efectivamente controlados por el Estado, hacia el norte y hacia el sur. Esto se realizó a
través de dos sistemas: la guerra y la ocupación efectiva.

El primer gran conflicto regional de este período fue la “Guerra del a Triple
Alianza”, originada en el acuerdo entre Argentina, Brasil y Uruguay para enfrentar al
Paraguay. El resultado de esta contienda (1865 – 1870) supuso la imposición de un
tratado por el cual Argentina tomó control de un territorio de 300.000 km2 (Chaco
Austral) que estaba ocupado por indígenas y era reclamado por Argentina, Paraguay y
Bolivia. Mas tarde Argentina organizaría la ocupación efectiva con instalación de
pueblo y localidades y el sometimiento de los pobladores.

Por el lado del Pacífico se desencadenó una guerra de grandes proporciones:


Chile contra Perú y Bolivia. Iniciada en 1879 se prolongó hasta 1884. Chile llegó a
ocupar todo el Perú. Tras la firma del Tratado, Chile se quedó en poder de Tarapacá,
Arica y Tacna (un territorio de 200.000 km2) en forma definitiva. La expansión hacia el
norte de Argentina y Chile se produjo casi en forma simultánea.

De la misma manera la expansión hacia el sur fue casi simultánea. Del lado
argentino comenzó la ocupación de la Patagonia en 1860 pero de forma limitada. El
proceso de aceleró con la llamada Campaña del Desierto (1877 – 1879) que permitió
afirmar la presencia del Estado hasta el Río Negro. Con la campaña naval se afirmó la
presencia en Tierra del Fuego, Chubut y Santa Cruz.

Del lado chileno hasta el siglo XIX la frontera la marcaba el Bio Bio. La
presencia resurgía cientos de kilómetros al sur, en Valdivia, Puerto Montt y Chiloé.
Luego se volvió a descontinuar 1000 km más al sur, a Punta Arenas, ciudad fundada en
1843. En 1845 se aprobó una ley que promovía la colonización por parte de inmigrantes
europeos que comenzaron a llegar en 1849. Tras el final de la Guerra del Pacífico se
pudo producir la ocupación plena de la Patagonia Oriental con la llamada “Pacificación
de la Araucanía”.

Este periodo (1866 – 1881) supuso para Argentina y Chile incorporar territorios
con una extensión de 1.300.000 km2 y 550.000 km2 respectivamente, logrando duplicar
la superficie del territorio nacional.

5. Mirando al océano

Al comenzar la segunda mitad del siglo XIX, tanto Argentina como Chile
advirtieron la importancia de las conexiones marítimas para la llegada de capitales,
inmigración y tecnología de las grandes potencias europeas. Ello llevó a poner más
énfasis en el control de sus respectivos literales oceánicos. La clase dirigente comienza
a desarrollar un cambio de paradigma para aceptar las teorías del libre cambio.

Se fue consolidando una tradición por la cual, Argentina quedaría en el


Atlántico, y Chile en el pacífico. El tratado de Límites de 1881 incluía implícitamente
este postulado. Para evitar confusiones futuras, en 1893 se firmó un Protocolo Adicional
a este tratado, por el cual explícitamente se afirmó el peso de las Esferas de Influencia
de acuerdo a la división bioceánica.

6. En busca del Equilibrio del Poder (1881 – 1902)

Tras la victoria chilena en la Guerra del Pacífico la clase dirigente argentina


percibió que Chile emergía como una potencia militar de primera orden y podía
transformarse en una amenaza para la seguridad de los países del área. Estos grupos
cuestionaban a Chile por hacer lo mismo que había hecho Argentina en el norte. La
diferencia era que Chile lo rizo con sus propias fuerzas con países que le superaban en
recursos. El prestigio de las fuerzas armadas de Chile generó alarmara y se tradujo en
una nueva política exterior, basada en la búsqueda del equilibrio de poder y en la carrera
armamentista.

Esta carrera armamentista se produce en un marco internacional que operaba de


esta manera y que derivaría en la I Guerra Mundial. Dentro de estos parámetros, entre
los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, Argentina y Chile invirtieron
sumas sin precedentes en armas, sobre todo en buques de guerra. Como resultado, se dio
la paradójica situación por la cual dos países subdesarrollados y poco poblados, tenían
dos de las mayores flotas de guerra del mundo.

El nuevo sistema internacional basado en el equilibro e iniciado en Buenos Aires


mediante aproximaciones a Lima y La Paz, tuvo su respuesta en Chile con acercamiento
con Brasil. Las tensiones diplomáticas se reflejaron en el ámbito económico y social,
sobre todo en la frontera.

7. El triunfo de las Esferas de la Influencia (1902 – 1930)

Los Pactos de Mayo (1902) fueron la bisagra que marcó el busco cambio de
signo en las relaciones entre Argentina y Chile. Se cerró la búsqueda del “Equilibrio del
Poder” en la región, para abrir paso al entendimiento directo, reservándose cada uno su
propia “Esfera de Influencia” y renunciaba acciones en la de su contraparte. El principio
“Argentina en el Atlántico y Chile en el Pacífico” se transformó en ley de oro.

El entendimiento entre Argentina y Chile, modificó la correlación de fuerzas en


el pacífico. Chile paralizó el plebiscito de Tacna y Arica y la suerte de esas regiones
sería decidida por negociación directa de las cancillerías. Mediante el Tratado de Lima
(1929), Chile devolvió Tacna al Perú, pero retuvo el control de Arica. EEUU destacó
como potencia mediadora ante el vacío dejado por Argentina y con el objetivo de influir
en la región.

Los “Pactos de Mayo” también cambiaron las relaciones directas entre


Argentina y Chile, en el campo de la frontera y los proyectos de integración física. Más
allá de actos simbólicos (construcción monumento en la frontera, visitas de presidentes,
etc.), lo importante fue la finalización del Ferrocarril Trasandino. Las posibilidades que
brincó este sistema moderno de transporte, permitieron activar el intercambio de bienes
y personas y avanzar el proceso de complementación económica. Se incrementaron las
relaciones diplomáticas y se formó el bloque regional ABC junto a Brasil, que se
debilitó con la I Guerra Mundial.

Asociación diplomática y desarticulación fronteriza (1930 – 1966)

El techo del buen clima de las relaciones tenía su techo en la baja


complementariedad de las economías por lo que no había condiciones reales objetivas
para profundizar los lazos económicos mutuos. Esto se modificó con el paso del modelo
exportador- primario, al industrial – sustitutivo de importaciones. Simbólicamente se
puede señalizar como fecha de inicio 1930. La Gran Depresión fue el catalizador de un
movimiento que se insinuó en la I Guerra Mundial, cuando la interrupción de los flujos
normales de abastecimiento desde las potencias europeas desnudó la fragilidad del
sistema.

A este proceso se debe añadir el aumento considerable de la demanda interna,


por incremento de población y mejor distribución del ingreso, debido al cambio del
Estado que inicia el modelo de Estado de Bienestar. La estructura socioeconómica
interna comenzó a revertir el ciclo de abandono fronterizo y e inició un interesante
proceso de movilización de la riqueza regional.

El contexto cambiaba profundamente, y las cancillerías lo iban a reflejar. A


partir de 1933 comenzó una actividad diplomática sin precedentes. Los proyectos de
integración física comienzan a ocupar un espacio cada vez mayor en estos tratados y no
tardaron en traducirse en obras concretas.

Aparecen actores internacionales, como la CEPAL (1949), que proporcionarían


el aporte técnico que necesitaba el poder político para realizar el ideal de la integración.
Los pactos entre Perón e Ibáñez (1953), y la constitución del ALALC en 1960 marcaron
toda una época de asociación entre Argentina y Chile. La llegada de Eduardo Frei al
poder (1964) marcó el punto culminante por su liderazgo continental y su convicción de
la urgente necesidad de profundizar la integración latinoamericana.

Paradójicamente los Estados nacionales también efectuaron inversiones


millonarias para establecer un sistema de seguridad, control y fiscalización sin
precedentes en las fronteras. La acumulación de fuerzas represivas a ambos lados del
límite internacional, generó condiciones para roces y conflictos que culminarían con
este ciclo en 1965 con los cruentos incidentes de Laguna del Desierto.

8. Pretorización del Estado, Equilibrio de Poder y tensiones fronterizas


(1955 – 1984)

El Golpe de Estado de 1955 en la Argentina se inicia realmente el periodo de


rivalidad, conflictividad y políticas de poder. A pesar de que el gobierno estuvo en
manos civiles en algunos años del periodo pero siempre fueron débiles, condicionados y
viciados de legitimidad. Esta situación fue percibida con preocupación en Chile.

Durante el periodo se produce un ensanchamiento del poder de la corporación


militar, cuyos enfoques ocupan la toma de decisiones del Estado. Surgen conceptos
como “seguridad nacional” hacia adentro y la “geopolítica” hacia afuera. Ene este
contexto estallaron conflictos con Chile debido a problemas en la zona de frontera.

Entre 1955 y 1966 se produjo solapamiento de los dos ciclos. La influencia de


los militares promovió incidentes, mientras que los gobiernos civiles, dejaron espacio
para proyectos y realizaciones de integración. Cuando los militares se cansaron de los
gobiernes títere y asumieron directamente el poder, Oganía y Videla llevarían este ciclo
a su máximo desarrollo. El rechazo del laudo arbitral del Canal de Beagle hace entrar en
crisis tanto el principio de integración económica como el de esferas de influencias.
Ambos países buscan preservas la seguridad mediante el “Equilibrio del poder”. Se
interrumpen todos los proyectos de integración física.

9. Hacia un nuevo proceso de asociación (1982 – 2000)

La Guerra de las Malvinas (1982) fue una bisagra histórica que generó el cierre
de un ciclo y la apertura de uno nuevo. La envergadura de la acción conjunta de Gran
Bretaña y EEUU en la zona de conflicto, se expresó en una crisis a la tradicional actitud
de subordinación sur – norte, y en el redescubrimiento de América Latina. La Argentina
cambió de posición ante el resto de naciones de la región y se acercó a Brasil para
seguir con el resto del continente.

La derrota de las Malvinas sirvió para demostrar que tanto el equilibrio del poder
como la distribución de zonas de influencia, mostraron ser insuficientes. Refutados esos
enfoques, se abrió paso a la tercera opción: la Asociación. La llegada al poder de Raúl
Alfonsín abrió el camino al Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile (1984).
Se inició un nuevo proceso que tendría un fuerte empuje con la recuperación de la
democracia en Chile (1990). Desde el Estado, se firmaron nuevos acuerdos para
solucionar cuestiones de límites, y para regular y promover los intercambios
comerciales. Esto se reflejó en las inversiones chilenas en Argentina y viceversa, los
últimos acuerdos limítrofes, la construcción de gasoductos y la incorporación de Chile
como socio del MERCOSUR (1996).

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