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FRAGMENTO DEL LIBRO FILOSOFÍA BÁSICA DE NIGEL WARBURTON. [LA ÉTICA DE KANT, UNA ÉTICA DEONTOLÓGICA
O DEL DEBER]
LA ÉTICA DE KANT
Los motivos
Así pues, Kant afirma que los motivos de un acto son más importantes que el acto en
sí y que sus consecuencias. Según él, para saber si alguien actúa moralmente hay que
conocer su intención. No basta con saber que el Buen Samaritano ayudó a un hombre que
lo necesitaba, porque bien podría haberlo hecho por interés personal, esperando que le
recompensaran la molestia, o por un impulso compasivo, es decir, más por un motivo de
índole emotiva que por sentido del deber.
La mayor parte de los filósofos de la moral coinciden con Kant en que el interés
personal no resulta un motivo apropiado para realizar un acto moral, pero muchos no
podrían aceptar que un sentimiento como la compasión carezca de importancia. Para
Kant, sin embargo, el único motivo aceptable para afirmar la moralidad de un acto sería
el sentido del deber.
Kant se interesó más por los motivos de los actos que por sus consecuencias, entre
otras razones, debido a su convicción de que todo ser humano puede ser moral. Puesto
que sólo podemos responsabilizarnos de un modo razonable de las cosas que, en cierto
modo, dependen de nosotros —o, como él dijo, puesto que «deber es poder»—, y puesto
que las consecuencias de nuestros actos no siempre dependen de nosotros, las
consecuencias no son fundamentales. Por ejemplo, si actuando por sentido del deber,
intento salvar a un niño que se está ahogando y en vez de impedirlo le ahogo yo mismo
accidentalmente, mi acto no dejará de ser moral, puesto que la motivación era buena; las
consecuencias pueden ser trágicas, como en el ejemplo, pero resultarán irrelevantes para
el valor moral de mi acto.
De igual modo, puesto que no tenemos un dominio completo de nuestras reacciones
emotivas, tampoco éstas pueden determinar la moral. Si la moral es accesible para todos
los seres humanos conscientes, pensaba Kant, dependerá por completo de la voluntad,
especialmente del sentido del deber.
Las máximas
Kant llama máximas a las intenciones que se esconden detrás de los actos. Máxima
es aquel principio general que subyace a la acción. Por ejemplo, el Buen Samaritano pudo
actuar siguiendo la máxima: «Ayuda siempre a los demás, si quieres que ellos te ayuden
a ti.» O bien, según esta otra: «Ayuda a quienes lo necesitan, siempre que sientas com-
pasión por ellos.» Sin embargo, para que su acto hubiera sido moral, tendría que haberse
guiado por lo siguiente: «Ayuda siempre a quienes lo necesitan, porque tienes el deber de
hacerlo.»
El imperativo categórico
Filosofía 6to
Prof. Juan Cruz Feijóo Sobrero
Según Kant, en cuanto seres humanos racionales, tenemos ciertos deberes que son
categóricos, es decir, absolutos e incondicionales, tales como «Decir siempre la verdad»
o «No matar», que debemos cumplir cualesquiera que sean las consecuencias que se
deriven de nuestros actos. Así pues, Kant piensa que la moral es un sistema de imperativos
categóricos, de obligaciones de actuar de un modo concreto, y esto constituye uno de los
aspectos distintivos de su ética. Kant opone a los deberes categóricos otros de carácter
hipotético. Un deber hipotético sería: «Di siempre la verdad si quieres que te respeten»,
o bien: «No mates si no quieres ir a la cárcel.» Los deberes hipotéticos nos dicen lo que
hay que hacer o dejar de hacer para obtener o evitar algo. Para Kant únicamente existía
un imperativo categórico esencial: «Actúa sólo según aquellas máximas que, al mismo
tiempo, puedas querer que se conviertan en una ley universal.» «Querer» significa aquí
«desear racionalmente». Dicho de otro modo, el mensaje del imperativo categórico
consiste en actuar sólo según máximas que racionalmente deseemos aplicar a todo el
mundo, lo que se conoce por principio de universalización.
Aunque dejó distintas versiones del imperativo categórico, ésta es la más importante
y la que ha ejercido un mayor influjo. Valdrá la pena examinarla con más detalle.
Universalización
Existe aún otra versión del imperativo categórico de Kant: «Nunca trates a los demás
como un medio, sino como un fin en sí mismos.» Es otro modo de decir que no debemos
utilizar a otras personas, sino reconocer en ellas su humanidad: el hecho de que sean
individuos con deseos y voluntad propios. Si trato a alguien con cortesía, movido por el
interés de obtener un trabajo, no le trato como persona, como un fin en sí mismo, sino
como un medio para lograr algo. Naturalmente, si actúo bien con alguien solamente
Filosofía 6to
Prof. Juan Cruz Feijóo Sobrero
porque me agrada hacerlo, esto no tendría nada que ver con la moral.
Vacuidad
La teoría kantiana no afronta los conflictos que surgen entre los distintos deberes. Por
ejemplo, ¿qué ocurre si tengo el deber de decir siempre la verdad y, al mismo tiempo, el
de proteger a mis amigos? Kant no me explica lo que debo hacer cuando las dos
obligaciones se contradicen. Si un demente, armado de un hacha, me preguntara dónde
puede encontrar a mi amigo, mi primera intención sería mentirle, porque decir la verdad
equivaldría a incumplir el deber de velar por la seguridad de mis amistades. Pero, siempre
según Kant, la mentira, incluso en una situación tan extrema, es un acto inmoral, porque
mi obligación de no mentir jamás es absoluta.