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Diego Fernando Camelo Perdomo

Reseña: Acerca de “Conferencia de Ética” de L. Wittgenstein


Módulo de Filosofía Analítica
Maestría en Filosofía Contemporánea
Universidad de San Buenaventura-Bogotá
Sábado, 2 de Marzo de 2019

Acerca de “Conferencia de Ética” de L. Wittgenstein

Después de haber realizado algunas aclaraciones relacionadas al idioma en que impartiría la


conferencia, a la intencionalidad de la misma al aseverar que no se trataría de una elaboración con un
sesgo científico y, por último, a la metodología empleada, Wittgenstein empieza su exposición haciendo
mención de algunas definiciones sobre lo que sería la ética, con el propósito de enumerar algunos
sinónimos al respecto y así identificar los rasgos comunes que habrían entre ellos. Es gracias a esta
suerte de introducción como el filósofo austríaco advierte que existen dos sentidos diferentes sobre
los juicios de los que trata propiamente la ética. En efecto, la intensión de Wittgenstein en su
“Conferencia sobre Ética” (1929) es demostrar que la ética no es una ciencia, y para lograr tal
pretensión explica la diferencia que hay entre los dos sentidos de juicios, tal y como se anotó en líneas
atrás.
El primero de ellos es el trivial o relativo, según el cual un juicio es un enunciado que se aproxima
a una medida predeterminada mediante la descripción de hechos. Así, por ejemplo, cuando se dice:
“este lapicero es bueno”, quiere decir que puede ser usado para realizar trazos con cierta comodidad y
facilidad. En esta dirección, el adjetivo bueno, cuya función es la de cualificar, se emplea en relación a su
uso, y es por ello que este tipo de juicios son relativos. No obstante, señala Wittgenstein, este tipo de
juicios no son empleados en la ética.
El segundo sentido es el ético o absoluto, el cual consiste en el uso de un juicio ya no en relación
a cumplir un fin predeterminado sino en sí mismo. De acuerdo con el ejemplo propuesto por
Wittgenstein en el que una persona le dice que su comportamiento es inadecuado y que, aun sabiendo
esta situación y a pesar de sugerírsele que debería comportarse mejor, él se niega a cumplir con lo
demandado, el juicio absoluto o ético, no consiste en describir hechos, sino de ir más allá de ellos. Así las
cosas, ningún juicio de valor absoluto implica la descripción de hechos o acciones, pero sí todo juicio
de valor relativo requiere de la afirmación de éstos.
Lo que se logra describir con las palabras en un contexto científico transmite un significado
natural, ya que ellas –las palabras- sólo expresan hechos. Por tanto, la ética no sería una ciencia en
cuanto que ni los describe ni los expresa. Ahora bien, ¿en qué sentido emplear, entonces, la expresión
valor absoluto haciendo alusión a la ética? Con el ánimo de puntualizar aún más su argumentación,
Wittgenstein se permite aclarar este interrogante mediante el relato de unos casos, de los cuales dice él
mismo haber vivido, con los que ejemplifica un bien absoluto o valor absoluto. La experiencia de
“asombrarse por la existencia del mundo” y de la que se emite una expresión, ésta sería un sinsentido,
ya que sólo lo tendría si la reacción surge cuando es imaginado, mas no siendo como en efecto es. Así,
por ejemplo, nos asombra la capacidad de contaminación de los buses de Transmilenio, porque
tenemos en nuestra mente la imagen de un bus que emana la cantidad regular de gas. En palabras del
autor, uno se puede asombrar de que el cielo sea efectivamente azul y no de otro color, pero no
podríamos asombrarnos del cielo como tal, cualquiera que sea su aspecto (Wittgenstein, [1929] 1989,
pág. 33).
Con base en estos ejemplos se puede explicar que el mal uso del lenguaje transversaliza todos
los términos éticos haciéndolos parecer símiles, es decir que al usar una palabra en un sentido ético
(absoluto), aun cuando parezca tener un sentido trivial (relativo), tiene una connotación similar. El
sentido en el que se dice: “este hombre es un buen estudiante”, aunque no sea el mismo cuando se
dijo: “este es un lapicero bueno”, puede guardar cierta similaridad. En consecuencia, si un simil es simil
de algo –explica Wittgenstein- y expresa un hecho por medio de él, entonces podrá hacerlo también
prescindiendo de su uso, de tal manera que se comprueba que dicho hecho no existe. En conclusión,
un simil sería un sinsentido.
A continuación, Wittgenstein afirma que las expresiones tienen un valor absoluto para quienes
las han vivido. Sin embargo, al decir que son expresiones, serían entonces hechos, ya que involucrarían
un lugar y un tiempo y, por tanto, serían objeto de descripción. Decir, entonces, que estas experiencias
tienen un valor absoluto es un sinsentido. De ahí que sería paradójico decir que una experiencia descrita
tenga un valor ético o absoluto. ¿En qué sentido se afirma tal paradoja? En definitiva, resulta paradójico
explicar una experiencia sobrenatural (ética) con una comprobación natural (científica) (Wittgenstein,
[1929] 1989, pág. 34). Para efectos de comprender mejor esta idea, retomemos el ejemplo de la
experiencia de sentir admiración por la existencia del mundo. Se dirá, en primera instancia, que en caso
de que se crea que la existencia del mundo fuera producto de un milagro, no habría posibilidad
científica de probar que, en efecto, los milagros existen. En conclusión, si los milagros son condición
ontológica del mundo, puesto que no se le puede comprobar de otra manera su existencia, entonces el
mundo no existe y, por tanto, no habría dicha admiración. No se trata de la no comprobación de una
experiencia, sino del análisis del mal uso del lenguaje con que se expresa. En segunda instancia, expresar
la experiencia de ver el mundo como milagro es correcta, no porque se trata del mundo o del milagro,
sino del uso del lenguaje, es decir que el mundo existe por cuanto que existe el lenguaje.
En conclusión, a estas experiencias se les atribuye un valor ético con el que se expresan hechos
con otros hechos, demostrando que ninguna descripción sirve para expresar valor absoluto, porque
depende de la relación de otras experiencias (relativo). Resultado de esto es que sólo habría expresiones
sinsentido, no porque no fueran correctas sino porque esa es su esencia.
¿Es posible probar, entonces, que la ética es una ciencia? Imposible hacerlo, ya que lo que
pretendió Wittgenstein fue, precisamente, demostrar lo contrario, que la ética no es; no porque no
comporte un estatuto científico, sino por el uso del lenguaje con que se expresa.

Bibliografía
Wittgenstein, L. ([1929] 1989). Conferencia sobre Ética. En R. Trapani, R. Ravera, & e. al, Decir y
mostrar. Argentina: Paidós. (pp. 27-36)

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